Mis recuerdos de Fidel

My memories of Fidel

 

Recibido: 2 DE JUNIO de 2024

Aprobado: 3 DE AGOSTO de 2024

publicado: 9 de octubre de 2024

 

Lic. Eumelio Caballero Rodríguez

Embajador. Licenciado en Historia. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”. Presidente de la Asociación de Amistad Cubano-Árabe, La Habana, Cuba. eumeliocaballero54@gmail.com 0000-0002-2408-1170

Cómo citar: Caballero Rodríguez, E. (2024). Mis recuerdos de Fidel. Política internacional, VI(Nro. 4), 326-331. https://doi.org/10.5281/zenodo.13857301

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.13857301

 

La larga noche…

Septiembre 1976. En mi calidad de especialista de la Dirección de África Norte y Medio Oriente del Ministerio de Relaciones Exteriores, me dieron la tarea de atender al Canciller Abdelaziz Bouteflika, quien presidía la delegación de Argelia a una reunión Ministerial de los Países No Alineados que se celebraba en La Habana.

La delegación argelina estaba hospedada en una casa de Protocolo del balneario de Santa María, sede de la Ministerial, y yo en un pequeño motel aledaño.

Un viernes, al final del evento, alrededor de la media noche, fuertes golpes en la puerta de mi habitación interrumpieron mi profundo sueño, después de una dura jornada de trabajo. Eran los compañeros de la seguridad personal que venían a buscarme porque el Comandante en Jefe había llegado para conversar con Bouteflika y necesitaba que yo le ayudara con la traducción. Era tanto el apuro, que casi ayudaron a vestirme.

Finalmente llegué a la Casa de Protocolo No.55; me entraron por la cocina, donde los compañeros Osmany Cienfuegos y Pepín Naranjo, asistentes de Fidel, me advirtieron que no me pusiera nervioso.

Para mi sorpresa, Fidel y Bouteflika se pusieron de pie para saludarme cuando hice entrada al salón de estar, lo que me impactó aún más. En ese momento les comenté que yo no tenía experiencia como traductor, pero iba a hacer todo lo posible. Con ese olfato y sensibilidad característica de Fidel, evidentemente se dio cuenta del difícil momento por el que yo atravesaba; arrimando una butaca pidió que me sentara cerca de él y la conversación entre ambos continuó, mientras que Fidel hablando de manera pausada y utilizando un lenguaje muy sencillo y directo, a cada rato posaba su mano derecha en una de mis rodillas. Logró su objetivo, pues a los pocos minutos yo comencé a sentirme como si me encontrara entre compañeros de toda una vida.

Aquella fue una noche larga y para mí inolvidable; ambos degustaron deliciosos habanos acompañados de café criollo y conversaron sobre lo humano y lo divino. Ya al amanecer del sábado, Fidel me pidió que, junto a los compañeros de Protocolo, acompañara al resto de la delegación argelina a Varadero porque él se llevaba a Bouteflika. Lo devolvió el lunes siguiente por la mañana, pocas horas antes de Boutefikla tomar el avión de regreso a su país.

La larga noche, segunda parte….

Mucho tiempo después fue que conocí lo que hicieron Fidel y Bouteflika luego de aquella larga e inolvidable conversación de la que fui testigo excepcional, en 1976, en una de las casas de Protocolo del balneario de Santa María, al este de La Habana.

En el 2012, yo me desempeñaba como Embajador de Cuba en Argelia, donde llegué a establecer muy buenas relaciones personales con el presidente Abdelaziz Bouteklika. Un buen día de ese año, el mandatario argelino ofreció un almuerzo en honor de una delegación cubana encabezada por el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón.

La conversación durante el almuerzo era muy animada y amena. A Bouteflika le encantaba hacer anécdotas sobre sus relaciones con Fidel e incluso nos explicó en qué circunstancias él había dicho aquella famosa metáfora tan conocida: “Fidel viaja al futuro, regresa y lo explica”. Esas palabras las pronunció en el 2001 en el aeropuerto Houari Boumedienne de Argel, a la partida del Comandante en Jefe, después de una visita oficial. Yo, que por razones protocolares estaba sentado en la mesa a la derecha del Presidente, aproveché aquel ambiente tan distendido y le dije: “Señor Presidente, usted guarda un secreto que yo quisiera conocer”. Alarcón, sentado en el centro de la mesa frente a Bouteflika, abrió los ojos y me echó una mirada como interrogándose si yo había enloquecido. Bouteflika, con la sonrisa picaresca que le caracterizaba, me preguntó cuál era ese secreto. Al explicarle de qué se trataba, se echó reír y después de dar su propia versión sobre aquel encuentro con el Comandante en Jefe en Santa María, nos dijo que Fidel lo había llevado a un lugar paradisiaco donde se pasaron todo ese fin de semana “pescando y tratando de arreglar el mundo”.

No olvidemos que en esos momentos estaba en su apogeo la lucha de los pueblos africanos por su liberación del yugo colonial y ambos países, Cuba y Argelia, eran para ellos sus principales fuentes de inspiración y apoyo efectivo.

Ejemplo de integridad ética y moral

Siendo yo muy joven, los azares de la vida motivaron que mi primera misión en el exterior fuese como subordinado de un multimillonario, enamorado de la Revolución Cubana, principalmente del Comandante en Jefe Fidel Castro; me refiero al difunto Dr. Ricardo Subirana y Lobo, quien representó a Cuba como Embajador en Israel durante los primeros años de la Revolución.

Subirana, famoso científico alemán de origen judío, cubano naturalizado después de contraer matrimonio con una ciudadana cubana, manejaba una gran fortuna familiar. A través de él fui testigo presencial de una de las cualidades más hermosas de nuestro Fidel, su integridad ética y moral. Jamás cobró un solo cheque de los que le enviaba Subirana como contribución a la obra revolucionaria. Siempre los devolvía endorsados con la indicación de utilizar esos fondos para la adquisición de toda una serie de insumos necesarios para nuestro desarrollo científico técnico, principalmente equipos de laboratorios, muy difíciles de obtener directamente debido al criminal bloqueo norteamericano. Esto llenaba de placer a Subirana, quien siempre comentaba que muchos dirigentes de otros países hubieran depositado esos donativos en sus cuentas personales.

El tránsito por Paris

Transcurría mi quinto año como Embajador de Cuba en Francia, cuando tuvimos el privilegio de atender al Comandante en Jefe en su tránsito por París, rumbo a la cumbre del Movimiento de Países No Alineados que se celebró en Kuala Lumpur, Malasia, en febrero del 2003.

Con una avanzada de la seguridad personal, desde días antes todas las condiciones se habían preparado para que el Comandante en Jefe pudiera descansar durante las pocas horas que estaría en París. El alojamiento sería en el Hotel Holiday Lafayette.

Una joven española, jefa de reservaciones del hotel, a quien habíamos dicho que esperábamos a nuestro Ministro de Economía, no pudo ocultar su sorpresa cuando vio entrar la figura impresionante del Comandante en Jefe. Muy nerviosa, finalmente logró controlarse y nos dirigió hasta la habitación principal.

Repuesta del susto inicial, enseguida la joven apareció con el Libro de Honor en sus manos, cosa que traté de evitar para que el Comandante en Jefe pudiera iniciar su descanso después de tantas horas de vuelo, pero al escuchar nuestra conversación, pidió que la dejaran pasar. Después de la firma y algunas preguntas de carácter familiar como solía hacer Fidel con la gente sencilla y de pueblo, le pidió que le hablara de la hermosa vista de París que a través de la terraza se podía apreciar desde aquella altura. La joven fue respondiendo con bastante dominio de la situación todas las preguntas de Fidel sobre los distintos edificios y barrios más emblemáticos del centro de la capital francesa, hasta que se declaró incapaz de responder una pregunta inesperada para todos nosotros. “De qué material estaban hechos los techos casi uniformes de aquel color grisáceo oscuro que le daban a París esa característica tan especial”. Todos los allí presentes nos miramos mutuamente como buscando en el otro una respuesta satisfactoria, incluido nuestro Embajador ante la UNESCO, Rolando López del Amo, quien también había trabajado en los preparativos para recibir esta delegación. Ante nuestra ignorancia colectiva, me comprometí con el Comandante en Jefe hacerle llegar esa información antes de su arribo Kuala Lumpur.

Muy poco pudo descansar el Comandante en Jefe durante el tránsito; además de la visita de cortesía de un Ministro francés a nombre del Presidente de la República, la noticia sobre la presencia de Fidel en París corrió como pólvora, dando lugar a que muchos prestigiosos amigos de manera espontánea trataran de llegar hasta el hotel para saludarlo, entre ellos el famoso artista Gerard Depardieu, quien con un bouquet de flores en las manos contra vientos y mareas logró llegar hasta el piso 32 y conversar con su amigo Fidel.

El largo encuentro del Comandante en Jefe en el propio hotel con toda la Misión Estatal de Cuba en Francia, principalmente el personal de nuestra Embajada y de la Misión de Cuba ante la UNESCO, fue tal vez la experiencia que más nos marcó a todos durante nuestra misión en ese país. Para la mayoría de los presentes tuvo una pregunta familiar, una palmada en el hombro, una caricia para los menores, además de responder algunas preguntas, hablarnos sobre Cuba y los objetivos de su viaje a la Cumbre y otros países asiáticos. Todos tuvieron la oportunidad de quedarse con gráficas de aquel momento histórico.

Evidentemente, el Comandante en Jefe quedó muy satisfecho de su tránsito por París, en particular de ese caluroso encuentro con nuestro colectivo. Al partir, cuando desde la terminal aérea nos dirigíamos al avión, poniéndome un brazo en los hombros, me dijo: “Embajador, aquí tienes muy buen colectivo, cuídalo mucho”. Esas palabras sonarán en mis oídos para siempre. Y era verdad, ese colectivo era insuperable.

Todavía el avión de Cubana de Aviación no había abandonado el espacio aéreo francés, cuando un arquitecto amigo me sacó de la ignorancia, no sin antes echarse a reír y decirme que esa pregunta solo podía ocurrírsele a Fidel Castro, quien por los medios supo que se encontraba en París. Brevemente explicó que desde el Medio Evo en Francia se utilizaba la pizarra para cubrir los techos, ya que en invierno guarda el calor y en verano mantiene la temperatura fresca. Como ese mineral ya estaba prácticamente agotado, comenzó a utilizarse un zinc que no tiene iguales propiedades, pero sí imitaba muy bien su color y así se mantenía la tradición.

Me alegró mucho haber podido cumplir mi compromiso con el Comandante en Jefe.

Cuba es Fidel, Fidel es Cuba.

Es un placer representar a nuestro pueblo en un país donde tanto la Familia Real, como su pueblo, admiran y respetan al líder histórico de la Revolución Cubana.

Las relaciones de amistad y cooperación entre Cuba y Catar son excelentes y se corresponden con las que muchos años atrás forjaron el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y el Emir Padre del Estado de Catar, Su Alteza, Jeque Hamad bin Khalifa Al Thani.

Conversar con el Emir, el Emir Padre o cualquier otro miembro de la Familia Real, se convierte en una ocasión para siempre abordar la obra de Fidel, su pensamiento e ideales y el papel que personalmente desempeñó en la creación de las bases de nuestra amistad común, reflejada cotidianamente en la reacción de los cataríes cuando se enteran que uno es cubano, que representa a Cuba, porque para ellos, como para todos nosotros, Cuba es Fidel, y Fidel es Cuba.

La terrible noticia: Fidel ha muerto…

Cuando nos recuperábamos del agotamiento físico que nos dejó el intenso programa desarrollado por nuestro Canciller en ocasión de su visita oficial a Catar, a las 06.00 a.m. del 26 de noviembre del 2016, me despertó el celular. Medio dormido, pensé que sería una llamada de la delegación del Ministro, quien temprano esa noche había abandonado Doha con destino a Abu Dhabi. Pero no, era el compañero de guardia del Puesto Dirección del MINREX para darme la noticia que ningún revolucionario cubano hubiese querido jamás recibir: “Embajador, el General de Ejército Raúl Castro acaba de informar al pueblo por televisión que el Comandante en Jefe falleció esta noche. Ante mi desconcertado torrente de preguntas, el compañero afirmó no tener otras informaciones.

En medio de aquella triste noticia que nos agobiaba profundamente, recordé que por aquellos días su hijo mayor, Fidelito, se encontraba por Japón en un viaje de interés científico, pero no logré comunicarme con él ni ningún otro familiar cercano; todos sus teléfonos privados se encontraban fuera de servicio. En cambio, sí logré hablar de inmediato por teléfono con el Ministro Bruno, quien ya conocía la noticia y estaba en los trámites para regresar a La Habana por la vía más expedita. Se cancelaba la visita oficial a Emiratos Árabes Unidos.

Esa mañana no dejaron de sonar los celulares de nuestros funcionarios, ni las dos líneas oficiales de nuestra Embajada. Los compañeros de nuestra Brigada Médica, cubanos residentes en Catar, periodistas y cadenas de televisión, funcionarios de gobiernos, diplomáticos, personas simples del pueblo, todos querían confirmar las noticias y obtener más informaciones sobre el fallecimiento del Comandante en Jefe, al tiempo que nos transmitían sus condolencias. Desde la propia Cuba nos llamaban familiares nuestros y amigos.

Una de las llamadas que recibimos de La Habana fue de la compañera Irma Sherton, quien trató de entrevistarnos para la TV Nacional. Quería conocer cómo la noticia había repercutido en Catar, pero finalmente no insistió. Por mucho esfuerzo que hice, solo se me escaparon algunos sollozos. Un nudo atravesado en la garganta no me dejaba hablar.

Al igual que a mí, aquella triste noticia había impactado fuertemente al resto del colectivo, Gloria, Yanier y Lourdes; no estábamos debidamente preparados para aceptar la idea de que el Comandante en Jefe nos abandonaría físicamente algún día, aunque al mismo tiempo, todos sabíamos que ese momento llegaría más temprano que tarde.

Como destellos fugaces comenzaron a pasar por mi mente toda una serie de recuerdos de experiencias personales que vivirán en mí hasta mi último aliento. La entrada victoriosa de Fidel a La Habana al frente de las fuerzas rebeldes, su discurso al pueblo desde el balcón del antiguo Palacio Presidencial denunciando el inicio de las agresiones de Estados Unidos contra Cuba e invitando al pueblo a organizarse en Milicias y Comités de Defensa de la Revolución; su reunión una madrugada de 1961 con un grupo de maestros voluntarios para hablarnos de una tarea muy importante que nos asignaría la Revolución; aquella larga noche de 1976 en que tuve el privilegio que servirle de intérprete en una conversación inolvidable con el Presidente argelino Abdelaziz Bouteflika; el tratamiento amable y delicado que tuvo conmigo en ocasión de su reunión en el Palacio de la Revolución con el Presidente Robert Mugabe de Zimbabwe, siendo yo Embajador en ese país; la vez que en una cena privada alabé un vino francés sobre el resto de los otros que habían servido, y medio en broma Fidel exclamó: “tu nada sabes de vinos o dices eso para “guataquearle” a la Ministra”. Se trataba de la Ministra de Turismo francesa de visita en Cuba. Tampoco olvidaré las deferencias que tuvo conmigo en ocasión de la reunión que sostuvo con el Príncipe Heredero Monseñor Alberto de Mónaco, a quien acompañé en el 2002 en su primer y único viaje privado a La Habana, ni el tránsito de Fidel por París hacia la Cumbre de Países No Alineados en Kuala Lumpur, cuando al abordar el avión me dijo: “Embajador, tienes muy buen colectivo, cuídalo mucho”. En fin, ese día vinieron a nuestra mente aquellas imágenes inolvidables de Fidel sobre un tanque en las arenas de Playa Girón donde nuestras fuerzas dirigidas por él acababan de proporcionar la primera gran derrota del imperialismo en América o dirigiendo en la primera línea el enfrentamiento y la recuperación de los frecuentes huracanes que azotan nuestra Isla. Cómo olvidar sus extensos discursos convertido en un verdadero maestro educando políticamente a su pueblo, sus constantes llamados acerca de la importancia de la unidad de las filas revolucionarias, la prioridad que siempre otorgó al desarrollo de los recursos humanos del país mediante la educación, la salud, el deporte cómo derechos universales a disfrutar por todo el pueblo; Fidel desde la lejana Cuba dirigiendo la estrategia militar que finalmente derrotó las fuerzas racistas del Apartheid en Angola; Fidel, el solidario con las justas causas de los pueblos de Puerto Rico, Palestina, el Sahara Occidental. Nuestro Comandante en Jefe dándonos alientos y fortaleciendo la confianza en nuestras propias fuerzas, demostrándonos que sí se puede resistir y enfrentar al imperialismo, que sí se podía salvar la Revolución y el socialismo cuando desaparecía todo el campo socialista europeo. Tantos recuerdos y reflexiones se mezclaban en esos momentos…

Durante 10 días permaneció abierto en la Embajada el Libro de Condolencias que recogió cientos de firmas, la mayoría con mensajes muy conmovedores, incluso de representantes de países políticamente bastante lejanos de la Cuba revolucionaria.

Además de los mensajes del Emir, Vice Emir y Primer Ministro del Estado de Catar y la firma del Libro de Condolencias por altos dirigentes del Ministerio de Relaciones Exteriores y de otras entidades oficiales, lo que más nos conmovió fue la actitud asumida por el gran amigo del Comandante en Jefe, el Emir Padre del Estado de Catar, Su Alteza Sheikh Hamad bin Khalifa Al Thani. Ese mismo día me llamó su principal asistente personal interesándose por el programa de las honras fúnebres. En horas de la noche del propio 26 de noviembre conocimos por el Director de Protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores que el Padre Emir había dado instrucciones de preparar de inmediato un avión presidencial para asistir a las honras fúnebres que tendría lugar en la Plaza de la Revolución, donde deseaba pronunciar un discurso. Con mucho celo guardamos la grabación en árabe y la traducción al español de las palabras de Su Alteza el Emir Padre ante más de un millón de cubanos reunidos allí en la Plaza para despedir a su querido Comandante en Jefe y en presencia de cientos de Jefes de Estado o Gobierno, dignatarios y destacadas personalidades de todo el mundo. Nuestro pueblo jamás olvidará este gesto fraterno de Su Alteza el Emir Padre, y su conmovedora alocución destacando las virtudes de Fidel, no solo como guía histórico de la Revolución Cubana, sino como uno de los más grandes líderes del movimiento de liberación nacional a nivel internacional.

Aunque cada día tratamos de honrarle con nuestra actitud ante el trabajo y la vida, durante el resto de nuestra misión en Catar, le hemos rendido homenaje al Comandante en Jefe en ocasión de cada aniversario de su desaparición física, en compañía de representantes del Gobierno catarí, miembros del cuerpo diplomático, integrantes de la Brigada Médica que labora en el Hospital Cubano de Dukhan y la comunidad cubana residente, así como otros amigos cataríes y extranjeros residentes.

CONFLICTO DE INTERESES

El autor declara que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.

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