La coalición entre Siria e Irán: naturaleza, desarrollo y desafíos

The Syria-Iran Coalition: Nature, Development and Challenges

M. Sc. Sultan Hamade

Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Libanesa Americana de Beirut. Máster en Estudios Internacionales de La Universidad de Queensland Australia. Aspirante de doctorado en Ciencia Política por la Universidad de La Habana, E-mail: nhadameh@gmail.com



Recibido: 20 de mayo de 2019 Aprobado: 22 de junio de 2019



RESUMEN Siria e Irán han estabilizado una alianza estratégica sólida que ha existido por más de 30 años. Su coalición ha influido en aspectos principales en la geopolítica del Medio Oriente, como el conflicto árabe-israelí, la política del Líbano, Iraq y la guerra civil en Siria. Esta investigación analiza la naturaleza estratégica de la alianza entre Siria e Irán; además del papel iraní en el conflicto sirio. Por fin, el estudio concluye que la alianza entre Siria e Irán tiene un enfoque político estratégico más que uno económico.

Palabras clave Siria, Irán, conflicto sirio, alianza estratégica, Líbano, conflicto árabe-israelí, acuer- dos bilaterales, geopolítica, Medio Oriente



ABSTRACT Syria and Iran established a solid strategic alliance that managed to survive for more than 30 years. Their alliance had influenced key issues in the Middle-East region such as: The Arab-Israeli conflict, Lebanese politics, Iraqi conflict and the Syrian civil war. This paper sheds the light on the strategic-political nature of the Syrian-Iranian alliance and facilitates an analysis for Iran’s current role in the Syrian civil war. Never- theless, the article concludes that the Syrian-Iranian alliance is more politically dri- ven than economically.

Keywords Syria, Iran, Syrian conflict, strategic alliance, Lebanon, Arab-Israeli conflict, bilateral agreements, geopolitics, Middle-East.




INTRODUCCIÓN

Siria e Irán han construido una alianza estratégica sólida desde finales de la década de los ochenta y eso incluyó la ratificación de varios acuerdos bila- terales importantes entre los dos Estados. Ambas naciones cooperaron para fortificar sus influencias en el Medio Oriente contra la hegemonía de Estados Unidos y sus afiliados en la región. Por consiguiente, la alianza entre Siria e Irán es notable porque ha influido en todos los acontecimientos principales de la geopolítica del Medio Oriente como el desarrollo

la coalición sirio-iraní, pero se detienen en la posi- ción iraní respecto al conflicto sirio del 2011. Se encuentran todavía materiales llenos de mitos y conspiraciones sobre la naturaleza de su coalición. Asimismo, esos materiales refieren vagamente a la importancia de la asociación económica y comercial entre Siria e Irán.

Además, los medios de comunicación promue- ven que la naturaleza de la alianza sirio-iraní es de carácter religioso, como parte del proyecto iraní para estabilizar el poder de la “Wilayat Al Fakih”1


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del conflicto árabe-israelí, la política del Líbano y de

Iraq y actualmente el conflicto sirio.

Existen varias investigaciones académicas y artículos publicados que analizan la naturaleza de

1 Una visión apocalíptica en que esperan el retorno del Imam Al Mahdi. Según esta posición, el Waliy Al Fakih es el líder del gobierno islámico y un sabio que representa al Imam al Mahdi.


en el Levante. Sin dudas, los dos países ratificaron varios acuerdos bilaterales en las áreas de comer- cio, industria, agricultura y defensa militar.

De tal manera, los acuerdos no son el único fac- tor en la formalización de las relaciones entre Siria e Irán. También es necesario examinar si la imple- mentación de los acuerdos fue efectiva y si logró algún desarrollo económico. Por ello, la investiga- ción emplea métodos cuantitativos para analizar el volumen del cambio comercial entre Siria e Irán, con el propósito de determinar sus puntos fuertes y débiles. También el artículo examina la efectividad de ciertos acuerdos firmados entre los dos países.


DESARROLLO

La raíz histórica de la alianza entre Siria e Irán

Las diferencias ideológicas entre el partido del Ba’ath y la República Islámica de Irán, nunca consti- tuyeron un obstáculo para su alianza política y estra- tégica. Los dos países fueron marginalizados a nivel internacional y regional. El gobierno sirio fue el pri- mero en la región y el segundo en el mundo en reco- nocer el nuevo gobierno revolucionario iraní en 1979. Cuando triunfó la revolución islámica en Irán, tenía como objetivo apoyar otros movimientos con carácter chiita en Asia central y en el Medio Oriente. En la práctica, las monarquías de la península del Golfo se alarmaron por la posibilidad de que el modelo revolucionario iraní se extendiera a sus

países.

Inesperadamente Estados Unidos perdió el Shah, su mejor aliado en la región, incluso su acceso al gran reservorio de petróleo después de la decla- ración del carácter antiimperialista de la revolución Iraní y la nacionalización de las empresas de gaso- lina y energía

Ayatolá Jomeini, el líder de la revolución iraní, anunció que su país no reconocía el Estado de Israel y declaró su apoyo a la revolución palestina armada desde el exterior.

La Unión Soviética tenía sus preocupaciones de que Irán promovería el alma revolucionaria entre los movimientos islamistas en Asia central. Todos los nuevos cambios en la actitud política de Irán fueron suficientes para predecir que Irán iba a ser un obs- táculo para la influencia de Estados Unidos y sus satélites en el Medio Oriente.

El nuevo Estado iraní tenía que recomponer pro- blemas económicos y políticos, además, su nuevo

ejército era desorganizado. Estados Unidos y los monarcas árabes dieron luz verde a Sadam Husein para comenzar la guerra. Arabia Saudita y Kuwait ofrecieron billones de dólares como préstamos y créditos. Egipto y Jordania enviaron algunos equipa- mientos militares y logísticos. Sin embargo, Sadam ganó la bendición de la Unión Soviética y de varios países en Europa Occidental (Brad, 2009).

Cuando comenzó la guerra iraquí-iraní, Siria declaró que la agresión contra Irán no era justifica- ble, además, manifestó su apoyo total al pueblo de Irán. La declaración de Siria fue parte de una visión pragmática, porque esa nación estaba rodeada por varios regímenes hostiles como Israel, Turquía, Jor- dania e Iraq.

Según Ahmad Daoud Oglo, Canciller de Turquía:

“La relación entre Siria y Turquía es como el pri- mer partido de boxeo, donde los oponentes se conocen y se preparan para otro partido de lucha” (Oglo, 2010: 436). Los dos Estados no lograron estabilizar una relación sólida y eso limitó su coo- peración estratégica y económica. Las relaciones entre Turquía y Siria tienen una trascendencia muy importante porque los dos países compar- ten una frontera extensa y ambos tienen una gran influencia en la geopolítica del Medio Oriente. Por un largo tiempo sus relaciones estuvieron influidas por la política de la Guerra Fría, época en la cual Siria era parte del campo socialista y Turquía era (y todavía es) un miembro principal de la OTAN. La tensión entre Turquía y Siria se agudizó por varias razones como: el apoyo Sirio al movimiento revolucionario Kurdo en su lucha por la independencia de Turquía, el acuerdo turco con Israel en sus guerras contra Siria, la disputa entre Siria y Turquía a nivel de la frontera y el conflicto del agua, el apoyo de Siria a Grecia en su conflicto con Turquía (Oglo, 2010: 438).

Por supuesto, el presidente de Siria, Hafiz Asad, se dispuso a crear una alianza política con Irán con- tra la marginalización política en la región (Good- zari, 2006: 59). Directamente como una repuesta a la guerra contra Irán, Asad cerró los oleoductos iraquíes en Siria. Mientras, Sadam respondió con el financiamiento de la rebelión de los “Hermanos Musulmanes” en la ciudad de Alepo, en Siria en 1982, además, financió los partidos de la derecha libanesa que luchaban con el ejército sirio en el Líbano (Sun, 2009: 71).

Es cierto que los iraníes estaban ocupados en la guerra con Iraq, pero sus oficiales demostraron un interés serio en los eventos políticos de la región, especialmente en la guerra del Líbano y Palestina. Por consiguiente, el jefe del congreso del Shura iraní, Ali Akbar Hashimi Rafsanjani realizó una visita oficial a Damasco en la que propuso la creación de un congreso de acción militar entre Irán, Siria, Argelia y Libia. Sin embargo, la delegación iraní demandó que el ejército sirio vendiera a Irán misi- les estratégicos Scud y otros antiaéreos. Los oficia- les sirios no querían romper la buena relación con Moscú porque los soviéticos vendían los mismos equipamientos a Iraq. Por ello fue Libia quien llegó a vender estos armamentos a Irán. Al final, las dos partes confirmaron que la derrota de Sadam en la guerra debía fortificar sus posesiones en la región (Khaddam, 2010: 49).


La cooperación sirio-iraní en la guerra civil del Líbano (1975-1991)

Irán trabajaba con toda su capacidad para esta- bilizar una base y fortalecer su influencia en el Medio Oriente y Asia Central (Villar et al., 2017: 35). El carácter regional y geopolítico de la guerra del Líbano (1975-1991), ofreció a Irán una buena oportunidad para movilizar la comunidad chiita bajo la bandera iraní y su ideología revolucionaria. Sin dudas, Irán contaba con la aprobación de Siria, que tenía una presencia militar en el Líbano desde 1976 con el nombre de “fuerzas de disuasión árabe”.

En 1982 Israel inició una invasión masiva del Líbano y sus tropas llegaron a Beirut. Los objeti- vos principales de Israel eran eliminar la presen- cia de los grupos revolucionarios palestinos en el Líbano, eliminar la capacidad militar de los partidos de la izquierda y apuntar un nuevo régimen libanés gobernado por la derecha (Gelbart, 2010: 38).

En la misma época entraron al Líbano miem- bros de la Guardia Revolucionaria Iraní y comenza- ron entrenamientos militares en el área del Bekaa. Poco tiempo después nació el partido armado chiita de Hezbolah: la Resistencia Islámica en el Líbano (Kassem, 2011: 29).

El nuevo partido se concentró en varios objetivos como la formación y organización militar secreta, una selección muy selectiva de sus miembros y la educación ideológica religiosa al lado de la educa- ción política. El vicesecretario general de Hezbolah, Naim Kassem, explicó en su libro Hezbolah, teoría,

experiencia y futuro 2011: “En la época de la ocupa- ción Israelí, el consejo del partido tenía un principal objetivo: la resistencia y la liberación sin ocuparse de la política interna del país”. Sin embargo, era necesario que sus miembros tuvieran una buena disciplina, diferente a los miembros de otras milicias en el país (Kassem, 2011: 103-108).

Irán financió todo el proyecto de Hezbolah y la creación de sus propias instituciones de servicios sociales, paralelas a las instituciones del Estado. Aparte del apoyo de Irán, Hezbolah ganó el apoyo de las masas como un movimiento de liberación nacional. Asimismo, el partido logró realizar ope- raciones militares impresionantes contra las tropas israelitas (Goodzari, 2013: 43). Después de la libe- ración del Sur del Líbano en mayo de 2000, Hezbo- lah declaró su participación en la política libanesa, asimismo, participó en el gobierno del Líbano en 2005. Sin dudas, este cambio en la actitud del par- tido fortificó la posesión e influencia iraní de los elementos vitales de la política libanesa (Salamey, 2009: 90).


Las relaciones bilaterales entre Siria e Irán

La ratificación de acuerdos bilaterales económi- cos y comerciales comenzó entre Siria e Irán en los inicios de la década de los años noventa. Según el Ministerio de Economía y Comercio de Siria, en 1995 Siria e Irán firmaron 40 acuerdos de coope- ración mutua en las áreas de telecomunicaciones, intercambio de investigaciones científicas, traspor- tación, construcción de nuevas plantas de energía y petróleo. Los acuerdos coincidieron con el avance de la economía iraní en los sectores de industria y agricultura (Ahmedov, 2010).

Es importante indicar que Irán tiene la segunda economía más grande en la región; además, una industria desarrollada con capital humano consi- derable. También este país posee una de las más grandes reservas de petróleo y gas del mundo. Como indicaron Barroso, Namátov e Korotáyev: “el modelo desarrollado de la tecnología, industria e infraestructura de Irán, lo convirtió en un modelo muy atractivo para muchas economías en desarrollo en Asia Central y en el Medio Oriente” (Villar et al., 2017: 30) por supuesto para Siria también.

Entre 1997 y el 2010 había un déficit en el volu- men del intercambio comercial en beneficio de Irán (el déficit de Siria llegó en 2010 a 13 312,3 billones de liras sirias, equivalentes a 266 246 millones de

dólares). Las exportaciones de Siria en el 2010 lle- garon a 706 millones de liras sirias (14,12 millones de dólares). Por otro lado las importaciones desde Irán llegaron a 14 018,3 billones de liras sirias (280 366 millones de dólares). Además, el volumen total del intercambio comercial entre Siria e Irán tuvo su momento más alto en el 2010 con un total de 14 724,3 billones de liras sirias (294 486 millones de dólares).

Las exportaciones de Siria a Irán tienen cifras bajas con respecto al tipo y a la cantidad de acuer- dos firmados entre los dos países. El documento de la Cámara de Comercio Siria muestra el tipo de productos que Siria exportó a Irán como: aceite orgánico, ropas, polietileno, detergente, madera y picadura de tabaco. Mientras, las importaciones de Siria desde Irán eran: materiales de construcción, generadores de energía, vehículos de uso indus- trial, puentes de acero industriales, polystyrene y otras partículas de uso industrial.

Queda muy claro, por los tipos de materiales exportados a Siria, que Irán posee una economía más desarrollada, además, Siria necesita de la tec- nología iraní para el desarrollo de su industria.

Según el investigador del Instituto de Estudios Orientales en Moscú Vladimir Ahmedov: “Unos de los mayores desafíos para un intercambio comercial equilibrado entre Siria e Irán es la cuenta alta de la transportación de los productos, por consiguiente, es más flexible y beneficioso para Siria importar y exportar productos con Turquía” (Ahmedov, 2010).

Para darle a Ahmedov la razón Irán y Siria fir- maron un acuerdo para construir un ferrocarril que enlazara a Damasco con Teherán, vía Iraq, para reducir la cuenta alta del transporte. Sin embargo, los sirios dependían de la parte iraní para acelerar los proyectos y muchos de estos demoraron en su construcción e implementación, por ejemplo, Ahme- dov en su investigación de las relaciones econó- micas entre Siria e Irán indicó que una planta de cemento, según el acuerdo firmado, iba a funcionar en el 2005 en la cuidad de Hama, pero en el 2007 los dos partes solo habían terminado el 70% de las construcciones (Ahmedov, 2010). Eso demuestra que existía falta de planificación y “anteproyectos” con insuficientes detalles de implementación. Asi- mismo, la mayoría de los acuerdos comerciales e industriales entre los dos países se mantienen solo en papeles y no refleja la historia larga de una alianza estratégica entre las dos naciones.

Victorias estratégicas de la coalición sirio-iraní

La guerra de 2006 entre Líbano e Israel demos- tró la gran solidaridad y cooperación entre Siria, Irán y el Hezbolah. Según el investigador israelí Yakov Amidror: “La coalición sirio-iraní formó un triángulo que incluyó Hezbolah del Líbano; además, señaló la creación de una nueva época compuesta de un cam- bio estratégico en las tácticas de Hezbolah donde demostró ser una amenaza seria para el Estado de Israel” (Amidror, 2007: 4). Los misiles de mediano y largo alcance suministrados por Irán y Siria, ofrecie- ron a Hezbolah la capacidad de bombardear el cen- tro de Israel y las ciudades más grandes como Haifa En el discurso del conflicto árabe-israelí ningún movimiento de resistencia popular o milicia tenía esa capacidad. Israel falló en el rescate a sus dos soldados que fueron secuestrados en la frontera norte y falló en eliminar la fuerza y estructura de

Hezbolah (Goodzari, 2013: 50).

La guerra del Líbano de 2006 resultó un escán- dalo político entre los oficiales israelitas. Como indicó el comité de investigación israelí para la segunda guerra contra el Líbano Winograd: “El gobierno Israelí en 2006 demostró que sus líderes fallaron en la organización estratégica y política. Además el ejército militar israelí demostró un rendimiento débil y una calidad baja en sus tácticas de com- bate” (BICOM’s Research Team, 2016: 1-2). Siguen al comité de Winograd: “Cuando el ejército militar más fuerte en el Medio Oriente entró en una guerra contra Hezbolah y no regresó con ninguna victoria significante […] se podían esperar consecuencias catastróficas por la estatura de Israel” (Mucriano, 2011: 24). Por supuesto todo eso fortificó el triángulo de Siria, Irán y Hezbolah y su apoyo popular en el mundo árabe (Admiror, 2007: 9).

Siria e Irán decidieron crear otro cambio estra- tégico en el discurso del conflicto árabe-israelí con su organización y financiamiento a los grupos de la resistencia palestina. Siempre los dos países han mantenido buenas relaciones con Hamas y el Jihad Islámico, el frente popular y el frente democrático.

La guerra de Gaza en 2012 también indicó un cambio táctico cuando por primera vez en la historia de su lucha armada contra Israel, los movimientos de la resistencia bombardearon la capital de Israel, Tel Aviv, con misiles iraníes. En una entrevista pública el comandante de las fuerzas élites revo- lucionarias iraní Mohamad Ali Jaafari declaró que su país mandó a Hamas la tecnología y el conoci-

miento de la construcción de los misiles Fajr 5 para bombardear Tel Aviv (Dehghan, 2011).


Desafíos de la coalición de Siria e Irán

El presidente Bashar al Asad llegó al poder des- pués del fallecimiento de su padre Hafiz Asad en el 2000. El nuevo presidente empezó una reforma con la inclusión de nuevos miembros jóvenes en el par- tido y el gobierno (Hinnebusch, 2011: 111-115).

Después del 11 de septiembre 2001, diferentes cambios sucedieron en la escena política interna- cional. Estados unidos declaró su guerra contra el terrorismo e invadió Afganistán en 2001 e Iraq en 2003. El nuevo presidente sirio no demostró ninguna flexibilidad respecto a las directivas de Estados Uni- dos. Además, consideraba que la guerra contra el terrorismo era solo una razón para iniciar un asedio occidental contra el mundo árabe. Por supuesto, la alianza entre Siria e Irán fue más sólida y entró en una época defensiva que se tradujo en la firma de varios acuerdos militares. Los dos países crearon un bloque defensivo que costó a Siria la pérdida de las inversiones de los estados del golfo árabe (Shmuel, 2006: 359).

En repuesta, Siria inició un plan económico para liberar gradualmente la economía, reparó sus rela- ciones con Iraq y retiró sus tropas del Líbano. La comunidad internacional manejada por Estados Unidos indicó que todas las reformas de Asad no eran suficientes si el presidente no cambiaba el artí- culo 8 de la constitución, el cual refiere al partido del Ba’ath como partido dirigente del Estado. Se propuso abolir la ley de emergencia y legalizar los partidos kurdos. Entonces Siria e Irán sufrieron un aislamiento internacional y fueron acusados de apo- yar el terrorismo (Hinnebusch, 2009: 10).

Los dos países demostraron la capacidad de influir en el conflicto árabe-israelí y la capacidad de enfrentarse a las directivas de Estados Unidos en Iraq y el Líbano. Además, señalaron que era impo- sible ignorar su influencia y presencia en la región (Treviño, 2013: 390).

Cuando llegó el efecto catastrófico de la deno- minada Primavera Árabe a Siria en 2011, pocos predijeron que el conflicto iba a fundar una nueva generación de terroristas árabes y extranjeros. Aunque varios participantes regionales e interna- cionales contribuyeron en la promoción de la vio- lencia sectaria y religiosa en Siria con el motivo de promover el caos y eliminar la posición estratégica

de Siria en la región. Los opositores de Asad usa- ron el hecho de que el presidente era de la secta musulmana alawita y la mayoría de la sociedad está compuesta de musulmanes sunnitas, como una propaganda para movilizar los terroristas, asimismo, emplearon un plan parecido a la movilización de los yihadistas árabes en Afganistán en 1979, con la propaganda de guerra religiosa contra el ateísmo soviético (Hamade, 2012: 21). Tratando de eliminar el poder de Asad con cualquier método, Arabia Sau- dita y Catar financiaron a los fundamentalistas (Cri- sis Group, 2012: 22-25).

En una sorpresa drástica y después de la reforma de las relaciones turco-sirias y la buena dirección de Asad con respecto a Turquía, el presidente turco cambió su política exterior con Siria en 2011, en apoyo total a la oposición contra Bashar al Asad (Haran, 2016: 11). Además, Turquía formó la base de los congresos para la mayoría de los grupos de oposición y una base logística donde los terroristas se organizaron y entraron a Siria.

Sin dudas, la cantidad de inversiones regionales e internacionales en la guerra de Siria dejaron la infraestructura y economía del país destruidas. Este conflicto era el desafío más serio en la historia de coalición de Irán y Siria porque si existe la posibili- dad de algún cambio de régimen en Siria, Irán per- dería sus cartas estratégicas en la región y su mejor aliado (Sullivan, 2014: 9).

El ex presidente del congreso de la oposición siria Burhan Ghalion declaró que el nuevo gobierno pos Asad tiene intenciones de eliminar su relación estratégica con Irán y su apoyo a Hezbolah (Efraim, 2012). Así Hezbolah en el Líbano puede perder el apoyo de Siria. Un cambio de régimen podría crear un nuevo equilibrio del poder político en la región a favor de Israel y Estados Unidos. Asimismo, algunos de los grupos de oposición tienen buenas relacio- nes con Estados Unidos e Israel y es predecible que ellos negociarán un acuerdo de paz con Israel.

Los cambios se notaron también a nivel palestino. Por ejemplo, Hamas cambió su directiva política y su relación con Siria y trasladó sus oficinas a Catar. Sus oficiales predicaron un cambio de régimen en Siria y su primer ministro, Ismael Haniyeh, declaró su apoyo por las marchas contra Asad, además, el oficial de Hamas, Salah Bardaweel, declaró que Hamas no comenzaría ninguna represalia contra Israel si las plantas nucleares de Irán sufrían alguna agresión israelí (Brulliard, 2012).

En conclusión, un cambio de régimen no es una opción aceptable por Irán, Asad o Hezbolah. Por eso Irán y Hezbolah entraron en la guerra con todas sus capacidades a favor de Asad y contra la opo- sición y sus socios extranjeros. Al mismo tiempo, varios cambios políticos internacionales ocurrie- ron cuando Rusia entró en el conflicto al lado de Asad. Como demuestra la especialista en política del Medio Oriente María Elena Álvarez Acosta, sin dudas, después de la participación de Rusia, Irán y Hezbolah en el conflicto, Estados Unidos perdió terreno y entró en desacuerdo con sus aliados en el golfo árabe e Israel (Álvarez, 2013).


CONCLUSIONES

La alianza entre Siria e Irán nació en 1980 con una naturaleza estratégica frente a un aislamiento político que amenazó la existencia de los dos países. Sus relaciones pasaron por varios niveles desde la guerra de Iraq e Irán, guerra civil del Líbano, hasta el conflicto sirio de 2011. Su capacidad para afec- tar y cambiar la geopolítica del Medio Oriente res- peto al conflicto árabe-israelí, dio a su coalición una importancia estratégica y política. Las dos naciones tradujeron su alianza en la firma de varios acuerdos bilaterales en el sector militar, económico, comer- cial, industrial, entre otros.

La mayoría de estos acuerdos no entraron en vigor por varios desafíos técnicos y políticos. Siria e Irán crearon una posición defensiva en la región que minimizó la posibilidad de sufrir algún cambio de régimen sin causar un gran daño a sus enemigos.

El cambio de régimen en Siria provocaría una derrota estratégica de Irán en la región y de las fac- ciones de resistencia en Líbano y Palestina, ade- más una pérdida de 30 años de relaciones políticas y económicas entre los dos países. También causa- ría una limitación del poder de negociación iraní en la escena internacional.

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