Las relaciones entre Estados Unidos e India desde el discurso presidencial estadounidense (2000-2020)

U.S.-India relations from the U.S. presidential discourse (2000-2020)

 

M. Sc. Julio Francisco Sotés Morales

Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales. Lic. En Relaciones Internacionales. Especialista en Asia Meridional del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), La Habana, Cuba. sotesjulio@gmail.com

0000-0002-8066-9104

Cómo citar: Sotés Morales, J. F. (2024). Las relaciones entre Estados Unidos e India desde el discurso presidencial estadounidense (2000-2020). Política internacional, VI(Nro. 4), 260-282. https://doi.org/10.5281/zenodo.13857188

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.13857188

 

Recibido: 22 de julio de 2024

Aprobado: 20 de agosto de 2024

publicado: 9 de octubre de 2024

 

RESUMEN El discurso político de los presidentes de Estados Unidos William Clinton, George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump hacia la India evidencia el estado de las relaciones bilaterales. La apertura de un nuevo ciclo de vínculos multisectoriales, la lucha contra el terrorismo, la relevancia de la ubicación geográfica estratégica de la India para la política del pívot asiático y el peso que se le otorgó en la proyección norteamericana hacia el Indo-Pacífico, determinó una mayor atención de los gobiernos estadounidenses hacia Nueva Delhi. El uso de marcadores discursivos, los simbolismos, los cortejos y halagos y la apelación a las relaciones personales entre sus líderes influyeron sobremanera en un avance histórico de los lazos políticos, diplomáticos, económicos, comerciales y de seguridad.

Palabras claves: Estados Unidos, India, discurso presidencial, relaciones bilaterales, política exterior

 

 

ABSTRACT The political discourse of US Presidents William Clinton, George W. Bush, Barack Obama and Donald Trump towards India evidences the state of bilateral relations. The opening of a new cycle of multi-sectoral ties, the fight against terrorism, the relevance of India's strategic geographic location for the Asian pivot policy and the weight given to it in the US projection towards the Indo-Pacific, determined a greater attention of the US governments towards New Delhi. The use of discursive markers, symbolism, courtship and flattery, and the appeal to personal relationships between their leaders greatly influenced a historic advance in political, diplomatic, economic, commercial and security ties.

Keywords: Keywords: United States, India, presidential address, bilateral relations, foreign policy, foreign policy

 

 

INTRODUCCIÓN

Las relaciones bilaterales entre Estados Unidos (EE.UU.) y la India experimentaron un auge sin precedentes a finales de los años 90. El año 1991 marcó el inicio de un proceso de liberalización económica en India debido a la desaparición de su principal socio comercial y de defensa, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ello constituyó un giro muy significativo en una relación histórica de fricciones con su par estadounidense, en donde el apoyo a Pakistán fue un aspecto central. La visita oficial de William Clinton a Nueva Delhi a inicios de los años 2000 significó un momento histórico entre los dos países y el comienzo de una relación más sólida en los ámbitos político, económico-comercial, energético, cultural y de seguridad.

El gobierno de George W. Bush fue el encargado de ampliar las relaciones indoestadounidenses, mediante el establecimiento de numerosos mecanismos de diálogo bilateral sobre asuntos económicos y comerciales, además de un alivio en las sanciones adoptadas a raíz de los ensayos nucleares indios de 1998. De igual forma, las estrategias de Asian pivot y rebalance durante el gobierno de Barack Obama dirigidas a la región de Asia-Pacífico posibilitaron que EE.UU. se convirtiera en el primer socio comercial de India, el principal destino de sus exportaciones y la tercera fuente de importaciones en el comercio de bienes. Asimismo, durante la administración de Donald Trump se profundizó dicha relación bilateral, principalmente en los ámbitos del comercio, la defensa y la seguridad.

La política exterior de EE.UU. hacia India se basa en la cooperación bilateral, dirigida a la contención del avance del poderío de China (RPCh) en la región, y promover así un equilibrio de poder en Asia, supuestamente favorable para India y para toda Asia, aunque en realidad privilegia a los propios EE.UU. Para EE.UU., más allá de la importancia que supone el creciente mercado indio y las potencialidades de su numerosa población joven y con dominio del idioma inglés, es el factor estratégico y geopolítico el que ubica a sus relaciones con India en un foco de atención priorizado en la zona asiática. Desde la caída de la URSS y ante la reemergencia global de China, la relación entre India y EE.UU. ha ganado volumen basada en la complementariedad económica y en los intereses geopolíticos.

India se encuentra geográficamente ubicada en el centro de las principales rutas de conectividad trazadas por China hacia el Medio Oriente y África dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR). Tal iniciativa representa para los intereses indios una amenaza a sus aspiraciones a convertirse en la potencia dominante en el Sur de Asia y, por consiguiente, a mantener una posición favorable en el conflicto histórico con Pakistán. Dichos intereses convergen con las aspiraciones estadounidenses de frenar el avance de China en la región asiática, enfocando a India como el bastión de dicha contención en la zona. La presencia de India puede contrarrestar la creciente influencia china en Myanmar y Tailandia, así como lo que algunos temen que sea la aspiración china para la consolidación de una “cortina de bambú” en el sudeste asiático.

Las investigaciones, artículos y libros identificados para la realización de la presente investigación están centrados principalmente en el análisis de la evolución de los vínculos indoestadounidenses desde el período de Guerra Fría hasta el gobierno de Donald Trump. Se enfatiza en los aspectos económicos, geopolíticos y estratégicos que unen a ambos países, así como los logros de cada administración estadounidense desde Clinton hacia un mayor reforzamiento de las relaciones multisectoriales. Sin embargo, no se identificaron estudios dirigidos al análisis de estas relaciones desde el punto de vista discursivo ni de las estrategias de política exterior de EE.UU. hacia la India en ninguno de los períodos presidenciales comprendidos desde el año 2000 hasta el 2020.

Es por ello que este ensayo, resultado de la tesis del autor en opción al grado científico de Máster en Historia Contemporánea, mención en Relaciones Internacionales por la Universidad de La Habana, abordará la política exterior de Estados Unidos hacia la República de la India en el siglo XXI, enfocada desde el rol que ha desempeñado en estas relaciones bilaterales el discurso político presidencial estadounidense.

DESARROLLO

1. La visita de William Clinton a India: el inicio de una nueva era en las relaciones.

En la última semana de marzo del año 2000, William Clinton visitó el Sur de Asia. Su visita a la India fue la más significativa pues era la primera vez que un presidente estadounidense viajaba a ese país en 22 años. Tal acontecimiento se enmarcó en una nueva estrategia de EE.UU. hacia ese país. Por un lado, para frenar su potencial tecnológico y de defensa y mantenerlo bajo control; y por otro, para cooptar a la India como potencia regional bajo su paraguas hegemónico.

A dos años de los ensayos nucleares de 1998, la política norteamericana se enfocó en interactuar con India en una gran diversidad de asuntos, en lugar de aislarla, a pesar de que persistían diferencias de opinión y, en menor medida, la desconfianza. La visita de Estado de Clinton a India se efectuó durante 4 días e incluyó reuniones con el presidente indio, con su primer ministro Atal Behari Vajpayee, conferencias de prensa, un discurso en la sesión conjunta del Parlamento indio y la divulgación de una declaración institucional.

En un intercambio de brindis durante el recibimiento oficial del líder estadounidense en Delhi por su homólogo, las expresiones de Clinton a favor del reconocimiento de los logros de la India a lo largo de su historia milenaria estuvieron presentes. Los aportes de los indios a la ciencia, la innovación y las tecnologías de la época se evidenciaron cuando expresó: “la era de las computadoras difícilmente sería posible sin el sistema decimal inventado en la India. Y, muy apropiadamente, el 30 por ciento de los ingenieros de software del mundo hoy son indios” (White House, 2000c). Además, Clinton reconoció los aportes de la filosofía gandhiana en la historia contemporánea norteamericana al afirmar que “todo estadounidense que se haya dejado llevar por la filosofía universal de la no violencia, todo estadounidense cuya vida haya sido transformada por el movimiento de derechos civiles, tiene una deuda con la India” (White House, 2000b).

También se reconoció el valor de la diáspora india en EE.UU. al mismo tiempo que el descuido y las incomprensiones mutuas a lo largo de los 30 años precedentes. “Mi país se ha enriquecido con las contribuciones de más de un millón de indios americanos, desde Vinod Dahm, el padre del chip Pentium; hasta Deepak Chopra, pionero de la medicina alternativa; a Saveer Bhatia, creador del sistema de correo gratuito hotmail, el sistema de correo electrónico” (White House, 2000a).

El énfasis en los aspectos convergentes entre los dos países como el sistema democrático estuvo entre las principales líneas discursivas de Clinton durante toda la visita a India.

Tenemos mucho que dar al mundo en la riqueza de la democracia. Una de las mejores cosas de una democracia es que es un sistema que nos permite resolver nuestras diferencias a través de la conversación, no de la confrontación. He disfrutado la conversación que iniciamos aquí hoy. Estoy agradecido de que hayamos encontrado puntos en común. Estoy convencido de que hemos sentado las bases para una nueva asociación respetuosa, basada en nuestros valores más antiguos y duraderos (White House, 2000a).

Evidentemente, la apelación al diálogo, al entendimiento pacífico y a la tolerancia en todos los sentidos constituyó el elemento clave dentro de la vista del presidente estadounidense. En un contexto regional determinado por la renovación de las tensiones indo-pakistaníes, la mediación norteamericana para asegurar una estabilidad en el área y su subsecuente influencia, resultaba la política a aplicar en ese entonces.

De igual forma, Clinton se dirigió a la sesión conjunta del Parlamento de la India y ante los representantes de la Lok Sabha y la Rajya Sabha. La referencia a la historia milenaria de la nación y de los grandes aportes de sus figuras históricas a la filosofía y el pensamiento universales estuvieron nuevamente presentes como marcadores textuales que denotaban cierta comprensión, cercanía y empatía por la cultura, historia y tradición del Estado indio. Incluso, se refirió a la compatibilidad de ambos países cuando expresó que “India y Estados Unidos son aliados naturales, dos naciones concebidas en libertad, cada una de las cuales encuentra fuerza en su diversidad y cada una ve en la otra un reflejo de su propia aspiración a un mundo más humano y justo” (White House, 2000a).

El reconocimiento de India como una nación en ascenso y con las capacidades para constituirse como un actor de peso a nivel internacional, y el cambio de enfoque de Estados Unidos hacia India fue uno de los elementos clave dentro de la visita del mandatario norteamericano. “Por eso los estadounidenses admiran a la India; porque acogemos con agrado el liderazgo de la India en la región y en el mundo; y porque queremos llevar nuestra asociación a un nuevo nivel, promover nuestros valores e intereses comunes y resolver las diferencias que aún persisten” (White House, 2000c).

En conferencia de prensa ante medios extranjeros, Clinton expresó la necesidad de un cambio en las relaciones con la India desde la parte norteamericana, incluso aceptó que el enfoque distanciado y tenso en sus vínculos deberían haber cambiado años antes. “Lo repito: hemos descuidado esta relación durante más de dos décadas. Es demasiado importante como para volver a caer en mal estado. Estoy comprometido a construir una asociación más sólida. Y estamos comprometidos a construir un mundo mejor” (White House, 2000c).

Al abordar la cuestión de la no proliferación relacionado con el armamento nuclear, el presidente Clinton reconoció que es un asunto en el que desde su surgimiento han tenido discrepancias y ratificó su optimismo acerca del tema. A la prensa le comunicó que

en lo que respecta al Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, usted escuchó la declaración del primer ministro sobre su posición respecto de los ensayos. Espero que el proceso democrático produzca la firma y, en última instancia, la ratificación de la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares en la India, del mismo modo que espero que el proceso democrático produzca en última instancia la ratificación del Tratado de Prohibición de los Ensayos Nucleares en Estados Unidos que firmé (White House, 2000a).

De igual modo, en su alocución frente al Parlamento indio, el tema de las armas nucleares fue abordado por el presidente desde la óptica de la cooperación bilateral para reducir las brechas existentes entre ambas naciones: “ambos debemos seguir trabajando estrechamente para resolver nuestras diferencias restantes sobre la proliferación nuclear” (White House, 2000c).

A pesar de que el Premier indio realizó algunos comentarios conciliadores sobre la cuestión nuclear en la conferencia de prensa conjunta, desechando la amenaza de guerra con Pakistán y reafirmando la promesa de no renovar las pruebas nucleares, Clinton no pudo persuadir al gobierno indio de firmar el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (Bidwai, 2007). Además, no logró que India se comprometiera con otros objetivos estadounidenses destinados a limitar la difusión de la tecnología nuclear en una coyuntura donde el gobierno norteamericano había instado y presionado a la India a reducir la amenaza de una proliferación nuclear mediante la firma de dicho tratado de prohibición de ensayos, la detención de la producción de materiales fisionables empleados en bombas nucleares, la restricción de sus exportaciones de tecnología armamentista y mostrar una mayor moderación en el conflicto con Pakistán. A pesar de que, en la conferencia de prensa conjunta de ambos líderes, Clinton empleó términos que evitaban una actitud arrogante y condenatoria al respecto y de que se refirió a las capacidades de India para resolver sus propios problemas y necesidades de seguridad, no pudo concretar un compromiso indio sobre este sensible tema.

Los marcadores discursivos apelando a la influencia de la India en la región, en su estabilidad y que su sistema político constituye un ejemplo global de gobernanza fueron utilizados a favor de convencer a los indios de que la escalada nuclear podría socavar tales logros.

Las políticas nucleares de la India, inevitablemente, tienen consecuencias más allá de sus fronteras: erosionan las barreras contra la proliferación de armas nucleares, desalientan a las naciones que han optado por renunciar a estas armas, alientan a otros a mantener abiertas sus opciones. Pero si las pruebas nucleares de la India sacudieron al mundo, el liderazgo de la India en materia de no proliferación ciertamente puede conmover al mundo. (Clinton, William. 2000)

En ausencia de avances decisivos en el tema del armamento nuclear, los dos líderes se conformaron con promesas vagas, como comprometer a sus países a una relación más estrecha y cualitativamente nueva, prometiendo además convertirse en socios de paz y trabajar juntos para oponerse al terrorismo.

El contexto de la visita de Clinton a India estuvo marcado por una escalada de tensiones en la frontera indo-pakistaní en donde se efectuaron una serie de asesinatos a 40 hombres sij en la región de Cachemira por hombres armados no identificados1. El primer ministro Vajpayee sugirió que Pakistán estaba detrás de tal atentado e instó a su homólogo estadounidense a insistir y condenar el asunto2 en su posterior visita a Islamabad3. Por su parte, el líder norteamericano se refirió a que su viaje no tenía el objetivo de mediar entre los dos países en la disputa por Cachemira (“Permítanme también dejar claro, como lo he hecho repetidamente, que ciertamente no he venido al sur de Asia para mediar en la disputa sobre Cachemira. Sólo India y Pakistán pueden resolver los problemas entre ellos. Y le diré lo mismo al general Musharraf en Islamabad”) (White House, 2000b), sino que creía que la resolución de los conflictos indo-pakistaníes deberían resolverse entre ellos mediante el diálogo: “creo que India tiene una oportunidad especial, como democracia, de mostrar a sus vecinos que la democracia se trata de diálogo. No tiene por qué tratarse de amistad, sino de construir relaciones de trabajo entre personas que difieren” (Clinton, William. 2000).

Si bien la histórica visita de Clinton a India abrió un nuevo proceso en la mejoría progresiva de las relaciones bilaterales entre los dos países, no pudo persuadir a Nueva Delhi para que cambiara su posición sobre la cuestión nuclear, sobre Cachemira y sobre una nueva ronda comercial global. Las declaraciones de Clinton en Delhi demostraron que había sido bien instruido sobre la mejor manera de transmitir cualquier mensaje a la India: envolverlo en dos capas, una que apelara a la grandeza de dicho país, y otra que reflejara sus intereses propios. En su discurso ante el Parlamento, Clinton elogió a la India llamándola repetidamente “gran nación” y reconociendo su liderazgo en la región. Al tiempo que negó cualquier interés en mediar en el problema de Cachemira, dijo que EE.UU. hará todo lo posible para restaurar la promesa y el proceso de Lahore mediante el diálogo y la promoción de la paz en la región4.

2.Las relaciones indoestadounidenses durante los gobiernos de George W. Bush (2001-2008).

El Sur de Asia no tuvo mucha importancia durante la campaña electoral en la que George W. Bush se postuló como presidente de Estados Unidos. Sin embargo, sus escasas menciones a India fueron positivas. Durante su discurso dedicado a la política exterior el 19 de noviembre de 1999 Bush expresó: “India está debatiendo ahora su futuro y su camino estratégico, y Estados Unidos debe prestarle más atención. Deberíamos establecer más comercio e inversión con la India a medida que se abre al mundo. Y deberíamos trabajar con el gobierno indio, asegurándonos de que sea una fuerza para la estabilidad y la seguridad de Asia” (Cohen y Sunil, 2001). De igual forma, Colin Powell, candidato para el cargo de Secretario de Estado observó que “la India tiene el potencial de mantener la paz en la vasta zona del Océano Índico y su periferia. Necesitamos trabajar más duro y de manera más consistente para ayudar a la India en este esfuerzo sin descuidar a nuestros amigos de Pakistán” (Cohen y Sunil, 2001).

Resulta entonces interesante que, en un primer momento de la gestión de Bush como presidente de EE.UU., la política exterior de su gobierno estuvo enfocada en cambiar los parámetros de la actuación estadounidense en Asia. A ello tributó, sobre todo, los crecientes recelos estadounidenses hacia China y el progresivo aumento de las capacidades económicas, tecnológicas y demográficas de la India.

La comunidad estratégica norteamericana apoyó dicho cambio de enfoque en un informe de la RAND titulado “Tomar el control: un informe bipartidista para el presidente electo sobre política exterior y seguridad nacional”. En él se afirmaba que la política estadounidense debería desacoplar a India y Pakistán y profundiza en el rol de la India en dicha proyección de acuerdo con sus capacidades y potencialidades económicas y tecnológicas (Cohen y Sunil, 2001). Al mismo tiempo que la India se iba convirtiendo en una potencia asiática, el compromiso norteamericano con ese país debería ir aumentando de nivel5. El atentado al World Trade Center en New York el 11 de septiembre de 2001 cambió el panorama de la política exterior estadounidense, en el que la lucha contra el terrorismo se convirtió en el pilar fundamental. Por tanto, a partir de entonces y hasta el fin de su mandato en el año 2009, la proyección exterior de la administración de Bush hacia la India estuvo determinada principalmente por la lucha y cooperación antiterrorista en su área de influencia.

Los temas clave en las relaciones bilaterales durante la presidencia de W. Bush fueron el terrorismo como pilar fundamental; la cuestión nuclear; la economía, el comercio y la Organización Mundial del Comercio (OMC); la energía y el medio ambiente; y los vínculos entre Estados Unidos y Pakistán y las tensiones indo-pakistaníes.

En noviembre de 2001 el presidente norteamericano divulgó una declaración conjunta con el primer ministro Vajpayee en la que se afirmó que ambos países han estado unidos en la lucha contra el terrorismo, “al hacerlo, juntos han reafirmado los lazos duraderos entre ambas naciones y la importancia de transformar aún más la relación entre Estados Unidos y la India” (Bush, 2006b). De igual forma, en la “Declaración sobre los próximos pasos en una asociación estratégica con la India” de enero de 2004, Bush reconoció que la elevación de los lazos mutuos se basa en intereses comunes en los que el logro de la paz y la prosperidad globales conforman uno de los elementos centrales, además de reconocer que “somos socios en la guerra contra el terrorismo” (Bush, 2006c).

En julio de 2005 el primer ministro de India Manmohan Singh6 inició una visita oficial a EE.UU. En la ceremonia de bienvenida, Bush expresó que “nuestras naciones se enfrentan al terrorismo global; como socios diplomáticos, nos enfrentamos a esta amenaza en nuestras propias naciones y en el extranjero. Y como socios económicos, estamos trabajando en todo el mundo para desplazar el odio y la violencia con prosperidad, esperanza y optimismo (Bush, 2005a). También, en el brindis ofrecido por Bush a su homólogo indio se expresó que Estados Unidos y la India también comprenden el peligro del terrorismo global, que ha causado dolor a nuestras naciones, y nos unen en nuestro deseo de traer paz y seguridad al mundo” (Bush, 2005b). Tal idea también estuvo recogida en la Declaración Conjunta de ambos líderes en donde uno de los puntos principales fue el inicio de la cooperación antiterrorista bilateral y el apoyo a una convención integral de la ONU contra el terrorismo internacional.

En marzo de 2006, el presidente Bush inició un viaje oficial a India en donde sostuvo encuentros con sus principales dirigentes, líderes religiosos y representantes empresariales. Además, realizó numerosas declaraciones a la prensa y una alocución radial. En dicho recorrido, las intervenciones relacionadas con el terrorismo y la necesidad de contar con India como un aliado clave en la región para la lucha y contención antiterrorista fueron abundantes. Anteriormente en sus declaraciones para la Asia Society en febrero de 2006 se había abordado este tema al expresar que en su próximo viaje a India y Pakistán “espero reunirme con el primer ministro Singh en la India y el presidente Musharraf en Pakistán. Discutiremos formas en que nuestras naciones pueden trabajar juntas para hacer que nuestro mundo sea más seguro y próspero mediante la lucha contra el terrorismo” (Bush, 2006i).

En la Declaración Conjunta resultado del encuentro entre los líderes de ambos países en Nueva Delhi, Bush comentó que “tanto India como Estados Unidos sufrieron ataques terroristas en nuestro territorio. Los terroristas atacaron Nueva Delhi” (Bush, 2006b), y que ambos estaban compartiendo información de inteligencia, se estaba impulsando la cooperación militar y en la asistencia humanitaria ante el tsunami de 2004 y ante los efectos del huracán Katrina en EE.UU. A las preguntas de la prensa, el gobernante estadounidense respondió que “una manera de trabajar juntos en materia de terrorismo es asegurarnos de que los servicios de inteligencia compartan información. La forma de derrotar a los terroristas consiste en anticipar y reaccionar a corto plazo a sus motivos y acciones, con base en buena inteligencia” (Bush, 2006g).

En resumen, en el asunto de la lucha contra el terrorismo como idea central de la proyección externa de EE.UU. a partir del año 2001, los pronunciamientos públicos y oficiales del presidente Bush en el marco de sus encuentros con altos dirigentes indios o cuando abordaba el tema de las relaciones bilaterales con India, fueron numerosos. Cabe resaltar que el Medio Oriente se erigió como zona prioritaria para el gobierno norteamericano, en especial países como Irak y Afganistán. En ese sentido, la posición estratégica de la India y Pakistán como Estados cercanos geográficamente a Afganistán, tributaron a una mayor atención por parte de la administración Bush.

Los pronunciamientos oficiales del mandatario con sus pares indios estuvieron enfocados en lograr una identificación india hacia los objetivos de política exterior estadounidenses, procurar un mayor apoyo en la región y alinear a India con sus intereses estratégicos en un contexto donde las relaciones bilaterales comenzaban a retomarse. Para ello, el empleo de marcadores discursivos que denotaron el acercamiento, la unión y una identificación hacia las mismas causas y los mismos objetivos, fueron empleados con asiduidad. “Nuestras dos naciones han conocido el dolor del terror en nuestro suelo natal. El 11 de septiembre de 2001, cerca de 3.000 personas inocentes fueron asesinadas en mi país, entre ellas más de 30 que nacieron en la India. Hace poco más de tres meses, terroristas atacaron el Parlamento aquí en Delhi, un ataque al corazón de la democracia india” (Bush, 2006h).

En el caso de las relaciones con Pakistán y el armamento nuclear, la postura de Bush se enfocó en promover el diálogo y la reducción de las tensiones a la vez que se logró la firma de un acuerdo nuclear civil con India. En su pronunciamiento frente a los miembros de la Asia Society evidenció que “Estados Unidos no siempre ha disfrutado de relaciones estrechas con Pakistán y la India. En el pasado, la guerra fría y las tensiones regionales nos mantuvieron separados, pero hoy nuestros intereses y valores nos acercan más” (Bush, 2006i), al mismo tiempo que empleó al terrorismo como la amenaza común que todos debían combatir por encima de las diferencias históricas. En una entrevista concedida al medio indio Doordarshan en febrero de 2006, Bush se refirió a que las relaciones triangulares entre EE.UU., India y Pakistán durante la Guerra Fría fueron un juego de suma cero y que en la actualidad “el presidente Musharraf comprende que para mí es importante tener una buena relación con la India y viceversa. El primer ministro Singh lo entiende. Y tenemos una buena relación con ambos” (Bush, 2006j). Igualmente, en una entrevista para la televisión pakistaní se refirió a la resolución del conflicto mediante una solución aceptable para todas las partes, es decir, a través del diálogo; y a su rol como mediador en dichas tensiones: “en una época temprana de mi presidencia había una tensión real. Y ahora, de repente, hay algunas señales muy alentadoras. Y parte de esto tiene que ver con la confianza, pero tiene que haber un progreso tangible; lo reconozco” (Bush, 2006a).

Con respecto a la no proliferación, el armamento nuclear y el logro de un acuerdo nuclear civil, la administración de Bush desde un inicio se pronunció en contra de mantener las presiones a India para que firmara el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. En el marco de la renovación en las relaciones bilaterales, se produjo la separación del programa nuclear civil indio de su programa militar, en este sentido Bush se refirió a que “la proliferación es ciertamente una preocupación y parte de nuestras discusiones, y tenemos un gesto de buena fe por parte del gobierno indio que podré llevar al Congreso. Pero la otra cosa que nuestro Congreso debe entender es que es de nuestro interés económico que la India tenga una industria de energía nuclear civil para ayudar a aliviar la presión de la demanda global de energía” (Bush, 2006d). Es decir, la distensión en el aspecto de la energía nuclear por parte de EE.UU. hacia India vino determinada por cuestiones económicas solo cuando la situación de la escasez y elevación de los precios de los combustibles comenzaron a afectar los intereses estadounidenses.

A raíz de esto, India aceptó asumir las mismas responsabilidades y prácticas y adquirir los mismos beneficios y ventajas que otros países líderes con tecnología nuclear avanzada. Además, se llegó a un acuerdo para compartir tecnología nuclear civil y someter los programas nucleares civiles de la India a las salvaguardias de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA). Al respecto, Bush se refirió que dicha medida “fortalecerá la seguridad y la economía de nuestras dos naciones (…) somos socios en el control de la proliferación de armas de destrucción masiva y los medios para lanzarlas” (Bush, 2006h).

En lo referente a la asociación estratégica indoestadounidense, el presidente Bush empleó en cada una de sus alocuciones expresiones evocadoras del pasado milenario de India, de lo importante de los valores comunes compartidos por ambas naciones para la consolidación y progreso de los vínculos, la fortaleza y ventajas de la democracia india y de la coexistencia pacífica en su territorio de numerosas religiones y culturas, y de lo imperativo de dejar atrás los tiempos de desconfianza y recelos. Incluso, hizo referencia en variadas ocasiones a las buenas relaciones personales que sostuviera tanto con Vajpayee como con Singh (Bush, 2006f) y en cómo eso influyó en la elevación del nivel de los lazos mutuos. “India es un buen ejemplo de cómo la libertad puede ayudar a diferentes personas a vivir juntas en paz. Y este compromiso con el gobierno secular y el pluralismo religioso convierte a la India en un socio natural para Estados Unidos” (Bush, 2006f). Los elogios y las continuas referencias a los logros de la India indican que las relaciones entre los dos Estados “nunca han sido más fuertes” (Bush, 2006f).

En el sector de la economía, en el año 2005 Bush y Singh acordaron revitalizar y ampliar el Diálogo Económico entre Estados Unidos e India para centrarse en las finanzas, el comercio, las políticas de inversión, el comercio de alta tecnología, la energía y el medio ambiente. Bush se refirió a este tema cuando expresó que “Estados Unidos acoge con agrado el ascenso económico de la India porque entendemos que a medida que otras naciones prosperan, se crean más oportunidades para todos nosotros” (Bush, 2005c). Incluso, con respecto al deseo de trabajo conjunto para el avance en las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC, el mandatario norteamericano se refirió a que “el objetivo de los miembros de la OMC es completar la Ronda de Doha a finales de este año (2005). La India ha desempeñado un importante papel de liderazgo en las conversaciones de Doha y esperamos que continúe liderando mientras trabajamos juntos para lograr un acuerdo ambicioso sobre servicios, manufactura y agricultura” (Bush, 2006e).

En el año 2004, las exportaciones estadounidenses a la India crecieron más del 30%, hubo un superávit comercial de 1 800 millones de dólares en servicios, y se evidenció un mayor número de empresas de EE.UU. establecidas en territorio indio. De acuerdo con las estadísticas oficiales de la India, los flujos acumulados de inversión extranjera directa (IED) de EE.UU. desde abril del 2000 hasta septiembre de 2014 ascendieron a cerca de 13 190 millones, lo que constituye casi el 6% del total de la IED en la India; de esta forma, EE.UU. representaba la sexta mayor fuente de IED para la India (Adhia, 2015).

Al mismo tiempo, las inversiones de empresas indias en territorio estadounidense destacan en la relación económica bilateral. De hecho, para el año 2007 EE.UU. era el principal destino para los inversionistas indios. En esta actividad participaban más de 65 grandes corporaciones indias como Reliance Industries Limited, Essar America, Tata Consultancy Services, Wipro y Piramal, que habían invertido cerca de 17 mil millones de dólares hasta septiembre de 2014 (Adhia, 2015).

Para ese mismo año, la India era visible como una gran economía de rápido crecimiento, por lo que la administración Bush propuso una hoja de ruta para incentivar el comercio bilateral y al mismo tiempo instó al gobierno indio a trabajar en la reducción de aranceles, la trasparencia comercial y a una mayor apertura al intercambio de productos a nivel global.

“Creo firmemente que las relaciones con la India son importantes para Estados Unidos. Es importante para el pueblo de Estados Unidos; es importante para las personas que quieren trabajar en Estados Unidos. Y en la medida en que seamos capaces de lograr objetivos mutuamente beneficiosos, eliminar barreras y escuchar a las personas que realmente están en primera línea creando empleos, creo que será útil para quienes estamos en el gobierno (Bush, 2005a).

Durante la presidencia de George W. Bush, las relaciones con India tomaron el impulso inicial propiciado por Clinton y se elevaron a un nuevo nivel de interacción y cooperación. La elevación del nivel de las relaciones indoestadounidenses a asociación global y el logro de la cooperación nuclear civil, impulsó y consolidó aún más los vínculos7. Sin embargo, esta apertura en las relaciones diplomáticas, económicas, comerciales, de seguridad y energéticas estuvieron determinadas por dos aspectos fundamentales: el terrorismo y el creciente ascenso de India como potencia regional. El cortejo a India para el apoyo a la lucha antiterrorista, la mediación y el llamado a la paz en el conflicto indo-pakistaní y la elevación en la cooperación militar respondieron al objetivo de contar con un aliado de creciente peso en la región de Asia Sur, cercana a Afganistán. Por otro lado, su progresiva relevancia en la economía y comercio mundiales llamó la atención estadounidense, de ahí que se emplearan los instrumentos necesarios para mejorar las relaciones y asegurar el alineamiento indio en un contexto en que ya China se perfilaba como futuro competidor de la hegemonía económica de EE.UU.

Los discursos y pronunciamientos de Bush al referirse a sus relaciones con India expresaron la intención del gobierno estadounidense de cambiar definitivamente el período de distanciamiento precedente. Apelar a los elementos comunes tanto en la lucha contra el terrorismo como en el ejercicio de la democracia, así como las menciones a la relevancia e influencia de la cultura, historia, filosofía y ciudadanos indios han tenido para el desarrollo de EE.UU. y del mundo, fueron las principales líneas de actuación en la discursiva de Bush durante sus mandatos.

3. El pivote asiático y el rebalance de Barack H. Obama y el despegue de India

La crisis económica y financiera iniciada en el año 2008 tuvo profundas consecuencias para la economía de Estados Unidos y las del resto de los países occidentales, principalmente. Estas condiciones, junto con los costos económicos y militares de las operaciones estadounidenses en Afganistán e Irak, fueron heredadas por Barack Obama a su llegada a la Casa Blanca en 2009.

Este contexto determinó que, en un principio, las relaciones con India no constituyeran una de las prioridades inmediatas para el nuevo mandatario. En tal sentido, India no fue incluida en el itinerario de Obama en su primera gira por Asia en noviembre de 2009, ni en la que su Secretaria de Estado Hillary Clinton realizara por el continente en febrero del propio año. A pesar de esto, H. Clinton estuvo posteriormente en Nueva Delhi, en julio de 2009, y más tarde, el 24 de noviembre del mismo año, el primer ministro indio Singh fue recibido por Obama en la Casa Blanca. En esta visita el presidente se refirió a la India como un “aliado indispensable” y calificó la asociación entre los dos países como “una de las alianzas decisivas del siglo XXI” (Obama, 2009a).

La política de rebalance anunciada e implementada por la administración Obama en su proyección exterior desde el año 2011 conllevó a una mayor responsabilidad de los socios estadounidenses en el continente asiático sobre la contención a China. Tal estrategia marcó el inicio del traslado de la atención de Estados Unidos de Oriente Medio hacia la zona denominada como Asia-Pacífico, es decir, determinó el cambio en las prioridades estratégicas regionales de la política exterior norteamericana. En este sentido, la India comenzó a jugar un rol incluso más destacado que el que había desempeñado hasta el momento. El empleo de los recelos, desconfianzas y discrepancias entre India y China, constituyó el argumento esgrimido por Washington para la ampliación de los vínculos existentes con Nueva Delhi y subsecuentemente sumarla a su estrategia de contención a Beijing.

La oratoria del presidente Barack Obama es mundialmente reconocida por políticos, académicos, analistas y especialistas lingüísticos. El uso de recursos discursivos en los que ensalza tanto las vivencias personales, las emociones como la apelación a los valores comunes entre él como orador y el oyente son rasgos característicos en sus pronunciamientos públicos. En este sentido, cabe resaltar que, durante su administración, fue el primer presidente en realizar dos visitas de Estado a la India, y así lo reconoció cuando afirmó en su discurso al pueblo de la India en su viaje a Delhi en el año 2015: “soy el primer presidente estadounidense que visita su país dos veces, pero predigo que no seré el último. Porque, como estadounidenses, creemos en la promesa de la India. Creemos en el pueblo de la India. Estamos orgullosos de ser amigos. Estamos orgullosos de ser socios mientras construyen el país de sus sueños” (Obama, 2015). De igual forma, la India adquirió especial relevancia en la agenda de Obama cuando recibió al primer ministro Singh en el año 2009 y le expresó que “la suya es la primera visita de Estado oficial de mi presidencia y es apropiado que usted y la India reciban ese reconocimiento. Esta visita refleja la alta estima que yo y el pueblo estadounidense tenemos por su sabio liderazgo. Refleja los lazos duraderos de respeto y amistad entre nuestros pueblos” (Obama, 2009c).

Durante la administración de Obama se evidenció el aumento de los encuentros bilaterales de alto nivel y la expansión de la cooperación en áreas hasta entonces no explotadas, lo que permitió el fortalecimiento de los vínculos establecidos hasta el momento. Ello se demostró con los acuerdos alcanzados en materia de salud, educación, cambio climático, agricultura, exploración espacial y seguridad energética. Tal y como Obama señaló en cada uno de los pronunciamientos públicos sobre India: “creo que la asociación entre Estados Unidos y la India será una de las asociaciones definitorias del siglo XXI” (Obama, 2009c).

La continua apelación a las historias comunes y los puntos de contacto indoestadounidenses presentes en los discursos de Obama, se conjugaron con el reconocimiento al rol indio como país emergente en la región asiática y el mundo. “Después de deshacernos del colonialismo, creamos constituciones que comenzaban con las mismas tres palabras: "nosotros, el pueblo". Como sociedades que celebran el conocimiento y la innovación, nos transformamos en centros de alta tecnología de la economía global. Juntos, desbloqueamos nuevos descubrimientos, desde las partículas de la creación hasta el espacio exterior, dos naciones que han ido tanto a la Luna como a Marte” (Obama, 2010c). Igualmente, la alusión a lugares históricos y de relevancia cultural para los indios, y la evocación de la gran influencia de Gandhi en su filosofía personal y en una generación de estadounidenses, contribuyó a una mejor identificación y acercamiento con el público indio: “soy consciente de que tal vez no estaría hoy ante ustedes, como presidente de los Estados Unidos, si no hubiera sido por Gandhi y el mensaje que compartió e inspiró con Estados Unidos y el mundo” (Obama, 2009e).

Este proceso de intentar conectar apelando tanto a las emociones como al empleo de recursos que para los oyentes tienen valor emocional o incluso cultural, fue muy recurrente en la oratoria de Obama al evocar los simbolismos identificados en las coincidencias históricas. El hecho de citar las palabras de Truman hacia Nehru8 en el momento en que recibió en el año 2009 al primer ministro Singh, e incluso, el significado de ser el primer presidente norteamericano en ser invitado de honor en el Día de la República en la India, constituyen elementos que evidencian que las relaciones bilaterales en el mandato de Obama ascendieron a un nivel superior. “Me doy cuenta de que ver a un presidente estadounidense como su principal invitado en el Día de la República habría parecido inimaginable. Pero mi visita refleja las posibilidades de un nuevo momento. Como he dicho muchas veces, creo que la relación entre India y Estados Unidos puede ser una de las asociaciones definitorias de este siglo” (Obama, 2009b).

Resulta interesante destacar la frecuencia con que Obama empleó las festividades tradicionales de ambos países para promover un mayor acercamiento entre los dos Estados. “Permítanme decir que ha sido un placer particular estar aquí durante Diwali. Y el año pasado, durante la visita de estado en la que vinieron el primer ministro Singh y la Sra. Kour, fue durante nuestra temporada de Acción de Gracias. Y el hecho de que podamos compartir algunas de nuestras vacaciones más significativas entre nosotros habla de la cercanía de nuestros países y de los valores que compartimos, así como de las esperanzas comunes para el futuro” (Obama, 2010b).

En los aspectos relacionados con la asociación bilateral, el presidente Obama en sus referencias a la India, destacó la complementariedad de ambos países, de sus economías y los aspectos comunes que facilitaban avanzar en la cooperación y en superar los momentos de divergencias del siglo XX. Reconocer el rol del país surasiático en la economía y en el desarrollo mundial y sus contribuciones al propio desarrollo estadounidense, figuraron dentro de los principales mensajes del presidente Obama cuando abordaba el tema India. Incluso, durante las conferencias de prensa y las declaraciones conjuntas con sus homólogos indios, Obama expresaba en reiteradas ocasiones la voluntad de su país de cooperar en varios sectores estratégicos más allá del comercio y las inversiones como la promoción de la democracia, la ayuda al desarrollo, las energías renovables y el enfrentamiento al cambio climático. Sin embrago, lo más importante era el reconocimiento público y oficial al ascenso de la India como potencia mundial: “Estados Unidos no solo da la bienvenida a la India como una potencia global en ascenso, sino que la apoyamos fervientemente y hemos trabajado para ayudar a que sea una realidad (…) ahora que la India asume el lugar que le corresponde en el mundo, tenemos una oportunidad histórica de hacer de la relación entre nuestros dos países una asociación definitoria del siglo venidero” (Obama, 2009d).

Con respecto a temas clave como el conflicto indo-pakistaní y las relaciones en el ámbito de la energía nuclear, el presidente Obama en sus palabras en la sesión conjunta del Parlamento indio resaltó que su política hacia la no proliferación nuclear en la zona y el mundo era invariable con la de los gobiernos estadounidenses precedentes: “dos gobiernos sucesivos liderados por partidos diferentes han reconocido que una asociación más profunda con Estados Unidos es natural y necesaria. Y en Estados Unidos, mis dos predecesores (uno demócrata y el otro republicano) trabajaron para acercarnos, lo que condujo a un aumento del comercio y a un histórico acuerdo nuclear civil” (Obama, 2010c). Además, expresó que la solución del diferendo con Pakistán recaía en las capacidades de ambos países de dialogar y de resolver sus diferencias de forma pacífica, aunque EE.UU. se encontraba en la mayor disposición para contribuir en la disminución de las tensiones.

Por su parte, en entrevista realizada por el subsecretario adjunto principal Geoffrey R. Pyatt a la BBC con motivo del viaje de Obama a la India en el año 2010, el funcionario estadounidense explicó la relevancia de la visita presidencial a la nación surasiática y de la asociación entre ambos países. En este sentido, se hizo énfasis tanto en los aspectos comunes que unen a ambos Estados como en las potencialidades de la India como actor de importancia en la región del Sur de Asia: “en el caso de la India, a medida que nos acercamos a nuestra agenda asiática, la India se ha convertido en una verdadera piedra angular de esa agenda asiática. No es una coincidencia que la gira del presidente por Asia comience en la India, un socio clave con quien tenemos tantos valores y tantos intereses en común” (U.S. Department of States, 2010). Tales intereses comunes radican no solo en las influencias culturales e históricas, sino en la coincidencia de sistemas democráticos, en el libre mercado y en la gran presencia y peso de la diáspora india en la vida interna en Estados Unidos. Esos valores comunes fueron empleados tanto por los funcionarios gubernamentales estadounidenses como por el presidente Obama para lograr una mayor identificación de los indios con el acercamiento norteamericano.

Estados Unidos, a la vez que reconoce que su relación con India “es indispensable” (Obama, 2010b) hizo un esfuerzo en todos los sentidos para atraer y superar las desconfianzas históricas aun latentes en el lado indio. Para ello, el reconocimiento de su rol como potencia en el continente asiático, la no intromisión en el conflicto con Pakistán, el mantenimiento de la colaboración en el campo de le energía nuclear con fines pacíficos y el aumento de la cooperación en temas prioritarios para ambos Estados, va más allá de las formalidades que requiere el protocolo diplomático y del propio comercio e integración económica de la globalización. No resulta entonces incomprensible que, para oídos indios, el presidente Obama reitere que la ampliación de la cooperación bilateral haya sido una prioridad. La India es vital para el apoyo a la estrategia estadounidense en su área de influencia con el progresivo ascenso de China en la zona.

El pivote asiático de Obama se encargó de atraer el apoyo e influencias de los principales países de Asia-Pacífico con intereses contradictorios a China. Para ello, cortejar a India y mejorar los mecanismos de cooperación y colaboración implementados por administraciones pasadas constituyó la estrategia a seguir. “En Asia, el liderazgo indio está expandiendo la prosperidad y la seguridad en toda la región. Y Estados Unidos acoge con agrado y alienta el papel de liderazgo de la India para ayudar a dar forma al surgimiento de una Asia estable, pacífica y próspera” (Obama, 2009d).

China estuvo en el centro de gran parte de las críticas estadounidenses e indias a las políticas de Obama hacia India. Los críticos se centraron en la competencia entre China e India y entre China y EE.UU. Sin embargo, en la medida en que la asociación indoestadounidense ayudó a Nueva Delhi a crecer más rápidamente, contribuyó a crear esas limitaciones estructurales objetivas que disuadieron a China de abusar de sus propias capacidades crecientes. No obstante, India no aceptó ser vista como un aliado militar directo de EE.UU., cualquier acuerdo que implicara una presencia militar estadounidense en territorio indio o una asociación india en la proyección de poder militar norteamericana significaba un cambio sustancial en la identidad autónoma del país surasiático. Es por ello que las palabras de Obama al respecto estuvieron dedicadas a procurar que “la India no sólo “mire hacia el Este”, queremos que la India “se comprometa con el Este”, porque eso aumentará la seguridad y la prosperidad de todas nuestras naciones” (Obama, 2010b).

Durante el mandato de Obama, la India y EE.UU. iniciaron las negociaciones de un Acuerdo Bilateral de Promoción de Inversiones. En el contexto de los debates técnicos sostenidos por el presidente Obama y el Premier indio M. Singh en febrero de 2014, ambos mandatarios expresaron su deseo de concluir un acuerdo con altos estándares. Sin embargo, los debates se prolongaron debido a las numerosas exigencias del gobierno estadounidense que incluyeron la disminución de restricciones a la inversión extranjera y el aseguramiento de una adecuada protección a los inversores, lo cual demandaba nuevas medidas encaminadas a la apertura comercial de la India9. Al decir del líder estadounidense “como economías líderes, Estados Unidos y la India pueden fortalecer la recuperación económica mundial, promover un comercio que cree empleos para nuestros pueblos y buscar un crecimiento equilibrado y sostenido (…) podemos seguir esforzándonos por lograr una Ronda de Doha que sea ambiciosa y equilibrada, con el coraje de hacer los compromisos necesarios para que el comercio mundial funcione para todas las economías” (Obama, 2010a).

En un estudio realizado en 2008 por A. M. Pinto Mejía (2011), se señalaron como causas del auge de las relaciones económico-comerciales indo-estadounidenses: la estabilidad democrática india, la compatibilidad idiomática y el auge de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Sin embargo, es preciso considerar otros factores como el crecimiento sostenido de la economía india, el tamaño del mercado indio y su creciente clase media y, sobre todo, convergencias de carácter político que motivan el fortalecimiento de las relaciones en todas las esferas con el fin de establecer una relación estratégica. Datos de 2010 reflejan que EE.UU. se había convertido para esa fecha en el principal socio comercial de la India. Cinco años más tarde, el mercado estadounidense absorbía el 12,4% de las exportaciones de productos indios, mientras el 5,0% de las importaciones de mercancías que realizaba el país asiático provenía de compañías de EE.UU. (Adhia, 2015), lo cual refleja que Washington constituía el principal destino para las exportaciones y la tercera fuente de las importaciones en el comercio de bienes de Nueva Delhi.

En síntesis, la política hacia India y la relevancia que se le otorgó por parte de la administración de Barack Obama a partir del año 2009 estuvo influenciada por la política del pívot asiático y el rebalance. El empleo de un amplio arsenal de recursos discursivos por Obama en sus visitas oficiales al territorio indio y sus encuentros con la prensa y altos dirigentes del país, fue uno de los factores determinantes en el mejoramiento de las relaciones indoestadounidenses en comparación con el cambio suscitado desde la presidencia de Bush. El uso de los simbolismos, las alusiones a los valores comunes, la explotación de las tradiciones y el reconocimiento del rol cada vez más creciente de la India en la región asiática y en el mundo, contribuyeron a la concreción de una asociación entre Estados Unidos e India sin precedentes en la historia de las relaciones bilaterales. Evidentemente, si antes de Obama aun persistían los recelos y las desconfianzas mutuas, al culminar sus dos mandatos consecutivos, tales diferencias quedaron relegadas a un plano muy secundario. Barack Obama inició una etapa cualitativamente superior de vínculos multisectoriales entre Estados Unidos e India.

4. La política de Donald Trump hacia el Indo-Pacífico: India como eje central.

El ajuste de los términos geográficos y las formas bajo las cuales Estados Unidos se proyectó hacia la región asiática, constituyeron puntos de ruptura entre las administraciones de Barack Obama y de Donald Trump. La evolución del concepto geopolítico de Indo-Pacífico, surgiendo desde el término Asia-Pacífico, tuvo su génesis desde el gobierno de Obama, pero cristalizó con Trump. Esta evolución y subsecuente cambio de enfoque respondió a la identificación por EE.UU. de Rusia y China como rivales en la competencia estratégica regional y global. Ello, además, responde a la tendencia norteamericana de extrapolar los riesgos a sus intereses en una determinada zona como una amenaza al tradicional orden internacional.

La visión del Indo-Pacífico de Estados Unidos, según el gobierno de Trump, se dirigió hacia el mantenimiento de su poderío, el fomento de un orden económico liberal, la promoción de su influencia, el mejoramiento de la credibilidad y efectividad de las alianzas, y la asunción de la perspectiva japonesa de una región “libre y abierta”. El empleo de mecanismos bilaterales y el fomento de las asociaciones en los ámbitos de la seguridad y la defensa, han constituido los marcadores esenciales del relacionamiento de EE.UU. en el área.

Sin embargo, la adopción del término Indo-Pacífico le otorga una visibilidad a la India en el escenario geopolítico que antes no poseía. Es por ello que su enfoque, si bien no se caracteriza por abrazar explícitamente el eslogan de “libre y abierto”, promueve el libre acceso a espacios comunes en el mar y en el aire, la libertad de navegación, el comercio sin obstáculos y la solución pacífica de diferencias sobre la base del derecho internacional. Además, la cooperación, tanto con países vecinos como con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) en diferentes ámbitos como el ecológico, energético, económico, tecnológico y de seguridad, evidencian la centralidad que se le dio a la construcción de puentes de confianza, indispensables para un país que aspira a convertirse en potencia global a través de su consolidación en su tradicional zona de influencia. La concepción india de un Indo-Pacífico interconectado, heterogéneo y libre coincide con lo más elemental de la filosofía hindú: la unidad en la diversidad, el pluralismo, la coexistencia, la apertura y el diálogo. A pesar de ello, la intención de desplazar el centro de gravedad de la geoestrategia y geopolítica mundiales hacia el Índico teniendo a la India como núcleo cumple con el propósito de contener a China de actores como EE.UU. y algunos de sus aliados regionales, más allá de la relevancia que los océanos Índico y Pacífico tienen para el dinamismo económico mundial.

Más de 40 mecanismos bilaterales conformaron los intercambios anuales entre los gobiernos de la India y Estados Unidos desde 2014, expresados en consultas sobre asuntos bilaterales, regionales y globales a nivel de ministerios. Esta arquitectura de las relaciones políticas y de defensa entre estos dos países se transformó, durante la administración Trump, mediante el establecimiento de un mecanismo de diálogo conjunto entre las carteras de relaciones exteriores y de defensa.

Por su parte, en el año 2014, al asumir Narendra Modi como primer ministro en la India, la política exterior que implementó se caracterizó por reforzar los vínculos con los países occidentales. En este marco, las relaciones con Estados Unidos fueron fundamentales en un escenario más pragmático respecto al anterior, refrendado en la idea bilateral de que “India y EE.UU. son aliados naturales” (Trump, 2017b). En junio de 2016, aún con Obama en la presidencia estadounidense, se firmó una declaración conjunta entre ambos países en el marco de la Tercera Cumbre bilateral en la que se delimitó una visión estratégica conjunta para Asia-Pacífico y el Océano Índico.

Si bien durante los períodos de Obama hubo avances concretos en la cooperación multisectorial, con la llegada de Trump a la Casa Blanca, en un inicio se vislumbró un escenario de incertidumbre para las relaciones indoestadounidenses. Modi fue uno de los primeros líderes mundiales en mantener una conversación con Trump a los pocos días de su asunción en el que el presidente norteamericano consideró a la India “un verdadero amigo y socio para hacer frente a los retos en todo el mundo” (Trump, 2017a), en consonancia con lo dispuesto en la Plataforma del Partido Republicano en la que se sostiene que “India es un aliado geopolítico y un socio comercial estratégico” (Trump, 2020b).

Trump, con un discurso xenófobo y nacionalista, unido a un comportamiento errático en términos políticos, actuó dentro de los límites del establishment estadounidense en lo que respecta a la política exterior. Al mismo tiempo, las declaraciones del presidente por vía telefónica y en las redes sociales poco después de su elección, que señalaron a Pakistán como un país “fantástico” y elogiaron también al primer ministro pakistaní, indudablemente generaron polémica y alarma entre la élite política india.

Sin embargo, la formación empresarial de Trump y sus posturas contra China le impulsaron a continuar fortaleciendo sus relaciones con India, tanto en el plano económico como en el diplomático y militar. En este último caso, es de destacar que las percepciones del estamento militar indio fueron favorables a una relación más estrecha con Estados Unidos en el ámbito de la seguridad y defensa nacionales, según el principio de que, en tanto actor extrarregional, la relación con Washington constituyó un contrapeso a la influencia china. Así catalogó la relación el presidente Trump en su discurso al pueblo indio durante su visita oficial a ese país en el año 2020 en la ciudad de Ahmedabad: “creo que Estados Unidos debería ser el principal socio de defensa de la India, y así es como está funcionando. Juntos defenderemos nuestra soberanía, seguridad y protegeremos una región del Indo-Pacífico libre y abierta para nuestros hijos y para muchas, muchas generaciones venideras” (Trump, 2020c).

La naturaleza de las relaciones entre India y Estados Unidos continuó siendo cooperativa y no antagónica bajo la administración Trump al tiempo que reconoció que, “si bien nuestras naciones tienen muchas diferencias, están definidas e impulsadas por una verdad fundamental: la verdad de que todos estamos bendecidos con la luz divina y cada persona está dotada de un alma sagrada” (Trump, 2018). Además, en sus encuentros con Modi elogió tanto la cultura, la historia y las tradiciones indias: “estamos muy, muy orgullosos de la India. La historia de la nación india es una historia de progreso asombroso, un milagro de democracia, diversidad extraordinaria y, sobre todo, un pueblo fuerte y noble. La India da esperanza a toda la humanidad” (Trump, 202c). De igual forma, las relaciones personales entre Trump y Modi constituyeron uno de los catalizadores de los vínculos bilaterales, apreciado en las palabras de Trump que reconoció que, “en mi campaña para la presidencia, prometí todo eso. Si fuéramos elegidos, la India tendría un verdadero y gran amigo en la Casa Blanca. Y puedo decirles que nunca ha tenido un mejor amigo como presidente, eso puedo decirles. El primer ministro lo sabe” (Trump, 2020a). Incluso, en cada uno de los encuentros con Modi se refirió a él como un excelente amigo10, le trasmitió su admiración por sus logros en las elecciones en India, por unir las diferentes facciones internas en torno a su partido para alcanzar una mayoría parlamentaria: “él es un hombre increíble. Acaba de obtener una tremenda victoria electoral y realmente es un hombre amado y respetado en su país” (Trump, 2020a).

Ambas partes tuvieron sólidos intereses económicos y comerciales recíprocos, sin embargo, en el tema arancelario, el presidente norteamericano insistió en la necesidad de que India bajara sus aranceles a los productos estadounidenses “porque, como saben, India es probablemente la nación con aranceles más altos del mundo, lo que significa cobrar aranceles a los extranjeros. Y dije, tenemos que detener eso. Tenemos que detenerlo, al menos en lo que respecta a Estados Unidos. Y creo que nos estamos entendiendo”11. No obstante, cabe resaltar que los lazos económicos, financieros y de inversión fueron uno de los temas en que Trump hizo énfasis cuando se refirió al estado de las relaciones bilaterales.

Las contribuciones de la comunidad indoamericana, el empleo de las empresas indias de mano de obra estadounidense y viceversa, las inversiones empresariales crecientes en suelo norteamericano por dichas empresas y la celebración de acuerdos comerciales para la expansión de las exportaciones de productos estadounidenses bajo la marca “Made in USA”, fueron temas recurrentes en la oratoria trumpiana con respecto a sus relaciones con India. Además, el tema de la venta de equipamiento militar, la celebración de ejercicios conjuntos y las exportaciones de petróleo y gas licuado a territorio indio consolidaron, según Trump, que “Estados Unidos y la India harán que nuestras naciones sean más fuertes, que nuestra gente sea más rica, que nuestros soñadores sean más grandes y que nuestro futuro sea más brillante que nunca. Y ni siquiera estará cerca” (Trump, 2017c).

La visita de Trump a la India en febrero de 2020 derivó en que ambos se reconocieran como socios estratégicos globales integrales. En 2019, Washington superó a China y se convirtió en el mayor socio comercial de Nueva Delhi con unos 87 mil 900 millones de dólares de intercambio comercial y de servicios (Pérez García, 2021). El viaje de Trump en 2020 buscó concesiones por parte de la India a cambio de la restauración de las preferencias comerciales. Por el contrario, en lugar de un acuerdo comercial a gran escala, las dos partes firmaron pactos a más bajo nivel sobre productos específicos. En declaraciones conjuntas, Modi afirmó que EE.UU. se ha convertido en una importante fuente de petróleo y gas natural para la India y que el volumen del comercio de energía en los últimos 4 años ha alcanzado los 20 mil millones de dólares (Pérez García, 2021). Trump expresó que desde que asumió la presidencia, las exportaciones de energía de alta calidad a la India han aumentado en un 500%, y que las exportaciones generales habían ascendido en un 60%12: “Nuestros equipos han logrado enormes avances en un acuerdo comercial integral y soy optimista de que podemos llegar a un acuerdo que será de gran importancia para ambos países” (Trump, 2017d).

Las declaraciones de dos importantes funcionarios de la administración Trump (por un lado, el secretario de Estado Rex Tillerson, y por otro la embajadora estadounidense ante las Naciones Unidas, Nikki Haley) apuntaron a un fortalecimiento de la cooperación entre Delhi y Washington. Tillerson, durante su visita a la nación surasiática en octubre de 2017, señaló durante una conferencia de prensa junto a su homóloga Sushma Swaraj que "la India y Estados Unidos son aliados naturales” (Veranes Fonseca, 2018), al tiempo que recalcó la importancia del apoyo indio tanto en Afganistán como contra el terrorismo regional (con menciones explícitas a Pakistán, supuesto patrocinador de grupos terroristas que operan en la región) y abogó por una mayor cooperación en el terreno militar. Días antes, el funcionario también se había expresado al respecto durante una conferencia ofrecida en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS) de la capital estadounidense.

La India es el contrapeso lógico a la expansión china en Asia, un interés que deviene más acuciante para Estados Unidos ante la urgencia de conservar su estatus hegemónico en el sistema internacional actual. En este sentido, el mandatario estadounidense destacó la convergencia estratégica para un Indo-Pacífico libre y abierto y habló de revitalizar la alianza cuadrilátera entre EE.UU., India, Australia y Japón. “Desde que asumí el cargo, hemos celebrado la primera reunión ministerial del QUAD (supongo que se podría llamar reunión, pero parece mucho más que eso) y hemos ampliado la cooperación en contraterrorismo, ciberseguridad y seguridad marítima para garantizar una vida libre y abrir el Indo-Pacífico” (Trump, 2019).

Por otro lado, la embajadora Nikki Haley (quien es descendiente de indios residentes en Estados Unidos) declaró también en octubre de 2017 que Estados Unidos apoyaría la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU para incorporar la membresía permanente de la India si Delhi se comprometía a no modificar el derecho de veto. Ello supuso un cambio importante en la posición oficial estadounidense relativa a la modificación de las reglas de funcionamiento del organismo, aunque en la práctica no representa una amenaza a sus intereses y objetivos.

Exceptuando la cooperación en materia de defensa, aspecto estratégico y priorizado por la administración Trump en su afán de contar con India como uno de los pilares integrales en su estrategia de contención a China en la zona del Indo-Pacífico, la agenda bilateral ha sido enfocada hacia mejorar el déficit comercial con India en consonancia con la estrategia de Trump desde su campaña electoral. Ello significó que la administración estadounidense se concentró principalmente en el aspecto comercial en vez de abordar integralmente y con profundidad imperativos más críticos como el desarrollo de un enfoque compartido para hacer frente al ascenso de China. La visión de ambos países desde una perspectiva nacionalista en el área comercial (EE.UU. Primero/India Primero) provocó que en los dos últimos años de la gestión de Trump las relaciones bilaterales quedaran estancadas.

No obstante, el discurso político presidencial de Trump con respecto a India trató de mantener los niveles alcanzados tanto por su administración como por la de Obama. “Ambos entendemos que cuando los líderes anteponen los intereses de sus propios ciudadanos, podemos forjar asociaciones sólidas y justas para construir un mundo más seguro y próspero (…) Por eso he venido aquí a la India, con un espíritu de cariño y buena voluntad, para ampliar nuestra preciada asociación de increíble poder y potencial” (Trump, 2020c).

Durante el período presidencial de Trump, las relaciones indoestadounidenses estuvieron permeadas por dos aspectos clave: las políticas comerciales nacionalistas bajo el lema presidencial de America First y el cambio de paradigma en los temas de seguridad con la adopción de una política más proactiva en la contención a China en la región del Indo-Pacífico. Si bien en un primer momento, los vínculos entre EE.UU. e India ascendieron a un nivel cualitativamente superior que los alcanzados en la época de Obama, ni la empatía entre Modi y Trump pudo superar las diferencias e incongruencias de sus agendas nacionalistas. Los encuentros de ambos mandatarios revelaron la admiración y buena relación que existió entre ellos, pero esto no se tradujo en resultados sustanciales más allá de un estancamiento de las relaciones en los últimos dos años de la gestión de Trump.

Se le otorgó una mayor prioridad al ámbito de la seguridad en un contexto en que Estados Unidos revitalizó alianzas en el continente asiático, rebautizó las principales categorías y términos conceptuales y reorientó su política a reducir gastos militares y presionar a sus aliados a una mayor asertividad y cooperación. La estrategia de contención a China se convirtió en el centro de las actuaciones de EE.UU. en la región. Sin embargo, en el discurso presidencial de Trump sobre India, a pesar de las referencias a las diferencias comerciales, se evidenció la necesidad de mantener buenas relaciones e incluso elevarlas a un nivel superior.

La vocación populista tanto de Trump como de Modi quedó evidenciada en la organización de eventos multitudinarios para ambos mandatarios en sus respectivas visitas oficiales. Trump tuvo la oportunidad de marcar el tono de su estancia en la India (2020) y de la relación indoestadounidense durante el resto de su mandato al dirigirse a una audiencia de unas 110 mil personas en un estadio de cricket en la provincia india de Gujarat. Este evento fue el acuerdo recíproco de la India para el evento “Howdy Modi” de septiembre de 2019 en Texas para una audiencia de 50 mil personas. A pesar de la propensión de Trump a realizar comentarios espontáneos generadores de controversias, los temas centrales de sus pronunciamientos sobre India en toda su gestión como presidente de EE.UU., fueron el amplio reconocimiento del continuo ascenso de la India como potencia y un elogio absoluto del ascenso de la India como democracia: “En sólo 70 años, la India se ha convertido en un gigante económico, la democracia más grande que jamás haya existido y una de las naciones más asombrosas del mundo. Desde principios de siglo, la economía de la India ha crecido más de seis veces. En una sola década, India ha sacado de la pobreza a más de 270 millones de personas” (Trump, 2020c).

Trump se mantuvo alejado de las divisiones y temas conflictivos internos de la India como la revocación del estatus del estado de Jammu y Cachemira en un territorio de la Unión india con el mismo nombre, el proyecto de ley de ciudadanía promovido por la administración nacionalista de Modi. Por el contrario, Trump realizó repetidas referencias a la política pluralista y la diversidad de la India destacando que “su nación siempre ha sido admirada en toda la Tierra como el lugar donde millones y millones de hindúes y musulmanes y sijs y jainistas, budistas, cristianos y judíos adoran uno al lado del otro en armonía; donde hablas más de 100 idiomas y vienes de más de dos docenas de estados, pero siempre te has mantenido firme como una gran nación india” (Trump, 2017c).

CONCLUSIONES

Desde la perspectiva del análisis discursivo, los pronunciamientos del presidente Clinton sobre India estuvieron principalmente enfocados a lograr que el país surasiático se comprometiera a la distensión en sus relaciones con Pakistán y en el tema de la no proliferación nuclear. Para ello, resultó recurrente el empleo de marcadores discursivos apelando a los valores comunes, a la grandeza de la India como Estado, a sus logros históricos y a resaltar la importancia de comenzar una relación bilateral pese a las diferencias existentes.

El discurso de Clinton hacia India estuvo principalmente dirigido a generar confianza para un posterior acercamiento entre los dos países. La visita del mandatario norteamericano en el año 2000 tuvo un profundo significado en la apertura de una nueva época en los vínculos entre los dos países si se tiene en cuenta que fue el primer presidente en viajar a India en más de 20 años.

En el caso de los pronunciamientos de Bush, el halago a India para el apoyo a la lucha antiterrorista, la mediación y el llamado a la paz en el conflicto indo-pakistaní y la elevación en la cooperación militar respondieron al objetivo de contar con un aliado de creciente peso en la región asiática. Sus discursos y referencias oficiales expresaron la intención del gobierno estadounidense de cambiar definitivamente el período de distanciamiento precedente. Apelar a los elementos comunes tanto en la lucha contra el terrorismo como en el ejercicio de la democracia, así como las menciones a la relevancia e influencia de la cultura, historia, filosofía y ciudadanos indios han tenido para el desarrollo de EE.UU. y del mundo, fueron las principales líneas de actuación en la discursiva de Bush durante sus mandatos.

La proyección hacia India y la relevancia que se le otorgó por parte de la administración de Barack Obama a partir del año 2009 estuvo influenciada por la política del pívot y el rebalance. El empleo de simbolismos, las alusiones a los valores comunes, la explotación de las tradiciones y el reconocimiento del rol cada vez más creciente en la región asiática y en el mundo, contribuyeron a la concreción de una asociación entre Estados Unidos e India sin precedentes en la historia de las relaciones bilaterales. La oratoria de Obama contribuyó sobremanera a reflejar el buen estado en las relaciones bilaterales, la importancia de India para los objetivos de política exterior de EE.U.U. y la consolidación de los lazos multisectoriales.

La ambivalencia y contradicción presentes en el discurso político de Trump, no fueron aspectos que influyeron en las relaciones entre India y Estados Unidos. Las relaciones personales que cultivó con Narendra Modi, expresadas en todos sus encuentros fueron elementos que evidenciaron el mantenimiento de las buenas relaciones entre los dos Estados. La estrategia de contención a China y de propiciar un comercio preferencial para los productos estadounidenses configuraron las principales directrices de los mensajes de Trump en sus referencias a India. Sin embargo, el reconocimiento al rol indio en la región surasiática y su relevancia como potencia en ascenso, determinaron que, a pesar de un estancamiento en las relaciones a partir del año 2018, no existiera un retroceso en las mismas.

Las relaciones bilaterales entre Estados Unidos e India vistas desde el discurso presidencial de los presidentes William Clinton, George W. Bush, Barack H. Obama y Donald J. Trump tienen elementos coincidentes. La apelación a la grandeza de la cultura, historia y tradiciones indias, el procurar generar un ambiente de distensión y confianza para superar las diferencias y recelos pasados y el reconocimiento del creciente rol indio en el sistema internacional, se conjugaron con los diferentes métodos de comunicar de cada uno. A su vez, resulta necesario acotar que, si bien Clinton marcó el inicio de un nuevo proceso en las relaciones indoestadounidenses, con Bush estas estuvieron influidas por la lucha contra el terrorismo en el Medio Oriente, con Obama por la política de giro hacia la región asiática y con Trump con la contención a China.

notas

1 Este hecho fue un ataque a la aldea sij de Chati Singhpura Mattan en el sur de Cachemira. Los testigos dijeron que un gran grupo de hombres armados, vestidos con los uniformes del ejército indio y con botellas de licor, rodearon la aldea al anochecer, sacaron a 40 hombres de un templo sij y les dispararon en el acto.

2 Ciertamente compartimos su indignación y angustia por el brutal ataque de anoche en Cachemira. Ofrecemos nuestro más sentido pésame al pueblo, especialmente a las familias de las víctimas. Nos recuerda el tremendo sufrimiento que este conflicto ha causado a la India. La violencia debe terminar. Este debería ser un momento de moderación, de respeto por la línea de control, de renovadas líneas de comunicación. (White House, 2000c).

3 Los funcionarios indios culparon del ataque a dos grupos guerrilleros islámicos con base en Pakistán e insinuaron que era parte de una política exterior pakistaní basada en la yihad contra India y Occidente. Tanto Pakistán como los rebeldes negaron su responsabilidad y condenaron los asesinatos.

4 Como resultado, en febrero de 1999 fue suscrita la Declaración de Lahore, un acuerdo destinado a reducir las tensiones provocadas por los arsenales nucleares y la posibilidad de uso accidental o no autorizado de este tipo de armas. El acuerdo enfatizó además en la responsabilidad de los dos gobiernos de eludir una carrera nuclear o un conflicto directo, fuese de carácter atómico o convencional (Guerrero Cruz, 2015).

5 En 2006, Bush anunció públicamente que, para fomentar más viajes y más contacto entre nuestra gente, Estados Unidos tiene la intención de abrir un nuevo consulado en Hyderabad. También construiremos un nuevo Centro Americano de última generación aquí en Delhi. Al tomar estas medidas, continuaremos fortaleciendo los vínculos entre nuestros dos países, nuestras dos democracias (Bush, 2006c).

6 Durante sus dos mandatos, realizó ocho visitas a Estados Unidos: en septiembre de 2004, julio de 2005, septiembre de 2008, noviembre de 2008, septiembre de 2009, noviembre de 2009, abril de 2010 y septiembre de 2013. Dos de ellas (noviembre de 2008 y septiembre de 2009) fueron para asistir a reuniones del G-20 (Garay y Aguilar, 2012).

7 En septiembre de 2008, el Grupo de Suministradores Nucleares permitió una exención de sus reglas al aprobar la participación de la India en el comercio nuclear. El acuerdo fue cardinal para el crecimiento económico indio y la satisfacción de sus crecientes demandas energéticas.

8 Entonces, como dijo el presidente Truman sobre el presidente Nehru, es un privilegio para mí dar la bienvenida al "líder respetado de una gran nación de gente libre (Obama, 2009a).

9 Hasta 2014, de acuerdo con un informe presentado por el Congreso estadounidense, la principal fuente de fricción entre la India y EE.UU. en el plano económico, se manifestó en las posiciones contrarias asumidas en la Organización Mundial del Comercio (OMC). La condición de la India de potencia emergente provocó que su visión y sus aspiraciones fuesen incompatibles con las intenciones estadounidenses de mantener el estatus quo del sistema económico global. Por esta razón Nueva Delhi ha procurado defender el derecho de las naciones subdesarrolladas a desplegar una política proteccionista, mientras Washington plantea que esto representaría un retroceso en los logros de la organización encaminados a liberalizar cada vez más el comercio mundial.

10 En un mitin en Texas denominado “Hola, Modi: sueños compartidos, futuros brillantes” el 22 de septiembre de 2019, el presidente Trump se refirió a su par indio como uno de los amigos más grandes, devotos y leales de Estados Unidos: el primer ministro Modi de la India. (Trump, 2017b).

11 Las tensiones comerciales surgieron después de que la administración Trump impusiera amplios aranceles al acero y al aluminio en marzo de 2018 y luego pusiera fin al estatus de India bajo el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) en 2019 justo después de la elección de Modi para un segundo mandato. India había sido el mayor beneficiario de este programa con 5 mil 700 millones de dólares de sus exportaciones a EE.UU. en 2017 con estatus libre de impuestos. India respondió a esa segunda acción unilateral con aranceles de represalia sobre 28 productos estadounidenses, lo que conllevó a un estancamiento en las relaciones comerciales mutuas. (Trump, 2020a).

12 Las exportaciones estadounidenses a la India han aumentado durante la gestión de Trump y Modi. El desequilibrio comercial de EE.UU. con India disminuyó de 31 mil millones de dólares en 2014 a 25 mil millones de dólares en 2018 (Pérez García, 2021).

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