¿Por qué una Agenda 2063 en África?

Why a 2063 Agenda in Africa?

Dra. Tania Pérez Xiqués

Doctora en Medicina. Especialista en Medicina General e Integral. Maestrante en Relaciones Internacionales. Funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores, e-mail: tania.yoyi@yahoo.es



Recibido: 10 de diciembre de 2019 Aprobado: 15 de enero de 2020



RESUMEN El ensayo se propone destacar la importancia de la Agenda 2063 para potenciar la proyección externa de la Unión Africana como bloque, al tiempo de implementar el desarrollo nacional de los Estados a través del estudio de ese joven proyecto de inte- gración regional.

Palabras clave Agenda 2063, integración y Unión Africana.



ABSTRACT This essay is aiming at underlining the importance of the 2063 Agenda to strengthen the external projection of the African Union as a bloc and, at the same time, to imple- ment the national development plans of States, and it will do so through the study of this new regional integration project.

Key words Agenda 2063, integration and African Union.




INTRODUCCIÓN

La necesidad de contribuir con una justa visi- bilidad del continente africano es interés de este artículo, cuyo objetivo es abordar el más reciente y acabado proyecto de integración y desarrollo de esa área geográfica denominado Agenda 2063.

La indagación se propone contribuir con el mayor conocimiento de ese programa, al mismo tiempo que valorar críticamente sus fortalezas y debilida- des, así como analizar a partir del actual contexto internacional, las amenazas y oportunidades más significativas para el logro de su desempeño exitoso. El continente africano, demográficamente el más joven del mundo y donde se cree haya surgido la humanidad, concentra, al mismo tiempo, un altísimo patrimonio en recursos naturales y el mayor número de países con más bajos indicadores económicos y sociales del mundo. Por un lado, casi todos los Estados son muy ricos en recursos naturales que históricamente han alimentado las ganancias de las compañías transnacionales, y por el otro lado 40 de los 50 países menos desarrollados del mundo se ubican en ese territorio (FIIAPP Cooperación Espa-


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ñola, 2019).

Adicionalmente cuenta con al menos quince paí- ses sin salida al mar y se calcula que como prome- dio, cada país africano es vecino de al menos otros cuatro Estados, todo lo cual es causa potencial de tensiones limítrofes y tribales de consideración. De ahí que la estabilidad y el buen relacionamiento se vuelven fundamentales para un crecimiento sus- tentable de las economías africanas (Bartesagui y Pereira, 2015: 4).

En realidad los medios occidentales de comu- nicación, amparados y dirigidos por las antiguas naciones colonizadoras y por las grandes transna- cionales que han saqueado el continente africano, han insistido en resaltar de esa área geográfica, su pobreza extrema, el subdesarrollo y el hambre, sin hacer alusión a que las verdaderas causas de estos males son los largos siglos de colonialismo y de neocolonialismo al que han sido sometidos los pueblos que lo integran.

Sin embargo, cuando se revisan los indicado- res económicos internacionales se constata que, a pesar de lo anterior, África ha sido la región que más rápidamente se ha recuperado de la rece- sión económica mundial y el aumento del Producto Interno Bruto global del 5,7 % en los últimos diez


años ha permitido que el Banco Africano de Desa- rrollo, el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo y el Programa de Naciones Unidas para el Desarro- llo, pronostiquen que el continente logrará un cre- cimiento promedio de 4 % en 2019 y un Producto Interno Bruto de 2,6 billones de dólares antes de 2020 (López Blanch, 2019). Ese último organismo internacional indica que el número de personas de África Subsahariana que vive en pobreza extrema, con menos de 1,25 dólares al día, se redujo del 33

% en 1992 a un 23 % en 2018 (Rocha, 2018: 615).

Al mismo tiempo, la región adquiere cada vez mayor importancia en los análisis vinculados con los negocios internacionales debido a ese creci- miento económico, la captación de inversiones y el nivel de reformas internas, sin desconocer que tiene una posición geopolítica privilegiada con cua- tro circunvalaciones marítimas: por el Mediterráneo, el Atlántico, el Índico y el Mar Rojo, y posee un potencial energético hasta ahora insospechado que se calcula en el 15 % del orbe; 50 % del oro; 50 % de minerales estratégicos; 60 % de las tierras culti- vables del mundo y enormes reservas de agua pota- ble, por citar algunos ejemplos (López Blanch, 2017). En ese sentido cabe preguntarse qué ha pasado en el continente africano en los últimos años y cómo a pesar de sus profundas desventajas, logra avanzar de manera insuficiente pero significativa. La insis- tente búsqueda de material científico que contribuya a encontrar explicaciones a la referida interrogante arrojó muy pocos resultados tanto en artículos como en la prensa occidental. Esa ha sido la principal motivación para estudiar el tema y comprobar que, en los sostenidos avances de los mecanismos de integración subregionales y, en particular continen- tal, está una de las principales causas/fortalezas de los progresos que ha experimentado el continente

en los últimos cinco años.

El hecho de que África esté compuesta por 55 Estados y caracterizado por un panorama de paí- ses fragmentados, con economías reducidas y poco estables, así como con una demanda de espacios más amplios que permitan el desarrollo de econo- mías de escala, explica el por qué cuenta con una rica historia de integración subregional y regional como pocas áreas geográficas del mundo. Además, en ese continente confluyen comunidades eco- nómicas, áreas de comercio preferencial, uniones aduaneras e hidrológicas, sistemas de cooperación monetaria y financiera, de transporte y comunica-

ciones, convenios postales, asociaciones de agri- cultores y mineros, así como sociedades científicas y de investigación (Mutbarika, 1987: 617). De esa manera los esfuerzos emprendidos en este sentido han tenido como propósito maximizar el potencial de desarrollo y fortalecer la posición de fuerza de negociación de los países de África ante las demás naciones.

De esta suerte se concibe, entonces, la integra- ción regional y subregional africana corno un desa- fío y una respuesta a la incapacidad del sistema económico internacional para responder de manera pertinente a los problemas que enfrentan los países de la región.

La temprana creación de mecanismos e institu- ciones relacionadas con el proceso de integración tales como la Unión Aduanera de África Austral (SACU) en 1910, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS-CEDEAO) en 1975, la Comunidad Económica de los Estados de África Central (ECCAS) en 1983, la Unión del Magreb Árabe (UMA) en 1989, la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC) en 1992, el Mercado Común para el Este y el Sur de África (COMESA) y la Comunidad Económica y Monetaria de África Central (CEMAC) en 1994, la Comunidad de África Oriental (EAC) en 1999, la Unión Econó- mica y Monetaria de África Occidental (UEMOA) en 2003, así como la Autoridad Intergubernamen- tal sobre el Desarrollo de África Oriental (IGAD) y el Banco Africano de Desarrollo (BAFD), permitió avanzar de manera sostenida hacia la consolida- ción de los mecanismos de integración de carácter continental. Así, en la búsqueda de un modelo pro- pio de desarrollo sin injerencia de las naciones occi- dentales, aunque con su colaboración, surgió en el 2001 la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD) que traza las líneas económica y política a seguir para la integración del continente.

Sin embargo, el más abarcador de los mecanis- mos de integración creado es la organización supra- nacional denominada Unión Africana desde el 2001 y oficializada en el 2002 (anteriormente Organización de la Unidad Africana desde 1963 hasta 2001), que cuenta con una fuerte institucionalidad como el Par- lamento Panafricano, el Consejo de Paz y Seguridad, la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pue- blos y el Tribunal de Justicia, aunque las decisiones son tomadas por la Asamblea, órgano supremo de la Unión Africana y que está integrado por los jefes de Estado y de gobierno de los países miembros.

Esta organización supranacional centró sus esfuerzos colectivos en la descolonización, la lucha contra el apartheid y el logro de la independencia política para el continente en el periodo 1963 a 2013, pese a ello la fortaleza alcanzada por los mecanis- mos de integración regionales, entre otros factores, dieron paso a un nuevo escenario para el continente y ante la imposibilidad de dar respuesta a la nueva coyuntura por las organizaciones e instituciones ya existentes, acrecienta la necesidad de crear nuevas conexiones, métodos y formas de alianza entre los pueblos, en medio de una cohesión política entre los Estados africanos y un contexto internacional muy agresivo para los países de esa región.

Por esa razón a partir de 2013 los Estados miem- bros, liderados por la Unión Africana, retomaron la importancia de concentrar la atención en la visión panafricana de un África integrada, próspera y pacífica, impulsada por sus propios ciudadanos. Este renovado objetivo fue asumido en declaración solemne de los países del continente, lo que incluía avanzar en áreas como el desarrollo social y eco- nómico, la integración, la gobernanza democrática, la paz y la seguridad, entre otros, como eslabones fundamentales de esta nueva visión.

En rigor, la materialización de este proyecto fue el motivo declarado para preparar una Agenda de desarrollo para los próximos 50 años, capaz de reflejar el continente deseado por las personas e instituciones africanas. Este propósito fue designado Agenda 2063, la cual se autodenomina marco estra- tégico compartido para el crecimiento inclusivo y el desarrollo sostenible, y una estrategia global para optimizar el uso de los recursos de África en bene- ficio de todos los africanos (African Union, 2015: 2). Así, dado el valor que se le concede a la Agenda 2063 en los avances alcanzados por el continente, y sobre todo en la consecución de importantes metas políticas, económicas y sociales a mediano y largo plazo, este artículo pretende realizar una evalua- ción critica del referido documento para lograr una primera aproximación a sus fortalezas y debilida- des como estrategia para potenciar la proyección externa de la Unión Africana y el desarrollo sosteni-

ble de los Estados miembros.


DESARROLLO

Al margen de lo explicado anteriormente, las principales razones de la existencia de una Agenda 2063 en África ahora, están relacionadas con los

cambios experimentados tanto en el contexto inter- nacional como en el continental, a saber:

En relación con las debilidades de la Agenda 2063 como proyecto estratégico de desarrollo se han considerado:

para el afrontamiento de la gran deuda externa de los países africanos. Téngase en cuenta que las estructuras económicas africanas son alta- mente dependientes del exterior, los programas de ajustes estructurales impuestos por occidente obligan a los africanos a abrir sus mercados a los productos de las naciones ricas, a no subven- cionar la producción local y a pagar una deuda externa que en cierta forma colapsa varias eco- nomías del continente.


En términos generales, el estudio de la Agenda 2063 denota la madurez política alcanzada por los líderes del continente africano, quienes han apos- tado por una verdadera transformación en medio de un complejo escenario internacional, que también impone amenazas y oportunidades para el desem- peño del referido proyecto.

Si bien la propia Agenda 2063 reconoce ame- nazas para alcanzar los propósitos, se advierte la utilidad y ganancia de subrayar el papel de las Empresas Transnacionales teniendo en cuenta:


En suma, la reflexión crítica sobre la actual coyun- tura, deja ver que el reconocimiento de la comuni- dad internacional a los resultados alcanzados por la Unión Africana en materia de estabilidad política y seguridad continental, el desempeño económico alcanzado por varios países del área, y los crecien- tes esfuerzos en materia de integración, constituyen las principales oportunidades para el éxito de la Agenda 2063.


CONCLUSIONES

El estudio de la Agenda 2063, joven proyecto de desarrollo e integración del continente africano, concebido para el periodo 2013-2063, es una pla- taforma ambiciosa, consensuada, integradora y optimista, capaz de identificar las fortalezas, debi- lidades, amenazas y oportunidades para alcanzar de manera progresiva, pero decidida, la visión de un África integrada, próspera y pacífica a partir del esfuerzo de sus ciudadanos e instituciones.

Constituye una etapa superior en los esfuerzos de integración africanos y, por tanto, tiene en cuenta los aciertos y desaciertos en ese largo y tortuoso

camino de liberación política y económica de los países del continente.

Asimismo, resulta de alto valor científico y prác- tico puesto que identifica los factores denominados críticos, en tanto son vitales para la eficacia con que se puedan ir alcanzando las metas previstas, y de igual manera, porque no solo señala la existencia de amenazas y riesgos, sino que diseña las estrategias de mitigación y enfrentamiento por el continente.

Sin embargo, la Agenda 2063 es un proyecto en construcción, que demanda grandes esfuerzos para continuar esbozando adecuadamente las metas e indicadores que han de cumplirse a mediano y largo plazo. En este sentido, la insuficiente evaluación de costos y beneficios para los gobiernos nacionales en términos de integración continental, la necesidad de profundizar en la o las estrategias para minimizar la manera en que actores externos se aprovechan del insuficiente comercio intrarregional, y en particular las Empresas Transnacionales, y el afrontamiento a la creciente deuda externa de los países africanos, son asignaturas pendientes de la Agenda 2063.

No obstante, saludamos y estimulamos la ini- ciativa de la Agenda 2063, porque es un programa que demuestra la decisión y voluntad políticas de los gobiernos africanos para convertir la integración en la principal herramienta para afrontar los grandes desafíos del continente y la disposición de enfrentar sus problemas sobre la base de recursos y esfuer- zos propios.

Independientemente de que el reconocimiento de este esfuerzo de integración y desarrollo es insu- ficiente y lo existente no se corresponde con los resultados alcanzados, urge la necesidad de allanar el camino hacia el logro de una mayor visibilidad de proyectos como estos que se generan desde el pro- pio continente africano.


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