ISSN 2707-7330 RNPS: No. 2092 https://rpi.isri.cu/rpi No. 4 | 2022

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Raúl Roa y la enseñanza de la diplomacia revolucionaria en Cuba 1

Raúl Roa and the Teaching of Revolutionary Diplomacy in Cuba

Dra. Emma Cárdenas Acuña

Doctora en Filosofía y Letras. Profesora Auxiliar y Consultante del Instituto Superior de Relaciones Internacionales

“Raúl Roa García”. La Habana, Cuba. rpi@isri.minrex.gob.cu 0000-0002-8237-1547


RECIBIDO: 12 DE MAYO DE 2022 APROBADO: 22 DE JULIO DE 2022

RESUMEN Se analiza la manera en que se diseñó, desde fecha muy temprana tras el triunfo de 1959, un sistema para for- mar, en diferentes niveles, los diplomáticos encargados de llevar adelante la política exterior de la Revolución Cubana. El papel en dicha concepción de Raúl Roa García fue vital, desde su visión integral acerca de qué tipo de profesional demandaba un proceso de la envergadura del cubano. Roa, hombre de vastísima cultura, se preocupó y ocupó permanentemente porque los jóvenes que se sumaban al MINREX, por diferentes vías, así como los que se iban adiestrando en las instituciones que surgían a dichos fines, estuvieran dotados de una sólida preparación política, ideológica y cultural, la cual les garantizara el óptimo desempeño en sus funciones. Para él, los diplomáticos tenían que estar en total sintonía con el latir del pueblo que repre- sentaban, al tiempo que debían ser portadores del más riguroso dominio de las cuestiones inherentes a la esfera de las relaciones internacionales, en cualquier latitud. Sin hacer concesiones de ningún tipo, en cuanto a la calidad de la enseñanza que recibían, y desde un compromiso revolucionario a toda prueba. Roa sentó las bases de un modelo educacional en este campo el cual se perfeccionaría con el paso de los años pero que, en todo momento, ha sido consecuente con los pilares que él le confirió a esta actividad.

Palabras claves: formación, rigor, originalidad, cultura, compromiso

ABSTRACT The article analyzes the way in which a system was designed, from a very early date after the triumph of 1959, to train at different levels the diplomats in charge of carrying out the foreign policy of the Cuban Rev- olution. Raúl Roa García`s role in this conception was vital, beginning with his comprehensive vision about what type of professional the magnitude of the Cuban process demanded. Roa, a man of vast culture, was constantly concerned with the fact that the young people who joined the MINREX by different means, as

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well as those who were training in the institutions that arose for these purposes, were endowed with a sol- id political, ideological and cultural fromation, which would guarantee their optimal performance in their functions. For him, diplomats had to be totally in tune with the heartbeat of the people they represented, and at the same time, they had to be bearers of the most rigorous command of the issues inherent to the sphere of international relations, at any latitude. Without making concessions of any kind in terms of the quality of the education they received and from a foolproof revolutionary commitment, Roa laid the foun- dations for an educational model in this field, which would be perfected over the years but that has been, at all times, consistent with the pillars that he conferred on this activity.

Keywords: training, rigor, originality, culture, commitment

INTRODUCCIÓN

Una breve mirada a la enseñanza de la diplomacia en Cuba en la época prerrevolucionaria nos permitió conocer que los planes de estudio que se impartían en la Universidad de La Habana eran muy formales, con un currículo de asignaturas muy limitado y con un perfil estrecho, que respondían a una necesidad de capacitación para el ejercicio profesional.

En el curso académico 1927-1928 de la Universidad de La Habana existía un Instituto de Servicio Exterior al que se accedía mediante un examen de ingreso, tenía una duración de dos años y expedía un certifi- cado de aptitud para el ingreso en el Servicio Exterior de la República. En el curso 1933-1934 aparece, con idénticos fines, la Escuela de Derecho Diplomático y Consular, que se extiende hasta la década de los años sesenta del pasado siglo. La matrícula en ambos ca- sos era muy limitada y se nutría principalmente, de alumnos provenientes de la Escuela de Letras y Filo- sofía y de la Escuela de Derecho.

En la llamada Secretaria de Estado, los cargos, tanto internos como en el Servicio Exterior, eran asigna- dos por rejuegos políticos o parentesco, raras veces se cubrían por ejercicios de oposición, y todo ma- tizado por una férrea discriminación racial. Era un ministerio elitista por excelencia.

Los cambios profundos que se avizoraban en el país con el triunfo de la Revolución, hicieron que la inmensa mayoría de los funcionarios del Ministerio

de Estado, desertaran, y otros, una minoría decidió quedarse poniendo sus conocimientos y experien- cias a disposición de la Revolución.

DESARROLLO

El Doctor Raúl Roa García gozaba de un enorme prestigio, tanto intelectual como revolucionario, que había conquistado desde muy joven en sus años estudiantiles en la lucha antimachadista y antimperialista. Se le reconocía su inteligencia, imaginación, espíritu de combate, su condición de investigador profundo, su vinculación a todo lo que era la esencia de pueblo. En enero de 1939, fue uno de los aspirantes a la Cátedra Titular de Historia de las Doctrinas Sociales. Para el ejerci- cio de oposición, presentó un programa extenso y metódico de la ciencia objeto de la cátedra, con la correspondiente bibliografía. A pesar de la brillantez de su trabajo, quisieron escamotear su triunfo y el asunto fue visto por el estudiantado como “una confrontación entre la reacción y la Revolución; entre los viejos profesores, en cierto modo representativos del mundo estante y retró- grado, y los jóvenes que irrumpían a la palestra pública (Roa, 2001: 8).

Roa decidió publicar sus ejercicios de oposición en forma de libro, y someterlo al juicio crítico de diver- sos expertos en la materia. Entre los elegidos estuvo el Dr. Fernando de los Ríos, reconocido catedrático universitario, español, que opinó que Roa irrumpía en la vida académica con:

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Fig. 1. Roa junto a Fidel en el escenario de la Política Internacional. Internet.

[…] estilo lleno de nerviosidad y de tremos en que se transpira una actitud de anhelo perma- nente”…”Este joven pensador cubano aquejado de fiebre dionisiaca, dotado de recia estructura mental y emocional, se muestra ya con fuerzas bastantes como para permitir augurar en él que puede llegar a ser una de las figuras que influyan en el mundo hispano y le abran puertas de luz en esta etapa decisiva para la historia de todos! (De los Ríos, 2001: 9).

Igualmente válida lo es la opinión de Don Fernan- do Ortiz sobre las clases de Roa, quien afirmó que: “pueden ser trascendentes para la formación de la juventud universitaria, como una labor de forja en yunque: ritmo de martilleo, soplo de fragua, ardor que ablanda y moldea.”

Desde su Cátedra de Historia de las Doctrinas So- ciales, durante años, Roa fue el Maestro que sembró

la semilla de rebeldía en lo más selecto de la juven- tud cubana.

Con ese rico historial, y después de una brillante ac- tuación en la Organización de Estados Americanos (OEA) en los primeros meses de 1959, no había otra persona más autorizada que Raúl Roa, para llevar a cabo la ingente tarea de remodelar nuestra política exterior y diseñar una diplomacia revolucionaria. Se necesitaba una persona de su talla para hacerse car- go de la conducción del Ministerio de Estado, más tarde Ministerio de Relaciones Exteriores, tan impor- tante y decisivo para el éxito de las grandes batallas que en la arena internacional, necesariamente, la na- ciente Revolución tendría que librar. Así lo recono- ció el comandante Fidel Castro, primer ministro del gobierno revolucionario, que recomendó su nom- bramiento como ministro de estado al entonces pre- sidente Manuel Urrutia. Sobre este particular, Luis M. Buch, testigo excepcional de este hecho, que ocupaba

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el cargo de ministro de la Presidencia y secretario del Consejo de Ministros, en el primer gabinete revolu- cionario, narra los siguientes refiriéndose a Fidel:

El 11 de junio de 1959, en horas temprana del día, fue al Palacio Presidencial y se dirigió, para sorpresa mía, al despacho de la Secretaría. Allí solo iba cuando asistía a las sesiones del Consejo de Ministros. En la conversación que sostuvimos, primero trató asuntos generales, des- pués quiso saber mi criterio sobre Raúl Roa García. Re- cuerdo que le dije: “Lo conocí en el año 1933, en ocasión de las luchas estudiantiles contra la tiranía machadista. Considero quees unhombremodesto,sencillo, incorrup- tible y luchador incansable. Así demostró ser durante la etapa insurreccional como dirigente de la Resistencia Cí- vica en La Habana, en la que puso todo su entusiasmo y experiencia. Entonces Fidel expresó “Estoy pensando en proponerle como Ministro de Estado. ¿Cuál es tu opinión al respecto?” No tuve reparo para responderle que era una buena selección” (Buch; Suárez, 2004: 46).

En aquellos momentos Raúl Roa se encontraba en Estados Unidos como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Cuba ante la Organización de Estados Americanos (OEA). En la sesión del Con- sejo de Ministros celebrado el 12 de junio se aprobó su nombramiento en sustitución del entonces titular Roberto Agramonte Pichardo. Ese mismo día Roa llegó a Cuba y se integró de inmediato al Consejo.

Roa estaba en la vanguardia combatiente de nuestro pueblo. Toda su energía física y mental, y su talento e imaginación creadora, pudieron proyectarse enton- ces por un cauce justo y alcanzar las cumbres más altas a que pueda aspirar un hombre: la de servir fiel- mente a su pueblo y a la historia (Hart, 1982: 3).

Años más tardes, al cumplir los setenta años de edad, en una entrevista que le hiciera Samuel Fei- joo, publicada en el periódico Granma el 18 de abril de 1972, a la pregunta de cuáles eran los honores revolucionarios que más significación tenían para él, señaló entre otros, “haber merecido la confianza de nuestro Comandante en Jefe para desempeñar el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores”.

Uno de los problemas que confrontan muchos de los países en desarrollo, es la formación de funcio- narios aptos para defender sus intereses en la are- na internacional. Cuba, en 1959, no constituía una excepción, carecía de cuadros preparados para tan ingente tarea.

Dada la urgencia de dar a conocer al mundo la jus- teza de la causa revolucionaria y defender la so- beranía y el derecho a la autodeterminación de la nación, se hizo necesario desarrollar una intensa actividad diplomática, por lo que se convirtió en tarea prioritaria la preparación de nuevos cuadros, comenzando así, lo que fue una constante en el pensamiento creador del nuevo ministro.

Suobjetivo enaquellos días era, segúnsus propias pala- bras “que nuestros diplomáticos a la carrera se vuelvan diplomáticos de carrera y se desarrollen en la carrera”.

En 1960 comienza una intensa labor de preparación de funcionarios de la Cancillería y otros organis- mos, en su inmensa mayoría de procedencia obre- ra, campesina y estudiantil, que fueron capaces de enfrentar los retos que imponía el llevar al mundo una nueva diplomacia, la diplomacia revolucionaria. Estos compañeros fueron los pioneros en el Servicio Exterior revolucionario.

El 11 de enero de 1971, marca una fecha importante en la enseñanza de las relaciones internacionales en Cuba. Ese día se instauró el Instituto del Servicio Exte- rior (ISE), brillante idea del ministro Raúl Roa García, iniciándose así el estudio sistemático de esa discipli- na que tanta influencia ha tenido en el desarrollo de nuestra diplomacia. Sus objetivos principales fueron la preparación de nuevos cuadros para el Ministerio de Relaciones Exteriores y la impartición de cursos de ni- vel superior a funcionarios del propio organismo.

En todo momento el ISE recibió del ministro Roa, un apoyo sólido y consecuente. Durante un largo período ofreció conferencias en la institución que contribuyeron a la elevación del nivel político de sus primeros egresados.

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La Ley No.1307 del 29 de julio de 1976 estableció la Red Nacional de Centros de Educación y dispuso el cese del ISE y la creación del Instituto Superior del Servicio Exterior (ISSE), adscripto al Ministerio de Relaciones Exteriores desde el punto de vista admi- nistrativo, y en lo docente metodológico al Ministe- rio de Educación Superior.

Bajo la dirección del Dr. Antonio Díaz el ISSE cumplió los aspectos claves de su concepción inicial, que en una determinada coyuntura necesitaba el ministerio de la nueva masa de estudiantes, formada por egre- sados de los preuniversitarios y de la Facultad Obre- ro-campesina, y ofrecer al mismo tiempo un marco institucional para la superación profesional de los cua- dros, tanto del ministerio como de otros organismos.

El doctor Carlos Rafael Rodríguez, referencia obli- gada al hablar del ISSE y posteriormente del ISRI, recordaba de la siguiente manera los inicios:

El Instituto Superior de Relaciones Internacionales se fundó inicialmente como un esfuerzo necesario, pero modesto. Con su conocido dinamismo, Raúl Roa quiso tener un centro de recalificación y prepa- ración. Bien sabemos que el Ministerio de Relacio- nes Exteriores surgió sin que sus miembros tuvieran experiencia en la diplomacia revolucionaria, que no había existido jamás en nuestro país por falta de una verdadera revolución. Completar sus conoci- mientos, ampliar su cultura, afirmar su experiencia era una tarea inaplazable (Rodríguez, 1985).

En la década de los ochenta, la dinámica de la políti- ca exterior y las nuevas proyecciones del sector ex- terno demandó la creación de un nuevo centro, cuyo objetivo principal fue la formación de especialistas, no solo en política sino también en economía inter- nacional, capaces de satisfacer la demanda de otros organismos del Estado, así como impartir cursos de diversa índole a estudiantes nacionales y extranje- ros y de otros organismos sobre estas temáticas, y llevar a cabo investigaciones en el campo de las relaciones políticas y económicas internacionales. El nuevo centro se denominó Instituto Superior de

Relaciones Internacionales (ISRI), creado mediante el Decreto No. 22 del 11 de junio de 1981 y comenzó bajo la dirección del Dr. Salvador Vilaseca Forné.

Desde 1982 lleva el honroso nombre de quien fuera su fundador y propulsor.

Desde 1979 se había comenzado la tarea de pre- paración del nuevo plan de estudio y de la orga- nización del nuevo centro, en la que intervinieron numerosos profesores y especialistas altamente ca- lificados, pertenecientes a diversos centros de estu- dio universitarios y organismos del Estado.

El Dr. Vilaseca, compañero de lucha y ferviente ad- mirador de Raúl Roa puso todo su empeño para que el nuevo plan de estudio fuera un plan revoluciona- rio que pusiera en práctica el legado del Canciller de la Dignidad. La renovación de la enseñanza y aprendizaje en la educación superior resultaba in- dispensable para mejorar su pertinencia y calidad. Para ello era necesario establecer programas que fomentaran la capacidad intelectual de los estu- diantes, mejoraran los contenidos pedagógicos, que aumentaran la eficacia de la experiencia de aprendi- zaje (Vilaseca, 1985).

El nuevo plan de estudio se implantó a partir del curso 1980-1981. Contempló un plan de investigaciones que contribuyó a la elevación de la personalidad del estu- diante de pregrado como ente pensante. Y fue un fac- tor importante en su desarrollo. Se puso en práctica la celebración de Jornadas Científicas Anuales, donde se exponían los mejores trabajos; los ejercicios de Simu- lación de Naciones Unidas y otros eventos que contri- buyeron a infundir en las aulas del ISRI el rumor de la colmena, como reclamaba el Maestro.

Desde su fundación, el Instituto contó con un claus- tro de profesores altamente calificado, proveniente de distintos centros de educación superior, especia- listas de diversos organismos e instituciones cientí- ficas; ilustres profesores pasaron por sus aulas, en- tre ellos su propio fundador, quienes contribuyeron al prestigio nacional e internacional del ISRI.

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El ISRI cumplió una etapa importante en la forma- ción de estudiantes de pregrado; al respecto el Dr. Carlos Rafael Rodríguez expresó:

Era una universidad nueva, por sus propósitos y por sus métodos, que debía mostrar en la práctica que nuestros universitarios son algo más que niños creci- dos, que tienen posibilidad de recoger orientaciones, debatirlas y transformarlas con conciencia propia. Los resultados de esos esfuerzos están a la vista. No he encontrado un solo embajador que no esté sa- tisfecho con el esfuerzo realizado por graduados del ISRI que tienen en su Misión (Rodríguez, 1985).

Tampoco se puede omitir la labor internacionalista del Instituto; en sus aulas se formaron numerosos estudiantes de distintos países del tercer mundo, que hoy desempeñan funciones importantes en sus respectivos países y que bebieron también de la fuente de la diplomacia revolucionaria.

El 8 de mayo del 2000, en la ceremonia de traspaso de la rectoría del ISRI del Dr. Oscar García García al Dr. Hermes Herrera, el entonces Ministro de Relacio- nes Exteriores, Felipe Pérez Roque, expresó:

El ISRI garantizó una carrera de alto nivel político y profesional y generó una masa importante de los mejores y más destacados jóvenes de nuestro país que adquirieron en un período relativamente corto una formación por encima de la media que en ese momento daban nuestras universidades… El MINREX no hubiera tenido igual capacidad para enfrentar las responsabilidades que tiene hoy, y que tendrá en el futuro si no contara con la masa de jóvenes que se graduaron en los cursos de pregrado en el ISRI (Pérez, 2000).

Entre la masa de jóvenes que se graduaron en los cursos de pregrado, en la actualidad ya muchos ocupan cargos de gran responsabilidad, tanto en el servicio interno como externo, Gerardo Hernández Nordelo y Fernando González Llort, dos de los Cinco Héroes, mantenidos injustamente en cárceles nor- teamericanas, pertenecen a ese grupo de jóvenes

egresados del pregrado. Y han honrado de manera inequívoca las enseñanzas de la diplomacia cubana, con muestras de valentía, patriotismo, fidelidad a la Patria y amor a su pueblo, y le decimos una vez más Gracias por el ejemplo.

CONCLUSIONES

En la actualidad la diplomacia cubana goza de una alta respetabilidad en los foros internacionales, sus planteamientos basados en su tradicional solidari- dad internacional, sus principios inquebrantables y su sobriedad, tienen un gran peso en los mismos, por su honestidad y por el estricto cumplimiento de sus compromisos y eficacia de su gestión. El diplomático cubano está considerado como un funcionario inteligente, capaz, patriota, honesto, responsable, cuya labor está respaldada por una preparación estricta y una disciplina exigente, ad- quirida durante su etapa de estudios.

Raúl Roa García fue una singular simbiosis de hom- bre de pueblo y hombre de amplia cultura, capaz de demoler con su verbo perfilado y su peculiar criollismo a cualquier contendiente en la tribuna. El legado que nos dejó con su ejemplo, seguirá siendo un caudal de conocimiento al que deberán recurrir una y otra vez, no solo nuestros diplomáticos, sino también cualquier diplomático revolucionario. Las páginas de Retorno a la Alborada son un manual inagotable de discursos, réplicas y contrarréplicas, ejemplos para aquellos que necesitan defender una causa justa en la arena internacional.

Para finalizar, recuerdo las palabras escritas y leídas por Roa en nombre de los estudiantes universita- rios, el 19 de noviembre de 1933, en ocasión del se- pelio de Enrique José Varona

ADIOS AL MAESTRO

Los hombres que rindieron plenamente su misión his- tórica jamás pasan. Se concretan en símbolos. Si la faena en la que metieron su pasión y su mente tiene aún resonancias vitales, o está en proceso candente

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de elaboración, siguen siendo útiles después de muer- tos. Quien fue leal a su tiempo, quien lo vivió, sintió en- trañablemente, será de todos los tiempos (Roa, 1977).

Estas palabras proféticas también la podemos decir hoy, los quetuvimos la dicha deconocerlo, amarlo y respetar- lo; Maestro, Usted también será para todos los tiempos.

NOTAS

1 Publicado en la revista Política Internacional (2009). Revista Semestral. Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, La Habana. No. XIII. Julio-Diciembre, pp. 58-63.

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