Entre la necesidad y la oportunidad. El acercamiento entre China y el Emirato Islámico de Afganistán (2021-2025)
Between necessity and opportunity: The China-Afghanistan Islamic Emirate rapprochement (2021–2025)
Lic. Silvio Javier Jiménez Sánchez
Licenciado en Relaciones Internacionales. La Habana, Cuba. Especialista del Ministerio de Relaciones Exteriores, La Habana, Cuba. silviojjimnez@gmail.com 0009-0007-3271-5376
Cómo citar (APA, séptima edición): Jiménez Sánchez, S. J. (2025). Entre la necesidad y la oportunidad. El acercamiento entre China y el Emirato Islámico de Afganistán (2021-2025). Política internacional, VII (Nro. 4), 107-123. https://doi.org/10.5281/zenodo.17305751
https://doi.org/10.5281/zenodo.17305751
Recibido: 14 de agosto de 2025
aprobado: 20 de septiembre de 2025
publicado: 20 de octubre de 2025
RESUMEN En agosto de 2021, la victoria talibán y la instauración del Emirato Islámico de Afganistán generaron una profunda crisis socioeconómica y una situación de aislamiento internacional. Ante este escenario, la República Popular China (RPCh) implementó una estrategia de acercamiento diplomático, político y económico hacia el país surasiático. Este artículo analiza dicho fenómeno, destacando la imperiosa necesidad de colaboración internacional del Emirato y los intereses económicos geoestratégicos de China en Afganistán como factores determinantes. La asociación con China representa una oportunidad estratégica para los intereses afganos en las esferas económica, política e internacional, dado que la posición geopolítica de Afganistán facilita el acceso de Beijing a mercados clave en Oriente Medio, Asia Central, Asia Meridional y Europa, y sus recursos naturales son vitales para la industria china. No obstante, la plena materialización de estas posibilidades se ve limitada por los persistentes riesgos de seguridad en la nación afgana.
Palabras clave: China, Afganistán, movimiento Talibán, geopolítica, geoestrategia.
ABSTRACT In August 2021, the Taliban’s victory and the establishment of the Islamic Emirate of Afghanistan generated a profound socioeconomic crisis and a situation of international isolation. In this context, the People’s Republic of China (PRC) implemented a strategy of diplomatic, political, and economic rapprochement toward the Eurasian country. This article analyzes this phenomenon, highlighting the urgent need for international collaboration of the Taliban regime and the geostrategic interests of China in Afghanistan as determining factors. An association with China represents an opportunity for the Taliban in the economic, political, and international spheres, given that Afghanistan’s geopolitical position facilitates Beijing’s access to key markets in the Middle East, Central Asia, South Asia, and Europe, and its natural resources are vital for Chinese industry. Nevertheless, the materialization of these possibilities remains limited by the persistent security risks in Afghanistan.
Keywords: China, Afghanistan, Taliban movement, geopolitics, geostrategy.
INTRODUCCIÓN
Entre los meses de mayo y agosto de 2021, tuvieron lugar en Afganistán dos procesos que significaron un punto de giro en su historia reciente. Por un lado, las fuerzas estadounidenses y de la OTAN allí establecidas emprendían su retirada definitiva, a raíz del Acuerdo de Doha1, firmado en febrero de 2020. Concluía, así, la presencia militar de Occidente en el país surasiático, iniciada durante el comienzo de la llamada Guerra contra el Terrorismo, en octubre de 2001.
Paralelamente, el movimiento militar islamista Talibán, principal rival de las tropas occidentales y del gobierno afgano de entonces, emprendió una serie de operaciones ofensivas en todo el territorio nacional. Las acciones armadas condujeron a la rendición y toma de Kabul a manos de los talibanes, el 15 de agosto de 2021. De esa forma, el gobierno de la República Islámica fue derrocado, y en su lugar fue instaurado el Emirato Islámico de Afganistán.
En consonancia con su ideología fundamentalista, el nuevo gobierno desmanteló el régimen sociopolítico vigente. En cambio, implementó un sistema notablemente autoritario, el cual desfavoreció sobre todo a las mujeres y a las minorías étnicas. Ello, unido a la postura antioccidental del Talibán y sus presuntos vínculos con grupos terroristas como Al Qaeda (Naciones Unidas, 2024), provocaron que el recién instituido Emirato enfrentara un fuerte aislamiento internacional. Esto ha implicado una reducción considerable de la ayuda internacional y la imposición de sanciones económicas por parte de Occidente, lo que ha debilitado la capacidad financiera del país.
Sin embargo, dicho aislamiento no puede catalogarse como absoluto. Gradualmente, varios actores vecinos han establecido ciertos vínculos con Kabul. Países de la región como Tayikistán, Turkmenistán y Kazajistán reanudaron la colaboración económica en el sector energético y de transporte, mientras que estos dos últimos, junto con Pakistán, Uzbekistán, Emiratos Árabes Unidos y Rusia, también elevaron las relaciones diplomáticas a nivel de Embajador (Bahis, 2025).
Pero quizás los acontecimientos más relevantes en cuanto al reconocimiento internacional de los talibanes radiquen en la postura asumida por la República Popular China (RPCh). En ese sentido, el gigante asiático se convirtió en el primer Estado del mundo en enviar un embajador hacia Afganistán desde la victoria talibán, con el nombramiento de Zhao Xing, en septiembre de 2023. Igualmente, el gobierno chino fue el primero en acreditar a un embajador del Emirato Islámico, en enero de 2024. En la esfera económica, ambos países han ratificado varios convenios en materia de extracción de minerales y combustibles fósiles y se han retomado las negociaciones para incluir a Afganistán en los proyectos vinculados con la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés).
Por ello, el presente artículo se propone analizar el acercamiento entre China y el Emirato Islámico afgano, desde la instauración de este último en 2021, hasta junio de 2025. Específicamente, se enfocará en la necesidad de colaboración internacional del joven Emirato y en los intereses económicos geoestratégicos de China en Afganistán, como factores condicionantes de dicho fenómeno.
La investigación parte de un enfoque geopolítico, basado fundamentalmente en los aportes teóricos de Saul Bernard Cohen (2015) y Jakub Grygiel (2006). A partir del estudio de ambos autores, se definió, como geopolítica, la influencia del escenario geográfico en los procesos políticos, la cual genera un conjunto de limitaciones objetivas y geográficamente específicas que condiciona la política de los actores internacionales.
Asimismo, se determinaron dos conceptos clave, los cuales permitieron un análisis pormenorizado del caso de estudio. Por un lado, se encuentra el de posición geopolítica, entendida como la situación en la que se encuentra un actor o región, definida por las líneas de comunicación; los recursos naturales; los polos económicos; y la composición demográfica. La distribución geográfica y el volumen de estos elementos determina la importancia estratégica de una zona específica, cuyo control confiere poder económico e influencia política.
Por otro, se encuentra el de geoestrategia, definida como la orientación geográfica de la política exterior de un actor internacional, normalmente elaborada a partir de una situación geopolítica dada. Posee como fines la preservación de la seguridad de dicho actor; y el acceso, influencia o control sobre las líneas de comunicación, los recursos naturales, los polos económicos internacionales y grupos demográficos específicos
DESARROLLO
La necesidad de colaboración internacional del Emirato Islámico afgano.
Con la instauración del Emirato Islámico en agosto de 2021, el sistema político de la extinta República Islámica fue desmantelado, y en su lugar se estableció un ordenamiento sociopolítico acorde con el fundamentalismo islámico talibán. En consecuencia, la Constitución afgana de 2004 fue abolida y reemplazada por la ley islámica o sharía, el jefe talibán Haibatulá Ajundzadá2 fue instituido como líder supremo de Afganistán, se conformó un gabinete integrado exclusivamente por figuras pertenecientes al movimiento islamista, y se ilegalizó cualquier oposición política.
De manera similar al primer Emirato (1996-2001), la máxima dirección del país (el emir Ajundzadá y su Consejo de Liderazgo) se estableció en Kandahar. En cambio, Kabul se convirtió en la sede administrativa del nuevo gobierno, albergando a sus diferentes ministerios. A nivel provincial, fueron instituidos los Consejos Provinciales de Ulemas. Según Giustozzi y Nemat (2024), estos se encuentran conformados por líderes religiosos con influencia local, presididos en su gran mayoría por un mulá perteneciente al movimiento Talibán, o profundamente vinculado con este.
Adicionalmente, con el objetivo de garantizar el cumplimiento de la ley islámica, en septiembre de 2021 fue establecido el Ministerio de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio. Su función principal consiste en controlar el comportamiento de la población afgana, con el fin de asegurar su adhesión a la interpretación talibán de la sharía. Para ello, el organismo instituyó la figura del muhtasib o supervisor, quien actúa como un “policía moral”, facultado para promover las conductas refrendadas como virtuosas, así como para castigar cualquier desviación dentro de estas (Special Inspector General for Afghanistan Reconstruction [SIGAR], 2024).
Bajo ese marco, el gobierno talibán promulgó edictos de un marcado carácter discriminatorio contra la mujer, ratificados posteriormente en la Ley Moral, proclamada en agosto de 2024 (SIGAR, 2024). Estas disposiciones establecieron la prohibición de la educación femenina de la secundaria en adelante; la restricción de su libertad de movimiento3; la obligatoriedad de un estricto código de vestimenta que exige cubrir todo el cuerpo; y la prohibición del ejercicio de múltiples profesiones4. Esta última medida incluyó, en diciembre de 2022 y abril de 2023, la prohibición del trabajo femenino en organizaciones no gubernamentales y agencias de las Naciones Unidas (United Nations Development Programme [UNDP], 2025).
La naturaleza de las prácticas políticas del nuevo Emirato ha motivado un fuerte rechazo a nivel internacional, sobre todo por parte de EE.UU. y sus aliados. Estos han condenado la contravención de los acuerdos de Doha de 2019 por parte de los talibanes, al establecerse en el poder por la fuerza, excluir a sus rivales políticos de la conformación del nuevo gobierno y mantener los vínculos con grupos terroristas, especialmente con Al Qaeda. Asimismo, han reprobado su política discriminatoria hacia la mujer, así como la naturaleza represiva de sus castigos penales5. Esto motivó la imposición de sanciones financieras por parte de Occidente, así como una drástica interrupción de la ayuda enviada hacia Afganistán.
Estados Unidos, principal proveedor de fondos para el país surasiático (SIGAR, 2025), suspendió toda la ayuda oficial para el desarrollo. En cambio, solo mantuvo los programas humanitarios dirigidos por organizaciones no gubernamentales y agencias como la USAID, de forma paralela al gobierno talibán. Esto se reflejó en un declive del 55% de la ayuda norteamericana en 2022, aunque el monto destinado a fines humanitarios se incrementó en casi un 172% (ver figura Nro. 1).
Figura Nro. 1: Ayuda enviada por EE.UU. a Afganistán (en US$ millones)
Figura Nro. 2: Ayuda enviada a Afganistán a través de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (en dólares estadounidenses).
Por su parte, la ayuda enviada a través de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) registró un crecimiento anual del 174% y el 87% durante 2021-2022 (ver figura Nro. 2). No obstante, en 2023 experimentó una reducción de casi el 50%, debido a que las políticas restrictivas de los talibanes han desalentado el envío de fondos. Entre estas se destacan la prohibición del trabajo femenino en labores de asistencia, la aplicación de impuestos a las organizaciones humanitarias y el desvío de sus recursos (SIGAR, 2023).
En paralelo, el gobierno talibán fue sancionado por Occidente con la interrupción del acceso a sus reservas internacionales, valoradas en US$ 9 500 millones y localizadas en Europa, EE.UU. y Emiratos Árabes Unidos. De estas, US$ 7 000 millones se encuentran en la Reserva Federal norteamericana, de los cuales US$ 3 500 millones se dedicaron al establecimiento de un “Fondo afgano” con sede en Suiza, dirigido a estabilizar la economía de Afganistán sin la participación del Emirato Islámico (US Department of State, 2022). Sin embargo, aún no se ha realizado ningún desembolso en el país, debido a que se ha exigido al Banco Central de Afganistán, como legítimo receptor de los fondos, que demuestre su estatus como organismo independiente del gobierno talibán.
La mitad restante, por otro lado, se ha mantenido retenida a raíz del litigio promovido por las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001, quienes exigen el pago de esta suma como compensación. Aunque en febrero de 2023, un juzgado estadounidense bloqueó la reclamación, la misma se llevó a apelación (Bubalo, 2023), proceso que aún se encuentra en curso. En consecuencia, la Casa Blanca determinó que el monto en disputa se mantuviera no disponible, hasta tanto el proceso legal no se resolviese (Weiss et al., 2023).
Además del adverso escenario financiero, la infraestructura afgana se halla en condiciones precarias. De acuerdo con un informe del Banco Mundial (2021), Afganistán presenta un déficit de 2.000 km de carreteras principales, solo el 40% de los caminos estratégicos se encuentran pavimentados, y se estima que alrededor del 85% de la red vial total se encuentra en mal estado. Ello representa uno de los mayores obstáculos para el desarrollo económico del país, teniendo en cuenta que la infraestructura vial abarca más del 90% del tráfico de pasajeros y de carga a nivel nacional.
El sector energético, por su parte, se encuentra notablemente limitado. Solamente el 40% de la población afgana tiene acceso a las redes eléctricas, las cuales se concentran fundamentalmente en las áreas urbanas. A ello se le suma una alta dependencia de las importaciones de energía, pues estas representan el 80% del suministro total (UNDP, 2021).
Desde el punto de vista macroeconómico, durante el 2021 el PIB afgano experimentó una reducción del 20,7% (Banco Mundial, 2025), la cual implicó un impacto profundamente negativo en los distintos sectores económicos del país. Este se expresó en un decrecimiento del 9,8% en la agricultura, del 12,8% en la industria, y del 30,1% en los servicios (UNDP, 2025). Ello, a su vez, debilitó la capacidad de recaudación del Emirato, cuyo presupuesto estatal de 2022 ascendió a la cifra de US$ 2 650 millones, monto equivalente a solo el 43,4% del presupuesto de la República Islámica en 2020 (SIGAR, 2022). Esto trajo consigo la incapacidad gubernamental de cubrir las necesidades básicas de la ciudadanía, lo que implicó que, a inicios de 2022, el 47% de la población se encontrara en las categorías de crisis o emergencia alimentaria, de acuerdo con la clasificación del Integrated Food Security Phase Classification6 (IPC) (2022).
No obstante, a partir de 2023, Afganistán comenzó a mostrar indicios de una leve recuperación. Luego de la severa contracción del PIB en 2021, profundizada en 2022 con una caída del 6,2%7, la economía afgana creció un 2,7% en 2023, mientras que se estimó un crecimiento del 2,5% en 2024. Esto se debió a la reactivación de los distintos sectores económicos afganos, dentro de los cuales la agricultura experimentó una recuperación del 2,1%, gracias a una mejora del clima que permitió expandir el cultivo de trigo en un 14% y de otros cereales en un 7,2%. En ello influyó, también, la política talibán de erradicar los cultivos de opio, que permitió dedicar una mayor cantidad de tierra, mano de obra y recursos hacia actividades agrícolas lícitas (UNDP, 2025).
En cuanto al sector industrial, este experimentó un crecimiento del 2,6%, favorecido por la expansión de la actividad minera en un 6,9%, orientada principalmente a la extracción de carbón. De igual modo, la producción energética y el sector manufacturero experimentaron un avance del 5% y del 1,7%, respectivamente. En contraste con esta tendencia se manifestó la industria de la construcción, la cual se redujo un 0,9%, condicionada por una débil inversión en el rubro (Banco Mundial, 2024).
El área de los servicios, aunque mostró una recuperación del 2,3%, exhibió un desempeño heterogéneo. Se destacaron el notable crecimiento del comercio (+15,9%) y el sostenido aumento en el mantenimiento de vehículos (+5,9%). No obstante, los ámbitos de la salud y la educación experimentaron un retroceso significativo, con declives del 3,1% y del 9,3%, respectivamente (Banco Mundial, 2024).
Igualmente, aunque el comercio exterior afgano se ha incrementado, este ha mostrado un comportamiento dispar. Tras un crecimiento del 109% en 2022, las exportaciones experimentaron un notable estancamiento en 2023, con un incremento de apenas el 0,3%, para luego contraerse un 4,2% en 2024. Las importaciones, por su parte, mostraron una trayectoria más sostenida, con un aumento cercano al 20% tanto en 2022 como en 2023, y una significativa aceleración del 40% en 2024. Esto implicó una fuerte agudización del déficit comercial, el cual aumentó un 105% entre 2021 y 2024, alcanzando la cifra de US$ 9 020 millones (ver figura Nro. 3).
Figura Nro. 3: Balance comercial de Afganistán (2019-2024) (en millones de dólares).
Fuente: Elaborado a partir de los datos del Afghanistan Economic Monitor del Banco Mundial. https://www.worldbank.org/en/country/afghanistan/publication/afghanistan-economic-monitors
Figura Nro. 4: Recaudación del Estado afgano durante 2020-2024 (en miles de millones de afganis).
La revitalización de la economía afgana también ha favorecido el nivel de ingresos obtenido por el Emirato Islámico, el cual experimentó un aumento del 74% entre 2021 y 2024. A su vez, el gobierno talibán fue capaz de expandir la recaudación tributaria interna, la cual aumentó su contribución del 28% de los ingresos totales en 2022, al 38% en 2024. En paralelo, el elevado volumen de importaciones favoreció el cobro de derechos de aduana, evidenciando un incremento del 107% en 2024, con respecto a 2021 (ver figura Nro. 4).
Asimismo, el riesgo de inseguridad alimentaria se redujo sensiblemente, favorecido por el aumento de la producción de alimentos y el flujo de la ayuda humanitaria. Durante el segundo trimestre de 2025, las situaciones de crisis y emergencia alimentaria han afectado al 23% y al 4% de la población, respectivamente. Se proyecta, además, que para el período de mayo-octubre del mismo año, estas proporciones se reduzcan al 17% y al 3% (IPC, 2025).
A pesar de la incipiente reactivación económica y la mejora en los indicadores anteriormente expuestos, Afganistán todavía enfrenta múltiples desafíos que limitan su progreso. Si bien el crecimiento económico se ha mantenido positivo durante tres años consecutivos, su PIB se encuentra, aún, un 11,5% por debajo de los niveles de 2020. Asimismo, la pobreza de las infraestructuras afganas y el estancamiento de las exportaciones constituyen dos factores que amenazan la sostenibilidad de dicha recuperación. Es por ello que, a raíz de la reducida capacidad económica y financiera del Estado afgano, este requiera de colaboración económica exterior, con el fin de seguir impulsando su desarrollo.
En consecuencia, el gobierno talibán ha manifestado su interés en atraer inversiones y socios comerciales extranjeros. Este se ha enfocado sobre todo en sus vecinos regionales, quienes también han declarado su respaldo a la rehabilitación y estabilidad de Afganistán. Ejemplo de ello fue la cumbre de la Organización de Cooperación Económica8 celebrada en noviembre de 2021, cuyos participantes instaron a apoyar la recuperación afgana y expresaron su disposición a desarrollar proyectos de infraestructura, como gasoductos, vías férreas y redes eléctricas, una vez estabilizado el país (Vershinin, 2021).
En este contexto, China emerge como una alternativa de considerable importancia para el Emirato afgano. Así fue manifestado, en septiembre de 2021, cuando el portavoz talibán catalogó a Beijing como su socio más importante para la reconstrucción del país (Al Jazeera, 2021). Esta declaración fue motivada por el potencial de la RPCh para financiar diversos proyectos económicos en Afganistán, a raíz de su robusta presencia económica a escala regional y su condición de segundo mayor emisor de inversión extranjera directa a nivel global. Adicionalmente, los vínculos previos entre ambos actores han facilitado tanto la comunicación mutua como la posterior cooperación bilateral.
Así pues, en septiembre de 2021, China comprometió US$ 31 millones en ayuda humanitaria para Afganistán, la cual aumentó a US$ 64 millones durante los tres años siguientes (Afghanistan International, 2024; Zhou et al, 2022). Si bien dicho monto es considerablemente inferior a la ayuda enviada por Occidente —la ayuda humanitaria enviada por China durante 2022-2024 representa solo un 1,85% de la enviada por EE.UU. en el mismo período, la cual asciende a US$ 3 450 millones, a diferencia de este, la RPCh ha canalizado los fondos directamente hacia el gobierno talibán, sin condicionalidades y favoreciendo la legitimidad internacional de este último.
En el ámbito político, durante las conversaciones entre el viceprimer ministro Abdul Ghani Baradar y el canciller chino Wang Yi, en marzo de 2022, el representante afgano reiteró la voluntad del Emirato de no permitir el empleo de su suelo para actividades hostiles contra la seguridad de la RPCh. Asimismo, agradeció la no interrupción de la actividad de la Embajada china en Kabul durante el cambio de poder en Afganistán, además de la ayuda humanitaria prestada desde entonces. Igualmente, manifestó la disposición del Estado afgano de fortalecer la cooperación económica bilateral, así como a participar en los proyectos de la BRI y servir como puente para la conectividad regional (Ministry of Foreign Affairs of the People's Republic of China [MoFA], 2022b).
Ese mismo mes, y con el fin de promover la recuperación de Afganistán desde el plano regional, China promovió la denominada “Iniciativa de Tunxi”, surgida en el marco de la Tercera Reunión de Ministros de Asuntos Exteriores de los Países Vecinos de Afganistán9. En esta, los Estados participantes afirmaron su compromiso con la reconstrucción afgana a través de medidas concretas en las áreas de asistencia humanitaria, conectividad, economía y comercio, agricultura, energía y construcción de capacidades técnico-profesionales (MoFA, 2022a).
Durante dicho espacio, Beijing manifestó su disposición a intensificar la cooperación con el Estado afgano a través de diversas vías. Así pues, anunció su intención de integrar a Afganistán en los corredores CPEC y China-Asia Central-Asia Occidental de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). Adicionalmente, se comprometió a brindar asistencia para el desarrollo de proyectos de subsistencia popular e incentivó a sus empresas a invertir y establecer negocios en el país surasiático, una vez que la situación de seguridad lo permitiera. En el ámbito agrícola, la RPCh reafirmó su compromiso con el respaldo a los cultivos afganos, incluyendo el suministro de semillas y fertilizantes, y la facilitación de su exportación hacia territorio chino (MoFA, 2022a).
Igualmente, Beijing introdujo, como principio rector en su relacionamiento con el Emirato Islámico, el principio de los "Tres Respetos" y los "Tres Nunca". Los "Tres Respetos" engloban la independencia, la soberanía y la integridad territorial de Afganistán; las decisiones autónomas del pueblo afgano; y sus creencias religiosas y costumbres nacionales. Los "Tres Nunca", por su parte, representan una declaración de intenciones por parte de China, mediante la cual se compromete a nunca intervenir en los asuntos internos de Afganistán; a nunca perseguir intereses egoístas en el país; y a nunca aspirar a establecer una esfera de influencia (China International Development Cooperation Agency, 2022).
Para el gobierno talibán, la postura manifestada por China significa una oportunidad estratégica para sus intereses. En ese sentido, el principio de los Tres Respetos y los Tres Nunca representa la garantía de que el relacionamiento del Emirato con Beijing no se verá condicionado por la naturaleza de su política interna, siempre que esta no amenace la integridad territorial china. Asimismo, considerando el enfoque regional que la RPCh también le ha otorgado a sus relaciones con Afganistán, la profundización de los vínculos sino-afganos constituye una vía para romper su aislamiento internacional.
Asimismo, la disposición de Beijing a establecer vínculos económicos con Afganistán se ha traducido en un aumento considerable del comercio bilateral, el cual se incrementó un 203% entre 2021 y 2024 (Godek, 2025). Igualmente, se han concertado distintos acuerdos económicos, relativos al establecimiento de parques industriales y la reanudación de proyectos extractivos y de infraestructuras. Si bien dichas iniciativas buscan restablecer el tejido económico afgano, estas representan, a su vez, una expresión de los intereses geoestratégicos de China, los cuales se ven beneficiados con la consolidación de su presencia económica en territorio afgano.
Los intereses económicos geoestratégicos de China en Afganistán.
Posición geopolítica de Afganistán.
Con el objetivo de lograr una mejor comprensión de los intereses económicos geoestratégicos de China en Afganistán se abordará, en primer lugar, la posición geopolítica del país surasiático. Para definirla, se tendrán en cuenta cuatro dimensiones fundamentales: las líneas de comunicación, los recursos naturales, los polos económicos y la composición demográfica10. Luego, a partir de su volumen y distribución geográfica, puede determinarse la importancia estratégica del actor escogido.
Desde ese punto de vista, Afganistán posee una notable relevancia, debido a su ubicación en el centro del continente euroasiático. Ello lo convierte en el punto de convergencia de las regiones de Medio Oriente, Asia Central y Asia Meridional. En consecuencia, el país posee un alto potencial para desarrollar líneas de comunicación que impulsen el intercambio económico y la conectividad interregional. Este factor ha motivado que numerosos proyectos de infraestructura incluyan al territorio afgano, centrados principalmente en los sectores energético y de transporte.
Con respecto al renglón de la energía, existen múltiples iniciativas dirigidas a ampliar el suministro energético de Asia Central hacia el subcontinente surasiático. Entre estas destaca el gasoducto Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India (TAPI), orientado a exportar gas natural turcomano al resto de Estados integrantes del proyecto. Asimismo, sobresalen los programas de suministro eléctrico Central Asia–South Asia Regional Energy Market (CASA-1000); el Energy Supply Improvement Investment Program (conocido informalmente como TUTAP, por los países involucrados en el programa [Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán, Afganistán y Pakistán]); y la línea de 500 kV Turkmenistán-Afganistán-Pakistán (TAP-500) (Regional Economic Cooperation Conference on Afghanistan, s/f).
En cuanto a los programas de transporte, se distinguen los seis corredores económicos del Programa de Cooperación Económica Regional de Asia Central (CAREC)11, con cuatro rutas que transitan por territorio afgano. Los Corredores 2 (Europa-Mediterráneo-Asia Oriental) y 3 (Rusia-Medio Oriente-Asia Sur) recorren únicamente el norte del país, mientras los Corredores 5 (Asia Oriental-Medio Oriente-Asia Meridional) y 6 (Europa-Medio Oriente-Asia Meridional) lo atraviesan longitudinalmente. Estos han impulsado importantes obras de infraestructura, donde se destacan las líneas férreas Tayikistán-Afganistán-Turkmenistán y la red ferroviaria de 1288 km AFG IP07, la cual enlaza a las principales ciudades afganas (CAREC Program, s/f).
Además de los proyectos promovidos por ese Programa, destaca el Corredor de Lapislázuli, una ruta terrestre que une Afganistán con Turquía pasando por Turkmenistán, Azerbaiyán y Georgia, lo que facilita el acceso tanto al Mar Negro como al Caspio. Esta vía, a su vez, se integra con el Corredor 2 del CAREC y con el Corredor Medio, impulsado por Turquía. Por otro lado, figura la iniciativa Trans-Afghan Railway, un proyecto ferroviario que conectará Uzbekistán, Afganistán y Pakistán mediante dos corredores. Cuenta con respaldo técnico y financiero de Rusia, y se contempla su posible extensión hacia Irán (Umarova, 2025a).
En paralelo, como componente clave del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC)12, destaca el Acuerdo de Chabahar (iniciativa trilateral entre Irán, India y Afganistán) que facilita el comercio entre estos países a través del puerto iraní homónimo (Wani, 2025). Asimismo, reviste especial importancia geoestratégica para la India, pues le proporciona una ruta alternativa hacia los mercados afgano y centroasiáticos, evitando así la dependencia de la infraestructura pakistaní en el contexto de la rivalidad bilateral existente.
Otro factor que refuerza la importancia geopolítica de Afganistán es su vasta riqueza en recursos naturales. El país surasiático alberga abundantes yacimientos de metales primarios, minerales preciosos, tierras raras y recursos energéticos. De acuerdo con estudios geológicos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), se han documentado alrededor de 1 400 depósitos minerales, con 24 zonas clave, las cuales concentran la mayor parte de las reservas y presentan una elevada viabilidad económica, lo que incrementa su atractivo para la explotación industrial (Peters et al., 2011).
Así pues, Afganistán posee una elevada concentración de metales primarios. Según un informe del Ministerio de Minas y Petróleo de la extinta República Islámica (MoMP), las reservas de cobre alojado en sedimentos alcanzan la cifra de 30 millones de toneladas, siendo además el mineral no ferroso más importante en cuanto a su rentabilidad potencial. Se estima, además, que estos contienen una cantidad significativa de otros metales, como plata (7 670 toneladas) y cobalto (601 500 toneladas). Asimismo, se calculan 28,5 millones de toneladas de cobre pórfido, el cual también puede contener molibdeno (724 010 toneladas) y oro (682 kg) (2019).
A estos recursos minerales se suma el hierro, metal más abundante a nivel nacional con reservas que superan la cifra de 2 000 millones de toneladas, concentradas principalmente en el yacimiento de Haji Gak. Asimismo, destaca el aluminio, presente en 4,5 millones de toneladas de bauxita, junto con 90 000 toneladas de zinc y plomo, y 32 000 toneladas de mercurio. Respecto a las tierras raras, se estiman un total de 4,9 millones de toneladas, con un valor estimado de US$ 908 mil millones (MoMP, 2019).
Por otra parte, se destacan los minerales preciosos, entre los que se encuentra el oro, con reservas de alrededor de 2 700 kg, junto con una cantidad considerable de gemas, especialmente esmeraldas, rubíes y lapislázuli, concentradas en el noreste del territorio afgano. Adicionalmente, el país acumula un importante volumen de materiales para la construcción. Por ejemplo, los yacimientos de mármol en Afganistán alcanzan 1,3 mil millones de toneladas, valoradas en US$ 150-200 mil millones. Del mismo modo, se encuentran abundantes depósitos de ónix de alta calidad, además de granito y arcilla (MoMP, 2019).
En cuanto a los recursos energéticos, debe señalarse que Afganistán cuenta con elevadas reservas de hidrocarburos, concentradas principalmente en la cuenca del río Amu Darya y la frontera afgano-tayika, al norte del país. Esta área geográfica acumula una cantidad estimada de 220 millones de toneladas de petróleo y 440 millones de metros cúbicos de gas natural. Asimismo, se prevé la existencia de otros yacimientos al suroeste, los cuales poseen una capacidad de 1,2 millones de toneladas de petróleo y 1.3 mil millones de metros cúbicos de gas natural (MoMP, 2019).
Si bien los recursos naturales de Afganistán presentan un alto valor estratégico y su posición geográfica le otorga un notable potencial como centro de conectividad a través de líneas de comunicación interregionales; las consecuencias del prolongado conflicto armado del país han impedido el aprovechamiento de ambas dimensiones geopolíticas. Además, la precariedad económica que experimenta el Estado afgano condiciona que este carezca de polos económicos y que tanto la explotación de sus recursos como la ejecución de los proyectos de infraestructuras dependan fuertemente del capital foráneo. Ello coloca a la nación surasiática en una situación bastante compleja, pues la inestabilidad provocada por la guerra ha disminuido su atractivo como destino de inversiones, lo cual perpetúa un círculo vicioso de excesiva dependencia del exterior y de potencial económico infrautilizado.
La adversidad de dicho escenario se ve influida, también, por la composición demográfica de Afganistán, la cual dificulta su cohesión a nivel estatal. En tal sentido, el país carece de una etnia mayoritaria, pues según las estimaciones del Departamento de Estado de EE.UU. (2011), los pastunes (el grupo más numeroso) ocupan solo el 42% de la población total, seguidos de los tayikos (27%), hazaras (9%), uzbekos (9%), y otros (13%). Ello obstaculiza la consolidación de un orden político homogéneo, pues las diferencias culturales y religiosas existentes generan contradicciones que derivan en la desobediencia al poder central, lo que históricamente ha provocado el debilitamiento de su autoridad.
Intereses económicos geoestratégicos de China en Afganistán.
Los mecanismos empleados por China para mantener su desarrollo y consolidarse como potencia global a partir de 2013 han constituido una expresión de intereses económicos geoestratégicos específicos, los cuales se han enfocado en impulsar líneas de comunicación que faciliten el acceso a los mercados de Eurasia y África. Con ello, el gigante asiático busca asegurar y diversificar los destinos de sus exportaciones, así como garantizar el suministro de energía y materias primas para sus industrias.
Por su relevancia geopolítica, Afganistán representa un escenario potencialmente atractivo para la proyección de ambos objetivos. Su capacidad latente como nodo de conectividad interregional constituye para Beijing una oportunidad significativa de fortalecer el componente terrestre de la BRI, al permitirle diversificar sus corredores logísticos hacia Eurasia Occidental, a través del territorio afgano. Por ello, resulta de especial importancia la proximidad del país surasiático con Oriente Medio, la cual puede proporcionar a China una ruta más corta hacia dicha región.
De materializarse, esta posibilidad tendría implicaciones estratégicas, pues facilitaría el tránsito de recursos energéticos mesorientales hacia China, principal importador de petróleo y gas natural a nivel mundial. Asimismo, dado que el abastecimiento se realizaría por vía terrestre, contribuiría a reducir la notable dependencia del gigante asiático con respecto al suministro por vías marítimas. En ese sentido, alrededor del 80% de las importaciones chinas de petróleo atraviesan el estrecho de Malaca, ubicado en el Sudeste Asiático (Khalid et al., 2025). Ello representa un riesgo considerable para la seguridad energética de la República Popular, a raíz del conflicto latente por el Mar de China Meridional.
Esta estrategia se pretende llevar a la práctica mediante iniciativas como el Corredor Ferroviario de las Cinco Naciones (FNRC, por sus siglas en inglés), el cual enlaza a Irán con China a través de Afganistán, Tayikistán y Kirguistán. Aunque el proyecto aún se encuentra en desarrollo, ha alcanzado progresos significativos bajo la administración talibán, donde se prevé que el tramo afgano-iraní inicie sus operaciones a finales de 2025 (Umarova, 2025b).
Entre los acontecimientos de carácter reciente, Kabul anunció en 2024 la reconstrucción de 50 km de carreteras en la provincia de Badashkan, conectando a esta con la frontera sino-afgana, a través del corredor de Wakhan. Con esta obra los talibanes buscan, según Wani (2025), promover el comercio directo entre ambos Estados, sin depender de terceros países. Asimismo, debido a la posibilidad de vincularla con otros corredores económicos, esperan generar ingresos mediante el cobro de tarifas de tránsito y derechos de aduana. Para China, el establecimiento de infraestructuras por esta vía reforzaría también su seguridad energética, pues acortaría el trayecto para la obtención de energía procedente de Turkmenistán e Irán.
Adicionalmente, Beijing retomó la iniciativa de expandir el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) hacia el territorio afgano, también apoyada por Islamabad. Esta red multimodal de infraestructuras conecta a China con el Mar Arábigo a través de Pakistán. Con una inversión de US$62 mil millones (McBride et al., 2023), el CPEC es el proyecto más grande de la BRI, así como un activo geoestratégico fundamental. Por un lado, el Corredor constituye el centro de convergencia de los componentes terrestres y marítimos de la Iniciativa. Por otro, convierte al gigante asiático en una potencia bioceánica, con acceso directo al océano Índico, y a puntos estratégicos para el comercio global, como el estrecho de Ormuz y el Golfo de Adén.
Por tales razones, la inclusión de Afganistán dentro del CPEC permitiría a China extender la red logística desarrollada del Corredor hacia Europa y Asia Central a través de los corredores de Lapislázuli y del FNRC, respectivamente. Para la nación surasiática, ello catalizaría la llegada de capital foráneo y posibilitaría su integración dentro de las cadenas de valor globales, lo cual disminuiría considerablemente su aislamiento económico.
Con respecto a los proyectos en funcionamiento, sobresale el corredor ferroviario China-Kirguistán-Uzbekistán-Afganistán inaugurado en septiembre de 2022 (Xinhua, 2022). En octubre de ese mismo año, la República Popular reanudó las importaciones de piñones afganos por vía aérea. Ello revistió cierta importancia, pues dicho producto constituye el principal rubro exportable del país surasiático hacia China, el cual alcanzó un 80% del total de exportaciones en 2024 (Godek, 2025).
Por otra parte, la riqueza en recursos naturales de Afganistán lo convierte en un destino beneficioso para la industria china en general, y el sector minero en particular. Así pues, China ha establecido varios acuerdos con el Emirato con el objetivo de asegurar el acceso a minerales estratégicos en el mediano y largo plazo. Ello se reflejó en el contrato para la explotación de petróleo firmado entre el gobierno afgano y una filial de la CNPC en enero de 2023. Este concedió a la compañía china el derecho de extraer petróleo en la cuenca del Amu Darya por 25 años, en un área de 5 000 km2. La empresa, por su parte, se comprometió a invertir US$ 540 millones durante tres años, y a crear 3 000 nuevos empleos (Ruttig, 2023). Sin embargo, el gobierno talibán canceló dicho acuerdo en junio de 2025, aduciendo repetidas violaciones de este por la parte china (Afghanistan International, 2025).
Asimismo, en marzo de 2022, el gobierno talibán mantuvo conversaciones con el consorcio chino MCC-JCL, con el objetivo de reanudar el trabajo en las minas de cobre de Aynak, ya concedidas a esa compañía en 2007 (Kullab, 2022). Igualmente, las autoridades afganas anunciaron, en abril de 2023, un acuerdo con otra empresa china para la exploración de reservas de litio y su posterior extracción, por un monto de US$ 10 000 millones (Kamprowski, 2024). Ambos movimientos responden al interés de China en fortalecer su industria de energías renovables, pues el cobre y el litio son minerales imprescindibles en el sector, donde ostenta una posición de liderazgo global.
Aunque el establecimiento de vínculos económicos con Afganistán constituye una oportunidad para la expansión de los intereses geoestratégicos de China, el alcance de sus iniciativas en el país enfrenta dos desafíos fundamentales. En primer lugar, el mal estado de las infraestructuras afganas exige una mayor inversión por parte de las empresas chinas, lo cual implica un mayor riesgo económico.
Dicho riesgo se ve exacerbado, en segundo lugar, por la aún complicada situación de seguridad de Afganistán. La presencia de grupos islamistas armados hostiles a China en el país surasiático13 supone un riesgo para la integridad física, tanto de los proyectos emprendidos por China, como para sus trabajadores.
CONCLUSIONES
La reinstauración del Emirato Islámico en agosto de 2021 agudizó la necesidad de colaboración exterior de Afganistán, vital para impulsar su recuperación económica, la cual corre el riesgo de verse estancada. Esto se debe a su difícil situación socioeconómica, causada por la drástica reducción de la ayuda prestada por Occidente, el congelamiento de los activos del país en el exterior y el estado destructivo de su tejido económico.
En tal sentido, la asociación con China constituye una oportunidad estratégica para los intereses del Emirato. En la esfera económica, el gigante asiático representa una potencial fuente de inversiones cruciales para la revitalización de las infraestructuras y la dinamización de la economía nacional. En la esfera política, la postura oficial asumida por Beijing con respecto a Afganistán resulta ventajosa, debido a que no impone condicionalidades a la política interna del gobierno talibán para el desarrollo de la cooperación bilateral. En la esfera internacional, los vínculos con China pueden fortalecer su legitimidad, a raíz del enfoque regional que la RPCh también otorga a su relacionamiento con el país surasiático.
En cuanto a los intereses económicos geoestratégicos de China, la importante posición geopolítica de Afganistán representa una oportunidad significativa. La ubicación geográfica central del país surasiático convierte a su territorio en un punto atractivo para expandir los corredores económicos chinos, con el fin de facilitar el acceso de Beijing a los mercados de Oriente Medio, Asia Central, Asia Meridional y Europa. Asimismo, la riqueza de Afganistán en recursos minerales y energéticos, en especial de cobre, tierras raras y petróleo, representan una fuente significativa para las demandas de energía y materias primas requerida por la industria china. Sin embargo, estas posibilidades no se han aprovechado de manera efectiva, debido a los riesgos de seguridad aún existentes en la nación afgana.
notas
1 También conocido como Acuerdo para Traer la Paz a Afganistán (2020), el Acuerdo de Doha establecía: la retirada estadounidense de Afganistán para mayo de 2021; el compromiso talibán de no permitir que su territorio amenazara a EE.UU. o aliados; y el alivio de sanciones al grupo, condicionado a iniciar negociaciones de paz con el gobierno afgano.
2 Haibatulá Ajundzadá asumió el liderazgo talibán en mayo de 2016, luego de la caída de Akhtar Mohamed Mansur, quien había sucedido a Mohammad Omar en julio de 2015, cuando los talibanes reconocieron su muerte por enfermedad (Krishnan y Johny, 2022).
3 Dicha limitación incluyó las prohibiciones de desplazarse más de 72 kilómetros sin la compañía de un pariente masculino, la prohibición de conducir, y la prohibición a asistir a parques, gimnasios, baños públicos y salones de belleza, los cuales fueron prohibidos en general (UNDP, 2025).
4 Estas profesiones incluyen las ingenierías, el periodismo, la veterinaria, la agricultura y la geología.
5 Ello se evidenció en la reinstitución de los castigos corporales y la pena de muerte, documentándose prácticas como la flagelación, la lapidación y los ahorcamientos (SIGAR, 2023).
6 Esta clasificación es una herramienta estandarizada y globalmente reconocida para clasificar la severidad y magnitud de la inseguridad alimentaria. Funciona mediante la categorización de las situaciones en cinco fases: seguridad alimentaria mínima, estrés, crisis, emergencia y catástrofe/hambruna (IPC, s/f.).
7 Esta trajo consigo, también, un crecimiento negativo del 6,6% en la agricultura, del 6,5% en los servicios, y del 5,7% en la industria (UNDP, 2025).
8 La Organización de Cooperación Económica es un organismo intergubernamental integrado por los Estados de Afganistán, Azerbaiyán, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Pakistán, Tayikistán, Turquía, Turkmenistán, y Uzbekistán.
9 Este evento involucró a los cancilleres de China, Irán, Pakistán, Rusia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.
10 Vale destacar que la selección de dichas dimensiones se basó fundamentalmente en el libro Great Powers and Geopolitical Change (2006), del profesor estadounidense Jakub Grygiel. El autor define la situación geopolítica de un actor o región por las líneas de comunicación y los centros de recursos que este posee, tanto naturales como económicos.
11 El CAREC es un programa de cooperación económica de Asia Central, conformado por Afganistán, Azerbaiyán, China, Georgia, Kazajistán, Kirguistán, Mongolia, Pakistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.
12 El INSTC es un proyecto de infraestructuras, férrea, marítima y automotor, que busca facilitar el transporte de cargas entre los países participantes: Azerbaiyán, India, Irán y Rusia.
13 Entre estos se encuentran el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (ETIM/TIP), el Estado Islámico del Gran Jorasán (ISKP), el Tehrik-e-Talibán pakistaní (TTP) y Al Qaeda. Aunque los talibanes ostentan una posición hegemónica en el país, no se espera que erradique a dichos grupos en el mediano plazo, debido a sus vínculos positivos con el ETIM/TIP, el TTP y Al Qaeda.
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