Why a 2063 Agenda in Africa?
Dra. Tania Pérez Xiqués
Recibido: 10 de diciembre de 2019 Aprobado: 15 de enero de 2020
La necesidad de contribuir con una justa visi- bilidad del continente africano es interés de este artículo, cuyo objetivo es abordar el más reciente y acabado proyecto de integración y desarrollo de esa área geográfica denominado Agenda 2063.
La indagación se propone contribuir con el mayor conocimiento de ese programa, al mismo tiempo que valorar críticamente sus fortalezas y debilida- des, así como analizar a partir del actual contexto internacional, las amenazas y oportunidades más significativas para el logro de su desempeño exitoso. El continente africano, demográficamente el más joven del mundo y donde se cree haya surgido la humanidad, concentra, al mismo tiempo, un altísimo patrimonio en recursos naturales y el mayor número de países con más bajos indicadores económicos y sociales del mundo. Por un lado, casi todos los Estados son muy ricos en recursos naturales que históricamente han alimentado las ganancias de las compañías transnacionales, y por el otro lado 40 de los 50 países menos desarrollados del mundo se ubican en ese territorio (FIIAPP Cooperación Espa-
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ñola, 2019).
Adicionalmente cuenta con al menos quince paí- ses sin salida al mar y se calcula que como prome- dio, cada país africano es vecino de al menos otros cuatro Estados, todo lo cual es causa potencial de tensiones limítrofes y tribales de consideración. De ahí que la estabilidad y el buen relacionamiento se vuelven fundamentales para un crecimiento sus- tentable de las economías africanas (Bartesagui y Pereira, 2015: 4).
En realidad los medios occidentales de comu- nicación, amparados y dirigidos por las antiguas naciones colonizadoras y por las grandes transna- cionales que han saqueado el continente africano, han insistido en resaltar de esa área geográfica, su pobreza extrema, el subdesarrollo y el hambre, sin hacer alusión a que las verdaderas causas de estos males son los largos siglos de colonialismo y de neocolonialismo al que han sido sometidos los pueblos que lo integran.
Sin embargo, cuando se revisan los indicado- res económicos internacionales se constata que, a pesar de lo anterior, África ha sido la región que más rápidamente se ha recuperado de la rece- sión económica mundial y el aumento del Producto Interno Bruto global del 5,7 % en los últimos diez
años ha permitido que el Banco Africano de Desa- rrollo, el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo y el Programa de Naciones Unidas para el Desarro- llo, pronostiquen que el continente logrará un cre- cimiento promedio de 4 % en 2019 y un Producto Interno Bruto de 2,6 billones de dólares antes de 2020 (López Blanch, 2019). Ese último organismo internacional indica que el número de personas de África Subsahariana que vive en pobreza extrema, con menos de 1,25 dólares al día, se redujo del 33
% en 1992 a un 23 % en 2018 (Rocha, 2018: 615).
Al mismo tiempo, la región adquiere cada vez mayor importancia en los análisis vinculados con los negocios internacionales debido a ese creci- miento económico, la captación de inversiones y el nivel de reformas internas, sin desconocer que tiene una posición geopolítica privilegiada con cua- tro circunvalaciones marítimas: por el Mediterráneo, el Atlántico, el Índico y el Mar Rojo, y posee un potencial energético hasta ahora insospechado que se calcula en el 15 % del orbe; 50 % del oro; 50 % de minerales estratégicos; 60 % de las tierras culti- vables del mundo y enormes reservas de agua pota- ble, por citar algunos ejemplos (López Blanch, 2017). En ese sentido cabe preguntarse qué ha pasado en el continente africano en los últimos años y cómo a pesar de sus profundas desventajas, logra avanzar de manera insuficiente pero significativa. La insis- tente búsqueda de material científico que contribuya a encontrar explicaciones a la referida interrogante arrojó muy pocos resultados tanto en artículos como en la prensa occidental. Esa ha sido la principal motivación para estudiar el tema y comprobar que, en los sostenidos avances de los mecanismos de integración subregionales y, en particular continen- tal, está una de las principales causas/fortalezas de los progresos que ha experimentado el continente
en los últimos cinco años.
El hecho de que África esté compuesta por 55 Estados y caracterizado por un panorama de paí- ses fragmentados, con economías reducidas y poco estables, así como con una demanda de espacios más amplios que permitan el desarrollo de econo- mías de escala, explica el por qué cuenta con una rica historia de integración subregional y regional como pocas áreas geográficas del mundo. Además, en ese continente confluyen comunidades eco- nómicas, áreas de comercio preferencial, uniones aduaneras e hidrológicas, sistemas de cooperación monetaria y financiera, de transporte y comunica-
ciones, convenios postales, asociaciones de agri- cultores y mineros, así como sociedades científicas y de investigación (Mutbarika, 1987: 617). De esa manera los esfuerzos emprendidos en este sentido han tenido como propósito maximizar el potencial de desarrollo y fortalecer la posición de fuerza de negociación de los países de África ante las demás naciones.
De esta suerte se concibe, entonces, la integra- ción regional y subregional africana corno un desa- fío y una respuesta a la incapacidad del sistema económico internacional para responder de manera pertinente a los problemas que enfrentan los países de la región.
La temprana creación de mecanismos e institu- ciones relacionadas con el proceso de integración tales como la Unión Aduanera de África Austral (SACU) en 1910, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS-CEDEAO) en 1975, la Comunidad Económica de los Estados de África Central (ECCAS) en 1983, la Unión del Magreb Árabe (UMA) en 1989, la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC) en 1992, el Mercado Común para el Este y el Sur de África (COMESA) y la Comunidad Económica y Monetaria de África Central (CEMAC) en 1994, la Comunidad de África Oriental (EAC) en 1999, la Unión Econó- mica y Monetaria de África Occidental (UEMOA) en 2003, así como la Autoridad Intergubernamen- tal sobre el Desarrollo de África Oriental (IGAD) y el Banco Africano de Desarrollo (BAFD), permitió avanzar de manera sostenida hacia la consolida- ción de los mecanismos de integración de carácter continental. Así, en la búsqueda de un modelo pro- pio de desarrollo sin injerencia de las naciones occi- dentales, aunque con su colaboración, surgió en el 2001 la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD) que traza las líneas económica y política a seguir para la integración del continente.
Sin embargo, el más abarcador de los mecanis- mos de integración creado es la organización supra- nacional denominada Unión Africana desde el 2001 y oficializada en el 2002 (anteriormente Organización de la Unidad Africana desde 1963 hasta 2001), que cuenta con una fuerte institucionalidad como el Par- lamento Panafricano, el Consejo de Paz y Seguridad, la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pue- blos y el Tribunal de Justicia, aunque las decisiones son tomadas por la Asamblea, órgano supremo de la Unión Africana y que está integrado por los jefes de Estado y de gobierno de los países miembros.
Esta organización supranacional centró sus esfuerzos colectivos en la descolonización, la lucha contra el apartheid y el logro de la independencia política para el continente en el periodo 1963 a 2013, pese a ello la fortaleza alcanzada por los mecanis- mos de integración regionales, entre otros factores, dieron paso a un nuevo escenario para el continente y ante la imposibilidad de dar respuesta a la nueva coyuntura por las organizaciones e instituciones ya existentes, acrecienta la necesidad de crear nuevas conexiones, métodos y formas de alianza entre los pueblos, en medio de una cohesión política entre los Estados africanos y un contexto internacional muy agresivo para los países de esa región.
Por esa razón a partir de 2013 los Estados miem- bros, liderados por la Unión Africana, retomaron la importancia de concentrar la atención en la visión panafricana de un África integrada, próspera y pacífica, impulsada por sus propios ciudadanos. Este renovado objetivo fue asumido en declaración solemne de los países del continente, lo que incluía avanzar en áreas como el desarrollo social y eco- nómico, la integración, la gobernanza democrática, la paz y la seguridad, entre otros, como eslabones fundamentales de esta nueva visión.
En rigor, la materialización de este proyecto fue el motivo declarado para preparar una Agenda de desarrollo para los próximos 50 años, capaz de reflejar el continente deseado por las personas e instituciones africanas. Este propósito fue designado Agenda 2063, la cual se autodenomina marco estra- tégico compartido para el crecimiento inclusivo y el desarrollo sostenible, y una estrategia global para optimizar el uso de los recursos de África en bene- ficio de todos los africanos (African Union, 2015: 2). Así, dado el valor que se le concede a la Agenda 2063 en los avances alcanzados por el continente, y sobre todo en la consecución de importantes metas políticas, económicas y sociales a mediano y largo plazo, este artículo pretende realizar una evalua- ción critica del referido documento para lograr una primera aproximación a sus fortalezas y debilida- des como estrategia para potenciar la proyección externa de la Unión Africana y el desarrollo sosteni-
ble de los Estados miembros.
Al margen de lo explicado anteriormente, las principales razones de la existencia de una Agenda 2063 en África ahora, están relacionadas con los
cambios experimentados tanto en el contexto inter- nacional como en el continental, a saber:
La necesidad de insertarse en un contexto global cambiante donde el creciente uso de la informa- ción y las tecnologías es clave para el desarrollo económico y la consecución de los objetivos de mejoramiento humano,
El hecho de que varias economías africanas han logrado estimular el crecimiento, el comercio y la inversión.
La consolidación de los mecanismos e institucio- nes de integración subregional, regional y conti- nental, que ha permitido sistematizar las expe- riencias y lecciones aprendidas.
La alta voluntad y decisión política demostradas por la Unión Africana para acometer y cumplir compromisos tales como los alcanzados en mate- ria de desarrollo económico, social, político y de seguridad, y sobre todo en este último aspecto por tener un amplio reconocimiento internacional.
De acuerdo con varios estudios de prospectiva, África tiene todo el potencial para convertirse en el próximo gran mercado a nivel internacional. La confluencia de factores que configuran un escena- rio de grandes oportunidades para el crecimiento económico sostenido, a partir del interés que des- pierta para los grandes inversores del mundo, hace necesario una estrategia que garantice beneficios económicos para los africanos con el menor costo posible a su independencia política y económica.
Pues entonces corresponde señalar que la Agenda 2063, resultado de un proceso altamente participativo e inclusivo, es un proyecto de integra- ción para el desarrollo del continente africano de cara al 2063, cuenta con tres instrumentos claves: el documento marco de la Agenda 2063, la deno- minada Versión Popular del programa de la Agenda 2063 y el proyecto del Plan de Implementación para los primeros diez años (African Union, 2014: 1).
El Documento Marco de la Agenda 2063 cubre tres áreas muy amplias, a saber: la Visión del África que se desea para el 2063, el escenario de partida y la estrategia para alcanzar esa visión. Consta de seis capítulos que incluyen la introducción; la visión y las aspiraciones africanas para el 2063, las metas de África para los próximos 50 años (2013 a 2063) con los objetivos y las metas por etapas, así como
las áreas prioritarias y las estrategias para alcan- zar cada uno de los propósitos. Asimismo, identifica los factores críticos para alcanzar el éxito, los ries- gos potenciales y las estrategias de mitigación para enfrentarlos. Es interesante cómo el documento no es omiso en el análisis de lo que denominan mega- tendencias globales, las cuales no son más que factores extra continentales con probables influen- cias en el desarrollo africano. Contiene, además, la estrategia de implementación de los primeros diez años y dedica el último capítulo a la movilización de recursos, la participación de los principales socios y accionistas, el seguimiento y la evaluación de los procesos fundamentales, así como las estrategias de comunicación que deben ser utilizadas en cada momento.
De este modo, la visión guía para la Agenda 2063 es la visión de la Unión Africana de “un África inte- grada, próspera y pacífica, impulsada por sus propios ciudadanos y que represente una fuerza dinámica en el ámbito internacional” (African Union, 2014: 1).
En correspondencia con esa perspectiva, se eri- gen las denominadas siete aspiraciones africanas (African Union, 2014:1), resultado de un proceso de consulta con los ciudadanos e instituciones del continente:
Un África próspera, basada en un crecimiento inclusivo y un desarrollo sostenible.
Un continente integrado, políticamente unido, basada en los ideales del panafricanismo y la visión de renacimiento africano.
Un África de buena gobernanza, democracia, respeto de los derechos humanos, justicia y de cumplimiento de la ley.
Un África tranquila y segura.
Un África con una fuerte identidad cultural, patri- monio común, valores y ética.
Un África cuyo desarrollo sea impulsado por la gente, que confíe en el potencial ofrecido por per- sonas, especialmente sus mujeres y su juventud, y que tenga en cuenta el cuidado de sus niños.
Un África fuerte, unida, que como continente sea un socio y actor global influyente.
En la Agenda 2063, cada una de estas preten- siones son traducidas como metas concretas y se señalan las áreas prioritarias y los indicadores para medir los progresos que vayan alcanzado en el camino a su consecución.
En el referido proyecto, al mismo tiempo que se reconoce la diversidad del continente africano, se constata explícita e implícitamente la necesidad de trabajar de manera priorizada, integrada y cohe- rente en las siguientes dimensiones de la vida polí- tica, económica y social de esa área geográfica:
La necesidad de un crecimiento inclusivo y un desarrollo sostenible que implique, entre otros aspectos, el desarrollo científico y técnico, la diversificación de la económica y el incremento de la capacidad de financiamiento propio para su desarrollo.
La consolidación de la integración política y eco- nómica para permitir una inserción global más influyente en el complejo escenario internacional.
El fortalecimiento de los avances experimenta- dos en materia de estabilidad y seguridad polí- tica, así como del afrontamiento con recursos y esfuerzos propios de los inevitables conflictos continentales, al mismo tiempo que se evita y minimiza la intervención extracontinental.
La mayor participación de las personas e insti- tuciones africanas en su propio desarrollo y el realce del papel que desempeñan los jóvenes y las mujeres, a partir de las características demo- gráficas del continente.
Vale la pena destacar cómo la Agenda 2063 identifica siete factores críticos para el éxito (Afri- can Union, 2014:1), teniendo en cuenta que estos
determinan la eficacia con que se desempeñará el proyecto. En ese sentido, señala:
En primer lugar, el liderazgo visionario en todos los órdenes, un marcado compromiso político y la voluntad y capacidad para implementar lo acordado.
En segundo lugar, la capacidad demostrada del Estado para fortalecer sus instituciones, convo- car al sector privado y movilizar a la población para lograr el consenso necesario alrededor de la agenda
En tercer lugar, la participación consciente de los ciudadanos y los accionistas a lo largo de todo el proyecto, desde la concepción, la implementa- ción, el monitoreo y la evaluación del proyecto.
En cuarto lugar, la aplicación de un enfoque basado en resultados, que cuenta con objetivos concretos que pueden ser medibles y monitorea- dos y permiten alcanzar progresivamente los pro- pósitos finales más complejos.
En quinto lugar, la revitalización de la planifica- ción estratégica, vista como la adecuada armo- nización de los planes de desarrollo nacionales, regionales y los intereses de la Agenda 2063 desde el proceso de planificación, pasando por la implementación, el monitoreo y la evaluación, aun cuando reconoce el peso que tiene la dimen- sión nacional.
Por último, considera que es crítico también el hecho de que este instrumento no se convierta en un documento más y que contribuya a una trans- formación de las actitudes, los valores (disciplina, honestidad e integridad), los comportamientos y las prácticas para la verdadera transformación del con- tinente y superar “el síndrome de siempre proponer ideas y no cumplirlas”.
Asimismo, la Agenda 2063 identifica lo que con- sidera riesgos y amenazas (African Union, 2014: 2) para alcanzar los ambiciosos objetivos del proyecto, a saber: los conflictos, la inseguridad y la inesta- bilidad política, las desigualdades económicas y sociales, el crimen organizado, el tráfico de drogas y los flujos financieros ilícitos, el manejo inadecuado de la diversidad religiosa, étnica y demográfica, la corrupción, la ocurrencia de emergencias sanita- rias de difícil control, los riesgos climáticos y los desastres naturales, así como la inestabilidad eco- nómica generada por fenómenos del mercado glo- bal. En este sentido resulta interesante ver cómo la mayor parte de esos factores clasifican en lo que
actualmente se denominan problemas globales contemporáneos.
Una vez presentado el contenido de la Agenda 2063, se considera pertinente la declaración de las fortalezas y debilidades como proyecto estratégico de desarrollo del continente africano.
Independientemente de que muchas pudieran ser las fortalezas que se identifiquen se ha conside- rado referir las más relevantes:
El reconocimiento de este proyecto como un eslabón superior en la historia del proceso de integración del continente, y no como un hecho aislado, lo que permite contar con los aciertos y desaciertos de ese necesario pero difícil camino.
El entendimiento de que, aunque la integración no es el único camino para alcanzar los objeti- vos de desarrollo, en el caso de África esta es la vía más valiosa de apoyo regional en el logro de los objetivos de desarrollo económico y de gran importancia para la acción política y macroeco- nómica. En África existe un espíritu inequívoco de decisión y compromiso políticos con respecto a la integración.
La promoción de la voluntad y compromisos políticos decididos con respecto a los esfuerzos encaminados al autovalimiento, como continui- dad de la letra y el espíritu de las organizaciones e instituciones de cooperación y desarrollo que han precedido este proyecto.
La visión de que al mismo tiempo que señala la complejidad de los retos, identifica la capacidad de la Unión Africana para enfrentarlos con sabi- duría, decisión y mayor integración regional para que los beneficios del futuro desarrollo queden a disposición y en manos de sus habitantes.
La capacidad de señalar los resultados más rele- vantes alcanzados dentro de los mecanismos de integración, entre ellos el de mayor destaque internacional es el que se ha relacionado con la estabilidad política del continente. Es preciso recordar que los golpes de Estado y las guerras internas eran constantes en toda la región y en estos años se han logrado reducir debido a la política aplicada por la Unión Africana para no reconocer a gobiernos ilegales y contar, además, con contingentes militares integrados por los dife- rentes países, lo que evita tener que depender de fuerzas extranjeras cuando ocurra algún hecho de ese tipo.
El diseño de las estrategias para enfrentar las amenazas y riesgos para el éxito de la Agenda.
En relación con las debilidades de la Agenda 2063 como proyecto estratégico de desarrollo se han considerado:
La necesidad de incluir, a los efectos de la inte- gración, una evaluación profunda de los costos y los beneficios en que incurre cada país, para asegurar un equilibrio equitativo en términos del crecimiento socioeconómico. No debe permitirse que las diferencias políticas intrasubregionales ensombrezcan las enormes ventajas potenciales que ofrecen los programas colectivos, pues esto influye más favorablemente en la manera en que cada gobierno nacional se involucre en los com- promisos de integración.
El imperativo de profundizar en las estrategias para evitar o minimizar la manera en que acto- res ajenos al continente se aprovechan del insu- ficiente intercambio y comercio intrarregional en detrimento de la prosperidad de la región. No ha de olvidarse que, por razones históricas y políti- cas, algunas naciones mantienen fuertes víncu- los comerciales y económicos con sus exmetró- polis, para lo que cuentan con los mecanismos e infraestructura. De ahí la importancia de avanzar vertiginosamente en la creación de condiciones para el desarrollo del comercio entre los países del continente.
La exclusión de la referencia a la estrategia
para el afrontamiento de la gran deuda externa de los países africanos. Téngase en cuenta que las estructuras económicas africanas son alta- mente dependientes del exterior, los programas de ajustes estructurales impuestos por occidente obligan a los africanos a abrir sus mercados a los productos de las naciones ricas, a no subven- cionar la producción local y a pagar una deuda externa que en cierta forma colapsa varias eco- nomías del continente.
En términos generales, el estudio de la Agenda 2063 denota la madurez política alcanzada por los líderes del continente africano, quienes han apos- tado por una verdadera transformación en medio de un complejo escenario internacional, que también impone amenazas y oportunidades para el desem- peño del referido proyecto.
Si bien la propia Agenda 2063 reconoce ame- nazas para alcanzar los propósitos, se advierte la utilidad y ganancia de subrayar el papel de las Empresas Transnacionales teniendo en cuenta:
Los efectos en las estructuras legales, sociales, económicas y políticas de los Estados miembros.
El papel dominante en el comercio africano exte- rior e intrarregional a lo largo de la historia.
La influencia que tienen las actitudes de quienes proporcionan ayuda financiera, de las agencias bilaterales y de los organismos internaciona- les en la velocidad y la dirección de los progra- mas de integración y desarrollo del continente (Mutbarika, 1987: 624).
El significado que tiene el hecho de que, en la medida en que las estructuras comerciales y los servicios auxiliares (como el transporte, las comunicaciones, los servicios bancarios y de seguros y las instituciones financieras y de cré- dito) estén en manos de las Empresas Trans- nacionales, resulta difícil en el contexto de la integración subregional controlar los flujos del comercio dentro del área (Mutbarika, 1987: 624).
La necesidad de emitir políticas y estrategias para que los gobiernos nacionales reduzcan pro- gresivamente la dependencia tecnológica de las Empresas Transnacionales, garantizar que no se frustren los programas de desarrollo, en la misma medida que se asimilen los beneficios científico- técnicos de su presencia.
En suma, la reflexión crítica sobre la actual coyun- tura, deja ver que el reconocimiento de la comuni- dad internacional a los resultados alcanzados por la Unión Africana en materia de estabilidad política y seguridad continental, el desempeño económico alcanzado por varios países del área, y los crecien- tes esfuerzos en materia de integración, constituyen las principales oportunidades para el éxito de la Agenda 2063.
El estudio de la Agenda 2063, joven proyecto de desarrollo e integración del continente africano, concebido para el periodo 2013-2063, es una pla- taforma ambiciosa, consensuada, integradora y optimista, capaz de identificar las fortalezas, debi- lidades, amenazas y oportunidades para alcanzar de manera progresiva, pero decidida, la visión de un África integrada, próspera y pacífica a partir del esfuerzo de sus ciudadanos e instituciones.
Constituye una etapa superior en los esfuerzos de integración africanos y, por tanto, tiene en cuenta los aciertos y desaciertos en ese largo y tortuoso
camino de liberación política y económica de los países del continente.
Asimismo, resulta de alto valor científico y prác- tico puesto que identifica los factores denominados críticos, en tanto son vitales para la eficacia con que se puedan ir alcanzando las metas previstas, y de igual manera, porque no solo señala la existencia de amenazas y riesgos, sino que diseña las estrategias de mitigación y enfrentamiento por el continente.
Sin embargo, la Agenda 2063 es un proyecto en construcción, que demanda grandes esfuerzos para continuar esbozando adecuadamente las metas e indicadores que han de cumplirse a mediano y largo plazo. En este sentido, la insuficiente evaluación de costos y beneficios para los gobiernos nacionales en términos de integración continental, la necesidad de profundizar en la o las estrategias para minimizar la manera en que actores externos se aprovechan del insuficiente comercio intrarregional, y en particular las Empresas Transnacionales, y el afrontamiento a la creciente deuda externa de los países africanos, son asignaturas pendientes de la Agenda 2063.
No obstante, saludamos y estimulamos la ini- ciativa de la Agenda 2063, porque es un programa que demuestra la decisión y voluntad políticas de los gobiernos africanos para convertir la integración en la principal herramienta para afrontar los grandes desafíos del continente y la disposición de enfrentar sus problemas sobre la base de recursos y esfuer- zos propios.
Independientemente de que el reconocimiento de este esfuerzo de integración y desarrollo es insu- ficiente y lo existente no se corresponde con los resultados alcanzados, urge la necesidad de allanar el camino hacia el logro de una mayor visibilidad de proyectos como estos que se generan desde el pro- pio continente africano.
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