mo, esto hará inviable la subsistencia para la gran mayoría de la población. Asimismo, la herramienta informática promueve un cambio en la propiedad de los medios de producción. En el capitalismo in-dustrial, el obrero no es dueño de la materia prima, de la fábrica ni del producto final. La masificación de las computadoras posibilita que, al igual que su-cedía con el artesanado, el trabajador ahora sea dueño tanto de la materia prima como de la herra-mienta para procesarla y del producto final. Al po-ner en sus manos el medio de producción funda-mental, se abre paso a un nuevo modo de producción. Por otra parte, al facilitar la difusión instantánea y universal de la información, medios de comunicación como Internet y la telefonía celu-lar posibilitan y hacen, en última instancia, inevita-ble su apropiación social. A pesar de ello, el capita-lismo aplica recursos extremos para apropiarse de la información pertinente y excluir a las mayorías de su acceso. La informática instituye sistemas de es-pionaje casi total, imposibles en épocas anteriores. Llamadas telefónicas, correos electrónicos y redes
sociales son interceptadas para obtener informa-
ción sobre sus usuarios. Las técnicas del llamado big data y las cookies compilan y analizan su conte-nido. Las operadoras se atribuyen el derecho de uti-lizarlo para sus propios fines. Mediante normas so-bre propiedad intelectual y seguridad nacional, las élites políticas y económicas se reservan o mantie-nen en el más estricto secreto la información nece-saria para retener e incrementar su poder, y casti-gan con feroces retaliaciones su divulgación, como ocurre en los casos emblemáticos de Chelsea Man-ning, Edgar Snowden y Julian Assange. La informa-ción pertinente tiende a concentrarse en un número cada vez menor de manos. Una impenetrable nube de desinformación, irrelevancias y fake news aliena al resto de la humanidad. Con tales procedimientos,
la informatización ha acelerado la concentración del capital en un número cada vez menor de manos. Señala el Credit Suisse Research Institute que la mi-tad inferior de la población mundial es propietaria de menos de 1 % de la riqueza total. Al mismo tiem-po, el 10 % más rico posee 88 % de la riqueza mun-dial, y el 1 % superior por sí solo es dueño de 50 % de los activos globales. Cada crisis económica in-crementa y acelera esta desigual distribución; la pandemia la profundiza todavía más. Proporcional a la concentración de la propiedad es la privación de ella para las mayorías trabajadoras. Durante el siglo pasado, algunos sistemas capitalistas desarrollados aplicaron políticas de inversión pública para paliar las crisis económicas, algunos empresariados con-cedieron a regañadientes derechos a sus trabajado-res, ascendiéndolos de proletarios a estratos consu-mistas de ingresos medios. Según predicó John Maynard Keynes, estas medidas eran “el único me-dio practicable de evitar la destrucción total de las formas económicas existentes”, es decir, del siste-ma de propiedad privada de los medios de produc-
ción, y su sustitución por sistemas socialistas.
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A
raíz de golpes de Estado de derecha, del empleo de medios perfeccionados de propaganda política y de la disolución de la Unión Soviética, gobiernos y em-presarios estimaron innecesarios paliativos para evitar la radicalización de las masas. Siguió la inmi-sericorde aplicación de medidas autoritarias, neoli-berales y fondomonetaristas para recortar drástica-mente salarios, derechos laborales y gasto social. Trabajadores y estratos medios de los países desa-rrollados están en estado de pauperización o al bor-de de ella. El capital desplazó sus empleos hacia maquilas en naciones del Tercer Mundo, con las más voraces condiciones de explotación laboral imagi-nables, pero incluso estos puestos de trabajo sub-pagados están a punto de ser ocupados por maqui-narias. Las protestas recurrentes de Occupy Wall Street, los Indignados, los Chalecos Amarillos, de
los granjeros de la India, entre otras, son la respues-ta mundial contra esta victimización económica. Gobiernos y medios han logrado disiparla mediante la represión y la postergación de soluciones. Pero, al ser la pauperización universal y creciente, cabe es-
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https://www.globalpolicywatch.org/esp/?p=595
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John Maynard Keynes (1958). Teoría General de la ocu-pación, el interés y el dinero, cap. 24, Fondo de Cul-tura Económica, México, p. 364.