Reseña del libro: Che el embajador viajero. África, 1959-1965

Book Review: Che the traveling ambassador. Africa, 1959-1965

Dr. C. Oscar Oramas Oliva

Doctor en Ciencias Históricas en la Academia de Ciencias de Hungría; Lic, en Ciencias Sociales y Máster en Historia del Arte en la Universidad de La Habana, Embajador de Cuba ante la ONU y en varios países de África, e-mail: orafer@cubarte.cult.cu


A la memoria del Comandante Ernesto Guevara de la Serna (1928-1967


Siempre he pensado que todo el que participa en la gesta gloriosa de la Patria redimida debe dejar constancia de sus vivencias, para que no se pierdan episodios y momentos del bregar revolucionario. Me alegra y felicito a Darío de Urra por este loable ejercicio.

Darío de Urra es de los primeros integrantes de la diplomacia revolucionaria en tierras africanas y con- servo de él la imagen de un abnegado trabajador en nuestros tiempos argelinos. En Argel la Blanche (manera común de referirse a la capital argelina), muy alejado de los estereotipos y de los dogmatis- mos, analizaba aquel proceso alumbrador argelino, basándose en la historia del país y en las compleji- dades de su entorno y la época. Estas enseñanzas le fueron fundamentales para su trabajo posterior en otros territorios africanos. No se podían apreciar los fenómenos en ese mundo con el prisma utilizado por los cubanos, porque los contextos histórico-so- ciales son diferentes y todos tenemos nuestras especificidades.

Desconocer lo anterior fue siempre un hándicap en el trabajo de algunos de nuestros compañeros. Del Che debemos, todos los días, seguir mejor el ejemplo del hombre con una sed insaciable de con conocimientos, para servir.


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Escribir sobre el Che es deber insoslayable de todo aquel que tuvo la oportunidad de trabajar o estar cerca de él. Por ello debo encomiar a Darío por haber escrito estas páginas, que son, sin dudas, su visión del legendario Comandante Guevara en sus días de andante africano, llevando la estrella de la Revolución Cubana a esas tierras y bebiendo de las experiencias de esos pueblos, a los que con una historia preñada de luchas, avatares, violencias, sufrimientos y un común anhelo de ocupar el lugar


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que nos corresponde en la civilización universal. El Comandante Guevara, hombre de pensamiento y acción, quien tenía una vocación universal de la cultura y quien día a día se cultivaba, con esa cons- tancia en el esfuerzo característica que nos legara. Para él es evidente que revolución es creación. Es



indudable su visión ética del revolucionario cuando señala: “El revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”.

Esta obra, cuyo principal capítulo se titula “Pre- cursor de las relaciones cubano- africanas”, es de por sí de particular significación, porque el bastón de peregrino lo utilizó el Che para recorrer algunos países del continente, en junio de 1959. Los otros cuatro capítulos nos llevan de la mano hasta países y situaciones que requieren ser conocidos, estudia- dos, pues constituyen hechos históricos que mues- tran desde esa temprana fecha de junio de 1959 los derroteros futuros de la Revolución Cubana vincu- lada a los nuevos países que recién accedían a la independencia y a los movimientos de liberación nacional que luchaban por ella, escribiendo páginas gloriosas del hombre por alcanzar su plena liber- tad, es decir, el derecho a construir la patria de la forma que ellos entendían. Hoy, los acontecimientos posteriores, la distancia y el tiempo nos permiten aquilatar más cuidadosamente la importancia de los primeros pasos de Cuba en África.

La introducción nos asoma al Comandante Gue- vara, a su personalidad tan peculiar, a su rigor intelectual, ético, político y humano. El carácter y la forma de pensar de Darío se aprecian, desde la primera página, por los temas escogidos. Estimo sus finas observaciones, enderezadas a brindarnos una imagen humana del hombre, sin oropeles del ícono. Nos adentra en el Che observador, el hombre que estudia los fenómenos y los quiere compartir con sus subordinados, como nos ilustra el autor, al hablar de la reunión del Comandante con los jefes de misiones diplomáticas cubana en África y Medio Oriente. De cada uno de los compañeros, del tra- bajo desarrollado y del grado de conocimientos de la realidad de cada país retuvo una impresión. Facetas del Che diplomático que es preciso cono- cer, pues es interesante la referencia a la “habilidad negociadora” del Comandante reflejada por el New York Times.

Podemos recorrer en estas páginas que el Che se impresionó con la República Árabe Unida y con el triunfo del pueblo egipcio, que en épica contienda y con gran respaldo internacional había vencido la vesánica invasión anglo-francesa al Canal de Suez: lo fundamental era el valor de armar al pueblo de los dirigentes encabezados por Gamal Abdel Nas- ser. Por eso dijo al periódico Al Ahram: “El Cairo se ha convertido en fuente de inspiración para todos los pueblos que luchan por alcanzar su independen-

cia y soberanía”. Los encuentros con el presidente Nasser fueron fructíferos y de estas visitas salió el acuerdo de fortalecer los lazos diplomáticos, eco- nómicos, culturales y políticos entre nuestras nacio- nes. Egipto, en esa época, era el país con mayores relaciones y conocimiento de los pueblos y países africanos.

La visita a Sudán está muy bien reseñada, así como la acogida brindada a la delegación, con lo cual se abrían las posibilidades para el desa- rrollo de las relaciones bilaterales. Igualmente la estancia en Marruecos permitió abrir el camino para el establecimiento de relaciones comerciales. El Reino era un buen comprador de azúcar, pero al reconocer Cuba a la República Árabe Saharaui Democrática, cesaron las relaciones con Rabat hasta hace poco. El autor llega a la conclusión de que esa visita permitió la apertura de mercados para Cuba, pero como era una visita de buena voluntad, había cumplido sus objetivos de avanzar en el fortalecimiento de nuestros lazos con los tres países visitados. En dos palabras: Cuba se encon- traba con el mundo en desarrollo e identificaba numerosos puntos comunes que devendrían con el tiempo elementos que nos unirían en los foros internacionales. También reseña experiencias de esos países que pudieran ayudar a nuestros planes de desarrollo económico. Aquí vemos las condenas al colonialismo francés por su genocida política contra el pueblo argelino.

Al a bordar los primeros contactos con líderes de África, el autor señala a Ahmed Sekou Touré e indica que fue el primer jefe de Estado africano en visitar nuestra patria. Nos brinda una visión justa de este dirigente y las motivaciones de su lucha a favor de la liberación de África y de su desarrollo. Retrata a Guinea: elegir por la independencia del colonia- lismo francés le hace pagar un alto precio, por la audaz y valiente decisión de separarse del Imperio. Esta es la historia de África que debe ser enseñada a nuestros jóvenes para que conozcan la dignidad de los hombres africanos.

La posición de la joven Guinea de apoyo al Movi- miento de Liberación Nacional, desde los albores de la independencia, es ejemplar. Allí tenemos al Paig, de Guinea Bissau y Cabo Verde, que de manera sostenida fue ayudado por Guinea, a costa de gran- des sacrificios y hasta de invasiones sin claudicar. Así se comportó con el Congo, cuando el asesinato de Patricio Lumumba y con la lucha del Frente de Liberación Nacional de Argelia.

El Che estaba entre los dirigentes que recibie- ron a Sekou Touré en el aeropuerto de La Habana y desde entonces se estableció entre ambos una empatía.

Conocedor de las relaciones con Argelia, el autor nos habla de los primeros contactos, en 1961, cuando Jorge Ricardo Massetti hizo una visita a Túnez, se entrevistó con dirigentes argelinos, pro- metió, a nombre del Comandante en Jefe Fidel Cas- tro, ayuda a esa causa, y meses más tarde llegaba un barco con armas. Indica con meridiana claridad que Cuba estableció relaciones con el Gobierno Provisional Revolucionario de Argelia antes de la independencia, el 27 de junio de 1961. Es el 27 de octubre de 1962, durante la histórica visita a La Habana de Ahmed Ben Bella, que se acuerda esta- blecer relaciones diplomáticas. Muchas incidencias de esas relaciones son explicadas por Darío Urra. Pero es importante leer con detenimiento su reseña de la entrevista de Kennedy y Ben Bella sobre Cuba. La empatía entre argelinos y cubanos es descrita por Ben Bella de manera maravillosa.

Me detengo en las memorias de Darío Urra sobre Argel, a su llegada, cuando integró el grupo de com- pañeros bajo la dirección del embajador Jorge Ser- guera Riverí. En pocas líneas el autor nos sitúa en esa ciudad, apenas salida de la guerra con tropas francesas, los rollos de alambres, los vestigios de la cruenta política francesa para acallar las ansias de libertad de los argelinos. Son páginas sublimes, pero que presentan aquel contexto con toda su crudeza. Semejante criterio tengo de los primeros momentos y de las actividades desarrolladas por la embajada cubana.

Darío explica la génesis y los preparativos de la primera presencia de médicos cubanos en Argelia, con lo que se iniciaba uno de los más bellos pro- gramas de la Revolución cubana: ayudar para curar enfermedades propias del subdesarrollo. Ahora bien, la presencia del Che en Argelia y sus fecun- dos lazos con ese país están descritos de manera sencilla, precisa y pone muy en alto las cualidades de hombre de Estado del Comandante Guevara. La confianza que el Che estableció con los dirigentes argelinos, combatientes de recia personalidad, pero admiradores de la lucha en la Sierra Maestra y las proezas militares de la Revolución Cubana, están muy bien descritas. Con igual precisión nos relata la presencia por primera vez en la historia de una fuerza militar cubana apoyando a un país africano, en este caso a la heroica Argelia.

Una faceta del Comandante Guevara que Darío traza con mucha precisión es su disposición a brin- dar conferencias en universidades y dar entrevistas a los medios, para abundar sobre la Revolución, el significado de sus desplazamientos e ir trazando las líneas del quehacer revolucionario en el exterior.

Es evidente, como expresa el autor, que la polé- mica chino-soviética y su impronta en las fuerzas nacional-liberadoras lo impactaron y preocuparon, porque afectaba la lucha redentora.

No siempre encontró plena comprensión de sus concepciones, como se observa en las conversacio- nes con los dirigentes del Movimiento de Liberación de Angola, lo que es lógico si tomamos en cuenta que la lucha en África tenía sus particularidades, pro- venientes del estadio de desarrollo de esos pueblos. Este es uno de los méritos del autor: plantearnos los momentos con objetividad. Los angolanos solo que- rían instructores y armamentos. En todo momento el Che, consecuente con su modo de pensar, expresó a sus interlocutores sus puntos de vista, y esto se aprecia de manera particular con los dirigentes de los movimientos de liberación nacional.

La visita del Che a Ghana ha sido muy bien refle- jada por Urra Torriente. El Comandante, muy bien recibido, sostiene varias entrevistas con dirigentes ghaneses, en especial con el presidente Kwame Nkrumah. En la conferencia que brinda ofrece su opinión sobre los objetivos del imperialismo, que se basan en la penetración y la corrupción eco- nómica, subrayando que si los imperialistas logran afianzar sus pies en el Congo Leopoldville y pudieran operar desde allí, numerosos gobiernos progresistas en África estarían seriamente amena- zados. ¡Cuánta razón tenía el Che cuando pronun- ció esas palabras, que han sido una verdad como puño! Advirtió: “África es el lugar donde los impe- rialistas cuentan con grandes medios de acción, por lo que debe emprender esfuerzos inmediatos para eliminarlos del continente, porque después será muy difícil hacerlo si logran establecerse más sólidamente”.

Este aserto está actualmente más vigente que nunca. Estados Unidos se ha instalado con su Áfri- com1 y pretende luchar por el control de los mine- rales de África. ¡Qué visión estratégica más amplia tenía el Comandante Guevara!




1 Nombre se le da que a la fuerza militar especial que posee el ejército norteamericano para intervenir en los países de África.

¡Cuánta actualidad la frase de que Cuba debe conocer a África a través de la difusión de sus líde- res y no de los escritores europeos! Parece una actual llamada de atención. El planteamiento parte del Che de intercambiar materiales entre las agen- cias informativas era muy importante para ambos países y continentes. Había que romper el bloqueo informativo de los países imperialistas. Che recono- ció, con su proverbial honestidad, que nuestro cono- cimiento de África era poco.

Ghana y su presidente NKrumah impresionaron gratamente al Comandante por el nivel de los cua- dros, la organización, las proyecciones futuras.

Las pinceladas sobre el viaje a Dahomey, actual Benín, son un retrato real de la época. El Coman- dante quedó muy conmovido por la miseria, fruto del saqueo imperialista

Al viajar a Guinea el Che aprecia que se hace un esfuerzo enorme por cultivar la transmisión oral de las tradiciones y, en efecto, creo que eso, junto a la educación, son dos pilares trascendentales en la obra de Sekou Touré. Dice mucho del autor ese grado de sensibilidad “El arte al servicio de la revo- lución”, puntualizó el Che.

La visita a Tangañika-Tanzania fue de las fundamentales, primero por las condiciones político-revolucionarias del país, las relaciones cuba- no-zanzibareñas, la personalidad de Julius Nyerere y por la presencia allí de los representantes de los movimientos de liberación africanos.

En suelo tanzano el Che, después de viajar por siete países africanos, señala que se puede crear un frente común de lucha contra el colonialismo, el imperialismo y el neocolonialismo, uniendo a África, Asia y América Latina. He aquí la visión que extrae el Che después de tan intenso periplo. Esa será una idea central en la política exterior de Cuba a partir de entonces.

Es muy acertado lo dicho por Darío de Urra de que en esa fecha el Comandante tenía la idea de apoyar la lucha lumumbista en el Congo Leopod- ville. El Che percibía la importancia estratégica del Congo, de triunfar un movimiento allí tendría una gran influencia en los países vecinos y en el con- junto del continente. Esto se reflejó después en su obra Pasajes de la guerra revolucionaria.

La reunión del Comandante con todos los movi- mientos de liberación acreditados en Dar es-Salam, calificada por él de error de los compañeros de la embajada cubana, no arrojó resultados positivos, como apunta el autor. Tampoco podían entender la

propuesta de entrenarse en el escenario del Congo, debido a las condiciones históricas de estos países, donde prevalecía el sentimiento de grupo étnico o tribu. Por eso la reacción fue fría y hubo quienes reprocharon violentamente ese consejo. Che enten- dió y debido a ello apuntó: “(…) y quedó claro en nosotros de lo mucho que tiene que caminar el África antes de alcanzar una verdadera madurez revolucionaria”.

Una constante en el autor es que se esmera en dibujarnos el contexto de cada uno de los países en el momento de la visita del Che. Muy atinado, pues podemos percibir la agudeza de los problemas a los que se enfrentó el Comandante Guevara y su delegación.

A lo largo de sus viajes por África hay un pensa- miento que anima al Che y que el autor lo subraya varias veces: “(…) la necesidad de que los pueblos africanos, asiáticos y latinoamericanos se conozcan mejor y se una para atacar al imperialismo en todas sus formas, con este espíritu hemos emprendido este viaje por África”. Este es el Comandante conse- cuente con su forma de pensar. Todo en él denota un conjunto de valores, certezas y aspiraciones.

Comparto por experiencia propia los criterios del autor sobre la primera reunión de jefes de misiones cubanas en África y Medio Oriente, celebrada en Argel el 22 de febrero de 1965. Todas las observa- ciones del Che, en esa oportunidad eran y son per- tinentes. Ahora hay que resaltar su magisterio, su vocación para ir a la raíz de nuestros problemas y trabajar para superarnos.

Las referencias al Segundo Seminario Econó- mico Afroasiático es un tema que requeriría un tra- tamiento más amplio, para tener una idea de todo lo que pensaba el Comandante. Es verdad, como dice el autor, que el Che después del recorrido por África, su contacto con el acuciante nivel de subdesarrollo y de conocer de primera mano los problemas que afrontaban estos países, llegó a la conclusión de que el intercambio desigual era practicado no solo por los capitalistas, sino también por los países socialistas, verdad incontrastable que estimó que no podía soslayar. Che planteó otros dos elemen- tos importantes: la alianza entre los subdesarrolla- dos y los socialistas, así como que “en el desarrollo de los países que empiezan ahora el camino de la liberación, debe costar a los países socialistas. Lo decimos así, sin el menor ánimo de chantaje o de espectacularidad”. Esas ideas no fueron del agrado

de la Unión Soviética y de los socialistas en general, los socialistas hicieron como el avestruz y no anali- zaron el tema.

La idea de invitar a estudiantes africanos a estu- diar en Cuba fue generosa y es una de las ayudas más importantes que nuestro país ha brindado a los países africanos. En esa política están las ideas del Che.

Me inclino a pensar que el autor tiene razón cuando aborda los motivos del último viaje a Egipto y es lamentable que no contara con suficientes fuentes para fundamentar sus observaciones. Apoyo estas reflexiones, pero quiero subrayar que es importante volver a estudiar El socialismo y el hombre en Cuba para apreciar la profunda y futu- rista visión del Comandante Guevara.

Antes de concluir debo señalar que este libro es el fruto de una pertinaz investigación desarrollada por Darío de Urra Torriente, como lo demuestran las diferentes fuentes consultadas. Faltan elemen- tos pero él no contó ni con todos los documentos ni con las fuentes vivas que le permitieran lograr lle- nar todos los resquicios de la incansable actividad del Che durante sus viajes. La grandeza del hombre se deja apreciar de manera clara y precisa y esa luz nos debe iluminar a todos. Loable esfuerzo que nos permite conocer aspectos de la vida de Ernesto Guevara de la Serna poco divulgados. En fin, este volumen es fundamental para conocer los primeros momentos de nuestras relaciones con los pueblos africanos y la influencia y participación guevarista en ese contexto.