Una mirada a las relaciones afrodiaspóricas Estados Unidos-Cuba desde la academia cubana
An educational glance at the afrodiaporic relations between the United States and Cuba
M. Sc. Patricia Lázara Pego Guerra
Máster. Especialista del Ministerio de Relaciones Exteriores. Doctorando en Ciencias Políticas por la Universidad de La Habana. La Habana, Cuba. ppegog@yahoo.com 0009-0006-90589315
Cómo citar (APA, séptima edición): Pego Guerra, P. L. (2025). Una mirada a las relaciones afrodiaspóricas Estados Unidos-Cuba desde la academia cubana. Política Internacional, VII (Nro. 2), 197-213. https://doi.org/10.5281/zenodo.15103861
recibido: 21 de enero de 2025
aprobado: 18 de febrero de 2025
publicado: 7 de abril de 2025
RESUMEN El presente artículo trata un tema que forma parte de una investigación doctoral, más extensa, que realiza la autora en la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”, sobre las relaciones entre las diásporas africanas de Estados Unidos y Cuba y su presencia en los planes de estudio de las carreras universitarias en nuestro país, en el propósito de lograr una formación más integral de los educandos, basada en valores, entre los cuales se encuentra el antirracismo. Dicha investigación demuestra que más allá de la importancia estratégica que tienen las relaciones bilaterales con Estados Unidos y la potencialidad de un vínculo nuestro más diverso y efectivo con la comunidad afroamericana, el tema no está incluido en el currículo universitario cubano, a través de disciplinas clave como Historia Universal y Contemporánea, Historia de Cuba, Marxismo Leninismo y Seguridad Nacional, entre otras afines, lo cual hace que el conocimiento sea limitado y dependa en gran medida de la superación profesional de los docentes, por un lado, y del interés de los educandos, por otro. El artículo se centra en los vínculos de Cuba con la comunidad afroamericana y su larga data, de los cuales emergen como principales protagonistas las diásporas africanas de ambos países, con un accionar consolidado a prueba de siglos de historia común, asociada tanto a la esclavitud y sus secuelas, como a convergencias, y también divergencias, de naturaleza socio-política y cultural, en su más amplio espectro.
Palabras claves: Estados Unidos, Cuba, afroamericano, diáspora africana, relaciones afrodiaspóricas, actores afrodiaspóricos
ABSTRACT The article is about a topic included in more extensive doctoral research that the Author develops at the University of Pedagogic Sciences “Enrique José Varona”, on the relationship between the African diasporas of the United States and Cuba and its presence in the curriculum of Cuban universities, with the aim of providing a more comprehensive education to students, based on social values, among which antiracism is encompassed. The research demonstrates that, despite the strategic importance of the bilateral relations between Cuba and the United States and the potentiality of a more diverse and effective link with the African American community, the issue is not incorporated in essential disciplines of the Cuban university curriculum such as Universal and Contemporary History, History of Cuba, Marxism Leninism and National Security. Knowledge is, therefore, limited and depends on the professional development of teachers and on the interests displayed by students. The article emphasis on the long-standing relationship of Cuba with the African American community, from which African diasporas of both countries arise as main role players, with consolidated actions based on centuries of common history, associated not only to slavery and its aftermath, but also to confluences and differences of socio-politic and cultural nature.
Keywords: United States, Cuba, African American, African diáspora, afrodiasporic relations, afrodiasporic actors
INTRODUCCIÓN
Las relaciones entre las diásporas africanas de Estados Unidos y Cuba datan de más de 400 años, con la esclavitud y sus secuelas como hilo conductor. Durante siglos, sus protagonistas han establecido una conexión sólida, respetuosa e imperecedera, que con el paso del tiempo se ha fortalecido y diversificado. En la actualidad ambas comunidades se reconocen a partir de sus respectivos avances y desafíos, y ostentan una voluntad recíproca para rescatar la relación, enriquecerla y construir nuevos puentes.
A nivel de gobiernos el tema constituye una prioridad, más allá de utilizarse vías y métodos políticos contrapuestos, en el marco de estrategias específicas de Política Exterior, Diplomacia Pública y Diplomacia de Diásporas. No debe subestimarse que, en su intento por derrocar a la Revolución y desestabilizar nuestro país, el gobierno de Estados Unidos manipula el tema de la racialidad a través de programas subversivos millonarios, de organizaciones como la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)i y la Fundación Nacional para la Democracia (NED)ii, entre otras.
Los estudiantes universitarios cubanos desconocen, en alguna medida, el papel y legado de figuras, hechos e instituciones afrodiaspóricas relevantes de Estados Unidos y Cuba, devenidos actores principales de una relación histórica muy importante, pues no están incluidos como temas en los contenidos docentes que reciben, como parte de los planes de estudio actuales.
La autora sustenta el criterio de que el conocimiento de las contribuciones, vínculos y comportamiento en general de las diásporas africanas radicadas en Estados Unidos y Cuba es fundamental en la formación en valores de los estudiantes universitarios cubanos, entre ellos el antirracismo, como parte de la integralidad profesional a la que aspira nuestro sistema de educación superior, además de contribuir también al logro de objetivos de política exterior, por la importancia estratégica que tiene la relación con Estados Unidos.
El Estado del Arte del tema revela un déficit investigativo. En Cuba, por un lado, la bibliografía no es abundante y, de modo muy limitado se encuentra solo en publicaciones sobre otros temas asociados a la esclavitud, las religiones de origen africano, la racialidad, la formación del concepto de “color cubano”iii, como elemento recurrente y necesario de unidad nacional, y a las luchas antirracistas a lo largo de nuestra historia.
En Estados Unidos, lamentable y tristemente, a veces se presenta una versión distorsionada de nuestra realidad, centrada en temáticas como la esclavitud, sus consecuencias, la demanda de reparaciones para las víctimas y las contribuciones de los afroamericanos a su sociedad. También se aborda el tema con un enfoque meramente afrodiaspórico, a partir de la importancia de los vínculos como sociedad civil, en los sectores socio-cultural, académico, religioso y deportivo, pero con una visión muy estadounidense y limitada. El presente artículo comienza con un análisis epistemológico sobre la historia del concepto de diáspora africana, para luego adentrarse en el origen de la relación afrodiaspórica entre Estados Unidos y Cuba, transitando por temas como los afroamericanos y la independencia de Cuba; la participación de los Buffalo Soldiersiv en la intervención militar de 1898; las primeras décadas de la República; el triángulo migratorio Estados Unidos-Caribe-Cuba; el papel de Ybor City, en Tampa, Florida, como puente de conexión diaspórica; y el aporte de los actores afrodiaspóricos presentes en la relación Estados Unidos-Cuba, fundamentalmente durante el siglo 21, en los sectores político y social.
La investigación es de tipo mixto, en tanto combina enfoques y métodos cualitativos y cuantitativos; y como método general se asumió el dialéctico materialista. Los métodos teóricos utilizados fueron el histórico-lógico, la modelación, el sistémico-estructural, análisis y síntesis e inducción y deducción. Los métodos empíricos utilizados fueron el análisis documental, la observación, la encuesta, la entrevista, el criterio de expertos y la triangulación de fuentes. Se utilizó la estadística descriptiva, con el objetivo de procesar y analizar la información recopilada.
DESARROLLO
Diáspora africana, pasado y presente
La bibliografía consultada coincide en lo difícil que resulta definir diáspora africana en la actualidad, pues su campo de estudio e investigadores crece a nivel mundial. Un análisis breve de la evolución histórica del concepto revela que los intentos de identificar y dar sentido a la diáspora africana son casi tan antiguos como la propia diáspora (Patterson and Kelley, 2000).
Zeleza (2005) plantea que el término “diáspora antigua” se formó antes de la construcción de los estados coloniales africanos. Añade que las “diásporas contemporáneas” se formaron después del siglo 19 e incluyen las diásporas de colonización, decolonización y de la era de ajuste estructural, a partir de 1980, fecha que marca la aparición de la “nueva diáspora africana”, con la migración africana a Estados Unidos.
Okpewho and Nzegwn (2009) y Johnson (2023) comparten el criterio de que la “nueva diáspora africana”, surgió en las últimas décadas, con la llegada a Estados Unidos de migrantes económicos africanos.
El debate académico moderno incluye aproximaciones al término, como:
“personas africanas del nuevo mundo”, “cultura negra del nuevo mundo”, “globalidad negra” y “diáspora global africana”. Consta también el criterio sugerente de utilizar el término diáspora africana, en plural, como diásporas africanas, por la diversidad y alcance que ha cobrado el tema en cuanto a orígenes, destinos y confluencias. (Early, J, comunicación personal, 10 de diciembre de 2024)
En 2005, la Unión Africana v declaró a la diáspora africana como la “Sexta Región del mundo”, integrada por “personas de origen africano, que viven fuera del continente, independientemente de su ciudadanía y nacionalidad, y que tienen la voluntad de contribuir al desarrollo del continente y la construcción de la Unión Africana”. Esta definición ha sido objeto de muchas críticas, por su excesiva generalidad y omisión de criterios de interés general, tanto académicos como político – legales.
Aunque en general se respetan todas las definiciones, la Autora opta por la versión de Boyce (2008), al describirla como una serie de comunidades de origen africano dispersadasvi, resultado de siglos de migraciones, pero conectadas, por una historia de experiencias a veces convergentes y otras divergentes.
Antecedentes de la relación afrodiaspórica entre Estados Unidos y Cuba
La autora comparte el criterio de Ferrer (2012) en cuanto a que “de todas las tensiones y contradicciones que caracterizaron y dieron forma al nacionalismo cubano, ninguna fue tan complicada e importante como la que se desarrolló en torno al tema de las razas”.
Argumenta, en su afirmación, que la revolución iniciada el 10 de octubre de 1868, en tanto un proyecto anticolonial y antirracista de vasta proyección, desafió el miedo y las divisiones que formaban parte de la sociedad de la cual emergió; y aunque dirigida al principio por unos pocos hombres acaudalados, de color de piel blanca, la contienda ubicó a hombres libres, negros y mulatos, en puestos de autoridad local, liberó esclavos que convirtió en soldados y los llamó ciudadanos.
Desde el punto de vista anticolonial Ferrer (2012) describe la importancia de las tres rebeliones acontecidas en el curso de los treinta años siguientes, bajo el liderazgo del multirracial Ejército Libertador, a saber: la Guerra de los Diez Años (1868-1878), la Guerra Chiquita (1879-1880) y la última Guerra de Independencia (1895-1898), que concluyó con la Guerra Hispano – Cubano – Norteamericana.
La visión nacional antirracista se desarrolla, sin embargo, a partir del inicio mismo de la Guerra de los Diez Años, con una retórica revolucionaria que se fortaleció en el periodo comprendido entre la abolición legal de la esclavitud, en 1886, y el comienzo de la tercera y última guerra, en 1895.
Como fundamento de ello, la igualdad racial constituía la base de una nueva nación cubana, sin razas, pues identificaba a la esclavitud y la división racial con el colonialismo español y convirtió a la revolución en un proyecto mítico que armaba a blancos y negros en función de un objetivo común, la independencia de Cuba.
A diferencia de otros países de América Latina y el Caribe, y del propio Estados Unidos, en el caso de Cuba la nación no fue consecuencia de la unión física o cultural, sino resultado de una alianza revolucionaria interracial.
En el momento cumbre del racismo en Estados Unidos, los mambises cubanos soñaban y forjaban un país sin razas. De ahí que la escalada de violencia racial, la difusión de la segregación por razas y el desmantelamiento de los avances políticos conseguidos durante la Reconstrucción en el Sur, tuvieron lugar en Estados Unidos exactamente en la misma época en que aumentaba la popularidad y el poder de los líderes negros y mulatos en Cuba.
Para comprender bien el origen de la relación afrodiaspórica entre Estados Unidos y Cuba, Romay (2015) sugiere profundizar en el periodo 1879 – 1886, posterior al Pacto del Zanjón, cuando los sectores populares se apropiaron de nuevas prácticas discursivas y el poder colonial español implementó parte de las liberalidades prometidas por la Constitución española de 1876 con la aprobación, entre otras, de las leyes de Imprenta, en 1886, de Reuniones y de Asociaciones, que constituyeron pasos de avance en la batalla por los derechos civiles de le época.
A tal efecto, subraya el hecho de que esas medidas crearon oportunidades de mayor participación social para cubanos de todas las clases, capas y colores, como respuesta parcial a los afanes modernizadores de los criollos blancos e ilustrados, y también como estrategia para menguar conspiradores y soldados a la nueva contienda independentista que se preparaba.
Los afroamericanos y la independencia de Cuba
Brock (1994) afirma y argumenta, con cuatro ejemplos, que no debería sorprender que el primer acto de solidaridad internacional de los afroamericanos, como hombres y mujeres libres, fuese el apoyo a la independencia de Cuba.
En primer lugar, cita a Cole (1977) para explicar que, desde el inicio mismo de la Guerra de los 10 años, “la voz de la América Negra estuvo entre las voces de personas progresistas en Estados Unidos que proclamaron solidaridad hacia los insurgentes cubanos y exigieron el reconocimiento a la guerra cubana.”
Añade que, en 1872, el Reverendo abolicionista Henry Highland Garnet junto al empresario y activista político Samuel Raymond Scottron, ambos afroamericanos, convocaron a una reunión masiva en la sede de The Cooper Union, de Nueva Yorkvii, en calidad de co-fundadores y co-presidentes de la Sociedad Antiesclavista Estados Unidos – Cuba. El propósito de evento fue impulsar la causa de la libertad en la Isla y lograron más de 5 000 firmas, para una petición que presentaron al Presidente Grant y al Congreso para “conceder a los patriotas cubanos el reconocimiento que merecían, tras cuatro años de lucha valiente”.
Brock (1994) hace igualmente alusión a la carta que el conocido luchador abolicionista Frederick Douglas envió a Samuel R. Scottrom, en fecha 29 de marzo de 1873, en la cual le escribe: “El primer destello de la espada de la libertad y la independencia en Cuba afianzó mi solidaridad con la causa revolucionaria” y alertó a la juventud afroamericana a renunciar a su ciudadanía para unir sus fortunas con las de sus hermanos que sufrían en Cuba.
Y por último refiere que, el 15 de marzo de 1878, en ocasión de la Protesta de Baraguá, Samuel R. Scottrom, escribió con gran respeto a Antonio Maceo:
“Nadie ha ocupado una posición más noble que Usted”.
Los Buffalo Soldiers
Para (Acosta, s. f.), los Buffalo Soldiers es un tema “escondido” por la historiografía estadounidense, a pesar de los esfuerzos de la academia, sobre todo la afroamericana.
Acosta (2003) sostiene el criterio de que “las guerras no sólo dividen a los pueblos y sus culturas, sino también los ponen en contacto” (p. 9) y que “en el choque de culturas que es toda guerra, las relaciones interraciales juegan un destacado papel” (p. 21).
La Guerra Hispano – Cubano – Americana no fue la excepción, dada la variada composición social, clasista, cultural, religiosa y racial de las tropas de Estados Unidos y la inevitable conexión diaspórica desarrollada desde entonces entre los soldados afroamericanos regulares (Buffalo Soldiers), también los voluntarios, con los negros y mulatos del Ejército Libertador cubano.
Tras la violenta explosión del acorazado Maine, el 15 de febrero de 1898, en La Habana, un grupo de notables voces afroamericanas estimularon la participación de afroamericanos en el conflicto. Entre ellos se encontraba Booker T. Washington, quien en el mes de marzo propuso a John Davis Long, entonces Secretario de la Marina, la idea de enviar a Cuba al menos 10 mil hombres negros leales, valientes y fuertes del Sur de Estados Unidos, para cumplir el Servicio Militar. Su propuesta se basó en la idea de que los soldados negros podrían soportar y adaptarse mejor al clima tropical de Cuba que los blancos y que los negros del Sur de Estados Unidos estaban ya acostumbrados a ese clima. (Guridy, 2010, p. 23)
Por ironías de la historia, como parte del 5to. Cuerpo de Ejército, entre los días 22 y 24 de junio de 1898, los Buffalo Soldiers desembarcaron en la parte de Cuba [zona de Santiago, en Oriente], donde había, y se mantiene hasta la actualidad, más presencia de jefes, oficiales, soldados negros y mulatos, en el Ejército Libertador y también en la población residente, con una proporción estimada de 3 negros y mulatos por cada blanco. Ello tendría un impacto en las historias de vida de los soldados afroamericanos.
La cifra de Buffalo Soldiers en la guerra varía, según la documentación consultada. (Acosta, s. f.) y (Acosta, 2003, p. 24) plantean que eran aproximadamente 3 mil hombres en los cuatro regimientos de tropas regulares antes mencionados, mientras que (Exposición Permanente en el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana, 2023) refiere que fueron 2 mil.viii La bibliografía consultada coincide en acentuar el alto nivel de confraternización desarrollado entre los Buffalo Soldiers y los mambises y los generales negros y mulatos cubanos, a quienes conocieron en el campo de batalla o por referencias, y llegaron a admirarlos al constatar su valor y patriotismo.
Acosta (s. f.) afirma que “Cuba cambió a esos hombres” y argumenta que “se entendieron bien, eran los únicos militares estadounidenses que hablaban bien de los soldados cubanos y los únicos que escribían a los periódicos [afroamericanos] a favor del pueblo cubano, al explicar la situación existente en nuestro país.”
Añade que “no pocos” Buffalo Soldiers se negaron a regresar a Estados Unidos, al ser testigos de que en Cuba se dada otro tratamiento al tema de la racialidad, y se quedaron a vivir en el municipio San Luis, de Santiago de Cuba, donde “se fundieron con la población cubana e hicieron familia. Aún en la actualidad se encuentra a numerosas familias de fonética inglesa en sus apellidos, descendientes de los Buffalo Soldiers, que eligieron a nuestro país como su suelo para trabajar, morir y descansar con dignidad”.
Los que volvieron a Estados Unidos “reconocían ser más dignos, más conscientes de sus derechos y más decididos a exigirlos”. Un ejemplo memorable de lo anterior fue el homenaje sincero que un grupo de Buffalo Soldiers rindió a la familia Maceo, en la casa donde vivían dos de sus hermanas en el municipio santiaguero de San Luis, terminada la guerra, mientras esperaban para regresar a Estados Unidos. La visita al humilde hogar fue expresión de su admiración, respeto y orgullo hacia la familia Maceo en general, con referencias específicas al General Antonio, a quien calificaron de “ídolo de la Isla”. (Ibídem)
Más allá de las diferencias existentes derivadas de sus respectivos contextos históricos y realidades, la experiencia de la participación de los Buffalo Soldiers en la Guerra Hispano – Cubano – Americana y su interacción con las tropas mambisas y poblaciones cubanas del Oriente del país constituyen un símbolo de la potente conexión diaspórica entre los afrodescendientes de ambos países.
De acuerdo con Brock & Castañeda (1998) las reacciones de los afroamericanos en torno a la intervención militar de Estados Unidos en Cuba en 1898, no fue unánime. Describe que, al analizar el acontecimiento, William Edward Burghardt (W.E.B.) Du Boisix teorizó en torno a lo que definió como “doble conciencia de los afroamericanos”, basada en su condición de afrodescendientes en primer lugar y, por otro lado, como estadounidenses, lo cual derivó en “conflicto psicológico” y “contradicción” entre ellos. (p. 15)
Explica que, como descendientes de esclavos negros, víctimas del racismo, los afroamericanos fueron solidarios y apoyaron a la comunidad de negros y mulatos residente en la Isla; y que su orgullo racial hizo que calificaran la intervención como acto “imperialista racista”.
Sin embargo, como hijos de la nación donde nacieron, muchos aceptaron la intervención y deseaban ser parte del proyecto geopolítico y económico estadounidense. En este último grupo figuraban los promotores del “Comité o Sociedad de la Emigración Afroamericano - Cubano” establecido en 1898, en Topeka, Kansas, bajo el liderazgo del Reverendo W. L. Grant, quien presentó una petición (no aprobada) al Congreso Federal para convertir a Cuba en un
“destino para la emigración afroamericana a gran escala, y la asignación de un millón de dólares para el asentamiento, junto con África y Haití”, como refugio para los que quisieran escapar de la violencia racista en Estados Unidos y hacer dinero en un país “mayoritariamente pobre y negro”, pero con reputación de ser un “paraíso racial”.
La “doble conciencia” descrita por Du Bois demuestra que algunos afroamericanos podían lo mismo aliarse entre ellos como “hermanos de raza” que refrendar el patriotismo exagerado estadounidense y la creencia en el Capitalismo.
Un artículo anterior de dicha autora, (Brock, 1996), titulado “Regreso al futuro. Cuba entre los afroamericanos”, había sintetizado la “doble conciencia” de Du Bois, como la reconciliación de su doble carácter de negros y norteamericanos, por un lado, en la pretensión de muchos de unir su propia lucha por la igualdad con la de sus aliados de larga data [los negros y mulatos cubanos] y por otro, demostrar así su lealtad al gobierno de Estados Unidos. De igual modo, refiere que “los afroamericanos pretendían encontrar en Cuba un paraíso racial, que no existía” (p. 24).
(Acosta, 2003), también aborda el tema, pero con el enfoque de “las dos actitudes extremistas que dividieron a la comunidad negra de Estados Unidos ante la Guerra Hispano – Cubano – Americana”. De un lado ubica a los que llama “entusiastas abogados de la guerra”, que la idealizaban a partir de los potenciales beneficios que les reportaría, en términos de mayor respecto y oportunidades económicas; y, por otra parte, figuran “los antimperialistas”, que simpatizaban con la lucha de Cuba, especialmente con la de los negros cubanos, y no querían para la Isla un sistema de discriminación racial como el que existía en su propio país. (p. 95)
Primeras décadas de la República
La etapa que siguió a la intervención militar estadounidense en 1898, la posterior ocupación y el establecimiento de la República en 1902, son hechos que marcaron la naturaleza y alcance real de los lazos entre ambas diásporas africanas, en todos los sectores sociales. (Brock & Castañeda, 1998)
A partir de entonces, la interacción general entre las diásporas se aceleró y Cuba se convirtió en una red de expansión rápida de cuerpos e ideas entre migrantes en ambas direcciones, hacia y desde Estados Unidos. Historias publicadas por periodistas afroamericanos que visitaron Cuba sirvieron de motivación al interés del afroamericano en el negro cubano.
Romay (2012) apunta que “la República ofreció a los no blancos cubanos oportunidades de inserción y ascenso social nunca antes conocidos”, incluyendo el elemento de la relación diaspórica con la comunidad afroamericana. (p. 72)
No obstante, cubanos negros y mulatos emigraron a Estados Unidos en busca de oportunidades de empleo y educación, muchos de los cuales se instalaron a vivir en comunidades segregadas de afroamericanos.
En esa etapa, se conocían en Cuba las ideas de Booker T. Washington, cuya reputación creció al punto de convertirse en una personalidad respetada entre los cubanos negros y mulatos, que lo veían como modelo representante de la comunidad afroamericana.
Muchos son los sucesos históricos que dan fe de la solidaridad y hermandad cimentadas entre los afrodescendientes de Estados Unidos y Cuba en la primera mitad de siglo 20.
El desembarco de marines afroamericanos en Guantánamo, entre mayo y junio de 1912, procedentes de Cayo Hueso, tuvo un impacto en la población negra y mulata de Cuba y también en los propios marines, quienes fueron testigos de un enfrentamiento racial. Ellos formaron parte de las tropas estadounidenses que vinieron para apoyar al gobierno racista de José Miguel Gómez a derrocar el alzamiento del Partido de los Independientes de Color.
“La masacre de 1912” , como también se conoce, fue el primer hecho en Cuba que atrajo la atención de la prensa negra [de Estados Unidos], después de la Guerra Hispano – Cubano – Americana, el cual fue visto “con horror por los afroamericanos” (Brock, 1996, p. 25).
Nuestro país también registró acciones solidarias ante los sucesos racistas del 25 de marzo de 1931, en Scottsboro, Alabama, conocido como el “Caso Scottsboro”, con nueve jóvenes afroamericanos acusados injustamente de violar a dos mujeres blancas y sentenciados a pena de muerte en la silla eléctricax. (Sullivan, 2013)
Entre dichas acciones destacan las siguientes:
Guridy (2010) menciona un telegrama enviado por el Club Atenas de La Habana al Gobernador de Alabama, con un mensaje de protesta por la encarcelación y de crítica al Caso Scottsboro, que calificó de “prejuicio racial y crueldad capitalista” (p. 135).
El triángulo migratorio Estados Unidos – Caribe – Cuba
A juicio de Guridy (2010), los vínculos cercanos forjados entre afrocubanos y afroamericanos se hicieron posible por la emergencia de la zona fronteriza transnacional “Mundo Estados Unidos – Caribe”, como región surgida inicialmente de las redes comerciales del siglo 18 y consolidada tras la guerra de 1898.xi (p. 9)
Las poblaciones afrodescendientes migrantes fueron parte de esos encuentros transnacionales, como apoyo a la fuerza de trabajo de la región, que incluyó no solo a las Indias Occidentales [West Indians], sino también a los afrodescendientes de sociedades hispano y francés hablantes. Cientos de miles de migrantes afro – caribeños dejaron sus países para trabajar en industrias controladas por Estados Unido en Panamá, Costa Rica, Nueva York y Cuba, entre otros. (Ibídem, p. 9)
Respecto a Cuba, en 1913, bajo la presión de compañías estadounidenses en plena expansión, el presidente cubano José Miguel Gómez autorizó la contratación de braceros antillanos, sobre todo de colonias británicas, en especial Jamaica, y posteriormente también de Haití. Los jamaicanos se radicaron fundamentalmente en los centrales azucareros de propietarios estadounidenses de la parte centro oriental de Cuba, donde constituyeron el grueso de la fuerza de trabajo allí empleada. (García, 2015, p. 230)
Ese flujo migratorio fue masivo y se mantuvo hasta 1929, con el inicio de la Gran Depresión, cuando las condiciones económicas del país cambiaron y la llegada de trabajadores antillanos a Cuba primero se reduce hasta desaparecer. (Ibidem, p. 233) A partir de 1934 y 1935 comenzaron a generarse acciones de repatriación forzosa de los jamaicanos, en concertación con el gobierno británico (Ibidem, p. 235)
Pedraza & Rumbaut (1996) confirma la contribución de los inmigrantes caribeños a la diversidad de la población negra en Nueva York y sostiene que, en 1930, los negros extranjeros [caribeños, en su mayoría de habla inglesa] eran aproximadamente 1/6 de la población negra de Nueva York, con pocos nuevos llegados en esa década, lo cual convirtió a Harlem en el más famoso de los destinos. (Ibidem, p. 342)
De igual modo, explica los límites que los cambios en las leyes migratorias de Estados Unidos, de 1952, impusieron en la inmigración de anglo parlantes de las Indias Occidentales (Ibidem, p. 342); y cómo en 1965 se aprobaron enmiendasxii que derogaron tales restricciones, lo cual derivó en el regreso masivo de los negros caribeños a Nueva York.
El Censo de 1980, citado por Pedraza & Rumbaut (1996), reveló que, de los 300 mil caribeños no hispanos en Nueva York, el 80 % había arribado después de 1965 y que, en 1990, ¼ de los negros de Nueva York eran extranjeros, en su mayoría anglo parlantes, de Jamaica, Trinidad y Tobago, Barbados y Guyana. Durante el transcurso de la primera mitad del siglo 20, islas caribeñas como Jamaica, Barbados, Trinidad y Tobago y Guyana; las grandes urbes estadounidenses de Nueva York, Chicago y California; y también Cuba fueron protagonistas de un fenómeno asociado a la Gran Migración, que conectó de por vida a muchas familias caribeñas, afroamericanas y cubanas.
La autora define dicho fenómeno en cuatro dimensiones, a saber:
Según Brock & Castañeda Fuertes (1998), se estima que en marzo de 1921 residiesen en Cuba más de 50 000 (50 mil) jamaicanos. Al final de ese año tal cifra se duplicó y un total de 99 mil 212 inmigrantes jamaicanos se encontraban en Cuba, radicados en su mayoría en las áreas de crecimiento de la industria de Camagüey y Oriente, aunque también vivían en La Habana y otras provincias. (p. 120)
Resultado de esa triangularidad migratoria es común encontrar en Nueva York y New Jersey a afroamericanos descendientes de jamaicanos que refieren tener tíos, hermanos y primos en Cuba pues sus abuelos se asentaron en nuestro país y tuvieron hijos antes de emigrar definitivamente a Estados Unidos, en las décadas de 1920 y posterior a 1940, sorteando la Gran Depresión o Crisis Económica de 1929 – 1939.
De igual modo, es frecuente la presencia de cubanos, sobre todo de la región oriental, con apellidos estadounidenses o ingleses, provenientes de migraciones del Caribe anglófono, en particular de Jamaica y Barbados. Tal es el caso de apellidos conocidos, como Johnson, Stevenson, Knight, y Smith, entre otros. También ocurre con el apellido Maceo, utilizado con frecuencia como nombre en familias afroamericanas, en barcos, hoteles, etc., en señal de homenaje y respeto al Titán de Bronce, como expresión de reconocimiento a su liderazgo en las guerras de independencia de Cuba de la segunda mitad del siglo XIX.
Ybor City, Tampa, como puente de conexión diaspórica
La abolición de la esclavitud en Cuba, en 1886, provocó el éxodo de miles de cubanos hacia Ybor City, en Tampa, Florida, consecuencia de la crisis político – económica existente que incrementó el índice de desempleo, por la incorporación de 200 mil hombres libres [antes esclavos] a la fuerza de trabajo asalariada del país. (Brock & Castañeda Fuertes, 1998, p. 61)
Es conocida la contribución de los cubanos residentes en Tampa a la causa de la independencia de Cuba, su activismo político, los fondos recaudados y la acogida que dieron a figuras clave de la Isla que visitaron la ciudad, como José Martí y Antonio Maceo.
Ybor City era conocida como “La Habana de América” de la época, por su extensa población de inmigrantes hispano parlantes, la presencia de periódicos en idioma español, la industria del tabaco y los clubes sociales cubanos.” (Ibídem, p.52)
La conexión diaspórica entre afroamericanos e inmigrantes cubanos negros y mulatos en Tampa se vio estimulada con la admisión y consecuente membresía de afrodescendientes en general, incluidos los propios afroamericanos, en el Club “Unión Martí-Maceo”xiii, de Ibor City, en 1915. Estos hechos demostraron el alto nivel de interacción y solidaridad desarrollado entre las dos comunidades.
El aporte, muchas veces invisible.
Fernández (2018) se encuentra entre los textos que defiende el aporte de un grupo de organizaciones y de notables intelectuales, académicos, pedagogos, artistas, políticos, periodistas y hombres de negocios negros y mulatos, de ambos países, al desarrollo y fortalecimiento de vínculos entre las diásporas africanas de Estados Unidos y Cuba, durante la primera mitad del siglo 20, aunque reconoce que el tema no ha sido aún recogido por la historia, con la visibilidad y justicia necesarias.
En Cuba, destacan entre ellos, organizaciones como la Unión Fraternal, fundada en 1890 y el Club Atenas de La Habana, en 1917, ejemplos de entidades elitistas y clasistas que monopolizaron los vínculos con Estados Unidos, junto a otras sociedades de color también creadas como espacio para la congregación, la recreación, la cultura y la actividad política. (Ibidem). Con frecuencia esas dos instituciones eran anfitriones no oficiales de visitantes afroamericanos que llegaban a la Isla, con programas diversos en los que no faltaban encuentros con representantes de las sociedades de color y con intelectuales. Entre dichos visitantes destacan el poeta Langston Hughes, en sus visitas de adulto a nuestro país, en 1930 y 1931; el bibliófilo Arturo Schomburg, de Harlem, en 1932 y 1933; W.E.B. (William Edward Burghardt)
Du Bois, en junio de 1941, junto a su asistente Irene Diggs; y Nat “King” Cole, en 1956, 1957 y 1958.xiv
Se infiere que, en general, sus estancias y las atenciones recibidas fueron gratificantes pues en muchos casos se hicieron miembros de las organizaciones, al concluir sus visitas a Cuba.
Guridy (2003) plantea que las sociedades de color organizaban actividades recreativas y culturales, como lecturas de libros y trabajos de escritores afroamericanos y daban seguimiento a las carreras profesionales de prominentes líderes afroamericanos, sobre quienes hacían publicaciones, al ser fuentes importantes de información.
Guridy (2010) corrobora la fuerza de las conexiones que las asociaciones afrocubanas mantuvieron con organizaciones afroamericanos, durante la primera mitad del siglo 20. Distingue entre ellas al Instituto Tuskegee, de Alabama; la Asociación Universal para el Avance del Negro (UNIA); la Asociación para el Avance de las Personas de Color (NAACP); y el Consejo Nacional de Mujeres Negras (NCNW).
En particular, el Instituto Tuskegee, fue la institución universitaria afroamericana que, hasta donde se conoce, primero acogió a estudiantes cubanos, negros y mulatos, en fecha tan temprana como 1901, cuando Juan Gualberto Gómez, el gran patriota y periodista cubano envió a su hijo y otros tres jóvenes a estudiar allí. Durante las siguientes dos décadas, cientos de cubanos cursaron estudios en Tuskegee, incluyendo a Luis Delfín Valdés, arquitecto del afamado Club Atenas de La Habana.
En calidad de individuos cubanos, resaltan a la vez los cubanos Juan Gualberto Gómez (1854-1933), Martín Morúa Delgado (1857 – 1910), Gustavo E. Urrutia (1881-1958), María Damasa Jova (1890-1940), Sandalio Junco (1894-1942), Ana Echegoyen de Cañizares (1901- 1970) y Salvador García Agüero (1907- 1965).
Romay (2015) comenta haber constatado “la falta de atención que, salvo excepciones, el sector académico e intelectual cubano ha prestado a la prensa y a los periódicos negros del Siglo 19” – los cuales “fueron casi invisibilidades en un compendio referencial como el Diccionario de Literatura Cubana” (p. 27). Es sorprendente la realidad de que “la única edición de dicho texto omitiese figuras notables de la literatura y el periodismo, como Rafael Serra Montalvo y Martín Morúa Delgado”. Tampoco aparecen entradas dedicadas a dos proyectos de Juan Gualberto Gómez, titulados “La Fraternidad” y “La Igualdad”, éste último órgano oficioso del Partido Revolucionario Cubano (Ibidem, p. 28). Todos los mencionados tenían en común, el ser hombres negros ilustrados, que constituían ejemplos de negros peligrosos, por su conducta o su discurso, con un proceder que desafiaba el sistema imperante, tal como ocurrió en la Colonia. (Ibidem, p. 29)
En el Acto de Ingreso a la Academia de la Lengua, como miembro de número, el 19 de diciembre de 2024, en La Habana, Romay (2024) presentó la disertación titulada “¿Literatura afrocubana? Caminos para renovar esencialismo o reinventar la tradición”, a través de la cual profundiza en el sentipensar y en los discursos afrodiaspóricos enraizados en la literatura y la cultura cubana en general desde los años 30 del pasado siglo, con lo que reconoce la existencia de una literatura afrocubana, con un corpus literario casi bicentenario.
Fernández (2018), compila escritos relevantes de Urrutia sobre el tema, con destaque a la sección “Ideales de una Raza” (columna semanal y plana dominical), del periódico Diario de la Marina, publicada de 1928 a 1931, de la cual Urrutia fue creador, escritor y principal gestor. La celebridad de los escritos de Urrutia fue tal que el periódico y la sección eran leídos en Estados Unidos, por activistas políticos e intelectuales y escritores afroamericanos de la talla de W.E.B. Du Bois y Langston Hughes.
Desde Estados Unidos, los autores consultados coinciden también en el cuestionamiento a la escasez de literatura, de publicaciones académicas y escritos en general, sobre todo de autores afroamericanos, algunos de ellos prohibidos, que a lo largo de la historia han abordado con profundidad la historia de la esclavitud, la contribución de los afroamericanos, el racismo y las diásporas africanas, entre otros temas afines.
El hecho es referido en sentido irónico, metafórico y anti-racista, por Wickham (1996); Robinson (2019); Hannah-Jones & The New York Times Magazine (2021) y Myers (2021); a través de frases como el “blanqueamiento de la historia”, la “ausencia” de autores y temas afroamericanos, el “silencio”, la “visión de que la esclavitud no existió realmente” y “el racismo es subjetivo”, el “desinterés” y la “ignorancia” en torno al tema, su “minusvaloración”, el “desconocimiento” de sus líderes y fechas históricas importantes, la “crítica extrema”, etc.
En ocasión del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, en 2015, y de la visita del entonces Presidente Barack Obama a nuestro país en 2016, Wickham (2015; 2016), reconoce el valor histórico de los vínculos entre los afroamericanos y los cubanos negros y mulatos, e invita a los afroamericanos en general a aprovechar el escenario para visitar Cuba y conocer a sus hermanos cubanos negros y mulatos.
Con una mezcla de audacia, dominio del tema e insistencia, Wickham (2015; 2016) sugiere a Obama que:
“encontrase tiempo para igualmente conocer a destacados intelectuales negros cubanos como Esteban Morales, Nancy Morejón, Gloria Rolando y Gisela Arandia, para escuchar de ellos acerca de la vida y de la situación de los negros y mulatos cubanos, sus causas, soluciones y problemas.”
Desde 2016, la Universidad Estatal Morgan liderada por su Facultad de Periodismo Global y Comunicación, tiene suscrito un Memorando de Entendimiento con la Universidad de La Habana, para establecer relaciones académicas y de investigación que sean mutuamente beneficiosas y desarrollar actividades creativas.
Del 4 al 8 de diciembre 2024, tuvo lugar el simposio “Prohibir libros negros, silenciar voces negras: El apartheid de Estados Unidos”, en las sedes de Casa de las Américas y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en coauspicio con la Facultad de Periodismo Global y Comunicación de la Universidad Estatal Morgan. Contó con la participación de un grupo de destacados y reconocidos autores e intelectuales afroamericanos, algunos de los cuales han sido objeto de prohibición de sus libros, de un modo discriminatorio y a un nivel epidémico, en estados como Florida.
Otros centros de altos estudios e instituciones culturales cubanas desarrollan acciones de intercambio académico, igualmente con resultados positivos y halagüeños, con otras HBCU de Estados Unidos, como son la Universidad Howard, en Washington DC; la Universidad Spelman, en Atlanta, Georgia; el Instituto Hampston y la Universidad Estatal Norfolk, ambos, de Virginia.
Del 9 al 13 de diciembre 2024 se celebró la “Conferencia Internacional Cuba
2024. Decenio de los Afrodescendientes”, que tuvo por sedes a La Habana y Matanzas, bajo el auspicio del Ministerio de Cultura y el Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial “Color Cubano”. Asistió una representación activa de la comunidad afroamericana, en particular asociada a los sectores cultural y académico.
La Declaración de la Conferenciaxv reafirma “el compromiso de respetar, visibilizar y defender el extraordinario aporte de las culturas africanas a nuestras sociedades; así como la importancia de la enseñanza de la Historia de
África, para el conocimiento de la diáspora”, (Apartado 6). Destaca, además, “el papel crucial de los organismos formadores cubanos en la educación antirracista desde las primeras etapas de la vida” (Apartado 8).
Actores afrodiaspóricos presentes en la relación Estados Unidos - Cuba, durante los siglos 19, 20 y 21.
Por “actores diaspóricos” la autora entiende a los individuosxvi e instituciones de ambos países, así como hechos históricos, relevantes que han contribuido al desarrollo y fortalecimiento de la conexión afrodiaspórica objeto de estudio, en sectores y ámbitos diversos durante los siglos 19, 20 y 21.
La Tabla 1 muestra una selección de hechos de carácter político, social, económico y cultural, en cada país, que explican diferentes modos de actuar, articular y reaccionar entre ambas diásporas, resultado de sus respectivas realidades.
Tabla 1. Hechos históricos de interés en la relación afrodiaspórica Estados
Ejemplos de hechos que justifican las diferencias existentes en el tratamiento al tema racial, porque solo ocurrieron en uno de los territorios |
Éxodo definitivo “el regreso a la Tierra Madre” y colonización de Liberia (afroamericanos contra nativos africanos) Ku Klux Klan (KKK), grupo de odio supremacista blanco estadounidense de extrema derecha. Creación de la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP), en 1909. Movimiento cultural “Renacimiento de Harlem”, Nueva York, 1920. Movimiento por los Derechos Civiles, iniciado en 1954. (Ley de Derechos Civiles, en 1964) |
Incorporación de negros, mulatos libres, y esclavos, al Ejército Libertador, en la lucha por la Independencia. Masacre del gobierno de José Miguel Gómez, contra los Independientes de Color, mayo y julio de 1912, principalmente en las montañas de Oriente, (También conocida como La Guerra de 1912) Triunfo de la Revolución, con programas socio-políticos, económicos, educativos, culturales, deportivos, etc. de amplio alcance. Comisión “José Antonio Aponte”, de la UNEAC (2009) y Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial (2019). Nueva Constitución, 2019. |
Movimiento “Black Lives Matter”. |
Política de bloqueo y subversión. |
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Para Estados Unidos: Composición racial y étnica de la población Para Cuba: Composición de la población por color de la piel |
Blancos: 61.6 % Hispanos y latinos: 18.9 % Negros o afroamericanos: 12.4 % Dos o más razas: 10.2 % Alguna otra raza: 8.4 % Asiáticos: 6 % Nativo americanos o nacidos en Alaska: 2.9 % Nacidos en Hawái o en Islas del Pacífico: 0.2 % Fuente: (*) |
Blancos: 64.1 % Mulatos o pardos: 26.6 % Negros: 9.3 % Fuente: (**) |
A través de los referidos actores afrodiapóricos, escenarios como un campo de batalla, un aula, el diamante del béisbol o el cuadrilátero de boxeo, al igual que una sala de teatro, una nota musical u obra literaria, un discurso, un artículo periodístico y un gesto solidario, se transforman en protagonistas de las más disímiles e inestimables acciones de intercambio entre afrodescendientes de Estados Unidos y Cuba, en beneficio de ambos pueblos.
Por la naturaleza de los vínculos, se clasifican en políticos, militares, legislativos culturales e intelectuales, académicos y deportivos. Desde el punto de vista político y militar se honra la memoria histórica de Antonio Maceo, General del Ejército Libertador cubano, como figura emblemática y eje central en la conexión afrodiaspórica entre ambos países. Su intensa vida revolucionaria, que incluyó temporadas en ciudades estadounidenses como Tampa, Cayo Hueso y Nueva York; su patriotismo a toda prueba y su legado, son atributos reverenciados también por la comunidad afroamericana, de cuyos representantes nuestro Titán de Bronce se ganó una admiración y respeto imperecederos.
De igual modo, en el orden político, merece una mención especial el apoyo solidario incondicional del movimiento afroamericano por los derechos civiles a la Revolución cubana y los frentes de batalla común desplegados en temas como la lucha contra el racismo y la discriminación racial y el Panafricanismo. En el ámbito cultural, predominan los nexos a través de la música, la danza, la literatura, la escultura y el cine. En cuanto al sector educacional, los estudiantes y profesores cubanos han sido protagonistas de intercambios con instituciones afroamericanas y dan fe de los resultados alcanzados. En el deporte, resaltan las relaciones en torno al béisbol, pasatiempo nacional de ambos países, y el boxeo.
A nivel legislativo, se refieren los vínculos históricos que el Caucus Negro del Congreso Federal, y sus miembros, han desarrollado con Cuba a partir de sus posiciones contra el bloqueo, su reconocimiento a la contribución de nuestro país en África y a los logros que cosechamos en educación, salud y deportes, así como su agradecimiento por la incorporación y permanencia de estudiantes estadounidenses en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM).
CONCLUSIONES
El análisis realizado demuestra la importancia de las relaciones entre las diásporas africanas de Estados Unidos y Cuba, y sugiere consecuentemente una relación bilateral que así lo reconozca y valide, a partir de sus potencialidades no sólo desde el punto de vista político-diplomático, sino también cultural, académico, científico, deportivo y religioso, sin descartar el sector de los negocios.
En el espectro académico, es clara la pertinencia de incluir el tema en los contenidos de los planes de estudio de la universidad cubana, de forma gradual y con diseños didácticos que cumplan los requisitos de diversidad, profundidad, y flexibilidad, como parte de los esfuerzos para lograr una formación profesional y en valores, más integral en nuestros jóvenes, incluyendo el valor antirracismo, en el contexto de la educación antirracista.
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NOTAS
i https://www.usaid.gov/ ii https://www.ned.org/ iii (García, 2015) El término “color cubano”, de Nicolás Guillén, en el Prólogo del libro “Sóngoro Cosongo”, 1931. Refiere que “somos personas con una diversidad cultural y una identidad que se afilian a los orígenes hispanos y africanos” (p. 266) y (García, 2008), también sobre Guillén, entendido como el “carácter mestizo de la personalidad sociocultural cubana” (p. 1).
iv Soldados afroamericanos de las tropas regulares del Ejército de Estados Unidos, concentrados en los regimientos 9 y 10, de Caballería y 24 y 25, de Infantería, del 5to. Cuerpo de Ejército o 5ta. División. (Acosta, s. f.) y (Acosta, 2003, p. 22) También son identificados como tropas élites, fuertes, buenos militares, valientes, respetuosos y disciplinados. v La Unión Africana es una organización continental, integrada por 55 estados miembros del continente africano.
Fue creada en 2001 y comenzó a funcionar oficialmente en 2002, como sucesora de la Organización para la Unidad
Africana (OUA, 1963-1999). Tomado de: https://au.int/en/overview vi El término “dispersadas” difiere de “dispersas” por el elemento voluntariedad.
vii The Cooper Union es en la actualidad una universidad prestigiosa para el Avance de las Ciencias y las Artes.
viii Se estima que otros 10 mil afroamericanos de unidades voluntarias, tanto de los estados, como federales, también formaron parte del ejército estadounidense en la guerra. (Acosta, 2003, p. 24) ix (W.E.B) Du Bois (1868-1963) fue un profesor afroamericano, historiador, sociólogo y activista social, experto en los temas de discriminación racial y problemas sociales de los afroamericanos.
x Como resultado del movimiento masivo nacional e internacional de apoyo a los jóvenes afroamericanos inocentes, sus sentencias se redujeron a entre 6 y 19 años de prisión. xi Esta zona transnacional enlazó a ciudades del Noreste, como Boston, Nueva York, Filadelfia y Baltimore, con territorios del Sur de Estados Unidos, a saber: Nueva Orleans, Tampa, Cayo Hueso; y también con ciudades caribeñas como, Kingston, Santo Domingo, San Juan, Limón, Colón y La Habana. xii Dichas enmiendas abolieron el sistema de cuotas de origen por nacionalidad y cambiaron el sistema de preferencias para dar prioridad a la reunificación familiar sobre las habilidades ocupacionales.
xiii El Club “Unión Martí-Maceo”, había sido creado en 1904 por inmigrantes cubanos radicados en Ybor City, incluidos negros y mulatos, resultado de la fusión de la “Sociedad Martí-Maceo de Libres Pensadores”, fundada en 1900, con la Sociedad de Ayuda Mutua “La Unión”.
xiv Otros afroamericanos que visitaron Cuba fueron: Mary Mc Leod Bethune, del Consejo Nacional de Mujeres Negras (NCNW), 1930 y 1940; el congresista federal Arthur Wergs Mitchell, demócrata, de Illinois, 28 - 30 de diciembre de 1937; los Nicholas Brothers, años 1940; Cab Calloway y su orquesta, 1948 - 1955; Sarah Vaughan, 1957; y Josephine Baker, 1952.
xv Tomada del Sitio Web del Color Cubano: www.programacolorcubano.cult.cu
xvi Basado en el pensamiento marxista sobre el papel del individuo en la historia, expuesto en la Sexta de las Tesis de Marx sobre Feuerbach, de que “la historia de los hombres es la historia de su propia actividad en la interacción que establecen con el mundo natural - social.”
CONFLICTO DE INTERESES
La autora declara que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.
AGRADECIMIENTOS
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FINANCIACIÓN
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PREPRINT
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