Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International, que permite su uso, distribución y reproducción en cualquier medio, siempre que el trabajo original se cite de la manera adecuada.
La presencia de Rusia en América Latina y el Caribe en los inicios del siglo xxi
Dr. C. Leyde Ernesto Rodríguez Hernández
Recibido: 19 de agosto de 2019 Aprobado: 30 de agosto de 2019
RESUMEN Las relaciones entre Rusia-América Latina y el Caribe, en el contexto del fin de la Gue- rra Fría, tiene antecedentes históricos relacionados con las distintas dinámicas de la inserción de la región latinoamericana en el sistema internacional y en la histo- ria del relacionamiento de Rusia con América Latina y el Caribe. Rusia reaparece, en las primeras décadas del siglo xxi, en el escenario latinoamericano y caribeño como proveedor de armas, contratista de proyectos energéticos y promotor de acuerdos comerciales, lo que ofrece oportunidades de desarrollo económico y seguridad nacional para un conjunto de países de esta región, en un contexto de evidentes cambios en la distribución de poder mundial hacia la multipolaridad.
Palabras claves Relaciones Rusia-América Latina y el Caribe, fin de la guerra fría, multipolaridad, balance de fuerzas, desarrollo económico y seguridad nacional e internacional.
ABSTRACT Relations between Russia and Latin America and the Caribbean, in the context of the end of the cold war, have historical antecedents related to the different dyna- mics of the insertion of the Latin American region in the international system and in the history of Russia’s relationship with Latin America and the Caribbean. In the first decades of the twenty-first century, Russia reappeared on the Latin American and Caribbean scene as an arms supplier, energy project contractor and promoter of trade agreements, offering opportunities for economic development and national security for a group of countries in this region, in a context of evident changes in the distribution of world power towards multipolarity.
Keywords Russia-Latin America and Caribbean relations, end of the cold war, multipolarity, balance of power, economic development and national and international security.
A los efectos de este artículo es importante tener presente la terminología utilizada. Para simplificar la
habitantes, con un producto interior bruto (PIB) en 2017 por habitantes a precios corrientes de mercado de 8 858,7 millones de dólares estadounidenses.1
comprensión y no entrar en un debate respecto al
término y los distintos países de la región, empleo el término “América Latina y el Caribe” para designar todos los territorios del Hemisferio Occidental que se extienden de la Antártida al sur de Estados Uni- dos, incluyendo los países de habla no latina.
La región latinoamericana comprende 46 Esta- dos y los territorios dependientes, con una superfi- cie total de 21 000 000 km² y más de 500 000 000 de
1 Véase dato en indicadores económicos del Anuario Estadís- tico de América Latina y El Caribe, 2018 de la CEPAL, para poco más de 30 países en: http://interwp.cepal.org/anua- rio_estadistico/anuario_2018/index.asp?anuario=2018&i- dioma=sp y de la FAO sobre población y territorio en: http:// www.fao.org/nr/water/aquastat/countries_regions/americas/ indexesp.stm. Existen otras fuentes, como los datos sobre el PIB, población y territorio que aparecen en el trabajo: “His- toria de las relaciones Rusia-América Latina: Evolución y Prospectiva” (Sheykina, 2010: 182).
Es una región que necesita transformar la cultura de desigualdad asociada al pasado colonial de la región, que afecta fundamentalmente a los afrodes- cendientes, a las comunidades indígenas, las niñas, los niños y las mujeres. En esta región los países están obligados a concentrar los esfuerzos en las poblaciones desfavorecidas para dar cumplimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y enfrentar los desafíos que en la actualidad tienen, entre los que se encuentran el lento crecimiento productivo, la poca diversificación de las estructuras de produc- ción y la pobre modernización tecnológica.
Pero también requieren encontrar igualdad de oportunidades y de justicia social, como vías para reducir y eliminar la creciente pobreza que padecen cientos de millones de latinoamericanos y caribe- ños. Se impone impulsar políticas de desarrollo y programas para disminuir la pobreza, la desigual- dad y el hambre. Garantizar el acceso de todos a la alimentación, al trabajo, a la salud, a la cultura y a mejores condiciones de vida. Enfrentar al cambio climático, a partir de fortalecer los lazos de solidari- dad y cooperación entre los países del área y cum- plir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de cara al futuro (Díaz-Canel Bermúdez, 2018).
Un caso particular a nivel regional es Cuba, pues a pesar de los problemas económicos vigentes, asociados fundamentalmente al bloqueo econó- mico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos, ha seguido enfocada en las metas para el 2030, porque cuenta con un plan de desarrollo económico y social “que es un espejo de la agenda 2030 y con iniciativas muy innovadoras y avanza- das para cumplir con esta agenda”, como expresara María Fernanda Espinosa, presidenta de la Asam- blea General de Naciones Unidas, en sus reflexio- nes sobre los desafíos que enfrenta actualmente la Organización de las Naciones Unidas, los princi- pales problemas del mundo actual, la situación de América Latina y el Caribe, y el rol de Cuba (Mojena Milián, 2019).
Por todo lo anterior se considera inevitable y necesaria la relación de América Latina y el Caribe con la Federación de Rusia, el Estado territorial- mente más grande del sistema internacional, con inmensos recursos naturales, además de encon- trarse entre las cinco potencias con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y por su participación en el G-20, una instancia influyente en el ejercicio del poder económico mundial. Rusia posee las armas
convencionales y nucleares de la Unión Soviética, pero en una fase de mayor desarrollo tecnológico y misilístico, lo que le permite ejercer cierto balance de fuerzas en la acelerada carrera armamentista convencional, nuclear y en el espacio cósmico.
En relación con el espacio temporal, entende- mos como el contexto del fin de la Guerra Fría, la etapa de la política internacional inmediata al colapso socialista en la Unión Soviética y Europa del Este. Ese periodo ha estado caracterizado por un cambio cualitativo en la configuración de fuerzas internacionales. La bipolaridad de las décadas de la Guerra Fría dio paso a la unipolaridad o monopola- ridad coyuntural de Estados Unidos, como la única superpotencia en el sistema internacional en todos los planos, por su poderío militar, económico, por su ideología política, transitoriamente victoriosa en la confrontación global.
Esa unipolaridad estratégica norteamericana significó una supremacía coyuntural en los asun- tos mundiales, pero no la hegemonía absoluta. De hecho, existen otros centros de poder y paralela- mente se desarrolla una tendencia a la multipolari- dad en el siglo xxi. La economía mundial no es de ninguna manera unipolar. Existen tres centros del capitalismo: Unión Europea, América del Norte, Este de Asia y por tanto en la economía rige una configuración de fuerzas tripolar.
A lo significado del poderío de Rusia, hay que adicionar que la República Popular China es la segunda economía mundial con la mayor pobla- ción del planeta, grandes recursos y un poderío militar en ascenso; la India, el Estado más poblado después de China, con notables avances tecnoló- gicos; Brasil es la sexta economía mundial y tiene potencialidades para impulsar el desarrollo econó- mico latinoamericano. Estas potencias emergentes son aspirantes a superpotencias en unas cuantas décadas, si mantienen su unidad interna, ritmo de crecimiento económico aceptables y una política inteligente y con una voluntad de afirmarse en las relaciones internacionales.
La Unión Europea, desde 2008, ha atrave- sado una grave crisis económica y financiera que incluyó a su moneda común: el euro. En caso de que logre salir de esta compleja crisis multidimen- sional, que la desacredita, y culminar asimismo su proyecto integracionista en los planos político y militar, sería una superpotencia comparable y pro- bablemente superior a Estados Unidos, pero esta pretensión está amenazada por la salida de Gran
Bretaña de la Unión Europea (Brexit), los naciona- lismos, el ascenso de la extrema derecha y los pro- blemas sociales como el desempleo y el aumento de la pobreza. Todos esos fenómenos propician las condiciones para el desarrollo de tendencias de- sintegradoras. Las problemáticas enunciadas son de larga duración, desde luego, porque las contra- dicciones entre las potencias europeas son signifi- cativas y sobre todo con el enorme esfuerzo que ha implicado ampliarse hacia Europa del Este (Rodrí- guez, 2017).
Existen, además, otras potencias medias de sig- nificación que pueden desempeñar una influencia mayor en la política internacional como Irán en el Medio Oriente, Sudáfrica y Nigeria en África, las cuales tienen vínculos con Rusia y América Latina, respectivamente.
Estos desarrollos, que tomarán varias décadas, estarán acompañados de la merma de hegemo- nía de Estados Unidos, pues comienzan a perder la situación relativamente cómoda, sin rivales equi- valentes que ostentó a finales del siglo xx, como la única superpotencia integral en el sistema inter- nacional. Es por eso que Estados Unidos no han podido ni podrá hacer su voluntad plena en política internacional. Deberá contar con otras potencias capitalistas y la rivalidad geopolítica entre ellos podría ir en aumento en América Latina y el Caribe, por el control de nuevos mercados y recursos natu- rales, en primer lugar los energéticos.
Las contradicciones interimperialistas son una característica propia del sistema internacional del siglo xxi. Más difícil sería, desde luego, el conflicto bélico directo entre las grandes potencias capita- listas. La relativa superioridad norteamericana en ese terreno, el carácter tan destructivo de las armas actuales de alta tecnología, la interdependencia entre los centros capitalistas a pesar de las contra- dicciones, constituyen un freno considerable.
En el contexto del fin de la Guerra Fría la proble- mática de seguridad se desplaza ahora a las diver-
siglo xx y principios del siglo xxi, hacia un intento de reordenar el sistema internacional, naturalmente, sobre la base de sus intereses y mediante el uso de la fuerza militar.
Las grandes potencias buscaron el estableci- miento de un “nuevo orden mundial”, tras el colapso socialista, pero de su orden mundial. De hecho se ha conformado un nuevo “directorio” de grandes potencias, el grupo de países más industrializados (G-7),2 que recuerda al viejo directorio europeo del siglo xix. Este “directorio”, integrado por las potencias que rigen la economía mundial y con los mayores recursos militares existentes, persiguió instaurar ese “nuevo orden mundial”, que proclamó, un tanto pre- maturamente, el presidente George Bush en 1991, en el momento de triunfo de la guerra del Golfo Pérsico.
Ese objetivo trató de realizarse por la imposición de los modelos políticos y económicos del Norte industrializado, democracia liberal y economía de mercado, que, entre otras cosas, permite mayores niveles de influencia y penetración en los países subdesarrollados; la subordinación a esos propó- sitos de los organismos internacionales, ante todo la Organización de las Naciones Unidas; el control de la proliferación de armas de exterminio masivo e incluso de algunas armas convencionales como las minas, particularmente importantes para los países pobres.
Cuando ante determinadas crisis internaciona- les como la de Kosovo, donde no fue fácil utilizar a la Organización de las Naciones Unidas como cobertura, el “directorio” ha estado dispuesto a actuar unilateralmente a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que sigue constitu- yendo el instrumento militar privilegiado de Occi- dente. En otros casos, como el conflicto interno en Libia, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, vio- laron la resolución 1973 del Consejo de Seguridad, lo que permitió a la Organización del Tratado del Atlántico Norte el bombardeo indiscriminado de ese
sas regiones del planeta, ante todo al tradicional
“Tercer Mundo” o “Sur Global”. Lo cierto es que la posguerra fría no ha resultado un periodo de paz genuina, al orden relativo y si se quiere aberrante (por desarrollarse a la sombra del equilibrio del terror) de la Guerra Fría, sucedió un periodo con- vulso, turbulento, difícilmente controlable. Por ello las grandes potencias capitalistas, vencedoras en la confrontación global, y pese a las contradiccio- nes entre ellas, se movieron en la última década del
2 Rusia, que formó parte de este grupo denominándose G-8, fue separada en el 2014, como parte de las sanciones de Estados Unidos y Europa, por el supuesto apoyo del gobier- no ruso a las repúblicas ucranianas que se declararon in- dependientes y la incorporación de Crimea a la Federación de Rusia, tras el referendo popular celebrado en ese año. Algunos autores consideran que el G-8 debió convertirse en un G-8 + 5 (Brasil, China, India, México y Sudáfrica) y el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas tendría que incorporar como miembros permanen- tes a Brasil, India, México y Sudáfrica (Rocha, 2008: 24).
país y lograr un cambio de régimen con el pretexto de proteger civiles.
Sin embargo, no resultará fácil, ni siquiera para las grandes potencias, el intento de reordenar un sistema internacional en el que actúan ya más de 190 Estados y una gran diversidad de actores inter- nacionales, y mucho menos si se pretende hacerlo, como hasta ahora, por los medios tradicionales de la hegemonía de una oligarquía de Estados pode- rosos y sin atender a las necesidades de las dos terceras partes de la Humanidad donde se ubica, obviamente, América Latina y el Caribe.
Las relaciones entre Rusia-América Latina y el Caribe, en el contexto del fin de la Guerra Fría, tiene antecedentes históricos relacionados con las distin- tas dinámicas de la inserción de la región latinoame- ricana en el sistema internacional y en la historia de siglos de relaciones de Rusia con América Latina y el Caribe.
Con la llegada de Vladimir Putin a la presidencia de Rusia, en el 2000, aunque la política exterior no sufre grandes variaciones, respecto al periodo com- prendido entre 1996 y 1999, la región latinoameri- cana y caribeña fue recobrando significación para Rusia y la interacción político-diplomática se elevó al nivel más alto posible (Davydov, 2010: 6).
A pesar de que ninguno de los países latinoa- mericanos se puede considerar una gran potencia mundial (aunque en el futuro las pretensiones más probables son de Brasil y México) es innegable que la región en conjunto ejerce una influencia simbólica en la política y economía global, gracias al poten- cial creciente, la ingente población y sus recursos naturales. Este potencial no está descubierto com- pletamente debido al hecho de que, tanto en la eco- nomía como en las políticas mundiales, esta región ocupó durante muchos años un lugar periférico. Por otra parte, Latinoamérica, de forma cada vez más segura, se establece como un actor independiente al fortalecer sus posiciones como centro de influen- cia y crecimiento económico en el sistema interna- cional multipolar.
La aprobación del “nuevo concepto” de la política exterior de la Federación Rusa y su actualización en 2008 y 2013, respectivamente, contribuyó al impulso de las relaciones Rusia-América Latina y el Caribe, pues diseñó el siguiente marco general para la polí- tica exterior rusa:
El mantenimiento de la mayor seguridad del país, la preservación y el fortalecimiento de su sobe- ranía e integridad territorial en correspondencia con los intereses de la Federación Rus, como gran potencia global y con la necesidad interna de incrementar el potencial político, económico, intelectual y espiritual del país.
La influencia sobre los procesos globales mun- diales con el propósito de establecer un orden mundial estable, justo y democrático, basado en las normas universalmente reconocidas del Derecho Internacional, incluyendo, ante todo, los principios y objetivos de la Carta de la Organi- zación de las Naciones Unidas en defensa de la igualdad soberana, la paz y el entendimiento entre los Estados.
La creación de condiciones externas propicias para el desarrollo progresivo de Rusia, el creci- miento económico, la elevación del nivel de vida de la población, la realización exitosa de las refor- mas económicas, el fortalecimiento de las bases del orden constitucional y el respeto a los dere- chos y libertades del ciudadano. La formación de un cinturón de buena vecindad a lo largo de las fronteras rusas, la contribución a la eliminación de los focos de tensión existentes y la prevención del surgimiento de nuevos focos potenciales en las regiones adyacentes a la Federación Rusa.
La defensa por todos los medios de los derechos e intereses de los ciudadanos rusos y de los compatriotas en el extranjero.
La contribución a la imagen favorable a la Fede- ración Rusa en el resto del mundo, la promoción del idioma ruso y la cultura de los pueblos de Rusia en los países extranjeros.
El principal significado del primer documento sobre política exterior, en el 2000, consistió en haber reunido las posturas, posiciones y acciones que desde 1996 se habían comenzado a desplegar con el Canciller Yevgeni Primakov, pero que el presi- dente anterior no permitió afianzar en una concep- ción oficial. En la concepción exterior se retomó el principio que había surgido desde el periodo de la política de reestructuración o perestroika, al seña- lar que la política exterior debía responder a las demandas y necesidades de las reformas internas, convertirse en un instrumento para la realización de la política interna.
Cuando se analizan las prioridades regionales
de la política exterior de Rusia en cada uno de los
documentos mencionados (2000, 2008 y 2013), nos percatamos que el orden en que se citan las diver- sas regiones en cada concepto evidencia cuáles son las primeras prioridades para Rusia y el sentido de “europeidad” en su núcleo central.
La Comunidad de Estados Independientes, a la que no pertenecen todas las repúblicas exsoviéticas, es el espacio prioritario de actuación para Rusia. En ello influye que no se trate de países conquistados en la etapa de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, sino que la mayoría había formado parte durante siglos del Imperio zarista y en ellos perma- necieron rusos étnicos tras la independencia, mien- tras que otros como Ucrania y Bielorrusia forman parte del núcleo histórico de la identidad rusa. En el llamado “extranjero próximo” o “área de especial interés”, Moscú ha intentado poner en marcha diver- sas iniciativas de cooperación regional, pero ante la imposibilidad de abarcar a todas las repúblicas ha optado por cooperar con las que le son más favora- bles, básicamente Bielorrusia, Armenia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán.
Rusia se siente un Estado europeo y dedica a su relación con Occidente mucha más atención que a su relación con Oriente. La Unión Europea es per- cibida por Rusia como el actor clave del continente. Se da prioridad a la Organización para la Seguri- dad y la Cooperación Europea, en la que participan todos los Estados euroatlánticos y euroasiáticos, se presta atención a la Organización del Tratado del Atlántico Norte a la hora de diseñar la arqui- tectura de seguridad europea y Estados Unidos siempre se cita al final, a pesar de su condición de superpotencia.
Se apuesta por los marcos de cooperación mul- tilateral y por la regionalización de la seguridad en todos los ámbitos geográficos, pero sin olvidar que los Estados-nación soberanos siguen desempañando un rol decisivo en las relaciones internacionales.
Sin embargo, también se aprecia la paulatina importancia de América Latina y el Caribe, la men- ción específica a la importancia de algunos países como el progresivo ascenso de Venezuela en el ran- king latinoamericano, lo que nos indica la visión o importancia de esta región para la política exterior de Rusia, que es un actor de alcance global con intere- ses en todo el sistema de relaciones internacionales, como se puede interpretar en la comparación de las prioridades regionales de cada uno de los documen- tos referidos al concepto de política exterior de Rusia (Tabla 1) (Ruiz González, 2013: 17).
En la nueva etapa de las relaciones Rusia-Amé- rica Latina y el Caribe es esencial partir de la proxi- midad o coincidencias en el campo de la política externa y la actuación en el ámbito internacional.
La similitud de enfoques abarca el reconoci- miento de la supremacía del derecho en la política, respeto de soberanía nacional y el principio de no injerencia en los asuntos internos de los Estados. Se observa también cierta sintonía en el reconoci- miento de la necesidad de transformación del orden internacional, especialmente la necesidad de regu- lar la esfera económico-financiera. Al mismo tiempo reconocen mutuamente el rol central e irreempla- zable de la Organización de las Naciones Unidas en las relaciones internacionales. Coinciden en el respeto al Derecho Internacional. En Latinoamérica está predeterminado por el predominio del sistema jurídico “continental” romano-alemán, según el cual las normas de derecho no se crean por preceden- tes sino por los valores universales de “justicia” y “moral” (a partir de los dogmas católicos). Esta per- cepción del Derecho Internacional tiene mucho que ver con el rechazo del “culto de la fuerza” y con el soporte de Derecho Internacional que ayudó a los países de la región a defender su soberanía en muchas críticas circunstancias durante dos siglos de su independencia
Latinoamérica y la Federación de Rusia defien- den la construcción de un mundo policéntrico, en rechazo al unilateralismo, para la solución de los problemas internacionales. El concepto del orden policéntrico, como se percibe en Rusia, presupone la participación adecuada del país en el balance de fuerzas internacionales junto con otras potencias ascendentes de la economía y política mundial, incluyendo Brasil (como representante latinoa- mericano). Esto puede ser un paso decisivo para equilibrar la correlación de fuerzas en el sistema internacional y sentar las bases para crear meca- nismo de regulación global más representativos.
Para los países latinoamericanos el movimiento hacia el orden multipolar significa la ampliación de su margen de maniobra internacional y mayores posibilidades para elegir proyectos alternativos de desarrollo. Vale la pena mencionar que Rusia y sus antecesores (Unión Soviética e Imperio Ruso) no tuvieron conflictos graves o tensiones prolongadas en la historia de sus relaciones con los países de la
Tabla 1. Conceptos de política exterior de Rusia
Concepto de 2000 | Concepto de 2008 | Concepto de 2013 |
Comunidad de Estados | Comunidad de Estados Independientes, | Comunidad de Estados Independientes, |
Independientes, Unión Aduanera, | Comunidad Económica Euroasiática, | Organización del Tratado de Seguridad |
Organización del Tratado de Seguridad | Organización del Tratado de Seguridad | Colectiva, Comunidad Económica |
Colectiva | Colectiva, Organización de Cooperación | Euroasiática, Unión Económica |
de Shanghái | Euroasiática, Ucrania, Moldavia, | |
Nagorno-Karabaj, Abjasia, Osetia del Sur | ||
y Georgia | ||
Región del Mar Caspio | Regiones del Mar Negro y del Mar | Regiones del Mar Negro y del Mar |
Caspio | Caspio | |
Estados europeos: Organización para | Región Euro-Atlántica: Consejo | Estados Euro-Atlánticos: Unión Europea, |
la Seguridad y Cooperación Europea, | de Europa, Organización para la | Estados miembros occidentales, |
Consejo de Europa, Unión Europea, | Seguridad y la Cooperación Europea, | Consejo de Europa, Organización para |
Organización del Atlántico Norte, | Unión Europea, Estados miembros | la Seguridad y la Cooperación Europea, |
Estados miembros occidentales, Centro | occidentales, Centro, Este y Sureste | Organización del Tratado del Atlántico |
y Este de Europa, Báltico, Balcanes y | de Europa, Báltico, Organización del | Norte, Báltico, Balcanes, Estados |
Estados Unidos | Tratado del Atlántico Norte, Estados | Unidos, Canadá y Ártico |
Unidos y Canadá | ||
Asia: Foro de Cooperación Económica | Asia-Pacífico: Foro de Cooperación | Asia-Pacífico: Organización de |
Asia-Pacífico, Asociación de Naciones | Económica, Asociación de Naciones | Cooperación de Shanghái, Foro de |
del Sureste Asiático, Cinco de Shanghái, | del Sureste Asiático, Organización de | Cooperación Económica Asia-Pacífico, |
China, India, Pakistán, Japón, Sureste | Cooperación de Shanghái, China, India, | Asociación de Naciones del Sureste |
asiático, Irán, Península de Corea y | Japón, Turquía, Egipto, Argelia, Irán, | Asiático, Foro Asia-Europa, China, India, |
Afganistán | Arabia Saudita, Siria, Libia, Pakistán, | Península de Corea, Japón, Mongolia, |
Sureste asiático, Península de Corea, | Vietnam, Australia y Nueva Zelanda | |
Irán y Afganistán | ||
Oriente Medio, Golfo Pérsico, Norte de | Oriente Medio: Palestina-Israel y Liga de | Oriente Medio y el Norte de África: |
África | Estados Árabes | Palestina-Israel, Irán, Liga de Estados |
Árabes y Afganistán | ||
África: Organización para la Unidad | África: Unión Africana | América Latina: Brasil, Rusia, India, |
Africana | China y Sudáfrica (BRICS), Argentina, | |
Venezuela, Cuba, México, Nicaragua y | ||
MERCOSUR | ||
América Latina: Centro y Suramérica | América Latina: Brasil, Argentina, | África: Unión Africana |
México, Cuba, Venezuela y resto de | ||
países |
región. Además, se presupone que en el tiempo pre- sente están fuera de actualidad los prejuicios ideo- lógicos que sí tenían considerable influencia en los tiempos en que existía la Unión Soviética.
Todo eso ha sido favorable para la colaboración mutuamente ventajosa y para el entendimiento mutuo en los asuntos internacionales entre América Latina-Caribe y Rusia. Entre los países latinoame- ricanos que han ocupado ocupan un mayor interés de Rusia se encuentran Brasil, Chile, Venezuela, Argentina, México y en los años más recientes, Nicaragua y Cuba. En total, desde 2000 hasta 2008, los presidentes de Rusia visitaron la región cinco veces y los ministros de Relaciones Exteriores rea- lizaron nueve viajes, en dos ocasiones pasando por varios países. A su vez, solo en 2009 visitaron Rusia
los presidentes de Chile, Brasil, Bolivia, Venezuela, Cuba y Ecuador, sin contar múltiples visitas a nivel ministerial.
Del 2000 al 2009, Rusia firmó unos 200 acuer- dos de cooperación con países latinoamericanos y caribeños en diferentes temas, entre ellos el técni- co-militar, incluyendo a Brasil (2004), Perú (2004), Argentina (2004), Chile (2004), Venezuela (2009) y
Bolivia (2009).3
Desde hace tiempo Rusia mantiene un acuerdo técnico-militar con Cuba, basado en el suministro de piezas de repuesto para el ejército cubano equipado con armamento soviético. Rusia y Cuba desarrollan también la energía nuclear con fines pacíficos con
3 Es interesante indicar que Colombia firmó un acuerdo de co- laboración técnico-militar con Rusia en 1996 (Davydov, 2016).
el objetivo de impulsar la cooperación en el desa- rrollo de las tecnologías de irradiación, así como la producción de isótopos mediante la creación de complejos científico-productivos vinculados a la agricultura y a la salud. Ambos países colaboran en la formación de cuadros científicos y capacitación de especialistas para el desarrollo, promoción y uso pacífico de la energía nuclear en campos como la medicina y la elaboración de radiofármacos para el tratamiento contra el cáncer, entre otras enfermeda- des (Notimex, 2019).
Ninguno de estos acuerdos presupone la insta- lación de infraestructura militar rusa en la región ni, mucho menos, de bases militares. Los convenios crean los marcos y las condiciones generales para la compra y venta de material bélico convencional, las pautas de financiamiento y las garantías para la protección de la propiedad intelectual. En el caso venezolano, el más comentado por los medios de prensa, se trató de la apertura de una línea de prés- tamo de 2 200 millones de dólares. Sin embargo, el grueso del intercambio comercial ruso con América Latina no fue con Venezuela sino con Brasil. El peso de ese país en el intercambio total de Rusia con la región pasó de 11 % en 1992 a más de 40 % en 2008. Argentina ocupó el segundo lugar con 12,4 % del total, seguida por México con 7,7 %. El intercambio con Venezuela apenas representa el 6 % del total y el de Cuba el 1,7 % (Davydov, 2010: 10).
Durante los últimos años se han mantenido inter- cambios políticos intensos y permanentes al máximo nivel con los países latinoamericanos a nivel bilate- ral y en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, pero las mayores variaciones han ocurrido en el orden de los intercambios comer- ciales y la cooperación económica, los que han fluc- tuado entre lo discreto y ritmos más acelerados en dependencia de la coyuntura internacional y de los procesos en marcha al interior de cada uno de los países latinoamericanos mencionados.
Entre los ejemplos discretos sobresale el inter- cambio comercial de Rusia con Chile, que durante el 2004 fue de poco más de 50 millones de dólares, cifra conservadora si la comparamos con el inter- cambio comercial de Chile con China que durante varios años ha superado la cifra de 3 000 millones de dólares (Sánchez Ramírez, 2010).
Por su parte, Brasil ha constituido el principal socio comercial de Rusia en la región. En 2004 el intercambio comercial alcanzó la cifra de 2 000 millones de dólares y se ha mantenido la intención
de ambas partes de llegar a triplicar el volumen del comercio bilateral. Las relaciones con Brasil se han desarrollado de manera estable mantienen un nivel sostenido en el volumen de su intercambio comer- cial. En 2002 fue firmado el acuerdo BRIC por parte de Brasil, Rusia, China e India, cuyas economías disponen de un enorme potencial de crecimiento económico en el siglo xxi, y tienen el objetivo de constituirse en un contrabalance a los siete países más industrializados conocido como G-7.
Especialmente con Brasil se desarrollaron dife- rentes sectores de cooperación bilateral tales como la energía, tecnología nuclear, sector aeroespa- cial, telecomunicaciones, esfera técnico-militar y de armamentos, entre otras, los que fueron favorecidos por las progresistas políticas económicas y sociales impulsadas por los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff. Es muy probable que a partir de 2019 la orientación proestadounidense y otanista del gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro afecte la tendencia de estos procesos con una mayor alianza con Estados Unidos en lo político, económico y militar.
En el caso de México se han estrechado los vínculos bilaterales fundamentalmente en el orden diplomático formal durante los últimos años, sin que el intercambio comercial o la colaboración econó- mica registren incrementos importantes. El presi- dente Vicente Fox visitó Moscú en el verano de 2005 y fueron firmados varios acuerdos que no signifi- caron un avance importante en el nivel de las rela- ciones comerciales y de colaboración económica. Sin embargo, existen amplias potencialidades en el comercio y colaboración con Rusia, en un momento de revitalización de la independencia de la política exterior mexicana con el gobierno de Manuel López Obrador, pues también muchos de sus puntos de vis- tas sobre la agenda de la política internacional coin- ciden con la política exterior de Rusia, en cuanto al respeto al Derecho Internacional Público y a los prin- cipios y objetivos de la Carta de las Naciones Unidas. A partir de agosto de 2008 se constató una mayor activación del interés por parte de Rusia de estrechar los vínculos políticos, militares y econó- micos con la región de América Latina y el Caribe. Desde ese momento,4 se sucedieron intercambios al máximo nivel de delegaciones políticas y milita- res entre ambas partes. El presidente ruso visitó
4 En esos años se desarrolló la guerra en Osetia y Estados Unidos apoyó militar y económico a Georgia.
varios países latinoamericanos: Venezuela, Brasil, Nicaragua, Cuba y Perú, y los presidentes de Vene- zuela, Cuba, Argentina, Bolivia y Nicaragua visita- ron Moscú. Como resultado de estas visitas fueron firmados importantes acuerdos para estrechar la cooperación militar y también en la esfera de los energéticos. Rusia se encuentra entre los socios alternativos más importantes de América Latina. No compite con China que ya superó los 100 000 millo- nes de dólares en su comercio con la región, pero sobrepasa los índices de la India, que también es una potencia en ascenso. En total en 2008 el inter- cambio comercial llegó a casi 16 000 millones de dólares (Davydov, 2010: 7).
Es importante destacar que ese entramado de relaciones entre Rusia y América Latina y el Caribe suscitó preocupación del gobierno de Barack Obama, quien se manifestó contrario a ellas en numerosas ocasiones. Esta es una de las principa- les razones por las cuáles la diplomacia estadouni- dense trabajó para mejorar su imagen en América Latina y el Caribe, una de las causas que favoreció el acercamiento con Cuba, ya que el bloqueo eco- nómico, comercial y financiero contra la isla genera demasiados conflictos en las relaciones estadouni- denses con la región, por lo que fue considerada una política fracasada que debía ser superada. Con la misma preocupación, pero al extremo de invocar la Doctrina Monroe de 1853, el presidente Donald Trump ratificó su vigencia en el marco de su política de presiones, amenazas y chantajes para subordinar a los países latinoamericanos y caribeños a los inte- reses y el control geoestratégico estadounidense.
Por otra parte, Venezuela requiere un estudio profundo y particular. Resulta importante y nece- sario resaltar que las relaciones bilaterales entre Rusia y Venezuela se establecieron el 14 de marzo de 1945, con la otrora Unión Soviética (Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia (2019). Entre 1945 y 1970 estas relaciones fueron básicamente forma- les. En 1976 el entonces presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, se convirtió en el primer Jefe de Estado del país sudamericano en visitar la Unión Soviética. En 1983 una delegación soviética enca- bezada por el vicepresidente del Soviet Supremo de la Unión Soviética, Serguei Imashev, visitó Cara- cas en reciprocidad diplomática (Embajada de la Federación de Rusia en la República Bolivariana de Venezuela, 2019).
Posteriormente hubo un intercambio de visi- tas diplomáticas durante la década de los años
noventa. Una vez triunfada en Venezuela la Revo- lución Bolivariana liderada por Hugo Chávez Frías, estos nexos se comienzan a desarrollar vertiginosa- mente. En el 2000 el presidente Hugo Chávez y su homólogo ruso Vladímir Putin se encontraron en el 55 Periodo de Sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York. A partir de este momento se intensificaron los contactos a todos los niveles, incluido los presiden- ciales, entre ambos países.
El fortalecimiento constante de las relaciones entre Rusia y Venezuela ha estado dirigida a lograr resultados prácticos en aras de la estabilidad y la seguridad global y regional, la protección de la Carta de las Naciones Unidas, las normas y princi- pios del Derecho Internacional y el fortalecimiento del multilateralismo en los asuntos internacionales, así como a excluir de la práctica de comunicación interestatal el doble rasero, dictados externos y sanciones represivas unilaterales contra terceros países (Embajada de la Federación de Rusia en la República Bolivariana de Venezuela, 2019). No tiene discusión que la cooperación bilateral entre ambos países tiene un carácter estratégico y que se basan en su coincidencia de posiciones en los principales temas de la agenda internacional, abogando por un sistema internacional multipolar.
El mecanismo jurídico principal para el desarrollo de la cooperación económico-comercial entre ambos países es la Comisión Intergubernamental Ruso-Ve- nezolana de Alto Nivel, creada el 23 de diciembre del año 2002 (Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, 2019). Rusia y Venezuela desarrollan de una manera continua la cooperación mutuamente venta- josa en los ámbitos de energía, industria, comercio, transporte, agricultura, educación, ciencia y cultura, así como en las esferas técnico-militar y financiera (Embajada de la Federación de Rusia en la Repú- blica Bolivariana de Venezuela, 2019).
Los intereses de Rusia en Venezuela son diver- sos. El intercambio comercial entre ambos países en 2018 ascendió a 85 278 453 dólares, lo que con respecto al 2017 representa un 24,75 % más y el equivalente a más de 16 millones de dólares. Rusia exporta más de lo que importa de Venezuela. El 2018 exportó 84 063 070 dólares e importó solo 1 215 383 dólares, lo que le garantiza un superávit en la balanza comercial total con el país sudame- ricano. Del total de exportaciones a Venezuela, los principales son alimentos (82,25 %), productos de la industria química (6,87 %), vehículos y máquinas
herramienta (5,99 %) y minerales (2,62 %) (Russian Trade, 2019).
La cooperación técnico-militar se desarrolla sobre la base del Acuerdo Intergubernamental entre ambos países firmado en mayo del 2001, durante la visita oficial del expresidente Hugo Chávez a Moscú. El gobierno de Venezuela se convirtió en el pivote principal de Rusia con Latinoamérica e incrementó la venta de armamentos y medios de transporte militares a varios países de la región. En mayo de 2005 se firmó un contrato para la entrega de los fusiles Kalashnikov AK-103 al ejército venezolano que se hizo efectivo al año siguiente, cuando entra- ron rápidamente en servicio. Rusia también envió a Venezuela helicópteros de la marca Mi, baterías antiaéreas Tor-M1, aviones cazas Su y otros equi- pos militares. En 2006 los dos países sellaron un contrato para la construcción de un centro de man- tenimiento y reparación de helicópteros rusos, que fue inaugurado en 2013 y para la construcción de una fábrica de fusiles Kalashnikov, que debe abrir sus puertas antes de que finalice 2019.
La cooperación militar entre ambos países tiene un propósito importante para Caracas, que es lograr dotar a las Fuerzas Armadas Bolivarianas de medios de alta tecnología para defender su sobera- nía. Rusia es un vendedor estable, con armamen- tos altamente sofisticados y políticamente es el país que puede suministrar técnica militar a Venezuela. Por otra parte, para Rusia es un negocio la venta de armamentos, pues se mantiene como el segundo productor y exportador a nivel mundial, pues Rusia posee el 26 % del mercado mundial de armamentos (SIPRI Yearbook, 2016).5
En el contexto de las tensiones con Estados Uni- dos en 2018 y 2019, el gobierno del presidente Nico- lás Maduro ganó confianza plena de que sus Fuerzas Armadas se equiparon con armamentos modernos de alta precisión. En el escenario de amenazas mili- tares del gobierno de Donald Trump contra Vene- zuela, se incrementó los pedidos de armamentos
5 Sobre la cooperación militar con Venezuela en el artículo “La reemergencia de Rusia en el mundo y América Latina” ofrece detallada información sobre los intercambios milita- res, ventas de armas y los tipos de armamentos vendidos en ese periodo. El autor plantea que en esta nueva etapa de exportaciones rusas a los mercados sudamericanos, Vene- zuela se ha destacado como el principal comprador, aunque también se han suscriptos importantes contratos con Méxi- co, Perú, Colombia, Brasil y Cuba y existieron negociacio- nes en marcha que incluyeron a Chile, Uruguay y Ecuador (Garay, 2010: 157).
rusos por parte del gobierno de Maduro e incluso se expandió a otros sectores de la propia cooperación técnico-militar.
También se llevaron a cabo ejercicios militares conjuntos entre Rusia, Venezuela y Nicaragua. En este sentido, el proceso de acercamiento y coin- cidencias entre Moscú y Managua y la venta de armamentos rusos a Nicaragua ha sido vista con animadversión en algunos países centroamericanos como Costa Rica, dados los conflictos territoriales que han caracterizado a las relaciones de ambos vecinos durante la última década. En esta línea el embajador de Costa Rica en Rusia de 2011 a 2014, Mario Fernández Silva, establecía en su informe de cierre de funciones que:
“Se ha mantenido un flujo constante de arma- mento ligero y pesado a Nicaragua, como vehículos blindados, lanchas misileras, helicópteros artillados y últimamente ha mostrado la intención de adquirir aviones de caza de la penúltima generación, como los SUKHOY, MIG 29 lo que ha venido a desesta- bilizar el balance geoestratégico de nuestra región”.
Esa preocupación fue establecida por el canci- ller Manuel González, en la reunión de ministros de Relaciones Exteriores del Sistema de Integración Centroamericano y Rusia, que reactivó dicho meca- nismo de diálogo, en 2015 al señalar que:
“Reconocemos los aspectos positivos de la pro- fundización de las relaciones de colaboración entre los gobiernos centroamericanos y la Federación de Rusia. Lo que nos preocupa es que pueda alentarse otras esferas de cooperación, a promover la dona- ción y compra de armamento militar en el ámbito bilateral y hasta el beneplácito a la construcción de instalaciones militares”.6
A pesar de que el narcotráfico es el actual argu- mento para comprar y vender armamento pesado y realizar programas militares conjuntos, los acuerdos de Nicaragua y Rusia en materia militar generan gran incertidumbre e inquietudes entre los países
6 Según puede determinarse del informe de gestión del em- bajador Fernández Silva y del ministro Consejero entre 2010 y 2014, Max Camacho Chavarría, Costa Rica carece de los recursos humanos y financieros para mantener una activi- dad constante frente al gobierno de Moscú, lo que impide desarrollar una verdadera política hacia ese país. Lo ante- rior demuestra que las autoridades costarricenses no han logrado establecer la importancia de Rusia dentro de su po- lítica exterior, lo cual constituye una constante histórica en la relación de ambos actores. Lo anterior puede vincularse con lo poco significativo del comercio, la inversión y los flujos migratorios (Cascante, 2017).
de la región hacia el futuro de la estabilidad regional y abren las puertas del debate público sobre cómo sus intereses estratégicos en Centroamérica afecta- rían las relaciones regionales (Cascante, 2017).
Lo anterior no ha impedido que entre 2004 y 2016 se dieran intercambios de visitas políticas entre auto- ridades de ambos países, en las cuales se estable- cieran protocolariamente la intensión de estrechar los lazos de amistad entre ambos países. Asimismo Costa Rica al alcanzar la presidencia protempore de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe, pudo establecer algún acercamiento con las autoridades rusas.
De esta forma Rusia ha respondido a Esta- dos Unidos por su expansión, con la Organiza- ción del Atlántico Norte, hacia el Este y su intensa labor de influencia en la Comunidad de Estados Independientes.
Rusia observó que sus relaciones con Brasil y Venezuela le abrían un abanico de oportunidades en su estrategia de recuperar su condición de gran potencia global, además de fomentar el comercio con ambos países en un contexto de crisis sistémica capitalista y de aumento de las sanciones económi- cas estadounidenses y de la Unión Europea en su contra. Lo cierto es que, desde entonces, la estra- tegia rusa contempla la construcción de alianzas geopolíticas en la región latinoamericana para evitar el predominio unipolar de Estados Unidos en el sis- tema internacional, a la vez que penetra el área de influencia tradicional estadounidense, que ha hecho lo mismo en la suya, en un contexto de triunfos elec- torales de los partidos de tendencia de izquierda que se proponían establecer un equilibrio de poder multi- polar que desplazase el tradicional hegemonismo de Estados Unidos en América Latina y el Caribe.
Las líneas estratégicas de la política exterior rusa hacia América Latina y el Caribe se centraron en los siguientes ejes:
Rusia se proyectó hacia América Latina y el Caribe, a partir de considerarla un polo impor- tante del desarrollo económico mundial.
Una palanca importante de esta política es la vin- culación de Rusia a influyentes agrupaciones de Estados como Brasil, Rusia, India, China y Sud- áfrica, el G-20 o la Foro de Cooperación Econó- mica Asia-Pacífico donde mantienen estrechos y fluidos contactos con algunos países de la región.
Se produjo una notable coincidencia entre las concepciones políticas de Rusia y un grupo numeroso de países de América Latina y el
Caribe, donde sus gobiernos rechazaron el uso de la fuerza para resolver los conflictos interna- cionales. Esto ha quedado claro a partir de las posturas asumidas contra la guerra en Siria, pero también en temas como Malvinas o el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba.
La Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe participó de forma activa en los asun- tos mundiales en el interés de promover un sis- tema internacional multipolar y durante la presi- dencia de Cuba se desarrollaron contactos entre la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe y los países del grupo Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, lo que contribuiría a la presen- cia de Rusia en la región.
El interés ruso se centró en áreas como la defensa y la cooperación técnico-militar (venta de armas), energía (gas, petróleo y energía nuclear) o explo- ración del espacio. Sin descuidar la defensa de los derechos humanos o cuestiones como narcotrá- fico, terrorismo internacional o lavado de dinero.
Las inversiones y el comercio: especial atención tuvieron las negociaciones con el MERCOSUR y el importante Memorándum de Cooperación Económica y Comercial firmado en el 2018 con la Unión Económica Euroasiática, la agrupación de estados liderados por Rusia. El bloque sudame- ricano y la Unión Económica Euroasiática totali- zan más del 6,5 % del PIB mundial y la firma del acuerdo significó el inicio de una relación que per- mite mejorar el comercio internacional, la diversi- ficación de mercados producto de las exportacio- nes. De este modo los intercambios entre Rusia y América Latina llegaron a los 16 200 millones de dólares (Sánchez Ramírez, 2010).
Como resultado de una coyuntura regional adversa, el intercambio comercial entre Rusia y América Latina se redujo un 5,8 % entre los meses de enero y febrero de 2019 respecto al mismo periodo de 2018. El comercio con México, Perú, Chile, Argentina, Brasil y Cuba se redujo de 1 462,5 millones de dólares en el primer bimestre del 2018 a 1 377,5 millones de dólares durante los mismos dos meses de 2019, pero estos datos no incluyeron el intercambio comercial de Rusia con importantes socios comerciales de América Latina como Ecua- dor, Colombia, Uruguay y Venezuela (El intercam- bio, 2019).
En esta coyuntura contradictoria y de tensiones en la región latinoamericana, la tendencia ha sido
la reducción del comercio, aunque las dinámicas comerciales con los países del área son muy diver- sas, desde crecimientos que superan 65 % hasta caídas por debajo del 20 %. En el primer lugar de crecimiento se encuentra el intercambio comercial entre Rusia y Argentina, que se ha elevado 65,66 % tras crecer de 79,5 millones de dólares durante el primer bimestre de 2018 a 131,7 millones de dóla- res en el 2019. El comercio con México también ha reportado unos datos positivos, porque de 420,7 millones de dólares en 2018 ha aumentado a 440,3 millones en 2019, lo que supone un incremento de 4,65 %, durante los respectivos primeros bimestres de cada año. Mientras que el comercio con Cuba se ha mantenido estable en 40,3 millones de dólares (El intercambio, 2019).
Sin embargo, el intercambio comercial entre Rusia y Perú se ha reducido al caer de 66,7 millo- nes de dólares entre enero y febrero de 2018 a 53,1 millones de dólares durante el primer bimestre de 2019, lo que equivale a un descenso del 20,4 %. En el caso de Chile el comercio también se ha reducido un 22,8 %, al bajar de los 179,6 millones de dólares registrados en los dos primeros meses de 2018 a 138,5 millones de dólares en el mismo periodo de 2019. Y sucedió lo mismo con Brasil con una dismi- nución en torno al 15 % desde los 675,5 millones de dólares a 573,6 millones de dólares en el mismo periodo de 2019 (El intercambio, 2019).
Cuando observamos esas cifras y comparamos la relación comercial de Latinoamérica con otras potencias emergentes, particularmente con China, nos percatamos que el intercambio entre Rusia y América Latina es significativamente inferior. Pero sabemos que desde hace 35 años el país asiático no solo crece a tasas inigualables, sino que hasta hoy ese crecimiento estuvo asociado a una visión geoeconómica y política que guía el despliegue chino global actual, lo cual es una diferencia res- pecto a Rusia, cuya influencia militar global ha sido siempre mayor.
Antes de concluir es importante resaltar las afini- dades políticas de Rusia con algunos países como Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia, que la han apoyado frente a las sanciones occidentales, junto con el hecho de que estos países se negaron a unirse a las críticas estadounidenses por la presen- cia militar rusa en Siria, lo cual estimuló que Vladimir Putin centrara su atención en la región latinoameri- cana. Al mismo tiempo, hasta el 2018, se patentizó la proximidad de los enfoques de las partes rusa y
Latinoamericana en cuanto a la defensa de la paz y contra el uso de la fuerza en las relaciones inter- nacionales. Así ocurrió durante los acontecimientos en Libia, cuando Rusia y Venezuela condenaron la injerencia armada de las potencias occidentales en los asuntos internos de este país africano.
En suma, existe una multiplicidad de factores y realidades que nos ayudan a comprender no solo el relacionamiento entre Rusia y Latinoamérica, sino también otras históricas interacciones de la región con diferentes potencias que no pueden abstraerse en términos geopolíticos de la influencia rusa, cuyas especificidades configuran un patrón diferenciado en política exterior.
Por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos con el presidente Donald Trump, aplica contra Vene- zuela duras sanciones económicas, comerciales y financieras. A los países centroamericanos les pro- metió que reducirá la ayuda económica, acusán- dolos de no hacer “nada” para evitar la emigración hacia Estados Unidos. A México lo ha amenazado con cerrar la frontera, con el pretexto de las drogas, sin revisar la demanda estadounidense de este pro- ducto altamente consumido en esa sociedad y a Colombia le reprocha que “no ha hecho nada” con- tra el narcotráfico.
Con una política exterior de castigos, chanta- jes y amenazas, la administración Trump refleja la ausencia de una agenda o estrategia constructiva que combine los intereses de Estados Unidos en la región y aporte también beneficios a sus vecinos más cercanos, al igual que contrasta con la actitud de Rusia apegada a la cooperación y al multila- teralismo sin recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza militar, por lo que a pesar de la feroz cam- paña mediática en su contra por sus relaciones con Latinoamérica, lo cierto es que desde el punto de vista factual no se le conoce por invadir países ni bombardear naciones, un rasgo muy característico de la actuación internacional de Estados Unidos, lo que se ha acentuado en las dos primeras décadas del siglo xxi coincidiendo con su paulatina con su proceso de decadencia hegemónica.
En el periodo del fin de la Guerra Fría, los acerca- mientos de finales de la década de los años noventa fueron retomados con fuerza tras el ascenso al poder de Vladimir Putin. La intención rusa de reacti- var su accionar global requería de un fortalecimiento
de sus vínculos con los actores de América Latina y el Caribe, como había sucedido en la etapa anterior de la confrontación bipolar o Guerra Fría.
Para Rusia la región de América Latina y el Caribe es especialmente atractiva desde una perspectiva geoestratégica, debido a su proximidad geográfica con Estados Unidos, su principal rival geopolítico. La región atrae la atención política y diplomática de Rusia porque algunos de sus países también sufren sanciones políticas, económicas y financieras de Estados Unidos y la Unión Europea, medidas que ella misma ha tenido que soportar de sus “socios” occidentales.
En ese sentido Rusia reaparece en el escena- rio de posguerra fría latinoamericano y caribeño en calidad de proveedor de armas, para promover la expansión exitosa de su Complejo Militar-Industrial, como contratista de significativos proyectos energéti- cos, especialmente los del sector petróleo-gas y sus ductos, y el fomento de sus plantas nucleares, ade- más de promover sus intereses comerciales con una mirada estratégica que privilegia el cambio de la dis- tribución de poder mundial, en cuyo proceso Amé- rica Latina y el Caribe tiene un peso fundamental.
La colaboración ruso-latinoamericana es una tendencia ascendente en la política internacional del siglo xxi en la búsqueda de respuestas colecti- vas a los problemas globales que afectan a la huma- nidad. En este escenario estratégico la ampliación de vínculos comerciales y de seguridad con los paí- ses tradicionalmente pertenecientes a la órbita de influencia de Estados Unidos es una oportunidad que Rusia ha sabido aprovechar, especialmente durante el conflicto Estados Unidos-Venezuela de los últimos años.
Visto así, Rusia desplegó un mayor acercamiento con Brasil y México, por sus respectivas influencias como potencias regionales, y con Venezuela, por su accionar antiimperialista hacia Estados Unidos desde el triunfo de la Revolución Bolivariana ini- ciada por Hugo Chávez Frías. En Centroamérica ese acercamiento se hace evidente con Nicaragua, país con el que comparte las alianzas forjadas en la Guerra Fría y posicionamientos internacionales más cercanos, a diferencia de Costa Rica, respecto a conflictos específicos como los casos de Osetia, Abjasia y la península de Crimea.
La Federación de Rusia ha puesto en práctica, en sus relaciones con América Latina y el Caribe, el “nuevo concepto” de la política exterior, en el que se reafirman sus posiciones a favor del mantenimiento
de la estabilidad y de la no injerencia en los asuntos internos de otras naciones, ateniéndose al princi- pio de que los conflictos internacionales tienen que solucionarse por medios pacíficos, mediante un rol activo de la Organización de las Naciones Unidas en el fomento de la cooperación en las relaciones internacionales.
Ese posicionamiento internacional de Rusia puede considerarse relacionado con su conducta histórica de evitar involucrarse directamente en uno u otro conflicto en América Latina y el Caribe, por su lejanía geográfica de Rusia, por tratar de no par- ticipar en una confrontación militar provocada por algunas de las potencias que han sido muy influ- yentes en la región en distintas etapas históricas en especial por Inglaterra, España y Estados Unidos, por el deseo de mantener la libertad de opción en los asuntos internacionales, porque, en realidad, la principal prioridad de la política exterior de Rusia son los problemas europeos, más próximos y más actuales y los desafíos diplomáticos y estratégicos con Estados Unidos y otras potencias de la estruc- tura dominante del sistema internacional actual.
En cuanto al incremento de la relación de Amé- rica Latina y el Caribe con la Federación Rusa, las relaciones económico-comerciales son algunos de los nuevos escenarios que podemos observar en la región, el cual no está exento de marcadas diferen- cias cuando comparamos el intercambio entre Rusia y los países de mayor desarrollo relativo. En este sentido Brasil, México, Argentina y Venezuela con- centran la mayor parte del comercio con Rusia. Ese resultado ha sido muy importante para la región por el liderazgo de la potencia euroasiática en el grupo de países BRICS,7 y también porque Rusia justipre- cia la participación de América Latina en el G-20, que incluye a Brasil, Argentina y México, luego de su salida del G-8.
En un periodo crítico de la política internacional condicionado por la crisis económica capitalista, Rusia ha valorado la creativa contribución de Amé- rica Latina y el Caribe en la búsqueda de una nueva arquitectura económico-financiera global, la coope- ración con los países latinoamericanos y caribeños tiene un carácter estratégico, pues algunos países de la región son aliados naturales en asuntos tales
7 En realidad Brasil y Sudáfrica atraviesan hoy una compleja situación política interna y la recesión económica los afec- tan por lo que de ellos sobresale el RICh (Rusia, India y China).
como la necesidad de garantizar la supremacía del Derecho Internacional, la consolidación de los mecanismos multilaterales para solucionar los pro- blemas internacionales, el rol central de la Organi- zación de las Naciones Unidas y la importancia de respetar la diversidad cultural.
Rusia tiene legítimas pretensiones de conver- tirse en un actor multivectorial, es decir, seguir un modelo de política exterior que le permita cumplir un mayor rol en todos los segmentos de poder nacio- nal, no solo en el estratégico militar como lo hacía la antigua Unión Soviética. El ingreso de Rusia a la Organización Mundial de Comercio fue un paso en esta dirección, lo cual se vincula directamente con el interés de Moscú de que América Latina y el Caribe representen una fuerza unida, económicamente sostenible y políticamente independiente, en contri- bución a la articulación de un sistema internacional multipolar y policéntrico, pues es una región que ha evidenciado posibilidades de apertura de frentes económicos diversos y novedosos: recursos, inicia- tivas espaciales, energías diversas, agroindustria, proceso que necesariamente implica asociaciones con otros actores regionales y globales.
Los problemas asociados al fracaso de las polí- ticas económicas neoliberales, las recurrentes cri- sis económicas del sistema capitalista, la volatilidad del precio de las materias primas y las sanciones económicas de Estados Unidos y la Unión Euro- pea contra Rusia, empuja a los países a diversificar productos para el intercambio comercial, algo que puede corroborarse a través de los acuerdos firma- dos y comprometidos entre los países latinoameri- canos y Rusia, durante los últimos años en materia de transporte, energía nuclear, sector aeroespacial, armas y equipos, recursos naturales, emprendi- mientos biotecnológicos, farmacéuticos, entre otros. Es por eso que el acercamiento a distintos paí- ses de América Latina y el Caribe tiene un carácter estratégico y requerirá de un gran esfuerzo de largo plazo en medio de la convulsa y turbulenta coyun- tura política que ha impuesto la administración de Donald Trump en una región que consideran su traspatio, luego de redimir la denominada Doctrina Monroe, la cual parecía una concepción del pasado. En este sentido varios gobiernos en América Latina y el Caribe defienden una mayor presencia de Rusia en esta región, que parece ser favorecida, en términos de imagen, por su asociación estra- tégica con China, porque ambas potencias repre- sentan un contrapeso a la tradicional influencia de
Estados Unidos, la cual intenta nuevamente forta- lecerse con los viejos mecanismos de dominación aplicados a través de la Organización de Estados Americanos y mediante agrupaciones de Estados que intentan legitimarse como el llamado Grupo de Lima y Prosur.
Con esas instancias de reciente creación, aso- ciados al auge de los gobiernos de derecha y a la agresión contra Venezuela, Estados Unidos ha intensificado aún más la ideologización de las rela- ciones hemisféricas en un peligroso juego político hacia su mayor presencia, control y penetración en una región, que parecía inclinarse hacia su segunda y definitiva independencia proclamándose en Zona de Paz, según se estableció en la Proclama de Amé- rica Latina y el Caribe como Zona de Paz, aprobada por los jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe, reunidos en La Habana en oca- sión de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, celebrada los días 28 y 29 de enero de 2014.
Rusia ha continuado el proceso de reordena- miento, aumenta su liderazgo y estabilidad y ha asumido una nueva relación con Occidente más conflictiva. Los cambios en la correlación de fuerza política y regional han motivado que Rusia se con- centre en sus intereses económicos con el objetivo de abrir nuevos mercados para los productos rusos. Este nivel de pragmatismo ruso es especialmente notable en los casos de Argentina y Brasil, que han sido socios estratégicos de Rusia desde los tiempos de Kirchner en Argentina (2003-2015) y Lula en Bra- sil (2003-2016).
Por consiguiente la reciente reorientación polí- tica hacia la derecha liberal en países como Argen- tina, Brasil, Perú e incluso en el Ecuador posterior a Correa, sugeriría una mejora en las relaciones con Estados Unidos, pero también con actores externos como Rusia y China, definidos en términos de impe- rativos económicos más que geoestratégicos.
En América Latina, Rusia intensifica su interés de hacer negocios y el desarrollo de relaciones eco- nómicas con México, Brasil y Perú. La relación con Venezuela y Cuba se fortalece, lo que significa tam- bién apoyo político internacional. En tanto México, Colombia, Perú y Chile, tradicionalmente más sen- sibles al apoyo a Estados Unidos, son vistos con potencialidades para el impulso de las relaciones económicas bilaterales. Los casos de Venezuela y Cuba representan un cierto reequilibrio a la influen- cia alcanzada por Estados Unidos en su entorno
eslavo y son incluidos en su estrategia mediáticas de contrapeso.
De este modo para Rusia la región de América Latina y el Caribe es parte esencial de la aguda lucha geopolítica global y es un componente de su reposicionamiento en el emergente sistema interna- cional multipolar.
Cascante, C. H. (2017). Rusia en América Latina, el caso Cos- ta Rica. Boletín, 60. Disponible en: https://opi.ucr.ac.cr/ node/1021
Davydov, V. M. (2010). Rusia en América Latina (y viceversa).
Revista Nueva Sociedad, 226.
Díaz-Canel, M. (2018). Discurso en XXXVII periodo de sesio- nes de la CEPAL en Cuba. Periódico Granma. Disponible en: http://www.granma.cu/cuba/2018-05-08/cuba-reitera-su- compromiso-con-la-cooperacion-solidaria-sobre-la-ba- se-del-respeto-mutuo-la-ayuda-desinteresada-y-la-comple- mentariedad-08-05-2018-22-05-18
Garay Vera, C. (2010). La reemergencia de Rusia en el mundo y América Latina. Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos Chile. Revista Política y Estrategia, 116.
Mojena Milián, B. (2019). Necesitamos esa voz alta y fuer- te de Cuba. Disponible en: http://www.granma.cu/mun- do/2019-04-07/necesitamos-esa-voz-alta-y-fuerte-de-cu- ba-07-04-2019-19-04-55
Noticias Bancarias (2019). El intercambio comercial entre Rusia y América Latina se reduce un 5,8 %. Disponible en: https:// noticiasbancarias.com/economia-y-finanzas/10/04/2019/ el-intercambio-comercial-entre-rusia-y-america-latina-se-re- duce-un-58/179654.html
Notimex (2019). Rusia y Cuba firmaron un protocolo de conver- saciones para desarrollar energía nuclear con fines pacífi- cos, informaron hoy fuentes oficiales. Disponible en: https:// www.20minutos.com.mx/noticia/506656/0/cuba-y-rusia-im- pulsaran-energia-nuclear-con-fines-pacificos/
Rocha Valencia, A. y Morales Ruvalcaba, D. E. (2008). El sis- tema político internacional de post-Guerra Fría y el rol de las potencias regionales mediadoras. Los casos de Brasil y México. Teoría y Debate, XV(43). Disponible en: www.scielo. org.mx/pdf/espiral/v15n43/v15n43a2.pdf
Rodríguez Hernández, L. E. (2017a). La Unión Europea: múlti- ples crisis, desafíos y oportunidades en el siglo XXI. Hori- zontes y Raíces, 5(1).
Rodríguez Hernández, L. E. (2017b). Un siglo de Teoría de las Relaciones Internacionales. La Habana: Editorial Félix Va- rela.
Ruiz González, F. J. (2013). El concepto de política exte- rior de Rusia: un estudio comparativo. Documento Mar- co. Instituto Español de Estudios Estratégicos. Disponible en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_marco/2013/ DIEEEM06-2013_Rusia_ConceptoPoliticaExterior_FRuiz- Glez.pdf
Sánchez Ramírez, P. T. (2010). La Federación Rusa y su entor- no geopolítico en los nuevos arreglos mundiales de poder. Política y Cultura, 34.
Sheykina, V. (2010). Historia de las relaciones Rusia-América Latina: Evolución y Prospectiva. Centro de Estudios de Ibe-
roamérica. Revista Electrónica Iberoamericana, 4(1). Dispo- nible en: https://www.urjc.es/images/ceib/revista_electroni- ca/vol_4_2010_1/REIB_04_10_Sheykina.pdf
SIPRI Yearbook (2016). Arme, desarme y seguridad internacio- nal. Disponible en: https://www.sipri.org/yearbook/2016
Benz, W. (2005). El fin de la Guerra Fría. Su significado para Europa y el Tercer Mundo. Revista Ciencia y Cultura, 17.
Boersner, A. y Makram, H. (2011). Moscú mira hacia América Latina. Revista Nueva Sociedad, 236. Disponible en: https:// afese.com/img/revistas/revista47/tendenciarusa.pdf
Campos, C. O. (2008). América Latina en la postguerra fría: la nueva reconfiguración. Perspectivas. Revista de Cien- cias Sociales Universidad Estadual Paulista, 33. Disponi- ble en: https://periodicos.fclar.unesp.br/perspectivas/article/ view/1450
Castro Ruz, R. (2019). El Premio Lenin que se nos confiere es una muestra fehaciente de las históricas relaciones entre los pueblos de Cuba y de la Federación de Rusia. Periódico Granma, La Habana, 2 de mayo.
CIDOB (2010). La política exterior de la Federación Rusa. Anua- rio Internacional. España. Disponible en: https://www.cidob. org/.../anuario_internacional_cidob/anuario_internacional_ cidob_2..
Embajada de la Federación de Rusia en la República Bolivaria- na de Venezuela (2019). Reseña de relaciones ruso-vene- zolanas. Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia. Disponible en: https://venezuela.mid.ru/es/rese- na-de-relaciones-ruso-venezolanas#Relacionesbilaterales
Fazio Vengoa, H. (1997). América Latina vista por los acadé- micos soviéticos preámbulo de las relaciones ruso-latinoa- mericanas. Historia Crítica, 15. Disponible en: https://dialnet. unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2180666
García Gutiérrez, A. (1993). Nuevas tendencias de la política exterior de Rusia. Perspectivas para América Latina. Dispo- nible en: https://afese.com/img/revistas/revista47/tendencia- rusa.pdf
Jacubovich, D. (2015). Las relaciones de Rusia con América Latina. Nodal. 11 de mayo. Disponible en: https://www.no- dal.am/2015/05/las-relaciones-de-rusia-con-america-lati- na-por-damian-jacubovich/
López, Z., Leopoldo, Z. y Prado, I. (2018). Los tres pilares de Ru- sia en América Latina (después de la Guerra Fría). Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, 131.
Maira, L. (2011). América Latina en la Posguerra fría: una mira- da a los factores internos. Temas, 67, 12-20.
Mercado Militar (2018). Relaciones Internacionales de Rusia con América Latina. Disponible en: https://www.mercado- militar.com/relaciones-internacionales-de-rusia-con-ameri- ca-latina-23933/
Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia (2019). Relaciones bi- laterales entre Rusia y Venezuela. Disponible en: http://www. mid.ru/ru/maps/ve/?currentpage=main-country
Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia (2018). La política de Rusia en América Latina no tiene una agenda cerrada. Disponible en: https://es.news-front.info/2018/02/06/la-poli- tica-de-rusia-en-america-latina-no-tiene-una-agenda-cerra- da-ministerio-de-relaciones-exteriores-de-rusia/
Molano, A. (2012). América Latina y las Potencias Extra Re- gionales. Centro de Pensamiento Estratégico Ministerio de
Relaciones Exteriores. Disponible en: https://www.cancille- ria.gov.co/sites/default/files/pensamiento_estrategico/docu- mentos_sobre_region/c.Am %E9rica %20Latina %20y %20 las %20Potencias %20Extra-regionales %20- %20Agosto
%202012 %20- %20ANDRES %20MOLANO.pdf
Paníev, Y. (2013). Rusia-América Latina. Iberoamérica, Nro. 3. Instituto Latinoamericano de Rusia. Disponible en: https:// www.ilaran.ru/pdf/2013/Iberoamerica/IbA_2013_3/Paniev.pdf Pastor Gómez, M. L. (2019). ¿Rusia realmente ha retornado a América Latina? Documento de análisis. Instituto Español
de Estudios Estratégicos.
Pérez Benítez, S. (2017). Política exterior rusa: Factores expli- cativos (2012-2016). Temas. Disponible en: http://www.te- mas.cult.cu/catalejo/pol-tica-exterior-rusa-factores-explicati- vos-2012-2016
Rodríguez Etcheverry, V. M. (2019). El papel de la federación de Rusia en el conflicto venezolano. Trabajo final del Curso de Política Internacional Contemporánea. Instituto Superior de Relaciones Internacionales, La Habana.
Rodríguez Hernández, L. E. (2014). Unión Europea: múltiples crisis y estrategia global en el siglo XXI. Temas, 79. Disponi- ble en: http://temas.cult.cu/wpcontent/uploads/files/privado/ revistas_en_pdf/Revista79(1.8 %20MB).pdf
Rodríguez, J. L. (2011). Cuba, su economía y la Unión Soviética. Temas, 68. Disponible en: http://www.temas.cult.cu/sites/de- fault/files/articulos_academicos_en_pdf/Descargar %20art
%C3 %ADculo %20en_267.pdf
Russian Trade (2019). Datos del intercambio comercial entre Rusia y Venezuela al cierre de 2018. Disponible en: http:// russian-trade.com/reports-and-reviews/2019-02/torgovl- ya-mezhdu-rossiey-i-venesueloy-v-2018-g/
Santos Villarreal, G. M. y Ávila Loya, P. (2010). Rusia en Amé- rica Latina. Centro documentación, información y análisis. México, D. F.: Cámara de Diputados, Subdirección de Polí- tica Exterior. Disponible en: https://www.diputados.gob.mx/ sedia/sia/spe/SPE-ISS-06-10.pdf
Schelchkov, A. (2002). Los estudios latinoamericanos en Rusia (y en la URSS). Revista Europea de Estudios Latinoame- ricanos y del Caribe, 72. Disponible en: http://profesaulo- suna.com/data/files/EDUCACION/procesos %20educativos
%20e %20intervencion %20pedagogica/ESCUELA %20 RUSA/72_Schelchkov.pdf
Sizonenko, A. (2014). Enfoques conceptuales de Rusia res- pecto a los conflictos en América Latina. Iberoamérica, 4. Disponible en: htpps://www.ilaran.ru/pdf/2014/Iberoamerica/ IA_2014_4/Sizonenko.pdf
Tulchin, J. (1999). Latinoamérica en el Sistema Internacional. Revista de Relaciones Internacionales, 17. Disponible en: www.iri.edu.ar/revistas/revista_dvd/revistas/R17/Ri17-lpo. htm
Villarreal Ramos, E. (2018). El impacto del fin de la Guerra Fría en el Caribe. Relaciones Internacionales de la UNAM, 96. Disponible en: www.revistas.unam.mx › Inicio › No 96 › Vi- llarreal Ramos