La nueva forma capitalista de hacer economía: una lectura
a la luz de Marx hoy

The new capitalist way of doing economics: a reading in the light of Marx today

 

Lic. Ricardo Leyva Pérez

Profesor Auxiliar. Metodólogo de la Maestría en Relaciones Internacionales. Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, La Habana, Cuba. ricardoleyva70@gmail.com 0000-0002-1888-2342

Cómo citar (APA, séptima edición): Leyva Pérez, R. (2025). La nueva forma capitalista de hacer economía: una lectura a la luz de Marx hoy. Política Internacional, VII (Nro. 2), 300-319. https://doi.org/10.5281/zenodo.15103943

https://doi.org/10.5281/zenodo.15103943

 

Recibido: 5 de febrero de 2025

Aprobado: 19 de marzo de 2025

publicado: 7 de abril de 2024

 

RESUMEN Argumentar la vigencia de la teoría marxista en torno al análisis de las relaciones capitalistas de producción en el siglo XXI, constituye el propósito central del presente artículo. La implosión del otrora “socialismo real” en los países del centro-este europeo encabezado por la extinta URSS a fines de la pasada centuria, unido, a más tres décadas de globalización neoliberal al amparo del pensamiento convencional hegemónico dogmatizado originado desde las metrópolis del primer mundo, fueron suficientes para impactar de sobremanera en los distintos aspectos de la vida social contemporánea, especialmente, en el terreno de la teoría económica marxista. Fenómenos que colocaron entredicho una vez más la vitalidad del legado de Carlos Marx para enjuiciar críticamente el desenvolvimiento lógico e histórico del capital, al capitalista como personificación de este, así, como al entramado contradictorio que acompaña al sistema en su conjunto. No obstante, las continuas evidencias tanto teóricas como fácticas indican todo lo contrario, constituyen claras señales de la encrucijada en que se halla la racionalidad ortodoxa tradicional para sortear los obstáculos objetivos inmediatos anidados en el corazón del sistema-mundo de la actual centuria.

Palabras claves: globalización, neoliberalismo, modelo de acumulación capitalista, III Revolución Científico Técnica, especulación financiera, economía real y crítica marxista.

ABSTRACT To argue the validity of Marxist theory in relation to the analysis of capitalist relations of production in the 21st century is the central purpose of this article. The implosion of the former “real socialism” in the countries of central-eastern Europe led by the defunct USSR at the end of the last century, together with more than three decades of neoliberal globalization under the protection of dogmatized hegemonic conventional thinking originating from the metropolises of the first world, were enough to greatly impact the different aspects of contemporary social life, especially in the field of Marxist economic theory. Phenomena that once again called into question the vitality of C. Marx’s legacy to critically judge the logical and historical development of capital, the capitalist as its personification, as well as the contradictory framework that accompanies the system as a whole. However, the continuous evidence, both theoretical and factual, indicates the opposite; it constitutes clear signs of the crossroads at which traditional orthodox rationality finds itself in overcoming the immediate objective obstacles nested in the heart of the world-system of the current century.

Keywords: globalization, neoliberalism, capitalist accumulation model, III Technical Scientific Revolution, financial speculation, real economy and Marxist criticism.

 

 

INTRODUCCIÓN

“La doctrina de Marx es todopoderosa porque es exacta. Es completa y armónica, dando a los hombres una concepción del mundo íntegra, intransigente con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa. El marxismo es el sucesor natural de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés”. V. Lenin.

Argumentar la vigencia de la teoría marxista en torno al análisis de las relaciones capitalistas de producción en el siglo XXI, constituye el propósito central del presente artículo.

El devenir de la humanidad en su largo peregrinar histórico pudiésemos resumirlo mediante el desarrollo ascendente de las fuerzas productivas durante milenios; un proceso que bajo la lógica del capital adopta la forma mercantil, o sea, relaciones sociales de producción, que, aplicando el razonamiento de Carlos Marx (1818-1883) se cosifican tras la tupida penumbra del denominado “libre mercado perfecto regido por leyes naturales y eternas”, núcleo duro, en el pensamiento de los padres fundadores del capitalismo moderno.

Hoy, dicho principio cobra matices cualitativamente nuevos al incorporar en su contenido y praxis los aditamentos provenientes de la Tercera Revolución Científico-Técnica (III RCT), creando así, condiciones sistémicas para que funcione un mercado capitalista mundial cada vez más desregulado, volátil, escéptico, globalizado, transnacionalizado y altamente financiarizado.

Sin embargo, tras los influjos del actual contexto, los hacedores del “capitalismo cognitivo” neoliberal continúan en deuda consigo mismo, pues, el fantasma de las crisis periódicas del capitalismo reaparece de manera más recurrente que ayer, con alcance sistémico-estructural y efectos demoledores en todos los aspectos de la vida social.

Asimismo, al igual que en el pasado, los “gurúes del mercado” tampoco logran conectar la teoría con la práctica en cuestiones medulares de política económica con el fin de preservar los sacrosantos intereses oligopólicos transnacionales y financieros; de igual forma, es notorio la profundización de todo tipo de brechas al interior de los llamados países desarrollados, pero también entre estos y los subdesarrollados.

A modo de síntesis sobre lo señalado hasta aquí, las disímiles problemáticas asociadas al desenvolvimiento del capitalismo contemporáneo antes mencionadas, contribuyen a intensificar el resto de los graves dilemas de la humanidad sin parangón en la historia, o, lo que es igual, compromete la biodiversidad del planeta en cualquiera de sus manifestaciones.

De este modo, el eclecticismo de las directrices socioeconómicas gestadas e implementadas en los denominados “países-centros”, su reciclaje habitual, junto, a la incertidumbre de sus resultados inmediatos, reflejan el estancamiento en que se halla la lógica capitalista en el siglo XXI. En otras palabras, los obstáculos visibles en el proceso de reproducción económico-social -con claras ramificaciones a nivel de la superestructura ideopolítica e institucional- no es otra cosa que la actualización de los propios límites que históricamente distinguieron a la racionalidad capitalista tanto en el orden teórico-conceptual como metodológico y práctico. Presenciamos así, un vacío epistémico en la política oficial, una enfermedad sin antídoto definitivo posible a través de dichos cánones.

En tal sentido, pareciera una tozudez histórica seguir apostando por el pensamiento marxista-leninista y su metódica en lo concerniente a redescubrir el mundo económico real en su totalidad1, o sea, no hablamos de la suma segmentada de cada uno de los eslabones que componen a un “todo”, sino, de la comprensión del mismo “todo” en sí mismo, de la reinterpretación contextualizada de este desde su dinámica, interrelaciones e interdependencias, y, que como fenómeno en movimiento no lineal objeto de estudio, describe una trayectoria multidimensional e integral, portadora de contradicciones socioclasistas propias, que, al entrelazarse biunívocamente con las relaciones superestruturales2 logran configurar las complejidades internas y externas asociadas a ese inmenso “organismo social” que los marxistas denominamos formación socioeconómica3.

A partir de las consideraciones contenidas en el párrafo anterior, por qué no revitalizar el valor científico de la crítica marxista con respecto a los principales aspectos gnoseológicos de la teoría económica, y, en ese mismo orden, por qué no revindicar en el presente a Carlos Marx para la posteridad. Hagamos nuevamente de la Economía Política una valiosa arma ideológica en función de la lucha de clases a nivel mundial.

DESARROLLO

I-Apuntes sobre la estructura y funcionamiento del modelo de acumulación capitalista global.

“Lo que distingue a las épocas económicas unas de otras no es lo que se hace, sino el cómo se hace, con qué instrumentos de trabajo se hace. Los instrumentos de trabajo no son solamente el barómetro indicador del desarrollo de la fuerza de trabajo del hombre, sino también, el exponente de las condiciones sociales en que se trabaja”. Carlos Marx.

Cuando hacemos alusión a la categoría modelo de acumulación capitalista en la contemporaneidad, entendemos como tal a la forma histórica concreta que asume la reproducción del sistema de relaciones capitalistas de producción, o, lo que es igual, el patrón seguido por la reconversión de plusvalía en capital durante las diferentes etapas evolutivas del capitalismo.

De ahí, que sean cuatro los elementos definitorios al respecto: 1) la organización o institución económica central del sistema de acumulación en uno u otro periodo de la historia (la empresa del capitalismo de libre concurrencia, el monopolio o la empresa transnacional); 2) el paradigma tecnológico vigente en uno u otro momento; 3) la forma específica de estructuración y funcionamiento del sistema económico internacional; 4) la política económica prevaleciente y sus instituciones actuantes (Peña, 2012-nota al pie).

No obstante, podríamos añadir a lo anterior un quinto elemento definitorio: el modo histórico concreto adoptado por la reproducción del sistema no es lineal, sino, contradictorio, es portador del contenido socioeconómico y clasista intrínseco a las relaciones capitalistas de producción de conjunto.

En resumen, el “modelo” ha sido mutante en el tiempo, pero es íntegramente regresivo por su esencia.

Consecuente con lo antes tratado, podemos plantear, que en las postrimerías de los años 60 e inicios de los 70 del siglo pasado el patrón reproductivo de la denominada “época dorada del capitalismo’’ hizo agua.

Las producciones seriadas a través de métodos extensivos-rígidos-seriados; el papel activo del Estado burgués “paternalista” frente a la gestión económica y la existencia objetiva de una hegemonía estadounidense compartida en las relaciones internacionales con la emergencia de Europa occidental y Japón (luego de la recuperación de los destrozos de la Segunda Guerra Mundial), a lo sumo trajeron aparejados cierto grado de homogenización en el desarrollo de las fuerzas productivas y una sincronía en el ciclo capitalista de reproducción a escala planetaria.

Sin embargo, se impuso una vez más aquella verdad marxista, tan lejana en el tiempo, pero a la vez tan ‘’salomónica’’ en la contemporaneidad relativa a la ley de la tendencia decreciente de la cuota media de ganancia del capital social indicando, por un lado, el alto grado de productividad alcanzado por el régimen del capital, y, del otro, inexorablemente hasta qué límites se habían agudizado el sistema de contradicciones inherentes a dicho modo de producción en esos precisos instantes. Ver Gráfico 1.

Como observamos en el Gráfico 1, el fantasma de la crisis de sobreacumulación capitalista reapareció en las postrimerías de los años 60 e inicios de los 70 del siglo pasado, ahora con un carácter estructural, sistémico, global, sincrónico, de alcance multidimensional, así, como describiendo la continuidad del movimiento zigzagueante del ciclo económico capitalista hasta la actualidad.

Gráfico 1-Tasa de Ganancia del G20, 1950-2019

Al calor de la ortodoxia neoliberal, la respuesta del gran capital transnacional a esta nueva manifestación de ‘’desajuste’’ en su mecanismo socioeconómico de regulación, fue el uso intensivo de los resultados de la III RCT, no como un mero aditamento promotor de investigaciones y potenciales científicos con fines esencialmente “culturológicos”, sino, que los convierte en el principal instrumento de la capacidad innovadora a escala nacional con el objetivo de crear condiciones sistémicas que favorezcan la competitividad de sus producciones y servicios en el mercado mundial (Grobart, 2010).

Dicho de otro modo, a partir de esos precisos momentos, los países capitalistas del denominado ‘’Primer Mundo’’ comenzaron a transitar hacia un patrón reproductivo cualitativamente superior, condicionado no solo por el incremento acelerado y directo del Progreso Científico Técnico e Innovación (PCT-I) a nivel de las fuerzas productivas, sino, por la generalización de este fenómeno a todos los eslabones e interrelaciones del proceso de reproducción social ampliada, vistos como un sistema de alcance multidimensional con insospechados resultados para el futuro curso de la humanidad (Grobart, 2010).

De igual modo, para intentar conseguir de una vez y por todas la necesaria ‘’estabilidad’’ del mercado en su dinámica interna y externa, a manera de ofensiva, los apologistas del neoliberalismo conjugaron el desarrollo intensivo del nuevo paradigma tecno-económico en sus principales metrópolis con el redespliegue industrial y la continuidad de explotación extensiva en los países ‘’periféricos’’.

Con esta receta, las Corporaciones Transnacionales (CTN) alcanzan lucrativas superganancias monopolistas por concepto de la novedad y protección a la propiedad intelectual de sus promotores a través de los pagos onerosos de patentes, know how, etc. (Grobart, 2010), y, por otro lado, se reciclan las tecnologías que con mayor rapidez sufren de obsolescencia moral en las naciones altamente industrializadas.

A luz vista, la ciencia se convierte en una fuerza productiva altamente directa al servicio de las CTN y gradualmente el ‘’gigantismo industrial’’ cedió terreno a la ‘’miniaturización de la economía’’.

Sucintamente, de qué hablamos.

Desde finales del siglo pasado presenciamos una densidad científica y de capital en la producción social, con la disminución de la densidad de trabajo y de material incorporados. Como resultado, se logra la miniaturización física y la compactación del valor de los productos de las nuevas ramas en comparación con las tradicionales. A las nuevas ramas les correspondería el rol decisivo en la creación de la nueva base tecnológica, así como en el incremento de la efectividad de su utilización en todas las ramas de la economía capitalista, lo que produciría un efecto sinérgico o multiplicador (Grobart, 2010).

El proceso en cuestión, difundió masivamente la electronización a todas las esferas de la actividad económica e intelectual, la automatización integral de la producción y los servicios, la propagación generalizada de la informática y las telecomunicaciones, el empleo multifacético de materiales artificiales con propiedades prediseñadas, así como la diversificación de los productos de la ingeniería genética y la biotecnología, la aplicación potencial de nuevas fuentes de energía barata, segura e inagotable, la paulatina concientización acerca del ahorro y uso racional de los recursos naturales e intermedios y la preservación del medio ambiente, y la llamada “transformación radical del rol del hombre” en el proceso productivo, hacia funciones de dirección y de creatividad intelectual (Grobart, 2010).

Teóricamente, es de notar, que los defensores a ultranza del “libre mercado perfecto, exacto y neutral’’ y ‘’tecnócratas’’ apostaron por una reestructuración del modelo de acumulación capitalista contemporáneo a partir de retomar con mayor vehemencia la concepción neoclásica acerca de la ‘’productividad total de los factores’’; en particular el conocimiento científico.

En tal sentido, el mismo comienza a manejarse como un recurso “escaso”, “raro”, “limitado” e indispensable para la valorización del capital (y no a la inversa en esta ocasión) por parte de los hacedores de la ‘’nueva economía’’, o, como algunos especialistas recurrentemente también la identifican: “economía sin peso”, “economía virtual” con el propósito de desenfocar la realidad en cuanto al consumo productivo capitalista de la fuerza de trabajo.

De ahí, que por su naturaleza, estructura y funcionamiento la rentabilidad del proceso productivo contemporáneo solo es posible a través de las CTN4 porque absorben voluminosos costos fijos de investigación científica para el desarrollo de las nuevas producciones y las normas de calidad necesarios para hacerle frente a la megacompetencia global (Lage, 2013).

II-Algunos hechos hablan más que mil palabras.

“Toda ciencia sería superflua si la apariencia y la esencia de las cosas se confundieran.” Carls Marx.

A juzgar por las cifras que ofrecen las estadísticas mundiales, los reportes de los organismos económicos internacionales y la bibliografía científica de diversas latitudes, el patrón de reproducción capitalista contemporáneo al menos, desde la perspectiva microeconómica resulta eficiente.

Tabla 1-Tasas de crecimiento promedio del PIB real mundial por grupos de países expresada en por ciento (%) 1980-2023.

Según la UNCTAD, en el año 2011 las ETN tuvieron empleados a unos 69 millones de trabajadores en todo el mundo, que generaron 28 billones de dólares en ventas y un valor añadido de 7 billones de dólares (UNCTAD, 2012).

Pero, como efecto contradictorio estos fecundos éxitos no logran conectarse a nivel macroeconómico. Las evidencias indican que la reconversión estructural y funcional del SCEM5 acaecida en décadas anteriores, sobre la base del paradigma tecno-económico enarbolado por la III RCT, no impacta satisfactoriamente en el conjunto de toda la economía.

Veamos seis ejemplos específicos:

En primer lugar, el ciclo reproductivo capitalista contemporáneo está matizado por un estancamiento en las tasas de crecimiento de la economía mundial. Como promedio, durante los últimos cuatro decenios este indicador muestra cifras que no llegan al 4%6; lo que contrasta con las fuertes inversiones en I+D que realizan los hacedores del “capitalismo cognitivo” para valorizar el capital transnacional. Ver Tabla 1.

En segundo lugar, la estructura del PIB mundial se ha modificado. Más del 50% del crecimiento económico global es generado a través del sector servicios, y, entre estos, muy especialmente los cuaternarios, dedicados a elaborar y aplicar el contenido soft para las nuevas redes basadas en las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) (Grobart, 2010).

Todo ello también favoreció el espectacular crecimiento del mercado financiero desregulado a escala planetaria, lo que constituye, al unísono, otro de los sellos más inminentes del actual contexto de Globalización del SCEM. Ver Gráfico 2.

Como indica el Gráfico 2, las transformaciones acontecidas en las finanzas desde década precedentes, revolucionaron su dinámica y reforzaron su papel protagónico en las relaciones económicas internacionales más allá de la propia expansión experimentada por la economía y el comercio mundial. Paralelamente, la creciente integración de los mercados de capital como una de las tendencias más significativas del sector financiero y de la economía mundial conllevó a la instauración de un mercado global como parte consustancial del proceso de globalización de la actividad económica (García 2023).

Gráfico 2-Vínculos comerciales y financieros a nivel mundial (Por ciento del PIB mundial)

En los marcos de las observaciones anteriores podemos señalar, que, al desregularse toda la vida económica nacional e internacional bajo el sustrato neoliberal monetarista a partir de los decenios 70 y 80 del siglo pasado, como práctica habitual, la oligarquía financiera transnacional comenzó a reacomodar en la esfera especulativa de la economía una buena parte de la “sobreacumulación” de capitales provenientes de la “época dorada del capitalismo”.

De acuerdo con los razonamientos efectuados en el primer acápite del artículo, con matices cualitativamente nuevos continúa manifestándose hasta nuestros días la contradicción fundamental del modo de producción capitalista, fruto del alto grado de madurez alcanzado por las fuerzas productivas bajo la lógica del capital, y, en consecuencia, el desempeño cada vez más creciente de la producción social.

Hablamos de la necesidad tanto lógica como histórica que tiene el capitalista - como personificación del capital- de autoacrecentar el capital, sin embargo, para hacerlo, requiere a partir de las condiciones del nuevo contexto abandonar la producción de bienes y servicios creadores de riquezas (Casals, 2014).

Ahora bien, los fenómenos de la especulación financiera y el capital ficticio, aunque debido a múltiples razones tanto objetivas como subjetivas no constituyen el objeto de estudio central en la obra cumbre de C. Marx “El Capital”, no obstante, fueron contenidos analizados por él en la Sección Quinta del Tomo III, en el contexto del “viejo capitalismo”.

En el acápite del volumen antes mencionado, el autor considera la forma en que las distintas categorías transfiguradas y mecanismos (sistema crediticio, capital dinero, capital efectivo, capital de préstamo, capital bancario, mercado financiero, títulos de valor, movimientos de reservas, especulación...) inciden sobre la reproducción del capital. Se trata, pues, de un “capital ficticio”, activos financieros detrás de los cuales no existe ninguna sustancia real ni contribuyen a la producción o la circulación de la riqueza, en el sentido de que no financian ni al capital productivo, ni al comercial; que no se corresponden con el capital real, es decir, con el capital-dinero invertido en la producción de bienes y servicios (Casals, 2014).

Constituyen préstamos exacerbados, baratos e ilimitados de capitales a largo plazo por parte de un mercado de capitales que funciona como “ruleta rusa” las 24 horas del día, en tiempo real, los siete días de la semana y que se encuentran ubicados, esencialmente, en las principales urbes del planeta; tienen como función fundamental garantizar de manera rápida altas cuotas de beneficios a los “jugadores” arriesgados que acudan a él.

Al mismo tiempo, la existencia de una sociedad mundial “posmoderna”, “sin fronteras” de ningún tipo e interconectada cada vez más por los adelantos de la III RCT, favorecen de conjunto, la concurrencia diaria de dos ó tres billones de dólares en los circuitos especulativos; una fabulosa suma de las cuales se estima que no menos del 95% guarde alguna relación con la “economía real” (Soberón, 2012).

Hasta qué grado hoy ha llegado el carácter “rentista”, “parasitario” y la “descomposición” del imperialismo es de veras insospechado. Consideramos, al menos, que el desenlace fatal de los actuales procesos de crisis sincrónicas que acontecen en la “nueva economía” constituye una muestra concreta del profundo peligro que encierra la supeditación del “capital real” al “ficticio”.

En tercer lugar, y se desprende fundamentalmente de todo lo anterior, desde los años 70 del siglo pasado hasta la actualidad (sobre todo en la década de los 90 y en el trayecto del primer decenio del siglo XXI), han acontecido varios procesos recurrentes de crisis cíclicas originadas en la esfera especulativo-financiera que terminan por arrastrar a todo el conjunto de la economía real. Ver Gráfico 3.

Tal y como indican los incisos a) y b) del Gráfico 3, en el segundo semestre de 2008, la economía global sufrió su caída más profunda desde la Segunda Guerra Mundial como consecuencia del grave episodio de crisis financiera que terminó zambullendo consigo misma, de conjunto, a más del 75% de toda la humanidad y destrozando el 81% del PIB mundial (CEPAL, 2009).

Gráfico 3-Proporción de la Economía Mundial en recesión, 1901-2009 (en porcentajes)

Lo anterior, refleja no solo la persistencia del movimiento cíclico y cada vez más periódico de la lógica que asume el capital en la actualidad, sino también, que dichos procesos conforman orgánicamente una manifestación precisa de la crisis sistémica-estructural del capitalismo de alta globalización neoliberal.

En cuarto lugar, el “catecismo” neoliberal, la existencia de un nuevo paradigma tecno-económico y, en general, el uso intensivo del conocimiento científico en la economía contemporánea tampoco libró al ser humano del flagelo del desempleo.

Al respecto, las estadísticas globales refieren que en la actualidad existen 475 millones de desempleados en todo el orbe, y, si sumamos a esta cifra el gigantesco número de personas que se subemplean de un modo u otro, el cómputo se amplía exponencialmente arribando a los 2000 millones de trabajadores (OIT, 2023 y 2024)7.

En quinto lugar, la actual reestructuración económico-social capitalista, significa, además, un acrecentamiento de la fragmentación del proceso productivo de manera temporal y espacial; se “descentraliza el trabajo” cada día más.

La expresión “adiós al trabajo”8, sobre la cual se discute interminablemente en el gremio académico desde diversas posiciones teórico conceptuales, metodológicas e ideopolíticas, pero tan popular su uso en nuestros días, constituye un intento por falsear los vínculos económicos y socioclasistas antagónicos que se esconden tras la tupida “maleza” que distingue la relación “capital-trabajo” en nuestros días.

El actual proceso objetivo de “miniaturización” de toda la economía en su conjunto a escala nacional e internacional, permite, que una pequeña fracción de trabajo vivo con un alto valor agregado en conocimiento científico-técnico ejecute prácticamente toda una “fábrica moderna”: informatizada, automatizada y con una reconversión tecnológica prácticamente de carácter permanente para enfrentar la aguda competencia, y al mismo tiempo, produzca como es obvio en tiempo récord un torrente de medios de producción, bienes de consumo (materiales e intangibles) y servicios para satisfacer una cada vez más exigente demanda social.

No obstante, paralelamente, contribuye a lanzar cientos de millones de desocupados a las calles que para poder sobrevivir requieren ser empleados a “destajo” en cualquier otra actividad sin importar su naturaleza.

De este modo, la precariedad perceptible en el nivel de empleos en las grandes plazas metropolitanas genera el desarrollo de la “heterogeneidad laboral” que contribuye, de un lado, a reducir drásticamente la jornada de trabajo y la apropiación privada capitalista del trabajo excedente, asimismo, restringe el tiempo libre exacerbando la “esclavitud asalariada”.

Finalmente, en sexto lugar, como síntesis de los elementos hasta aquí abordados, el paradigma tecno-económico enarbolado por la III RCT y que contribuyó a dar origen a la “nueva economía”, falló “increíblemente” de conjunto en generar altas tasas de “productividad del trabajo”. Ver Gráfico 4.

Si durante el Capitalismo premonopolista, este indicador de manera promedio se comportó al 1% anual, y, durante la II Revolución Industrial alcanzó el 2.3% (Sánchez, 2009), en la actualidad, tal y como apreciamos en el Gráfico 3, solo exhibe el anémico resultado del 1%, colocando en tela de juicio la efectividad del uso generalizado de las nuevas TIC en el resto de toda la economía, o, lo que es igual, una “aparente” involución no solo en el tiempo, sino también, en los añejos fundamentos generales y esenciales doctrinales del régimen capitalista de producción.

Gráfico 4-Tasa de crecimiento anual de la productividad laboral del G79. 1971-2020 (PIB/hora de trabajo)

Asimismo, deseamos subrayar, que al analizar la descomposición de la productividad laboral en las principales economías desarrolladas hallamos otra tendencia contradictoria. Si en los últimos tres decenios del siglo XX el ordenador había producido una “revolución” en la producción de ordenadores mostrando como promedio un crecimiento del 18% (Sánchez, 2009), sin embargo, el sector de la denominada “tecnología de punta” presenta una profunda contracción tendencial en la actualidad, lo que influye de manera desfavorable al interior del conjunto de las economías nacionales, y, por ende, a nivel global. Ver Gráfico 5.

Al respecto, el Premio Nobel en Economía Robert M. Solow10 planteó desde finales de los años 80 del siglo pasado, que el patrón científico-técnico asumido por la comunidad científica en los países capitalistas avanzados, una década atrás, transcurría en un escenario contradictorio; anunciaba así la paradoja de la “productividad del trabajo” bajo los efectos del nuevo contexto (Solow, 1987).

El académico hace notar, en un primer momento de su tesis central, que, en los últimos veinte años se observaron fuertes desproporciones entre las enormes inversiones realizadas en reconversión tecnológica avanzada con un incremento de la productividad in situ, de un lado y, en detrimento del crecimiento económico durante ese lapso, por el otro; lo que constituye una fehaciente expresión de los límites de la racionalidad del proceso reproductivo capitalista en la era del nuevo paradigma tecno-económico. No en balde, el propio Solow escribiese: “veo ordenadores por todas partes, excepto en la estadística de la productividad” (Solow, 1987).

Desde sus gérmenes y hasta el presente, la racionalidad capitalista funciona de modo tal que para obtener una mayor rentabilidad del capital se requiere de la innovación tecnológica recurrentemente, lo que permite, como es obvio, dominar determinado segmento del mercado en cuanto a producción, venta, eficiencia y competitividad.

Gráfico 5-Descomposición del crecimiento de la productividad del trabajo en las economías desarrolladas expresada en por ciento entre 1991-2018

Pero, la innovación científico-tecnológica por sí sola no garantiza aún el acrecentamiento del capital. Pues, la propia factibilidad del proceso innovador está determinada por el costo de su reposición en un ámbito extremadamente competitivo, donde a medida que esta última se estimule, más corta será la obsolescencia moral del capital fijo y se encarecen sus costos de reposición.

Veamos dos ejemplos concretos:

1. En EE.UU. durante las últimas dos décadas del siglo XX, se redujo el periodo de utilidad del capital fijo (incluyendo edificios) de catorce a siete años y en Japón esta se redujo de once a cinco años (Grobart, 2011).

2. La economía estadounidense aparentemente experimentó una productividad del trabajo del 1% promedio en el segundo lustro de los años 90 del siglo pasado a raíz del uso intensivo de alta tecnología en los procesos productivos. Pero eso fue un mero fetichismo tecnológico, porque el 70% de este resultado estuvo relacionado con una baja tasa inflacionaria, lo que equivale a un aumento de la producción real y toda la productividad del trabajo en su conjunto; solo el 0.3% de este resultado se encuentra vinculado con el uso de las nuevas TICs (Sánchez, 2009).

Por otra parte, en un segundo momento de su tesis, el economista fundamenta, que, si aumentara continuamente el costo de la innovación tecnológica a la misma velocidad que decrecen los costos de la fuerza laboral debido a un incremento de la productividad del trabajo, entonces la tasa de ganancia se neutralizaría, o sea, el resultado final funcionaría como si la productividad no hubiese crecido (Solow, 1987).

A tales efectos, bajo las actuales condiciones, el incremento del capital solo pudiese ocurrir a través del aumento de la explotación asalariada mediante la flexibilidad de los contratos laborales y/o la socialización del costo de la innovación, al tiempo que se privatiza el beneficio obtenido. Pero, como regularidad se aprecia en el comportamiento del sector productivo, dos direcciones diametralmente opuestas: los costos por sustitución tecnológica crecen vertiginosamente y la tasa de ganancia se muestra definitivamente a la baja, perdiéndose así el interés de los inversionistas hacia la esfera “real” de la economía (Grobart, 2011).

III-Desmontando el límite de la racionalidad capitalista contemporánea bajo la lupa de Carlos Marx.

"Claro está que el método de exposición debe distinguirse formalmente del método de investigación. La investigación ha de tender a asimilarse en detalle la materia investigada, a analizar sus diversas formas de desarrollo y a descubrir sus nexos internos. Solo después de coronada esta labor, puede el investigador proceder a exponer adecuadamente el movimiento real”. C. Marx.

Desde la perspectiva marxista, es evidente que el capitalismo durante siglos ha mutado en cuanto a su forma fenoménica de manifestarse en la realidad sensorial perceptible humana. Las nuevas cualidades distintivas adquiridas por dicha formación socioeconómica en uno u otro periodo de su larga data, constituyen el producto inmediato (espontáneo o no) del reacomodo que sufre su base económica en pos de la optimización de ganancias de acuerdo con las condiciones histórico-concretas con las que debe interactuar.

En este sentido se percibe, por un lado, la tendencia a la concentración y al desarrollo absoluto de las fuerzas productivas en manos de las principales potencias capitalistas en menoscabo del resto de la humanidad. Pero, también es obvio que mientras evoluciona ese proceso de manera innata e inconsciente, la lógica del capital genera sus propias “barreras” socio productivas naturales para que su movimiento no fluya de manera ininterrumpido y sí acontezca cíclicamente mediante la caída periódica de la tasa media de ganancia del capital social, cuya manifestación superficial concreta adopta la forma de crisis recurrentes de sobreproducción relativa de mercancías en tiempos de Carlos Marx. Al respecto, él señalaría:

“(…) los límites de la producción capitalista no son límites de la producción en general, ni por tanto de esta forma específica, capitalista, de producción. Pero la contradicción inherente a este régimen de producción capitalista consiste precisamente en su tendencia al desarrollar de un modo absoluto las fuerzas productivas, tendencia que choca constantemente con las condiciones específicas de la producción dentro de las que se mueve y tiene que moverse necesariamente el capital. No es que se produzcan demasiados medios de subsistencia en proporción a la población existente. Al revés. Lo que realmente ocurre es que se producen pocos para sostener decorosa y humanamente a la población” (Marx, 1973, 279-280).

Para entender la naturaleza contradictoria de la reproducción capitalista del siglo XIX, Marx observó, que el capitalismo de la I Revolución Industrial exhibía el desarrollo de una economía mercantil madura; poseía un mercado interno robusto e interconectado “eficazmente” mediante el mecanismo de la “libre concurrencia” intra e intersectorial, y, prestó especial atención a que como regularidad los industriales burgueses tenían por preferencia invertir capitales en el sector que produce medios de producción en detrimento relativo del resto de la economía.

A través de la abstracción científica, realizó una modelación acerca del proceso de reproducción de las relaciones capitalistas de producción con el propósito de analizar las peculiaridades de este en su conjunto. Para ello, la divide en dos grandes grupos (tomando como criterio de clasificación la producción heterogénea de valores de uso y el trabajo concreto de cada uno): en el sector I agrupó a los productores de medios de producción y el en sector II concentró a los que se especializan en la elaboración de los medios de vida para satisfacer el consumo social.

De este modo, a partir del estudio realizado al comportamiento particular de ambos sectores, así, como a su condicionamiento y entrelazamiento mutuo, comprendió que la reproducción capitalista ampliada se expresa a través de la siguiente manera: 1) la producción crece aceleradamente en el sector I con respecto al sector II; 2) hacia el interior del sector I progresa con mayor rapidez la rama que origina medios de producción para satisfacer la demanda del propio proceso productivo; 3) luego, crece la producción de medios de producción para compensar las necesidades de esta naturaleza en el sector II, y, 4) por último, se lleva a cabo la producción de medios de vida.

Con la regularidad de esta práctica, pudo concluir, que en la reproducción del sistema de relaciones de producción capitalista no solo crece a mayor ritmo el Sector I con respecto al II, sino también, que la estructura del Sector I es heterogénea, o sea, progresa con mayor fuerza y rapidez la producción de medios de producción para producir otros medios de producción.

Por tanto, ello constituye una ley económica objetiva de la reproducción del capital social con plena vigencia en la actualidad.

Tanto ayer como hoy, dicha tendencia trae como resultado un aumento continuo en la composición orgánica del capital a escala de toda la sociedad mercantil capitalista, pues, la depreciación moral paulatina (mucho más temprana que material) de los elementos fijos que forman parte del capital constante (medios de trabajo) deben ser repuestos periódicamente por los dueños de las condiciones de la producción para que continúe de manera inminente la valorización capitalista y resistir la feroz competencia.

Dicho a la manera de Carlos Marx de forma sintetizada:

“Si, por una parte, el desarrollo del capital fijo alarga esta vida, por otra parte, viene a acortarla la transformación contante de los medios de producción, que aumenta continuamente, asimismo, el desarrollo el régimen de producción capitalista. Con ella, aumentan también como es natural, el cambio de los medios de producción y la necesidad de reponerlos constantemente, a consecuencia de un desgaste moral, mucho antes que se agoten físicamente. Puede suponerse que en las ramas decisivas de la gran industria este ciclo de vida es hoy, por término medio, de diez años. Sin embargo, lo que aquí interesa no es la cifra concreta. La conclusión a que llegamos es que este ciclo de rotaciones encadenadas que abarca una serie de años y que el capital se halla obligado a recorrer por sus elementos fijos, sienta las bases materiales para las crisis periódicas, en que los negocios recorren las fases sucesivas de la depresión, la animación media, la exaltación y la crisis” (Marx, 1973, 174).

Según se ha citado, todo indica, que mientras ocurre el proceso de reproducción de las relaciones capitalistas de producción ocurre simultáneamente una pérdida gradual de la “centralidad del trabajo”.

Es decir, como “consecuencia que su base, a saber, la apropiación del tiempo de trabajo ajeno, deja de representar o de crear riquezas. El trabajo inmediato como tal deja de ser el fundamento de la producción, ya que es transformado en una actividad que consiste esencialmente en la supervisión y la regulación; en tanto que el producto deja de ser creado por el trabajador individual inmediato, y resulta más bien de la combinación de la actividad social que de la simple actividad del productor” (Marx, 1971, 197).

Se deduce, así, que mientras fluye incesantemente el proceso de acumulación capitalista, del lado de la clase obrera, se agudiza la contradicción “capital-trabajo”, o sea, ocurre una aglomeración de “tormento de trabajo”. Cada vez menos trabajo vivo moviliza más trabajo pretérito; disminuye el consumo productivo de fuerza de trabajo; crece paulatinamente la “sobrepoblación relativa” o el denominado “ejército industrial de reserva”; en consecuencia, hay un incremento del subconsumo social no por ausencia de valores de uso, ni capacidad física para consumir, sino, debido a la contracción social en cuanto a valores de cambio y solvencia económica; en conjunto, se depauperan las condiciones de subsistencia del proletariado.

En el otro extremo, del lado de la “ganancia capitalista”, debido a la alta rentabilidad obtenida por el capital social (luego de haber redistribuido este todo el plusvalor arrancado a la clase obrera, en el conjunto de toda la economía), trae por sentado una “sobreacumulación” relativa de capitales que no va a encontrar reacomodo inmediato en ningún sitio, y, súbitamente se hace notar la tendencia progresiva al descenso de la cuota media de ganancia del capital social a nivel superficial concreto.

En pocas palabras, constituye el reflejo inmediato del grado alcanzado por el progreso social bajo los resortes de las relaciones de producción capitalista en cualquier momento histórico de su larga vida, y, al mismo tiempo pero en dirección inversa, hasta qué punto se han agravado su conjunto de contradicciones. Es perceptible, sin dudas, dentro de esa dinámica la incapacidad de ese modo de producción para superar el lamentable estado de cosas que ocasiona dicho fenómeno a toda la humanidad en su conjunto.

La praxis capitalista, en última instancia, demuestra constantemente que flanquear de manera transitoria sus “barreras” congénitas y autogenerarse, crea paralelamente condiciones sociomateriales sistémicas para que se repita periódicamente igual “anomalía”; hoy, de proporciones desgarradoras aún insospechadas a partir de su alcance multidimensional.

Finalmente, bajo la racionalidad de Carlos Marx, el análisis en cuestión se resume del siguiente modo:

“La tendencia progresiva de la tasa general de ganancia a la baja sólo es, por tanto, una expresión, peculiar al modo capitalista de producción, al desarrollo progresivo de la fuerza productiva social del trabajo. Con esto no queremos decir que la tasa de ganancia, transitoriamente, no pueda descender también por otras causas, pero con ello queda demostrado, a partir de la esencia del modo capitalista de producción y como una necesidad obvia, que en el progreso del mismo la tasa media general del plusvalor debe expresarse en una tasa general decreciente de ganancia. Puesto que la masa del trabajo vivo empleado siempre disminuye en relación con la masa del trabajo objetivado que aquél pone en movimiento, con los medios de producción productivamente consumidos, entonces también la parte de ese trabajo vivo que está impaga y que se objetiva en plusvalor debe hallarse en una proporción siempre decreciente con respecto al volumen de valor del capital global empleado. Esta proporción entre la masa de plusvalor y el valor del capital global empleado constituye, empero, la tasa de ganancia, que por consiguiente debe disminuir constantemente” (Marx, 1973, 235).

Asimismo, agregó:

“Estas diversas influencias se hacen valer más bien simultáneamente dentro del espacio o más bien sucesivamente en el tiempo; el conflicto entre estos factores en pugna se abre paso periódicamente en forma de crisis. Las crisis son siempre soluciones violentas puramente momentáneas de las contradicciones existentes, irrupciones violentas que restablecen pasajeramente el equilibrio roto”.

“… el régimen capitalista de producción constituye un medio histórico para desarrollar la capacidad productiva material y crear el mercado mundial correspondiente, envuelve al propio tiempo una contradicción constante entre esta misión histórica y las condiciones sociales de producción propias de este régimen” (Marx, 1973, 271 y 273).

CONCLUSIONES

“Marx no nos ha dejado una Lógica (con L mayúscula), pero nos ha dejado la lógica de El Capital. Habría que sacar el mayor partido posible de ella para el problema que nos interesa. En El Capital, Marx aplica la lógica, la dialéctica y la teoría del conocimiento del materialismo a una sola ciencia”. V. Lenin.

Ha trascurrido mucho desde el siglo XIX hasta nuestros días, cuando Marx, a través de su obra cumbre “El Capital” realizara un estudio exhaustivo acerca del modo de producción capitalista de la I Revolución Industrial, con el firme objetivo de “investigar el régimen capitalista de producción y las relaciones de producción y circulación que a él corresponden” (Marx, 1980, Prólogo).

En este sentido, la racionalidad marxista legó a la posteridad una concepción integral teórica-metodológica no dogmática acerca del contenido socioeconómico, principios, leyes, contradicciones, carácter clasista y dinámica inherentes a esta Formación Económica Social (FES) en particular, que, a nuestro juicio, sus fundamentos generales y esenciales continúan intactos hasta nuestros días a pesar de las múltiples formas fenoménicas adquiridas en más de tres siglos de vida.

Es así, que las lecciones heredadas al respecto no constituyen letra muerta, y, mucho menos quedaron fosilizadas en el tiempo, por el contrario, guardan plena vigencia tanto en el orden lógico como histórico.

Consecuente con lo dicho hasta aquí, nos encontramos en condiciones de plantear, que, desde el último cuarto del siglo XX y hasta nuestros días los hacedores del “capitalismo cognitivo”, estructuraron y hacen funcionar el SCEM de forma tal que convirtieron en un recurso “escaso”, “raro” y “limitado” al conocimiento científico; principal incentivo hoy día para movilizar al capital y no a la inversa como antaño.

De este modo, las CTN conjugaron la aplicación los principios y bondades de la III RCT en el conjunto de la reproducción ampliada capitalista tanto dentro como fuera de sus fronteras nacionales, con las jugosas rentas que origina los onerosos pagos por el uso de los descubrimientos científicos patentizados en las grandes empresas transnacionales, y, el reciclaje de la tecnología obsoleta de los países centro del capitalismo mundial hacia sus respectivas áreas de influencias tradicionales.

Supuestamente esta receta, crearía condiciones sistémicas para evitar todo tipo de “perturbaciones” y “desajustes” en la lógica capitalista contemporánea, pero, a juzgar por la hechologia socioeconómica más reciente observable, los gestores de la “nueva economía”, continúan en deuda con el mundo entero, pero especialmente con ellos mismos.

La forma particular en que se manifiesta el ciclo reproductivo capitalista hoy, constituye tanto por su naturaleza, dinámica y consecuencias inmediatas un signo distintivo de hasta qué punto el límite de la racionalidad capitalista ha tocado fondo; cómo se han agravado el conjunto de contradicciones intrínsecos a dicho modo de producción, así, como la crisis de la política oficial para atenuar momentáneamente a la manera capitalista sus profundas deficiencias estructurales, sistémicas, funcionales, etc.

Entretanto, no cabe dudas que el régimen del capital se pone en riesgo a sí mismo, aunque desafortunadamente por sus graves problemas acumulados durante centurias, también precariza la biodiversidad del Planeta en cualquiera de sus manifestaciones.

El futuro por su naturaleza es incierto. Sin embargo, el momento exacto en que vivimos (donde todavía prevalecen las reglas del juego de un SCEM agotado, pero no muerto), indica que inexorablemente debemos mirar hacia la posteridad con mayor escepticismo aún.

Sin una alternativa socioeconómica, política y cultural concreta que cuaje como sistema en oposición a la lógica del capital contemporáneo, es prácticamente poner punto final a la encrucijada en que se encuentra el mundo de hoy. Como verdad salomónica se impone aquella sabia marxista que versa sobre la necesidad de dinamitar desde su propia base a la dictadura del gran capital transnacional y a la oligarquía financiera parasitaria que le acompaña, si queremos “que un mundo mejor sea posible”.

notas

1 Grosso modo, podemos plantear que el carácter científico de la Economía Política Marxista-leninista radica en la redefinición de su objeto de estudio y su método de investigación específico, pues nos permite penetrar al contenido de los fenómenos económicos y mostrar las conexiones internas más profundas, las manifestaciones externas, la tendencia y las leyes objetivas que lo regulan.

2 La superestructura o relaciones superestructurales constituyen el conjunto de las instituciones, organizaciones e ideas de la sociedad. Son Las formas de la conciencia social (políticas, jurídicas, religiosas, estéticas, etc.) contenidas en las mismas, lo que reflejan las relaciones sociales de producción, y en su relación dialéctica se influyen recíprocamente.

3 La Formación Económico Social (FES, por sus siglas) está constituida por el modo de producción históricamente determinado y la correspondiente superestructura. Contiene la totalidad del sistema de relaciones sociales que se entrelazan en la formación como resultado del nexo entre las relaciones económicas y todas las demás relaciones sociales.

4 La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD por sus siglas en inglés) señala en su Informe Anual del año 2013 textualmente: “En general, las cadenas de valor mundiales son coordinadas por ETN, y el comercio transfronterizo de insumos y productos se da en el marco de sus redes de filiales, asociados contractuales y proveedores independientes. En las cadenas de valor mundiales coordinadas por ETN se lleva a cabo alrededor del 80% del comercio mundial. Los patrones del comercio de valor añadido en las cadenas de valor mundiales dependen en gran medida de las decisiones de inversión de ETN’’ (UNTAD, 2013).

5 Sistema Capitalista de Economía Mundial.

6 La Economía Mundial en los últimos 43 años exhibe una tasa de crecimiento promedio del 3.4% (IMF WEO, 2023).

7 La Organización Internacional del Trabajo (OIT, por sus siglas) indica que la perspectiva mundial del mercado laboral se ha deteriorado considerablemente en los últimos años. Entre otros factores: las nuevas tensiones geopolíticas, el conflicto de Ucrania, una recuperación desigual tras la pandemia y la obstrucción de las cadenas de suministro crearon condiciones propias de un episodio de estanflación, el primer periodo de inflación alta y bajo crecimiento simultáneos desde la década de 1970 (OIT, 2024).

8 Constituye una actualización teórica del enfoque neoclásico sobre la “productividad total de los factores de la producción”. En esencia, supone que todo el capital, y, no solo el trabajo asalariado, crea la riqueza social. Pero, la visión “postmodernista” de la misma añade, que, el conocimiento científico es también fuente de ganancia. A propósito, en este último caso, se obvia la idea marxista cardinal de que el conjunto de hábitos, habilidades, experiencias, nivel cultural, etc. son inherentes a la corporeidad humana, es decir, elementos consustanciales a una “mercancía especial” en el Capitalismo: la fuerza de trabajo.

9 Nos referimos a Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. Un pequeño y selecto grupo de países industrializados del mundo que no solo poseen un peso político, económico y militar relevante a escala global, sino también, que el criterio de pertenencia al G-7 responde a elementos ideológicos y geopolíticos afines entre su membresía.

10 Robert Merton Solow (1924-2023) fue un economista estadounidense especialmente conocido por sus trabajos sobre teoría del crecimiento económico. En 1987 recibió el Premio Nobel de Economía.

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