RELACIONES INTERNACIONALES
El Comando Sur y los “actores malignos”: ¿protección regional o continuidad del dominio estadounidense?
The U.S. Southern Command and the “malign actors”: regional protection or continued US dominance?
Dra. C. Loreta Telleria Escobar
Doctora en Ciencias Históricas. Máster en Estudios Sociales y Políticos Latinoamericanos. Investigadora del Observatorio de Democracia y Seguridad, La Paz, Bolivia. loretatelleria@yahoo.es 0000-0001-6260-4756
Cómo citar: Telleria Escobar, L. (2024). El Comando Sur y los "actores malignos": ¿protección regional o continuidad del dominio estadounidense?. Política internacional, VI(Nro. 4), 221-233. https://doi.org/10.5281/zenodo.13857145
Recibido: 8 de agosto de 2024
Aprobado: 9 de septiembre de 2024
publicado: 9 de octubre de 2024
RESUMEN Durante los últimos años, el gobierno de Estados Unidos ha identificado una nueva amenaza a su seguridad nacional. El surgimiento de China y Rusia como potencias emergentes, que ponen en peligro la hegemonía estadounidense en América Latina y el Caribe, sin duda inaugura un nuevo corolario de aplicación de la Doctrina Monroe en la región. En este escenario, el Comando Sur es el encargado de conducir un nuevo proceso de militarización regional a través de la “disuasión integrada”, una estrategia multidominio y multidimensional que busca contrarrestar la influencia china y rusa. En base a un análisis de los artículos publicados por la revista “Diálogo. El Foro de las Américas”, órgano oficial de difusión del Comando Sur, se puede identificar cinco ámbitos de acción (democracia, seguridad, economía, información y medio ambiente), en los cuáles la presencia o influencia de estos “actores malignos”, tal como son llamados por el establishment imperial, representan -de acuerdo con la narrativa estadounidense-, una amenaza a la democracia y seguridad en la región. Sin embargo, una vez analizados, se puede inferir que el verdadero propósito de la disuasión integrada, no está dirigido a precautelar el bienestar de los países latinoamericanos, sino la continuidad del control y dominio que Estados Unidos ha mantenido históricamente en el hemisferio occidental.
Palabras claves: Comando Sur, disuasión integrada, actores malignos, China, Rusia, militarización
ABSTRACT The United States government identified a new national security threat in the past few years. The rise of China and Russia as emerging Powers threatens US hegemony in Latin America and the Caribbean. This clearly represents the implementation of a new corollary to the Monroe Doctrine in the region. In this scenario, the U.S. Southern Command spearheads a regional militarization process through “integrated deterrence,” a multi-domain and multi-dimensional strategy to counteract Chinese and Russian influence. According to SOUTHCOM’s official mouthpiece, Diálogo: El Foro de las Américas magazine, these “malign actors” employ five lines of action (democracy, security, economy, information and environment) to expand their dominion in the region, The imperial establishment’s narrative claims they represent a threat to regional security and democracy. However, analysis reveals that the true purpose of integrated deterrence is not focused on safeguarding the well-being of Latin American countries, but on continued control and dominance, historically maintained by United States in the Western Hemisphere.
Keywords: U.S. Southern Command, integrated deterrence, malign actors, China, Russia, militarization
INTRODUCCIÓN
Las principales amenazas del siglo XXI para la seguridad de Estados Unidos, dejaron de ser el narcotráfico o el terrorismo, para ceder paso a las potencias emergentes de China y Rusia. Estas nuevas “amenazas”, demostraron, que no basta solo la superioridad militar para mantener la hegemonía mundial, sino que son imprescindibles la aplicación de mecanismos multidimensionales.
En este escenario, la fuerza económica, la capacidad militar y tecnológica, y los recientes acuerdos entre China y Rusia, convierten a ambos países en desafíos transregionales, multidominio y multifuncionales (Ceceña, 2023, 24 y 38). Lo que en el caso de América Latina y el Caribe (ALC), son enfrentados por el Comando Sur, a través de lo que ellos denominan la “disuasión integrada”, que no es más que el trabajo militar en todos los ámbitos (económico, político y cultural) y con todos sus aliados y socios (público, privado, internos y externos), con el único fin de recuperar el control territorial y la hegemonía en la región.
Desde esta perspectiva, el presente artículo busca analizar cuáles son y cómo se enfrentan, los ámbitos que el Comando Sur identifica como amenazas provenientes de China y Rusia en ALC. Para ello, se toma como fuente de investigación la revista “Diálogo. El Foro de las Américas”, publicada por este Comando entre los años 2017 y 2023.
El documento está dividido en tres partes. La primera describe cuál es la postura del Comando Sur respecto a la emergencia de China y Rusia (“actores malignos”) como amenazas a la seguridad de su país. La segunda parte, se refiere a los ámbitos de amenaza que despliegan estos “actores malignos” en ALC, tomando como ejes de análisis: la democracia, la seguridad, la economía, la información y el medio ambiente. La última parte se titula “Las amenazas vistas desde el espejo”, y es un esfuerzo para describir de manera resumida, cómo Estados Unidos atribuye a China y Rusia los males y peligros que su propio gobierno ha desarrollado y promovido en la región durante todo el siglo XX y XXI, tanto para la democracia, los derechos humanos y la igualdad económica. El artículo finaliza con unas conclusiones abiertas al debate.
DESARROLLO
Postura Comando Sur (2023)
Cada año, el o la comandante del Comando Sur de Estados Unidos, presenta su postura ante el Comité de Servicios Armados del Congreso, algo así como un informe de actividades desarrolladas a lo largo del año y los objetivos planteados para el siguiente. En marzo de 2023, la actual comandante, generala Laura Richardson, hizo lo propio ante dicho Comité, y tal como el año previo (marzo de 2022), volvió a identificar a China y Rusia, como las principales amenazas a la seguridad de su país, calificándolos de “actores malignos” que buscan socavar la democracia.
De acuerdo con la postura del Comando Sur, tras veinticinco años de haber terminado la Guerra Fría y el cambio del entorno estratégico de América Latina y el Caribe (ALC), la República Popular China (RPC) y Rusia están ejerciendo agresivamente influencia sobre sus vecinos democráticos a través de un enfoque “multidisciplinario y multidominio”. Por lo que se propone usar la disuasión integrada, “aprovechando todo el gobierno, la industria, el sector privado y la academia, para responder efectivamente” (Richardson, 2023a, 2).
Frente a ambas amenazas, la comandante expresa que no están solos en su esfuerzo “por crear un hemisferio estable y pacífico”, por el contrario, trabajan coordinadamente con sus socios y aliados, en los que incluye a Reino Unido, Canadá, Francia y los Países Bajos, con los cuales menciona haber adoptado el “Marco para la Colaboración Hemisférica”. Entre sus líneas de acción para lograr el objetivo de “preservar la democracia en [su] vecindario compartido”, menciona fortalecer alianzas y asociaciones, contrarrestar colectivamente las amenazas y construir su equipo (Richardson, 2023a, 3-4).
Esta postura está claramente expuesta en el principal órgano de difusión del Comando Sur: “Diálogo. El Foro de las Américas”, una publicación de naturaleza anual1, que en sus diversos artículos expresa de manera detallada, cada uno de los puntos anteriormente mencionados respecto a la supuesta amenaza de China y Rusia en la región2. Todos ellos, muestran a la manera del reflejo de un espejo, el peligro que representan ambos gobiernos denominados “autócratas” para la democracia, la seguridad, el derecho de una información veraz y el medio ambiente.
Las amenazas que despliegan los “actores malignos” en ALC
La revisión de los artículos de la revista Diálogo entre los años 2017 y 2023, nos da una enorme cantidad de información -desde la mirada de académicos y militares afines al establishment estadounidense-, sobre lo que representan China y Rusia para la seguridad de Estados Unidos. A continuación, se detallan los principales ámbitos y sus correspondientes amenazas identificadas.
2.1 Socavamiento de la democracia
Desde la mirada occidental, China y Rusia no son democracias. Su calificación de gobiernos “autócratas” o “dictatoriales”, está presente en cualquier análisis sobre su influencia en el mundo. Al respecto, uno de los artículos de la revista Diálogo de 2023, aseveraba lo siguiente:
(…) a China generalmente le es indiferente el sistema político de su contraparte, si su socio maltrata a su propio pueblo y si viola sus propias leyes, constitución y compromiso con los demás, siempre y cuando el socio no critique o trabaje en contra de la RPC en las áreas previamente mencionadas de los intereses centrales de China, y siempre y cuando su socio respete los intereses de las empresas chinas y sus compromisos con ellas (Ellis, 2023: 22).
De acuerdo con diversos articulistas de la Revista, China y Rusia se aprovechan de la situación de ALC. Argumentan que democracias relativamente nuevas, problemas económicos, sociedad civil débil o sometida, crisis migratoria -en especial de los venezolanos-, continuas protestas por fraudes electorales, corrupción, etc. (Boyette, 2020, 65), se convierten en el escenario perfecto para que ambos países extiendan su influencia maligna en la región. En esa narrativa, son las crisis económicas las que aceleran la dependencia de varios países de ALC respecto de los prestamos e inversiones chinas; y son los problemas de gobernabilidad de gobiernos “antidemocráticos”, como Venezuela y Cuba, los que genera la sujeción de sistemas de control de sus poblaciones, suministrados por ambos “actores malignos”.
A todo lo anterior se suma, “un marco legal de acceso a la información y transparencia ausente, o totalmente ignorado en la práctica” (Boyette, 2020, 69), lo que supone, que no es solo la pretendida dependencia generada por los préstamos y sistemas de control; sino también, la supuesta subordinación al dominio de los medios de comunicación e información de China y Rusia, lo que generaría que la democracia en ALC esté en riesgo.
No obstante, el verdadero problema expuesto, es que China y Rusia no solo se aprovechan de la situación, sino que la usan para construir “un mundo compatible con el modelo político dictatorial de Beijín” (Fonseca, 2020, 83). Pues, de acuerdo con uno de los autores de la revista, sus prácticas comerciales debilitan los estados democráticos, los induce a la corrupción y por lo tanto aminoran el Estado de derecho, dejando de lado normas medioambientales y laborales:
En Latinoamérica, el dinero chino ha desempeñado un papel clave en el apoyo a la viabilidad económica de regímenes populistas como la Venezuela de Hugo Chávez, el Ecuador de Rafael Correa, la Bolivia de Evo Morales y la Argentina de los peronistas, a medida que cada uno de ellos intentaba consolidar el poder, cambiar las constituciones y las estructuras legales en su beneficio, disminuir la cooperación con los gobiernos e instituciones occidentales y avanzar contra la prensa libre y el sector privado. A su vez, a medida que estos regímenes populistas consolidaban el poder, proporcionaban beneficios a China mediante el acceso a sus recursos, a menudo a través de acuerdos no transparentes de Estado a Estado en condiciones muy favorables para la RPC, con lucrativos acuerdos paralelos para las élites vinculadas a los regímenes populistas (Ellis, 2023, 22).
Por su parte, el rol desempeñado por Rusia en Venezuela, Cuba y Nicaragua, también sería un peligro. Su objetivo, estaría enfocado a sofocar los movimientos populares que van en contra de los gobiernos “no liberales, corruptos y antidemocráticos” (Boyette, 2020, 68). A lo que se sumaría una campaña de desinformación descomunal, dirigida a socavar la influencia occidental en la región.
Todo esto, supuestamente, generaría disfunciones económicas y de seguridad en los países “infectados”, asociadas a patrones criminales fácilmente exportables. Para revertirlo, como solución, el Comando Sur utilizaría la “disuasión integrada” de la que se habló anteriormente, y cuyo significado multifacético, se convertiría en la solución para contrarrestar la ofensiva de los “actores malignos”. En un perfecto ensamblaje entre medidas de carácter militar y “defensa de los valores democráticos”, tal como, desde la visión monroísta estadounidense, se hizo en los últimos doscientos años.
2.2 La seguridad en riesgo
Para el Comando Sur, la seguridad del hemisferio se ve amenazada por la influencia que China y Rusia desarrollan en varios países de la región. Al comprobar que sus métodos difieren de la tradicional instalación de bases militares realizada por Estados Unidos, la preocupación radica en identificar cómo ambos “actores malignos” logran sentar presencia militar y presentarse como una amenaza a la seguridad estadounidense. Así lo asevera, la jefa del Comando Sur, Laura Richardson:
Lo que me preocupa como comandante combatiente es la infinidad de formas en que la República Popular China está extendiendo su influencia maligna, ejerciendo su poder económico y llevando a cabo una zona gris de actividades para ampliar su acceso e influencia militar y política en el área de responsabilidad del Comando Sur (…) A través de compromisos militares y operaciones de zona gris, Rusia se confabula con regímenes autoritarios en la región para socavar la influencia estadounidense (2023a: 4 y 7).
Al parecer la “zona gris”, no es más que la confluencia de actividades no militares con objetivos militares y de seguridad. Algo que los gobiernos de Estados Unidos han realizado desde inicios del siglo XX en ALC y que estos países conocen muy bien. En el caso de China, la preocupación radica en que su política de “lugares, no bases”, supone diversificar su presencia regional a través de proyectos de infraestructura crítica, donde se incluyen puertos de aguas profundas e instalaciones cibernéticas y espaciales que identifican como un riesgo para la hegemonía estadounidense. En el marco de esta estrategia, admiten que China no estaría interesada en instalar bases militares permanentes en ALC, más bien “las investigaciones sugieren una red de puntos de acceso, o “puntos de apoyo estratégico en el extranjero” que permitirán un conjunto más limitado de actividades operacionales” (J5, 2020, 58) y que, permitiría el ingreso seguro a la región en determinados momentos de crisis.
Una de las mayores preocupaciones del Comando Sur, son los sistemas de vigilancia instalados en varios países. Para el 2020, China había supuestamente instalado estos sistemas en Argentina, Bolivia, Ecuador, Panamá y Uruguay, lo que amenazaba con “violar la privacidad de las poblaciones”, especialmente de los Estados autoritarios. Además, que estos sistemas podían utilizarse para adquirir grandes cantidades de datos en Estados Unidos y en la región (Fonseca, 2020, 87), lo que, paradójicamente, Estados Unidos ha hecho históricamente. Lo que supondría, una amenaza manifiesta a la seguridad hemisférica, debido a que la Ley de Seguridad Nacional de China (2017) obliga a los entes sujetos a su jurisdicción “a entregar información bajo su control, si es relevante para la seguridad nacional” (Ellis, 2023, 49). En 2023, los llamados sistemas de vigilancia china en Latinoamérica incluían cámaras de seguridad en ciudades como Jujuy (Argentina), Ciudad de México (México), Georgetown (Guayana) y Colón (Panamá), también en la frontera de Uruguay con Brasil, así como “arquitecturas nacionales con amplias capacidades de vigilancia, comunicación y otras, como el ECU-911 en Ecuador y el BOL-110 en Bolivia” (Ellis, 2023, 49). A lo que se suma el pretendido peligro que representa la tecnología 5G para la seguridad y la competencia empresarial de Estados Unidos.
En el caso de Rusia, un tema alarmante desde la mirada de Comando Sur, es la relación militar que mantiene con Venezuela, Cuba y Nicaragua:
Los ejercicios militares, las visitas a buques y las operaciones antidroga de Rusia en Cuba y Nicaragua también crecieron en la última década (…). De igual manera, las exportaciones rusas de armas y equipamiento militar han pertrechado a las fuerzas de seguridad de regímenes autoritarios como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela, mientras compiten con proveedores de armas estadounidenses en mercados más amigables, como Perú, México y Brasil (Angelo, 2020, 54).
A pesar de que la historia muestra que la presencia de Rusia en países a los que Estados Unidos denomina unilateralmente autoritarios, se desarrolla desde hace mucho tiempo -en Cuba la relación se da con el triunfo de la Revolución en 1959 y en Nicaragua, con los sandinistas en la década de los setenta-, el desarrollo de ejercicios militares, el atraque de buques de guerra y compra de aviones, vehículos y armamento en los últimos años, supone, desde la mirada imperial del Comando Sur, un peligro todavía potencial.
2.3 Inversiones, corrupción y deuda
De acuerdo con la comandante Richardson, en 2002, el comercio de China con ALC fue de 18 mil millones de dólares, mientras que en 2022 se disparó a 450 mil millones de dólares, erosionando la ventaja comercial de Estados Unidos cuyo comercio ascendía aquel año, a 700 mil millones de dólares (Richardson, 2023a, 4). Más allá del monto, lo que preocupa son las características, objetivos y consecuencias de las inversiones chinas en la región, y cómo impactan en su hegemonía, desplazando un tradicional dominio estadounidense. De acuerdo con la versión del Comando Sur:
El esfuerzo del Partido Comunista Chino (PCCh) por extraer los recursos naturales de Sudamérica para mantener a su propia población de 1 400 millones de personas, es realizado a expensas de nuestros socios y de su gente. Estas acciones tienen el potencial de desestabilizar a la región y erosionar las condiciones fundamentales necesarias para una inversión de calidad del sector privado (…) Lo que más me preocupa son las inversiones del PCCh en proyectos de infraestructuras críticas como puertos, telecomunicaciones e instalaciones de infraestructuras espaciales, que tienen un potencial de doble uso para actividades comerciales y militares malignas (…) Las empresas estatales del PCCh también desarrollan puertos de aguas profundas en 17 países, especialmente en torno a puntos de estrangulamiento marítimo estratégicos de la región (Richardson, 2023b: 9).
En la actualidad, la presencia económica de China en la región es inobjetable, si bien tiene lugar desde condiciones, objetivos y formas de participación totalmente diferentes a las de Estados Unidos. En materia de préstamos, sus bancos, como el Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación e Importación de China, se han convertido en las principales fuentes de crédito en ALC. El problema radica, desde la mirada militar estadounidense, en que la acumulación de la deuda, con el tiempo, podría “pesar sobre los gobiernos, y comprometer sus respectivas autonomías en la toma de decisiones políticas, económicas y de seguridad” (Fonseca, 2020, 86), lo cual, sin embargo, no ha sido nunca preocupación en el caso estadounidense. Siendo países como Venezuela, Argentina y Brasil entre otros, los principales beneficiarios de los créditos.
Estas deudas se darían bajo condiciones menos ventajosas que la de los acreedores multilaterales (con un promedio de interés de 4,2 por ciento), y, además, estarían, supuestamente, exentas de transparencia, por ser producto de negociaciones entre empresas estatales, bancos estatales, sociedades instrumentales, empresas conjuntas e instituciones del sector privado, y entre gobiernos (Foro de defensa Indopacífico, 2023, 34), situación que se convertiría en un terreno fértil para la corrupción.
Sin embargo, la impronta de China en la región, va más allá de los préstamos. La Iniciativa de la Franja y la Ruta que implementa en el mundo, se despliega en ALC desde 2020, con la adhesión de 18 países, a través de una estrategia de desarrollo de comercio e infraestructura amplia y diversa. Esto es visto también por Estados Unidos como una amenaza a su hegemonía y dominio. De acuerdo con un artículo de la revista Diálogo, escrito por Paul Angelo, China, en este ámbito, tiene “una ventaja evidente sobre otras naciones industrializadas, incluyendo a EE.UU., gracias a la mano dura del sector público en la economía del país. Mientras que el sector privado en EE.UU. tiende a negociar las inversiones foráneas en infraestructura y provisión de servicios, China ofrece inversiones públicas y financiamiento a tasas privilegiadas” (2020, 50), lo que supone una amplia ventaja relativa frente a otro tipo de inversiones.
Por otro lado, el gigante asiático no solo prestaría ayuda a países “no democráticos” como Cuba, Venezuela y Nicaragua3, sino que su espectro de actuación se habría ampliado a toda la región. La información recolectada por autores de la revista, indican que los proyectos incluyen países como Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, entre otros. Por su parte, las inversiones chinas se centrarían en infraestructura y tecnología, con supuesto énfasis en el control y acceso de territorios e información sensible. Por ejemplo, el control del Canal de Panamá, por parte de empresas chinas, representó un duro golpe para Estados Unidos, dado el dominio histórico que tuvo de dicha zona hasta 1999:
(,..) Panamá es la joya de la corona de la RPC en Latinoamérica, dada la importancia geoestratégica del Canal de Panamá, la Zona Franca de Colón, y el estatus de Panamá como centro bancario mundial. Tras ganar el control de ambos lados del Canal, Atlántico y Pacífico, a través de Hutchinson Whampoa, Ltd., en 1997, la RPC ocupa ahora una posición dominante en un punto vulnerable de la cadena de suministro mundial (Farah y Richardson, 2023, 46).
Frente a esto, el Comando Sur se dedica a visibilizar y magnificar las fallas de los proyectos financiados y gestionados por China, acusándolos de una gran cantidad de complicaciones tanto en su desarrollo como en sus procedimientos. Al respecto, se mencionan una serie de ejemplos, como la construcción de la presa Coca Codo Sinclair en Ecuador, la Mina Marcona en Perú y el puente flotante sobre el río Demerara en Guyana (Pelcastre, 2023, 64-66). En todos ellos, se identifican falta de procedimientos adecuados, altos niveles de corrupción y afectaciones al medio ambiente y a los pueblos indígenas.
Es llamativo, que como respuesta a la multiplicidad de inversiones chinas en ALC, Estados Unidos, haya decidido, entre otras cosas, proveer de servicios militares a los países para “reforzar su capacidad de relacionarse con los chinos en forma eficaz y transparente”. Lo hace por medio del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos (USACE) y tiene el objetivo de hacer que los gobiernos locales aprovechen mejor las inversiones y proyectos financiados por China. Algo así como una supervisión previa y paralela para “mitigar” impactos negativos. Así lo hace con proyectos en Ecuador, Brasil, Panamá, República Dominicana y Honduras. De acuerdo con esta iniciativa “los ministerios de obras públicas de cualquier país pueden solicitar ayuda al USACE para llevar a cabo una evaluación adecuada de la viabilidad, la vulnerabilidad y el riesgo, antes de poner en marcha grandes proyectos de infraestructuras” (Lazarus y Ellis, 2023, 18-19), una forma innovadora del gobierno estadounidense, que tiene el objetivo de recuperar parte del control perdido en materia de inversiones.
2.4 Propaganda o información falsa
Una de las estrategias utilizadas por China y sobre todo Rusia, tomando en cuenta su limitada capacidad para ejercer influencia en la región utilizando instrumentos tradicionales, como el poder diplomático, económico y militar, es, en palabras y visión del Comando Sur, “la propaganda, información falsa o desinformación” (Fonseca, 2018, 21). Según un artículo publicado en la revista Diálogo en 2017, el objetivo de la campaña de desinformación rusa4:
(…) es cambiar la opinión pública en contra de las instituciones democráticas y mostrar un mundo en que los Estados Unidos intentan dominar el mundo, en que todos los políticos de tendencia occidental son corruptos, que los medios de comunicación que no son de su persuasión están sesgados y el futuro es sombrío, sin esperanza y lleno de conflicto. En este mundo, Rusia emerge como la autoridad salvadora y moral que garantiza la estabilidad y paz políticas (Smolenová, 2017, 80).
En el caso de China, se asevera que su estrategia de expansión se nutre de los medios de comunicación y de la difusión de los Institutos Confucio, desplegados en todo el mundo en general y en ALC en particular. En base a un artículo de Farah y Richardson, el objetivo de sus medios de comunicación es “contar bien la historia de China” en Latinoamérica, “proporcionar una alternativa al discurso de los medios de comunicación occidentales, y presentar la perspectiva de China sobre los principales asuntos y acontecimientos internacionales”. En esta narrativa, uno de sus “operadores” principales en la región es el servicio de noticias en español Xinhua, que ofrece “contenidos y servicios de noticias tradicionales por cable, programación televisiva, un canal de YouTube y plataformas de medios sociales” (2023, 46). Por su parte, los Institutos Confucio se encargan de promover el idioma mandarín y realizar intercambios culturales. Para el año 2020, advierten, ya contaban con 39 institutos en 25 países latinoamericanos. A lo anterior se sumaría el trabajo intensivo de su “Centro de Prensa China-América Latina y el Caribe”, que promovería viajes de periodistas latinoamericanos a China, con el fin de mejorar su imagen y el conocimiento de su país.
En el caso de Rusia, el despliegue de “propaganda” es advertido como su principal arma de amenaza a la hegemonía estadounidense. Según la Fundación Nacional para la Democracia (NED):
(…) Moscú utiliza la propaganda para lograr sus “objetivos de política exterior mediante una ofensiva 4D: descartar las declaraciones o alegaciones de un oponente, distorsionar eventos con fines políticos, distraer la atención de las actividades propias y desanimar a los que podrían oponerse a los objetivos propios” (Fonseca, 2018, 21).
En base a la información proporcionada por el articulista de la revista Diálogo, Brian Fonseca, existen tres canales de comunicación que Rusia despliega en la región. El primero está conformado por los medios oficiales -Russia Today (RT) en español y Sputnik Mundo, TASS y Voces de Rusia-, el segundo son las cuentas establecidas por la Agencia de Investigación de Internet de Rusia, las mismas que aducen usan troll y bots para difundir noticias falsas; y el tercer canal serían cuentas personales alrededor del mundo que escriben a favor de Rusia o difunden los contenidos de los canales uno y dos. Además, de acuerdo con el autor, a diferencia de los medios occidentales -CNN, FOX, BBC, etc.- que operan de manera “independiente”, los rusos apoyarían los objetivos de la política exterior del Kremlin (2018, 22-24).
Al respecto, la información proporcionada por la comandante del Comando Sur en 2023, Laura Richardson, muestra que RT en español en las redes sociales “creció en los últimos años hasta superar los 20 millones de seguidores” (2023b, 11). Esto es asumido por el Comando, como un peligro para las democracias en la región, dado el supuesto nivel de desinformación que difunden los medios rusos, sobre todo, en sus palabras, “para reforzar los regímenes autoritarios de Cuba, Nicaragua y Venezuela” (2023b, 10).
Frente a esto, el Comando Sur usa como pretexto para acometer acciones específicas, tales como: a) intercambio de información con y entre sus países socios, b) coordinación de capacidades relacionadas con la información, y c) realización de intercambios de expertos en materia de ciberataque, con el fin de ayudar a los países socios a mejorar sus capacidades cibernéticas defensivas y desarrollar su resiliencia cibernética (Richardson, 2023b, 11). Sin duda, una nueva forma de dar respuestas militares a acciones de carácter informacional.
2.5 Delitos ambientales
China se ha convertido en los últimos años, desde la mirada de Estados Unidos, en una amenaza latente al medioambiente en ALC, focalizando la crítica en actividades relacionadas con la pesca no reglamentada, la tala de árboles y la minería ilegal. Esto, aducen, reproduciría en la región un efecto perverso, que se ampliaría a temas de seguridad hemisférica.
De acuerdo con información presentada por Ian Urbina, en la edición 2021 de la revista Diálogo, China posee una flota pesquera incomparable en tamaño y alcance, que se extiende a 800 000 embarcaciones en todo el mundo, cuyo crecimiento “descontrolado” es impulsado por subsidios gubernamentales que tienen el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria de sus 1 400 millones de habitantes (2021, 43).
Desde esta misma perspectiva, en Latinoamérica existirían varios proyectos chinos, que representarían una serie de daños a los pueblos indígenas y al medio ambiente. Uno de ellos ilustran sería el caso de Bolivia, cuando en 2018, la empresa china BGP Bolivia, afectó al pueblo indígena Tacana, destruyendo un bosque de castaños que era crucial para la economía local, y obligando a los animales a migrar; o lo que aconteció en Ecuador en 2019, cuando la Comunidad Amazónica de la Cordillera del Cóndor Mirador, se manifestó contra un proyecto de minería de cobre de la empresa china Tongguan, por no consultarles sobre el proyecto, y desalojarlos de sus tierras por la fuerza en contra de las leyes nacionales (Lazarus y Ellis, 2023, 17).
Esgrimiendo esta narrativa, e impulsado por financiamiento estadounidense, se creó el “Colectivo sobre Financiamiento e Inversiones Chinas, Derechos Humanos y Ambiente” (CICDHA), una plataforma (ONG) de trabajo colaborativo que, de acuerdo con su portal web, promueve el respeto de los derechos humanos y el medioambiente en el marco de los proyectos de inversión y financiamiento de actores chinos en América Latina. Esta ONG examinó algunos de los mayores proyectos respaldados por China en Latinoamérica y presentó sus conclusiones en julio de 2022, donde se destacó que:
(…) de los 26 proyectos analizados a finales de junio, en al menos 24 casos es reiterativa la violación al derecho a vivir en un ambiente sano y sin daños al medioambiente, 18 casos registran la vulneración a los derechos colectivos de pueblos indígenas, en ocho la violación de derechos laborales, y en otros 10 casos la violación a los derechos civiles, políticos y económicos (Pelcastre, 2023, 65).
Asimismo, la respuesta a estas amenazas medioambientales ha tenido una activa participación de la Marina de Estados Unidos, los Comandos Combatientes y el Departamento de Estado. Todos ellos coordinando acciones para el seguimiento, control y vigilancia de las operaciones de pesca marítima en la región con sus países socios y aliados (Studeman, 2023, 58).
Las amenazas vistas desde el espejo
A la luz de todo lo anterior, si se analizan cada uno de los ámbitos de amenaza que “representan” China y Rusia en ALC desde la perspectiva del Comando Sur, no es difícil identificar una suerte de imagen reflejada de lo que Estados Unidos efectivamente ha encarnado durante todo el siglo XX y lo que va del XXI. La cualidad de potencias emergentes de China y Rusia en el mundo, las posiciona como una amenaza a la tradicional hegemonía estadounidense y con ello, se abre la puerta a justificar la necesidad de una serie de mecanismos de carácter “multidimensional y multidominio” para enfrentarlas, todos ellos encabezados por el aparado institucional militar, que en el caso de Latinoamérica está representado por el Comando Sur y su actual comandante Laura Richardson, quien se ha convertido de facto en la embajadora del gobierno de Biden en la región.
El socavamiento a la democracia que este Comando atribuye a China y Rusia por apoyar “gobiernos autoritarios” como Venezuela, Nicaragua y Cuba, se desdibuja en el momento mismo que uno explora el apoyo y la participación que los distintos gobiernos de Estados Unidos dieron no solo a los golpes de Estado y las dictaduras militares de ALC en el siglo XX, sino también a los procesos neogolpistas del siglo XXI, entre los que figuran Venezuela (2002), Honduras (2009) y Bolivia (2019), entre otros.
La débil democracia en la región, a la cual aluden, constituida por problemas económicos, sociedad civil débil, fraudes electorales y corrupción, ha sido originada frecuentemente como resultado de las acciones de corporaciones estadounidenses con la connivencia de su gobierno, siendo además ampliamente aprovechada por las agencias financieras y de “cooperación” de Estados Unidos como espacios de ganancias políticas y económicas, que una vez obtenidas, servían como cortinas de humo ante las violaciones de los derechos humanos y los marcos constitucionales de los países intervenidos.
Por su parte, desde el punto de vista de la seguridad, la acusación del gobierno estadounidense radica en que China y Rusia desarrollan múltiples actividades de inversión y cooperación en ALC con propósitos militares, con el objetivo de desplazar los valores occidentales y principalmente tener acceso seguro, en momento de crisis, a espacios claves en la región. Paradójicamente esto es el vivo reflejo de lo que hace el Comando Sur, pues a través del despliegue de todos sus mecanismos de injerencia militar (asistencia, formación y ejercicios conjuntos), busca erradicar los valores no occidentales y tener control y acceso irrestricto al territorio latinoamericano y sus recursos naturales.
De igual forma sucede con la amenaza que supone, desde la narrativa estadounidense, la supuesta instalación por parte de China, de sistemas de vigilancia en varios países del hemisferio y el potencial robo de datos personales y estatales. Algo que sin duda sí se ha demostrado que hace el gobierno de Estados Unidos desde hace varios años, como fuera denunciado en 2013 por Edward Snowden, quien a partir de su trabajo en la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y en la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), reveló el robo, almacenamiento y uso de datos personales a escala planetaria, violando abiertamente la privacidad y la libertad de opinión de las personas (Avater, 2014).
Empero, el reflejo de sus miedos va mucho más allá. Según el Comando Sur, los créditos que ofrece China a países de ALC, pueden dar lugar a una “crisis de la deuda”, donde este “actor maligno” desplegaría todo su poder para comprometer la autonomía de los gobiernos deudores. Así mismo, las inversiones en infraestructura crítica, como puertos, telecomunicaciones e instalaciones espaciales, mantendrían objetivos no solo económicos, sino militares, al poner en riesgo la seguridad de Estados Unidos y, por lo tanto, de todo el hemisferio.
En tal sentido, Estados Unidos hace caso omiso, interesadamente, de lo que la “crisis de la deuda” significó para ALC en la década de los ochenta, así como de lo que actualmente está viviendo Argentina por su deuda al Fondo Monetario Internacional y de lo que esto significó y aún significa en materia de soberanía estatal. También, de cómo las inversiones de empresas privadas estadounidenses están ligadas directamente a objetivos militares de su gobierno o viceversa. En los hechos, la deuda, las inversiones e incluso la corrupción, siempre han sido los mecanismos de coacción, por los cuales Estados Unidos y el sistema financiero internacional, el cual lidera, han logrado su hegemonía en la región. A lo que se suma, y parece ser el verdadero problema, que las empresas estadounidenses están incapacitadas de igualar el nivel de inversiones chinas en Latinoamérica. Es el ejemplo de Brasil y sus grandes proyectos de infraestructura.
En relación con el manejo de la propaganda o información falsa que se le atribuye principalmente a Rusia, al menos dos son los ejemplos que se pueden identificar en los cuales, desde la perspectiva del Comando Sur y su revista Diálogo, se usa la “propaganda y desinformación” rusa para desacreditar a Estados Unidos. Uno data de principios de la década del ochenta, cuando medios rusos, informaron “una historia falsa diciendo que EE.UU. estaba involucrado en el uso de napalm y herbicidas contra la población civil en El Salvador” (Fonseca, 2018, 22). Al respecto, años después esta acusación lejos de ser falsa, fue ampliamente comprobada por investigaciones de instituciones de derechos humanos, quienes constataron que asesores militares estadounidenses sabían del uso del napalm en la guerra civil salvadoreña, producto que, además, era suministrado por su aliado Israel (Swissinfo, 2021).
El otro ejemplo, más actual, se refiere a la expansión militar de Estados Unidos en la región. En este caso se atribuye a Sputnik Mundo y RT español, la difusión de “noticias falsas” sobre la construcción de bases militares estadounidenses en la Patagonia Argentina, la Triple Frontera entre Argentina, Paraguay y Brasil y en la Amazonía peruana (Fonseca, 2018, 24). En este caso, no son siquiera necesarias fuentes externas para corroborar esto, pues son abundantes las pruebas salidas desde el mismo Comando Sur, de su presencia militar efectiva en estos países y regiones, a través no solo de la instalación de bases o cuasi bases5 militares, sino también de la realización de ejercicios conjuntos, cursos de formación, venta de armas, asistencia militar, etc. (Tellería y Quintana, 2024).
A lo anterior se suma la imagen auto referenciada de la manipulación de información que Estados Unidos atribuye a Rusia y China, pues su gobierno y sus élites empresariales de los medios de comunicación como CNN, Fox, New York Times, etc., carecen totalmente de independencia y apoyan de manera explícita -aunque nunca declarada-, los objetivos de la política exterior hegemónica e intervencionista de su país.
Finalmente, los delitos ambientales que se le atribuyen a China y sus inversiones, dejan de lado lo que históricamente hicieron las empresas de Estados Unidos en la región: extraer los recursos naturales, deteriorar al medio ambiente, pagar precios bajos y dejar en la pobreza absoluta a los pueblos. Los ejemplos son variados del deterioro al medio ambiente que producen las empresas transnacionales. El daño de contaminación ambiental causado por la empresa Chevron a la amazonia ecuatoriana entre 1972 y 1990 (Presidencia Ecuador, s.f.), grafica muy bien este punto. Gracias a la actividad de extracción de petróleo, esta compañía generó una cantidad de residuos que ascendían a 19 mil millones de galones en la selva amazónica de Ecuador durante todos los años de su actividad extractiva.
CONCLUSIONES
Tras doscientos años de la Doctrina Monroe, hoy en día su vigencia es contundente. El rechazo a la presencia de potencias extra hemisféricas, ha dejado de lado las otrora potencias europeas, para dar paso a la “nueva amenaza” que significan China y Rusia en ALC. Frente a ello, el gobierno estadounidense justifica una serie de ámbitos en los cuales la presencia de estos dos actores, son enfrentados -entre otros medios-, con el uso de mecanismos militares.
En el caso de la región, el Comando Sur es el encargado de llevar a cabo una estrategia militar multidominio y multidimensional -denominada “disuasión integrada”-, direccionada a hacer frente a estos “actores malignos”, a través de la coordinación de una amplia red de ámbitos y socios -militares y no militares, públicos y privados, nacionales y transnacionales-, con el fin de multiplicar sus capacidades e impactos.
Los ámbitos en los cuales actúan las amenazas identificadas, son principalmente cinco: democracia, seguridad, economía, información y medio ambiente. Cada uno de ellos, argumentan, constituye un espacio de actuación en el cual China y Rusia operan para ganar influencia y presencia en ALC, en contra de la hegemonía estadounidense. Por lo tanto, al ser “identificadas” como potenciales “amenazas a la seguridad hemisférica”, se convierten en esferas de actuación de este Comando a través de un amplio proceso de militarización regional.
Sin embargo, si nos detenemos a analizar los argumentos que se esgrimen y que defienden el dominio “benévolo” de Estados Unidos en la región, vemos que cada uno de ellos son fácilmente, cual un espejo, el reflejo perfecto de lo que este país ha hecho históricamente en ALC durante el siglo XX y lo que va del XXI.
El socavamiento de la democracia, la injerencia en el ámbito de seguridad, la crisis de la deuda y la corrupción en materia de asistencia económica y manejo financiero, la manipulación mediática y el daño al medio ambiente por parte de las empresas extractivistas, no son más que los efectos de la continua y sistemática intervención de los gobiernos de Estados Unidos en ALC, infiriendo que la verdadera razón de las acciones del Comando Sur y por lo tanto el gobierno estadounidense, no radicarían en prevenir los daños, sino en evitar perder su hegemonía hemisférica.
notas
1 A excepción del año 2020 cuando se publicaron dos números de la revista.
2 Todas sus ediciones llevan la siguiente descripción: Diálogo: El Foro de las Américas es una revista militar profesional publicada por el Comando Sur de los Estados Unidos, que tiene como fin ser un foro internacional para los militares y fuerzas de seguridad en Latinoamérica y el Caribe.
3 “La actividad china en Cuba, Venezuela y Nicaragua, denominada la “troika de la tiranía” por la administración de Trump, se basa principalmente en proporcionar ayuda económica a naciones sancionadas por EE.UU. (…) en Cuba, China inyectó miles de millones de dólares para aliviar su deuda, convirtiéndose en el socio comercial número uno de la isla en 2017. China le entregó a Venezuela más de USD 60 000 millones para financiamiento desde 2007 hasta 2017, que actualmente se están devolviendo con exportaciones de petróleo” (Angelo, 2020, 52).
4 El artículo fue escrito de manera especial para los casos de la información rusa desplegada en la República Checa y Eslovaquia.
5 Estas “cuasibases”, se corresponden con lo que David Vine, denomina “nenúfares” (como una rana que salta a través de un estanque hacia su presa), a las que define como “instalaciones pequeñas, secretas e inaccesibles, con un número limitado de tropas, comodidades espartanas y armamento y suministros preposicionados” (Vine, 2017).
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CONFLICTO DE INTERESES
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