su hegemonía se vean alteradas. Sugiere, además, que la hegemonía implica que los valores y visión del mundo de las clases dominantes se conviertan en una especie de sentido común compartido por los grupos dominados, que terminan aceptando el ejercicio del poder por parte de los grupos domi-nantes. Dicho sentido común es diseminado y ad-quirido a través de un proceso complejo en el que la educación, la religión y la cultura juegan un papel crucial (Díaz, 2015).

De este concepto se infiere que, el poder de las clases dominantes sobre el proletariado y todas las clases so-metidas en el modo de producción capitalista, no está dado tan sólo por el simple control de los aparatos re-presivos del Estado. Aquí es necesario tener en cuenta la categoría sociedad civil, la cual se identifica como el ámbito privado, donde se desarrollan las relaciones voluntarias, la construcción de consenso, a la que le corresponde la función de hegemonía. Las clases do-minantes alcanzan este poder gracias a la hegemonía cultural ejercen sobre las clases sometidas, a través del control del sistema educativo, de las instituciones religiosas y de los medios de comunicación.

Se deben destacar dos elementos del concepto de hegemonía formulado por Gramsci. Primero: que la hegemonía proviene de una constante compulsa de fórmulas de dominación y resistencia. Y segun-do: que es imprescindible la comprensión del papel activo que los grupos subalternos deben ejecutar dentro del proceso histórico. Además, la noción gramsciana de hegemonía incita a pensar en la arti-culación y rearticulación de las formas económicas, jurídicas y políticas de poder y las formas de inter-cambio y complejidad cultural e ideológica.

El pensamiento de Gramsci y América Latina

La historia de la relación del pensamiento de Gramsci con América Latina se puede dividir en dos períodos: el primero de ellos desde el comienzo de los años 50 del siglo XX hasta el primer lustro de los 70 y el segundo, desde mediados de los años 70 en adelante. En la primera etapa, los principales centros de edición de la obra de Gramsci fueron Ar-gentina, primero con la Editorial Lautaro, vinculada al Partido Comunista de la Argentina (PCA) y a par-tir de 1963 con las ediciones del grupo de Pasado y Presente, y Brasil, a través de las ediciones de la edi-torial Civilização Brasileira. En la segunda fase, las ideas gramscianas recorrieron todo el continente.

En la primera etapa, la difusión del pensamiento gramsciano se realizó en una relación no conflicti-va con el paradigma clásico de revolución que tuvo origen en la Revolución Rusa. En el caso argenti-no, en el período comprendido entre 1950 y 1963, Gramsci apareció vinculado y limitado a los sectores del PCA que militaban en el trabajo cultural. Es de-cir, era leído como un teórico de la cultura. En este ciclo, Gramsci no consiguió un lugar destacado en la universidad. En los años 50 la difusión era poca, reducida a pequeños círculos. En los 60, el debate en la universidad latinoamericana estuvo marcado por los temas traídos por la Revolución Cubana lo que lleva a José Aricó a denominar el período como los años de Cuba. Allí se materializó el interés por un tipo de lectura en la cual Gramsci estaba como parte de un movimiento renovador dentro del mar-xismo, pero sin relevancia particular. Fue solo en el final de este primer ciclo que Gramsci comenzó a ocupar un espacio mayor en la vida académica.

En el segundo ciclo, el pensamiento gramsciano

estuvo presente en la universidad y ésta se trans-formó en un lugar privilegiado de su difusión y dis-cusión. Sin embargo, el número de conocedores de Gramsci continuó siendo extremadamente reduci-do. Esto se debió a que las traducciones argentinas de sus obras estaban agotadas y solo circulaban sus textos en italiano.

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José María Aricó (1931-1991), intelectual argentino consi-derado como uno de los más importantes pensadores marxistas latinoamericanos. Fue traductor de la obra de Antonio Gramsci e integrante de los principales grupos de pensamiento socialista en Argentina. En su obra -la cual es calificada como el pensamiento de corte gramsciano más agudo de Argentina- se desta-ca su libro “La cola del diablo”.