El gasto militar global y el papel de Estados Unidos. Su impacto en el actual contexto de crisis
Global military spending and the role of the United States. Its impact in the current crisis context
Lic. Lilianne Sánchez Rodríguez
Licenciada en Periodismo. Diplomada en Relaciones Internacionales. Especialista del Ministerio de Relaciones Exteriores. La Habana. Cuba. lilisans@gmail.com 0009-0009-1885-9407
Cómo citar (APA, séptima edición): Sánchez Rodríguez, L. (2024). El gasto militar global y el papel de Estados Unidos. Su impacto en el actual contexto de crisis. Política internacional, VI (Nro. 3), 70-87. https://doi.org/10.5281/zenodo.12626570
Recibido: 5 de mayo de 2024
Aprobado: 15 de junio de 2024
publicado: 10 de julio de 2024
RESUMEN El presente trabajo analiza las causas del creciente gasto militar a nivel global, su manifestación en las principales regiones y sus consecuencias en el contexto actual, para demostrar que Estados Unidos es el principal responsable de esta tendencia sostenida y a largo plazo, actuando como catalizador de conflictos y multiplicador de crisis, lo que limita la capacidad de resiliencia de los Estados y la asignación de recursos a problemas globales. Considerando el comportamiento del gasto militar en años recientes y las proyecciones de las principales potencias y actores emergentes para el año 2024, no se vislumbra una reversión, ni siquiera gradual, de esta tendencia alcista debido a la competencia geopolítica a nivel global y regional, la continuación del conflicto en Ucrania y la retórica en torno a un posible enfrentamiento con China en los próximos años. Además, la posible elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos también influye en este pronóstico.
Palabras claves: gastos militares, carrera armamentista, armamentismo, militarismo, presupuestos de defensa, crisis
ABSTRACT This paper analyzes the causes of growing global military spending, its manifestation in the main regions and its consequences in the current context, in order to demonstrate that the United States is mainly responsible for this sustained and long-term trend, acting as a catalyst of conflicts and a crisis multiplier, which limits the resilience of States and the allocation of resources to global problems. Considering the behavior of military spending in recent years and the projections of the main powers and emerging actors for the year 2024, no reversal, not even gradual, of this upward trend is in sight due to geopolitical competition at the global and regional level, the continuation of the conflict in Ukraine and the rhetoric around a possible confrontation with China in the coming years. In addition, the possible election of Donald Trump as President of the United States also influences this forecast.
Keywords: military expenditures, arms race, armament, militarism, defense budgets, crisis
INTRODUCCIÓN
El 2023 fue el noveno año consecutivo de crecimiento exponencial del gasto militar global, alcanzando, según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés) el máximo histórico de 2,44 billones de dólares, un significativo aumento en términos reales del 6,8% en comparación con el año anterior.
Se trata del mayor incremento interanual desde 2009, y la primera vez, desde esa fecha, que aumenta el gasto en todas las regiones, con incrementos notables en Europa (por el aumento del gasto de los miembros europeos de la OTAN, Rusia y Ucrania), Asia (por el aumento de China, Japón e India) y Oriente Medio (por el de Israel y Arabia Saudita), evidenciando que se profundiza la militarización en las relaciones internacionales.
Estados Unidos sigue siendo, por mucho, el país que más gasta en defensa, con 916 mil millones de dólares, lo que supone el 37% del gasto militar mundial. Le siguen por orden descendente: China, con unos $ 296 mil millones (el 12% del gasto global); Rusia, con $ 109 mil millones, (el 4,5%); India, con $83,6 mil millones (el 3,4%); Arabia Saudita, con 75,8 mil millones (3,1%) y Reino Unido, con $ 74,9 mil millones (el 3,1% del global).
El SIPRI atribuye el aumento del gasto militar mundial en 2023 a la guerra en curso en Ucrania y la escalada de tensiones geopolíticas y fronterizas en Asia y Oriente Medio.
No obstante, detrás de cada uno de estos factores se encuentra la influencia del complejo militar industrial estadounidense, agente catalizador de la carrera de armamentos a nivel mundial, y principal beneficiario de la misma1.
EE.UU. aumenta su presupuesto de defensa cada año; más recientemente, para mantener su supremacía en la competencia estratégica frente a China, e impedir el retorno de Rusia como potencia global, consideradas actualmente sus principales amenazas de seguridad. Con este enfoque, y so pretexto de su seguridad (la de sus corporaciones), mantiene un extenso sistema de alianzas, un amplio despliegue y presencia militar con aproximadamente 800 bases en todo el mundo, y participación directa e indirecta en la mayoría de los conflictos en todas las regiones, estrategia global del imperialismo estadounidense para retener potencial geoestratégico, lo que ejerce presión en los enfoques de defensa y seguridad de los aliados y las potencias rivales, así como en los gastos militares.
Mientras prevalezca este sistema de economía de guerra permanente y un enfoque de seguridad basado en la disuasión y la fuerza militar; el incumplimiento de acuerdos e instrumentos internacionales sobre desarme y control de armamentos, y la falta de un mecanismo sobre la reducción del gasto, resulta poco probable que pueda revertirse la tendencia al crecimiento de los gastos militares. De hecho, la continuación de la guerra en Ucrania; los compromisos de gastos realizados en la Conferencia de Seguridad en Múnich (16-18/2/2024), en particular que 18 de los 31 miembros de OTAN vayan a destinar a defensa el 2% de su PIB; el probable retorno de Donald Trump a la presidencia de EE.UU.; la posible materialización a futuro de un conflicto con China, pronostican un aumento mucho mayor de la cifra de erogaciones militares en los próximos años, con un claro liderazgo de Estados Unidos.
DESARROLLO
El comportamiento del gasto militar de EE.UU.
En el año 2023, según el más reciente informe del SIPRI2, el gasto militar estadounidense fue un 2,3% más que en 2022 y un 9,9 % más que en 2014. No se trata de un incremento interanual o quinquenal, sino de una tendencia sostenida. El gasto militar se ha multiplicado de manera exponencial en el tiempo. La cifra de su presupuesto militar en 2023 supera casi cuatro veces la de hace 40 años. Ello se debe a la importancia e influencia decisiva del Complejo Militar Industrial (CMI) en EE.UU., que ha sido abordada por importantes autores cubanos como García (1984); Morales (2006); Rodríguez (2017) y Rodríguez (2020) y Marrero (2023).
El CMI y sus corporaciones industriales-militares estrechan sus relaciones con el gobierno estadounidense al ser estas compañías, sobre todo las cinco más importantes3, las principales proveedoras de armamento y sistemas de defensa para el ejército, la marina, las fuerzas aéreas y otras agencias estadounidenses. De esta forma, logran importantes contratos y obtienen subvenciones del gobierno para desarrollar nuevas tecnologías militares, como aviones de combate, misiles, radares, drones o armas hipersónicas. Producen y se benefician a cuenta de los engrosados presupuestos de defensa que, como refiere García (1984), es el principal botín del CMI. Al propio tiempo, de sus jugosas ganancias, financian las campañas electorales de los principales candidatos de los partidos políticos, a grupos de presión y think tanks que defienden sus intereses y promueven una mayor inversión en defensa.
Este CMI necesita muchas y sucesivas guerras, y un clima constante de temor y vulnerabilidad para que se aprueben y ejecuten mayores gastos, y así prosperar constantemente a cuenta de ello. Por consiguiente, desempeña el papel de catalizador de los conflictos.
Este fenómeno de la militarización de la economía y también de la política, cumple varias funciones fundamentales: crea una economía en la que se prioriza la producción y los recursos militares; incrementa las asignaciones presupuestarias para esos fines; contribuye al incremento de la ganancia, en particular, de un grupo selecto de monopolios industriales-militares; favorece a la concentración del poder de la clase dominante o élite político económica -plutocracia de la sociedad capitalista- y sirve de instrumento de hegemonía económica y política a nivel mundial por su potencial geoestratégico. Por ello, se ha convertido paulatinamente en una necesidad para el funcionamiento y reproducción del régimen en los centros del capitalismo desarrollado, con sus consecuentes impactos en el resto del sistema capitalista mundial, en particular para los sectores públicos y los servicios sociales.
Con posterioridad al derrumbe del campo socialista, cuando la búsqueda de la superioridad estratégica sobre la URSS por EE.UU. dejó de ser un objetivo y descendieron los gastos militares y las ganancias del CMI, congresistas y senadores, financiados por poderosos grupos de presión (el lobby de las armas), articularon nuevas amenazas a la seguridad de EE.UU. y conformaron una voluntad bipartidista ampliamente mayoritaria a favor de mantener las elevadas erogaciones en materia de gastos militares, bajo la concepción de que Estados Unidos había ganado la Guerra Fría y debía conservar su hegemonía y liderazgo internacional.
Se crearon, como pretextos, la llamada “lucha internacional contra el terrorismo” y conceptos como “guerra preventiva” en 2001, se identificó un nuevo “eje del mal”, integrado por países como Irán, Siria, Corea del Norte, y luego, se presentó el ascenso de China y Rusia como nuevas amenazas en la Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU. de 2018. Todo ello para justificar el incremento del presupuesto de defensa.
De forma gradual, EE.UU. logró expandir la OTAN hasta las mismas fronteras de Rusia, en violación de los acuerdos establecidos con dicho país a inicios de la década de los noventa, para impedir que Moscú restableciera su poder y zona de influencia en el mundo. Más recientemente, en los últimos años, ha desatado una guerra económica y comercial con China, al tiempo que profundizó sus alianzas en Asia-Pacífico para reafirmar su dominio global y garantizar su acceso a recursos estratégicos y mercados potenciales.
Ni siquiera los efectos de la pandemia de la COVID-19, la crisis y la financiarización de la economía que, según Rodríguez (2014), se encuentra entre sus causas últimas, detuvieron la tendencia a la escalada del gasto militar mundial con el liderazgo de los EE.UU. Ya en 2021, el gasto armamentístico mundial había superado por primera vez en la historia los dos billones de dólares, llegando a situarse en los 2,113 billones respecto a los 1,992 billones de 2020 y fue aumentando sucesivamente a 2,24 billones en 2022 y luego hasta el máximo histórico de 2,44 billones en 2023. En todos estos años, la dinámica y tendencia del gasto militar de EE.UU. no han hecho más que profundizarse y ampliarse.
Desde alrededor del 2014, el mayor aumento entre los componentes del gasto militar de EE.UU. se ha producido en la partida de "investigación, desarrollo, ensayo y evaluación” (RDT&E). En 2023, este destinó un 9,4% más que en 2022 en términos reales, año en el que asignó 264 000 millones de dólares a esta partida, lo que indica que EE.UU. está centrado en la modernización de su armamento, con el objetivo de preservar su liderazgo en el desarrollo y suministro de nuevos sistemas de armas con tecnologías de última generación (la robótica, la inteligencia artificial, etc.) y mantener la ventaja tecnológica del ejército estadounidense en caso de un conflicto potencial con adversarios con capacidades militares avanzadas4.
En 2023, otra asignación importante del presupuesto militar estadounidense, 35 700 millones de dólares, se destinó a Ucrania. De ellos, 25 400 millones fueron en forma de ayuda militar, la mayor cantidad de ayuda militar dada a Ucrania por un país ese año. Los restantes 10 300 millones de dólares se destinaron a apoyar a los aliados europeos, las operaciones de mando de EE.UU. en Europa y a impulsar la capacidad de producción de municiones para reponer las existencias enviadas a Ucrania.
Cabe destacar que el gobierno de Joe Biden envió a Ucrania más de 75 000 millones de dólares en efectivo y equipamiento para la defensa (incluidos vehículos aéreos no tripulados (UAV), equipos de desminado, sistemas de defensa aérea y antimisiles, municiones en racimo, proyectiles de artillería) desde que comenzó la operación militar en 2022 y hasta diciembre de 20235 porque “la guerra en Ucrania es el evento militar que más ganancias ha proporcionado al CMI occidental desde la segunda conflagración mundial”, según el periodista estadounidense Makc Blumenthal en una intervención en el Consejo de Seguridad. Los paquetes de ayuda van a parar al CMI de EE.UU., a quien tanto Ucrania como los aliados europeos terminan comprando la mayor cantidad de armas y equipos militares. Mientras más medios se destruyen en la guerra, más ingresos reciben los consorcios militares para producir nuevas armas.
EE.UU. continúa no solo financiando y sosteniendo la guerra en Ucrania sino también el potencial de conflicto bélico en Oriente Medio, Asia y otras regiones, como lo evidencia la aprobación reciente a inicios de 2024 por la Cámara de Representantes de tres proyectos con paquetes de ayuda por 60 840 millones de dólares a Ucrania, (incluido 23 mil millones para reponer armas, reservas e instalaciones estadounidenses); 26 380 millones a Israel y 8 120 millones para contrarrestar a China en el Indo Pacífico, incluido varios millones para Taiwán.
Las cifras récords de gastos militares de EE.UU. en los últimos años, el presupuesto de $886.38 mil millones para actividades relacionadas con la defensa en 20246, alineados con los documentos estratégicos de este país, en particular la Estrategia de Seguridad Nacional de 20227 y los reajustes de la presencia militar estadounidense con un incremento de las fuerzas en Europa y Asia por medio de sus alianzas, son indicadores de que EE.UU. se prepara para una posible prolongación de la guerra en Ucrania, pero fundamentalmente, para enfrentar a China en el Indo-Pacífico, lo que se demuestra, según el Balance anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con la asignación de 9 100 millones de dólares para aspectos clave de la capacidad combativa de Estados Unidos y casi 30 000 millones de dólares para la defensa aérea y antimisiles en el Indo-Pacífico y en otros lugares.
Según el mismo documento, el ejército de EE.UU. está en modo de reconsideración, en parte para asegurarse de que ha aprendido lecciones de la guerra en Ucrania y para preparar mejor a su servicio para un posible conflicto en el Indo-Pacífico. La fuerza aérea, de igual forma, ha pasado de operaciones de contrainsurgencia en condiciones favorables a prepararse para la guerra en un espacio de batalla disputado, y está llevando adelante un programa de adquisición y modernización a mayor escala, Next Generation Air Dominance, para responder al surgimiento de China como una potencia aérea creíble de primer nivel.
El comportamiento del gasto militar en algunos países y regiones
La guerra en Ucrania ha tenido un impacto inmediato en el aumento sustancial del gasto militar en toda Europa, debido a que ha agotado sus capacidades de defensa, dígase sus reservas de armas, municiones y otros equipos, llevando a las industrias militares a acelerar los ritmos e incrementar la producción para intentar satisfacer la demanda constante y a los gobiernos, a asignar más presupuesto a la defensa, incluido para la compra de armamento.
En el año 2023, según el SIPRI, el gasto militar en Europa ascendió a 588 mil millones de dólares, lo que representó un 16 % más que en 2022 y un 62% más que en 2014, lo que supuso el mayor incremento anual del gasto europeo total de la posguerra fría. La mayoría de los miembros europeos de la OTAN aumentaron su gasto militar. 118 de los 31 miembros de la organización alcanzaron o superaron el objetivo de destinar el 2% de su PIB al gasto militar, la cifra más alta desde que se asumió el compromiso. Otro objetivo —destinar al menos el 20% del gasto militar a ‘gastos de equipamiento’— fue cumplido por 28 miembros de la alianza en 2023, frente a los 7 en 2014.
El gasto militar de los 31 miembros de la OTAN de 1,34 billones de dólares, representó el 55% del total mundial. Todos los aliados, excepto tres, aumentaron sus erogaciones. Del gasto global de la OTAN, el de los aliados europeos representó el 28% del total, la cifra más alta en una década, el de EE.UU. contribuyó con el 68%, y el 4% restante correspondió a Canadá y Turquía.
Gran parte del aumento del gasto se ha debido a que los Estados de Europa casi han duplicado sus importaciones de grandes armas en los últimos años, con un crecimiento del 94% en el periodo 2019-23, con relación al 2014-2018. Debe señalarse que en el periodo 2019-23, alrededor del 55% de las importaciones de armas provinieron de EE.UU., frente al 35% en 2014-20189. Como resultado, ha aumentado la dependencia del continente respecto a ese país, mientras EE.UU. ha consolidado su papel mundial como proveedor de armas y registrado un récord en sus exportaciones, alcanzando los 238 000 millones de dólares. De esta cifra, el gobierno estadounidense negoció directamente ventas por un valor de 81 000 millones de dólares.
El propio Jens Stoltenberg, Secretario General de la OTAN, señaló a la Heritage Foundation el 31 de enero del 2024 que "la OTAN es un buen negocio para Estados Unidos”. La continuación de la guerra en Ucrania representa un botín para el CMI. Significa más mercado para la industria militar norteamericana. La verdadera razón por la que Estados Unidos y la OTAN están enviando materiales bélicos valorados en miles de millones de dólares es para alimentar y dinamizar el metabolismo de la guerra como generador de riquezas. Por solo ilustrar unas cifras, en los dos últimos años, los aliados atlánticos se han comprometido a comprar armas por valor de 120 000 millones a empresas de defensa estadounidenses, incluyendo miles de misiles para el Reino Unido, Finlandia y Lituania; cientos de tanques para Polonia y Rumanía y aviones F-35, un total de 600 para 2030.
El conflicto en Ucrania ha impactado también en las concepciones y posturas de defensa de los países europeos. En la Cumbre de la Alianza celebrada en Madrid, en 2022, se acordó, promovido por EE.UU., un nuevo concepto estratégico en el que se afirma que la zona euroatlántica no está en paz y que Rusia es la amenaza más significativa y directa a la seguridad de los aliados y a la paz y la estabilidad en la zona euroatlántica. En la Cumbre de Vilnius celebrada en 2023 se acordó adoptar medidas significativas para fortalecer la disuasión y postura de defensa de la OTAN en todos los dominios.
En consecuencia, países como Finlandia, Alemania, Noruega, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda han realizado actualizaciones de los documentos estratégicos relacionados, en los que se subraya a Moscú como una amenaza.
Las fuerzas armadas europeas han comenzado a ajustar sus planes de equipamiento y tomado medidas para reforzar sus arsenales de armas y capacidades industriales de defensa, como, por ejemplo: la reconstrucción del arsenal de municiones de artillería (Reino Unido), la adquisición de sistemas de misiles estadounidense (Polonia), de vehículos de combate (Bulgaria) y sistemas de defensa aérea de medio alcance (Estonia, Letonia) y terrestre (Estonia, Bélgica, Francia).
En este nuevo concepto estratégico de la OTAN, China es, por primera vez, mencionada explícitamente y se señala que “las ambiciones y políticas de Beijing desafiaban los intereses y valores de la OTAN”, lo que podría convertirse en el motor impulsor del gasto en los próximos años.
Rusia es considerada por la OTAN como el desafío más inmediato y China como el más serio a largo plazo. Jens Stoltenberg, Secretario General de la OTAN, señaló a la Heritage Foundation el 31 de enero del 2024, que “hoy es Ucrania. Taiwán podría ser mañana. (…) Debemos organizarnos para una competencia duradera con China”.
Al respecto, Reino Unido tiene planes de desplegar un grupo de ataque de portaaviones en 2025 y de enviar a Australia un submarino de ataque, a partir de 2027; Alemania anunció que su armada enviaría dos buques de guerra a la región en 2024 y publicó su primera estrategia hacia China.
En suma, los gastos militares deben continuar incrementándose. La OTAN prevé que 18 de sus 31 países miembros alcancen el 2% de su PIB en gasto militar en 2024. Europa está llamada a aumentar y modernizar su capacidad armamentística. En 2022, el primer año de guerra en Ucrania, la Unión Europea invirtió 240 000 millones en defensa, un 6% más que el año anterior. En 2023, esa cifra creció hasta los 280 000 millones y la idea de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen es alcanzar los 350 000 millones en 202410. Europa mantendrá el foco en el desarrollo y la innovación, así como en la adquisición conjunta de capacidades necesarias para reponer las existencias.
Rusia también ha incrementado su gasto militar desde 2014. En 2023 aumentó un 24% su gasto hasta alcanzar una cifra estimada de 109.000 millones de dólares, lo que supuso un incremento del 57% desde 2014. Si bien Rusia no había presentado un aumento drástico del gasto pese al despliegue de la operación militar especial11, la situación ha cambiado.
El presupuesto federal de Rusia en el período 2024-2026 prevé un incremento superior a dos tercios (67,65%) del gasto militar en 2024, respecto al año anterior. Las erogaciones militares aumentarán hasta llegar a 111 000 millones de dólares, superando los gastos sociales, para los que se dedicarán 84 300 millones12.
La prolongación del conflicto producto del financiamiento externo recibido por Ucrania, el incremento de su gasto militar13 y el de los miembros de la OTAN, todo ello propulsado por EE.UU., dado el beneficio que reciben sus principales compañías de armamento14, unido a otros factores de carácter interno, han incidido en que el país se avoque a una economía de guerra.
Por su parte, la región de Asia-Pacífico también experimentó un crecimiento del gasto militar en el año 2023. Según el SIPRI, el gasto militar combinado de los países del área ascendió a 595 000 millones de dólares, un 4,4% más que en 2022, y en un 46 por ciento a partir de 2014. Lo aumentos de China, India y Japón fueron los más significativos15.
Entre los factores fundamentales que impulsan el crecimiento del gasto pueden encontrarse las tensiones regionales por: la situación en la península coreana y el programa de armas nucleares y misiles balísticos de la RPDC, la disputa por las islas de los mares del Sur y el Este de China, los conflictos regionales como el de India y Paquistán, entre otros, y la permanente rivalidad y hostilidad que mantiene EE.UU. con China por afianzar su dominio en esta área de gran relevancia geopolítica y mayor dinamismo económico. Algunos países asiáticos han esbozado planes de adquisición de armas, fortalecido relaciones de seguridad con sus aliados y socios occidentales e incrementado el gasto militar para ampliar sus capacidades frente al ascenso de Beijing.
China sigue liderando el aumento del gasto militar en la región, que ha mantenido en los últimos 28 años, pero que no sobrepasa, por mucho, el de EE.UU. El continuo crecimiento de esas erogaciones puede atribuirse a varios de los factores mencionados, pero también, a su aspiración de convertirse en una potencia mundial líder.
La nación asiática ha continuado la modernización del Ejército Popular de Liberación y el desarrollo y despliegue de sus fuerzas aéreas y navales para proteger sus intereses dentro y fuera del país; así como la modernización de sus armas nucleares y medios de envío, incluido los misiles balísticos intercontinentales, en un contexto de deterioro de las relaciones con EE.UU. debido a: la guerra económica y comercial lanzada por la administración de Trump, su concepto de Indo-Pacífico, el reforzamiento de la presencia militar y naval de EE.UU. en la región a través de diversas iniciativas y acuerdos y el incremento de las amenazas sobre un posible conflicto en el área.
Por su parte, en esta región EE.UU. ha aumentado su presencia por medio de la conformación de alianzas como AUKUS y QUAD, que incluyen, entre otras, la realización de ejercicios conjuntos y el suministro de armamento, equipo y tecnología militar estadounidense a países del área (como el envío de submarinos de propulsión nuclear a Australia) para rodear y contener a China; la firma de acuerdos con naciones como Filipinas, que permiten a los soldados estadounidenses operar en bases militares cercanas a Taiwán; la construcción de una instalación de radares en Palau y el acceso a instalaciones portuarias y aeródromo de Papua Nueva Guinea.
Otros hechos que evidencian la presencia de EE.UU. y exacerban el clima de tensión, militarización, e inciden en el aumento del gasto militar, es que el Senado de Estados Unidos aprobó en septiembre de 2022 la Ley de Política de Taiwán, que le designa como un "importante aliado no perteneciente a la OTAN", presentando una iniciativa destinada a fortalecer las capacidades militares taiwanesas durante los próximos cuatro años. Ello incluirá un aumento en la cantidad de armas proporcionadas y financiación militar extranjera y un programa integral de entrenamiento para mejorar sus capacidades militares y aumentar la "interoperabilidad de las fuerzas armadas", que ha comenzado a materializarse16.
Taiwán, por su parte, ha incrementado el presupuesto de defensa a 16 600 millones de dólares (un 11 por ciento con respecto a 2023) y modernizado sus fuerzas armadas en todos los ámbitos. Ha comprado más sistemas de misiles de artillería de alta movilidad, drones y otros artículos.
Otros aspectos relevantes en el gasto militar regional asiático lo constituyen la primera Estrategia de Seguridad Nacional de Japón desde 2013, donde se enfatiza la necesidad de mejorar integralmente sus capacidades de defensa ante "la situación de seguridad más grave y compleja" desde 1945, con China como el "mayor desafío estratégico" y Corea del Norte como una "amenaza aún más grave e inminente" y señalando preocupación por la cooperación estratégica chino-rusa.
Por todos los aspectos antes señalados, para el año 2024 se ha anunciado que el gasto militar chino crecerá un 7,2 por ciento, hasta 235 mil millones de dólares y se destinaría principalmente a importantes proyectos y programas estratégicos del plan quinquenal para "fortalecer plenamente la preparación para el combate y la guerra". También, se destinarían más inversiones a tecnología avanzada, ciencia, logística y armamento y equipo clave. Se utilizarían fondos adicionales para mejorar las condiciones de vida y de trabajo y el bienestar del personal del Ejército Popular de Liberación, así como para una revisión de la gobernanza militar interna.
El presupuesto de defensa chino indica preparación militar, no guerra inminente, dado que esta no ha sido la postura de China, que es de naturaleza defensiva, y sigue siendo inferior a las erogaciones militares de la OTAN.
Por otro lado, en 2023, el gasto militar en Oriente Medio también ascendió, a un 9 por ciento más que en 2022, alcanzando la cifra de 200 mil millones de dólares, según el SIPRI. Se trata de la mayor tasa de crecimiento anual registrada en la región en la última década. Israel aumentó su gasto militar en un 24% —el segundo mayor incremento de la región después de Arabia Saudí— hasta alcanzar los 27 500 millones de dólares en 2023. Este aumento se debió principalmente a la agresión israelí en Gaza, los conflictos en Yemen, Siria, Libia; las tensiones remanentes entre Arabia Saudita e Irán, pese al acuerdo de restablecimiento de relaciones diplomáticas negociado por China; la inestabilidad en el Golfo Pérsico y las rivalidades entre poderes globales y regionales.
Resulta importante destacar que el apoyo y protección histórica incondicional e invariable de EE.UU. a Israel pese a sus crímenes de guerra17, el hecho de que Israel sea el único estado de la región que no ha firmado la mayoría de los instrumentos internacionales sobre desarme y control de armamento; la presencia militar estadounidense (incluido con sistemas de defensa antimisiles, aviones de combate, activos navales y de portaaviones) con el pretexto de contrarrestar la influencia de Rusia e Irán en esta área y el bombardeo a los huties en Yemen, Siria e Irak, elevan la tensión, inseguridad, e inestabilidad y conducen a la región al aumento de las erogaciones militares.
El gasto militar de los países africanos en 2023, según el SIPRI, se estima en 51 600 millones de dólares, un 22 por ciento más que en 2022 y un 1,5 por ciento más que en 2014. Los países de mayores gastos en la región fueron: República Democrática del Congo (RDC) (794 millones de dólares), Sudán del Sur (1 100 millones de dólares), Argelia (18 300 millones de dólares), Marruecos (5 200 millones de dólares) y Nigeria (3 200 millones de dólares).
Pese a las dificultades económicas y financieras como la inflación, el incremento de las tasas de interés, la carga de la deuda y otras asociadas a siglos de explotación y saqueo de las riquezas, el incremento de los gastos está asociado a los innumerables problemas de seguridad que enfrenta el continente, entre ellos: conflictos regionales, como el del Sahara Occidental; la inestabilidad en Libia; los grupos armados como Boko Haram y Al Shabab y otras amenazas que ejercen influencia en la política del gasto militar.
Los golpes de estado en la región y regímenes militares instalados en el Sahel, el fin de la operación de Naciones Unidas en Malí y la República Democrática del Congo y la voluntad de modernizar y equipar a los ejércitos nacionales para garantizar la seguridad de la población frente a las amenazas terroristas, son factores que también pueden incidir en el incremento de las erogaciones militares de la región en los próximos años.
Si bien Rusia es un actor significativo en el suministro de armamento en el continente, y China es el principal socio comercial de África, no puede olvidarse la histórica y actual presencia militar estadounidense en la región a través de AFRICOM y 29 instalaciones militares en 15 países, que busca proteger sus intereses estratégicos en el continente, lo que incluye asegurar rutas marítimas, proteger inversiones y garantizar el acceso a recursos naturales. La presencia militar estadounidense en África está también relacionada con la competencia geopolítica, deviniendo asimismo en un instrumento que busca frenar la influencia de China y Rusia.
Por su parte, el gasto militar en América totalizó 1 009 mil millones de dólares en 2023 (un 2,2 por ciento más que en 2022 y un 10 por ciento más que en 2014) por el crecimiento y el volumen de los gastos de EE.UU. A ese país le corresponde el 91 por ciento del gasto del continente. El gasto militar de Canadá fue de 27 200 millones (un 6,6 por ciento más que en 2022 y 49 por ciento más que en 2014).
Sin embargo, en términos generales, el gasto en defensa de la región de América Latina y el Caribe sigue en niveles bajos en comparación con el total global, debido a las presiones del gasto público y la ausencia de amenazas externas graves a la seguridad.
En 2023, el gasto militar en Centroamérica y el Caribe cayó marginalmente a 14.7 mil millones de dólares (–0,4 por ciento con respecto a 2022); al igual que el gasto en América del Sur a 50 700 millones de dólares (–0,3 por ciento), pese a la continuación de desafíos de seguridad como el narcotráfico, la migración ilegal, la situación en Haití y conflictos regionales como el del Esequibo.
La región se ha resistido a las presiones de Estados Unidos y Europa para asegurar apoyo concreto en materia de municiones, sistemas de artillería y otros equipos a Ucrania.
En general, los países latinoamericanos y caribeños han sido reticentes a incrementar también el gasto militar de manera significativa, si bien algunos están tratando de modernizar sus capacidades.
Impacto del gasto militar en el contexto actual de la crisis
En lo económico, los gastos miliares tienen consecuencias favorables solo para aquellos que fabrican las armas. Desvía recursos financieros, tecnológicos y humanos de los objetivos de desarrollo. El gasto militar si bien puede generar empleo en esta rama como en aquellas que le brindan bienes y servicios, podría generar más empleo y beneficios si se destinara a la educación, la salud, la energía renovable18.
Además, las misiones militares en buena medida tienen como objetivo el saqueo de los recursos naturales. Un alto nivel de gastos militares no solo puede deformar la estructura de la economía nacional, sino que además tiende a frenar el crecimiento a largo plazo, genera déficit fiscal y endeudamiento, según apunta Rodríguez (2021). Los costos de investigación y desarrollo para actividades bélicas son por mucho más elevados que los realizados en áreas civiles.
El crecimiento desmedido de los gastos militares actúa en beneficio exclusivo de los sectores sociales más acomodados, lo que acarrea todavía más privaciones a los marginados. Fomenta una producción que no incita ulteriores actividades productivas, introduciendo una presión en los precios que se traduce en factor esencial de las tendencias inflacionistas y de las crisis. En los países en desarrollo, la industria militar, si es que existe, produce bienes exportables en escasas ocasiones. Estos países importan material militar, lo que crea problemas de balanza de pagos, desalienta la inversión y el desarrollo económico y alimenta la pobreza, el endeudamiento y el subdesarrollo a mediano y largo plazo.
En cuanto a seguridad, la historia demuestra que la militarización no la aumenta, ni en países estables, ni en aquellos en conflicto. El militarismo y armamentismo previo a la Primera Guerra Mundial han sido identificados como factores determinantes que condujeron a las guerras mundiales. La carrera armamentista y la creciente militarización que muestran los datos de gasto militar global actual nos puede llevar a un escenario similar. Según estudios19, desde que comienzan los incrementos de los gastos militares en el año 1996, los conflictos armados activos en el mundo han crecido de una media de 36 cada año a 53 en 2014, volviendo a aumentar los presupuestos militares tras la crisis de 2008.
La guerra en Ucrania, la genocida ofensiva de Israel contra los palestinos y Hamas en Gaza, son el rostro de la continuada tendencia al incremento del gasto militar y la financiación de los conflictos armados, que alteran la cadena mundial de suministros, los mercados de valores, los precios de los alimentos, los fertilizantes, la energía, el acceso al agua potable y a otros recursos repercutiendo de manera negativa en la crisis económica, alimentaria, energética, climática y que tienen un alto precio humano, pues provocan hambre, migración o desplazamientos, malnutrición y enfermedades y muerte. A largo plazo, la violencia y el conflicto armado dejan un legado de subdesarrollo prolongado, que afecta a las presentes y futuras generaciones.
Los gastos militares son una carga cada vez más pesada para el futuro económico de las naciones, que bien podrían dirigirse a ayudar a eliminar el hambre a 258 millones de personas de 58 países y territorios que, según Naciones Unidas20, se encuentran en situación de inseguridad alimentaria aguda o de alto riesgo en 2022, a ayudar a sacar de la pobreza a más de 700 millones de personas21, la financiación climática de países de bajos ingresos, o a la transición a una economía con cero emisiones netas que cuesta 3,5 billones de dólares al año hasta 2050, según el último informe de la Junta Asesora en Asuntos de Desarme (ABDM)22.
Las actividades militares interfieren gravemente en los esfuerzos globales para impedir o limitar al mínimo la degradación del medio ambiente o toda reparación de los daños ya causados. Las instalaciones y maniobras bélicas aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero y la huella de carbono global, deteriorando aún más un medio ambiente ya perjudicado.
Un estudio reciente23 señala que los 1,34 billones de dólares en gasto militar de la OTAN en 2023 servirían para pagar la promesa incumplida de las naciones más contaminantes de 100 000 millones de dólares anuales durante 12 años, por concepto de financiación climática.
Si todos los miembros de la OTAN llegan a cumplir el compromiso del 2% del PIB en gasto militar en 2028, la OTAN gastará unos 2,57 billones de dólares adicionales, suficiente para sufragar durante siete años los costos de adaptación climática de los países de renta baja y media, según los cálculos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Similar contribución podría realizar EE.UU. con su presupuesto de defensa destinando al menos una parte a financiar la Agenda 2030 para el desarrollo Sostenible, el Plan de Acción de Addis Abeba, el Acuerdo de París, entre otros marcos globales de acción.
Sin embargo, esas ambiciones parecerían inviables, debido a que el principal beneficiado es la industria armamentista, que multiplica sus ingresos y cotizaciones bursátiles y presiona para que estos flujos sean permanentes, exigiendo compromisos estructurales a largo plazo en cuanto a la producción de armas y restringiendo los compromisos ambientales de los principales países gastadores.
Sin mecanismo internacional vinculante para regular el gasto militar
En el último siglo, los gobiernos han intentado buscar formas para acordar una reducción de los gastos militares, o al menos para dar a conocer cuánto gastan los países en sus ejércitos. Las primeras propuestas se centraron en reducir los gastos de los Estados militarmente importantes, mediante la liberación de fondos para la asistencia para el desarrollo. Sin embargo, dichas propuestas no procedieron. La Asamblea General de las Naciones Unidas acordó en 1981 diseñar un Instrumento Normalizado de las Naciones Unidas de Presentación de Informes sobre Gastos Militares, que pasó a denominarse después Informe de las Naciones Unidas sobre Gastos Militares, en virtud del cual los Estados presentan de manera voluntaria informes sobre su presupuesto militar, lo que constituye una medida de transparencia, con el fin de fomentar la confianza entre todos estos.
En 2021, se lanzó el llamamiento del Secretario General de la ONU a reducir de forma urgente el excesivo gasto militar y a aumentar la inversión en infraestructura social y seguridad, lo cual tampoco se ha aplicado. No se cuenta actualmente con un instrumento vinculante para la limitación de los gastos militares. Aunque la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo adoptada por la AGNU en 1986 estableció que los recursos derivados de las medidas de desarme deben ser encauzados al desarrollo, este compromiso ha sido desconocido, como lo han sido las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la relación entre el desarme y el desarrollo. No se avanza en materia de desarme general y completo, en particular en materia nuclear.
La adquisición de armamento por los Estados para preservar su seguridad e independencia es un derecho legítimo conferido por la Carta de las Naciones Unidas, por lo que resulta poco probable que un Estado reduzca o elimine voluntariamente sus armas sino tiene garantías se seguridad por otros medios.
Se precisa de un enfoque de seguridad común, en la misma línea que la iniciativa china de seguridad global; que no esté basado en la disuasión y la fuerza militar, en los intereses de unos estados a expensas de los otros; sino uno que tome en serio las preocupaciones legítimas de todos los países, que respete los principios de la seguridad indivisible, soberanía, independencia política e integridad territorial de todos los Estados y no interfiera en sus asuntos internos. Garantizar la seguridad con unos niveles reducidos de armamentos puede crear un entorno propicio para el desarrollo económico sostenible y allanar el camino para la cooperación y la liberación de recursos para actividades más productivas y para la lucha contra las amenazas que enfrenta la humanidad.
CONCLUSIONES
El gasto militar a nivel global continúa en aumento, debido a las tensiones geopolíticas acentuadas con la guerra en Ucrania, los conflictos regionales y desafíos de seguridad.
Tanto EE.UU. como los países de la OTAN están reajustando sus posturas de defensa e incrementando sus capacidades militares, no solo para enfrentar a Rusia, sino también a China en un posible conflicto en el Indo-Pacífico en los próximos años.
Aunque el gasto militar ha crecido en todas las regiones, Estados Unidos sigue siendo el principal responsable de esta tendencia alcista y de los nuevos enfoques en las doctrinas de defensa actualizadas por varios países. Dados los beneficios que recibe el complejo militar y la plutocracia estadounidense del continuo aumento de dicho gasto, EE.UU. conduce al mundo por la senda de la guerra, creando focos de tensión y desestabilización. Este deviene en un instrumento para preservar su hegemonía. De tal manera, presiona a sus aliados a reajustar sus posturas de defensa y a incrementar los gastos militares para enfrentar no solo a Rusia, sino también a China, en un posible conflicto en el Indo-Pacífico en los próximos años, lo cual beneficia a su industria militar.
La guerra en Ucrania y otros conflictos son resultado importante de la financiación militar externa de EE.UU. Ni Rusia ni China están interesados en rivalizar con EE.UU. en el ámbito militar, sino en defender sus propios intereses nacionales, lo que incluye preservar su seguridad.
Los gastos militares repercuten negativamente en el contexto actual de la crisis absorbiendo la mayor parte de los recursos financieros, tecnológicos y humanos. Sin embargo, no existe un instrumento legalmente vinculante, ni voluntad política para limitar esos gastos o reasignar una ínfima parte al desarrollo.
No se prevé a corto y mediano plazo un cambio favorable en un contexto de creciente rivalidad geopolítica, ante el interés de EE.UU. en preservar su supremacía frente al ascenso de China y Rusia. Atendiendo al presupuesto de defensa de EE.UU., la posible reelección de Donald Trump en 2024, el compromiso de la mayoría de los miembros de la OTAN de cumplir el objetivo de destinar el 2% del PIB a gastos militares, la prolongación de la guerra en Ucrania y los conflictos en curso, y la retórica occidental de amenazas en torno a Taiwán, se pronostica un incremento mucho mayor de dichos gastos en los próximos años.
Se precisa adoptar un concepto de seguridad común, cooperativo, equilibrado y sostenible, que cumpla con los propósitos y principios de la Carta de la ONU, traiga la paz para todos y posibilite la realización de los objetivos de desarrollo sostenible y la agenda de acción climática. Si bien la propuesta de China “Iniciativa para la Seguridad Global” constituye un paso positivo y una buena base para la negociación, no es previsible que EE.UU. y sus aliados la apoyen.
Es necesario promover la conciencia de la indivisibilidad de la seguridad de los Estados a través de un diálogo concertado, la adopción de medidas para crear confianza, la gradual iniciación de cambios en las posturas militares y la reducción en los niveles de armamentos.
Estas no son ideas nuevas, pero mantienen plena vigencia. Ya en el Documento Final del Décimo Periodo Extraordinario de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre Desarme celebrado en 1978, acordado por consenso, los Estados miembros de Naciones Unidas se comprometieron a reducir sus gastos militares y utilizar los recursos liberados de una manera que ayude a promover el bienestar de todos los pueblos y mejorar la situación económica de los países en desarrollo.
notas
1 El país más beneficiado de las exportaciones mundiales de armas en el periodo 2019-2023 fue Estados Unidos. El CMI estadounidense exporta aproximadamente el 40% de las armas en el mundo.
2 Trends in World Military Expenditure, 2023. https://www.sipri.org/sites/default/files/2024-04/2404_fs_milex_2023.pdf
3 Las 5 mayores compañías de armamento del mundo que dominan el mercado desde 2018 son estadounidenses: la Lockheed Martin (el mayor fabricante de armas del mundo, además de aviones de combate. También se especializa en tecnología de radares, helicópteros, aviones de transporte, armas hipersónicas, misiles y drones militares), Boing, Northrop Grumman (dedicada a la fabricación de sistemas aeroespaciales, la electrónica y tecnología de defensa, que incluye aviones no tripulados, sistemas de radar y ciberseguridad), Raytheon (especializada en sistemas de defensa y seguridad nacional (fabrica misiles, sistemas de radar, sistemas de comunicación y equipos electrónicos avanzados ) y General Dynamic (especializada en una amplia gama de productos y servicios, que incluyen submarinos, vehículos blindados, sistemas de combate terrestre y tecnología de la información). Del total de los ingresos por las ventas de armas y servicios militares de las 100 mayores empresas del sector que fue de 597 000 millones de dólares en 2022, el 51%, 302 000 millones de dólares, fueron devengados por esas 5 mayores compañías y otras 37 empresas estadounidenses. SIPRI. Las 100 principales empresas productoras de armas y servicios militares del mundo, 2022. https://www.sipri.org/visualizations/2023/sipri-top-100-arms-producing-and-military-services-companies-world-2022
4 Según el informe del Balance militar 2024, publicado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, los sistemas autónomos, las armas hipersónicas y la inteligencia artificial son el nuevo frente de batalla en la carrera armamentista con China. EE.UU. aspira al liderazgo en áreas críticas de la tecnología. En ese sentido, el Pentágono está asignando 1 000 millones de dólares a lo largo de cinco años para apoyar una nueva estrategia de biofabricación de equipos de defensa. Lanzó la "iniciativa replicadora", que implica la creación de miles de sistemas autónomos en diferentes dominios durante un período de 18 a 24 meses. El Congreso de EE.UU. aprobó un récord de 140 000 millones de dólares para investigación, desarrollo, pruebas y evaluación (RDT&E) en el año fiscal 2023, con un presupuesto de adquisiciones de casi 170 000 millones de dólares. El bombardero B-21 Raider, varios sistemas de vehículos de planeo hipersónico, sistemas de misiles crucero hipersónicos y una nueva generación de sistema de misiles balísticos intercontinentales basados en tierra están en fases de creación avanzada, de prototipos y pruebas de campo. El Pentágono está intensificando las inversiones para contrarrestar tecnológicamente las misiones de muy alta velocidad de China y planea construir una arquitectura de defensa antimisiles utilizando Aegis Ashore para “salvaguardar” Guam. Continúan buscando un número cada vez mayor de sistemas de combate no tripulados. La Fuerza Aérea está trabajando en lo que llama un avión de combate conjunto, una plataforma no tripulada para asociarse con su futuro sistema de combate, el programa Next Generation Air Dominance (NGAD), que consiste en aviones de combate de sexta generación. La modernización del arsenal de ojivas nucleares de EE.UU. también está avanzando, incluso con el despliegue de la bomba nuclear B61-12 mejorada, el anuncio del Pentágono de que buscaría la B61-13, una nueva bomba de mayor rendimiento que la -12 y los diseños actualizados para nuevas ojivas de los submarinos de misiles balísticos de propulsión nuclear.
5 La ayuda de Estados Unidos a Ucrania, en cifras - The New York Times. https://www.nytimes.com/es/2023/12/14/espanol/ucrania-rusia-estados-unidos-ayuda.html
6 Entre las áreas claves del presupuesto de defensa se destacan: la financiación de municiones para todos los servicios; sistemas de misiles de largo alcance; Investigación, Desarrollo, Pruebas y Evaluación (RDT&E); capacidades espaciales y la modernización de todos los aspectos de la tríada nuclear para reforzar la disuasión; el reclutamiento, retención y preparación del personal.
7 La Estrategia de Seguridad Nacional de 2022 delineó que para 2030 Estados Unidos tendrá que disuadir por primera vez a dos grandes poderes nucleares, cada uno de los cuales desplegará fuerzas nucleares globales y regionales modernas y diversas.
8 En 2022, habían alcanzado ese objetivo: Polonia, Grecia, Reino Unido, Lituania, Letonia y Estonia. En 2023 se sumaron: Finlandia, Rumanía, Hungría, Eslovaquia, para llegar a la cifra de 11 países con EE.UU.
9 Las importaciones de armas europeas casi se duplican, las exportaciones estadounidenses y francesas aumentan, las exportaciones rusas caen estrepitosamente. SIPRI. AT press release ESP (sipri.org)
10 La Unión Europea quiere reforzar sus ejércitos: solo cinco países invierten más del 2% del PIB en Defensa | Cadena SER | Cadena SER
11 El SIPRI estima que no se había producido un aumento drástico del gasto militar de Rusia dado que habría crecido en 2022 en un 9,2%, hasta los 86 400 millones de dólares, el equivalente al 4,1% del PIB de Rusia en 2022, frente al 3,7% del PIB en 2021. La cantidad asignada a defensa nacional de Rusia pasó de 50 100 millones de dólares en el presupuesto inicial previsto, publicado a finales de 2021, a 67 000 millones de dólares en el presupuesto revisado de octubre de 2022 cerrando el año con 86 700 millones. Los costos de la operación se tradujeron en un aumento del 34% del gasto en términos nominales. El informe del SIPRI considera que Rusia, acorde con los gastos de ese año, se implicaba en el conflicto de manera financieramente limitada, si se toma en cuenta los gastos militares de la OTAN, los de Ucrania , y la asistencia financiera de 30 000 millones de dólares de al menos 25 países a Kiev en 2022. https://www.sipri.org/sites/default/files/2023-12/sipriinsights_2312_11_russian_milex_for_2024_0.pdf
12 Ibidem
13 Ucrania fue el país de mayor incremento interanual del gasto militar (19%), seguido por Rusia (3,2%) y a la vez, el octavo país que más gastó en 2023, tras un aumento del gasto del 51% hasta alcanzar los 64 800 millones de dólares. El gasto militar ucraniano aumentó un 1272 por ciento entre 2014 y 2023. Kiev también recibió al menos 35 000 millones de dólares en ayuda militar de más de 30 países durante el año 2023, incluidos 25 400 millones de dólares provenientes de Estados Unidos. La ayuda y el propio gasto militar ucraniano combinados, equivalieron aproximadamente al 91% del gasto ruso.
14 La industria armamentista estadounidense está experimentando un auge económico significativo debido a la guerra en Ucrania y la creciente inversión en defensa de los países europeos. Las empresas Lockheed Martin y Northrop Grumman, han visto crecer sus acciones en un 23,3% cada una, en el periodo 2022-2023. La industria europea, aunque ha crecido, se encuentra bajo presión ante la demanda sin precedentes de equipos y armamento. Ha perdido capacidad para reponer rápidamente las reservas de municiones. Europa ha aumentado sus importaciones y EE.UU. se ha consolidado como el principal exportador de armas a nivel mundial. Otro ejemplo puede verse con respecto a los proyectiles, EE.UU. y Europa han visto disminuir sus reservas. En ese sentido el Ejército de EE.UU. ha acordado con General Dynamics Ordnance and Tactical Systems la construcción de una nueva instalación, en su mayor parte automatizada, en Mesquite (Texas) para fabricar más proyectiles; así como con IMT Defense, una empresa canadiense. Con anterioridad, en octubre de 2023, el Ejército también adjudicó contratos por valor de 1 500 millones de dólares a nueve empresas de EE.UU., Canadá, India y Polonia para impulsar la producción mundial de proyectiles de artillería de 155 mm.
15 Según el SIPRI, el gasto militar de China fue de 296 mil millones en 2023 (un aumento del 6% respecto a 2022 y de un 60% en comparación con 2014); el de India, de 83.6 mil millones de dólares (un aumento del 4,2% respecto a 2022 y el 44% con respecto a 2014); el de Japón fue de 50 200 millones de dólares (un 11 por ciento más que en 2022 y 31 por ciento más que en 2014); el de Corea del Sur de 47 900 millones de dólares (aumentó de un 1,1 por ciento con respecto a 2022). El aumento interanual de Japón fue el mayor desde 1972. Japón pretende reforzar sus capacidades de contraataque invirtiendo fuertemente en aviones, barcos y misiles de largo alcance. Planea gastar 310 mil millones de dólares en el ejército entre 2023 y 2027, lo que le daría un presupuesto militar anual promedio de 62 mil millones de dólares durante el período. El nuevo plan de gasto dado a conocer en 2023 por el Ministerio de Defensa Nacional de Corea del Sur asigna alrededor de 253 mil millones de dólares al ejército entre 2023 y 2027, a un promedio de poco más de 50 mil millones de dólares por año. El gasto militar de Taiwán creció un 11 por ciento en 2023, a 16 600 millones de dólares. Taiwán creó un fondo extrapresupuestario en 2020 y otro en 2022 destinado a adquisiciones.
16 En 2023, el presidente Joe Biden aprobó una ayuda militar directa de US$80 millones a Taiwán, como parte del programa de financiamiento militar en el extranjero y utilizó poderes discrecionales para aprobar la venta de servicios y equipos militares por un valor de US$500 millones a ese territorio. Estados Unidos está empezando a reentrenar al ejército de Taiwán. Tropas terrestres taiwanesas se están entrenando en EE.UU. y los instructores estadounidenses están yendo e integrándose a los marines y a las fuerzas especiales de Taiwán.
17 Según datos de los departamentos de Defensa y Estado, desde 1951 hasta 2022 (el año más reciente del que existen datos) la ayuda militar estadounidense a Israel, ajustada a la inflación, ha sido de US$225 200 millones. En 2022, Washington le entregó a Israel US$3 300 millones en ayuda exterior. Unos US$8,8 millones de esa cantidad se destinaron a la economía del país y el 99,7% se entregó a las fuerzas armadas.
18 Garrett Peltier, Heidi (2017). Job opportunity. Cost of War. https://watson.brown.edu/costsofwar/files/cow/imce/papers/2017/Job%20Opportunity%20Cost%20of%20War%20-%20HGP%20-%20FINAL.pdf.
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19 https://ucdp.uu.se/nsight_2306_07_russias_military_expenditure_during_its_war_against_ukraine_230627.pdf
20https://es.wfp.org/noticias/informe-crisis-alimentarias-aumenta-a-258-millones-numero-de-personas-en-inseguridad-alimentaria-aguda
21 https://unstats.un.org/sdgs/report/2023/The-Sustainable-Development-Goals-Report-2023_Spanish.pdf?_gl=1*1902n74*_ga*MjA0Njg5NDk0Ni4xNzA4NjQ1MzY4*_ga_TK9BQL5X7Z*MTcwODY0NTM2OC4xLjAuMTcwODY0NTM2OC4wLjAuMA..
22 https://unidir.org/towards-a-comprehensive-security-approach-to-military-spending/
23 https://centredelas.org/wp-content/uploads/2023/10/portada_ElClimaBajoFuegoCruzado_CAST.jpg
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