Pasado y presente de la Teología de la Liberación en América Latina

Past and Present of Liberation Theology in Latin America

Lic. Belkiss Elena Comas Martínez

Licenciada en Educación (especialidad en historia y ciencias sociales). Profesora Asistente de la Universidad del PCC, colaboradora de la Comisión de Asuntos Religiosos del CC del PCC. La Habana, Cuba. belkisscomas@gmail.com, belkisscomas82@gmail.com 0009-0005-4124-1841

Dr. C. Mario Antonio Padilla Torres*

Doctor en Ciencias Filosóficas. Posdoctorado en la Universidad Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú. Máster en Ciencias Históricas. Licenciado en Ciencias Políticas. Profesor e Investigador Titular, Secretario Académico del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), La Habana, Cuba. marioapt1959@gmail.com 0000-0003-2561-6509

*Autor para la correspondencia: marioapt1959@gmail.com

Cómo citar (APA, séptima edición): Comas Martínez, B. E., & Padilla Torres, M. A. (2024). Pasado y presente de la Teología de la Liberación en América Latina. Política internacional, VII (Nro. 1), 261-274. https://doi.org/10.5281/zenodo.14474261

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.14474261

 

Recibido: 4 de agosto de 2024

Aprobado: 14 de octubre de 2024

publicado: 7 de enero de 2025

 

RESUMEN La existencia de la Teología de la Liberación por más de una década en América Latina constituyó un periodo de concientización de las masas a través de un pensamiento religioso- político que ahondó en las raíces del cristianismo junto a la reivindicación de los derechos de los más desprotegidos. Al determinar cómo se manifiesta la influencia a la Teología de la Liberación en las luchas sociales latinoamericanas en ese periodo, fundamentamos las características del surgimiento y desarrollo de ella, desde su fundación; se analiza el rol de ese fenómeno religioso como factor de enfrentamiento ante el fundamentalismo de derecha cristiano en los países más representados en las luchas sociales del continente americano. Aquí se caracteriza lo común entre sus máximos exponentes; se hace énfasis en los problemas sociales, desde una praxis liberadora, por las propias condiciones sociales de vida de estos creyentes revolucionarios, en nexo con su fe, y en cómo hacen uso del instrumental metodológico del marxismo; se destaca la valía de la TL, entre otros movimientos revolucionarios y progresistas en dicha región, sin desconocer las limitantes y diferencias entre cada una de las posiciones, así como su actuación social. La actualidad de esa concepción doctrinal religiosa, posee un legado que aun influye en las comunidades de bases, en sus creyentes y otros movimientos sociales, al mismo tiempo dado el cambio del contexto histórico, la situación política de la región y otros fenómenos científicos y sociales hacen que la Teología de la Liberación, tenga ante si nuevos desafíos.

Palabras clave: Teología de la Liberación, religioso, creyentes, fe, cristianismo, América Latina

ABSTRACT The existence of Liberation Theology for more than a decade in Latin America constituted a period of mass awareness through a religious-political thought that delved into the roots of Christianity along with the vindication of the rights of the most vulnerable. By determining how the influence of Liberation Theology manifested itself in Latin American social struggles in that period, we substantiate the characteristics of its emergence and development, since its foundation; The role of this religious phenomenon as a factor of confrontation against Christian right-wing fundamentalism in the countries most represented in the social struggles of the American continent is analyzed. Here the common among its greatest exponents is characterized; emphasis is placed on social problems, from a liberating praxis, on the social conditions of life of these revolutionary believers, in connection with their faith, and on how they make use of the methodological instruments of Marxism; the value of the LT, among other revolutionary and progressive movements in that region, is highlighted, without ignoring the limitations and differences between each of the positions, as well as their social action.The relevance of this religious doctrinal conception has a legacy that still influences the base communities, their believers and other social movements, at the same time given the change in the historical context, the political situation of the region and other scientific and social phenomena make Liberation Theology face new challenges.

 

Keywords: Liberation Theology, religious, believers, faith, Christianity.

 

INTRODUCCIÓN

América Latina es un continente rico en tradiciones y culturas, pero no escapa a la influencia de la globalización neoliberal y a sus consecuencias, particularmente en el orden económico social, la que ha profundizado, en extremo, el subdesarrollo propio de las secuelas de la explotación colonial y la dependencia ulterior, con las viejas metrópolis y con Estados Unidos como gran potencia imperial hemisférica.

La situación de los latinoamericanos se agudizó a partir de la década de los 60 del siglo XX, con la agresión imperialista, las dictaduras militares, la opresión, la falta de viviendas, los problemas de educación y salud, entre otros males; agravados ahora con la imposición del modelo económico neoliberal, el que ha acentuado, paulatinamente la dependencia regional al capital foráneo y ha generado, además, una mayor deformación estructural, el incremento de la deuda externa, la marginalidad, la pobreza y la exclusión, como resultado de las políticas emanadas de él.

Los efectos diversos y contradictorios de este fenómeno en lo económico, político, social, cultural e ideológico, paralelos a lo anteriormente expuesto, produce una descomposición de identidades que trae consigo inevitablemente, la recomposición, la búsqueda de alternativas y la necesidad de encontrar explicaciones, orientaciones, protecciones y soluciones a los disímiles problemas que engendra el neoliberalismo para muchos, más allá de la vida social, consecuencias que amenazan a creyentes y no creyentes.

Los procesos políticos y sociales interrelacionados con esa profunda crisis económica y social que vivían las naciones latinoamericanas, hacen que se devele un nuevo auge de las luchas populares, democráticas y antimperialistas en diferentes países de la región. En el ambiente represivo, preponderante en la mayoría de los países del área, esas luchas se fueron radicalizando, a pesar de las derrotas sufridas por los movimientos guerrilleros rurales que, en la primera mitad de la década del 60, actuaron en Perú, Nicaragua, República Dominicana, Venezuela, Guatemala y Argentina.

La religión con sus formas concretas de manifestarse, no escapa a estos procesos; por el contrario, tiene una incidencia, en dependencia, principalmente de circunstancias históricas y culturales. Ello explica que en diversas corrientes de pensamiento, lo religioso se presente en variadas tendencias tanto en un sentido conservador, como a favor del progreso, a la vez que refleja las cambiantes condiciones de vida social y sus expectativas.

La cultura que se incriminó como dominante al sur del río Bravo es portadora principalmente del cristianismo europeo, en específico su vertiente católica ibérica; este último no es homogéneo, en su interior se han manifestado posiciones diversas y contradictorias a través de la historia. En Latinoamérica, esta creencia ha tenido un incremento considerable y ha alcanzado determinada significación social, como consecuencia del contexto socialmente crítico, con su correspondiente basamento económico.

En esta región, la Iglesia latinoamericana, dependiente de Europa para su reflexión teológica y pastoral, pasa a ser una institución con temas y elaboraciones propias; es el escenario donde los teólogos occidentales comienzan a reflexionar críticamente a la luz de la fe, a partir de la palabra viva de la realidad de los pueblos de América Latina. En ellos gana prioridad el tema del amor a los oprimidos, la lucha por la justicia y la paz, que implica un cambio social.

La Teología de la Liberación es considerada como un intento de interpretar las Escrituras, a través de la crisis económica de los pobres: comenzó en América del Sur, en la turbulenta década de 1950 y fue reforzada en 1968 en la Segunda Conferencia Latinoamericana de Obispos, que se reunió en Medellín, Colombia. La idea fue estudiar la Biblia y luchar por la justicia social en las comunidades cristianas, por lo que, como teología, tiene fuertes raíces católicas.

En el devenir histórico, los teólogos de la liberación han sido acusados por la alta jerarquía de la Iglesia Católica, de apoyar a las revoluciones violentas y a la lucha marxista de clases: Esa “perversión” es generalmente resultado de una visión humanista del hombre, construida sobre la experiencia del dolor secular de los campesinos y de los indígenas, que toma nuevas formas en las barriadas y campos latinoamericanos; es así como la Teología de la Liberación logra una determinada influencia en las luchas sociales que acontecen en los más diversos espacios, entre 1970 y 1985, en que se manifestó esta en la región.

La Teología de la Liberación aparece como una corriente de pensamiento de la izquierda dentro del seno del cristianismo, la que desconoce y no llega a identificar, por su cosmovisión religiosa, la concepción materialista del mundo y el concepto de lucha de clases. No obstante, constituye un avance ideológico y desde su alcance, -el análisis que realizan algunos teólogos más progresistas, con la utilización del instrumental metodológico del marxismo, en el análisis histórico que le ofrecen las Ciencias Sociales- visualizan la crítica a la sociedad capitalista, desde la realidad existente y la polarizan entre ricos y pobres.

Esta corriente de pensamiento, por su ideología, nivel de organización, el liderazgo de sus principales representantes y su accionar, por la conquista de reivindicaciones en la sociedad latinoamericana, resultó ser una alternativa más, junto a otras fuerzas, favorables a las luchas sociales de la región.

Por lo tanto, el objetivo fundamental de este artículo es caracterizar el pasado y el presente de la Teología de la Liberación como un movimiento religioso, político y social que definió tendencias y cambios sociales en un grupo de pueblos latinoamericanos.

DESARROLLO

Antecedentes históricos

Al término de la Segunda Guerra Mundial y en momentos en que la humanidad apenas comenzaba a conocer los horrores que se habían cometido en los campos de concentración nazi fascistas, ubicados en diferentes países europeos (Museum Auschwitz, 1995), al igual que el holocausto provocado por las criminales bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos contra la indefensas ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki (Luigi,1997) los círculos dominantes y el establishment de la política exterior y la seguridad estadounidenses, apoyados en su transitorio monopolio sobre las masas nucleares y en las inmensas riquezas armadas, a costa de ese conflicto bélico, comenzaron a desplegar diversas estratagemas dirigidas a continuar expandiendo, como venían haciendo desde finales del siglo XIX su poder económico, político, ideológico, cultural y militar, hacia diversas regiones de todo el mundo.

A pesar de los brutales métodos empleados por Estados Unidos, sus aliados británicos y sus correspondientes lacayos, con el propósito de derrotar al movimiento popular y neutralizar la ola reformista, que sacudió a una parte de las sociedades latinoamericanas y caribeñas, durante la primera década de la Guerra Fría (1947-1957), comenzaron a aparecer nuevos síntomas de las dificultades que continuaba confrontando el dominio oligárquico-imperialista sobre los pueblos latinoamericanos.

En Puerto Rico, pese a la sistemática represión ejercida por los sucesivos gobiernos coloniales de Luis Muñoz Marín en 1957, la resistencia popular obligó a derogar la Ley de la Mordaza, instaurada en 1948. Como resultado de lo anterior, surgió la Federación Universitaria Pro Independencia (FUPI), destacamento que siguiendo el legado del Partido Nacionalista y de Albizu Campos en 1959, tuvo una destacada participación en la fundación del Movimiento por la Independencia de Puerto Rico (MPI), integrado por el Partido Obrero Liberador (comunista) y por algunos disidentes del Partido por la Independencia de Puerto Rico que había sido fundado años atrás.

Dos años antes en Guyana, las autoridades coloniales británicas aliadas con los círculos gobernantes estadounidenses, se vieron obligadas a reprimir otra vez, la nueva victoria electoral del líder independentista y socialista Cheddi Jagan y a posponer la independencia “negociada” de ese territorio suramericano, bañado por el mar Caribe.

Sin embargo, la fuerte reacción popular obligó al Reino Unido a excarcelar a Jagan y a otorgarle al Partido, dos ministerios en el gobierno de esa colonia.

El gobierno de Londres se vio obligado a formar la Federación de las Indias Occidentales (Fereration of West Indies); pero esa maniobra para “mantener su dominación, sin rupturas ni fricciones”, fracasó rápidamente, entre otras causas, porque los principales partidos políticos y organizaciones sindicales de Jamaica y Trinidad Tobago se separaron de ese proyecto imperial y continuaron defendiendo con éxito, la independencia política de sus correspondientes naciones.

Esa intranquilidad política también se expresó, en 1958, en otros países latinoamericanos y caribeños. En Haití, por ejemplo, la única manera que tuvo Francois Duvalier de consolidar y estabilizar su nefasto poder personal, fue recurriendo a draconianas medidas represivas contra el movimiento popular y en especial, contra la recién constituida Unión Intersinsical de Haití. Para hacerlo tuvo que formar parte, con el silencio cómplice de Estados Unidos, de un cuerpo paramilitar que le permitiera controlar el creciente ambiente antiduvalierista que existía en la sociedad, al igual que en las fuerzas armadas y policiales. Surgieron así, los tristemente célebres tontons macoutes, responsables directos de la mayor parte de los 40 000 crímenes y asesinatos políticos que se perpetraron en ese país entre 1958 y 1986. Ello sin contar con las decenas de miles de haitianos que fueron desplazados de sus hogares y de sus tierras, sometidos a brutales torturas y a ilegales encarcelamientos o que tuvieron que acudir al exilio para preservar sus vidas.

Paralelamente, en Chile, la presión popular obligó a la derogación de las medidas represivas (la Ley de Defensa de la Democracia) que en 1948, había instaurado el gobierno de González Videla. Estas habían sido sostenidas por el gobierno constitucional del general y exdictador pro fascista Carlos Ibáñez (1952-1958). Como consecuencia de la eliminación de la ley antes mencionada y fruto de las intensas luchas populares y democráticas, surgió el Frente Revolucionario de Acción Popular (FRAP) encabezado por Salvador Allende e integrado por los partidos comunistas y socialistas del país.

La fuerza política con que contaba este Frente se evidenció en las elecciones de 1958. En ellas, pese al reconocido respaldo financiero y político norteamericano, el candidato de la derecha y de los “momios”, Jorge Alessandri, solo obtuvo 35 000 votos más que Salvador Allende. Fue, en ese momento, cuando los círculos gubernamentales de Estados Unidos comenzaron a implementar sus primeros planes para impedir a toda costa, el acceso de ese prestigioso dirigente socialista a la presidencia de Chile.

En Panamá, a pesar de la represión a que fueron sometidos por los diversos gobiernos “constitucionales” que se sucedieron en ese país desde el golpe de Estado de 1941 y en particular, por el gobierno de Ernesto de la Guardia (1956-1960), miles de jóvenes y estudiantes convocados por la llamada “Operación Soberanía” (iniciada en 1956), se movilizaron con redobladas fuerzas contra la ocupación militar norteamericana de la zona del canal.

Esos y otros movimientos nacionalistas, democráticos y populares fueron estimulados por el derrocamiento el 23 de enero de 1958 mediante una huelga general, de la sanguinaria dictadura venezolana del General Marcos Pérez Jiménez. Este, como la mayoría de los dictadores latinoamericanos y caribeños, buscó la impunidad de sus crímenes y latrocinios refugiándose en Estados Unidos. Fue sustituido por una Junta de Gobierno encabezada por el prestigioso contralmirante Wolfgang Larrazábal.

En este contexto, en medio de grandes protestas populares, el entonces vicepresidente norteamericano Richard Nixon, visitó diversos países latinoamericanos, entre ellos Bolivia, Perú y Venezuela. En este último, fue tal la repulsa que encontró, que el Presidente Dwight David Eisenhower como en la época del “gran garrote”, de la “diplomacia del dólar” y las “cañoneras”, amenazó con intervenir militarmente en ese país. A tal fin, movilizó la poderosa flota de guerra ubicada en su “colonia militar” de Puerto Rico, pero la recién instaurada Junta de Gobierno rechazó esas amenazas, y gracias al apoyo popular, derrotó los sucesivos golpes de Estado derechistas urdidos en su contra.

Todos los partidos políticos del país, incluido el Partido Comunista de Venezuela, fueron legalizados y luego del llamado “Pacto de Punto Fijo”el líder del Partido Acción Democrática, Jóvito Villalba y del socialcristiano Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI), Rafael Caldera, se comprometieron a respetar el resultado de las elecciones presidenciales de enero de1958.

En estas, con el apoyo de la derecha y de importantes círculos de poder norteamericano y puertorriqueño, triunfó el candidato de la coalición, el “socialdemócrata” y proverbial anticomunista Rómulo Betancourt. Este, de manera inmediata, tuvo que aplicar diversas medidas represivas para contener las múltiples movilizaciones populares contra las primeras medidas pro oligárquicas y pro imperialistas de su gobierno, (particularmente porque el rechazo a su régimen abarcó a ciertos sectores nacionalistas y democráticos de las fuerzas armadas). Así se demostró, en las frustradas sublevaciones militares de Carúpano, Puerto Cabello y Boca del Río, todas en 1962.

El hecho que estremeció los cimientos de la dominación oligárquica e imperialista sobre “la América” fue el triunfo la Revolución Cubana. Toda la ayuda económica, política y militar que, desde 1952 le había prestado Estados Unidos a la cruenta dictadura de Fulgencio Batista, y todos los esfuerzos desarrollados por la Embajada norteamericana en La Habana para neutralizar el radicalismo de ese proceso, de abortarlo, a través de farsas electorales (las de noviembre de 1958) o mediante un nuevo golpe de Estado militar (el de fines de diciembre de 1958) fueron sucesivamente derrotados.

La TL surge precisamente en este contexto latinoamericano; es una forma novedosa en la historia del pensamiento religioso, la que analiza las condiciones concretas de vida de la población y se caracteriza por hacer énfasis en los problemas sociales y políticos; en apoyarse en el análisis histórico y en las Ciencias Sociales en general, en específico, en los teólogos más radicales, mediante el instrumental teórico y metodológico del marxismo para interpretar la realidad social en que viven. De estos enfoques resulta de interés resaltar algunos aspectos que estos se proponen:

- La religión se expresa y modifica en relación con el modo de producción predominante en la base económica de la sociedad.

- La religión es ideología, en tanto concepción teórica clasista de una sociedad y como tal desaparecerá en la sociedad que elimine las clases sociales, a la vez que se distingue de la fe religiosa, la que perdurará en cualquier régimen, que no es objeto de la ciencia, sino como el sentimiento que vincula al hombre con lo sobrenatural y los demás hombres.

- El hombre es ante todo, un ser histórico y con ese carácter, deben concebirse los hechos religiosos, e interpretarse los textos religiosos lo que algunos han llamado (relectura materialista de la Biblia)

- La religión adquiere “formas idolátricas” asociadas con las injusticias, la explotación, la división en clases. En su crítica -se afirma- el creyente puede ser ateo al estilo de Marx.

Para los teólogos, la religión adquiere otras formas de pensamiento asociadas con el amor, la justicia, la solidaridad, que promueve la conquista de una sociedad superior y una conducta liberadora.

Para Leonardo Boff y Clodovid Boff (1985, 102-103) en la obra: “Libertad y liberación”, la liberación como teoría o como acción práctica del objeto de la reflexión (de la Teología de la Liberación) no es solo el tema bíblico y tradicional sino principalmente en la realidad de la liberación de los oprimidos, y añade que hay interés objetivo por la eficacia, porque finalmente lo que cuenta no es tanto la reflexión teológica, sino la reflexión crítica y concreta de los pobres por la transformación social.

Este teólogo brasileño, fundador de la TL sufrió sanciones por haber ejercido sus más elementales derechos como teórico de esta nueva iglesia, que es reflexionar la fe a partir de la realidad y la historia de su pueblo. Este comportamiento revolucionario desde la prédica en su obra: “Libertad y Liberación” está llamando a la toma de conciencia de esos pobres de su realidad social, a la lucha y transformación, en la necesidad de alcanzar a través de la praxis liberadora, la necesaria libertad para hoy y no postergarla para el más allá, sino en la vida terrenal de estos pobres excluidos y marginados.

Se advierte que no siempre en este proceso, se toma en cuenta la evolución histórica de la sociedad, pues es necesario diferenciar en tiempo y espacio, los procesos que se tratan de relacionar. Por su parte, los teólogos de la liberación, los más avanzados, abordan la figura de Cristo desde la historia y en su dimensión humana en la vida terrenal, sin embargo, los teólogos tradicionales desde la óptica divina, del más allá.

Se puede afirmar que, desde esa perspectiva, estos cristianos revolucionarios asumen, sin proponérselo, una manifestación de lucha de clases en la propia Iglesia Católica (y protestantes,) marcan ruptura y continuidad con lo tradicional, siempre en vínculo con su fe. Pero, a diferencia del pensamiento teológico que le antecedió, esta es una manifestación de lucha de estos creyentes revolucionarios en su concepción de la sociedad, del hombre de las relaciones y la práctica social, desde la posición que asumen los más progresistas, al interpretar y transformar la condición de pobre y de exclusión en la vida terrenal.

Indiscutiblemente, las fuerzas revolucionarias de América Latina se fertilizaron con las experiencias de este periodo convulso en acontecimientos, las que tributaron desde lo histórico y social un nuevo panorama en la región. Precisamente, esa conmoción revolucionaria gestó cambios que expresaron la profundidad de la crisis que se gestaba en la sociedad capitalista y en el imperio hasta la actualidad; la crisis estructural, sistémica, que abarca todas las esferas de esta sociedad, cuyas consecuencias tienen un impacto devastador en este continente, lo que exacerba las perspectivas de las luchas sociales de los sectores progresistas y cristianos.

El rasgo distintivo de esta corriente de pensamiento cristiano es la expresión de una nueva Iglesia, reconocida por sus propios exponentes desde posiciones de académicos expertos en esta temática, la condición de continente dominado, con excepción de Cuba, con la particularidad que los cambios que se operan en la Teología Cubana, responden a la construcción de una ética revolucionaria y en compromiso de una militancia política, donde se destaca como exponente, en los años estudiados, el presbítero Sergio Arce Martínez.

El grado de participación de los sectores populares en la conducción directa de las transformaciones político-sociales en Latinoamérica mantuvo su contenido de clase, dado que las fuerzas señalaban una nueva realidad, asumida por las masas cristianas que observaban mayores posibilidades de formación de gobiernos democráticos enfrentados al imperialismo.

Con la bancarrota de la llamada “Alianza para el Progreso”, el imperialismo norteamericano recurrió, principalmente, a sus viejos métodos intervencionistas y a la acción de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), como instrumento de espionaje y provocación. Sobre esta base organizó el derrocamiento del gobierno democrático en Guatemala y durante años, dirigieron la liquidación sistemática de miles de compatriotas latinoamericanos inscriptos en todos los sectores, social, cultural y religioso de los diferentes países.

Como se observa en acontecimientos precedentes, en las masas latinoamericanas, muy ligadas a los momentos significativos de la lucha anti-coloniales, se gesta una determinada incorporación revolucionaria del bajo clero, el que se identifica con los sufrimientos de las capas más humildes o emergentes de la población latinoamericana.

Como resultado del desarrollo histórico, se observa que se producen condiciones favorables en los sectores eclesiásticos, dando lugar a las formas de reflexión cristiana revolucionaria en que se inscribe la llamada Teología de la Liberación, que aún sin constituir un sistema, tiende a duplicarse con una diversidad de posiciones ideológicas en este continente de mayor difusión católica. Esta se expresa, en sí misma, como una lucha renovadora, desde lo eclesial en representación de las clases humildes, denominadas por ellos, más tarde, como una Iglesia rebelde, de los excluidos, de los emergentes, como dijera Clodovis Boff: “un aporte al concepto de clases sociales”.

Por ello en este marco de reflexión de las masas cristianas, en ocasiones, fue rechazado, reprimido y otros teólogos silenciados por el alto clero católico, si se toma en cuenta el nivel de emancipación que, lógicamente impulsa este fenómeno en el proceso liberador de la región, en el que la Revolución Cubana resultó un factor influyente, fue la inspiradora; no obstante la limitación de esta forma de pensamiento, no alcanza ver la amplitud de una revolución social en su etapa fundacional.

Se puede resumir, que el término Teología de la Liberación, como resultado de una concepción ideológica, revolucionaria, en su esencia teórica, inscribe a los sectores cristianos de izquierda y arrastra tras sí, a capas populares en algunos países de América Latina, a determinadas figuras o ideólogos, sin poder catalogarlos marxistas consecuentes, que llegan a conclusiones aceptables, unos más que otros.

La presencia de la fe en la liberación del pecado, fe en el reinado de Dios, fe en un Dios de apremiados, que reclama una respuesta de los cristianos en el fondo de esta problemática de amor, de reflexión teológica crítica de su situación social, es la que reflexiona sobre el significado del amor, no a la praxis con que el cristiano responde políticamente al reclamo de la fe y de la esperanza.

Es una forma de pensamiento cristiano que significa una ruptura con la teología tradicional predominante en la institución de modo oficial. Con una reflexión crítica del evangelio dentro del contexto histórico latinoamericano, con una praxis revolucionaria, transformadora, viviendo la fe. Esta se manifiesta en los encuentros de vecinos, en las llamadas Comunidades Eclesiales de Base y con una perspectiva, desde pronunciamientos axiológicos en lo teórico y práctico, en los teólogos más progresistas, en la transformación de la sociedad en la vida terrenal, como la teología que lo antecedió.

En este sentido, se conecta este pensamiento religioso, con lo que la teoría sociopolítica ha identificado, como ideología política que puede reflejar la necesidad del desarrollo social y contribuir a su transformación a partir de la acción de los sujetos sociales que decidan un cambio positivo y progresivo, en dependencia de los intereses de clases que representan y defienden.

Legado y desafíos de la Teología de la Liberación

La Teología de la Liberación ha dejado un legado significativo en varios aspectos:

El compromiso con los pobres.

La solidaridad con los más desposeídos en los distintos países es un elemento primario de este compromiso, desarrollando acciones concretas de justicia social, a través del fomento de una fe religiosa revolucionaria. Esta teología también enfatiza la importancia de la solidaridad con los marginados y excluidos buscando promover la participación activa de los cristianos en los movimientos sociales y políticos que defiendan los derechos humanos, la justicia económica y la igualdad de oportunidades para todos en las diferentes sociedades latinoamericanas y caribeñas.

Esta Teología argumenta que la fe cristiana debe ser entendida y practicada desde una posición revolucionaria de atención a los pobres y que la búsqueda de la justicia social constituye uno de los mensajes más importantes de Dios. Por lo tanto, sostienen que es una responsabilidad de los cristianos luchar contra el poder establecido que genera desigualdades y promover los cambios necesarios en la sociedad para alcanzar un mundo más justo.

Alcance de un objetivo de transformación social en las sociedades latinoamericanas: el campo.

Esta teología valoró las acciones y propone vías para eliminar la pobreza, transformar las condiciones de las sociedades latinoamericanas para lograr un mundo más justo, que dignifique a los pueblos, ante la avalancha del capitalismo neoliberal.

Desarrollo de una educación teológica de nueva magnitud político-social.

Esta concepción está ligada indisolublemente a la realidad social, las transformaciones, la acción contestataria a los poderes estatales para lograr que estos se concienticen con los cambios sociales, así como preparar líderes comprometidos con los sectores más humildes y con las causas justas.

Ejemplo de unidad para los movimientos sociales.

Con la actividad sistemática, la fe religiosa, la unidad en la diversidad y bajo el ejemplo de sus líderes y teóricos de la teología, ha promovido movimientos sociales por lograr reivindicar los derechos de los diferentes sectores de la sociedad.

Fortalecimiento del dialogo antirreligioso.

El desarrollo y fortalecimiento de la Teología de la Liberación ha propiciado que las diferentes religiones tradicionales busquen alianzas para poder enfrentar las injusticias sociales en la región latinoamericana y caribeña.

Influencia superior de la iglesia.

Se ha enriquecido la influencia doctrinal y práctica de la iglesia católica, concientizando a las masas en su lucha por las reivindicaciones sociales, así como influido en las organizaciones dentro de la comunidad eclesial. Esto significa que la justicia social debe ser vista desde una perspectiva teológica pero no solo como un ideal ético, sino que constituye una exigencia evangélica, lo cual implica acciones concretas para transformar las estructuras sociales, económicas y políticas que buscan perpetuar la pobreza de las naciones.

En resumen, la Teología de la Liberación ha desempeñado un papel importante en el pensamiento religioso y social latinoamericano, promoviendo la justicia social y la participación activa en la transformación de la sociedad. Ella emerge como una respuesta de esta iglesia a la injusticia social y la opresión que sufren los pobres de nuestra América. Sus fundamentos se encuentran en la interpretación comprometida de los Evangelios y la defensa de la dignidad y los derechos de todos los seres humanos más desvalidos.

La Teología de la Liberación enfrenta varios desafíos en la actualidad:

Los nuevos contextos históricos.

Las instituciones tradicionales católicas, algunas protestantes y evangélicas, no han logrado satisfacer necesidades religiosas de estos creyentes, lo que se manifiesta en el decrecimiento de los católicos en el continente, no así de los protestantes.

Adaptarse a los nuevos contextos sociales y políticos, manteniendo su capacidad de respuesta a las nuevas formas de injusticia, y opresión y a las posiciones del capitalismo y desarrollo del imperialismo, a los problemas de la unidad, por sistematizar la integración y los nuevos métodos de lucha de las masas populares.

Incentivar la continuidad del diálogo entre creyentes y no creyentes, sin verticalismos, que puedan converger en una unidad política, independientemente de las diferencias en su concepción filosófica.

Actuales críticas y oposición.

Esta teología en pleno siglo XXI enfrenta críticas tanto internas como externas, que cuestionan los enfoques y los métodos utilizados en el siglo XX, considerando que no están en correspondencia con los actuales problemas que se visualizan en la región de América latina y el Caribe, así como se considera que el mayor énfasis en la justicia social puede desviar la atención de la esencia de la fe cristiana.

Integración de nuevas figuras.

Al lograrse una amplitud de las luchas emancipatorias se suman nuevos movimientos, como los ecologistas, feministas, igualdad de géneros y otras corrientes que abordan cuestiones de justicia desde nuevas perspectivas, con la cual esta Teología puede tener diferentes interpretaciones o no suficientes argumentos dentro de las organizaciones eclesiásticas.

Sostenibilidad y apoyo.

Dado el desarrollo del pensamiento social, la revolución científico-técnica y las nuevas interpretaciones de la lucha, se hace difícil mantener el apoyo y la sostenibilidad de sus proyectos en un mundo donde los recursos pueden ser limitados o escasear dada las crisis cíclicas y las prioridades que cambian constantemente.

El evangelismo y su incremento, en cualquiera de sus manifestaciones, aunque sea para evitar el desarrollo de la Iglesia nueva, es utilizado para limitarla o contrarrestar a la TL; se manifiesta esta ofensiva de derecha contra los cristianos de izquierdas y apostando por la victoria de la derecha en los procesos electorales latinoamericanos.

En las nuevas condiciones de las relaciones internacionales, pudiera tenerse en cuenta la participación de todos los ciudadanos, sin distinción de credos, en la lucha por el logro de la unidad, independencia y soberanía de Nuestra América, como una necesidad histórica.

Ante la actual crisis global, sistémica y estructural que afecta al planeta, muchos teólogos no cuentan con las condiciones que favorecen su activismo, como en el pasado, por lo que sería factible monitorear cómo se manifiestan los nuevos actores sociales, ante la contraofensiva de derecha, que los inmoviliza y los silencia.

Formación y educación.

Se hace necesaria la formación de nuevos líderes y teóricos jóvenes y comprometidos con las raíces doctrinales de dicha Teología y llevar adelante su legado en contextos diversos y cambiantes.

Sería beneficioso monitorear el comportamiento de la Teología de la Liberación, sus móviles político–ideológicos, los cambios sustanciales de la región, el factor subjetivo en los movimientos sociales de esta geografía de influencia histórico- social; así como su posible contribución a la necesaria unidad de la región latinoamericana.

CONCLUSIONES

Esta corriente de pensamiento representa un avance en la reflexión crítica y práctica de los estudios bíblicos, es más evangélica y abierta; ella generó un proceso de desenmascaramiento del carácter opresivo y explotador de la religión; además reclama cambios que apuntan al progreso social, en una medida más significativa por el ideal de sociedad que defiende, con lo que se promueven actitudes participativas de la lucha, en función de la transformación social.

La diferencia de las ideas teóricas de los teólogos de la liberación latinoamericanos, en relación con la concepción dialéctico materialista del mundo, determinan aristas circunstanciales, pero no contradice la unidad de estos creyentes en la práctica política y la identificación en principios humanistas al abordar el proceso histórico y la realidad social de forma teórica; lo que se revierte en la asunción de esta con carácter constructivo, despojada de las divergencias que puedan existir entre ellos, al tratar de lograr el bien común para la humanidad; la definición y opción de la Teología de la Liberación por el pobre, la hace entrar en contradicción con la lógica de la estructura del capitalismo.

La Teología de la Liberación latinoamericana devino en un factor de enfrentamiento al fundamentalismo de derecha cristiano, lo que constituye una característica novedosa; esta se redimensionó, articuló y valora a partir de las luchas sociales en defensa de los oprimidos y de la búsqueda de las alternativas viables y se sistematizó un nuevo pensamiento teológico; se fortalecieron las comunidades cristianas

La experiencia que emana del activismo de estos creyentes comprometidos, como sujetos históricos de cambio del continente, pudiera constituir en la actualidad una fuerza motriz, con capacidad de transformar la realidad social en que viven, en nexo con su fe en la articulación con las organizaciones, movimientos y luchas sociales, con el fin de avanzar hacia un proyecto social emancipador compartido en las condiciones actuales.

Sin embargo, dada las nuevas condiciones en que se desarrolla esta doctrina religiosa, se necesita revisar su activismo, la creación de nuevas bases apostólicas y liderazgo juvenil, así como profundizar en la teoría doctrinal, atemperada a nuestros tiempos.

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CONFLICTO DE INTERESES

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.

AGRADECIMIENTOS

No aplica.

CONTRIBUCIÓN DE AUTORÍA:

Belkiss Elena Comas Martínez: Conceptualización, Curación de datos, Análisis formal, Investigación, Metodología, Redacción – borrador original.

Mario Antonio Padilla Torres: Conceptualización, Análisis formal, Investigación, Metodología, Administración del proyecto, Supervisión, Validación, Redacción – revisión y edición.

FINANCIACIÓN

No existe financiamiento externo a los autores ni otros compromisos.

PREPRINT

No publicado.

DERECHOS DE AUTOR

Los derechos de autor son mantenidos por los autores, quienes otorgan a la Revista Política Internacional los derechos exclusivos de primera publicación. Los autores podrán establecer acuerdos adicionales para la distribución no exclusiva de la versión del trabajo publicado en esta revista (por ejemplo, publicación en un repositorio institucional, en un sitio web personal, publicación de una traducción o como capítulo de un libro), con el reconocimiento de haber sido publicada primero en esta revista. En cuanto a los derechos de autor, la revista no cobra ningún tipo de cargo por el envío, el procesamiento o la publicación de los artículos.