La política exterior del Paraguay frente a la dependencia y al orden internacional multipolar

Paraguay’s foreign policy in light of dependency and the multipolar world order

 

M. Sc Alberto Maresca*

Máster en Diplomacia y Relaciones Internacionales por la Escuela Diplomática de España. Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Federico II de Nápoles (Italia). Estudiante del Master of Arts in Latin American Studies, Asistente de Docencia en Política Comparada y Asistente de Investigación en la Universidad de Georgetown, Washington, DC, Estados Unidos. aa2689@georgetown.edu 0009-0000-3697-8092

Lic. Fabiola Francisca Martínez Cabrera

Asistente de investigación y estudiante del Master of Arts in Latin American Studies en la Universidad de Georgetown, Washington, DC, Estados Unidos. ffm9@georgetown.edu 0009-0007-8560-9091

*Autor para la correspondencia: aa2689@georgetown.edu

 

Cómo citar: Maresca, A., & Martínez Cabrera, F. F. (2024). La política exterior del Paraguay frente a la dependencia y al orden internacional multipolar. Política internacional, VI(Nro. 4), 66-76. https://doi.org/10.5281/zenodo.13856883

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.13856883

 

Recibido: 22 de julio de 2024

Aprobado: 20 de agosto de 2024

publicado: 9 de octubre de 2024

 

 

RESUMEN Retomando los aportes epistemológicos de la teoría de la dependencia, este trabajo investiga sobre rasgos históricos de la política exterior del Paraguay, enfocándose en el estado de la agenda internacional paraguaya frente al actual orden internacional multipolar. En tanto país del Sur Global, el Paraguay debería estructurar una política exterior interesada en latitudes afuera de Occidente. Al contrario, Asunción sigue anclándose al conservadurismo continuista que prioriza a Estados Unidos y, sobre todo, a Taiwán. El mantenimiento de las relaciones con Taipéi y el rechazo a las iniciativas de la República Popular China son elementos que forman dilemas para la política exterior del Paraguay. El artículo busca ofrecer nuevas preguntas y posibles respuestas hacia el rumbo del Paraguay en las relaciones internacionales, mediante aportes bibliográficos relevantes y un abordaje empírico, a través de un trabajo de campo, que ha incluido conversaciones con fuentes diplomáticas.

Palabras claves: Paraguay, política exterior, dependencia, multipolaridad, Sur Global

 

 

ABSTRACT Drawing on the theoretical contributions of dependency theory, this paper researches the historical features of Paraguay’s foreign policy, focusing on the state of Paraguay’s international agenda in the current multipolar world order. As a country of the Global South, Paraguay should build a foreign policy interested in regions outside the West. On the contrary, Asunción continues to be anchored to the continuative conservatism that prioritizes the United States and, above all, Taiwan. The maintenance of relations with Taipei and the rejection of the initiatives of the People’s Republic of China are elements shaping dilemmas for Paraguay’s foreign policy. The article seeks to offer new questions and possible answers to Paraguay’s path in international relations, with relevant bibliographical contributions and an empirical approach, through field work, which has included conversations with diplomatic sources.

Keywords: Paraguay, foreign policy, dependence, multipolarity, Global South

 

 

INTRODUCCIÓN

La difundida incertidumbre del actual escenario mundial debería ser un incentivo para estudiar, desde las Relaciones Internacionales, aquellos países que no suelen ser parte del foco analítico tradicional. En el caso latinoamericano, y específicamente mirando al Cono Sur, el Paraguay no ha gozado de la extensa atención académica reservada a países como Argentina y Brasil. Incluso en el ámbito noticioso, el Paraguay difícilmente aparece en los principales medios de comunicación. Recientemente, la prensa internacional ha traído a colación el tema paraguayo con una investigación sobre el legado de la dictadura de Alfredo Stroessner, en el marco de las reformas neoliberales que Al Jazeera ha comprobado persiten todavía hoy en el país (Lundström, 2024). Posiblemente, los historiadores han ofrecido más líneas de trabajo sobre el Paraguay que los internacionalistas. Por ejemplo, Katz (2023) se ha ocupado de otra dictadura padecida por el pueblo paraguayo, la de José Gaspar Rodríguez de Francia en el siglo XX, y de cómo aquel mandatario pudo gobernar autoritariamente el país sudamericano.

En el caso de las Relaciones Internacionales, hay varios factores que presentan desafíos a la hora de abordar el Paraguay. La disciplina internacionalista local ha estado muy ligada con la función diplomática y, por ende, el Derecho Internacional Público. Por esta razón, se detecta una cierta tendencia institucionalista y normativista en la mirada hacia la política exterior paraguaya. Al contrario, este artículo procura innovar de manera crítica las perspectivas sobre la actuación del Paraguay en la palestra internacional. Al mismo tiempo, la estructura monopartidista del sistema político guaraní, con el Partido Colorado a la cabeza del gobierno desde los años 1900, salvo algunas excepciones, hace que el partidismo sea un componente tangible en el pensamiento de su política exterior.

Ciertos elementos sociopolíticos y económicos, como el conservadurismo interno y el liberalismo hacia afuera, son verdaderos rasgos de la actuación internacional de Asunción. De alguna forma, parece que la política exterior paraguaya cuente con visiones similares a las de los conservadores, o neoconservadoras, de Estados Unidos.

Ya después de la Guerra Fría, algunos sectores de la política norteamericana promovían una política exterior desinteresada frente a cuestiones mayores de política internacional, limitándose a meros asuntos que puedan impactar la economía doméstica (Kristol y Kagan, 1996). Ahora bien, es evidente que este presunto pacifismo del republicanismo radical en Estados Unidos haya sido más narrativo que práctico. Si queremos trasladar dicha conceptualización al caso paraguayo, pues notamos que la política exterior del país ha mantenido, efectivamente, una ideología marcadamente conservadora y alejada de los grandes tópicos en los asuntos internacionales. Por supuesto, la naturaleza mediterránea y las pequeñas dimensiones territoriales del Paraguay, entre medio de extensas naciones como Argentina y Brasil, son elementos que han contribuido a la formación de una política exterior cautelosa.

La prudencia de la política exterior del Paraguay no ha de confundirse con ambivalencia. Asunción, a lo largo de su historia reciente, ha sabido poner en claro cuáles fuesen sus aliados y donde yaciesen sus prioridades. Heduvan (2020: 136) señala que, particularmente desde los años 2000, las estrechas relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Paraguay, alrededor de la supuesta guerra a las drogas y a la criminalidad, han permitido a Washington de intervenir ampliamente en la política interna del Paraguay.

Marco teórico

Estas consideraciones son relevantes para empezar a comprender la tendencia dependendista del Paraguay, y sus incongruencias frente al dinámico contexto global hodierno que ve a un Sur Global en ascenso. Retomando los aportes de Ruy Mauro Marini a la teoría de la dependencia, esta se presenta como:

“Una relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia. El fruto de la dependencia no puede ser por ende sino más dependencia, y su liquidación supone necesariamente la supresión de las relaciones de producción que ella involucra” (Marini, 1981: 18).

El trabajo magistral de Marini sobre la dependencia económica ha de insertarse ahora en el juego geopolítico donde, se supone, quiera presenciar cualquier Estado. La dependencia se genera en un sistema económico y político global donde la ganancia comercial favorece al centro y afecta a las periferias (Wallerstein, 2005: 46), como sigue siendo el caso para América Latina. Merino (2024: 9) se refiere a las dictaduras del Plan Cóndor en la región, comenzadas justamente por el Paraguay, en tanto que reproductoras del imperialismo estadounidense y del modelo dependendista del norte global, por sus políticas económicas y posturas geopolíticas en favor del bloque occidental. La misma estructura económica del Paraguay, que Katz (2019: 93), basándose en otros estudios, detecta ser “agroexportadora sin industria”, se toma en consideración para el análisis de la política exterior. La fuente intelectual y epistemológica del escrito se rehace a la aspiración de una mayor cooperación en el sur global, siguiendo las contribuciones de Samir Amin (2001) acerca de la construcción de lazos entre América Latina, África y Asia, en lugar de otorgarle preeminencia al norte global.

Este trabajo no se centra primariamente en el eje económico de la dependencia paraguaya, sino en la continuación de una relación de dependencia y subordinación a los mandados de Occidente que, finalmente, termina trazando rumbos cuestionables para la política exterior. Concretamente, nos detendremos en el más que cuestionable abordaje hacia determinados tópicos aglomerados en el triángulo China-Taiwán-Estados Unidos, donde el Paraguay parece, con su política exterior, estar jugando la peor de sus cartas. La revisión bibliográfica establecida, incluyendo un importante trabajo de campo para fuentes primarias, ha tratado de dar preferencia a producción académica procedente del Paraguay, si bien con limitaciones.

Mediante este ejercicio, se ha podido destacar que las incoherencias en la política exterior paraguaya representan una realidad que impacta en las posibilidades de crecimiento económico de un país en dificultad. López Benítez (2008) ha subrayado que la misma relación con Taiwán contiene un anclaje al severo endeudamiento que Asunción, además del Fondo Monetario Internacional, contrae de Taipéi. Hoy en día, Paraguay queda entro los pocos países del mundo en mantener lazos diplomáticos con Taiwán, sin una explicación contundente o pragmática.

Por ello, a continuación, trataremos, en primer lugar, de identificar algunos elementos históricos y políticos que puedan explicar cierto manejo de la política exterior paraguaya, sobre todo por su condición geográfica. En un segundo momento, nos enfocaremos en el nudo de la política exterior actual del Paraguay: las relaciones con Taiwán y las implicaciones que derivan en los acercamientos a Estados Unidos y a la República Popular China, si fuera correcto hablar de acercamiento en ese caso. Finalmente, brindaremos nuestras conclusiones para sustentar la tesis que la política exterior paraguaya está siendo contraproducente para un país que, en cuanto perteneciente al sur global, podría beneficiarse de la diversificación dada por el sistema internacional multipolar.

Contrariamente, veremos que el Paraguay sigue rechazando cambios y diversificación en su agenda internacional, para defender un conservadurismo occidentalista que no ha significado desarrollo ni beneficio para su pueblo.

DESARROLLO

I-Paraguay como Estado pequeño y mediterráneo

Analizar la política exterior del Paraguay implica estudiar, analizar, y describir la política exterior de un Estado poblacional y territorialmente pequeño, pero, sobre todo, de carácter mediterráneo. Por lo general, el campo de las Relaciones Internacionales ha analizado la política exterior de pequeños Estados como dependientes de otros por su seguridad, pero al mismo tiempo más ágiles al generar menos ruido en sus acciones (Jesse y Dreyer, 2023). En el caso del Paraguay, es totalmente cierto que el país dependa por temas de seguridad, agudizados recientemente por el narcotráfico, de Argentina y Brasil. Sin embargo, el Paraguay no presentaría una política exterior versátil o fluida, algo que sus dimensiones reducidas permiten. La razón, como se irá detallando, se encuentra en el peculiar monopartidismo pseudodemocrático que el Paraguay vive con alguna mínima interrupción desde el siglo XX, cuyos valores conservadores, anticomunistas y aislacionistas determinan la ratio detrás de la acción exterior paraguaya. Por supuesto, la política exterior paraguaya también se rige acorde con su posición geográfica, ya que se encuentra entre dos potencias regionales: Argentina y Brasil.

Siendo además miembro fundador del Mercosur, las limitaciones geopolíticas del pequeño país son comúnmente determinadas por el relacionamiento diplomático con ambas naciones. Luego de su independencia en 1811, el Paraguay se encontraba aislado del mundo debido a la protección aislacionista bajo la cual el dictador Francia mantuvo al país. Este aislamiento que fundamentaba los primeros años de la República del Paraguay fue de suma importancia al momento de conservar los valores de un pueblo comprometido y trabajador, pero cerrado frente a lo foráneo. Al mismo tiempo, se incrementaron las tensiones con Buenos Aires, que pretendía convertirse en el eje hegemónico de las regiones que constituían el Virreinato del Río de la Plata, entre ellas el propio Paraguay (Quintana Villasboa, 2023: 10).

Esto se había convertido en un problema contundente para la república independiente, que a pesar de haber sido reconocido por Brasil ya en 1844, no fue reconocido por Argentina hasta 1852, luego de la salida del caudillo argentino Juan Manuel de Rosas. El reconocimiento por ambos vecinos era vital para la proyección paraguaya hacia la comunidad internacional. Gracias a sus habilidades diplomáticas, Carlos Antonio López, primer presidente constitucional del país, encaminó una gestión pública para el reconocimiento del Paraguay como nación independiente y soberana en la región, para así apuntar a las relaciones con Europa y Estados Unidos, quienes ya se relacionaban con Argentina (Quintana Villasboa, 2023: 12).

Actualmente, la posición geopolítica paraguaya no motiva su timidez externa, puesto que Argentina y Brasil, desde el siglo pasado, no han obstruido sino colaborado con Asunción. A diferencia de Bolivia, que se enfrentó a Asunción debido a intereses territoriales por el Gran Chaco (1932–1935), ni Brasil ni Argentina se han involucrado con el país desde la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870). Sobre Argentina, hubo una clase de minimización en el interés hacia Paraguay a partir de su retorno a la democracia, y el proseguimiento de la dictadura de Stroessner hasta 1989, que limitó las relaciones de comercio exterior entre Argentina y el Paraguay, por ejemplo, en cuanto a la represa hidroeléctrica de Yacyretá (Tini, 2008: 203). A esos efectos, cabe destacar la atípica actitud de Paraguay, que no parece seguir el curso de otros pequeños Estados. Mientras, como argumenta Keohane (2008), algunos pequeños Estados han empezado a confluir en foros de emancipación (Movimiento de Países No-Alineados, Naciones Unidas), no podemos relevar la misma intención por parte de Paraguay. Por lo tanto, aquellos patrones ampliamente estudiados sobre cambios y giros en la política exterior de muchos países latinoamericanos resultan ajenos al Paraguay.

Siguiendo la hipótesis de Lasagna (1995: 48), la “debilidad y a veces volatilidad” de las instituciones de ciertos Estados latinoamericanos, afecta sin dudas su política exterior. Paradójicamente, por más que el Estado paraguayo contenga deficiencias, el monopartidismo Colorado hace que los ejes de su política exterior se hayan mantenido constantes, y según se implica aquí, de una manera anacrónica y poco funcional a las necesidades del país. Un claro ejemplo es la relación bilateral con la otra potencia regional vecina: Brasil. Los lazos históricos que acercan a los agricultores paraguayos y brasileños, junto con la masiva inversión de Brasil en Paraguay, han sido pilares de estos nexos. Sin embargo, la dictadura de Stroessner contribuyó en desacelerar proyectos importantes como el desarrollo industrial mediante la represa de Itaipú (Rojas de Cerqueira César, 2016), algo que al contrario benefició a Brasil en su momento.

Afuera de estos elementos iniciales y generales, la investigación se ha beneficiado de entrevistas con diplomáticos paraguayos de alto rango, cuyos aportes en tanto que practitioners de las relaciones internacionales fungen de trampolín epistemológico hacia la comprensión de la política exterior del Paraguay. Concretamente, los recursos bibliográficos revisados y las fuentes primarias consultadas contribuyen al planteamiento de la tesis sostenida en este trabajo: la dogmática continuidad en la política exterior guaraní, alineada fijamente al Occidente colectivo, puede resultar contraproducente en el actual contexto global multipolar.

En primer lugar, es necesario puntualizar el concepto de multipolaridad aplicado en este escrito, también conocido como “policentrismo, impulsado por un acelerado proceso de multipolarización económica y política que convive con el unipolarismo exclusivamente restringido al ámbito militar” (Borón, 2020: 208). Aquellas características mencionadas anteriormente en la política exterior de Asunción, propias de un país pequeño, mediterráneo y víctima de invasiones bélicas, no han ido cambiando según el rumbo multipolar de las relaciones internacionales. En cuanto al Occidente colectivo, entendemos aquellas posturas que se alinean con los intereses estadounidenses, la defensa-reconocimiento de Taiwán y el ostracismo a China: una compleja mélange apoyada incluso por ciertos autores europeos (De Ruijter, 2023). Queriendo ofrecer un eje temporal específico, se puede argumentar que, desde la dictadura de Stroessner en la égida del Plan Cóndor, la política exterior paraguaya se ha movido entre el pendularismo y un renovado afianzamiento a los Estados Unidos. Con pendularismo nos referimos a la costumbre paraguaya de actuar según y en reacción de los movimientos políticos-económicos de Argentina y Brasil.

La dependencia de Paraguay con respecto al poderío político, económico y comercial de Argentina y Brasil, esenciales para la exportación marítima de las materias primas paraguayas, hace que el Paraguay reaccione según la política exterior de dichos países hacia Asunción, en vez que formular su propia acción definida. Durante el Plan Cóndor, y particularmente entre los años setenta y ochenta, la convivencia de dictaduras militares anticomunistas en el Cono Sur facilitó enormemente el pendularismo paraguayo, cuyo de hecho simplemente tenía que seguir la política exterior, y a veces incluso la interna, de las dictaduras cívico-militares de Argentina y Brasil. En cuanto al afianzamiento a Estados Unidos, lo paradójico de la política exterior paraguaya durante el Plan Cóndor fue el paladinaje latinoamericano en el mantenimiento de aliados dictatoriales, conservadores y fieles a Washington, en la región.

Un ejemplo eficaz es proporcionado por Calloni (2016: 33), destacando la visita del dictador Augusto Pinochet a Paraguay en 1974, prueba de precoz consenso por parte de Stroessner hacia el golpe chileno del 11 de septiembre de 1973. Las inclinaciones de la política exterior paraguaya hacia la orientación conservadora, en América Latina y el mundo, pueden leerse mediante dos distintos razonamientos. El primero se conecta con las ideas de Heduvan (2023: 112–113) sobre los Estados pequeños, donde “al ser débiles tienen un mayor interés en influir en el ambiente internacional en el que deben sobrevivir pero no cuentan con los recursos necesarios para cumplir con sus aspiraciones, como sí sucede con los Estados grandes”.

Desde este punto de vista, podríamos decir que las ambiciones paraguayas de influencia internacional se han implementado con el alineamiento al conservadurismo político e ideológico enlazado, durante la Guerra Fría, con las dictaduras latinoamericanas. Paraguay, un país con destacables, pero no abundantes, recursos naturales primariamente vinculados con el agro y la energía hidroeléctrica, parece haber construido su papel internacional en tanto que economía abierta al libre mercado, políticamente estable y fiel al conservadurismo pro-occidental. Estos elementos podrían explicar los elogios sobre una macroeconomía estable y eficiente que proceden directamente del Fondo Monetario Internacional (2023).

Queriendo aplicar los conceptos de Bueno de Mesquita y Smith (2012: 173) al contexto paraguayo, si es cierto que los supuestos proveedores de ayudas al desarrollo llegan a preferir dictaduras para sus operaciones, al mismo tiempo una sociedad poco politizada y por ende estable, es perfecta para las inversiones extranjeras. Los llamados logros macroeconómicos del Paraguay pertenecen a la segunda línea de razonamiento sobre la política exterior paraguaya. Vender, en el sentido literal, el país como un producto atractivo al exterior, siempre y cuando sea capitalista y conservador, constituye la otra rama para comprender la agenda internacional del Paraguay. El análisis acerca de la misión paraguaya en el mundo parece semejante al estilo empresarial: se recomiendan inversiones, comercialización y apertura al mercado (Abente Brun et al., 2017). Por cierto, es comprensible y lógico que, nuevamente, un país pequeño y mediterráneo como el Paraguay centre sus esfuerzos hacia la inserción en el mercado internacional.

Siguiendo la misma escuela de pensamiento, se esperaría entonces un típico pragmatismo neoliberal ya visto en América Latina. Para una reducida inferencia comparativa, otros autores han estudiado la política exterior chilena, desde Pinochet, subrayando rasgos de pragmatismo neoliberal para la inserción de Chile en el mundo, mediante los negocios y sin predominancia ideológica tanto en dictadura como en democracia (Álvarez Fuentes, 2022). Volviendo a la multipolaridad en las relaciones internacionales, se aprecia el desinterés continuado de la política exterior paraguaya en pensar, pragmáticamente, la diversificación de su agenda internacional.

En un escenario donde el sur global adquiere más agencia para modificar las relaciones de dependencia centro-periferia explicadas por Wallerstein (1974), con mención especial a América Latina, el Paraguay reacciona con cierres propios del conservadurismo neoliberal hacia los nuevos proyectos emancipadores. Se irán desarrollando asuntos claves de la oposición a la multipolaridad por parte de la política exterior paraguaya, representados por el peculiar occidentalismo que caracteriza la agenda internacional paraguaya. Para aclarar, con occidentalismo nos referimos a los lazos que el Paraguay mantiene con Estados Unidos, pero también con Corea del Sur, Japón, y en particular Taiwán, en tanto que países firmemente aliados (o parte) del norte global.

El corte occidental de la política exterior paraguaya se detecta en el mismo reconocimiento de Taiwán en lugar de la República Popular China, lo que es difícil de entender fuera de alguna ideologización conservadora o incentivos en complacer los intereses estadounidenses, dado el constante crecimiento de los proyectos de Pekín en América Latina. La naturaleza de la economía paraguaya, exportadora de materias primas—agropecuarias y alimenticias—necesita buscar mercados de consumo masivo. Es ahí donde resulta crucial discutir sobre la ratio y las motivaciones que siguen atando a Paraguay más al norte que al sur global, sin percibir las oportunidades de la multipolaridad como tales. Concretamente, el manejo del reconocimiento a Taiwán frente al avance latinoamericano de China puede ofrecer elementos de discusión novedosos para los estudios sobre política exterior y Relaciones Internacionales en América Latina.

II- Taiwán y Occidente: continuidades de la política exterior paraguaya

Desde 1957, apenas tres años después del comienzo de la dictadura stronista, Paraguay inauguró las relaciones diplomáticas con Taiwán, siendo actualmente uno de los pocos países en todavía mantener su reconocimiento de la isla asiática bajo la condición de Estado. Esta relación se estableció bajo un contexto internacional configurado por la Guerra Fría y de hegemonía imperialista estadounidense, con esbozos de formación y consolidación de relaciones diplomáticas entre Asia y América Latina.

Es decir, las relaciones diplomáticas entre Taiwán y el país sudamericano comenzaron bajo un marco ideológico anticomunista y autoritario por ambos gobiernos, contando simultáneamente con apoyo militar y económico de los Estados Unidos (Wimer y Dalbosco, 2020). Representantes diplomáticos de ambos países (Taiwán y Paraguay), nos indicaron que sus lazos y características históricas «similares» justifican el posicionamiento continuo de la política exterior paraguaya hacia Taiwán. Otras motivaciones posibles reposan en algunas inversiones de Taiwán en el Paraguay: proyectos de desarrollo, becas y avances tecnológicos (M. López, 2021).

Resulta apropiado debatir sobre la vigencia de estos vínculos. En cuanto a la actualidad, la Cancillería de la República Popular China ha informado que, a pesar de las declaraciones del presidente paraguayo, Santiago Peña, no cuenta con intercambios económicos con Asunción dada el reconocimiento de Paraguay a Taiwán (Última Hora, 2024a). ¿Por qué disputamos una relación histórica desde la actualidad? Pues, el incidente diplomático entre Asunción y Pekín, por algunas expresiones del gobierno de Paraguay sobre negocios con China sin tener relaciones diplomáticas, destacan los problemas del continuismo en la política exterior paraguaya. No obstante, la cuestión china no es el único problema del continuismo paraguayo. Durante la quincuagésima cuarta Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el Paraguay, a pesar de ser el país anfitrión, manifestó una acentuada oposición a la modificación del concepto tradicional de género. Dicho aspecto de la agenda paraguaya resulta poco admisible, al tratarse de la defensa de derechos humanos contemporáneos. En la misma cumbre de la OEA, la posición del Paraguay frente a Taiwán también fue desafiada.

Durante la Asamblea se dio la intervención de una funcionaria diplomática china, quien subrayó que el territorio conocido como Taiwán es parte indivisible de la República Popular China (Última Hora, 2024b; El Nacional, 2024). En este contexto, el Paraguay se confrontó con el respaldo a China de la mayoría de los demás Estados miembros presentes, ejemplo y producto de su política exterior conservadora. Mientras el país continúa refiriéndose y apoyando a Taiwán como Estado independiente, sectores económicos y políticos internos han paralelamente recomendado un acercamiento pragmático hacia China, resaltando los potenciales beneficios económicos, financieros y comerciales que tal cambio podría ofrecer.

Este debate se inserta en la realidad geopolítica global. China enfatiza que el reconocimiento internacional de Taiwán bajo el principio de una sola China es una norma ampliamente aceptada. Cualquier desafío a este principio, como indicado por la representante china en la Asamblea, podría acarrear repercusiones políticas significativas, elemento que debería captar la atención de la Cancillería paraguaya. Por ende, se relevan dificultades estratégicas para la política exterior de un actor atípico en el contexto latinoamericano contemporáneo. Dicha dinámica no solo desafía las tendencias regionales, sino que también ilustra cómo el Paraguay, al seguir reconociendo a Taiwán, se posiciona como Estado peón para recomponer la hegemonía política de Estados Unidos en América Latina.

Para el gobierno paraguayo, adherirse a una política exterior conservadora basada en principios tradicionales podría significar perder oportunidades estratégicas y económicas significativas, en un mundo globalizado y multipolar. Los contrastes respecto a otras políticas exteriores en el Cono Sur plantean interrogantes sobre la sostenibilidad a largo plazo de la posición del Paraguay.

¿Hasta qué punto puede el Paraguay mantener su alineamiento con Taiwán, ignorando las oportunidades económicas y diplomáticas que se derivan de las relaciones con China? Mediante conversaciones con diplomáticos taiwaneses en Asunción, hemos podido destacar los núcleos que mantienen vivas las relaciones entre Paraguay y Taiwán. En primer lugar, Taipéi sería un mercado importante para la exportación de los productos agropecuarios del Paraguay, como carne bovina, carne porcina, productos orgánicos (azúcar, yerba mate, yuca y sal) y otras materias primas, como la madera. Al mismo tiempo, fuentes diplomáticas taiwanesas y paraguayas, y la misma experiencia empírica en el Paraguay, han ofrecido una perspectiva sobre las inversiones de Taiwán en el país, principalmente en cuanto a algunos proyectos tecnológicos, becas de estudio y otras iniciativas académicas.

Es decir, la relación entre el Paraguay y Taiwán parece ser diseñada por el marco arquetípico de la teoría de la dependencia, donde una economía periférica exporta materias primas a cambio de insumos tecnológicos para la reproducción continuada del mismo patrón exportador, y no del desarrollo interno. A dicho paradigma hay que añadirle el impactante neoliberalismo market-friendly del sistema paraguayo, donde los bajos aranceles y reducidos controles aduaneros regalan a Taiwán una válvula de comercio sagrada, dado su aislamiento internacional. Por ende, queda más que abierta la pregunta sobre quienes sean realmente los beneficiarios de los longevos lazos entre el Paraguay y Taiwán, los cuales terminan pareciéndose a una extensión del occidentalismo pro-estadounidense radicado en la política exterior paraguaya.

Los rubros del intercambio entre Paraguay y Taiwán serían los mismos de una eventual relación con la República Popular China, con la diferencia de poder acceder al inmenso mercado de Pekín y a una serie de foros, como BRICS, que resultan urgentes para un país periférico como el Paraguay.

Este dilema representa un desafío de carácter prioritario para el Estado paraguayo y otros actores involucrados en la política exterior del país. La necesidad de equilibrar la práctica diplomática con las exigencias de un mundo cambiante, es un aspecto relevante de este análisis sobre la posición peculiar del Paraguay en el escenario internacional. Nuestras consideraciones se ven compartidas incluso por sectores tradicionalmente ligados al norte global y al liberalismo occidental.

El famoso medio The Economist (2024) últimamente ha publicado un artículo sobre las relaciones entre el Paraguay y Taiwán, sosteniendo que Asunción está perdiendo una parte significativa de la inversión china en América Latina, sin obtener un contrapeso relevante por parte de Taiwán. En definitiva, la sobreactuación occidentalista persistente en la política exterior paraguaya puede excluir el país de las oportunidades ofrecidas por la multipolaridad, donde el sur global, al cual Paraguay pertenece, sigue avanzando con sus nuevas propuestas.

CONCLUSIONES

La política exterior paraguaya resulta anacrónica respecto al contexto multipolar del tablero geopolítico contemporáneo. Un país en relación de continua dependencia frente al norte global, con efectos político-económicos negativos y evidentes en la actual condición del Paraguay, debería repensar su agenda internacional.

Este artículo ha ofrecido algunas líneas de trabajo y debate para abordar un contexto poco estudiado, como es el Paraguay. Los condicionantes geográficos limitan a priori la agencia del Paraguay tanto frente al vecindario, dada la preeminencia de Argentina y Brasil, como en la palestra global. No obstante, hemos procurado trazar un recorrido histórico para describir las vetustas continuidades en la política exterior paraguaya que, a pesar de la transición pseudodemocrática luego de la dictadura de Stroessner, sigue moviéndose en el marco del conservadurismo occidentalista.

La subordinación a Estados Unidos está inevitablemente ligada con la continuación de las relaciones con Taiwán, a pesar de la falta de beneficio real de dicha estrategia. Paraguay sigue sin observar ni interesarse de aquellos procesos emancipadores procedentes del sur global, como pueden ser BRICS y las iniciativas de Pekín, para conservar una clase de aislamiento que reproduce la relación de dependencia con el norte global. El actual gobierno, por supuesto encabezado por el Partido Colorado, enfrenta los dilemas que la multipolaridad, quiérase o menos, ha traído a su atención.

La exportación de materias primas, médula política y económica para el Paraguay, necesita una diversificación y planificación de alcance innovador, para que Asunción salga de la dependencia ideologizada que lleva a rechazar China y otros países del sur global por cuestiones difícilmente comprensibles. Por ello, se ha tratado de indicar algunas pistas para razonar sobre el rumbo del Paraguay en las relaciones internacionales. Si bien el Paraguay haya sido nuestro caso de estudio, estas conclusiones pueden aplicarse a gran parte de América Latina. Existe una necesidad real de salir los patrones tradicionales que vinculan la política exterior con los acontecimientos o los intereses del norte global. El subdesarrollo es todavía una realidad para el continente, constatación dura, pero fehaciente con respecto a un intercambio desigual que no ha derramado beneficios para los pueblos latinoamericanos.

Finalmente, el estudio crítico de la política exterior en el marco de las Relaciones Internacionales en América Latina representa un avance para la mejor formulación académica y política de estrategias globales, lo cual no se limita al efecto pedagógico, sino que aspira con llegar a los tomadores de decisiones. El Paraguay es parte del sur global, y como tal, debería proponer una política exterior que mire a sus prioridades de forma distinta, saliendo de un conservadurismo político y social que ha aislado el país por demasiado tiempo.

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CONFLICTO DE INTERESES

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.

CONTRIBUCIÓN DE AUTORÍA:

Alberto Maresca: Conceptualización, Curación de datos, Análisis formal, Investigación, Metodología, Administración del proyecto, Recursos, Supervisión, Visualización, Redacción – borrador original, Redacción – revisión y edición.

Fabiola Francisca Martinez Cabrera: Investigación

AGRADECIMIENTOS

Los autores agradecen a FLACSO Argentina y al Programa de Estudios Internacionales de la Universidad de la República (Uruguay) por el apoyo durante esta investigación.

FINANCIACIÓN

No aplica.

PREPRINT

No publicado.

DERECHOS DE AUTOR

Los derechos de autor son mantenidos por los autores, quienes otorgan a la Revista Política Internacional los derechos exclusivos de primera publicación. Los autores podrán establecer acuerdos adicionales para la distribución no exclusiva de la versión del trabajo publicado en esta revista (por ejemplo, publicación en un repositorio institucional, en un sitio web personal, publicación de una traducción o como capítulo de un libro), con el reconocimiento de haber sido publicada primero en esta revista. En cuanto a los derechos de autor, la revista no cobra ningún tipo de cargo por el envío, el procesamiento o la publicación de los artículos.