Del fin de la Guerra Fría a la guerra contra el terrorismo. La reconfiguración del enemigo en la literatura y la gran pantalla

From the end of the Cold War to the War on Terrorism. The reconfiguration of the enemy in literature and the big screen

 

M. Sc. Humberto Sainz Cano

Máster en Historia Contemporánea, mención Relaciones Internacionales. Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU). Profesor adjunto del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” y del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, Universidad de La Habana, Cuba.

humbertosainzc@gmail.com 0000-0003-2316-0253

Cómo citar (APA, séptima edición): Sainz Cano, H. (2025). Del fin de la Guerra Fría a la guerra contra el terrorismo. La reconfiguración del enemigo en la literatura y la gran pantalla. Política Internacional, VII (Nro. 2), 345-362. https://doi.org/10.5281/zenodo.15103977

https://doi.org/10.5281/zenodo.15103977

 

Recibido: 15 de febrero de 2025

Aprobado: 19 de marzo de 2025

publicado: 7 de abril de 2025

 

RESUMEN La construcción de imaginarios colectivos es resultante de una pugna por la hegemonía cultural, donde los contendientes intentan imponer sus valores, símbolos, modos de pensar mediante métodos aparentemente nobles o pacíficos, cuyo objetivo es erosionar creencias, revaluar conceptos, modos de vida y sistemas sociales. La caída del muro de Berlín significó el fin de la confrontación ideológica entre el Capitalismo y el Socialismo, dando paso a nuevas dinámicas de poder en el escenario internacional. El presente trabajo analiza la evolución de la representación del "enemigo" en la literatura de espionaje, su adaptación al cine y la televisión. Las narrativas dejaron de enfocarse en el conflicto bipolar entre Estados Unidos y el bloque socialista, para abordar nuevas amenazas como el terrorismo internacional, regímenes autoritarios y rivales emergentes (China, Rusia postsoviética). Autores como Tom Clancy y Frederick Forsyth reflejaron en sus obras los intereses geopolíticos y las ideologías dominantes, promoviendo una visión hegemónica al naturalizar la idea de un "mundo civilizado" liderado por Occidente frente a enemigos y amenazas.

Palabras Clave: Hegemonía, Terrorismo, Relaciones Internacionales, Narrativas, Novela de Espionaje.

 

 

ABSTRACT The construction of collective imaginaries is the result of a struggle for cultural hegemony, where the contenders try to impose their values, symbols, ways of thinking through apparently noble or peaceful methods, whose objective is to erode beliefs, reevaluate concepts, ways of life and social systems. The fall of the Berlin Wall meant the end of the ideological confrontation between Capitalism and Socialism, giving way to new power dynamics on the international stage. The present work analyzes the evolution of the representation of the "enemy" in espionage literature, its adaptation to film and television. The narratives stopped focusing on the bipolar conflict between the United States and the socialist bloc, to address new threats such as international terrorism, authoritarian regimes and emerging rivals (China, post-Soviet Russia). Authors such as Tom Clancy and Frederick Forsyth reflected geopolitical interests and dominant ideologies in their works, promoting a hegemonic vision by naturalizing the idea of a "civilized world" led by the West in the face of enemies and threats.

Keywords: Hegemony, Terrorism, International Relations, Narratives, Spy Novel.

 

 

INTRODUCCIÓN

La pugna por la hegemonía en las relaciones internacionales contemporáneas entre sus múltiples expresiones se encuentra la elaboración de producciones simbólicas que responde a intereses y objetivos estratégicos. La cohesión es resultante, en no poca medida, de la construcción del otro, contrario a los propósitos hegemónicos de quienes asumen ser defensores de la estabilidad internacional. Para Arrighi (1999), cada Estado dominante ejerce una función hegemónica en virtud de su capacidad de situar todos los problemas que plantean los conflictos de la arena internacional en un plano universal a solucionar a favor del bienestar general. Dicha percepción es construida no solo desde la fuerza, sino a través de las capacidades de persuasión, donde incide su cosmovisión la cual condiciona la estructura y el orden internacional a prevalecer. Narrativas articuladas cuyos ejes, ideas, conceptos y principios se reevalúan y propagan en diversos productos culturales cual ecosistema de mercado, el cual tributa a un ciclo incesante de circulación de información, de comercialización de símbolos, consumo cultural

Según Sainz (2023), existe un estrecho vínculo entre la evolución de las relaciones internacionales y la novela de espionaje desde la modernidad a la Guerra Fría. En dicha investigación se explicó cómo el orden internacional y las pugnas entre los actores se reflejan mediante elaboración productos culturales consustanciales a la hegemonía a consolidar por estos. La literatura, según Said (2001) es un producto de referencia en la formación de actitudes y experiencias, dado que la cultura es un espacio en el cual se enfrenta distintas causas políticas e ideológicas (p.14)

Por tanto, la novela de espionaje posee una lógica discursiva, en correspondencia con las propuestas de seguridad e intereses de los actores internacionales, sean naciones-estados, bloques económicos-militares u organizaciones internacionales (Sainz 2023). En consonancia, buena parte de estas obras literarias sean llevadas a otros ámbitos tales como el cine, series televisivas y videojuegos. En cada una de estas expresiones de consumo cultural, las ideas y representaciones son reiteradas una y otra vez, definidas por la sutileza, al naturalizarse el merchandising, en conjunto con las narrativas trasnmedias. Con ello no solo se garantiza la rentabilidad de ventas del producto, sino también la diseminación del mensaje ideológico. Para dicho empeño se requiere la utilización de mecanismos del capital internacional como las industrias culturales en la producción de bienes y servicios cuya dimensión simbólica impactan en los colectivos e identidades políticas. En correspondencia, se confeccionan narrativas que moldean percepciones y actitudes hacia diferentes naciones mediante la elaboración estereotipos, que respondan a las políticas e intereses de seguridad nacional declarados por los principales actores-emisores de la arena internacional.

Las editoriales, compañías de cines -partes integrantes de megacorporaciones- son componentes de las industrias culturales y no están desligadas a este fenómeno. Este entramado responde a intereses económicos, políticos y culturales. Por lo que el objetivo del presente trabajo es: Identificar ejes temáticos, los elementos narrativos y sus formas que evidencian la interrelación entre la ficción de este tipo de literatura y el acontecer internacional una vez caído el muro de Berlín.

La literatura, la novela de espionaje es una manifestación comunicacional de carácter político, un producto cultural, destinado a través del suspenso, la intriga política generar consensos y justificar el accionar inmediato o futuro de los principales actores internacionales. Es un vehículo de trasmisión ideológica, donde su autor recrea un escenario posible donde se ponen de relieve las amenazas latentes dentro de una realidad internacional determinada- en no pocos casos en su entorno contemporáneo-, y los creadores y participantes en la trama de estos planes “malévolos” son aquellos que son conceptualizados de enemigos por los grupos de poder. Con ello se construyen héroes y villanos que personifican naciones, los cuales encierran en si los valores, principios, interpretaciones y fundamentan sus acciones para la estructuración y consecuente deber ser del orden internacional. En pocas palabras, los villanos y héroes proyectan enfoques, objetivos geopolíticos, portadores de un determinado mensaje ideológico a diseminar.

El fin de la Guerra Fría, supuso el término de una confrontación ideológica, cultural, política y económica de dos sistemas: El capitalismo y el socialismo, liderados por los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Soviéticas (URSS), respectivamente. El nuevo escenario, matizado de vítores, bajo vientos de cambio, inició para algunos un periodo de transición en la arena internacional, en consecuencia, un nuevo orden, y para otros el cierre de un ciclo, el fin de la historia.

La súbita salida de uno de los contendientes significó el fortalecimiento de construcciones político-culturales desde el enfoque occidental capitalista. Evidencia de ello, fueron las interpretaciones del escenario y sus variables a lo largo de los años 90 del siglo pasado a través de las propuestas de Brzezinski, Joseph Nye y Samuel Huntington. En todas, la cultura occidental es un eje central en su preservación y potenciación. Los sucesos del 11 de septiembre del 20011 y la consecuente guerra contra el terrorismo, inclinó la balanza hacia el unilateralismo estadounidense y la guerra preventiva expresada en las estrategias de Seguridad Nacional de los años 2002 y 2006. Concepciones a materializar para un nuevo siglo americano, amenazado de peligros difusos, pero funcionales a la retórica occidental, de la cual Estados Unidos se considera estandarte desde la segunda posguerra (1945). En consecuencia, la novela de espionaje no quedó estandarizada en el relato del choque entre dos grandes potencias y la paridad militar, sino que mantuvo su vigencia como canal de trasmisión ideológica en la guerra cultural contemporánea, al incorporar y potenciar los “nuevos desafíos y amenazas” de la arena internacional (Sainz, 2023, p.162)

DESARROLLO

El fin de la confrontación Oeste-Este, supuso una euforia inicial, la percepción del final de todo conflicto global a gran escala y, en consecuencia, el inicio de un mundo relativamente armonioso, de esta concepción fue desarrollada la tesis de Francis Fukuyama: Puede que estemos asistiendo (…) al final de la historia como tal: esto es al punto final de la evolución ideológica del género humano y a la universalización de la democracia liberal occidental como forma de gobierno definitiva. (Citado por Huntington 1997, p. 32) [a lo que habría que agregar la expansión de la globalización neoliberal], pero el sinnúmero de conflictos ocurridos añadió singularidades al escenario internacional y cambios en la correlación de fuerzas.

La Guerra Fría fue el enfrentamiento entre dos potencias, que marcaron la existencia humana desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta 1991 aproximadamente. Estados Unidos y la URSS lucharon por la supremacía mundial y, dentro de esta lucha cada una lideraba sus respectivos bloques de aliados. Este enfrentamiento fue un combate sistémico, marcado en todo momento por lograr un equilibrio relativo, que ninguna de las dos partes intentó forzar en grado extremo hasta que el desmembramiento del Campo Socialista, y la desaparición de la URSS, puso fin a toda esta época y de hecho conjuntamente, la puesta en crisis una estructura internacional de funcionamiento.

En el nuevo escenario, las amenazas potenciales, problemas globales aparentemente controlados o subsumidos en la antigua confrontación asumieron nuevos papeles al convertirse muchos de ellos en protagonistas.

Un ejemplo representativo lo constituyeron las diferencias entre los “aliados” occidentales una vez desaparecido el rival ideológico y militar. A partir de ese momento se incrementaron las contradicciones por las potencialidades económicas acumuladas entre Estados Unidos, Europa y Japón y disputa por nuevos espacios. De hecho, el mundo se perfiló -en sus primeros veinte años- de una bipolaridad a una unipolaridad militar y una multipolaridad económica, cuyos centros inmediatos fueron Estados Unidos, Europa Occidental y Japón. A lo que posteriormente se incorporaría la República Popular China (Kennedy, 1998)

En el último decenio del siglo XX y comienzos del XXI –se fortaleció la competencia los tres centros mundiales Estados Unidos, los países del lejano Oriente (Japón) y Europa Occidental, específicamente la Unión Europea (UE). Estos tres centros dieron pasos para estrechar las relaciones con los países de sus regiones en la búsqueda y obtención de nuevos mercados.

En el orden militar los Estados Unidos de América reafirmó su condición de potencia militar capaz de defender sus intereses en cualquier parte del mundo. Sin despreciar, su influencia en las cuestiones financieras debido su posición dentro de las instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y modelar el sistema internacional.

La UE transitó hacia un proceso de expansión hacia el Este, propiciado por la debilidad rusa y los procesos de reajuste económico y político de las naciones que habían formado parte del Campo Socialista. Su apertura al Este europeo en el año 2004 con 10 nuevos miembros, para un total de 25, en ese entonces marcó un antes y un después en las ambiciones y propósitos geopolíticos.

Otro punto sensible en su política exterior fue relación con China. El gigante asiático, para estos años se convirtió en un importante mercado de importaciones para la Unión Europea, su condición de potencia emergente hizo que la política desarrollada hacia esta fuera cautelosa. No obstante, la República Popular China (RCP) se convirtió en un competidor de peso no solo para Europa, sino también para los Estados Unidos y Rusia en la carrera por tener acceso a áreas de influencia no solo en la región asiática, sino también en África y América Latina. La emergencia y protagonismo de las fuerzas de izquierda en el continente latinoamericano contrarias a los mandamientos estadounidenses propició espacios para un mayor acercamiento por China, Rusia y la Unión Europea.

Con respecto a esta última, su expansión implicó una serie de complejidades sujetas a diversas interpretaciones derivadas de posibles consecuencias. Las opiniones fueron disímiles, desde la utópica unidad europea, bastión de la concepción occidental del mundo; la búsqueda de un fortalecimiento ante los Estados Unidos y con ello recuperar esa hegemonía perdida durante las dos guerra mundiales, hasta el temor a grandes oleadas migratorias procedentes de los países de menor nivel económico, el desvío de inversiones de capitales por la existencia de mano de obra barata, el aumento del desempleo, el temor a los márgenes de corrupción que pudieran existir en los países del este europeo, así como el incremento de la presencia de religiones ajenas al continente como el Islam. Estos últimos elementos fueron utilizados con gran fuerza por ideólogos y líderes de partidos y organizaciones de extrema derecha, al igual que las acciones xenófobas en el continente. Sin embargo, su expansión propició una ampliación de sus áreas de influencias y el acceso a nuevos mercados y explotación de distintos recursos, en especial los energéticos, con los países bálticos y centroeuropeos.

En el ámbito militar, la UE no logró su autonomía. La pertenencia de muchos de sus miembros a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) bajo liderazgo estadounidense dificultó sus intereses propios del gran capital. La práctica se resumió en la subordinación militar y similitudes en la proyección exterior con la nación estadounidense. Esta debilidad resultante determinó en su capacidad de influir directamente en las áreas geoestratégicas de interés.

Otras de sus debilidades fue su dependencia a los suministros de petróleo desde el exterior, específicamente de Rusia. Durante el último decenio del pasado siglo, la demanda europea se trasladó de las reservas del Golfo Pérsico a las de Rusia, convirtiéndola en su principal suministrador de energía.

La ampliación de la OTAN hacia el Este – casi hasta las fronteras rusas- complejizaron sus relaciones con el coloso euroasiático. La desaparición de la amenaza comunista y la disolución en 1991 del Pacto de Varsovia no significó la eliminación de su contrario: la OTAN. La nueva realidad conllevó un replanteamiento, de sus principios fundacionales con respecto a las nuevas circunstancias. En la Cumbre de Washington, en 1999, se aprobó el nuevo concepto estratégico de la Alianza debido a la necesidad de hacer frente a una serie de retos que ponían en peligro la estabilidad y la seguridad euroatlántica. Los conflictos étnicos, las crisis económicas y políticas en el Este europeo, con mayor agudeza en los Balcanes o la proliferación y destino de armas de destrucción masiva se convirtieron en las justificantes de la permanencia de la OTAN en el nuevo orden mundial. Dentro de sus nuevas tareas se incluyó la prevención de conflictos y la gestión de crisis, las cuales abrieron paso a la injerencia en aquellos casos que considerara necesario.

La inestabilidad vivida en la conformación de nuevos Estados en la región, la aparición de nuevos mercados, recursos y esferas de influencia, posibilitaron la gradual intervención y la ampliación de la OTAN ante la debilidad de la nación rusa como ente regulador en la zona, unido a la aceptación de estos nuevos gobiernos en la región en sus aspiraciones de retornar a Europa y lejos de Rusia.

El vacío ideológico que dejó tras de sí la desaparición del socialismo este europeo fue cubierto a mediano plazo con el fenómeno del terrorismo. Los hechos del 11 de septiembre del 2001 le permitieron a la OTAN, - brazo armado de los Estados Unidos- considerarse una de las fuerzas para combatir el terrorismo internacional, enemigo principal del mundo civilizado y democrático. Las guerras desatadas contra Afganistán e Iraq fueron expresión de su accionar en el papel asunción de policía internacional.

La última década del siglo XX para Rusia fue un largo periplo para su recuperación. La pérdida de territorios, áreas de influencias, mercados, reestructuración económica y sociopolítica impactaron en su rol en la arena internacional, donde Occidente, en especial Estados Unidos hizo manifiestos sus deseos de que fuera un actor menor.

A comienzos de siglo Rusia logró recuperar terreno a partir de la explotación de recursos energéticos la industria militar. La producción y distribución del crudo y gas natural, unida a la actualización de la industria bélica le propiciaron ser nuevamente una pieza clave dentro del tablero mundial. Su fortalecimiento económico, militar preocupaba a los hacedores de política, así como la posible emergencia de una figura política de corte nacionalista. Ello se consumó con el arribo de Vladimir Putin a la máxima dirección de la nación.

En cuanto al gigante asiático (China), creció no solo en cuanto oferta en sus inversiones, sino también en cuanto a las importaciones, inversiones extranjeras, salarios y consumo. Su ingreso a la OMC en el 2001 hizo pensar sobre la posible doblegación de esta nación a los intereses del gran capital en una carrera con tan fuertes competidores como la UE, Estados Unidos y Japón. Sin embargo, China estimuló la demanda de materias primas desde la energía hasta la lana, desde los metales hasta el algodón. El gobierno chino supo maniobrar entre los mecanismos de la globalización con el fin de reforzar su propio interés nacional y el mercado interno. China se convirtió en un rival a tener en cuenta, en cualquier esfera, a través una política inteligente, sustentada en el multilateralismo y en apoyo a la multipolaridad. En el año 2001, China fundó la Organización de Cooperación de Shangai - cuyos miembros fundadores fueron Rusia, China, Tayikistán, Kirguistán y las repúblicas de Kazajstán y Uzbekistán- un muro de contención al unilateralismo estadounidense y la OTAN

Por su parte, la Organización de Naciones Unidas (ONU), en el último decenio del siglo XX, fue utilizada como sustento legal para intervenciones militares y medidas agresivas por parte de las grandes potencias hacia los más pobres calificados de “violadores de los derechos humanos”. Por lo que las bases de su existencia fueron utilizadas en no pocas ocasiones como pretextos para desarrollar acciones cuyo objetivo fue materializar los intereses económicos de los centros de poder. La Guerra del Golfo, en 1990, fue el primer suceso donde Estados Unidos puso en práctica su condición de “dueño y señor” en el manejo del entorno internacional ante una Unión Soviética en descomposición.

La diplomacia sufrió ante el unilateralismo imperante, el cual matizó los titulares de la prensa occidental, entiéndase las intervenciones militares y las sanciones económicas. Somalia, en 1993, es uno de los tantos conflictos regionales que se enfrentó en estos años. Sin embargo, el más dramático de todos fue el conflicto árabe – israelí, el cual ha superado todo margen de tiempo. El gobierno de Israel sostuvo gracias al apoyo incondicional de Estados Unidos una política de represión constante contra los palestinos favorecida en más de una oportunidad, por las discrepancias entre las distintas fuerzas políticas palestinas.

La paz y el desarme fueron interpretadas, desde la asimetría del contexto internacional, las naciones más poderosas, y exclusivamente ellas, son las únicas con derecho al desarrollo de armamentos, sobre todo los de componente nuclear.

Los Estados Unidos, - potencia hegemónica a partir del último decenio del siglo XX- focalizaron su mirada en cuestiones, si tenemos en cuenta las estrategias de seguridad nacional aprobadas en estos años (1991, 1993, 1995, 1997, 1999, 2002, 2006).

Lo anteriormente expuesto, evidencia la complejidad de la realidad internacional y su interpretación. La ausencia de un enemigo generó la necesidad de otros, pues las dinámicas del escenario internacional, en su dimensión geopolítica tributaron diversas aristas a explotar por los autores de la novela de espionaje, así como la utilización de sus iconos en la gran pantalla. Se potenció, independientemente de las valoraciones sobre una posible crisis del género, la lógica discursiva occidental-liberal para contrarrestar toda ideología contrahegemónica, favorecida a su vez por la concentración del capital en la esfera cultural y la consumación de grandes corporaciones mediáticas.

Son años en los que se revigoriza el emblemático James Bond, de Ian Fleming a través de su interpretación actor irlandés Pierce Brosnan con Golden Eye (1995); El Mañana Nunca Muere (1997), El Mundo no Basta (1999) y Otro Día para Morir (2002). Guiones cinematográficos que versaron sobre la euforia ante el desplome de la URSS, la tenencia de armas de destrucción masiva y gobiernos contrarios a Occidente como Corea del Norte.

El terrorismo y el fundamentalismo religioso, el posible resurgir de Rusia y la contención a rivales en el área Asia- Pacífico fueron a su vez abordados por Tom Clancy y Frederick Forsyth reconocidos especialistas, vinculados a las estructuras de poder.

El primero, fue un escritor estadounidense (1947-2013), quien, en 1984, entrega su primera novela La Caza del Octubre Rojo. Esta obra, que fue elogiada por Ronald Reagan, se convirtió, rápidamente en bestseller, el cual sería llevado al cine en (1990) con actores tales como Sean Connery y Alec Baldwin, constituyendo todo un éxito de taquilla. La mencionada novela, expone desde la óptica estadounidense el desgaste político del sistema socialista, ejemplificado a través de la deserción de un alto oficial soviético al mando de un submarino atómico. Dicha acción es mirada con sospecha por parte de las instancias de inteligencia estadounidense, donde el analista de la CIA Jack Ryan, se le asigna la tarea de desentrañar las verdaderas intenciones del comandante soviético.

El héroe de la mayoría de las novelas de Clancy es Jack Ryan. Un burócrata que, por cosas del destino, siempre termina involucrado en operaciones especiales, realizando "trabajo de campo". Ryan a diferencia de James Bond, no es un sex simbol, es un hombre común de clase media, felizmente casado y con hijos. Clancy establece con este personaje una serie novelas, que le permiten exponer en paralelo la evolución la realidad internacional, y el crecimiento de su protagonista en el establishment estadounidense. En la actualidad, Jack Ryan es un producto cultural que, a semejanza de James Bond, se convirtió en un ícono de la política occidental que trasciende a la obra escrita, de la cual nace, al ser interpretado por varios actores como Alec Baldwin (1990), Harrison Ford (1992, 1994), Ben Afleck (2002), Chris Pine (2014), John Krasinki (2023) desde la gran pantalla hasta las plataformas en streaming.

Su creador, fue quien más provecho obtuvo de sus obras, a lo que habría que agregar que él fue el principal sostén para el género de espionaje durante la década de los noventa del siglo pasado. al desarrollar narrativas secuenciales con los principales desafíos del entorno internacional, desde la perspectiva estadounidense, así como un fiel exponente del complejo militar industrial. Producciones definidas no solo por su componente ideológico, sino también propagandístico: Pánico Nuclear (1991); Deuda de Honor (1995); Op-Center: El Silencio del Kremlin (1997); Órdenes Ejecutivas (1998); Juegos de Poder: Polítika (2001); y Los Dientes del Tigre en el año 2004.

Tom Clancy, se convirtió un ente activo en la elaboración de las percepciones de sus lectores y consumidores más allá de la comunicación escrita. Es un autor, que trascendió y en total coherencia en un marco temporal de trasformaciones a nivel mediático con el surgimiento de las grandes corporaciones. Ello se materializó con la creación de Red Storm Entertainment, una compañía de videojuegos de igual nombre de una de sus novelas. Por lo que establece una narrativa que trasciende el formato escrito, para incorporarlas y hacerlas más sensoriales en el consumo mediante los videojuegos. Esta compañía en el año 2000 se convirtió en filial de la gran empresa de videos juegos Ubisoft, y en su cartera de productos se encuentran Rainbow Six , Pánico Nuclear entre otros.

Entre sus primeras obras del último decenio del siglo XX, está Pánico Nuclear, cuyo título original en inglés es: The Sum of All Fears, la cual sería llevada a la gran pantalla en el 20022. La novela se centra en un grupo terrorista compuesto por “minorías de carácter político - palestinos, kurdos, comunistas radicales (alemanes de la Ex – RDA) inadaptados a los nuevos cambios del escenario internacional- que amenaza la paz mundial. Los planes de acción de este heterogéneo grupo se concentran en escalar la violencia en el conflicto árabe – israelí, cuya supervivencia impide la tan añorada paz, una vez terminada la Guerra Fría. En esta obra se combinan los conflictos regionales de impacto global y el peligro a una confrontación nuclear.

El propósito del grupo terrorista es detonar una bomba atómica durante la celebración del Super Bowl3, en Denver, con el objetivo de enfrentar a los ex enemigos (Estados Unidos y Rusia). Dos naciones que vieron con beneplácito la cumplimentación de los acuerdos de paz entre palestinos e israelíes. Téngase en cuenta, los acuerdos de Oslo firmados en 1993 y tuvieron de precedencia en 1991 la tentativa de iniciar un proceso de paz entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina, Siria, Líbano y Jordania con la Conferencia de Paz de Madrid.

La novela retoma el estrés generado por la Guerra Fría y, en consecuencia, la posibilidad de un holocausto nuclear no desde un estado -nación, sino a través al terrorismo internacional como peligro a la seguridad nacional estadounidense y la estabilidad global. Por lo que la obra se inserta muy bien en el contexto histórico respecto a los principales acontecimientos de los años 1990- 1991, en cuanto a la ex RDA, su desplome, la situación interna de la URSS, las aspiraciones y comportamientos de la superestructura soviética de ese entonces.

Por su parte, Frederick Forsyth, escritor británico consagrado en la novelística de espionaje, redefine los estados villanos, a partir de los cambios ocurridos una vez desaparecida la Unión Soviética, manteniendo dentro de su narrativa, la singularidad una profunda investigación histórica y el uso de personalidades políticas internacionales. En 2016, publicó su autobiografía, El Intruso, donde confirmó sus vínculos con la inteligencia británica a lo largo de los años. Este novelista, mantuvo una producción paralela al escenario internacional y los imperativos angloestadounidenses. Destacaron en esta etapa: El Negociador (1991); El puño de Dios (1994), escrita al calor de la Guerra del Golfo; El manifiesto negro (1996) sobre la Rusia postsoviética; El Vengador (2003) referente al conflicto yugoslavo; y El Afgano (2007).

El negociador, es una novela del año 1991, donde representa los cambios de percepciones sobre los actores que modelaban la Guerra Fría. El autor expone a los viejos enemigos (EE. UU. y la URSS) en consonancia, dispuestos a reducir el armamento a favor de una paz plena mediante el Tratado Nantucket; tratado no del agrado de los fabricantes de armas, a lo que se agrega la crisis petrolera que afecta al mundo en estos años. Situaciones complejas generan intereses comunes en ambos campos. Por un lado, entre la extrema derecha estadounidense – Cyrus Miller, petrolero-, magnates de la industria bélica estadounidense y por otro de los extremistas soviéticos, como el mariscal Koslov- jefe del Estado Mayor Soviético-, quienes coinciden en que a sus respectivas naciones les afecta la crisis petrolera, la reducción de armamentos, y son contrarios a la política exterior de sus respectivos presidentes. Por tal motivo de no firmarse el Tratado, cada bando, saldría a la búsqueda de un escenario bélico que permita la combinación del complejo militar industrial de las partes y el control de grandes yacimientos de petróleo.

Esta producción literaria, expone el espíritu y la mentalidad de esos años; del acercamiento que existió entre ambas potencias, sobre todo por parte de la URSS en sus últimos años de existencia como efecto de la nueva mentalidad en su proyección exterior. La Unión Soviética no es la misma amenaza para Occidente; solo queda esperar su deceso. Por ello, en el guión es elogiada la figura de Mijail Gorbachov quien aparece como un personaje más en la novela, preocupado por la oposición interna dentro del gobierno. Aspecto interesante si se tiene en cuenta que, en el propio año 1991, esta oposición orquestó y llevó a cabo un golpe de Estado, aunque haya sido uno de los más efímero de la historia contemporánea. La obra también proyecta la necesidad real de sacar a flote la economía soviética, disminuida y caracterizada por estancamiento tecnológico y la inercia política. Los distintos encuentros celebrados entre los mandatarios de las dos superpotencias durante los años 1990 y 1991 crearon un espacio propicio para el desarrollo de esta novela y ficcionar al respecto. En correspondencia con el contexto temático de la obra se exalta el trabajo del KGB, con una característica peculiar: no es una organización cruel como fuera ilustrada en los años más tensos de la Guerra Fría, sino una instancia en con la cual se puede colaborar, y a su vez señala la supremacía angloestadounidense en todo momento de la obra.

El Negociador, marcó el inicio de la reconfiguración del enemigo, en la producción de Frederick Forsyth. En ella, el comunismo no es el peligro, sino grupos, personas inconformes, rezagos, conflictos no resueltos de la vieja confrontación. La existencia de la tecnología nuclear, sus poseedores, el acceso a los recursos energéticos, la pervivencia de regímenes autoritarios, son una preocupación latente por parte de los hacedores de política.

Los acontecimientos de la década del 90 permiten la revaluación de escenarios políticos, reconfigurar amenazas y potenciales contendientes a los intereses occidentales. En esa dirección, destaca El puño de Dios (1994), la cual centra su mirada en la Guerra del Golfo, conflicto que azotó la supuesta paz mundial una vez que la Guerra Fría languidecía4. Para la retórica occidental, Saddam Hussein había atacado a Kuwait, poniendo en peligro la “estabilidad de la región y el control de las mayores reservas de petróleo del mundo no podían caer en manos enemigas de Occidente.

Lo que estaba en juego era si el grueso de las mayores reservas petrolíferas del mundo sería controlado por los gobiernos de Arabia Saudí y los Emiratos, dependientes del poderío militar occidental para su seguridad, o por regímenes antioccidentales independientes, que podrían y estarían dispuestos a usar el arma del petróleo contra Occidente (Huntington, 1997, pp. 301-302).

El personaje principal de esta novela es Mike Martin, comandante de las Special Air Service (SAS), infiltrado primeramente en Kuwait, en donde adiestra a la oposición kuwaití y desarrolla una serie de ataques contra las tropas iraquíes. Tiempo después es asignado, en combinación con el MI6 y la CIA, a infiltrarse en Bagdag y conoce sobre los planes del líder iraquí. Un gran peligro que se cierne sobre Occidente a partir del arma secreta de Saddam, Hussein: “El puño de Dios”, un cañón nuclear capaz de alcanzar en un primer momento a aliados del mundo civilizado en la región como Israel, por lo que la expansión del radio de acción de esta superarma es solo cuestión de tiempo. Martín después de burlar innumerables obstáculos y con una extraordinaria pericia logra localizar el arma nuclear, la cual es destruida por las fuerzas aéreas.

 

El objetivo central, el pánico del mundo civilizado occidental, es generado por la supuesta tenencia de armas de destrucción masiva en regímenes calificados por Occidente como totalitarios5. Por lo que, si tenemos en cuenta, fecha de producción y las consecuencias inmediatas del 11/S, se puede afirmar que existía un terreno abonado, mediante la construcción de un imaginario político en contra de la nación iraquí.

El trasfondo histórico por parte de Forsyth permite una interpretación complementaria de lo ocurrido en esta contienda; se percibe la similitud del contenido reflejado con las revelaciones dadas por las fuentes publicistas que narraron el conflicto del Golfo, las personalidades políticas, el estado en que quedó la nación iraquí, así como las informaciones colectadas por las diferentes organizaciones de inteligencia. En otras palabras, se presenta una aparente correspondencia entre el manejo y presentación de las informaciones en la contemporaneidad y su ficción, en una relación compleja entre la credibilidad y la veracidad.

El posible destino y tenencia de armas de destrucción masiva, la existencia de regímenes autoritarios, el futuro desempeño de actores internacionales como Rusia, se incorporó el fenómeno del terrorismo y su relación con el fundamentalismo religioso.

Sobre ello, versan -de una manera u otra- las novelas Deuda de Honor (1995) y Órdenes Ejecutivas (1998), de Tom Clancy. La particularidad además de su contenido y propósitos, se encuentra la evolución del personaje de Jack Ryan en la estratificación estadounidense estableciendo una línea de tiempo. Son dos producciones interesantes sobre el escenario político internacional. El fin de la historia no convence al analista de la CIA, Jack Ryan. Su concepción es que Estados Unidos sigue a merced de ciertos peligros cuya identificación rompe los cánones clásicos y la nación tiene que estar preparada.

Para estos años, Japón si bien es un aliado, se ha convertido en un rival de peso en la esfera económica del nuevo orden mundial. Una posición alcanzada, gracias al desarrollo en las esferas de la tecnología y la informática. Los costos de producción se han abaratado, lo cual le permite vender sus productos a precios más competitivos en el mercado internacional. La industria automovilística japonesa disparó sus ventas en este periodo de tiempo y afectó a su homóloga estadounidense. Todo esto propicia el manejo de futuras políticas proteccionistas por parte de Estados Unidos. En la recreación literaria, el pretexto, será un lamentable accidente en suelo estadounidense, ocasionado por la negligencia de una firma de automóviles japonesa. Las discrepancias entre las dos naciones se acrecientan por los efectos de un sabotaje a la bolsa de valores de Estados Unidos y un misterioso accidente en una maniobra militar conjunta. La zona Asia -Pacífico concentra la mirada y la capacidad de respuesta de los Estados Unidos. La crisis es resultado de un plan maquiavélico orquestado por varios empresarios japoneses nacionalistas y una parte de las fuerzas armadas. Dentro de sus colaboradores futuros se encuentra la India y China. Esta última ante la debilidad estadounidense persigue emerger como potencia hegemónica y disputarle a Rusia los recursos energéticos existentes en la Siberia.

En esta oportunidad, Jack Ryan debido a su hoja de servicios ha sido nombrado consejero de Seguridad Nacional. Por lo que Clancy, nos transporta a los hacedores de política a nivel gubernamental a través de su personaje principal. La pericia de este le permite solucionar la crisis del Pacífico, apelando a diversos medios como los servicios secretos hasta las fuerzas armadas en ataques fulminantes contra los complotados.

El éxito de las operaciones especiales es resultado de la estrecha colaboración del gobierno ruso. La novela expresa la aspiración de lo que se conoció como la Doctrina Doctrina Kóziriev (1992- 1995), cuya esencia radicaba en: El utopismo era tan profundo, que se consideraba posible la emergencia de un contexto en el cual Rusia y los Estados Unidos devendrían los dos superpoderes que tendrían a su cargo la responsabilidad por el orden y la estabilidad mundiales (…) (Dacal, A y Brown, F, p.286)

El suspenso de la trama no termina, para adentrarse en la dinámica interna estadounidense, debido a un escándalo sexual del vicepresidente de los Estados Unidos. Su destitución, propicia el nombramiento de Jack Ryan a partir de su trayectoria y capacidad en la resolución de conflictos. Sin embargo, la posible desestabilización de la sociedad estadounidense no desaparece, pues un familiar de los complotados es piloto de Japan Airlines y decide desviar de su curso una aeronave, la cual estrella contra el Capitolio y eliminando prácticamente a todo el gobierno. Ryan, al ser el sobreviviente de más alto rango, en una nación sumida en el caos del atentado terrorista, asume la presidencia.

La trama de Deuda de Honor contempla las disputas entre las naciones como China, Japón, por mercados, áreas de influencia y cierra con el fenómeno del terrorismo. Los hechos del 11 de septiembre del 2001 hicieron que el autor de esta novela fuera consultado por medios y analistas internacionales. El impacto de un avión suicida a una institución gubernamental abrió un sinnúmero de interrogantes sobre la posibilidad de que ese escenario estuviese contemplado por los servicios secretos estadounidenses.

Para Frederick Forsyth, la finalización de la última década del siglo XX despierta su inquietud hacia la nación rusa y posible futuro en el sistema internacional. En correspondencia, escribe El manifiesto negro (1996) llevada a la televisión posteriormente bajo el título Icon (2005), protagonizada por el actor Patrick Swayze. La novela se caracteriza por su realismo político, de intenso suspenso y tiene entre sus objetivos mostrar la erosionada reputación y la grave situación interna por la que atraviesa la que fue en un pasado la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)- hoy Rusia-, la cual, a partir de los cambios económicos y sociopolíticos emprendidos desde el poder, ha quedado virtualmente hecha pedazos.

Su creador, insiste en subrayar la imagen de un país destruido, afectado por el tránsito brusco hacia el orden capitalista, y el deterioro social que este proceso acarreó. En ningún momento expresa que los elementos expuestos sean resultado de las pérdidas de los logros sociales alcanzados durante el Socialismo y la implantación de medidas neoliberales. En cambio, manipula conscientemente fenómenos cómo la miseria y la corrupción, resultantes del pasado comunista, los cuales contribuyeron al desarrollo y proliferación de organizaciones criminales compuestas por oportunistas políticos del antiguo régimen enriquecidos de manera ilegal. Por lo que sectores como ex agentes del KGB y los antiguos militares marginados aprovecharon la coyuntura, se apropiaron de las riquezas del país y devinieron en matones y guardaespaldas de la mafia rusa. rectores de una sociedad rusa en crisis.

Una de las ironías de la guerra fría es que el comunismo podría haberse derrumbado diez años antes de no ser por el hampa. Hasta los jefes de partido tuvieron que acabar pactando secretamente con ella. Por una razón muy simple: era lo único que funcionaba en la URSS con cierto grado de eficacia. (Forsyth, 1996, p. 213)

El complejo escenario ruso, resulta una preocupación debido al posible fortalecimiento de las fuerzas de extrema derecha nacionalistas rusas y llegada al poder político. Jason Monk, es un ex agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), contratado al servicio de su majestad británica, para impedir un golpe fascista, conocido por la obtención del programa político: el Manifiesto Negro, una especie de Mein Kampf. El líder de este movimiento político es Igor Komarov, un ultranacionalista, admirador de Adolf Hitler que entre sus promesas de campaña está devolver la gloria a Rusia. En un contexto de crisis socioeconómica, política y retroceso en la arena internacional, son componentes propicios para el resurgir de un nacionalismo chauvinista y contrario a las directrices de Occidente.

La obra interpreta, desde la óptica de su creador una realidad inmediata, de tiempo presente, por lo que el lector es sumergido en un contexto histórico contemporáneo del cual recibe informaciones similares por otras vías de comunicación.

Ante esta nueva contingencia, nada menos que el renacer del fascismo, el mundo Occidental se verá obligado a hacer frente a la crisis a través de sus organizaciones de inteligencia, sean la CIA o el M.I.6 británico. El comunismo podía haber desaparecido, pero la paranoia rusa seguía en plena forma. La nación rusa dada su extensión, potencial armamentístico, recursos naturales, minerales y humanos la hacen digna para tener en cuenta en la correlación de fuerzas a nivel internacional. Por lo que es un eje temático recurrente en estas producciones literarias.

Los viejos lodos son retomados, y las opiniones sobre los antiguos rivales no han cambiado totalmente. Rusia continuaba siendo un competidor internacional, pues si bien se encontraba en una crisis económica y política para estos años, continúa siendo una potencia dentro de la cual podría surgir un líder nacionalista capaz revertir la realidad imperante.

Sobre esta misma línea, versan Op-Center: El Silencio del Kremlin (1997) y Juegos del Poder: Polítika del año 2001 de Tom Clancy.

Dicha particularidad sirve para demostrar la adaptabilidad de este tipo de literatura a la realidad histórica imperante y el inmediato reflejo de las preocupaciones de los círculos de poder angloestadounidense, a partir de la coincidencia del tema escogido por ambos escritores. La inquietud por la posible emergencia de un nuevo mandatario que fuera contrario a los intereses occidentales y restaurará la moral rusa en sus valores tradicionales. La llegada de Vladimir Putin materializaba todas preocupaciones occidentales sobre un come back ruso.

La presidencia de Yeltsin significó como se ha señalado anteriormente años de desorden, de enriquecimiento desmedido de las élites regionales, de los distintos funcionarios del régimen anterior y la caída de un pozo sin fondo de la nación rusa por la pérdida de todos sus avances y como una de sus consecuencias la crisis de valores de su sociedad. Pero para los Estados Unidos era la existencia de un hombre prooccidental, anticomunista convencido y garante de un no retorno del pasado.

La crisis política que se vivía en Rusia, la recuperación y fortalecimiento paulatino del Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR) reflejado en las elecciones parlamentarias de 1993 y 1995, las presidenciales de 1996 son un complejo multifactorial peligroso para los Estados Unidos y sus aliados. El posible fortalecimiento de Rusia y su influencia en la correlación de fuerzas nivel internacional es un reto al unipolarismo estadounidense.

Todas estas características del escenario internacional son espacios abiertos para la elaboración de nuevas obras de espionaje donde la colaboración rusa- norteamericana vista en Deuda de Honor deja de existir y se pasa a la confrontación en las novelas posteriores .

En la primera debe resaltarse su fuerte contenido anticomunista:

El fin de la guerra fría y la caída del bloque socialista han sumergido la economía rusa en el caos. El ministro Dogin, militar megalómano y nostálgico del anterior régimen totalitario, trama un sangriento plan para restituir el socialismo. Apoyado por la temida mafia rusa, intenta invadir Polonia como primer paso para edificar una nueva Unión Soviética”. (Clancy, 1997 contraportada)

Finalizado el periodo presidencial de Yeltsin, en las próximas elecciones se ven las caras Nikolai Dogin antiguo Ministro del Interior- comunista, admirador de Stalin- y Kiril Zhanin partidario del libre mercado y prooccidental. Dogin no se resigna a la derrota frente a Zhanin y orquesta un futuro golpe de Estado. Para la realización de este cuenta con el apoyo de varios generales y de la mafia rusa. Esta última le brinda terroristas y matones, los cuales son usados primeramente en un ataque terrorista en la ciudad de Nueva York en el túnel de Queens a Midtown. El impacto psicológico del atentado realizado por Eival Ekdol -terrorista ruso- presiona al gobierno estadounidense en hallar una solución. Ekdol se comunica con la Casa Blanca y se adjudicándose públicamente el acto terrorista y amenaza con más si los Estados Unidos hacen frente a futuras acciones de Rusia. La trama pone sobre la mesa, a través de Dogin los intereses geopolíticos, de recuperar sus antiguas áreas de influencia ante la posible expansión de la OTAN, siendo manifiesto en la siguiente expresión de uno de los seguidores de Dogin, el general Victor Mavik:

Bienvenido al mundo en el que la OTAN corteja a la República Checa, Hungría, Polonia, naciones del antiguo Pacto de Varsovia, para que se unan a la Alianza Atlántica sin ni siquiera consultarnos. (Clancy, 1997, p. 225)6.

La única solución posible para la nación estadounidense es llamar al comando Striker entrenado para el control y solución de crisis. Su misión será penetrar en territorio ruso, desarticular el complot mediante la eliminación de sus autores. La novela nos hace transitar por el suspenso, la acción, y concluye con el restablecimiento de la estabilidad mundial según los conceptos del autor de la obra.

(…) decidió que estaba allí para defender a Estados Unidos, no solo porque era el mejor sitio para vivir, sino porque la energía e ideales de nuestra nación eran los que motivaban a todo el mundo. Si nosotros nos vamos, Squires estaba convencido de que el planeta se convertiría en un caldo de cultivo para dictadores deseosos de ejercer su dominio y no en un territorio para estados autónomos competitivos y vitales. (Clancy,1997, p. 225)

En Juegos del Poder: Politika (2001), Clancy retoma nuevamente el territorio ruso como espacio políticamente inestable, una preocupación para las esferas de poder estadounidense. Por lo que a semejanza de “El silencio del Kremlin” se presenta a una Rusia deseosa por emerger como potencia, pero inmersa en un crisis económica y política de grandes proporciones ante la muerte repentina presidente Boris Yeltsin y necesitada de los préstamos que le pueda hacer Estados Unidos, ya que si estos no se lograban: Lo único que abundaría en Rusia serían los gritos de los hambrientos y los lamentos de los moribundos (Clancy, 2001, p.17). Sin embargo, el proceso de negociaciones derivado de tal situación tratará de ser obstaculizado por fuerzas políticas ultranacionalistas, personificados en la figura de Arkadi Pedachenko, fiel opositor de la política prooccidental que lleva el presidente provisional Starinov.

Pedachenko, para lograr sus objetivos, va a sabotear de manera encubierta las reservas de alimentos del estado y obstaculizar las negociaciones con un ataque terrorista, mediante la detonación de bombas colocadas en distintos puntos de la Time Square de New York, durante la espera del nuevo año. Para materializar este ataque es contratado un heterogéneo grupo de mercenarios: (…) un sinvergüenza enriquecido con el tráfico de drogas, el robo y la industria del vicio, un traficante indonesio al servicio de Beijing y una mujer (árabe) despiadada que traficaba con vidas humanas (…) (Clancy, 2001, p.30).

Su composición, es la unión de todos los miedos y amenazas declaradas en la Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense

Por último, Los Dientes del Tigre (2004), es una producción que intenta revitalizar no solo su labor dentro del género de espionaje, sino también dar continuidad a su emblemático personaje, Jack Ryan. La trama combina y etiqueta tres amenazas a la seguridad nacional estadounidense: el narcotráfico, el fenómeno de la inmigración y el terrorismo.

En esta producción, narcotraficantes colombianos introducen a dieciséis musulmanes, en territorio norteamericano a cambio de que estos los ayuden a desarrollar una fuerte red de narcotráfico en Europa. A su vez, este pequeño grupo de musulmanes ataca 4 centros comerciales con armas automáticas y ocasionando alrededor de 83 muertos y 143 heridos con el objetivo de crear pánico en la sociedad norteamericana.

(…) Ahora, todos los estadounidenses sabían que no estaban seguros. Vivieran donde vivieran, podían ser alcanzados por los Santos Guerreros, quienes estaban dispuestos a entregar sus vidas a cambio de terminar con el sentimiento de seguridad de sus enemigos (…) (Clancy, 2004, p. 260).

Este acto terrorista recreado en la novela es la primera de una serie de hechos que continuarán ocurriendo dentro de la nación. Para detenerlos, los Estados Unidos disponen de una empresa clandestina: Hendley Asociates, la cual aparentemente se dedica a la inversión en acciones comerciales, bonos y divisas; sin embargo, su tarea principal es identificar, localizar y eliminar las amenazas terroristas. Ello nos adentra en el proceso de terciarización de mecanismos de defensas, a través de la contratación de corporaciones en el ámbito militar, tal como se evidenció con Black Water en la guerra de Iraq.

(…) los Estados Unidos habían respondido, en el terreno de su enemigo y con las reglas de éste. Lo bueno era que el enemigo no tenía forma de saber cuál era el felino [Los Dientes del Tigre] que lo acechaba en la jungla. Apenas se habían encontrado con sus dientes. Ahora les tocaría enfrentarse a su cerebro. (Clancy, 2004, p. 416)

El hecho de que Estados Unidos elimine a sus contendientes de este modo abre el camino mediante el imaginario a que el lector sea cómplice de esta tarea, vea con agrado o con indiferencia, los distintos centros de tortura y cárceles clandestinas creadas después de las intervenciones militares en Afganistán e Irak. Asuma y justifique el proverbio, bíblico de: “Ojo por ojo y diente por diente”, que resume el objetivo de esta obra, fruto del contexto en cual es producida y de los intereses político- ideológicos que representa.

En síntesis, Tom Clancy fue miembro de la derecha neoconservadora estadounidense, uno de los artífices de la campaña propagandística que este sector desarrolló en apoyo a sus ambiciones geoestratégicas. Las complejidades del nuevo orden internacional son expresadas en sus obras, al igual que los retos a los que se enfrenta Estados Unidos. Es meritorio señalar en Clancy, como desde los años noventa del siglo pasado, centra su mirada en el terrorismo y el fundamentalismo religioso en el mundo árabe.

(…) el islam, una civilización diferente cuya gente está convencida de la superioridad de su cultura y está obsesionada con la inferioridad de su poder. El problema para el islam no es la CIA o el Ministerio de Defensa de los EE.UU. Es Occidente, una civilización diferente cuya gente está convencida de la universalidad de su cultura y cree que su poder superior, aunque en decadencia, les impone la obligación de extender esta cultura por todo el mundo. Éstos son los elementos básicos que alimentan el conflicto entre el islam y Occidente” (Huntington 1997, p. 260)

La concordancia entre la composición de las amenazas que acechan a los Estados Unidos, creadas por Tom Clancy y la tesis de Samuel Huntington, no es casual. El producto cultural elaborado por este está encaminado a la expansión del pensamiento neoconservador norteamericano, inclinar a la opinión pública y a la vez apunta hacia una gratificación simbólica de formar parte de un victorioso poder, único garante de la estabilidad internacional.

La evolución de su producción literaria se proyectó paralelamente a los intereses geoestratégicos norteamericanos; a la conformación de su seguridad nacional y su política exterior. Si el interés nacional se resume en el qué defender para un pueblo y la seguridad nacional en el modo, en los medios a utilizar, la obra de Tom Clancy impuso, mediante el manejo de la realidad internacional y la ficción: el interés y la seguridad nacionales que deberían asumir los lectores, y la opinión pública internacional. Pero en esta labor de propaganda, referida a los valores de la sociedad occidental y de quienes tienen en ésta las palancas del poder político no es el único.

Para Forsyth, Afganistán, es un terreno abonado para su novela, El Afgano (2007). En ésta retoma a uno de sus personajes en “El Puño de Dios” (1994), Mike Martín para impedir un ataque terrorista de dimensiones incalculables. El terrorismo de matiz islámico es puesto con fuerza en esta producción literaria. La historia comienza con los ataques terroristas ocurridos el 7 de julio del 2005 en los metros de Londres. Los autores, identificados por las fuerzas policiales, encuentran en la casa de uno de los criminales una factura de compra de 4 celulares los cuales automáticamente, pasan a una lista negra de las organizaciones antiterroristas. Esto posibilitó conocer de un plan mayor, gracias al error cometido tiempo después por un guardaespaldas de uno de los financieros de Al Qaeda (el egipcio Tawfik Al –Quk, a quien, uno de los terroristas de Londres le obsequió dicho teléfono). El guardaespaldas realiza una llamada a su casa y permite el rastreo y localización tanto de él como de su jefe por parte del Comité de Lucha Contra el Terrorismo (CCT) en Peshawar (Pakistán). Esta organización, en coordinación con el personal perteneciente a los servicios secretos de Londres y Washington radicados en sus embajadas, realizan una operación comando donde solo se salva el ordenador maltrecho de Tawfik Al –QuK. En el proceso de reparación de la computadora conocen de un ataque de Al Qaeda llamado, “Al Isra”. Esta información es analizada por los servicios especializados y escogidos estudiosos del mundo islámico. A partir de ahí, Forsyth nos remite a la historia de Afganistán para darnos a conocer un personaje vital para el logro de la infiltración de Mike Martin: Izmat Jan, de la etnia pashtún , conocido por el nombre de “El Afgano”, preso en la base naval de Guantánamo; un veterano de la guerra soviética afgana, quien se ganará el respeto y admiración no solo de su comunidad, sino también de un guerrero saudí: Osama Bin Laden. El parecido entre Martin e Izmat es extraordinario, lo cual hace posible la infiltración del agente británico.

La narración hecha por el escritor sobre la historia de esta nación resulta interesante, pues brinda un estudio nada superficial sobre este país, desde la invasión soviética en 1979. Una nación cuya posición estratégica ha sido su martirio a lo largo de los años, codiciada por los rusos, iraníes, pakistaníes, sauditas, uzbekos y los propios Estados Unidos. La intervención soviética en 1979 marcó para no pocos el fin de lo que se conoció como Distensión y dio la oportunidad a los elementos más neoconservadores de los Estados Unidos con Ronald Reagan al frente, de iniciar lo que se conoció como el Vietnam soviético. El conflicto soviético afgano formó parte de la estrategia de desgaste de los Estados Unidos, favorecida por la crisis económica que atravesaba el régimen socialista. Durante diez años el gobierno estadounidense apoyó a la resistencia afgana, a los muyahidines con dinero y armas a través del Servicio Secreto Paquistaní (ISI). Este último acorde a sus intereses geoestratégicos apoyaba dentro de los muyahidines a la etnia pashtún. La ayuda norteamericana suministrada mediante el ISI ascendió casi 6 mil millones de dólares. El centro de esta radicaba en Peshawar donde por esos años comienza una figura de origen saudí a destacarse en cuanto a su apoyo la lucha y como guerrero: Osama Bin Laden7.

Una vez terminada la contienda, Afganistán quedó a merced de los señores de la guerra. El territorio se convirtió en un semillero de contrabando de armas y drogas. La devastación causada por una década de guerra no dejó otra salida para muchos afganos que el cultivo de la adormidera. La “posguerra” inició una nueva etapa en la sociedad afgana, diezmada, con extensos campos minados de explosivos y jefes tribales que hacían y deshacían a su antojo, imponiendo sus leyes en los territorios ocupados. Dentro de este mar de caos es cuando aparece una figura : el Mullah Omar y sus talibanes.

En esas nuevas circunstancias, una nueva oleada fundamentalista irrumpió en el escenario regional para combatir a los corruptos señores de la guerra que habían abandonado el camino del islam. Era el inicio del talibán, un movimiento moralizador compuesto principalmente por jóvenes estudiantes de teología (talibán) adoctrinados en las madrasas (escuelas coránicas) desparramadas por el territorio paquistaní cercano a la frontera, donde se concentraban cientos de campamentos que albergaban a cerca de dos millones de refugiados afganos. (Baltar, 2003, p. 66)

Estas jóvenes víctimas de la guerra, criados en los campamentos de refugiados y en las escuelas coránicas, encontraron un ideal político- religioso que los inspiraba a combatir la maldad en nombre de Alá.

(…) los chicos se instruirían en la escuela coránica o madrasa en todos los campos de refugiados. Aprenderían a recitar los versos del Corán de carrerilla. En cuantos, al resto de su educación, solo aprenderían sobre la guerra.

Por regla general, los imanes de estas madrasas, muchos de ellos saudíes, recibían las donaciones, el salario y los fondos de Arabia Saudí, por lo que trajeron consigo la única versión del islam permitida en ese país: wahabismo, el credo más severo e intolerante dentro del islam (…), toda una generación de jóvenes afganos estaba a punto de sufrir un lavado de cerebro que los conduciría al fanatismo. (Forsyth, 2007, p. 84)

La caracterización realizada por este escritor inglés está distanciada a la expresada por varios especialistas de la región. No obstante, de manera intencionada soslaya el papel de los Estados Unidos como uno de los progenitores del movimiento talibán al hacer mención sobre comienzo de la guerra civil afgana entre los talibanes y la Alianza del Norte:

De modo que empezó la siguiente guerra civil entre los talibanes y la Alianza del Norte de Masud el tayiko y Dostum el uzbeko. Era 1996. solo Pakistán, que los había organizado, y Arabía Saudí, que los financió, reconocieron al nuevo y extraño gobierno de Afganistán. (Forsyth, 2007, p. 110)

En la novela, el curtido guerrero Izmat Jan tiene una cuenta personal con los Estados Unidos. En agosto de 1998 son llevados a cabo dos atentados con bombas a las embajadas estadounidenses en Kenya y Tanzania. Los Estados Unidos culparon a Osama Bin Laden quien, meses antes, había proclamado su cruzada contra la gran nación del norte y sus aliados. La reacción no se hizo esperar y el 20 de agosto los Estados Unidos lanzó misiles contra campos de Al Qaeda ubicados en Afganistán y exigió la entrega del terrorista saudí. En la trama, estos bombardeos realizados por Estados Unidos afectaron no solo a los campamentos de Al Qaeda, sino también a las poblaciones circundantes. En esos eventos es donde mueren la mujer de Izmat Jan y sus hijos, quien, a partir de ese momento, decide unirse a los talibanes y luchar contra las tropas de la Alianza del Norte en la guerra civil afgana y tiempo después contra los Estados Unidos cuando este país desarrolla su intervención en el 2001 en su lucha contra el terrorismo.

Una vez lograda la ocupación norteamericana y sus aliados del territorio afgano, Izmat Jan es uno de sus prisioneros, siendo llevado a la Base Naval de Guantánamo y sometido a varios interrogatorios. Tiempo después es aparentemente trasladado a Afganistán para ser enjuiciado por el gobierno de Hamid Karzai. Aquí es donde se realiza el cambio de personajes y Mike Martin bajo la personalidad de Izmat es llevado Afganistán y donde es preparada su fuga, cuando el verdadero Izmat es trasladado y ubicado en una prisión clandestina en los Estados Unidos, donde muere en un intento por escapar. Mike Martin haciendo uso del prestigio de Izmat Jan logra inflitrase entre las fuerzas talibanas y ser incorporado al plan cuyo nombre es: Al Isra.

La novela conduce así al lector por un camino de suspenso constante, donde la realidad y la ficción se mezclan para revelar el objetivo del plan terrorista. Los mandatarios de los países más desarrollados, el Grupo de los Ocho (G-8) ante las constantes protestas de los anarquistas e incomprendidos y el despliegue de fuerzas de orden a lo largo de los años- según Forsyth- deciden realizar su cumbre a bordo de un crucero “El Queens Mary II” en una travesía por el Océano Atlántico. Los Talibanes, por su parte habían secuestrado y tomado un buque petrolero. Los aviones del 11 de septiembre son sustituidos ahora por un buque bomba para embestir al Queens Mary II.

Se hace necesario enfatizar la utilización por el autor de eventos reales de la contemporaneidad más cercana, si se tiene en cuenta que comienza con los atentados terroristas de Londres del 2005, los conflictos bélicos desatados a partir del 2001 y el escenario afgano. En ningún momento la obra polemiza sobre las torturas a que son sometidos los prisioneros que se encuentran en la Base Naval Guantánamo u otras prisiones clandestinas, ni los sufrimientos causados al pueblo afgano durante la intervención estadounidense.

Para Forsyth, al igual que para Tom Clancy, la protección de una sociedad libre tiene sus sacrificios, resumida en una máxima: El fin justifica los medios.

CONCLUSIONES

La caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría implicó una transformación en la percepción del enemigo en la novela, más no la crisis de este género literario. Se transitó de un enfoque centrado en el combate al comunismo, a un relato que enfatiza en el terrorismo, el fundamentalismo religioso como nuevas amenazas, y potenciales contendientes desde la óptica occidental.

La novela de espionaje, un producto cultural, vehículo de trasmisión ideológica, cuya narrativa asumió diversos formatos favorecidos por el gran capital a través de las industrias culturales. La figura del "villano" se diversificó, abarcando desde terroristas hasta potencias emergentes como Rusia y China. Narrativas que trascienden el entretenimiento para moldear la opinión pública y construir estereotipos sobre naciones o grupos políticos.

Por lo que, Frederick Forsyth, Tom Clancy exponentes del género evaluaron y proyectaron acontecimientos y posibles desafíos del escenario mundial, al ofrecer una visión desde el presente, con una perspectiva geopolítica e histórica de las relaciones internacionales.

notas

1 El 11 de septiembre del 2001, a las 8: 45 am, un Boeing 767 se estrelló contra la torre norte del World Trade Center (WTC) de Nueva York A las 9: 40 am, un Boeing 757 de United Airlines impactó contra la Torre sur del WTC. Cinco minutos más tarde, el vuelo 77 de American Airlines, un Boeing 757, se precipita sobre el edificio del Pentágono en Washington. Tiempo después, cayó el vuelo 93 de United Airlines, un Boeing 757, en las afueras de Pittsburg (Pennsylvania).

2 Esta novela escrita en 1991, a raíz de los sucesos del 11 de septiembre del 2001, fue llevada a la gran pantalla, con actores tales como Morgan Freeman y Ben Afleck. Este último personificó a Jack Ryan. Fue una de las más taquilleras del año 2002.

3 El SuperBowl es la gran final del football estadounidense. En ella se enfrentan el ganador de la Conferencia Americana contra el triunfador de la Conferencia Nacional.

4 Con respecto la ubicación temporal exacta del fin de la Guerra Fría, existen distintas opiniones. Hay quienes la ubican con el derrumbe del Muro de Berlín, otros con la disolución del Pacto de Varsovia en 1991 y por último aquellos que la ubican con la desintegración de la URSS.

5 Sobre la capacidad nuclear de Iraq ya había existido un precedente: en junio 1981, Israel realizó un ataque aéreo sorpresivo a Iraq, en el cual destruyó el reactor nuclear iraquí, ubicado en Bagdad. La excusa israelí fue que el reactor estaba destinado a la fabricación de armas nucleares para arrojar en su territorio.

6 En la cumbre de la OTAN el 7 de julio de 1997, Polonia, Hungría y República Checa recibieron la invitación oficial para establecer las negociaciones formales que culminarían con su adhesión a la Alianza en 1999.

7 Existe una variada bibliografía, no exenta de contradicciones sobre la figura de Bin Laden y si era realmente agente o fue entrenado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Lo cierto es que es muy difícil, siendo Bin Laden -cooperante activo- y miembro después de la resistencia afgana, radicado en Peshawar no tuviese conocimiento o contacto con la CIA o el ISI paquistaní. Aproximadamente en 1986 es creada, por Bin Laden, Al Qaeda, una organización de apoyo no solo a los familiares de los guerreros, sino también de suministros de todo tipo para la causa afgana y centro de entrenamiento de los combatientes. Ya sea directa o indirectamente Bin Laden es un fruto del apoyo brindado por los norteamericanos a los muyahidines en su guerra contra los soviéticos.

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