La diplomacia cultural China. Breve acercamiento a la Iniciativa de la Franja y la Ruta
China's cultural diplomacy. A brief approach to the Belt and Road Initiative
Sarah Aylin Noa Ramírez*
Estudiante de cuarto año de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García". La Habana, Cuba. sary0405ramirez@gmail.com 0009-0003-3820-3575
Jany de los Ángeles Bacaro Ledo
Estudiante de cuarto año de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García". La Habana, Cuba. janyandemil@gmail.com 0000-0003-1086-4091
Dra. C. Anna Lidia Beltrán Marín*
Doctora en Ciencias. Profesora Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García". La Habana, Cuba. annalidiabeltranmarin@gmail.com 0000-0002-9527-0083
*Autor para la correspondencia: annalidiabeltranmarin@gmail.com, sary0405ramirez@gmail.com
Cómo citar (APA, séptima edición): Noa Ramírez, S. A., Bacaro Ledo, J. de . los Á., & Beltrán Marín, A. L. (2024). La diplomacia cultural China. Breve acercamiento a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Política internacional, VII (Nro. 1), 287-298. https://doi.org/10.5281/zenodo.14474445
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.14474445
Recibido: 15 de agosto de 2024
Aprobado: 1 de octubre de 2024
publicado: 7 de enero de 2025
RESUMEN La cultura es el resultado de la evolución de las costumbres, las tradiciones y las experiencias de los seres humanos a lo largo de la historia. Por ello, la conformación de las identidades nacionales distintivas entre las regiones y entre los países en menor escala, posee al elemento cultural en común, pero a la vez diferenciador. En consecuencia, para los Estados, esta constituye un elemento clave en su política exterior, debido a las potencialidades que brinda para impulsar, fomentar y preservar las relaciones interestatales, así como la comunicación entre las personas. En este sentido, la diplomacia cultural afianza su rol en las relaciones internacionales modernas, debido a que, más allá de responder a la política exterior de una nación, también permite que múltiples actores se involucren en la difusión de la cultura. Este trabajo profundiza en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, promovida por la República Popular China. Si bien la Iniciativa posee a la economía como centro de sus acciones, la tecnología, la protección del medio ambiente, el fomento del entendimiento mutuo y la cultura son elementos claves que la caracterizan.
Palabras Clave: Diplomacia cultural, Iniciativa de la Franja y la Ruta, República Popular China
ABSTRACT Culture is the result of the evolution of human beings' customs, traditions and experiences throughout history. For this reason, the shaping of distinctive national identities between regions and between countries on a smaller scale has a cultural element in common, but through differentiation. Consequently, it constitutes a key element in the foreign policy of States because of the potentialities it offers to boost state relations as well as communication between people. In In this sense, cultural diplomacy strengthens its role in modern international relations because, beyond responding to a nation’s foreign policy, it also allows multiple actors to become involved in the dissemination of culture. However, there is no finished model of cultural Diplomacy. Therefore, this paper will delve deeper into the Belt and Road Initiative, promoted by the People's Republic of China. Although the Initiative has the economy at the center of its actions, technology, environmental protection, the promotion of mutual understanding and culture are elements that characterize it.and culture are elements that characterize. It also merges the past with the present, from the perspective of the current general secretary of the Communist Party of China, Xi Jinping, in relation to the country's millenary culture. culture of that country
Keywords: Cultural diplomacy, People’s Republic of China, Belt and Road Initiative
INTRODUCCIÓN
La cultura posee un gran valor para los Estados, pues tanto a lo interno como a lo externo se promueve la identidad nacional. En este sentido, es asimismo una de las herramientas para profundizar los lazos con otros Estados. También, las organizaciones no gubernamentales (ONG), organismos multilaterales, las empresas y los ciudadanos contribuyen a esta actividad.
La riqueza cultural de las naciones es el resultado de la fusión de elementos históricos, políticos, económicos y sociales. Se puede afirmar que la promoción de la cultura vista desde los elementos que conforman la tradición y la identidad de un grupo de personas en un espacio determinado, constituye un antecedente para la práctica de lo que se conoce como diplomacia cultural actual, sobre todo por su carácter amplio. De igual modo, vinculado con el proceso de conquista y la colonización de otros territorios, así como por la conformación del sistema internacional moderno, los Estados se convierten en promotores de la diplomacia cultural, aunque, siempre ha incluido a otros múltiples actores.
Además, en el ejercicio de ganar espacios con fines políticos, la cultura históricamente ha sido un instrumento relevante. Durante el siglo XX, países como Francia, Reino Unido, Alemania, llevaron a cabo una estrategia de promoción cultural al exterior con el objetivo de posicionarse en el escenario internacional y con ello aumentar su influencia (Rodríguez Barba, 2015). Su finalidad fue asegurar su presencia en aquellos espacios donde aplicar su dominio, pero a través de métodos que no incluyeran necesariamente el uso de la fuerza.
Este proceso de influencia cultural se relaciona estrechamente con el concepto de hegemonía, tal como lo plantea Antonio Gramsci, quien la define como un proceso de dominación cultural que busca imponer valores e ideas a través de la persuasión, el consenso y la construcción de un liderazgo moral. [1] La hegemonía no se logra solo a través de la fuerza, sino también mediante la construcción de una legitimidad cultural, la cual se presenta como un sistema de valores y creencias que justifica la dominación de un grupo sobre otro.
En el siglo XX, la promoción cultural al exterior no se limita a la difusión de las artes, sino que también busca influir en la forma en que las demás naciones perciben el mundo y sus propios intereses. El objetivo final es consolidar la dominación a través de la persuasión, ocultando la naturaleza de la explotación que sustenta las relaciones de poder.
Este proceso de hegemonía cultural es parte fundamental del sistema capitalista, donde las clases dominantes buscan perpetuar su control no solo a través de la fuerza, sino también mediante la construcción de un consenso ideológico. Las estructuras de poder se reproducen a través de la cultura, impulsando la aceptación de las desigualdades sociales y económicas, la explotación y la dominación de unas clases sobre otras. La diplomacia cultural, en este contexto, se convierte en una herramienta para afianzar la hegemonía y perpetuar el sistema capitalista.
En contraste, luego de la Segunda Guerra Mundial y con el inicio de la Guerra Fría, la propaganda y la asimilación cultural se convierten en herramientas de expansión de los Estados y de competencia entre ellos. La guerra ideológica entre los dos bloques hegemónicos conlleva al uso de la cultura para impactar en el panorama político-social de terceros espacios. Posteriormente, desde la finalización de la Guerra Fría se dio paso paulatinamente al intercambio y la cooperación entre las culturas; así, la diplomacia cultural asumió un carácter más profundo, libre e incluyente, que se expandió en el siglo XXI (Montoya Ruiz, 2012).
Sin embargo, la visión de un mundo multipolar, donde la diplomacia cultural se utiliza para construir puentes de entendimiento y cooperación, no debe ocultar la realidad de la persistencia de la hegemonía. La globalización, lejos de representar una homogeneización cultural, ha sido marcada por la expansión de la cultura estadounidense, a través de las industrias culturales y el poder mediático, afianzando su dominación económica y política.
La cultura estadounidense, impulsada por el poder del capital, se ha convertido en una fuerza imperiosa que busca homogeneizar el mundo e implantar su modelo de vida. La diplomacia cultural, en este contexto, no siempre es un instrumento de diálogo genuino, sino que puede ser utilizada para imponer valores y perspectivas culturales que favorezcan los intereses de las potencias dominantes.
La búsqueda de un orden mundial más justo y equilibrado requiere de una crítica constante a las estructuras de poder que subyacen a las relaciones internacionales, lo cual incluye a las estrategias de dominación cultural. Es necesario analizar cómo el capitalismo global se está reconfigurando y la cultura se convierte en una herramienta para perpetuar el dominio de estas clases.
En este escenario, el concepto de poder suave de Nye1 repite en los debates relacionados con la diplomacia cultural, debido al vínculo que se establece entre la cultura, con la política y la política exterior. El mundo digital globalizado requiere de estrategias comunicacionales ajustadas, no solo a los objetivos políticos, sino a la promoción de las identidades nacionales, a través de los organismos especializados en el tema.
En consecuencia, dada la importancia que posee la cultura en la política exterior de los Estados, el estudio de la diplomacia cultural en el siglo XXI permite profundizar en la conexión entre las naciones, más allá de las fronteras nacionales. En este sentido, el presente trabajo analiza la diplomacia cultural aplicada por la República Popular China (China), a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR)2.
La IFR, aunque principalmente enfocada en la economía, ha incluido a la cultura como un elemento clave para fortalecer las relaciones bilaterales y el entendimiento mutuo entre los países participantes. La IFR busca consolidar la posición de China como potencia global, no solo a través del control de las rutas comerciales, sino también mediante la construcción de lazos culturales que promuevan la cooperación económica, política y social con otros países.
Este artículo examina cómo China utiliza la diplomacia cultural dentro de la IFR para promover sus intereses nacionales y proyectar una imagen positiva en el escenario global, pero sin dejar de analizar las contradicciones y los riesgos que se derivan de la utilización de la cultura como herramienta de poder. Se busca comprender cómo la diplomacia cultural China se inserta en las dinámicas geopolíticas actuales, y analizar su impacto en las relaciones internacionales.
El objetivo final es analizar cómo la diplomacia cultural China se utiliza para promover los intereses económicos y geopolíticos de este país en el contexto del capitalismo global. Se busca identificar las contradicciones inherentes a la utilización de la cultura como un instrumento de poder en un mundo marcado por las desigualdades sociales y económicas.
DESARROLLO
La cultura es definida por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura3 (s/f) como: “los distintos rasgos espirituales, materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad. Abarca las artes, el estilo de vida, los derechos humanos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”. En este contexto, la diplomacia cultural permite la cooperación entre los países, mientras que pone a la cultura en el centro del intercambio. Como resultado, esto permite que tanto los Estados, como los organismos internacionales, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y los ciudadanos por sí mismos puedan utilizar la cultura para expresar no solo identidades, sino abrir espacios para que semejantes la conozcan.
En este contexto, es necesario realizar un breve abordaje teórico alrededor del concepto de diplomacia cultural, y en este sentido, su propósito y alcance. Por ejemplo, Marcionni (2004), la define como “conjunto de actividades desarrolladas por los Estados, dentro o fuera del marco de la comunidad internacional organizada, tendientes a lograr una interacción recíproca entre los actores, procesos y resultados de su labor cultural” (31) (Delgado & Camacho, 2011). Mientras que Badillo, la define como “aquella forma de comunicación exterior de los Estados en la cual la cultura desempeña una tarea central, pero instrumental, subordinada a objetivos vinculados a la imagen exterior del país” (2014, 7).
También, Rodríguez Barba (2014), la define como:
el “conjunto de estrategias y actividades llevadas a cabo por el Estado (y/o sus representantes) en el exterior del país a través de la cooperación cultural y educativa con la finalidad de llevar a cabo los objetivos de política exterior, uno de los cuales es destacar una imagen positiva del país” ( 3-4).
Los tres conceptos anteriores, ponen al Estado como principal ejecutor de las acciones de la diplomacia cultural en el ámbito exterior, lo que contrasta con la visión de Cummings (2003), quien la define como “el intercambio de ideas, información, valores, sistemas, tradiciones, creencias y otros aspectos de la cultura, con la intención de fomentar el entendimiento mutuo”.
Para este análisis, debemos considerar que la diplomacia cultural, a pesar de su larga historia, está en constante evolución y se ha ido adaptando a las nuevas realidades del mundo globalizado. No existe un modelo único, se configura de manera diversa según el país de referencia y los objetivos políticos.
Por tanto, proponemos una definición de diplomacia cultural que integre los aspectos más relevantes de la literatura actual:
La diplomacia cultural es un proceso de intercambio cultural estratégico, dirigido por Estados, pero que involucra a múltiples actores como organizaciones no gubernamentales, empresas y ciudadanos, con el propósito de alcanzar objetivos políticos y económicos. Se busca fortalecer lazos internacionales, promover la comprensión mutua, la cooperación y la creación de una imagen favorable del país en el escenario global.
A pesar de las definiciones anteriores, no puede hablarse de un modelo acabado de diplomacia cultural. Esta varía según el desempeño de los Estados en el sistema internacional, su importancia geoestratégica, su nivel de desarrollo, su proyección exterior, así como otras cuestiones históricas y culturales. Asimismo, aunque, el Estado históricamente ha sido el actor fundamental en la promoción de la diplomacia cultural, a tono con los cambios acaecidos en el ámbito de las relaciones internacionales en las últimas décadas y la emergencia de nuevos actores, se deben tener en cuenta las acciones que se realizan desde lo colectivo y lo individual para promocionar las identidades nacionales en un mundo cada vez más interconectado.
Una de las ventajas de la diplomacia cultural es que permite llegar a públicos más amplios, debido a que no solo incluye a las instituciones culturales a nivel de Estado encargadas de ello, sino a todas las entidades estatales o privadas que promueven la cultura. Por ello, se incluye actualmente, como parte de una estrategia muchas veces así concebida e intencionada, la realización de conciertos, exposiciones, festivales, entre otros.
Incluso, los países que cuentan con grandes industrias vinculadas con el arte y el entretenimiento, aunque con otros fines primarios, también contribuyen a romper las barreras culturales entre las naciones. Esto se debe a que acercan determinadas características de un pueblo a otro espacio geográfico, de forma que facilitan su compresión.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que, en un mundo globalizado, la influencia de la cultura de las grandes potencias puede llevar a la homogeneización cultural y, en algunos casos, a la colonización cultural. La globalización no es un proceso neutro, está profundamente marcado por las relaciones de poder que existen entre las diferentes regiones del mundo. La cultura, lejos de ser un instrumento de diálogo intercultural, se convierte en una herramienta para la expansión de los intereses económicos y políticos de las potencias dominantes.
La imposición de patrones homogéneos puede llevar a la subyugación o eliminación de las tradiciones locales, afectando así la pluralidad y la identidad de las comunidades. Es imprescindible identificar y combatir las estrategias de dominación, promover el respeto a la diversidad y defender el patrimonio de los entornos locales. Este proceso ocurre en el contexto del capitalismo global, donde las grandes potencias utilizan su poder económico y militar para imponer sus valores a otras sociedades. La estandarización representa una amenaza para la diversidad y la identidad de los pueblos.
Aunque, Kokinova (2023) por su función reguladora, identifica la diplomacia cultural positiva y negativa. La diplomacia cultural clásica o positiva, promociona la cultura en el extranjero, al servicio de los objetivos de política exterior, y la negativa restringe el acceso a la propia cultura para evitar su influencia por otras de mayor presencia internacional. Además, son varios los ejemplos de países que poseen instituciones encaminadas a promover su cultura e idioma en el exterior, tal es el caso de la Alianza Francesa (Francia), British Council (Inglaterra), Instituto Cervantes (España), Instituto Confucio (China), el Instituto Dante Alighieri (Italia), Instituto Goethe (Alemania), Fundación Japón (Japón).
Para Cuba, la diplomacia cultural es una herramienta para establecer un vínculo más profundo y multifacético con otras naciones, basándose en el intercambio, la promoción de las expresiones artísticas y otras manifestaciones del espíritu humano. Este diálogo genuino logra un encuentro de culturas que permite la comprensión mutua y la construcción de nuevas alianzas.
Los autores consideran que, en el caso de Cuba, la diplomacia cultural es fundamental para resistir las presiones de toda índole de Estados Unidos. Su promoción, en otros países, ayuda a construir un espacio para el diálogo intercultural y reafirmar la identidad nacional en un escenario geopolítico complejo.
De este modo, la diplomacia cultural, no solo busca el intercambio, sino también la construcción de alianzas solidarias con otros países que compartan los ideales de liberación y justicia social. En el contexto del bloqueo económico y la guerra cultural que Estados Unidos ha impuesto a Cuba, la diplomacia cultural se convierte en una herramienta fundamental para defender la soberanía y la identidad nacional.
En tal sentido, la diplomacia cultural figura como una alternativa para mitigar el impacto del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a la Isla. Desde la colaboración, se generan nuevas oportunidades de desarrollo económico en áreas como el turismo patrimonial, la industria creativa y la investigación científica. Este intercambio de experiencias y los proyectos conjuntos contribuyen a un crecimiento económico sostenible.
También, se potencia la interconexión con otras comunidades sobre la base de valores compartidos que contribuyen al fortalecimiento de la cooperación para llevar a cabo tareas comunes: la lucha contra el cambio climático, las estrategias de desarrollo sostenible y la aplicación de tecnologías innovadoras.
El Ministerio de Cultura y el Grupo de Relaciones Culturales y Académicas del MINREX desempeñan un papel crucial en la promoción de la diplomacia cultural cubana, impulsando proyectos de cooperación con otras naciones. Sin embargo, es necesario analizar críticamente las estrategias de este tipo de diplomacia, para garantizar que se utilice como un instrumento de solidaridad internacional y no como una herramienta para promover los intereses de la élite dominante.
Es necesario que la diplomacia cultural se convierta en un instrumento de emancipación para fomentar la cooperación internacional y la construcción de un mundo más justo y equitativo.
La cultura china en relación con la diplomacia cultural: La Iniciativa de la Franja y la Ruta
La diplomacia cultural china en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta se encuentra en un proceso de constante evolución, adaptándose a las nuevas realidades del mundo globalizado. Se necesitan esfuerzos para asegurar que esta diplomacia sea más inclusiva, participativa, y que no se use para imponer valores o intereses específicos.
Resulta necesario fortalecer la colaboración intercultural, promover el diálogo, el intercambio y de esta forma evitar la imposición de valores o perspectivas culturales. Se requiere un enfoque más equilibrado en la diplomacia cultural, que fomente la comprensión mutua y la cooperación. Esta colaboración es esencial para construir un mundo más pacífico y próspero, donde se reconozca la riqueza y el valor de lo diverso.
La cultura, no debe analizarse como un elemento separado de la economía y la política, al contrario, se debe observar como un conjunto. Por ello, la reforma y apertura en China a finales de la década del 70 del siglo XX, conllevó a que este país paulatinamente se preparara para relacionar sus aspiraciones de gran nación con su proyección internacional a largo plazo.
Como resultado de lo planteado anteriormente, Xi Jinping, actual secretario general del Partido Comunista y presidente de la República Popular China ha potenciado el uso de la cultura en la política exterior china. En tal sentido, expresó que “para conocer nuestros retos compartidos y crear un mejor futuro para todos, exhortamos a la cultura y la civilización a desempeñar su rol, la cual, es tan importante como el rol de la economía, la ciencia y la tecnología” (China Daily, 2021).
Por ello, el mandatario ha añadido su visión a todo lo referido a la toma de decisiones, proyección internacional y teoría aplicable para el crecimiento. Incluso, en este proceso, el rol del Partido Comunista es primario.
Xi Jinping ha reiterado en diferentes discursos y durante las últimas sesiones del PCCh su compromiso con la revitalización cultural de China, enfatizando la importancia de la cultura como un factor clave para el desarrollo y la prosperidad nacional. Su visión se centra en la cultura como elemento trascendental para la construcción de un nuevo orden mundial multipolar, donde China desempeñe un papel de liderazgo.
Sin embargo, es necesario analizar críticamente las estrategias de Xi Jinping para comprender cómo se articulan sus intereses económicos y geopolíticos con la promoción de la cultura china. Es fundamental considerar cómo las relaciones de poder internacionales influyen en la forma en que se desarrolla la diplomacia cultural china, y analizar cómo se está configurando la nueva hegemonía en el mundo.
La estrategia de Xi Jinping se basa en la idea de que China debe reforzar su influencia cultural en el mundo para afianzar su poder económico y político. Es necesario analizar cómo esta estrategia se inserta en el contexto de las relaciones de poder internacionales y cómo se articula con la expansión del capitalismo global.
También, la confianza cultural4 es un concepto que desde los inicios ha acompañado la visión de Xi Jinping sobre la cultura, en relación con la civilización china y su rol en la historia de la humanidad. Por ello, dada la trayectoria de la nación asiática, considerado un Estado milenario, le aporta singularidades en cuanto a la salvaguarda del patrimonio nacional y las vías para expandir o explicar al resto de las naciones sus características distintivas.
En correspondencia con lo anterior, la Iniciativa de la Franja y la Ruta puede ser vista como un vehículo que ayuda a Beijing a desempeñar un papel más proactivo en el proceso de globalización (Yazdany & Zeng, 2022). Aunque, la arista económica de la Iniciativa es más conocida, la cultura en el marco de esta, posee notable relevancia, no solo para China, sino para todos los países que pertenecen a esta.
China se enfrasca en la diplomacia cultural y la diplomacia pública para promover, preservar y defender sus valores identitarios. De igual modo, dado el creciente protagonismo que desempeña en la sociedad internacional, debe dar a conocer al resto del mundo sus singularidades históricas, tradicionales y patrimoniales.
Por ello, el sueño chino busca sobre la base de sus riquezas beneficiar al país y al resto del mundo, y mediante el proceso de comunicación colectiva obtener resultados positivos en las aristas de cooperación (Cruz Margueliche, 2020). Xi ha cultivado la confianza en las tradiciones al servicio de la revitalización de la nación y ha establecido una barrera impenetrable contra elementos negativos de la cultura occidental (Xinhua, 2024).
En el marco de la IFR, la diplomacia cultural se manifiesta a través de diversos mecanismos que buscan, no solo promover el intercambio cultural, sino también fortalecer los lazos económicos y políticos con los países participantes (Jiang, Hong y Kakar, 2023). En tal sentido, la IFR ha impulsado un ambicioso programa que incluye tradiciones, patrimonio, la identidad nacional, como aspectos claves para generar una influencia positiva en el mundo.
Estos mecanismos, en su mayoría, se enfocan en fortalecer las relaciones con los países en desarrollo, con el objetivo de atraer inversiones y expandir la influencia china en el mundo. Es importante analizar con cuidado cómo se articulan estos programas de intercambio con los intereses económicos y geopolíticos de China. Se deben considerar los riesgos de la imposición de la cultura china en los países participantes de la IFR, y las consecuencias que esto puede tener para la soberanía de estos pueblos.
En el contexto del capitalismo global, la diplomacia cultural es a menudo una herramienta para la expansión del poder y la dominación de las grandes potencias. Es necesario analizar críticamente sus estrategias para identificar las formas en que se utiliza para promover los intereses de las clases dominantes y para perpetuar el sistema capitalista.
En correspondencia, se ha fomentado la creación de programas de intercambio de estudiantes y profesores entre universidades chinas y extranjeras para establecer una red de colaboración académica, científica que facilite la difusión del idioma chino y la comprensión de la cultura asiática. Estos programas contribuyen a la creación de vínculos personales y profesionales entre académicos de China, al tiempo que se fortalecen las relaciones bilaterales.
Por ejemplo, la Universidad de Pekín implementa programas de intercambio con sus homólogas de América Latina, Europa y África, ofrece becas y oportunidades de investigación para estudiantes y profesores extranjeros. Estos programas, en su mayoría, están dirigidos a estudiantes de países en desarrollo, con el objetivo de formar futuras élites que estén alineadas con los intereses de China.
Resulta necesario el análisis crítico de estos programas de intercambio cultural para comprender cómo se articulan con la expansión de la influencia china en el mundo. Las relaciones de poder internacionales están marcadas por la competencia entre las potencias globales por el control de los recursos y los mercados. En este contexto, los programas de intercambio cultural no deben ser vistos como un instrumento de cooperación genuina, sino como una herramienta para fortalecer la influencia de China en el mundo.
Además, se incrementan los Institutos Confucio y otras instituciones chinas en los países participantes de la IFR. Estos espacios promueven el intercambio y el diálogo. Se ofrecen cursos de idioma chino, eventos culturales, exposiciones que transmiten los valores y tradiciones del país asiático.
Actualmente, existen más de 500 Institutos Confucio en más de 150 países, y en algunos que forman parte de la IFR, lo que evidencia la expansión de la influencia cultural china mediante estos programas. Los Institutos Confucio, más que centros de intercambio cultural, son instrumentos de difusión y promoción cultural.
La expansión de los Institutos Confucio es un aspecto clave en la estrategia de hegemonía de China, que busca ganar influencia en el mundo a través de la promoción de su idioma y su cultura.
Como parte del plan estratégico para incrementar el turismo hacia China, se desarrollan además campañas que fomentan la visita a sitios históricos, museos y lugares de interés patrimonial. Así, se generan ingresos para el país y permite a la vez un acercamiento a su riqueza cultural e histórica. Otro aspecto importante resulta la difusión de la filosofía confuciana como un modelo alternativo al individualismo occidental.
Esta alternativa de pensamiento puede ser un punto de encuentro entre culturas, potenciando valores universales como la armonía, la paz, la justicia social y la cooperación entre los pueblos. La filosofía confuciana, al centrarse en la comunidad y el bien común, ofrece una perspectiva diferente a la individualista dominante en occidente, convirtiéndola en un punto de referencia para el diálogo intercultural.
Sin embargo, es importante analizar cómo esta posición ideológica se utiliza en el contexto actual para justificar la expansión de los intereses de China en el mundo. Se deben considerar las consecuencias de la imposición de una visión cultural hegemónica que busca sustituir los patrones occidentales por la cultura china. Este paradigma es un elemento clave en la construcción de un nuevo orden mundial que busca reemplazar el orden unipolar dominado por occidente por un orden multipolar que favorezca los intereses de China.
Además, la Iniciativa impulsa intercambios de artistas, promotores y agentes entre China y sus socios, fomentando así, la colaboración artística y el entendimiento mutuo. Los intercambios permiten mostrar al mundo las oportunidades de China y facilitan la creación de diferentes puentes de entendimiento. Esta cooperación artística favorece el intercambio de ideas, técnicas y estilos que enriquecen las expresiones y tradiciones de estos países.
Por ejemplo, el Festival de Cine de Beijing ha recibido películas de países como Italia, Francia y Argentina, lo que motiva el intercambio de experiencias cinematográficas. Otro ejemplo es el programa de intercambio de orquestas sinfónicas que permite la colaboración entre músicos chinos y de otros países, como la orquesta del Teatro Bolshoi de Rusia. Estos, en su mayoría, buscan consolidar la influencia cultural china en el mundo y promover una visión positiva del país.
Es importante analizar con cuidado cómo se articulan estos programas de intercambio con los intereses económicos y geopolíticos de China. Se deben considerar los riesgos de la imposición de la cultura china en los países participantes de la IFR, y las consecuencias que esto puede tener para la autodeterminación identitaria de los pueblos. La cultura, en el contexto del capitalismo global, se convierte en una mercancía que se intercambia en el mercado internacional. Es necesario analizar cómo las relaciones de poder internacionales están influyendo en la forma en que se desarrolla la diplomacia cultural china.
Asimismo, la IFR ha puesto en valor la cultura china con el empleo del arte, la literatura, el cine y la música como actores para promover una imagen moderna y dinámica del país asiático, contrastando con los estereotipos occidentales. De esta manera, se crea una nueva narrativa global sobre China para lograr mostrar su cultura como un activo estratégico que contribuye al desarrollo y la prosperidad.
La diplomacia cultural debe consolidar la confianza y el respeto mutuo entre China y sus socios, para evitar la utilización de la cultura como herramienta de poder o dominación. La confianza y el respeto mutuo son pilares fundamentales para construir relaciones internacionales sólidas y duraderas.
CONCLUSIONES
La diplomacia cultural permite fomentar los lazos entre las naciones del mundo. Sin embargo, el hecho de no existir un modelo único de ésta, conlleva a que, según el país de referencia y los objetivos políticos, pueda ser utilizada de manera diversa, y a veces contrapuesta, en el escenario internacional. Por ejemplo, aquellos países que emprendieron el camino de colonizar otros territorios a lo largo de su historia, han visto en la cultura el elemento clave para llegar a donde la política asume un rol limitado.
El estudio de esta problemática aún es muy limitado. Como resultado, se entremezcla con otros conceptos como diplomacia pública y poder suave, donde, ante los elementos en común entre una y otra, en ocasiones no se diferencian adecuadamente en los análisis. Además, la cuestión del Estado como máximo ejecutor de la diplomacia cultural, si bien es cierto, verlo desde esta perspectiva limita actualmente el rol que los individuos u otras instituciones, grupos y organizaciones también tienen en la promoción de la cultura de origen nacional o regional.
Ésta representa una herramienta estratégica, que utiliza la cultura como puente para promover los intereses nacionales, con el fin de generar una imagen positiva y constructiva del país en el exterior. En este sentido, se entremezcla con la política, la economía y la geografía del país ejecutor, al fusionar la historia con el presente, no solo con el fin de difundir esa cultura nacional en el exterior, sino demostrar su origen y particularidades. Aunque, también puede darse el caso donde un Estado decida limitar este tipo de diplomacia en su territorio ante el riesgo de fusionarse con otra cultura de mayor alcance.
China, con su rica historia y cultura milenaria, se apoya en la diplomacia para fortalecer su posición en el escenario global. Por ello, la diplomacia cultural en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta fortalece el rol chino en las relaciones internacionales por medio de la cooperación y construir un mundo más pacífico y próspero. Además, en su ejecución prepondera el respeto hacia la cultura de otras nacionales con la finalidad de garantizar el respeto mutuo como elemento característico de la política exterior china.
La experiencia de la IFR puede ser un antecedente para construir un futuro global más inclusivo y sostenible. Por ello, en su ejecución se entremezcla la economía, la política, con la protección del medio ambiente, la tecnología y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Por último, no debe perderse de vista las potencialidades que brinda la diplomacia cultural para países como Cuba, dada sus potencialidades para fortalecer y ampliar sus relaciones exteriores, con el fin de romper las barreras del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba. La cultura es un elemento que permite el entendimiento mutuo, por ello, la promoción de la cultura cubana en otros países ha permitido que miles de ciudadanos conozcan la realidad del pueblo cubano, así como fomentar la cooperación en áreas de interés común.
notas
1 El poder blando de un país, desde su concepción se basa fundamentalmente en tres recursos: su cultura (en lugares donde es más atractiva para los demás), sus valores políticos (cuando los cumple en casa y en el extranjero) y su política exterior (cuando se considera que son legítimas y tienen autoridad moral) (Nye, 2005,.21).
2 En el 2013, Xi Jinping propuso la construcción de la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda del siglo XXI. (Oficina del Grupo Dirigente para el Fomento de la Construcción de la Franja y la Ruta (2019). En sus inicios, se llamó Una Ruta, Un Camino (一带一路, One Belt, One Road) y solo incluía a los países de Asia, África y Europa.
3 Declaración de México sobre las Políticas Culturales de la UNESCO de 1982.
4 Reconocimiento pleno y la práctica activa de los valores culturales de una nación, un país y un partido político, así como la firme confianza en la vitalidad de su cultura (CGTN, 2023).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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CONFLICTO DE INTERESES
Los autores declaran que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.
AGRADECIMIENTOS
Los autores agradecen a la Profesora Auxiliar MSc. Dariana Hernández Pérez, de la Universidad de La Habana (UH), y al MSc. Humberto Saínz Cano, especialista del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), por su contribución a la realización de este artículo. Asimismo, al Proyecto de Investigación de las Relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, del cual dos autores forman parte.
CONTRIBUCIÓN DE AUTORÍA
Sarah Aylin Noa Ramírez: Conceptualización, Investigación, Metodología, Redacción – borrador original
Jany de los Ángeles Bacaro Ledo: Conceptualización, Investigación, Metodología, Redacción – borrador original
Anna Lidia Beltrán Marín: Metodología, Administración del proyecto, Supervisión, Validación, Redacción – revisión y edición.
FINANCIACIÓN
No existe financiamiento externo a los autores ni otros compromisos.
PREPRINT
No publicado.
DERECHOS DE AUTOR
Los derechos de autor son mantenidos por los autores, quienes otorgan a la Revista Política Internacional los derechos exclusivos de primera publicación. Los autores podrán establecer acuerdos adicionales para la distribución no exclusiva de la versión del trabajo publicado en esta revista (por ejemplo, publicación en un repositorio institucional, en un sitio web personal, publicación de una traducción o como capítulo de un libro), con el reconocimiento de haber sido publicada primero en esta revista. En cuanto a los derechos de autor, la revista no cobra ningún tipo de cargo por el envío, el procesamiento o la publicación de los artículos.