La Alianza del Pacífico y su relación con China y Estados Unidos (2012-2019): Metodologías del estudio y revisión historiográfica

The Pacific Alliance and its relationship with China and the United States (2012-2019): Study methodologies and historiographic review

M. Sc. Maitee Pérez Javier

Master en Historia Contemporánea. Profesora Auxiliar de la Universidad de La Habana, Cuba. mperezjavier25@gmail.com 0000-0002-9301-6022

Cómo citar (APA, séptima edición): Pérez Javier, M. (2025). La Alianza del Pacífico y su relación con China y Estados Unidos (2012-2019): Metodologías del estudio y revisión historiográfica. Política internacional, VII (Nro. 1), 275-286. https://doi.org/10.5281/zenodo.14474351

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.14474351

 

Recibido: 22 de agosto de 2024

Aprobado: 15 de septiembre de 2024

publicado: 7 de enero de 2025

 

RESUMEN La creación de la Alianza del Pacífico en el 2012 constituye un suceso de la historia del presente. El análisis de las fuentes alrededor el tema reflejó un consenso a la hora de considerar las disputas por el Pacífico Americano como algo contemporáneo, incluso posterior a 1990. Los estudios sobre la creación de la Alianza se han realizado solo desde la perspectiva de los Estados que la integran y sus proyecciones, ya sea individuales o conjuntas, y no como un resultado de dos factores externos claves: el ascenso de China y el dinamismo asiático en general, y los cambios operados en materia de política exterior en las administraciones norteamericanas entre 2012 y 2019.

Palabras claves: historia del presente, historia global, hegemonía, interdependencia compleja, geopolítica

 

 

ABSTRACT The creation of the Pacific Alliance in 2012 constitutes an event in the history of the present; the analysis of the sources around the subject reflected a consensus in considering the disputes over the American Pacific as something contemporary, even after 1990. Studies on the creation of the Alliance have been carried out only from the perspective of the states that comprise it and their projections, whether individual or joint, and not as a result of two key external factors: the rise of China and Asian dynamism in general, and the changes made in foreign policy in the North American administrations between 2012 and 2019.

Keywords: history of the present, global history, hegemony, complex interdependence, geopolitics

 

INTRODUCCIÓN

En junio del 2012 quedaba oficializada la Alianza del Pacífico. Con un matiz diferente, y como parte de un proyecto sustentado en las políticas neoliberales que propugnaban el liberalismo y la integración económica, se conformó por Chile, Colombia, México y Perú. A pesar de que una vez creada, los analistas la ubicaron rápidamente como parte de una estrategia estadounidense en el área, tras el rechazo casi unánime en la región latinoamericana al ALCA, en gran medida la creación de la Alianza fue una respuesta también de estos Estados a una política norteamericana casi ausente y a la necesidad de encontrar un camino en el regionalismo abierto como vía de desarrollo.

A propósito de lo anterior, la idea del Pacífico ampliado se retomó en un contexto marcado por una China que lideraba el proyecto del Sudeste Asiático, renovando y ejecutando lo iniciado por Japón en décadas anteriores en la región. El discurso inclusivo chino incentivó a las agendas latinoamericanas, interesadas en diversificarse económicamente y atraídas por el slogan del regionalismo abierto y la superación de las tradicionales relaciones Norte-Sur.

En general, estas cuestiones que estuvieron alrededor de la creación de la Alianza del Pacífico motivaron la elección del presente tema de investigación: La influencia de la política exterior de Estados Unidos en la relación de los países que integran la Alianza del Pacífico y China entre 2012 y 2019.

El espacio temporal de la investigación se encuentra en los márgenes de lo que consensualmente se define como Historia del Tiempo Presente (HTP). Esta tendencia de notable expansión a partir de finales del siglo XX, forma parte del espíritu introspectivo que impregnó a los estudios históricos como resultado de las transformaciones acontecidas (Fazio, 2010).

La asunción de la HTP se solidifica como resultado de una necesidad de los historiadores de trabajar sobre las problemáticas inmediatas, convirtiendo su presente en un campo de los estudios históricos, en la medida en que las sociedades modernas como colectividades industrializadas exigen respuestas rápidas a sus múltiples preocupaciones que no se asocian con el pasado sino con su presente histórico más inmediato, asignándole un elevado valor a las estructuras de las relaciones entre las diferentes instancias de la sociedad en una perspectiva global.

Esta idea anterior es sustentada por Paul Ricoeur, cuando explica que “el corazón de la propuesta consiste en trabajar sobre el componente espacio temporal, no puede realizarse en una única dimensión, se requiere lo que definió Jacques Reuel un denominado juego de escalas con permanentes tránsitos del nivel local al global del global al local y sus compenetraciones” (Ricoeur, 2002).

DESARROLLO

Hacer historia del tiempo presente implica inmiscuirse en un terreno que carece de la distancia para un estudio progresivo, al punto de que algunos la definan como historia inacabada. Su tipología presupone el trabajo con otro tipo de documentación, procedimientos y métodos en la medida en que la información digitalizada se convierte en la fuente principal de la tendencia como resultado de la informatización del trabajo histórico. Los archivos son relegados, y el internet en toda su dimensión cobra vida: titulares, entrevistas a expertos, sitios estadísticos, sitios oficiales, plataformas de debate académico, artículos de revistas online, fuentes todas sobre las que se construye la historia del tiempo presente.

La inserción en este tipo de tendencia de hacer historia implica, además, el uso de una variedad de métodos que estriban alrededor de las ciencias en un sentido dialéctico y enriquecedor. El histórico lógico y el comparativo se auxilian del método de la medición, con el objetivo de obtener información no solo cualitativa sino también cuantitativa sobre los volúmenes relacionales (comercio, inversiones, exportaciones, importaciones, etc).

Otra de las tendencias de hacer historia que se encuentra relacionada con la lógica de la investigación es la historia global en sus diversas vertientes: la historia global concebida como la historia de todo, como la historia de las conexiones o como una historia basada en el concepto de la integración (Conrad, 2017).

En ese sentido, las características del estudio se encuentran más cercanas a la última vertiente, la historia basada en el concepto de integración en tanto se ocupa de aquellos modelos de intercambio que han sido de carácter regular y sostenido: los intercambios capaces de influir profundamente en la conformación de las sociedades. Siempre ha habido relaciones transfronterizas, pero su realización e impacto dependían del grado de integración sistemática en una escala global.

La historia global se interesa por destacar las interconexiones e interdependencias del mundo y comparte junto a la historia del tiempo presente su carácter interdisciplinario, el uso de las escalas de observación (Aguila, 2015) para un mayor entendimiento lo que permite relativizar los referentes nacionales y desafiar las concepciones eurocéntricas.

El objeto de estudio que contempla la influencia de los cambios operados en la política exterior de uno de los espacios de mayor alcance global (Estados Unidos) en la relación de un bloque (Alianza del Pacífico) con otro actor internacional como es China, definitivamente implica un uso de las escalas de observación, la interdisciplinariedad como soporte de un conocimiento más objetivo, así como el grado de integración que aporta la historia global en la medida en que el reconocimiento de las independencias y las interconexiones a nivel global constituyen a priori el soporte sobre el que descansa una investigación de este tipo.

Enfoques aplicados, metodologías, conceptualizaciones

Ahora bien, es importante destacar que las dinámicas del estudio implicaron el uso de una serie de metodologías adyacentes a estas formas modeladas de hacer historia, como la aplicación de los análisis del sistema-mundo de Immanuel Wallerstein, ya que la esencia del objeto de investigación implica el estudio de tres compontes (Estados Unidos, Alianza del Pacífico y China) y demandó la aplicación de este enfoque dado el carácter complejo al conjunto de variables a observar.

Para Wallerstein el sistema-mundo es "una zona espacio-temporal que atraviesa múltiples unidades políticas y culturales, una que representa una zona integrada de actividad e instituciones que obedecen a ciertas reglas sistémicas. De hecho (...) el concepto fue aplicado inicialmente al sistema-mundo moderno, el cual, se argumenta toma la forma de una economía-mundo" (Wallerstein, 2005).

De igual manera, la distribución que hace a lo interno del sistema-mundo distinguiendo cuatro áreas: centrales, semiperiféricas, periféricas y arena exterior. El centro concentra procesos productivos relativamente monopolizados. Las zonas periféricas realizan procesos caracterizados por mayor competencia y libre mercado. Las zonas semiperiféricas reúnen procesos de uno y otro tipo, en tanto la arena exterior realiza actividades que no tienen mayor relación con los procesos del sistema-mundo (Wallerstein, 2005) .

En sentido general, las teorías de Wallerstein han influido en numerosas áreas de las ciencias sociales contemporáneas como resultado de su estudio de la historia contemporánea y de una detallada crítica del capitalismo global. Su enfoque se inscribe entre los denominados neomarxistas. En ese sentido, la corriente adopta la noción de sistema con un abordaje multidisciplinario, que rompe la tradición de estudios fragmentados en disciplinas separadas. Rechaza la división entre economía, ciencias políticas o sociología y construye sus conceptos auspiciando la reunificación de las ciencias sociales basándose en el llamado braudeliano abrir las ciencias sociales (Braudel, 1968). En gran medida, los análisis de Immanuel Wallerstein son mucho más cercanos al materialismo histórico que a las metodologías de la historia global, en la cual muchos estudiosos suelen ubicarlos.

Del modelo teórico a la praxis ajustada

Partiendo de que no estamos en presencia de sistemas relacionales simples, fue necesario complementar el análisis del materialismo histórico con el enfoque de la teoría evolutiva compleja (Lorenzana, 1990) aplicado a las relaciones internacionales, específicamente a las de carácter triangular. Esto implica el análisis de un sistema-mundo donde se crean estructuras entre el Núcleo (Estados Unidos) y su periferia (Alianza del Pacífico) que pueden ser alteradas ante la aparición de un actor (China) que pudiera contrapesar las estructuras relacionales previamente existentes.

A este aspecto en particular se deriva la siguiente explicación. Cuando nos referimos a esta relación no estamos viendo estos espacios por separado, son como componentes de un sistema cuyo núcleo está constituido por Estados Unidos y su complejidad normativa, institucional y económica; los países que integran la Alianza, como una periferia de este núcleo de donde emanan toda una serie de informaciones normativas y características reproducibles y por último un actor externo: China. Ahora bien, su carácter externo es meramente organizativo, en tanto el acercamiento a China es resultado de fracturas y dispersión en la política de ese núcleo que tiene a su vez otros sistemas relacionales en los que influye en modo boomerang.

De acuerdo con este modelo teórico, se asumiría el enfoque de desarrollo de Juan Manuel Álvarez Lorenzana, que plantea que existen tres fases en la estructura de desarrollo. Una primera fase que denomina “Expansión Combinatoria”, donde el sistema se construye a partir de la interacción entre sus componentes y entre estos a su vez con su medio; una segunda definida como “Condensación Generativa”, en la cual el sistema ha alcanzado su máximo de desarrollo y se generan agrupaciones débiles y en interacción con el medio, lo que marcaría una especie de fractura con vistas a la formación de un nuevo sistema entrando en lo que el autor determina como “Conservación de la Información”, donde el resultante generado por el sistema en descomposición se transfiere al generado a través de su transformación en estructura dentro de los componentes que se integran (Lorenzana, 1990).

Podemos ajustar esta evolución entre las partes al modelo que propone el analista español, teniendo en cuenta que el sistema al cual nos referimos ha pasado por cada una de estas estructuras de desarrollo. En primer lugar, pudiéramos definir como fundacional, centrada en los márgenes del siglo XIX y principios del XX con la reconfiguración de América Latina no ya como una esfera de simple interacción sino como una esfera de influencia del núcleo central: Estados Unidos, de donde emanan un conjunto de reglas y preceptos, códigos que solidifican el vínculo núcleo-periferia en un medio que favorece esta asimilación.

Luego, asistimos a un momento definido como Condensación Generativa, donde esta relación alcanza su máxima expresión, concretada en acciones que son expresión de la interdependencia. A esto se le suma que uno de los componentes alcanza su máximo desarrollo como parte de una serie de sucesos globales que afectan la dinámica relacional, crea nuevas esferas de interacción y se aleja relativamente del equilibrio del sistema, en la medida en que Estados Unidos se convierte en un poder dominante no solo en el área sino a nivel global, lo cual generará relaciones más diversas, pero que no es indicativo de fuerza, sino de un progresivo debilitamiento por alejarse de ese sistema que él ha constituido como base de su poderío hegemónico ampliado.

No en balde, y como parte de ese alejamiento y dispersión paulatina, no puede impedir que el sistema establezca nuevas conexiones sobre la base de las estructuras debilitadas; en este punto exacto se imbrica nuestro objeto de estudio, donde asistimos a una reconfiguración del sistema, donde la política norteamericana ha debilitado el nexo con sus tradicionales aliados y en este caso, a pesar de que nos referimos esencialmente a los países de la Alianza del Pacífico ha sucedido de manera similar en otros subsistemas a los cuales pertenece, tal vez no como núcleo, pero sí como un componente determinante. Debido a esto poderes externos como China han aprovechado la coyuntura para acercarse a un sistema del que fue parte importante y que se desintegró debido al accionar de otros poderes paralelos al área.

Los países de la Alianza del Pacífico, a su vez, no reconocen esta inmersión como algo nuevo, sino que reactivan su memoria histórica e intentan crear una nueva legitimidad, para que este componente pueda ser asimilado por el sistema bajo el conjunto de normas que le han sido legadas por un núcleo inconforme con la pérdida de poder, y que tratará de fortalecer las relaciones en descomposición, para que esa nueva conexión que se genera en el marco de su tradicional organización se desarrolle bajo el respeto de los fundamentos jerárquicos de la misma.

De lo anterior, sobresale que la investigación tienda a asumir una serie de categorías asociadas con las relaciones internacionales, entre las que destacan: las relaciones triangulares, la interdependencia compleja, geopolítica, hegemonía, las relaciones Sur-Sur, las relaciones Norte-Sur, definiciones que legitiman la complejidad conceptual del estudio.

Acercamientos transdisciplinarios al tema: la justificada diversidad

Un estudio de este alcance, y centrado en lo que se denomina HTP, engloba una diversidad de bibliográfica donde hay un predominio de las fuentes hemerográficas, los sitios web y páginas oficiales, que brindan información estadística que constituye el soporte cuantitativo de la investigación y favorece la objetividad de la misma. Los enfoques sobre el tema son diversos, debido a la naturaleza transdiciplinaria del mismo.

En ese sentido, los análisis del economista chileno Francisco Urdinez con su obra Las relaciones triangulares: Sobre cómo la hegemonía de Estados Unidos ha condicionado la asertividad china en América Latina, son evidencia de la preocupación en la academia latinoamericana sobre la relación dual que se establece. El autor utilizó presupuestos de corte histórico para el análisis de tres regiones geográficas, con un loable aprovechamiento del método comparativo.

En esta línea de análisis podemos ubicar las investigaciones de José Briceño Post- Hegemonic Regionalism in the Americas: Toward a Pacific-Atlantic Divide (Briceño, 2017) y de Pía Riggirozi Reconstructing Regionalism: What does development have to do with it? y Reterritorializando consensos: hacia un regionalismo post-hegemónico en América Latina (Riggirozi, 2012), investigaciones que fueron más allá de los análisis desde la economía. Se adentraron en cuestiones de la geopolítica vista desde el escenario del Sur, así como la adopción del regionalismo abierto como un instrumento frente a la dependencia.

A la luz de este enfoque económico, se desarrollaron estudios actualizados como Free Trade Agreements Hegemony or Harmony (Corbin & Perry, 2019) de Lillian Corbin y Mark Perry, Free Trade Under Fire (Irwin, 2015), Exit from Hegemony: The Unraveling of the American Global Order (Cooley & Nexon, 2020). Estos estudios ejemplificaron las problemáticas a lo interno de la política norteamericana respecto al Libre Comercio, las divisiones sobre su asunción, así como los límites que deberían ser fijados. Estas investigaciones ayudaron, además, a dilucidar los factores domésticos que incidieron en la proyección de la política norteamericana hacia América, y los dilemas que enfrenta el Congreso cuando de la ampliación o la restricción del Libre Comercio se trata.

De igual manera, The Pacific Alliance in a World of Preferential Trade Agreements: An Introduction (Sauve, Polanco, & Alvarez Zarate, 2019), investigación conjunta publicada en el 2019, constituyó la más actualizada contribución al tema desde la perspectiva económica. La obra recogió de manera detallada las potencialidades y debilidades de la Alianza de cara a los acuerdos preferenciales de comercio firmados hasta esa fecha, las relaciones comerciales con terceros poderes y la asimetría de las mismas como resultado de la diferenciación económica a lo interno del bloque.

Por otra parte, con un enfoque desde las relaciones internacionales se escribieron las obras La Alianza del Pacífico: de cara a los proyectos regionales y las transformaciones globales (Buelvas, 2015) y The Pacific and its economic impacto regional trade and investment. Evaluation and perspectives (Duran Lima & Cracau, 2016). Ambas contribuciones analizaron desde una perspectiva muy completa no solo las potencialidades de la Alianza y su impacto en la agenda regional sino también sus retos a lo interno, como son los dilemas en la asunción de lo supranacional, las diferencias económicas de sus miembros, los niveles de comercio entre las partes, los déficits comerciales con poderes extra-regionales y la protección a la propiedad intelectual, entre otros.

Otra obra ajustada a este enfoque fue The Pacific Alliance: between the geopolitics of China and the United States (Correa, 2016), la cual es una de las aproximaciones directas a la temática en cuestión. Aunque cierra el estudio en el año 2014, a solo dos años de la creación del proyecto, ya los autores dilucidaban los dilemas de la competitividad entre los poderes adyacentes a la región. Esta investigación resultó muy atractiva porque enmarcó los antecedentes, no solo del proyecto, sino también aquellos relacionados con el posicionamiento de los poderes extra-regionales y las estrategias de acercamiento.

En Cuba, los estudios sobre el tema en el periodo de estudio han estado asociados en su mayoría al Centro de Investigación de Política Internacional (CIPI); artículos como Relaciones China-América Latina y el Caribe: por un futuro mejor y El yuan y su futuro en las finanzas internacionales, del investigador Eduardo Regalado Florido profundizaron mucho más en la perspectiva que China tiene hacia América que a la inversa.

Desde una perspectiva esencialmente histórica, la investigación en curso tiene el antecedente de la obra compartida de las historiadoras María Teresa Montes de Oca Choy y Janet Jiménez, Asia-Pacífico y los problemas del desarrollo (Montes de Oca Choy & Jiménez, 2015), en acápites como: El giro de China hacia América Latina y el Caribe: retos, proyecciones y ejes para una posible complementación, y El lugar de China en la creación de un orden internacional que favorezca al Tercer Mundo. El grupo BRICS y la cooperación Sur-Sur evidencia el tratamiento histórico de la cuestión, aunque de manera tangencial.

La Alianza del Pacífico y su relación con China y Estados Unidos (2012-2019): aspectos esenciales de su interacción comercial

El siglo XXI permitió la creación de un nuevo sistema de alianzas cuyos basamentos se articularon dependiendo de las políticas públicas gestadas en cada uno de los actores internacionales de peso. Décadas de fehaciente unipolaridad no han impedido el desarrollo de nuevos centros de poder que conquistan espacios y generan competencia en áreas de histórica influencia de los poderes tradicionales.

En el espacio latinoamericano, los estados buscaron contrarrestar la influencia norteamericana diversificando sus lazos comerciales. Sin embargo, cualquier análisis de la realidad regional no puede minimizar la existencia clave del vecino del norte y la naturaleza triangular de cualquier nueva alianza comercial que se geste.

La promoción del regionalismo abierto, apuntalado con la firma en el 2011 de la Alianza del Pacífico (AP) con espacios sobresalientes en el área de Latinoamérica como Perú, Chile y Colombia supuso la adopción por parte de los países miembros de políticas comerciales orientadas hacia la promoción de las exportaciones, el compromiso con la inserción internacional y el libre comercio, donde se mezclaron políticas internas que buscaban consolidar la competitividad de los sectores productivos, promoviendo el abaratamiento de las importaciones por medio de medidas unilaterales de disminución de aranceles, así como la creación de espacios de libre comercio con otras economías.

A pesar de ese compromiso con el libre comercio, sus economías no podían ser consideradas como diversificadas (a excepción del caso chileno y, en menor medida del caso peruano), y se evidenciaba en ellas una concentración de su comercio en los mercados de Estados Unidos y los países que integran la Unión Europea.

Precisamente, el comercio intrarregional entre esos cuatro países era escaso, aunque sus flujos han experimentado un importante crecimiento en la última década, como consecuencia de un crecimiento económico generalizado en la región, producto, a su vez, de la demanda creciente de materias primas por parte de China. La rivalidad de las economías, más allá de su complementariedad supuso, desde los inicios, una dificultad para mejorar los indicadores de comercio intraindustrial y, por ende, del comercio intrarregional.

Sin embargo, su meta de penetrar el mercado de Asia-Pacífico logró atraer iniciativas que promoviesen un encadenamiento productivo regional. En poco tiempo, los cuatro países miembros alcanzaron acuerdos significativos para liberar el comercio entre ellos. También avanzaron en esquemas de cooperación novedosos y no solamente económicos, como fondos comunes, becas para estudiantes, embajadas comunes y un parlamento, entre otros. Las exportaciones de sus miembros constituían para el año 2016 el 56% del total de las provenientes de América Latina (Duran Lima & Cracau, 2016).

Esta idea del Pacífico ampliado fue precisamente una opción muy puntual para México, una de las economías del bloque, de cara a una nueva etapa de sus relaciones con Estados Unidos. México buscó un acercamiento con los procesos de integración en América Latina por tres razones: la primera porque el país necesitaba establecer contrapesos por la desigual relación comercial con Estados Unidos. En segundo lugar, el gobierno mexicano no quiso que el país se quedara aislado de los procesos de integración latinoamericanos y al mismo tiempo de sus opciones de liderazgo regional. Y, por último, unirse a la AP ayudaría a reducir las críticas de los grupos nacionalistas por la renegociación del TLCAN. De igual manera, la AP podía seguir contribuyendo a acentuar o mantener el superávit de México con los otros tres países, diversificar exportaciones respecto a otros compradores tradicionales cuyas compras tienden a decrecer (Estados Unidos y Canadá) y reforzar lazos diplomáticos con los países que le resultan más próximos en la escala de valores políticos (Pastrana, 2015).

México buscaba que la AP constituyese un “puente” en un escenario donde parecían acentuarse las críticas latinoamericanas al papel de Estados Unidos en el hemisferio, a la apertura económica asimétrica Norte-Sur y a los organismos internacionales donde Washington había tenido una particular influencia como: la OMC, el FMI y el Banco Mundial.

En ese sentido, el desarrollo de la AP se enmarcaba en un momento en que la política de la administración Obama recibía críticas hacia la política permisible respecto a China y los intentos fallidos de la política del rebalance. Fue precisamente durante los últimos años de su mandato que la economía china adquirió una consolidación de carácter global, en términos de paridad del poder adquisitivo (PPA) y pasaba a ser considerada la más grande economía, ubicándose a su vez no solo entre los primeros tres socios comerciales de casi todos los países del mundo, sino que desplazaba a Canadá y se convertía en el primer socio comercial de Estados Unidos (Auslin, 2020).

De acuerdo con lo anterior, la AP y sus miembros debían sortear sus históricas relaciones, en el caso de Perú y Chile con una proyección al Pacífico sin sujeciones extremas al norte y en el caso de México y Colombia sí estaban arraigadas a Estados Unidos, y al mismo tiempo intentar evaluar las opciones que el Pacífico brindaba de la mano de una China que avanzaba como parte de las propias readecuaciones que sufría la política norteamericana, como resultado de los cambios de administración.

En materia comercial, la relación de los miembros de la AP con China y Estados Unidos entre 2012 y 2019 cambió progresivamente; en el año 2012 las exportaciones desde México hacia China eran de 5.94 MM y entre los productos fundamentales figuraban no solo metales como el cobre y sus derivados en casi más de 30 por ciento de las exportaciones, el petróleo constituía otro de los productos exportados, sin embargo, para el año 2020 las mismas excedían los 9 MM y ya el petróleo no formaba parte de la lista como resultado de la renovación del TLCAN, devenido USCAMEX a la llegada de Donald Trump. Las cláusulas anti-chinas se visualizaron en la relación comercial de ambos actores: México y China. Sin embargo, en cuanto a las importaciones que México hizo desde China durante las fechas, sufrieron un cambio mucho más notable, no solo crecieron de 39 MM en 2012 a más de 59 MM en 2020, sino que el superávit favorable a China hizo temblar la estructura del TLCAN. En 2012 México alcanzó una cifra récord de más de 27 millones de dólares de déficit comercial con el gigante asiático. Desde los círculos académicos mexicanos iniciaron una serie de investigaciones que pretendían presionar al gobierno respecto a la desigual relación comercial entre ambas economías.

Por otra parte, en el caso de Colombia, entre las principales motivaciones para insertarse en la AP no solo fue la afinidad ideológica con los países involucrados sino la posibilidad de internacionalizar su economía, reduciendo la demanda de bienes y servicios de los mercados históricos: la Unión Europea y Estados Unidos, accediendo a otras áreas más dinámicas en su crecimiento como lo es el Asia-Pacífico. Entre los principales actores internos interesados en el avance del proceso estuvieron la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI) y la Federación Nacional de Comerciantes (FENALCO), ambas organizaciones atraídas por la posibilidad real de incrementar la capacidad exportadora de las empresas colombianas, la atracción de la Inversión Extranjera Directa desde Asia, así como el hecho de que pertenecer a la AP favorece su ingreso tanto a la APEC como al Tratado Transpacífico (TTP).

Como parte de los avances de la AP en materia comercial, Colombia ha diversificado sus socios comerciales; en el año 2010 más del 50% de su comercio de exportación se establecía con Estados Unidos y los países que forman parte de la Unión Europea, del cual el primero de estos constituía el 41%, sin embargo en el periodo de investigación en curso 2012-2019, entre Colombia y Estados Unidos disminuyen las exportaciones de 34.7% del total del comercio exportador a un 30.2%, al mismo tiempo en que espacios como China, que en el 2010 ocupaba solo un 4.91% de las exportaciones colombianas, durante el periodo estudiado Colombia duplica las cifras del comercio exportador con China, de un 5.17% en 2012 pasa a ocupar un 11.31%. Asia Pacifico desbanca el segundo puesto de la Unión Europea teniendo a China en la primicia. De igual manera, este fenómeno se pone en evidencia en las importaciones colombianas en tanto las mismas solo aumentan desde Estados Unidos en menos de 1% entre 2012 y 2019 mientras que las provenientes de China aumentan durante esta etapa en más de un 5% (Complexity, The Observatory of Economic Complexity, 2024).

Es importante destacar que los cambios tanto en México como en Colombia fueron más evidentes ya que son espacios que concentran sus relaciones comerciales en Estados Unidos, el primero de ellos auspiciado por su propia ubicación geográfica y el histórico nexo a través del TLCAN y Colombia como una condición de la seguridad regional, por lo cual la ampliación hacia el Pacifico y sobre todo el acercamiento hacia China, tanto de su comercio de importación como el de exportación, forma parte de un progresivo cambio en las cadenas de producción global, al mismo tiempo en que el propio Estados Unidos sufre como resultado del dinamismo chino. Durante el periodo 2012 al 2018 las exportaciones e importaciones norteamericanas hacia y desde China habían aumentado, de hecho, las importaciones desde China llegaron a ocupar un pico del 20% del total de importaciones de EE.UU. Para el año 2019 con la llegada de Donald Trump, los inicios del proteccionismo unido a la guerra comercial provocaron que las mismas descendieran en un 2%. A partir del 2019, la administración norteamericana se enfoca en la renegociación del TLCAN y su rápida negociación se va evidenciando en un aumento progresivo de las importaciones desde México, las cuales pasan de ser un 12.9% a ocupar un 15% de las importaciones netas de EE.UU.

Ahora bien, si mercados de cercanía tradicional con Estados Unidos, se ven influenciados por la presencia China en Latinoamérica, ¿qué sucedería entonces con los otros dos países de la AP cuya imbricación con el Pacifico no es nueva como tampoco lo es la idea del regionalismo abierto? Son países que se han constituido como puentes y plataformas de diálogo con Asia-Pacífico. Por ejemplo, para Chile, país que no es miembro pleno ni de Mercosur o de Unasur y solo es socio del organismo, es un espacio para el cual lo global es su prioridad, de ahí su inserción en la APEC así como al TTP. Concentra el 60% de su comercio exportador en los países de la APEC y este mecanismo representa el 50% de las inversiones extranjeras directas en Chile. Sin diversificar o extender su oferta exportadora se concentró más en diversificar los mercados de destino. Para Chile es importante no poseer ningún socio comercial que represente más del 50% del intercambio de bienes y servicios (Pastrana, 2015).

A propósito de lo anterior, en materia comercial en cifras, en el periodo abordado 2012 al 2019, no es Estados Unidos el mayor receptor de las exportaciones chilenas sino China, y mientras las mismas solo aumentaron en los siete años en menos de un 2% hacia Estados Unidos, hacia China aumentaron en casi un 8%; para el año 2019 el mercado chino recibe más de un 30% de las exportaciones netas que Chile emite mientras Estados Unidos solo recibe un 14%. En materia de importación, el desplazamiento es más evidente, si bien en el año 2012, Chile importaba casi un 25% desde Estados Unidos y menos de un 20% desde China, para el año 2019 esta dinámica se había invertido, se importaba desde China un 23% del total neto de importaciones y se daba una brusca disminución de las importaciones desde EE.UU., el cual pasaba a ser de solo un 20.9%.

De igual manera, este fenómeno se repite en el caso peruano, el cual constituye el principal receptor de la inversión extranjera directa de la AP. Entre 2012 y 2019 las exportaciones hacia Estados Unidos decaen de un 14% a un 12%, mientras que hacia China aumentan exponencialmente de un 16.7% a un 29%; un tercio de la exportación peruana se realiza a China. Por otra parte, las importaciones solo aumentaron en menos de un 2% hacia Estados Unidos, de un 19.8% a un 21.6%, mientras que el comercio importador desde China aumenta en un 7% y pasa de 17.5% en 2012 a un 24.6% en 2019.

Esta dinámica no es sorprendente en tanto Chile y Perú tienen redes de comercio mucho más diversas que Colombia y México, este último tiene una enorme capacidad global pero la cercanía al mercado norteamericano así como las renegociaciones del USCAMEX hace poco posible la posibilidad de una disminución de la presencia de EE.UU. como socio mayoritario del comercio, en tanto ambos son espacios complementarios y que actualmente compiten junto a China en sus propios mercados. Para México, China no es solo vista como un actor extra-regional que puede solventar la dependencia a las dinámicas de la economía norteamericana sino que es al mismo tiempo visto como un fuerte competidor en su mercado más cercano, Estados Unidos.

Ahora bien, la llegada de Donald Trump y la asunción de un proteccionismo que derivó en la salida abrupta del TPP eclipsó la agenda comercial mexicana. Estos cambios fueron seguidos de un discurso agresivo hacia México sobre las debilidades del estado mexicano para controlar la frontera. La decisión de la administración mexicana de mantenerse en el acuerdo demostró independencia y afán por mantener el camino iniciado hacia el Pacífico. En abril de 2018, México ratificaba el nuevo Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) sin Estados Unidos, lo cual implicaba una apuesta por hacer valer la soberanía mexicana en materia comercial y de política exterior. Y posteriormente lo hacían Perú y Chile, o sea tres de los miembros de la AP forman parte del ambicioso proyecto de regionalismo abierto.

Sin embargo, lo que mayor impacto tuvo en las relaciones comerciales del bloque luego del cambio de administración en EE.UU., fue la renegociación del TLCAN, el cual empezó a denominarse USCAMEX e incluía una serie de cambios ajustados al proteccionismo norteamericano y que no fueron en absoluto, favorables a México. La cláusula 32 que muchos analistas consideraban fue hecha precisamente hacia China, constituyó un reconocimiento directo de la competitividad china con Estados Unidos, en franco proceso de una delineada guerra comercial por parte de Estados Unidos y que terminó por afectar la economía norteamericana, incapaz de reconocer los lazos de interdependencia a los cuales había llegado con el gigante asiático.

CONCLUSIONES

Los estudios sobre la creación de la Alianza se han realizado solo desde la perspectiva de los Estados que la integran y sus proyecciones, ya sea individuales o conjuntas y no como un resultado de dos factores externos claves: el ascenso de China y el dinamismo asiático en general, y los cambios operados en materia de política exterior en las administraciones norteamericanas entre 2012 y 2019, lo cual se ha hecho visible sobre todo en el terreno comercial. El avance o retroceso de las relaciones de la AP con China se ha visto influenciado por las presiones norteamericanas y sus objeciones a un aumento de la presencia china en el área, que considera de expansión natural.

Es importante mencionar que de manera directa no existe un acercamiento a la temática desde la perspectiva de la historia. Sobresalen los enfoques de economistas, politólogos, estudiosos del Derecho internacional, entre otros. Esto demuestra la aún presente reticencia por parte de los historiadores para asumir nuevas tendencias en hacer historia y en los enfoques que la academia muchas veces considera alejados de su marco temporal, con procedimientos, técnicas y métodos cuya lógica se deriva de la influencia transdiciplinaria de la fusión de las ciencias, y los avances del quehacer del historiador del siglo XXI.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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CONFLICTO DE INTERESES

La autora declara que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.

AGRADECIMIENTOS

No aplica.

FINANCIACIÓN

No aplica.

PREPRINT

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DERECHOS DE AUTOR

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