Las relaciones Cuba-China: primeros pasos 1959-1960

Cuba-China Relations: Early Steps, 1959-1960

M. Sc. Ariel Alba Hernández

Máster en estudios interdisciplinarios sobre América Latina, el Caribe y Cuba. Especialista del Centro de Gestión Documental del Ministerio de Relaciones Exteriores, La Habana, Cuba. albahernandezariel95@gmail.com

0009-0000-6281-6206

Cómo citar (APA, séptima edición): Alba Hernández, A. (2025). Las relaciones Cuba-China: primeros pasos 1959-1960. Política internacional, VII (Nro. 3), 159-174. https://doi.org/10.5281/zenodo.15757889

https://doi.org/10.5281/zenodo.15757889

 

Recibido: 18 de marzo de 2025

Aprobado: 30 de abril de 2025

publicado: 7 de julio de 2025

 

RESUMEN El presente artículo aborda los primeros contactos que tuvieron la República Popular China y Cuba, desde enero de 1959 hasta el establecimiento de las relaciones diplomáticas el 28 de septiembre de 1960. Estructurado en dos capítulos, el primero se centra en el contexto histórico y los factores que favorecieron el acercamiento de ambos países, mientras que el segundo apartado expone, de manera cronológica, los primeros contactos ocurridos entre los gobiernos revolucionarios de Cuba y Chinan. De este modo, se hace patente que la afinidad ideológica, la convergencia de intereses, entre otros factores, favorecieron la temprana aproximación bilateral, empleando la diplomacia cultural como herramienta alternativa de acercamiento en medio de un escenario tan complejo como fue la Guerra Fría.

Palabras claves: Guerra Fría, antimperialismo, solidaridad, cooperación, relaciones diplomáticas

 

ABSTRACT This article addresses the initial contacts between the People's Republic of China and Cuba, from January 1959 until the establishment of diplomatic relations on September 28, 1960. Structured into two chapters, the first focuses on the historical context and the factors that favored the rapprochement between both countries, while the second section presents, in a chronological manner, the first interactions between the revolutionary governments of Cuba and China. In this way, it becomes evident that ideological affinity, convergence of interests, among other factors, facilitated the early bilateral approach, using cultural diplomacy as an alternative tool for rapprochement in the midst of a scenario as complex as the Cold War.

Keywords: Cold War, antimperialism, solidarity, cooperation, diplomatic relations.

 

 

INTRODUCCIÓN

El año 1960 significó para Cuba un viraje radical en el ámbito de las relaciones internacionales. Debido a las presiones económicas, diplomáticas y políticas provenientes de Estados Unidos, pero también por la naturaleza de su nueva política exterior, la Revolución Cubana comenzó masivamente a establecer relaciones diplomáticas con los países del Tercer Mundo y del Campo Socialista. Uno de los casos más emblemáticos fue China, un país que desde 1949 realizó grandes transformaciones en las esferas económica, política y social que se tradujeron en la desaparición de las estructuras feudales, mantenidas durante el régimen del Kuomintang, así como el fin de décadas de humillación e inestabilidad. La semejanza entre el proceso revolucionario chino y el cubano hacía que el acercamiento asegurase su factibilidad, abriendo una nueva etapa en las relaciones que siguen manteniéndose inalterables hasta el día de hoy, a pesar de los altibajos experimentados.

Por lo tanto, y en ocasión por los 65 años del inicio de las relaciones bilaterales entre La Habana y Beijing, el presente artículo aborda sus primeros contactos diplomáticos entre enero de 1959 y finales de 1960. Estructurado en dos apartados, mientras el primero contextualiza el momento histórico en el que Cuba se encontraba, enfatizando el conflicto existente con Estados Unidos; el segundo se centra en las causas que favorecieron el acercamiento entre Cuba y China así como las primeras acciones emprendidas por sus respectivos gobiernos, hasta llegar a su desenlace el 28 de septiembre de 1960. Acorde con esa estructura, el artículo pone en evidencia los factores que favorecieron el acercamiento gradual entre ambos países, entre ellos la afinidad ideológica y la convergencia de intereses, donde el rol de la diplomacia cultural como herramienta alternativa para la aproximación bilateral en un espinoso contexto de Guerra Fría fue determinante. Aparte de la bibliografía disponible, se consultó la documentación ordinaria del archivo de la cancillería cubana referente a China entre los años 1959 y 1960, seleccionando entre ellas los tratados suscritos, la mayoría firmados por el comandante Che Guevara; informes sobre los convenios, notas de las misiones diplomáticas y normativas emitidas en el periodo estudiado.

DESARROLLO

Contexto histórico.

El año 1959 determinó las futuras relaciones internacionales entre el joven gobierno provisional revolucionario cubano con el mundo, especialmente con Estados Unidos y el Campo Socialista.

En lo referente a Washington, quien nunca dejó de ver a Cuba como una posesión neocolonial, desde antes del triunfo de la Revolución intentó que el curso de los acontecimientos fluctuara a su favor, bien instalando un gobierno afín a sus intereses, o bien influyendo en el existente a través de los ministros moderados que integraban el gabinete. La administración estadounidense de Eisenhower, el mismo que había apoyado a Batista y el sistema político-económico y social que representaba, no podía entenderse con el nuevo orden instaurado en La Habana, y su postura adversa hacia la dirigencia de la Revolución reflejaba su inadmisibilidad. Temían que el ejemplo de Cuba fuera a imitarse en otros países latinoamericanos, cuya similitud en las realidades socio-económicas y políticas hacía que los aliados de Estados Unidos pudieran correr con la misma suerte.

Encasillados en una visión arrogante y carente de objetividad de la nueva realidad cubana, a la que nunca dejaron de percibir como una posesión neocolonial, dominados además por la lógica intolerante de la Guerra Fría y la irracionalidad macartista del anticomunismo, la administración Eisenhower veía a Cuba nada más que como un puesto de avanzada del comunismo internacional, con Moscú a la cabeza. Cuba, tanto en su discurso como en la nueva política exterior que estaba trazando, más que arremeter contra Estados Unidos, dejaba bien clara las cosas asegurando que las nuevas relaciones debían basarse en el respeto de la soberanía e independencia de los Estados, sin que las diferencias ideológicas constituyesen un estorbo. No obstante, los acontecimientos se encaminaron a un deterioro gradual de las relaciones bilaterales, cerrando todo canal de diálogo ante lo que parecía ser a los ojos del Norte como un desafío a su poderío:

“Ningún miembro de la administración o fuera de ella, con capacidad de influir en Estados Unidos, [afirmaba el doctor Esteban Morales] apreció de una manera verdaderamente objetiva la situación de Cuba durante el periodo de 1952-1958. Por tanto, nadie que tuviese en posición de hacer política en Washington, estaba en condiciones de entenderse con la Cuba que emergía a partir de 1959 (…) La política a seguir con la Isla apuntaba más bien a caracterizarse por la continuidad y no por la formulación de un nuevo diseño” (Morales & Ramírez, 2015, 54-55).

Si en el primer semestre la administración estadounidense no logró moderar el rumbo de la Revolución y limitar su impacto en el continente americano, luego de la firma de la primera Ley de Reforma Agraria los planes estadounidenses se orientaron al cambio de gobierno, por lo que desde finales de 1959 el gobierno norteamericano se empeñó en trazar una serie de acciones destinadas de entorpecer la consolidación del poder revolucionario y sustituirlo por otro que estuviese acorde “with the minimal requirements of good Cuban–U.S. relations and with U.S. objectives for Cuba and Latin America” (U.S. Department of State, 1959).

Tal y como expresara Roy Rubottom1 en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad, el 14 de enero de 1960: “In June we had reached the decisión that it was not posible to achieve our objectives with Castro in power”. Livingston Merchant2, por su parte: “our present objetctive was to adjust all our actions in such a way as to accelerate the development of an opposition in Cuba which would bring about a change in the Cuban Government, resulting in a new government favorable to U.S. interests” (U.S. Department of State, 1960). Pocos días antes, el 11 de diciembre de 1959, el coronel James King escribía no solo de la necesidad de fomentar grupos guerrilleros dentro del país sino de la conveniencia de asesinar al primer ministro y líder de la Revolución Fidel Castro, como factor que desequilibraría al gobierno revolucionario (CIA, 1979, 297-299). El “Programa de Acción Encubierta”, aprobado el 17 de marzo de 1960, se encargaría de darle cuerpo a dichos objetivos, apoyando por todos los medios a la mal llamada “contrarrevolución” cubana. Entre octubre de 1959 y enero de 1960, afirma el diplomático Carlos Alzugaray (2021), se concretó de manera definitiva

“la nueva política y se esbozó un programa de acción que incluyó la adopción de sanciones económicas abiertas por parte de Estados Unidos contra Cuba y la organización de los grupos de oposición en un frente unido contrarrevolucionario, dirigido por oficiales de la CIA, con actividades paramilitares clandestinas en Cuba y una fuerte propaganda en el exterior” (230).

En el ámbito diplomático, la OEA fue usada como instrumento para hostigar y aislar a Cuba de los demás países del continente y concertar una acción colectiva contra ella. Las V y VII reunión de Cancilleres, celebradas en junio de 1959 y agosto de 1960, respectivamente, fueron tribunas para acusar a Cuba de ser fuente de conflicto en el Caribe al ser una especie de avanzada de la Unión Soviética y sus aliados. Como parte de sus acciones, Washington hizo todo cuanto estuviera a su alcance para impedir que Cuba adquiriese armas con fines defensivos, presionando a otros países para evitar la venta de armamento a Cuba, como el caso de los aviones británicos Hawker Hunter en octubre de 1959.

A medida que la Revolución se radicalizaba, la confrontación con Estados Unidos iba escalando con la misma intensidad. El acercamiento de Cuba a los países del campo socialista disparó las alarmas en Washington de un hecho que ya vaticinaban, pero que se aceleró en buena medida por la misma hostilidad proyectada hacia Cuba. Más allá de las simpatías ideológicas existentes, el acercamiento de los países socialistas no solo fue un asunto de supervivencia ante el creciente cerco económico, sino también por ser consustancial a la nueva política exterior. Buscaban extender sus vínculos bilaterales con la mayor cantidad posible de países y de esta manera diversificar sus relaciones políticas y económicas3. Varias delegaciones cubanas partieron a diferentes países para concertar acuerdos comerciales, culturales, militares y diplomáticos, así como romper la matriz mediática hostil al proceso revolucionario4.

Al compás de este activo accionar de la diplomacia revolucionaria cubana, Estados Unidos se valió de la coerción económica como arma desestabilizadora, violando directamente la Carta de la OEA. Cada medida emanada de la Casa Blanca era respondida recíprocamente. Luego de la visita del Viceprimer Ministro Anastas Mikoyán en febrero de 1960, el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la URSS, la acreditación de los embajadores soviético y checoslovaco, la concertación de convenios comerciales, créditos y cooperación con la URSS, la Alemania Democrática y Polonia; era inminente la puesta en práctica de las primeras sanciones económicas contra Cuba, dirigidas principalmente a la cuota azucarera, principal fuente de ingresos.

A los pocos días de haberse intervenido las refinerías Esso, Shell y Texaco, por su negativa a procesar petróleo soviético, el gobierno estadounidense, por medio de la Ley Puñal del 2 de julio de 1960, canceló la cuota azucarera. En respuesta, el gobierno cubano aprobó la Ley Escudo que le daba luz verde para nacionalizar las empresas estadounidenses radicadas en Cuba. Esto se materializó con las resoluciones 1 y 2 del 6 de agosto y del 17 de septiembre, abarcando gran número de empresas y bancos estadounidenses. Dos meses después, como consecuencia de la declaración de embargo parcial sobre Cuba, se nacionalizaron las propiedades estadounidenses que quedaban en la Isla.

En la medida que la hostilidad hacia Cuba se iba profundizando, el acercamiento a los países del Campo Socialista se estrechaba más, encontrándose entre ellos la República Popular China, cuyas relaciones si bien se intensificaron en la segunda mitad de 1960, ya desde los inicios de la Revolución comenzaron a visualizarse las primeras señales de intensificación de los contactos culturales, políticas, económicas, comerciales y, finalmente, diplomáticas.

Acercamiento escalonado.

La Revolución Cubana había heredado del régimen anterior las relaciones diplomáticas con la República de China, la cual se consideraba como legítima representante del pueblo chino. Ubicado en la isla de Taiwán, último bastión del Kuomintang, este país fue de los primeros en reconocer a las nuevas autoridades cubanas, el 6 de enero, en un esfuerzo por asegurar sus intereses en la isla. Como afirmara Mercedes Crespo (2004): “La presencia taiwanesa en Cuba no solo estaba constituida por la representación diplomática, además estaba el Banco de Taiwán y otros muchos negocios establecidos con capital de esa Isla” (114).

Al otro lado del mar, la China continental vivía un aislamiento diplomático, económico y político, implantado por Estados Unidos y sus aliados, casi de inmediato de haber triunfado el movimiento revolucionario que encabezó Mao Zedong. Tal fue su importancia que desde ese momento se puso fin a un ignominioso siglo marcado por la dominación extranjera y la inestabilidad interna de un régimen incapaz de unificar el país y resolver los problemas más acuciantes que afectaban a la inmensa mayoría de su población. De este modo, la base de apoyo del líder nacionalista Chiang Kai-shek se fue erosionando progresivamente hasta finalmente ser barrido por las fuerzas guerrilleras de Mao en 1949.

Pero a pesar de que la mayor parte del territorio chino estaba bajo el poder del Partido Comunista, la República Popular China no era reconocida por una parte importante de la comunidad de naciones. De hecho, en 1958 solo 33 países, de 82 que integraban las Naciones Unidas en esos momentos, la reconocían como gobierno legítimo, compuesto por los países socialistas, varios estados europeos, norafricanos y del Oriente Medio, así como los que eran cercanos geográficamente con Pekín.

Esto conllevó a que en el orden interno se impulsaran planes económicos ambiciosos orientados al desarrollo del país a corto plazo y el afianzamiento de su independencia con posibilidades de ser el nuevo líder del movimiento comunista mundial. El Gran Salto Adelante (1958-1961), constituyó la máxima expresión por alcanzar en pocos años altos índices de industrialización que le permitieran asegurar su autonomía tanto de Occidente como de Moscú.

Por otro lado, en el ámbito externo, la salvaguarda de su seguridad, la unificación nacional y la modernización del nuevo estado con miras a incrementar su influencia internacional, constituyeron las principales directrices de su política exterior. El naciente gobierno se mostró dispuesto a negociar y establecer relaciones con cualquiera que aceptara la nueva realidad, sobre la base de los Cinco Principios de la Coexistencia Pacífica5. Promovió las relaciones con los países del Tercer Mundo, fundamentalmente africanos y asiáticos, quienes estaban inmersos en la lucha contra el imperialismo y el neocolonialismo.

En el caso específico de América Latina se concentraba el mayor número de países que no reconocían a la China popular, “aunque nunca ha sido de importancia estratégica para China, ha tenido cierto significado en la política exterior china” (Connelly & Cornejo, 1992, 58), por lo que han primado los esfuerzos para romper el bloqueo diplomático en la región. Por ello, al igual que con algunos países occidentales, ante la ausencia de relaciones oficiales se desarrolló una diplomacia cultural basada en los intercambios artístico-culturales y económico-comerciales, al tiempo que mantuvieron una política inclinada a la liberación nacional y el apoyo a los movimientos democráticos y nacionalistas para desplazar a los gobiernos afines a Washington. Así se tiene el caso cubano del Partido Socialista Popular (PSP), el cual desde la década del 50

“varios dirigentes del Partido viajarían a China, casi siempre en ocasión de reuniones de los Partidos políticos o de organizaciones internacionales como la Federación Sindical Mundial (FSM), la Unión Internacional de Estudiantes (UIE), la Federación Internacional de Juventudes Democráticas (FDJM), la Federación Internacional de Mujeres Democráticas (FIMD), o en ocasión de visitas a la URSS y otros países socialistas de Europa” (Pereira, 2012).

A finales de la década del 50, con el derrocamiento de las dictaduras de Colombia, Venezuela y Cuba, estaban convencidos de que América Latina se hallaba en la vanguardia de la lucha contra el imperialismo norteamericano:

“Los chinos, en sus análisis sobre las condiciones políticas, económicas y sociales de los pueblos latinoamericanos, constantemente han hecho una comparación con la situación que prevalecía en China antes de 1949. Es decir, al igual que China, estos pueblos eran semicoloniales, semifeudales, hambrientos por liberarse y crear una nueva sociedad” (59).

En cuanto a la Revolución Cubana, la primera que de manera exitosa triunfaba sobre un régimen incondicional a Washington, la dirigencia china la observó con especial atención, por lo que no pasó mucho tiempo para que expresara sus simpatías hacia el proceso revolucionario cubano. Después de todo, y más allá de las diferencias culturales, políticas e ideológicas existentes, ambas revoluciones compartían puntos en común que inequívocamente los atraía, como el antimperialismo, el anticolonialismo, la solidaridad, la defensa de la soberanía, y la puesta en práctica de una serie de reformas profundas en las estructuras política, social y económica.

Económicamente hablando, China, al igual que la URSS, ofrecía a Cuba un gigantesco mercado de cientos de millones de personas con el cual se cubriría buena parte de la producción de azúcar; mientras que la mayor de las Antillas podría ser receptora de las manufacturas chinas, y suplir de este modo la creciente carencia de productos industriales que anteriormente provenían en su mayoría de Estados Unidos. Esto representaba para ambas partes un alivio frente a un escenario de sanciones económicas provenientes de las potencias occidentales.

El contexto de la Guerra Fría también favoreció la aproximación entre los dos países. En medio de un ambiente de hostilidad y aislamiento promovido por Estados Unidos y sus aliados, Mao entendió que aliarse con Cuba, cuya influencia trascendía lo regional, abría la posibilidad de ampliar su presencia en el continente americano, romper el aislamiento a que estaba siendo sometido y abrir un nuevo frente de lucha antimperialista.

Todos estos elementos hacían favorable la aproximación entre ambos países, percibiéndose las primeras señales desde los inicios mismos del triunfo de las fuerzas revolucionarias cubanas. El 4 de enero de 1959, el “Diario del Pueblo”, órgano oficial del Partido Comunista Chino, acogió con entusiasmo el triunfo de la revolución, considerándola como una victoria del movimiento democrático nacional. Además, anunció que el 24 de enero las diferentes organizaciones de masas chinas llevarían a cabo una manifestación masiva como expresión de regocijo ante el cambio político que estaba sucediendo en la Isla (Cheng, 2007, 81).

El 25 de enero, en medio de la campaña mediática contra los juicios a los criminales de guerra batistianos, en la capital china se llevó a cabo un Congreso en apoyo a Cuba, que concluyó condenando la intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos del país y denunciando las maniobras orientadas a tergiversar lo que estaba ocurriendo ahí. Al mismo tiempo, el Comité del Pueblo Chino para la Defensa de la Paz Mundial emitió una declaración en favor del pueblo cubano y contra la injerencia norteamericana (He & Chen, 2023, 152). Seis días después, la Federación Nacional de la Juventud China y la Federación Nacional de Mujeres de la República Popular China enviaron cables a la Juventud Socialista y a la Federación Democrática de Mujeres Cubanas, saludando la victoria del pueblo cubano sobre la dictadura de Batista y, por lo tanto, contra el poder estadounidense (Hoy,1959 a, 4).

El 17 de marzo, el mariscal Zhu De, un importante miembro del gobierno chino que ocupaba el cargo de Presidente del Comité Permanente del Congreso Nacional del Pueblo Chino6, envió un mensaje de felicitación al pueblo cubano y al PSP, asegurando que la consolidación de la Revolución “se asegurará en tanto el pueblo cubano se una y conjugue fuerzas con los pueblos de los otros países latinoamericanos en la lucha común contra los imperialistas norteamericanos y sus lacayos” (Hoy, 1959 b, 1).

Los primeros contactos se hicieron indirectamente en fecha tan temprana como marzo de 1959. Ante la ausencia de canales oficiales, sería la agencia de noticias Xinhua la encargada de asumir el papel de enlace entre ambos gobiernos. Su reportero Kong Mai había sido enviado a Chile junto con una compañía acrobática china, presidida por el viceministro de Cultura Zhou Luofu, para realizar esta tarea. La presencia de una delegación cubana de buena voluntad en dicho país sudamericano posibilitó el inicio de las primeras aproximaciones entre ambos países7.

El 19 de marzo, el líder de la delegación china ofreció a los cubanos un acto de honor en la que describió la victoria como uno de los acontecimientos más importantes de 1959, y que “no solo ha alentado a los pueblos latinoamericanos, sino también a todos los pueblos del mundo” (Hoy, 1959 c, 1). También agregó que el pueblo chino apoya entusiastamente la victoria de la Revolución, recordando el mitin recientemente celebrado en Pekín, presidido por su alcalde Peng Chen, y al que asistieron más de cien mil personas. Jorge Enrique Mendoza, por su parte, mostró su interés por visitar China y estudiar las experiencias de la reforma agraria y las columnas agrícolas (3).

En este ambiente tan favorable es natural que no hubiera impedimentos para aceptar la solicitud de Kong Mai de viajar a Cuba. Arribó el 12 de abril, acompañado de su intérprete Pan Bing´an, y sin perder tiempo empezó su faena periodística, enviando su primer informe de noticias el día 15. Meses después, en diciembre de 1959, se aprobó oficialmente la solicitud de China de establecer una sucursal de Xinhua en La Habana, la primera en el hemisferio occidental.

El 7 de julio, una delegación de periodistas chinos arribó a La Habana para “realizar varios reportajes y entrevistas sobre los tópicos más sobresalientes de la Revolución Cubana y en especial sobre el desarrollo de la Reforma Agraria” (Hoy, 1959 d, 1)8. En las tres semanas de estancia, visitaron las sedes de los periódicos "Hoy" y "El Mundo", el Capitolio, el Palacio Presidencial y la sede del INRA. Fueron recibidos por el Jefe del Despacho del Primer Ministro Fidel Castro, Juan Orta, y en los salones de la Alianza de la Nueva Democracia China fueron objeto de un cálido homenaje el 22 de julio. En torno a las futuras relaciones con China, el jefe de la delegación periodística aseguró que ambos países

“intercambiarán muchas delegaciones, y es posible que muy pronto se establezcan relaciones entre ambos países. Las relaciones entre Cuba y China es necesario estrecharlas cada día más. Nosotros estamos dispuestos a comprar todo el azúcar que Cuba nos venda. Cuando se establezcan relaciones con China, nosotros podremos vender a Cuba maquinarias y equipos agrícolas e industriales, aviones y otras cosas que ya estamos fabricando. Puede haber relaciones diplomáticas, pero no tenemos prisa. Poco a poco se van estrechando nuestros vínculos” (Hoy, 1959 e, 5).

Igual de provechoso fue la reunión celebrada con el Comandante en Jefe de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire Raúl Castro el 13 de julio, donde se les actualizó de la situación de Cuba, a la vez que se les hizo saber por primera vez el interés por parte de la dirigencia cubana de desarrollar relaciones con China. Raúl afirmó que las relaciones con Taiwán se romperían gradualmente, pero consideró que antes de establecer relaciones con Pekín era necesario que viniese a La Habana un representante del gobierno chino. La solicitud tuvo buena acogida y como resultado, en enero de 1960, se nombró para desempeñar esta delicada tarea a Zeng Tao, subdirector del secretariado del Comité Municipal del Partido en Shanghái, quien actuaría bajo la fachada de jefe de la sucursal de Xinhua en La Habana. Como expresara Yinghong Cheng (2007):

“Zhen was aware of the importance of his new assignment—he was not only the PRC’s first government envoy to Cuba but also the first such representative in the whole of Latin America (Communist China had no official relations with any Latin American countries at that time)” ["Zhen era consciente de la importancia de su nueva misión: no solo era el primer enviado del gobierno de la República Popular China a Cuba, sino también el primer representante de este tipo en toda América Latina (China comunista no tenía relaciones oficiales con ningún país latinoamericano en ese momento)."] (83)

Por otro lado, a mediados de 1959, durante la gira internacional que el comandante Che Guevara estaba efectuando por diferentes países africanos y asiáticos, se puso en contacto con diplomáticos chinos en Marruecos, Egipto e Indonesia, en secreto, y expresó la esperanza de desarrollar relaciones con China. Con la aprobación de Mao, el primer ministro Zhou Enlai transmitió la información a las embajadas de los tres países (Cheng, 2007, 82).

Desde el segundo semestre de 1959, cuando las contradicciones con Estados Unidos empezaron a agudizarse, Cuba empieza un proceso de aproximación y reconocimiento gradual de China, a través del envío de delegaciones amistosas, no oficiales, que recorrían el país y constataban los avances sociales y económicos, así como el estado de opinión de la prensa y población hacia la Revolución Cubana. De igual modo, se estaban haciendo gestiones para concretar con China un acuerdo comercial que le permitiera abrir un nuevo mercado y así romper con la dependencia casi absoluta al comercio con Estados Unidos. Como manifestara Luis Buch9, el acercamiento a los países socialistas debía hacerse “con cuidado y discreción, para no alentar o precipitar las críticas y campañas de los adversarios o enemigos de la Revolución” (Buch & Suárez, 2009, 400).

Desde julio hasta octubre de 1959 visitaron China delegaciones encabezadas por el comandante Faure Chomón, Secretario General del Directorio Revolucionario 13 de Marzo; Aníbal Escalante, Secretario Ejecutivo del Comité Nacional y miembro del Buró Ejecutivo del PSP; y Violeta Casal, al frente de un grupo de mujeres10.

En el caso de la delegación militar presidida por el líder del Directorio Revolucionario11, en comparecencia de prensa celebrada el 26 de noviembre de 1959, expresó con absoluto asombro en sus recorridos a ciudades industriales y zonas agrícolas, el notable avance experimentado por China en pocos años y el “detallado conocimiento de la Revolución Cubana, hacia la cual sienten una profunda simpatía” (Revolución, 1959, 15). Dos días después, el comandante Jiménez Soler, en una entrevista realizada en la televisión cubana, resaltó el interés que China tiene en cuanto a impulsar el intercambio comercial con Cuba, principalmente en lo referido al azúcar: “Existen muy buenas perspectivas de intercambio comercial con diversos países de Europa y Asia de acuerdo con lo que nos expresaron sus gobernantes” (Hoy, 1959 f, 1). Los recorridos por las grandes fábricas siderúrgicas “que construían desde puntillas hasta locomotoras y rotativas para diarios” (5) les convenció que China estaba despuntando como toda una potencia industrial.

Este interés quedó más claro el 11 de septiembre de 1959 cuando el primer ministro Zhou Enlai accedió a ser entrevistado por el Enviado Especial de Hoy, capitán Luis Mas Martin. Él, junto con Baldomero Álvarez Ríos, el capitán Luis Simón (dirigente de la Federación de Plantas Eléctricas), Rolando López del Amo y Miguel Ángel Betancourt estaban de visita en China desde agosto, por invitación de la Federación de la Juventud de ese país (López del Amo, 2021, 21)12. En compañía del mariscal y canciller Chen Yi, Zhou Enlai aseguró, mientras preguntaba sobre la actual producción azucarera, “que se encontrará una salida para nuestras relaciones comerciales. Podremos adquirir de Cuba una cifra muy grande de azúcar si nuestras relaciones comerciales se efectúan directamente” (Hoy, 1959 g, 4). Continuó explicando que sería de suma utilidad que hubiese algún representante u organismo cubano encargado de la venta de azúcar que se pusiera en contacto con China. Antes que la Unión Soviética lo planteara, ya el gigante asiático había tomado la iniciativa de ayudar a Cuba con la compra de azúcar.

Al respecto, y para que se tenga una idea de lo ventajosa que sería la exportación de la sacarosa al gigante asiático, en una comparecencia televisada, el 6 de enero de 1961, el comandante Che Guevara explicó:

“China es un país que en este momento tiene un consumo de menos de dos kilos de azúcar por habitante por año. En Cuba, la cifra es alrededor de 40, y en los países industrializados del mundo es entre 30 y 40 kilos por habitante. Pero a China subir el consumo un kilo por habitante por año, le significa en estos momentos entre 650 mil y 700 mil toneladas. Es decir, que para China subir su consumo a 10 kilos, que es bajo todavía, de azúcar, por habitante y por año, consumiría la cosecha de Cuba de siete millones de toneladas, es decir, consumiría la cosecha actual de seis millones holgadamente, porque serían cerca de siete millones de toneladas” (Guevara, 1961).

Para participar en los festejos por el décimo aniversario de la República Popular China, participaron no solo las delegaciones del Ejército Rebelde y del PSP, sino también un grupo de los intelectuales cubanos que arribaron a finales de septiembre, en calidad de invitados13. Al otro lado del océano, la sociedad cubana no estuvo exenta de estas actividades, participando de conjunto con la comunidad china simpatizante a los ideales socialistas. El 1ro. de octubre, en el local de la Alianza Nueva Democracia China, la Alianza Nueva China, tuvo un sencillo pero nutrido acto en la que tomaron la palabra Luis Li, dirigente de dicha Alianza, y Salvador García Agüero

“quien contrastó la China de ayer, explotada, atrasada, pobre, semi analfabeta con la China de hoy que realiza grandes hazañas en la industria, la agricultura, la cultura, la sanidad, la educación. Puso de relieve los lazos de amistad que unen a Cuba con China” (Hoy, 1959 h, 7).

El día 4, continuando con las acciones conmemorativas a la Revolución China, la Alianza convocó a un mitin, de mayores proporciones al de su predecesor, con sede en el cine París. En ella hicieron uso de la palabra, entre otros, Violeta Casal, Luis Li y Juan Marinello, concluyendo la velada con la exhibición de la película “China Heroica” (Hoy, 1959 i, 1 y 8).

El agitado año 1960 solo hizo acelerar el proceso de estrechamiento de los lazos amistosos con Pekín, concretándose con las primeras delegaciones oficiales, los primeros convenios comerciales y, finalmente, el establecimiento de las relaciones diplomáticas y consulares.

Mercedes Crespo (2004) relata que en marzo de 1960 el enviado especial Zeng Tao se había reunido por primera vez con el Primer Ministro Fidel Castro, y que luego de hacer referencia de la situación actual de China y su política exterior, Fidel le expresó: “Nosotros te consideramos como el representante diplomático de China. Ningún dirigente de nuestro gobierno tiene contactos con el Embajador del Kuomintang” (115).

Semanas después del sabotaje al vapor francés La Coubre, en vísperas de la Semana de Solidaridad Democrática con los pueblos latinoamericanos, (convocada por la Asociación de la Amistad chino-latinoamericana para los días 20 y 26 de marzo), el 18 de marzo tuvo lugar en Pekín un “mitin de apoyo a las luchas por la liberación nacional y conquista de libertades democráticas que libran los pueblos de América Latina”, donde el apoyo a la Revolución Cubana ocupó un lugar central (Hoy, 1960 a, 1). Invitados para formar parte de los festejos por el Primero de Mayo en China, partió una comitiva dirigida por el secretario de finanzas de la CTC José Pellón Jaén. Con el mismo propósito, por invitación de la CTC, arribó a La Habana una delegación presidida por el secretario de la Federación Nacional de Sindicatos de China, Li Cai Wen, y que se integraba además por Mo Chen Jin y el intérprete Fao Mo Qian (Hoy, 1960 b, 3). Por esos días también viajó al país asiático una delegación militar, encabezada por el comandante William Gálvez, quien se entrevistó con Mao Zedong en Zhengzhou.

Con el objetivo de estrechar las relaciones entre los dos pueblos y desarrollar el intercambio cultural, científico y artístico entre los dos países, el 14 de mayo quedó constituida la Asociación de Amistad Cubano-China. Este evento, ocurrido en la Asociación de Reporteros de La Habana, contó con la participación de Faure Chomón, embajador en la URSS; Violeta Casal; Rogelio Iglesias Patiño, del Comité Ejecutivo de la CTC; Baldomero Álvarez Ríos, Decano del Colegio Nacional de Periodistas, Li Taiwen, secretario del Sindicatos Chinos y Nicolás Guillén, quien recitó varios poemas inéditos de su autoría dedicados a China.

Los ires y venires de las diferentes misiones amistosas de ambos países, incluyendo el arribo de la Ópera de Pekín, mostraron que los contactos de índole cultural robustecieron los vínculos amistosos, abriendo paso a un escenario favorable para su profundización y elevación del nivel de los nexos bilaterales. De manera simultánea dos comitivas chinas arribaban a Cuba en la segunda quincena de julio: una iba a participar en el I Congreso de Juventudes Latinoamericanas, mientras que la segunda sería la encargada de firmar los primeros convenios con el gobierno revolucionario cubano.

En este último caso, la Delegación Comercial china, presidida por el viceministro de Comercio Exterior Lu Xuzhang e integrada por una docena de miembros, suscribió junto con el comandante Che Guevara, en ese entonces presidente del Banco Nacional de Cuba, el Convenio comercial y de pagos y el Convenio de cooperación científica y técnica. El Convenio de cooperación cultural, por su parte, fue suscrito por Carlos Olivares, Subsecretario Político que estaba ejerciendo funciones interinas de Ministro de Relaciones Exteriores, y Chen Zhongjin, director de la Ópera de Pekín.

Tal es la importancia que encierran estos primeros tratados bilaterales que, si nos atenemos al contenido de cada uno de ellos, se pueden percibir las múltiples puertas que se abrían ante el cerco diplomático, económico, comercial y financiero estadounidense.

El Convenio comercial y de pagos otorgaba de manera recíproca el trato incondicional de nación más favorecida en derechos arancelarios, consulares y derechos aplicables a la importación y exportación de mercancías (art. 2). Se comprometería con la compra anual a Cuba de 500 mil toneladas métricas de azúcar por 5 años (art. 4). Se abrirían cuentas bancarias, libres de intereses, en ambos países (art. 17). Y se otorgarían ventajas de pago normales para la adquisición de maquinaria y equipo chinos, en dependencia del tipo de mercadería (art. 10).

Con el de cooperación científico-técnico, se darían facilidades para el uso de la documentación técnica; intercambio de peritos y consultores en la investigación técnica y científica; concesión de becas en universidades y colegios; facilitación para el entrenamiento de técnicos en empresas, centros industriales e institutos de investigación científica; y organización de conferencias científicas y técnicas con la finalidad de intercambiar conocimientos y experiencias (art. 2).

Con respecto al de cooperación cultural, en el segundo artículo quedan plasmados un abanico de iniciativas: compromiso con el fomento de la colaboración entre instituciones de investigación científicas, sociedades y organizaciones técnicas, educaciones y culturales; participación mutua de las informaciones y del material respectivo sobre el desarrollo en el campo de la educación, la cultura y la ciencia; organización de conferencias e intercambio de personas dedicadas a actividades educacionales, científicas y culturales; intercambio de obras y publicaciones científicas, técnicas, literarias y artísticas, así como la traducción y publicación de las mismas; e intercambio de películas y organización de conciertos, representaciones teatrales, exposiciones artísticas y técnicas, espectáculos deportivos, entre otros.

En otros apartados se promueve el otorgamiento de becas para el estudio, especialización y labor de investigación científica (art. 4) y los cursos para el estudio del idioma, cultura y literatura de ambos países (art. 6); la facilitación para la investigación y estudio en los institutos, archivos, bibliotecas y museos (art. 3); y la promoción en la cooperación de radioemisoras y estaciones de televisión, agencias de prensa e instituciones cinematográficas (art. 5) (Archivo MINREX, Tratados).

La firma de estos tratados allanó el camino para que en dos meses se establecieran las relaciones diplomáticas. En un contexto de abierta ofensiva diplomática contra Cuba e incremento de las sanciones, el gobierno cubano convocó a una Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, en la Plaza de la Revolución, donde anunciaría una serie de decisiones trascendentales. En respuesta a la Declaración de San José de Costa Rica, nacida de la VII Reunión de Cancilleres de la OEA, se aprobó el 2 de septiembre de 1960 la Primera Declaración de La Habana.

Entre los acuerdos sometidos a votación por la multitud congregada, y aprobados después, se hallaba el cambio de política hacia la China popular y Taiwán:

“…la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba ratifica la política de amistad con todos los pueblos del mundo, reafirma su propósito de establecer relaciones diplomáticas también con todos los países socialistas y desde este instante, en uso de su soberanía y libre voluntad expresa al gobierno de la República Popular China, que acuerda establecer relaciones diplomáticas entre ambos países y que, por tanto, quedan rescindidas las relaciones que hasta hoy Cuba había mantenido con el régimen títere que sostienen en Formosa los barcos de la Séptima Flota yanqui” (Bell & López & Caram, 2007, 288).

Ese mismo día se emitió el decreto 2768, que oficializaba el rompimiento de relaciones con Taiwán. De esta manera se le daba el tiro de gracia a las ya moribundas relaciones entre La Habana y Taipei, cuya embajada cubana desde el triunfo de la Revolución se había quedado sin representación diplomática, luego de un breve tiempo con Encargado de Negocios14. Lin Yu Wan, el embajador de la China nacionalista, convencido de que todos sus esfuerzos para contener la influencia de Pekín sobre el gobierno revolucionario cubano fueron en vano y ante la nueva realidad que se imponía, enviaba al día siguiente del anuncio una Nota con un Aide Memorie adjuntada sobre el rompimiento oficial de las relaciones con Cuba. También anunciaba que el personal diplomático se tomaría una semana para su salida, los bienes de la embajada serían entregados a las autoridades cubanas y que la sucursal del Banco de China daba por finalizada sus operaciones bancarias (Archivo MINREX, 1959-1962).

Zeng Tao, que había sido invitado para presenciar la multitudinaria manifestación de democracia directa en la Plaza de la Revolución, se encargó de las negociaciones oficiales para formalizar el establecimiento de las relaciones. El 3 de septiembre, recibió un telegrama de su canciller Chen Yi en la que se le pedía que tomase la iniciativa y se reuniera con el titular de Relaciones Exteriores, Raúl Roa, y le dijera que el gobierno chino acogía con agrado las recientes declaraciones hechas por Fidel, al tiempo que mostraban su disposición de entablar conversaciones con el gobierno cubano para establecer relaciones diplomáticas e intercambiar embajadores. También subrayó que todos los bienes y archivos de la embajada pertenecían al pueblo chino y esperarían que el gobierno cubano los protegiera antes que los nuevos representantes se posesionasen, con el fin de evitar cualquier destrucción, transferencia o robo por parte del personal de Taiwán (He & Chen, 2023, 154-155)

El día 5, Zeng Tao transmitió a su ministro de Relaciones Exteriores la respuesta de la parte cubana: se fijó un plazo de 7 días para la retirada del personal de la embajada de Taiwán, aparte de garantizar la protección de los bienes y archivos de dicha misión diplomática. Al día siguiente la parte china envió un proyecto de comunicado conjunto sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas para que Tao lo tomara en cuenta en las conversaciones. El 26 de septiembre el Primer Ministro Zhou Enlai dio el visto bueno al contenido del Comunicado, así como la hora para su divulgación, que sería a las 6 de la mañana del día 2815.

En las próximas semanas quedaba constituido el personal diplomático y consular que residiría en China. Oscar Pino Santos, joven periodista de 32 años afiliado al PSP, fue el designado para ocupar el importante puesto de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario (Decreto 2878 del 14 de octubre de 1960). Cecilio Martínez Ortega, Enrique Hernández Menéndez y Argentina Jiménez Rodríguez serían los futuros Secretario de Primera Clase (Resolución 1098, 9 de noviembre), Secretario de Segunda Clase (Resolución 1131, 21 de noviembre) y Auxiliar de Primera Clase (Resolución 1133, 21 de noviembre) respectivamente (Archivo MINREX, Normativas).

Al frente del Consulado adscripto a la embajada se encontraría el Cónsul General José María García López (Resolución 1113-B, 12 de noviembre). Cabe resaltar que, con la apertura de esta oficina consular en Pekín, se anticipaba a las de Moscú y Belgrado, creadas semanas después. En lo referente a la acreditación de los representantes diplomáticos en sus respectivos países, Pino Santos lo haría el 26 de noviembre ante la vicepresidenta Soong Ching-ling, conocida como “madam Sun Yat-sen”; y Shen Jian16 el 28 de diciembre ante el presidente Osvaldo Dorticós.

El año concluyó con la trascendental visita de la Misión Económica-Comercial que presidía el Che Guevara17, la primera de carácter oficial que llegaba a Pekín. Con el fin de incrementar el intercambio económico y comercial, China se hallaba dentro de un amplio recorrido que comprendía la visita a varios países socialistas. Su estancia duró alrededor de dos semanas, del 17 de noviembre a 1ro. de diciembre, sin que faltase la cálida atención del pueblo y autoridades chinas. Durante ese periodo cumplieron una extensa agenda que iba desde recorrer sitios industriales e históricos, hasta entrevistarse con figuras tales como el mismísimo líder de la Revolución, Mao Zedong, en presencia, entre otros, de Zhou Enlai.

El 30 de noviembre, el Che y el Viceprimer Ministro Li Xiannian rubricaron el Convenio de Cooperación Económica, el Protocolo del comercio para 1961, y el Protocolo sobre la ejecución del Convenio de Cooperación Científica y Técnica. De manera general, China concedería dentro del plazo 1961-1965 un préstamo sin intereses equivalente a 60 millones de dólares para el suministro de equipos completos y asistencia técnica; compraría un millón de toneladas de azúcar, 10 mil toneladas de óxido de níquel y concentrados de cobre, fundamentalmente, al tiempo que Cuba compraría una gran variedad de mercancías chinas por un valor equivalente, entre alimentos naturales y en conserva, materias primas industriales, piezas de repuesto, implementos agrícolas, motores diésel, camiones, etc.

Como parte de la preparación y asistencia técnica, China aceptaría 200 técnicos y practicantes cubanos, de ellos 150 en la agricultura y el resto en la industria; mientras que China enviaría 30 especialistas a Cuba. Por su parte, Cuba aceptaría a 10 especialistas chinos para realizar investigaciones y estudios sobre la agricultura y la industria nacional.

Este conjunto de tratados suscritos, sentencia el Comunicado Conjunto del 30 de noviembre, “consolida y amplía aún más las relaciones de ayuda mutua y colaboración entre Cuba y China, ayuda a fomentar el auge conjunto de la economía y la cultura de los dos países y el desarrollo ulterior de la amistad entre los dos pueblos” (Archivo MINREX, Tratados).

No por exagerado el Che percibió a China como uno de los países socialistas más generosos en la asistencia a Cuba. A lo que Zhou Enlai respondió:

“Cuba se encuentra en una situación difícil (…) ustedes están en la vanguardia de la lucha contra el imperialismo norteamericano. En estas dificultades, el pueblo chino, que está en el mismo frente, tiene la responsabilidad de apoyarlos (…) La ayuda es mutuamente beneficiosa, y nuestra asistencia puede ayudar a Cuba a luchar continuamente, lo que sería de la mayor ayuda para nosotros” (He & Chen, 2023, 158).

Durante la primera mitad de la década del 60, China devino en el segundo socio comercial de Cuba, con un valor promedio del comercio en esa etapa que rondaba los 150 millones de dólares. En términos de porcentaje el comercio bilateral representaba el 14% del comercio exterior total de la isla.

Si el balance comercial entre ambos países era en 1959 de 97.693 pesos (32.807 en importación y 64.886 en exportación), en los próximos dos años registrarían una impresionante subida de 43.4 millones de pesos (11.3 millones en importación y 32.1 millones en exportación) y 189.1 millones de pesos (97.5 millones en importación y 91.6 millones en exportación), respectivamente.

CONCLUSIONES

Frente a un contexto sumamente difícil, en el que peligraba el proyecto nacionalista revolucionario cubano, la mano solidaria de China hizo acto de presencia para socorrer a un hermano lejano que luchaba prácticamente solo en el continente americano frente a la más grande potencia que haya existido. Todo cuanto estuviera a su alcance se lo ofreció al pueblo cubano, logrando construir de manera escalonada una base de camaradería que propició el estrechamiento de los contactos, empezando con discretas visitas no oficiales hasta el arribo de delegaciones gubernamentales culturales, económicas y políticas.

A las dos revoluciones, a pesar de las distancias geográficas, políticas, sociales, culturales e históricas, las unía el propósito de echar abajo sus respectivos sistemas económico-social, ya caducos y corrompidos, para erigir de sus cenizas un nuevo orden que estuviera acorde con las exigencias de los nuevos tiempos. De naturaleza antimperialista, comprendieron la necesidad de combatirlo como única vía para la supervivencia de sus respectivos proyectos revolucionarios y la salvaguarda de la paz mundial y la soberanía de los países del Tercer Mundo. Estos puntos en común crearon las condiciones para el establecimiento de las relaciones diplomáticas y consulares, frustrando el intento estadounidense de cercar, debilitar y destruir las revoluciones cubana y china. Al mismo tiempo, se forjó una alianza inquebrantable que reforzó la lucha contra el imperialismo y mejoró la posición internacional de los países del Tercer Mundo.

notas

1 Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos.

2 Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos.

3 Entre 1959 y 1960 se establecieron relaciones diplomáticas con alrededor de una veintena de países de Asia, África y Europa; recibieron una delegación comercial checoslovaca, la primera de un país del bloque socialista; Yugoslavia se convirtió en el primer país socialista en acreditar su embajador en La Habana; y desde mediados de 1959 se dieron los primeros pasos para traer a Cuba la Exposición Soviética, la cual se hallaba en Nueva York.

4 Están los casos del Che Guevara, quien visitó quince países entre junio y septiembre de 1959 y desde octubre a diciembre de 1960; el del presidente Osvaldo Dorticós que recorrió seis países latinoamericanos entre mayo y junio de 1960; la del ministro de las FAR Raúl Castro quien logró concretar la ayuda militar soviética; la encabezada por el ministro de Salud Pública Machado Ventura; la Misión Gubernamental Económica presidida por Núñez Jiménez y la delegación comercial dirigida por el ministro de Comercio Raúl Cepero Bonilla.

5 Respeto mutuo a la soberanía y la integridad territorial, no agresión, no intervención de uno en los asuntos internos de otro, igualdad y beneficio recíproco, y coexistencia pacífica

6 También fue vicepresidente de la República entre 1954 y 1959.

7 Esta delegación, que estaba de gira por Sudamérica y Norteamérica para llevar el mensaje de la Operación Verdad, estaba encabezada por el capitán Jorge Enrique Mendoza e integrada por Violeta Casals, el padre Guillermo Sardiñas, el locutor Ricardo Valladares, Francisco Lago, César Fonseca, el capitán Mario Hidalgo y los tenientes Orlando Benítez y Rafael San Martín.

8 Al frente se encontraba Yao Chen, secretario de la Asociación Nacional de Periodistas de China; quien estuvo acompañado por Zhang Jin, jefe de información del diario “Ta Kung Pao”; Kao Xi, reportero del “Diario del Pueblo”; y Yang Enrui.

9 Ministro de la Presidencia y secretario del Consejo de Ministros (1959-1962).

10 Invitadas por la Federación Nacional Femenina China, recorrieron diversos sitios como guarderías, círculos infantiles, casas de maternidad, centros escolares, comunas populares y la Universidad de Pekín.

11 Estaba integrada, además de Chomón, por José Antonio Rabaza, y los comandantes Guillermo Jiménez Soler, Gustavo Machín Hoed de Beche y Osvaldo Castell Valdés. A excepción de Rabaza, todos pertenecían al Directorio. Su propósito era viajar a la Unión Soviética y China, para participar en los festejos por el décimo aniversario de la República Popular China y el cuadragésimo segundo de la Revolución de Octubre. Oficialmente no iban en representación ni del gobierno revolucionario como tampoco de las fuerzas armadas, para no comprometerlos en esos momentos.

12 Formaban parte de la delegación que participó en el VII Festival de la Juventud y los Estudiantes, celebrado en Viena.

13 Entre los invitados se hallaban el pintor Mariano Rodríguez, la directora del Teatro Nacional Isabel Monal y el novelista Enrique Labrador Ruiz, uniéndose a ellos el poeta Nicolás Guillén, que ya estaba en la capital china. Su estancia tendría una duración de seis semanas y visitarían ciudades como Cantón y Shanghái.

14 El 15 de enero de 1959 el embajador Rosendo Canto Hernández entregaba a Miguel Ángel Campos Conde, quien asumía funciones tanto de Cónsul General y Primer Secretario, la misión diplomática, con lo que se les agregaba a sus funciones el de Encargado de Negocios a.i. con residencia en Hong Kong. El 18 de agosto, Brasil accedió a la petición cubana de encargarse de atender los intereses de Cuba en Taiwán y Hong Kong (Archivo MINREX, 1959-1962).

15 El 24 de septiembre, días antes, se firmaba el decreto 2777 que declaraba el establecimiento de las relaciones.

16 Hasta esos momentos Consejero de la embajada en la India y Jefe del Departamento de los Asuntos de América y de Australia del Ministerio de Relaciones Exteriores de China.

17 Lo acompañaban el Subsecretario Administrativo del MINREX Héctor Rodríguez Llompart, los comandantes Alberto Mora, Administrador General del Banco para el Comercio Exterior, y Eddy Suñol Ricardo, y el embajador Oscar Pino Santos.

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