El proceso de reconfiguración internacional hacia la multipolaridad. El papel de China como potencia emergente
The international reconfiguration's process towards multipolarity. The role of China as an emerging power
M. Sc. Rachel Lorenzo Llanes
Máster en Relaciones Internacionales. Licenciada en Filosofía. Profesora y metodóloga del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García", La Habana, Cuba. rachel.lorenzo0996@gmail.com 0000-0001-8371-1745
Cómo citar (APA, séptima edición): Lorenzo Llanes, R. (2025). El proceso de reconfiguración internacional hacia la multipolaridad. El papel de China como potencia emergente. Política Internacional, VII (Nro. 2), 259-269. https://doi.org/10.5281/zenodo.15103898
https://doi.org/10.5281/zenodo.15103898
Recibido: 9 de enero de 2025
Aprobado: 17 de febrero de 2025
publicado: 7 de abril de 2025
RESUMEN En la actualidad el Sistema Internacional experimenta un proceso de reconfiguración que impacta todos los ámbitos del desarrollo a nivel global. Ante este proceso de reordenamiento de las relaciones de poder, se aprecia una tendencia a transitar hacia la multipolaridad, dejando atrás la coalición unipolar establecida tras la segunda posguerra. En ese contexto, varias potencias emergentes cada vez ganan mayor poderío internacional, lo que ha conducido a modificaciones en la jerarquización del poder en el tablero geopolítico internacional. Tal es el caso de la República Popular China, que se ha consolidado no solo como una potencia de gran impacto y relevancia en la región asiática, sino también en todo el Sistema Internacional. A saber, la gestión del gobierno y el Partido en función de la innovación, la industrialización, informatización, productividad, expansión e internacionalización de su modelo económico, posiciona a este país como centro más dinámico de la económica Internacional, evidenciando que modelos alternativos al sistema capitalista son posibles y viables, lo que fortalece la tendencia hacia una transición sistémica y la multipolaridad en el Sistema Internacional.
Palabras claves: Sistema Internacional, reconfiguración, multipolaridad, China
ABSTRACT The international system is currently undergoing a process of reconfiguration that is having an impact on all areas of global development. In this process of reordering power relations, there is a tendency to move towards multipolarity, leaving behind the unipolar coalition established after the Second World War. In this context, several emerging powers are gaining increasing international power, which has led to changes in the hierarchy of power on the international geopolitical chessboard. Such is the case of the People's Republic of China, which has established itself not only as a power of great impact and relevance in the Asian region, but also in the entire international system. Namely, the management of the government and the Party in terms of innovation, industrialization, informatization, productivity, expansion and internationalization of its economic model, positions this country as the most dynamic center of the international economy. Evidencing that alternative models to the capitalist system are possible and viable, which strengthens the trend towards a systemic transition and multipolarity in the International System.
Keywords: International System, reconfiguration, multipolarity, China
INTRODUCCIÓN
En las últimas dos décadas, se han denotado un conjunto de tensiones y conflictos geopolíticos y geoeconómicos, con importantes implicaciones que se extienden hacia todo el Sistema Internacional. En virtud a ello, en la actualidad estamos ante un proceso de convulsión del orden establecido, lo que ha dado paso a un proceso de nuevas reconfiguraciones a nivel global. A propósito, varios investigadores y académicos como Jorge Casals, Leyde Rodríguez, Juan Sebastián Schulz, entre otros, han referido que estas condiciones han conducido a un proceso de crisis y transición hegemónica con tendencia hacia una multipolaridad, donde cada vez gana mayor relevancia la región Asia- Pacífico.
El presente artículo titulado "El proceso de reconfiguración internacional hacia la multipolaridad. El papel de China como potencia emergente" estará dedicado al análisis de la posición de este país en el actual proceso de reconfiguración internacional de fuerzas. En ese orden, primeramente se sistematizarán algunas pautas esenciales para comprender el actual proceso de crisis y declive del orden hegemónico consolidado en el periodo de la segunda posguerra. En tanto en un segundo epígrafe, se abordará la posición en que se sitúa China en medio del proceso de reconfiguración de fuerzas internacionales.
Atendiendo a ello, resulta importante señalar que el vertiginoso ascenso chino pone de manifiesto cómo la gestión orientada a satisfacer los Objetivos de Desarrollo Sostenible puede conducir a un cambio en el paradigma de las relaciones internacionales, así como a reconfiguraciones de poder que desafían la actual correlación de fuerzas. Por lo que puede afirmarse que el ascenso de China constituye un elemento determinante en medio de la actual tendencia hacia la multipolaridad.
DESARROLLO
Nuevo orden internacional. Aproximaciones a la reconfiguración multipolar del Sistema Internacional
El contexto internacional actual se encuentra signado por un proceso de crisis. Esta, constituye expresión de que el orden mundial ha dejado de identificarse con la correlación de fuerzas que le dio origen en la coyuntura de la segunda posguerra. No se trata de una crisis circunstancial, sino de la intervinculación de diferentes crisis relacionadas entre sí que abarcan todos los sectores de la vida. Vale decir que los efectos de una constituyen causas de otras, donde intervienen los componentes económico, político, social, cultural, ético, moral, tecnológico, comercial y las condiciones ambientales. Es decir, se trata de una crisis estructural y sistémica, lo que deja ver que no podrá resolverse mientras tanto no ocurra una trasformación igualmente sistémica.
En aras de ganar en claridad, debe tenerse en cuenta que la consolidación del sistema capitalista trajo consigo el proceso de globalización y con ello un tipo de producción y desarrollo tecnológico a gran escala que ofrece la posibilidad de producir cada vez más. Dicho proceso, entre otras características del sistema, fue acelerando exponencialmente las desigualdades sociales entre los países desarrollados y en vías de desarrollo. Asimismo, ha conducido a tensiones estratégicas por el dominio de recursos, materias primas e insumos, ocasionando conflictos geopolíticos. Unido a ello, el sistema capitalista ha traído aparejado un altísimo costo ambiental como manifestación de que está rebasando sus propios límites y los del planeta. A saber, en su constante búsqueda por obtener ganancias y maximizar beneficios, no se consideran los impactos negativos sobre el medio ambiente en la relación costo-beneficio, lo que ha resultado en una degradación ambiental.
Como otros de los estragos causados por el sistema, se percibe una caída de las tasas de inversión, aumento de la deuda pública, pérdida de autonomía de la política monetaria, niveles crecientes de desempleo, reducción de los salarios reales, aumento de la desigualdad, en fin. Es decir, el capitalismo se ha convertido en un sistema insostenible, cuya preocupación esencial es la obtención de ganancias, lo que en la actualidad es totalmente incompatible a la preservación del medio ambiente y sus recursos. Por tanto, puede afirmarse que algunos de sus efectos más alarmantes son: cantidades de divisa que carecen de respaldo y se encuentran concentradas cada vez en menos manos; aceleración del proceso de concentración de capitales en Occidente; incremento de los gastos militares; contaminación y destrucción del medio ambiente (Casals, J., 2023).
Por otro lado, resulta necesario precisar que para considerar un determinado Estado como hegemónico, este debe no solo ejercer su influencia con un carácter predominante en el sistema de relaciones internacionales; sino que su rol hegemónico va asociado a la fundación y establecimiento de una concepción de orden mundial universal. Es decir, la mayoría del resto de los Estados deben reconocerlo como tal e identificarse con el modelo que el hegemón promueve. No se trata, por tanto, solo de un orden jerárquico entre Estados, sino que implica la adopción de un modelo de producción dominante en el que se involucran los mismos; por lo que se establecen determinados mecanismos o reglas generales de comportamiento para los Estados implicados. Justamente por ello, una crisis de hegemonía del actor dominante en el sistema de relaciones internacionales, conlleva a una crisis en las estructuras sociales, económicas, políticas e institucionales sobre las que dicho actor se reprodujo como tal.
Atendiendo a dichos elementos, en la actualidad, se aprecian un conjunto de potencias en el Sistema Internacional que pugnan para establecer una nueva distribución de poder que vaya dejando atrás la coalición unipolar encabezada por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. Desde esta perspectiva Juan Sebastián Schulz afirma que:
“La crisis de hegemonía se produce cuando el Estado hegemónico vigente carece de los medios o de la voluntad para seguir impulsando el sistema interestatal en una dirección que sea ampliamente percibida como favorable, no solo para su propio poder, sino para el poder colectivo de los grupos dominantes del sistema” (Schulz, J. S., 2022).
En virtud a ello, se han conformado alianzas estratégicas y surgen nuevos grupos de poder que inciden en las relaciones internacionales. Sobre ellos, justamente, se está asentando una nueva polaridad donde cada vez gana mayor fuerza una tendencia hacia la multipolaridad. Se trata de un sistema donde la influencia hegemónica no está determinada por una sola potencia, sino dos, tres o más.
En relación con ello, Juan Sebastián Schulz, continúa afirmando que se evidencia un proceso de insubordinación, esencialmente en las periferias occidentales. Como consecuencia, varios países han comenzado a criticar la configuración del orden mundial contemporáneo, comenzando a articularse para conformar propuestas alternativas (Schulz, J. S., 2022), lo que evidencia que se está produciendo un nuevo tipo de jerarquización del poder, generando un orden global en el que prevalece la diversidad de fuerzas y actores.
En dicho contexto, China ha experimentado un vertiginoso crecimiento, contribuyendo así a una tendencia hacia la multipolaridad; si bien no supone que Estados Unidos deje de ser una de las potencias centrales del sistema de relaciones Internacionales en virtud a su gran influencia a nivel global. Pero lo cierto es que se vislumbra una pérdida del poderío que ostentaba con la unipolaridad resultante tras la desaparición de la URSS en 1991.
Este proceso de tránsito intersistémico atraviesa por diferentes momentos. En primer lugar, se aprecia un proceso de transición económica en el que se produce un desplazamiento del centro de gravedad de la economía hacia las economías emergentes y en desarrollo. El mismo, va aparejado a la necesaria transición tecnológica, produciéndose una nueva pugna, esta vez por encabezar la revolución tecnológica. Estos cambios, a su vez, deben estar acompañados por una transición política. En la actualidad, vemos cómo han ganado protagonismo en el escenario internacional países del Sur Global1.
A partir de ello, en la actualidad se está produciendo una transición geopolítica, donde se va desplazando el centro de gravedad y la toma de decisiones centradas en el occidente anglosajón hacia la región Asia-Pacífico. Como colofón, se produce una transición cultural o civilizatoria, donde el sistema de valores hasta entonces hegemónico va dando paso al ascenso de una nueva concepción del mundo. Sobre dicha base, se señalan las fases del proceso de transición:
1. Existencia de un orden estable que aglutina a la mayoría de Estados-nación del Sistema Internacional.
2. Inicia una crisis de legitimidad del orden global establecido.
3. Se produce una desconcentración y deslegitimación del poder por parte de la potencia hegemónica.
4. Se acude a la carrera armamentística y formación de alianzas para mantener por cualquier medio el orden jerárquico. Ello conduce a una crisis generalizada y al surgimiento y emergencia de nuevos actores.
5. Necesaria resolución de la crisis internacional.
6. Renovación del sistema (Schulz, J. S., 2022).
Atendiendo a lo antes expuesto, se puede afirmar que se está gestando un “nuevo orden internacional”. Sus manifestaciones son multifacéticas, como por ejemplo:
Todos estos sucesos manifiestan una creciente toma de conciencia en el Sistema Internacional de Estados respecto a la importancia de la cooperación internacional para abordar desafíos globales como la crisis climática, las pandemias y la seguridad alimentaria. Asimismo, constituye indicador de que se está gestando un cambio en la forma en que los países interactúan entre sí, resultando en un cambio del centro de gravedad económico, político y estratégico.
En tal contexto, Estados Unidos ha desatado una guerra híbrida global como intento desesperado de defender y mantener su posición hegemónica, aparentemente inalterable en el mundo de la posguerra. Con tales fines, ha colocado una diana en China, en tanto constituye su principal amenaza en el orden económico y científico-técnico. Desde esa perspectiva, las tensiones entre Estados Unidos y China se han visto deterioradas considerablemente a partir de la administración republicana del mandatario Donald Trump. Su política, desde 2017, adquirió una connotación agresiva hacia China, manifiesta mediante una guerra comercial y ataques económicos con el objetivo de mantener la hegemonía mundial estadounidense. Ello evidencia que ante el proceso de declive que ya venía transitando, se incrementan los esfuerzos nacionalistas-americanistas con un marcado carácter proteccionista, mediante políticas que golpean algunos de los pilares emergentes del orden mundial en crisis, como es el caso de China. Por su parte durante la administración de Joseph Biden, se destacó su enfoque en la competencia, así como su compromiso de proteger la soberanía de Estados Unidos frente a posibles amenazas chinas. Es relevante el cambio en la política exterior de Estados Unidos hacia Taiwán a partir de la aprobación de la venta de armas a Taiwán en agosto de 2023, ocasionando el aumento de tensiones en la región (Colectivo de autores).
Además, Estados Unidos ha dedicado, especialmente en los últimos años, esfuerzos para generar motivaciones geopolíticas y geoeconómicas que deriven en tensiones entre China y Rusia y desaten un conflicto entre ambas. Ha fortalecido alianzas con países vecinos de dichas potencias, destacándose Taiwán y Ucrania, lo que ha generado preocupaciones y tensiones en ambas potencias. También se ha desplegado una política de contención que incluye la imposición de barreras comerciales y aranceles a productos chinos; limitar el acceso de empresas chinas a tecnología y mercados estadounidenses y promover la diversificación de las cadenas de suministro para reducir la dependencia de China.
No obstante, las continuas sanciones y restricciones implementadas solo han servido para ratificar los intereses comunes de supervivencia de ambas potencias, reforzando los vínculos y relaciones corporativas entre ellas, unido a que dichos intentos constituyen muestra de la preocupación de parte de los grupos de poder estadounidenses por la pérdida de su hegemonía.
La emergencia de China, su papel en el proceso de transición hacia la multipolaridad
En un artículo anterior, titulado "La sinergia entre economía y medio ambiente en China mediante la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible", se abordó el proceso de trasformaciones socioeconómicas experimentado en la República Popular China en la última década, encaminadas, fundamentalmente, a garantizar la revitalización de la nación para su Centenario en 2049. Estas trasformaciones se basan en una estrategia que conjuga los Objetivos del Centenario con los Objetivos de Desarrollo Sostenible hasta 2030, bajo el liderazgo del Partido y el impulso concedido por el presidente Xi Jinping.
Los resultados obtenidos de esta estrategia han tenido un impacto no solo sobre el Gigante Asiático, que ha devenido un actor decisorio en la región asiática, sino también sobre todo el orden internacional. En consecuencia, China se ha convertido en una potencia emergente con gran poderío, presentando perspectivas de continuar elevando sus estándares de desarrollo. Ello está avalado por un sostenido crecimiento del PIB, de alrededor de un 6 a 8% anualmente, lo que demuestra solidez en su economía. Además, este país posee grandes reservas de divisas, lo que le otorga estabilidad económica y le permite afrontar posibles shocks externos. También realiza inversiones en infraestructura moderna y en sectores de vanguardia como inteligencia artificial, la tecnología 5G y energías renovables, todo lo cual mejora su competitividad y sienta las bases para un crecimiento sostenible a largo plazo (Lagarde, CH).
No obstante, China también ha debido enfrentar importantes desafíos en su gradual y progresiva aproximación al modelo deseado. Entre ellos, el costo ambiental que trajo aparejado el vertiginoso crecimiento económico. A saber, en China aún se experimentan importantes niveles de emisiones de Gases de efecto invernadero (GEI), contaminación del aire, el agua y el suelo. En función de ello, por ejemplo, se han implementado medidas como el establecimiento de una red nacional de monitoreo y el reemplazo del carbón en los sistemas de calefacción en Beijing; se toman medidas para purificar los recursos hídricos contaminados por los procesos productivos; se reducen las importaciones de residuos sólidos para descontaminar los suelos afectados por actividades industriales y agrícolas (González, R., 2023).
En general, se promueve el desarrollo de energías renovables y un modelo de economía circular que permita transitar gradualmente hacia una economía verde, con basamento en una civilización ecológica. Por ello, la nueva era China apuesta por la innovación científica y tecnológica para impulsar un crecimiento económico no solo duradero en el tiempo, sino que, además, sea capaz de garantizar mayor calidad de vida para sus pobladores, conduciendo gradualmente hacia un nuevo modelo de dirección política y de gestión económica. En ese sentido, Jin Keyu, profesor de Economía de la London School of Economics and Political Science (LSE), ha llegado a afirmar que "se necesitan billones de dólares de inversión para la transición verde mundial, y China va a desempeñar un papel esencial en la transformación" (Feingold, S., 2024).
Atendiendo a los elementos antes expuestos, varios autores como el Dr. C. Charles Pennaforte, el Dr. C. Juan Sebastián Schulz, el Dr.C. Eduardo Regalado Florido, entre otros, se han referido a que la nación milenaria constituye una amenaza a la hegemonía que ostenta Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, por lo que se reconoce que en la actualidad se está produciendo un proceso de crisis y transición hegemónica con la región Asia-Pacífico como centro de gravedad del poder mundial, contribuyendo a una trasformación multipolar del Sistema Internacional.
Los autores de ¿Está China transformando el mundo?, sostienen que “el socialismo de mercado al “estilo chino” tendrá que alejarse paulatina y más claramente del capitalismo si quiere encarnar un camino genuinamente alternativo para toda la humanidad”. Para ello rigen su política de coexistencia pacífica a partir de cinco principios básicos:
La emergencia de China bajo estos principios como potencia de envergadura internacional se viene consolidando desde 2012 bajo el liderazgo del Xi Jinping y el PCCH, cobrando un especial énfasis a partir de 2020 y hasta la fecha. Así, no solo se ha convertido en la principal potencia en el balance regional asiático, sino que su presencia se extiende por Europa, África y América Latina, fundamentalmente a través de préstamos e inversiones, así como iniciativas para la concertación multilateral como el Foro de Cooperación China-África (FOCAC) en África y el Foro China-CELAC en América Latina.
Además, se ha convertido en líder en varios sectores y se prevé que su economía supere la de Estados Unidos, incrmentando el volumen de Producto Interno Bruto de dicho país (Rodríguez, L., 2022). También ha experimentado un proceso de apertura, dinamizando, tanto el comercio internacional como sus relaciones internacionales en general, bajo el control del Gobierno y el Partido. Ello, unido a su emergencia e iniciativas de desarrollo, la ha convertido en diana del interés para muchos países del Sistema Internacional en aras de afianzar de manera conjunta, proyectos sobre la base de la cooperación, el principio de ventaja compartida y el multilateralismo. En relación con ello en el Libro blanco “China y el mundo en la nueva era”, publicado por el Comité Central del Partido Comunista Chino en 2019, se afirma que:
“El mundo avanza rápidamente hacia la multipolaridad, la diversidad de modelos de desarrollo moderno y la colaboración en la gobernanza global. Ahora es imposible que un solo país o bloque de países ejerza el dominio en los asuntos mundiales. La estabilidad, la paz y el desarrollo se han convertido en las aspiraciones comunes de la comunidad internacional” (República Popular China, 2019. Tomado de Schulz, J. S., 2022).
Sin dudas, esta emergencia ha sido motivo de preocupación para los grupos de poder estadounidenses, que han ejercido de manera creciente presiones geoestratégicas. Vale hacer notar el fortalecimiento de alianzas militares entre Estados Unidos con India, Japón y Australia con el objetivo de rodear a China para tratar de ocupar y obstruir sus rutas marítimas; lo cual, además es manifestación de un recrudecimiento de la carrera armamentista imperialista. No obstante, China ha sostenido su estrategia de desarrollo y como parte de ella ha fortalecido su red diplomática y sus relaciones con varios países de todas la regiones.
Por todo ello, China ha pasado a convertirse en el centro más dinámico de la economía mundial. A saber, pasó de representar el 4% del PBI global en 1960 a representar el 16% en 2020, evidencia irrefutable de un acelerado crecimiento económico. Además, ha alcanzado ubicarse como el mayor exportador de mercancías a nivel internacional y también el primer importador, convirtiéndose en una gran potencia industrial. En este sentido, datos de Naciones Unidas revelan que China lidera la producción industrial mundial, representando un 30% de la misma. Con esa cifra, supera a otras potencias del sector como Estados Unidos que representa el 16%, Japón que es el 7%, Alemania con un 5,7% o Corea del Sur con el 3,2% (Schulz, J. S., 2022).
En adición, China se ha mantenido como primera potencia manufacturera por alrededor de 15 años consecutivos, según declaraciones del Ministerio de Industria y Tecnología Informática a inicios del presente año. A saber, tan solo este sector ha contribuido en más del 40% al crecimiento total. Asimismo, en 2024 se experimentó un aumento significativo de la inversión china en el extranjero, lo que muestra el interés por consolidar las relaciones de cooperación internacional en función del desarrollo. Además se encaminan esfuerzos a la renovación urbana en 2024, llevándose a cabo alrededor de 60 000 proyectos en diferentes cuidades. Estos están orientados fundamentalmente a la transformación de barrios marginales y creación de áreas más inteligentes (Embajada de la República de Cuba en la República Popular China, 2025).
A propósito, las siguientes gráficas muestran el monto del comercio internacional experimentado por China en el periodo 2016-2024, donde se evidencia la presencia significativa de las exportaciones respecto a las importaciones. En tanto una segunda gráfica muestra la ubicación porcentual de este país en cuanto a las exportaciones mundiales, ocupando un lugar predominante.
De este modo China se ha erigido como un polo de poder en el sistema internacional, con un liderazgo no solo económico, sino también en el sector científico-tecnológico. Al mismo tiempo ha impulsado un conjunto de inversiones, así como un proceso de internacionalización de su moneda nacional. En correspondencia, el Gigante Asiático ofrece la alternativa de un nuevo modelo de desarrollo más integral y sostenible, lo cual le ha posibilitado impulsar la nueva etapa del desarrollo chino. La misma deberá permitirle no solo materializar el sueño de la revitalización como nación; sino también garantizar la supervivencia de su modelo político económico social.
No obstante, no se dejan de reconocer los significativos desafíos de cara a sostener el crecimiento. Desde dicha perspectiva, expertos consideran que serán necesarias nuevas vías de crecimiento para que China mantenga el patrón que ha estado experimentando. A saber, se debe continuar con la expansión del sector industrial, así como fortalecer áreas como la Inteligencia Artificial, los servicios financieros digitales y las tecnologías verdes (Feingold, S., 2024).
Asimismo, es importante resaltar la proyección de continuidad y liderazgo del gobierno chino, identificando a Xi Jinpig como una figura destacada en la implementación en este país de los ODS en conjunción con la estrategia de transformación socioeconómica para el centenario. Esto es, a través de la defensa al multilateralismo, la apertura económica y la integración y cooperación internacional en pos del desarrollo global.
CONCLUSIONES
Atendiendo a lo antes expuesto, se percibe un declive de la hegemonía estadounidense, si bien no existe linealidad en cuanto a ella, o en cuanto a si alguna potencia o coalición de potencias ocupan el lugar hegemónico. Lo que sí queda claro es la existencia de una tendencia a la multipolaridad, impulsada por potencias emergentes y los intervínculos que se están estableciendo de forma estratégica, dando lugar a una reconfiguración no hegemónica de bloques de poder que están construyendo un andamiaje institucional multilateral y multipolar.
Asimismo, se puede afirmar que China ha pasado a convertirse en el centro más dinámico de la economía mundial. Ello ha estado favorecido por su gestión orientada a la industrialización, informatización, innovación, productividad, expansión e internacionalización de su modelo con un carácter respetuoso hacia el medio ambiente. También se han puesto en vigor un conjunto de iniciativas y proyectos de desarrollo claves en la emergencia de este país; y que consolidan su rol dentro de la reconfiguración multipolar del Sistema Internacional.
Todo ello ha resultado esencial para impulsar la nueva etapa de desarrollo chino, contribuyendo al proceso de reconfiguración multipolar. Sin dudas, el vertiginoso ascenso de China representa un desafío para el Sistema Internacional ya que constituye expresión de un cambio en las relaciones internacionales, considerándose, además, expresión de un cambio en las relaciones de poder y jerarquización en el Sistema Internacional.
notas
1 Vale precisar que no se puede identificar el llamado Sur Global con el Tercer Mundo, ya que la distinción Primer y Tercer Mundo se refiere a básicamente a una diferenciación económica-técnica, que no se hace corresponder a las circunstancias del actual Sistema Internacional de Estados. En tanto Sur Global refiere una identificación surgida desde una nueva visión geopolítica, resultado del contexto de la posguerra fría a partir de la necesidad de considerar la cooperación Sur-Sur. Asimismo, no se puede identificar con una región territorialmente definida, ya que incluye naciones de América Latina, el Caribe, África y Asia-Pacífico.
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