Acercamiento a la influencia norteamericana en la cultura cubana durante el período 1899-1925

An approach to the North American influence on Cuban culture during the period 1899-1925

 

Edwin Cristian García Vivas*

Estudiante de tercer año de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García". La Habana, Cuba. ec.garciav02@gmail.com 0009-0007-1728-706X

Carla García Cardona

Estudiante de tercer año de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García". La Habana, Cuba. ec.garciav02@gmail.com 0009-0009-6452-5248

Dra. C. Anna Lidia Beltrán Marín*

Doctora en Ciencias. Profesora Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García". La Habana, Cuba. annalidiabeltranmarin@gmail.com 0000-0002-9527-0083

*Autor para la correspondencia: ec.garciav02@gmail.com, annalidiabeltranmarin@gmail.com

Cómo citar: García Vivas, E. C., García Cardona, C., & Beltrán Marín, A. L. (2024). Acercamiento a la influencia norteamericana en la cultura cubana durante el período 1899-1925. Política internacional, VI(Nro. 4), 199-206. https://doi.org/10.5281/zenodo.13857129

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.13857129

 

 

Recibido: 2 de agosto de 2024

Aprobado: 23 de agosto de 2024

publicado: 9 de octubre de 2024

 

RESUMEN Durante la primera ocupación militar norteamericana en Cuba (1899-1902) y los primeros años de la República Neocolonial (1902-1925), se observó una significativa penetración de elementos culturales estadounidenses en la vida cultural cubana, lo que incidió en áreas como la educación, el arte, el deporte y la arquitectura. La reforma educativa impulsada por Estados Unidos buscaba americanizar a los maestros cubanos y la enseñanza; ello generó un debate sobre la identidad nacional y la posible anexión. Frente a este escenario, las manifestaciones artísticas y sus creadores reflejaron la resistencia nacional y el deseo de independencia. No obstante, nuestra la cultura popular se enriqueció con la introducción de deportes como el béisbol y el boxeo, que se convirtieron en símbolos de la identidad nacional. También, la arquitectura adoptó estilos, especialmente entre la burguesía y clase media. El idioma inglés ganó prominencia, convirtiéndose en un símbolo de estatus social. La influencia cultural norteamericana generó tensiones entre la herencia hispana y la nueva identidad cultural emergente, lo que marcó un período de ambivalencia y resistencia en la formación de la cubanidad.

Palabras claves: cultura cubana, influencia cultural, Cuba, Estados Unidos

 

 

ABSTRACT During the first North American military occupation in Cuba (1899-1902) and the first years of the Neocolonial Republic (1902-1925), a significant penetration of American cultural elements into Cuban cultural life was observed, which had an impact on areas such as education, art, sports and architecture. The educational reform promoted by the United States sought to Americanize Cuban teachers and teaching. This generated a debate about national identity and possible annexation. Faced with this scenario, the artistic manifestations and their creators reflected national resistance and the desire for independence. However, our popular culture was enriched with the introduction of sports such as baseball and boxing, which became symbols of national identity. Also, architecture adopted styles, especially among the bourgeoisie and middle class. The English language gained prominence, becoming a symbol of social status. The North American cultural influence generated tensions between the Hispanic heritage and the new emerging cultural identity, which marked a period of ambivalence and resistance in the formation of Cubanness.

Keywords: Cuban culture, cultural influence, Cuba, United States.

 

 

INTRODUCCIÓN

Desde la época colonial, según ha explicado el historiador cubanoamericano Louis A. Pérez, el progreso llegó a Cuba en forma de cosas norteamericanas y las ideas asociadas al progreso, la ciencia y la tecnología, como paradigmas de modernidad y civilización. Estos tenían un poderoso atractivo para quienes buscaban transformar el orden tradicional, (por lo que) los cubanos estuvieron entre los primeros pueblos, fuera de Estados Unidos, en caer bajo la influencia de la cultura material norteamericana (Pérez, 2006, 83-89).

El primero de enero de 1899 marcó el comienzo de la primera ocupación militar de Estados Unidos en Cuba, la que, a su vez, sometió a la Isla a un período de incertidumbre acerca de su futuro y que se fue agudizando en la medida que la penetración no definía su término.

Durante la etapa inicial, la presencia estadounidense, tuvo un impacto directo en varios aspectos cruciales de la vida nacional; esto incluyó la población, la economía y la cultura. Una de las áreas prioritarias fue la educación, con la reforma de los planes de estudio y la preparación de docentes cubanos en Estados Unidos, como el curso de verano en la Universidad de Harvard en 1900 (Pérez, 2007, 180-181). El plan tuvo como principal objetivo formar en los maestros cubanos concepciones pedagógicas norteamericanas e inculcar valores tergiversados de la historia de Estados Unidos, para que así aprendieran lo que debe hacerse para la organización como Estado independiente.

Algunos defendieron el plan por lo que podía influir en la actitud hacia la unión con Estados Unidos, como hizo Figueras (1900), quien veía la posibilidad de inculcar la “americanización” y el deseo de anexión; mientras que otros veían en esto un acto lesivo para la nacionalidad cubana. Desde que se inició la ocupación militar, se mostraron diferentes posiciones en los distintos sectores. Si bien la tendencia mayoritaria se identificaba con la plena independencia, había quienes favorecían alguna forma de dependencia, que se centraba en el protectorado o en la anexión (López, 2021, 147).

La condición de nación ocupada, fue objeto de atención desde diferentes perspectivas. La poesía, el teatro, el periodismo y demás campos de la actividad creadora, se hicieron eco de la coyuntura del período y mostraron, en los diversos espacios de debate, las posiciones cubanas al respecto.

Con la ocupación, se aceleró la penetración sociocultural norteamericana en la Isla y tras la fundación de la República en 1902 las expresiones culturales estadounidenses se ampliaron y diversificaron. Sus modos de manifestarse abarcaron un amplio diapasón de la vida material, espiritual y social del cubano, especialmente, en los sectores pertenecientes a la burguesía y la clase media, aunque sin exceptuar a la clase trabajadora. Por lo que dichas expresiones, en su amplia variedad, llegaron a alcanzar una dimensión multilateral y abarcaron campos tan diversos como el de la lengua, la arquitectura, la educación, los deportes y en fin, costumbres, usos y gustos de diverso tipo (Acosta, 2017, 107).

Por ello, el presente artículo tiene como objetivo evaluar la influencia norteamericana en la cultura cubana durante el período 1899-1925.

DESARROLLO

La cultura cubana en el período de ocupación militar estadounidense (1899-1902).

Desde el inicio de la ocupación, en palabras de Rodríguez (1900), “la influencia estadounidense se manifestó en diversas formas de la cultura popular cubana, por lo que existieron diferentes posiciones respecto a la relación con Estados Unidos”. Esto se evidenció en varias manifestaciones artísticas en la época. El teatro, la danza y la poesía fueron catalizadores de la posición cubana y reflejaron la situación y la mirada hacia los ocupantes.

En 1899, Olallo Díaz González presentó la obra “Cubanos y americanos o ¡Viva la independencia!” calificada como revista política en dos actos. En pleno inicio de la ocupación, el teatro cubano afirmaba la voluntad independentista frente a cualquier otra receta proveniente de Estados Unidos (López, 2021, 154).

Según López (2021), el teatro bufo fue uno de los espacios más significativos por su capacidad de comunicación e influencia. Por ejemplo, la obra de 1900 “¡Arriba con el himno!”, de Ignacio Sarrachaga y Molina en colaboración con Manuel Saladrigas, es una muestra muy elocuente de la posición que sus autores asumieron en aquella disyuntiva. De manera simbólica, esta obra presenta la tensión entre dos bailes: el danzón y el two steps, como representaciones de dos culturas en contraposición cuando se introducía el two steps, el foxtrot y el turkey trot en Cuba. Un estadounidense, Mr. Handkerchief, y un cubano que le servía de guía por La Habana, Luis, tienen los papeles centrales.

También Víctor Plana (Vitoque) utilizó el danzón en su obra Ten Dey para simbolizar la situación bajo la ocupación militar, en este caso la contradicción iba por la “moralización” a través del baile en diálogos donde sitúa claramente la intención (López, 2021, 155).

La poesía popular, en especial la décima, constituyó un medio muy utilizado para fijar posiciones en relación con la intervención y la ocupación. El decimista Gregorio Rodríguez fue uno de los muchos que reflejaron el sentimiento popular y en su poesía se encuentran muchas expresiones de la incertidumbre sobre el futuro y el debate entre las distintas posiciones acerca de Estados Unidos y su relación con Cuba.

De manera general, la ideología de la ocupación y la dependencia que traería consigo hacia Estados Unidos caló profundamente en la conciencia nacional y fue completamente rechazada. Sin embargo, tal y como señala Pérez (2006), el éxito de la hegemonía de Estados Unidos en Cuba no fue solo una función del control político y la dominación militar, sino una condición cultural en la que el significado y el propósito derivaban de los sistemas normativos norteamericanos.

El denominado American Way of Life se convirtió tempranamente en un patrón de bienestar y progreso en Cuba. Sobre este asunto, Pérez (2006) explica detalladamente:

Los bienes materiales se codificaban con significados complejos; la adquisición se asociaba al estatus, y el acto de consumo podía ser una forma de obtener gratificación y realización. El consumo ofrecía acceso a la modernidad, un camino hacia el progreso y un nivel de vida asociado con la civilización, como una condición material. Los bienes de consumo vinculaban a los cubanos directamente con la cultura de mercado de un mundo más amplio y, en este proceso, se convirtieron en un duplicado del Norte (481).

Asumir los valores norteamericanos jugó un rol significativo para el acceso a los mejores empleos. En este sentido, profesionales estadounidenses o cubanos formados en el país norteño pasaron a ocupar puestos de gran envergadura en los grandes consorcios norteamericanos establecidos en Cuba. Unido a ello, la capacidad de dominar el inglés devino en un atributo decisivo para trabajar como oficinista en hoteles, clubes y restaurantes, entre otros establecimientos.

Asimismo, las firmas y los métodos publicitarios norteamericanos transformaron la cultura del consumo y los patrones de vida de los cubanos. El temprano y acelerado desarrollo del cine, la radio y la televisión, que, a su vez, constituían verdaderos portadores de productos y valores de la sociedad norteamericana, contribuyeron en gran medida a reforzar la visión edulcorada sobre las bondades del sistema estadounidense en ciertos sectores.

Por otra parte, deportes como el béisbol y el boxeo, introducidos por los ocupantes, se convirtieron en partes integrales de la cultura cubana. Estos deportes no solo ofrecieron entretenimiento, sino que también fueron vehículos de interacción y transculturación entre las dos naciones. Otros como básquetbol, voleibol, etc., también cumplieron esta función (Figueras, 1900, 56).

El béisbol, por ejemplo, que había sido introducido en la Isla desde el siglo XIX como resultado de la inmigración norteamericana, fue reconocido como deporte nacional y sirvió como vínculo con las ligas profesionales de ese país, lo cual contribuyó a conformar un mercado donde se intercambiaban los atletas y las normas norteamericanas, las cuales fueron asimiladas por los cubanos que lo practicaban (Arboleya, 2019, 7). De igual modo sucedió con el boxeo, que tuvo un notable desarrollo y reconocimiento en su práctica.

La influencia de la cultura norteamericana también repercutió en la arquitectura, sobre todo, entre los sectores más pudientes de la población. Edificios y barrios inspirados en modelos estadounidenses comenzaron a proliferar en las ciudades cubanas, ello reflejó un cambio en la estética y las aspiraciones urbanas (Arnao, 1900, 127). Esto sucedió, particularmente, con las edificaciones de la burguesía que surgieron a partir de la fisonomía que imponían las nuevas construcciones, que en su mayoría eran ejecutadas por empresas constructoras estadounidenses. No es casual que el Capitolio, sede del poder legislativo, constituyese entonces, una réplica, casi exacta, de su similar norteamericano (Arboleya, 2019, 7).

Asimismo, se sumó una nutrida inmigración procedente de Estados Unidos que, en consideración de Arboleya (2019), “estaba asociada al capital estadounidense, (y) se aposentó en la Isla en calidad de inversionistas, comerciantes, campesinos, profesionales, incluso obreros calificados, llegando a establecer comunidades propias, diferenciadas del resto del país”.

Aunque la segregación y el racismo que las caracterizaban limitaron su integración con el resto de la sociedad cubana y esta afluencia tendió a disminuir a lo largo del siglo XX; colegios, redes eclesiásticas, clubes privados y asociaciones norteamericanas o «cubano-americanas», donde se mezclaban con la oligarquía nativa, se expandieron por todo el territorio nacional, convirtiéndose en referentes de riqueza y poder (Arboleya, 2019, 8).

Si bien, lo anterior generó elevadas expectativas de consumo, no puede despreciarse el rechazo de los que se veían excluidos de percibir estas ventajas, algo que puede explicarse si se tiene en cuenta el desigual desarrollo que experimentaban la ciudad y el campo en Cuba. Una probable solución para este descontento y atenuar la rebeldía de este segmento poblacional hubiera sido la religión, sin embargo, aunque se utilizó, la Iglesia Católica estaba concentrada fundamentalmente en los centros urbanos y su vínculo era con los sectores más privilegiados del país, por lo que tuvo muy poca influencia en la población más humilde, especialmente la que habitaba en el campo.

Aunque los cultos sincréticos trataron de asumir este espacio, ya para inicios del siglo XX, miles de misioneros norteamericanos se asentaron en Cuba y los ministros protestantes superaban en cantidad a los sacerdotes y las iglesias católicas.

Sin lugar a dudas, la irrupción de la cultura norteamericana en la vida del país, impactó en los avances de la ciencia y la tecnología, lo cual facilitó la capacidad para asimilar los adelantos de la época. No obstante, la influencia consumista que le sirve de base a esta cultura, constituyó uno de los elementos más nocivos de la reproducción irracional del capitalismo y factor ideológico clave para la articulación del modelo hegemónico norteamericano a escala internacional (Arboleya, 2019, 10)

Influencia de la cultura norteamericana en la cultura cubana en el período de 1902 a 1925.

La penetración sociocultural norteamericana se aceleró en la Isla tras el establecimiento de la República en 1902. Las expresiones culturales estadounidenses, en diversos campos tales como la lengua, la arquitectura, la educación, los deportes, las costumbres, etcétera, alcanzaron su máximo esplendor.

En Acosta (2017) se refleja que, durante las primeras décadas de la República, la narrativa cultural norteamericana se centraba en mostrar el mejor y más acabado cuadro de la representación norteña en el seno de la sociedad cubana. No obstante, los elementos que llegaban desde Estados Unidos eran, en ocasiones, considerados como emblemas de la modernidad americana, mientras que, en otras, eran rechazados por ser vistos como amenazas a la soberanía y la integridad nacional.

Entre los elementos de carácter norteamericano que más presente estuvieron en la sociedad cubana de la época están los anglicismos en la norma del español que se hablaba en Cuba, los que, de manera profusa, podían encontrarse en las principales obras literarias del período. Pueden detectarse infinidad de vocablos utilizados para denominar hasta las cosas más sencillas, vale apuntar, como botón de muestra, solo algunos: clown, para señalar a un payaso; trolleys, tranvía; lager, cerveza rubia; lady o ladies, dama o damas; bluff, farol; babys, bebés; corporations, corporaciones; cigarstore, tienda de tabacos o cigarros, entre otros muchos (Acosta, 2017, 107).

La lengua inglesa manifestó un alto grado de generalización en la población cubana, evidenciado especialmente en la asimilación de frases hechas del inglés en el léxico que el cubano utilizaba constantemente como high life, self service, all right, entre otras. Resulta válido destacar que el uso del idioma no se comportó de igual manera en todas las regiones del país. Mientras en la capital el uso de términos anglosajones cobró mayor auge, en las provincias del centro y oriente del país, su influencia fue considerablemente menor, como por ejemplo en Camagüey y otras zonas del interior, lo que puede estar estrechamente relacionado con el desarrollo económico y social de las personas que habitaban en estas regiones de campo.

Entre las causas de esta difusión del idioma anglosajón puede señalarse que, con el aumento de las relaciones de Cuba con Estados Unidos, el dominio del inglés se tornó esencial para muchos cubanos, principalmente para los empleados de compañías norteamericanas o para los que ambicionaran serlo. Por esta razón la lengua inglesa adquirió en Cuba un valor social que le otorgaba rango y jerarquía a quien la dominara (Vega, 2004, 213).

No obstante, el valor sociocultural adquirido por el idioma inglés no significó la dominación o el deterioro del valor social y cultural de la lengua española, en tanto esta conservó incólume su condición de lengua nacional, a pesar de la abundancia de vocablos provenientes del inglés que fueron incorporándose al léxico del cubano (Vega, 2004, 219).

Otro aspecto de origen norteamericano con gran impacto en la sociedad cubana fueron las iglesias protestantes, regidas fundamentalmente por las Juntas de Misiones Domésticas de Estados Unidos, las que se consolidaron y vigorizaron durante los años republicanos. Estas iglesias cubanas se nutrieron fundamentalmente de amas de casa, estudiantes, trabajadores y empleados, que no pertenecían a las clases adineradas de la sociedad, pues la burguesía, y la mayoría de los sectores de la clase media alta, se mantuvieron fieles al catolicismo.

Según Vega (2004) “la República fue escenario de un contrapunteo entre la Iglesia Católica y las iglesias protestantes, que puso de manifiesto una controversia cultural entre la herencia hispana y el ascenso de un nuevo y creciente paradigma religioso asociado con el evangelismo reformado en Cuba”.

La profunda influencia de la cultura y símbolos estadounidenses en la sociedad cubana llegó hasta las actividades de ocio, entre las que destacan por supuesto, los deportes provenientes de Estados Unidos. Diversos términos relacionados con el deporte en general fueron extraídos del inglés: record, player, champions y, muy particularmente, sport y sportman.

Entre los deportes más reconocidos en la Isla figuran el baloncesto, voleibol, fútbol y el béisbol. Este último conquistó la primacía desde la primera ocupación militar norteamericana, momento en el que se discutía el futuro de la nación cubana y en que fue introducido. Durante este período, los partidos tenían un impacto significativo. Según expone Acosta (2017) cada victoria cubana en los topes (de béisbol) entre equipos de Cuba y Estados Unidos, era una forma de «darles a los yanquis» y se convertía en una fiesta para el espíritu nacional.

Un ejemplo claro de la preferencia del pueblo cubano por el béisbol se relata en la novela “Generales y doctores”, donde se expresa en un pasaje de la obra: “Aquella tarde, además del juego de pelota, culto, moral, varonil y saludable, había corrida de toros, diversión salvaje que nunca llegó a tomar carta de naturaleza en la noble y progresista índole antillana (...)” y más adelante se refiere al béisbol como “el noble juego norteamericano” (Loveira, 1984, 39).

Igualmente, la arquitectura y el hábitat cubanos se vieron fuertemente influidos por la penetración cultural norteamericana, en especial la alta burguesía cubana y la clase media. En este sentido, el referente arquitectónico norteamericano se enmarcó tanto en el ámbito urbano, principalmente habanero, como en las zonas suburbanas y rurales, donde se destacaron las construcciones que rodeaban las estaciones del ferrocarril y, sobre todo, los bateyes de los centrales norteamericanos –y cubanos–, verdaderos poblados trasplantados, casi literalmente, del oeste y sur de Estados Unidos. La burguesía cubana acudía a los postulados eclécticos para diseñar sus viviendas e insertaba nuevos espacios de uso social y cultural semejantes a los estadounidenses, por ejemplo, el hall, el music hall o ball room, palm room, billard room, pantry, bar y closets (Vega, 2004, 180).

Asimismo, las edificaciones de los bateyes azucareros, pequeños poblados alrededor de los nuevos centrales cuyas viviendas, seguían el modelo de bungalows o chalets. Muchas de estas edificaciones se importaban por piezas desde Estados Unidos y se ensamblaban en la Isla con destino, no solo a los bateyes azucareros, sino también a los centros urbanos, donde personas de clase media los compraban, lo que hizo que el negocio floreciera de manera creciente durante los primeros años republicanos (Acosta, 2017, 111).

CONCLUSIONES

La influencia de la cultura norteamericana en Cuba desde el período de la ocupación militar hasta los años de la República en 1925 fue significativa y dejó una marca perdurable en la isla caribeña.

La cercanía geográfica, la complementación de sus economías y la hibridad de sus culturas facilitaron el contacto entre cubanos y norteamericanos desde el origen de ambas naciones, a pesar de las diferencias en cuanto al idioma, la religión, las tradiciones, así como el conflicto generado por las pretensiones hegemónicas norteamericanas respecto a Cuba a lo largo de esta historia.

La introducción de nuevas formas de entretenimiento como el cine, la música y el deporte, provenientes de Estados Unidos, cautivó a la población cubana y se convirtieron en elementos esenciales de la vida cotidiana.

Además, en la arquitectura y el urbanismo también fue evidente el sello norteamericano, que comenzó a marcar el paisaje urbano de ciudades como La Habana. Otro aspecto destacado fue el impacto en la industria turística. La llegada de turistas estadounidenses en busca de diversión y lujosos hoteles y resorts cubanos impulsó el desarrollo del turismo en la Isla.

Esta influencia no estuvo exenta de tensiones y conflictos. La relación entre Estados Unidos y Cuba, marcada grandemente por intereses políticos y económicos de la potencia norteña sobre el archipiélago, propició que algunos vieran esta penetración cultural como una amenaza a la identidad cubana, mientras que otros recibieron con gran entusiasmo los cambios experimentados en la vida del país.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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CONFLICTO DE INTERESES

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.

AGRADECIMIENTOS

Los autores agradecen a la Profesora Auxiliar M. Sc. Dariana Hernández Pérez, de la Universidad de La Habana (UH), y al M. Sc. Humberto Saínz Cano, especialista del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), por su contribución a la realización de este artículo. Asimismo, al Proyecto de Investigación de las Relaciones entre Cuba y Estados Unidos, del cual dos autores forman parte.

CONTRIBUCIÓN DE AUTORÍA:

Anna Lidia Beltrán Marín: Metodología, Administración del proyecto, Supervisión, Validación, Redacción – revisión y edición.

Edwin Cristian García Vivas

Conceptualización, Investigación, Metodología, Administración del proyecto, Visualización, Redacción – borrador original.

Carla García Cardona

Conceptualización, Investigación, Redacción – revisión y edición.

FINANCIACIÓN

No existe financiamiento externo a los autores ni otros compromisos.

PREPRINT

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DERECHOS DE AUTOR

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