Valoración de los aportes de la Revolución Cubana a la izquierda latinoamericana actual*

Assessment of the contributions of the Cuban Revolution to the current Latin American left

Dra. C. Nidia Alfonso Cuevas

Doctora en Ciencias Económicas. Profesora Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García. Presidenta de la Comisión Nacional de Carrera en Relaciones Internacionales, e-mail: nidia@isri.minrex.gob.cu



Recibido: 20 de enero de 2020 Aprobado: 3 de febrero de 2020



RESUMEN Para los jóvenes del siglo xxi, la Revolución Cubana resulta algo prehistórico para sus realidades. En no pocas ocasiones, el tratamiento mediático al proceso revolucio- nario cubano se asocia con una práctica socialista dogmática y burocrática que se derrumbó en 1989 y que poco tiene que aportar al socialismo en el presente siglo y mucho menos, a la izquierda latinoamericana y caribeña.

Desde la aparición del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra comandado por Fidel Castro hasta el presente, el objetivo del capitalismo y sobre todo de Estados Unidos, ha sido desaparecer la Revolución Cubana sin escatimar medios ni pre- textos. Sin embargo, es innegable que la estrategia de exterminio adoptada, no ha sido eficaz y, por el contrario, sigue siendo Cuba la prueba irrefutable de que hay alternativas al capital financiero globalizado y neoliberal.

Este artículo pretende compartir algunas lecciones, además de presentar desa- fíos que deberán asumir los movimientos sociales y las fuerzas políticas que pre- tendan enfrentar al capitalismo en el siglo xxi. Para ello deberá asumirse que el asedio que ha sufrido y aún sufre la Revolución Cubana ha generado enseñanzas para defensores y detractores y por consiguiente, el escenario de confrontación ha ido escalando en agresividad. Esto demanda estrategias y respuestas revo- lucionarias inteligentes y con mayores niveles de articulación entre todas las fuerzas anticapitalistas. De lo que se trata hoy es de no olvidar quienes son los verdaderos enemigos y alcanzar la unidad a pesar de la diversidad.

Palabras claves Revolución Cubana, movimientos sociales, capital financiero transnacional, socia- lismo.



ABSTRACT For the young people of the 21st century, the Cuban Revolution is something pre- historic for their realities. Not infrequently, the media treatment of the Cuban revo- lutionary process is associated with a dogmatic and bureaucratic socialist practice that collapsed in 1989 and that has little to contribute to Socialism in the present century and much less to the Latin American and Caribbean left. All these ideas are those that have been “socialized” by the transnational monopolies that dominate the so-called “4th Industrial Revolution” and by the “thinking tanks” that theoreti- cally sustain them.



Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International, que permite su uso, distribución y reproducción en cualquier medio, siempre que el trabajo original se cite de la manera adecuada.

* Este trabajo fue presentado en el VII Encuentro de Estudios Sociales desde América Latina y el Caribe, desarrollado en Univer- sidad Federal de la Integración Latinoamericana (ICAL-UNILA) de Foz de Iguazú (PR), Brasil, del 20-22 de noviembre de 2019.


From the appearance of the Rebel Army in the Sierra Maestra commanded by Fi- del Castro to the present, the objective of capitalism and above all of the United States, has been to disappear the Cuban Revolution without sparing any means or pretexts; however, it is undeniable that the extermination strategy adopted has not been effective and, on the contrary, it continues to be Cuba, the irrefutable proof that there are alternatives to globalized and neoliberal financial capital.

This paper seeks to share some lessons as well as to present challenges to be faced by social movements and political forces seeking to confront capitalism in the 21st century. In order to do so, it must be assumed that the siege that the Cu- ban Revolution has suffered and still suffers has generated teachings for defend- ers and detractors and, consequently, the scenario of confrontation has been escalating in aggressiveness. This demands intelligent revolutionary strategies and responses with greater levels of articulation among all the anti-capitalist forces. What is at stake today is not to forget who the real enemies are and to achieve unity in spite of diversity.

Keywords Cuban Revolution, social movements, transnational financial capital, socialism.




INTRODUCCIÓN

La Revolución Cubana triunfa a casi un siglo del inicio de las luchas independentistas iniciadas en 1868 y encabezada por jóvenes que se reconocie- ron a sí mismos como la Generación del Centena- rio. Para personas no familiarizadas con la historia de Cuba estos elementos no significan nada, sin embargo, ambos encierran parte de la singularidad de un proceso emancipador martiano y marxista.

José Martí es para los cubanos el Apóstol y ese término que en otros contextos se asocia a la reli- gión y a la mística, resume el ansia y el camino de una nación decidida a ser libre y soberana. Su corta e intensa vida, de apenas 42 años, estuvo dedicada en pleno a forjar la unidad entre los cubanos que vivían dentro y fuera de Cuba. Dueño de un verbo en prosa y en rima, capaz de conmover, de conven- cer y de llevar a la lucha a quien le escuchara, per- cibió que el único camino para la independencia era que todos los patriotas antepusieran sus intereses personales en pos de la Patria, de la nación.

De niño fue testigo de los horrores de la escla- vitud y del presidio. Vivió en el exilio y recorrió una parte importante de América Latina como periodista y como cónsul de algunas naciones de la región. Sin embargo, lo que marcó su pensamiento político fue su estancia en Estados Unidos.

Al narrar la cotidianeidad de la vida norteameri- cana y con ello diseccionar la conciencia social de ciudadanos y políticos, va descubriendo y alertando acerca del peligro que se viene instituyendo para Nuestra América. No es casual que en la carta a su

amigo Manuel Mercado considerada su testamento político expresara: “[…] ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber

—puesto que lo entiendo y tengo fuerzas con qué realizarlo—de impedir a tiempo con la independen- cia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso” (Martí, 2001).

En pos de aunar todos los esfuerzos indepen- dentistas, Martí promueve la creación del Partido Revolucionario Cubano en abril de 1892. Su obje- tivo esencial era el de organizar la independencia de Cuba y apoyar, en todo lo posible, la de Puerto Rico. Como el Partido Revolucionario Cubano tenía una actuación histórica y un ideario en función de los intereses del pueblo cubano, en la práctica funcionó como el partido de las masas populares cubanas, ya que la gran burguesía se autoexcluyó. El Partido Revolucionario Cubano estaba formado fundamen- talmente por obreros, campesinos y la pequeña burguesía. El carácter radical de sus contenidos pro- gramáticos, lo convirtió en promotor de la revolución más profunda y democrática en todo el siglo xix.

Ese Martí nacido en 1853 es el que marca la

Generación del Centenario, pues es la que en 1953 asalta al Cuartel Moncada y con esta acción inicia la etapa final de la lucha armada por la independencia definitiva de Cuba. No olvidar que desde marzo de 1952 con el golpe de Estado de Fulgencio Batista, se había instaurado una sangrienta dictadura militar que no tuvo nada que envidiar a las que posterior- mente se desarrollarían en la región.


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El Moncada y el alegato de defensa del joven abogado Fidel Castro no pueden ser callados tras- cendiendo de manera clandestina, a los oídos y manos del pueblo. De hecho ese alegato cono- cido como “La Historia me Absolverá” se convirtió en el programa político de la Revolución Cubana. El escrito no solo recoge los elementos de defensa. Define pueblo como categoría histórica, además de los seis problemas esenciales que debían ser resueltos: la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación y la salud.

La historia posterior ha sido divulgada, el juicio, el presidio, el exilio, el Granma y la estrategia de la guerra de guerrillas en la Sierra Maestra. Sin embargo, lo que en no pocas ocasiones se obvia es el cómo se fue construyendo el sentido ético y revolucionario de un proceso que no solo tuvo la sierra sino también el llano. El llano para los cuba- nos significó la clandestinidad, la lucha silenciosa en las ciudades y en la que se integraron personas de cualquier estrato social desde los más humildes hasta las clases altas de la burguesía.

De este modo se generó un movimiento social que agrupó cubanos dentro y fuera del país fueran estudiantes, obreros, intelectuales o campesinos. El factor de unidad: la lucha contra la tiranía y por la independencia nacional.


DESARROLLO

El Socialismo en Cuba

Parafraseando al Comandante Fidel Castro, nadie imaginaba que la verdadera revolución comenzaba una vez alcanzado el gobierno, pues la toma del poder recién comenzaba. Es precisamente en ese

momento donde se comienza a desatar la agresi- vidad imperialista en todas sus dimensiones. Los sabotajes a la economía, las presiones financieras y comerciales, las agresiones militares y el enjuicia- miento internacional se utilizan hasta hoy, como los instrumentos básicos del aislamiento internacional para las naciones que como Cuba, han osado desa- fiar el poder imperialista.

Mucho se ha escrito sobre las relaciones de Cuba con la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Para algunos fuimos un satélite y para otros un mal necesario. Pero no es posible obviar el contexto en que se comenzaron estas relaciones marcado por la soledad y la ausencia de solidaridad hacia la causa revolucionaria en un escenario de guerra fría satanizando al comunismo.

La esencia es que Cuba dispuso de dos recur- sos para garantizar dos actividades importantes: En primer lugar, para despegar su estrategia de desa- rrollo contra el subdesarrollo y como segunda y no menos esencial, para defenderse profesional y mili- tarmente. La formación de miles de profesionales en la Europa socialista creó un potencial humano único en la región y con ello posibilitó enfrentar el derrumbe posterior del campo socialista. A la par posibilito la creación de universidades en todas las provincias de un país que hasta 1959 solo contaba con tres: la Universidad de la Habana, la Universi- dad Central de las Villas y la Universidad de Oriente. En el plano militar es conocida la tradición de fabricación de armamentos de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, devenida hoy en Rusia, lo que sin duda alguna amplió las posi- bilidades defensivas frente a los vecinos del Norte. Esa alianza militar se enriqueció con la experiencia ganada en la guerra de guerrillas desplegada en Cuba y con formidable preparación del Ejército Rojo y su probada eficacia en la Segunda Guerra Mundial

y la defensa posterior del joven Estado soviético.

En cuanto a desmitificar la Cuba satélite de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas deben bastar argumentos tales como su posición interna- cional frente a la agresión de Angola, la solidaridad contra el sistema colonial y a favor de los procesos independentistas, el Movimiento de Países No Ali- neados y tantos otros. La política exterior cubana guiada por los principios de respeto a la soberanía de los pueblos y la no injerencia en los asuntos inter- nos de las naciones, ha validado su compromiso con los intereses soberanos de la revolución y no como simple subordinado de ninguna otra nación.

A partir de la década de los años sesenta del siglo xx, comienzan a extenderse los estudios mar- xistas en Cuba, aunque es oportuno aclarar que estas ideas no eran nuevas en la isla. La existencia de un Partido Socialista y de respetados comunistas dentro del proceso revolucionario así lo atestiguan, por lo que no es casual que en 1965 se constituya el Partido Comunista de Cuba y que este bajo el principio de la unidad se erija además como partido único en la Revolución Cubana y como continua- dor del Partido Revolucionario Cubano fundado por Martí en 1892.

Desde el propio 1959, el arsenal contrarrevolu- cionario está obstaculizando el proceso de radica- lización de la Revolución Cubana por lo que cabría preguntarse: ¿se hubiera declarado socialista la Revolución Cubana en 1961 sin las agresiones norteamericanas? Esta autora considera que esa declaración hubiese sido mucho más tardía. Incluso es posible, que no se hiciera tan pública y contun- dente, pues el paradigma emancipador que preva- lecía hasta 1959 era martiano. Paradigma que no desdeñaba la lucha armada además de defender la unidad, la dignidad y la educación como instrumen- tos emancipadores frente a la voracidad imperialista. Ese pensamiento era suficiente para justificar por si solo la defensa del proyecto nacional. Esta base ideológica humanista, independentista, lati- noamericanista, pero sobre todo antiimperialista, contribuye a que el marxismo encuentre un desa- rrollo de pensamiento social y una cultura política, que le permite, a través de los crecientes niveles de escolaridad que se van alcanzando, expandir y con- solidar su presencia. Se funden ambos pensamien- tos creando una visión martiana y marxista desde el subdesarrollo que ha permitido la supervivencia del proceso más allá del derrumbe y de sucesivas e

intermitentes soledades ideológicas.

En esta mixtura ideológica resalta la visión estra- tégica de Fidel como líder indiscutible en la teoría y en la práctica revolucionaria. Al decir de Raúl Roa, conocido como el Canciller de la Dignidad, “yendo al futuro y regresando para contarlo” y construyendo de paso, una sociedad martiana, socialista y autóctona.


Algunas lecciones para el siglo xxi

De algún modo, el proceso cubano ha deve- nido en experimento social que ofrece lecciones tanto para el anticapitalismo como para el capi- talismo. Dicho de otro modo, en laboratorio para

probar cuanto podía durar o no, una revolución en este continente. Sin importar el orden cronológico de aparición, se proponen algunas enseñanzas que consideran esenciales para ambos bandos. Se debe aclarar además que algunas pueden identi- ficarse con la década del triunfo de la revolución, pero otras se derivan de su propia permanencia por más de sesenta años.

En primer lugar, la simbiosis entre programa polí- tico y proyecto nacional. No es posible avanzar en un proyecto social sin al menos un propósito unificador en el que se representen las aspiraciones esencia- les del país y con el que se identifiquen sus fuerzas sociales. El pluripartidismo como símbolo de demo- cracia ha demostrado su ineficiencia para alcanzar tanto consensos sociales como votos electorales.

En segundo lugar, desde finales del siglo xx la vía electoral se convirtió en la más utilizada para lle- gar al gobierno. La lucha armada pareciera ser cosa del pasado, sin embargo, no es posible obviar que el imperialismo se ha vuelto más agresivo y con- servador. Recordando a Lenin, a la violencia impe- rialista deberá oponerse la violencia revolucionaria por lo que no debiera descartarse definitivamente el enfrentamiento armado.

Por otra parte, es común que para alcanzar la victoria electoral se establecen alianzas políticas con partidos de la derecha y de la izquierda. El peli- gro radica en que una vez ganada la elección debe corresponderse el favor con lo que es posible que lo revolucionario del proyecto se pierda por la contra- posición de los propios aliados y sus agendas parti- culares dentro del gobierno.

Derivada de esa necesidad de violencia, deben tenerse en cuenta los aparatos represivos: ejército y policía. En ambos prevalece en nuestra región el sistema de castas que se sostiene en considerables proporciones por la vía hereditaria y por el tráfico de influencias. Ello los hace profundamente conserva- dores y comprometidos con la oligarquía dominante de la cual son aliados incondicionales. De ello se infiere la necesidad apremiante de cambiar la base social de ambos aparatos. Se trata de comprometer- los con el proceso político y con sus bases sociales. Si alguna duda quedara, los sucesos que en Bolivia se están desarrollando, bastan para confirmarlo.

En el caso de Cuba, el Ejército Rebelde, creado en la Sierra Maestra y vencedor en el enfrentamiento a la tiranía batistiana, se convirtió en el núcleo cen- tral de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y de los órganos de inteligencia. En paralelo se crearon

las Milicias Nacionales Revolucionarias con el pro- pósito de entrenar al pueblo para defenderse ante posibles agresiones armadas.

En tercer lugar y muy vinculado con el punto anterior, la inaplazable necesidad de formar una conciencia política y revolucionaria. De lo que se trata es de crear ciudadanos politizados defensores del proyecto, no crear solo consumidores de bene- ficios sociales.

Dentro de las primeras acciones de la Revolución Cubana estuvo la Campaña de Alfabetización que concluyó en diciembre de 1961. En paralelo se rees- tructuró todo el sistema de educación pública dando lugar a la creación de centros de enseñanza para todos los niveles de instrucción, incluyendo los de formación política y militar. Con ello se creaba una estrategia de defensa revolucionaria que descan- saba esencialmente en el pueblo preparado política y militarmente. Como ejemplo emblemático puede citarse el papel de las Milicias Revolucionarias en Playa Girón (1961) o el concepto de Guerra de todo el Pueblo que ha predominado desde el denomi- nado Periodo Especial en Tiempo de Paz (década de los años noventa del siglo xx).

En cuarto lugar, todas las experiencias anticapi- talistas que se han desarrollado desde el siglo xx y lo que va del siglo xxi, han tenido lugar en países subdesarrollados o lo que es igual, en naciones con bajo desarrollo de sus fuerzas productivas y, por consiguiente, escaso nivel de socialización de su sistema productivo. Por lo que más que periodos de transito del capitalismo al socialismo son periodos de desmontaje del subdesarrollo.

En quinto lugar y asociado con el enunciado anterior, la independencia política no es suficiente sino se complementa con la económica. En condi- ciones de dominio imperialista y de globalización, el poder transnacional del capital financiero se erige como instrumento de dominación y dependencia. La estructura económica deformada, característica de los países que han optado por la vía anticapita- lista, se enfrentan a una baja tasa de ahorro interno, bajos niveles de productividad e insuficiente capaci- dad de inversión para generar fuentes de empleo en sectores productivos.

Estas transformaciones requieren de periodos de tiempo que superan cualquier etapa presidencial posible por lo que se corre el riesgo de que aun- que se inicien, la alternancia política que establecen los sistemas electorales capitalistas, no permita su continuidad ni mucho menos su transformación. La

estructura económica y social de una nación precisa de no menos de 50 años para desplegarse, supo- niendo que la nación en cuestión no resulte blanco de asedio militar ni bloqueo económico. Es por ello que debe resolverse la permanencia del proyecto nacio- nal en el gobierno por la vía constitucional (asam- blea constituyente y reelecciones) acompañada por la formación de una base social que garantice la detección y desarrollo de nuevas figuras políticas que avale la permanencia temporal.

En sexto lugar, el aprendizaje de la derecha es más rápido en cuanto a generar respuestas opor- tunas a sus fracasos. De hecho, la pérdida de unas elecciones es aprovechada para reestructurar fuer- zas sociales y políticas, crear nuevas figuras y des- prestigiar a cualquier líder de la izquierda actual o potencial. De igual modo se torna más suspi- caz ante cualquier signo de cambio en gobiernos democráticos.

A partir de que la Revolución Cubana derrotó la dictadura de Batista, los gobiernos represivos que le sucedieron en la región (Bolivia, Nicaragua, Brasil, Argentina, Chile, entre otros) lo fueron mucho más. Para algunas de estas naciones significó el desa- parecer a casi una generación de jóvenes. Fue una reacción para evitar una nueva revolución socialista en América Latina.

El golpe de Estado como instrumento de deses- tabilización es, sin duda alguna, la herramienta más manida ya que ha sido objeto privilegiado de muta- ciones. Las décadas de los años cincuenta a los noventa del siglo xx, se caracterizó por una esca- lada sangrienta destinada a desaparecer cualquier persona que se considerara enemigo real o poten- cial del sistema.

En el siglo xxi, aunque no se abandona definitiva- mente lo anterior, se incorporan otros componentes que “suavizan”, que “humanizan” el estilo. Debe recor- darse que casi no hay guerrillas en América Latina (excepto Colombia) y que los gobiernos considera- dos progresistas y de izquierda en esos años,1 han llegado por la vía electoral con amplia aceptación de las masas populares. Ello provoca la aparición de los denominados “golpes blandos” como el de 2009 a Manuel Zelaya en Honduras o el perpetrado contra Fernando Lugo en 2012 en Paraguay.



1 Néstor Kirchner en Argentina, Hugo Chávez en Venezuela, Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil, Rafael Correa en Ecua- dor, Daniel Ortega en Nicaragua y Evo Morales en Bolivia, entre otros.

A partir de la segunda década donde no es fac- tible este método, se añade la judicialización de la política, los impeachment o simplemente los juicios políticos. Su pretexto básico es alguna manifesta- ción de corrupción. Su objetivo es desprestigiar a líderes consolidados o potenciales ganadores de futuras elecciones. En esta modalidad, la lista ha ido creciendo. Citemos a Rafael Correa y Jorge Glass expresidente y vicepresidente de Ecuador, respec- tivamente, Luiz Inacio Lula de Silva y Dilma Rou- seff en Brasil y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina por tan solo mencionar a algunos.

Dentro de las estrategias actuales está el tra- bajar sobre las ideas y los valores. En este sentido destaca la creación de redes sociales entre orga- nizaciones de diversa índole pero direccionadas por la Agencia Internacional para el Desarrollo, la Fundación Nacional para la Democracia y el Cen- tro Internacional de la Empresa Privada. Se pro- mueve el empoderamiento comunitario aislando las comunidades de la política nacional. De esta manera se promueven los emprendedores como parte del desarrollo local cooptando los intereses locales con lo cual las políticas macroeconómicas y nacionales quedan bajo el monopolio de las oli- garquías financieras transnacionales. Al decir de la Dra. Yazmin Vázquez: “[…] la derecha trabaja combinando seducción con coacción, según se requiera, para eliminar de forma radical cualquier oposición, presente o en futuro potencial” (Váz- quez Ortiz, 2019).

Sin pretender agotar el tema de lecciones y desa- fíos, las fuerzas anticapitalistas no pueden sobrees- timar su capital político ni desestimar las reservas de capital político de la derecha conservadora. En este sentido debe protegerse la base social, alfa- betizarla políticamente, identificando y preparando a los líderes potenciales, escuchando los reclamos, discutiendo y convenciendo. En estas acciones va la vida de cualquier revolución social. A la par no olvidar que cada ciudadano hoy al amparo de las tecnologías de información y comunicación, es un socializador de nuestros actos y discursos. Esta inmediatez puede convertirse en aliada o enemiga, de nosotros depende. Recordar siempre que todo espacio social o político que se abandone será ocu- pado por las fuerzas contrarias.

Si alguna duda quedara hoy de la relevancia política ejemplar que a sus sesenta años todavía ostenta la Revolución Cubana, preguntémosle a la administración de Donald Trump el porqué de su

agresividad. Si para los Estados Unidos Cuba es un total fracaso ¿Por qué gastar tiempo y recur- sos? Si el socialismo es inviable ¿Por qué no esperar a que caiga por sus propios errores? La respuesta es simple: la Revolución sigue aquí y seguimos viviendo para contarlo. Ese es nuestro pecado imperdonable.


CONCLUSIONES

La Revolución Cubana es resultado de la conti- nuidad histórica de las luchas por la independencia nacional y en la que se articularon todas las fuerzas políticas comprometidas con ello.

La agresividad estadounidense hacia la Revolu- ción Cubana aceleró la declaración pública de su carácter socialista.


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El proceso revolucionario cubano logró sintetizar el pensamiento martiano con el marxista-leninista adecuándolo a las tradicionales aspiraciones inde- pendentistas que habían signado más de 100 años de lucha.

El partido único constituye un elemento de conti- nuidad en las luchas emancipadoras cubanas.

El imperialismo en el siglo xxi se ha tornado más reaccionario por lo que resulta esencial desarrollar nuevas respuestas revolucionarias que no descar- ten la lucha armada.

Como componente aglutinador en las luchas sociales y populares se precisa un programa político que represente la aspiración más esencial de todas las fuerzas que lo integran.

Una vez que las fuerzas sociales o la izquierda arriben al gobierno es preciso cambiar la estructura

social de los cuerpos represivos (policía y ejército) de manera tal que se conviertan en defensores del proyecto y no de las clases explotadoras.

El golpe de Estado como instrumento desesta- bilizador ha incorporado nuevas formas, pero su objetivo se mantiene: derrocar todo gobierno que atente contra los intereses del capital financiero transnacional.


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