La denominada Revolución en los asuntos militares y el pensamiento naval estadounidense en el Indo-Pacífico
The so-called Revolution in Military Affairs and U.S. naval thinking in the Indo-Pacific
M. Sc. Elio Perera Pena
Licenciado en Periodismo. Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales. Investigador Agregado del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). Profesor Auxiliar adjunto al Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” (ISRI). La Habana, Cuba. eliopererapena@gmail.com 0000-0003-1086-2854
Cómo citar (APA, séptima edición): Perera Pena, E. (2024). La denominada Revolución en los asuntos militares y el pensamiento naval estadounidense en el Indo-Pacífico. Política internacional, VI (Nro. 3), 47-58. https://doi.org/10.5281/zenodo.12626482
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.12626482
Recibido: 13 de marzo de 2024
Aprobado: 29 de abril de 2024
publicado: 10 de julio de 2024
RESUMEN Estados Unidos utiliza en el ámbito político militar el desarrollo de sus capacidades en tecnología de punta con el objetivo de contrarrestar el avance económico y comercial de China. Con tal propósito, intenta enrumbar sus elementos doctrinales, entre los que se encuentra la estrategia naval en la región del Indo-Pacífico; derivada de la denominada Tercera Estrategia de Compensación. Esta pretende, entre otros elementos, mantener la actualización del funcionamiento del Sistema de Sistemas, que constituye el corazón de la Revolución en los Asuntos Militares. El presente artículo identifica algunos elementos que explican el por qué la Tercera Estrategia de Compensación no goza, al parecer, de un total apoyo, por lo que será reanalizada en el 2030. Esboza además cómo pudiera Estados Unidos actuar explícitamente hacia China con sus componentes y fuerzas en medio de los retos y desafíos que plantea la Revolución en los Asuntos Militares. Se mencionan adicionalmente los principales elementos de la estrategia naval estadounidense, sus formas de manifestación más importantes desde el punto de vista táctico operativo, qué análisis pudiera derivarse de las incidencias y repercusiones ante el posible desenlace de un conflicto armado con China, particularizando en el Cuerpo de Infantería de Marina.
Palabras clave: Estrategia naval, China, Estados Unidos, Revolución en los Asuntos Militares.
ABSTRACT The United States uses in the political-military sphere the development of its capabilities in state-of-the-art technology with the aim of counteracting China's economic and commercial advance. To this end, the United States is trying to steer its doctrinal elements, among which is the naval strategy in the Indo-Pacific region, derived from the so-called Third Offset Strategy. This aims, among other elements, to maintain the updating of the functioning of the System of Systems, which constitutes the heart of the Revolution in Military Affairs. This article identifies some elements that explain why the Third Offset Strategy does not seem to enjoy full support and will be reanalyzed in 2030. It further outlines how the United States might explicitly act toward China with its components and forces amid the challenges and challenges posed by the Revolution in Military Affairs. It also mentions the main elements of the US naval strategy, its most important forms of manifestation from the operational tactical point of view, what analysis could be derived from the incidences and repercussions of a possible outcome of an armed conflict with China, with particular emphasis on the Marine Corps.
Keywords: Naval strategy, China, United States, Revolution in Military Affairs.
INTRODUCCIÓN
Desde mediados de la década de los años 90 del siglo XX el Departamento de Defensa estadounidense viene reforzando la utilización de la Revolución en los Asuntos Militares como pretexto para justificar la reescritura de sus Doctrinas, la revisión de las estructuras organizacionales y el gasto de grandes sumas de dinero dedicadas a nuevos armamentos y sistemas de vigilancia.
La preocupación que existe en el orden estrictamente más político en cuanto al declive hegemónico ante el ascenso económico y comercial de China y Rusia, se trasladó al orden militar y se refugia, entre otros elementos, en la mencionada Revolución en los Asuntos Militares, y como parte integrante por demás imprescindible, en la llamada Tercera Estrategia de Compensación (Colom, 2023).
La idea de desarrollar la Tercera Estrategia de Compensación fue divulgada en 2014 por el secretario de defensa estadounidense Chuck Hagel, como reacción del Departamento de Defensa de EE.UU. a los acontecimientos de ese año en Crimea.
La esencia de la Estrategia de Compensación implica el paso a una competición directa con el enemigo en el desarrollo de potencialidades militares que supongan una verdadera ventaja.
Durante el gobierno de Dwight Eisenhower se decretó una Primera Estrategia de Compensación, que se tradujo en el desarrollo de la triada nuclear. La Segunda Estrategia de Compensación se produjo tras la guerra de Vietnam, y persiguió el objetivo de alcanzar la supremacía estadounidense.
La supremacía tecnológica estadounidense ha sido la base de su dominio militar mundial. Ese liderazgo ha comenzado a resquebrajarse en los últimos años, dado que las potencias consideradas adversarias por la nación norteña encontraron la manera de contrarrestar, al menos en buena medida, su poderío militar.
Eso afecta la respuesta a la que supuestamente está acostumbrado el Cuerpo de Infantería de Marina, como primer eslabón o ente para el cumplimiento de misiones que requieren la adopción de múltiples desafíos en un Teatro de Operaciones Militares, como el del Indo-Pacífico, cuyas características son atípicas para dicho Cuerpo, y que de cierta forma obstaculizan también el necesario dominio a alcanzar por el componente naval, aspectos tratados en el artículo (Fernández, 2023).
El objetivo general del trabajo es analizar someramente cómo Estados Unidos intentan perfeccionar doctrinalmente el sistema de ínteroperabilidad de sus componentes militares, en este caso en el Teatro de Operaciones Militares del Indo-Pacífico.
DESARROLLO
La Tercera Estrategia de Compensación (desarrollada anualmente con incrementados recursos monetarios y con el empleo creciente de tecnología de punta) es la llave que ha forjado Estados Unidos para garantizar su supremacía militar. Su desarrollo en nuevas condiciones guiará por las próximas décadas el planeamiento de la defensa del país y su consolidación será condición imperiosa para reforzar el Complejo Militar Industrial.
Coincidiendo con el advenimiento de la era de la información, la informática, Internet, las comunicaciones por satélite y los sistemas de geolocalización, la robótica y la Inteligencia Artificial se han integrado en las diferentes unidades militares y puestos de mando estadounidenses, transformando sus procesos, prácticas, medios y capacidades.
Sus mayores beneficios radican en proporcionar una capacidad sin precedentes históricos para obtener, filtrar e interpretar vastos volúmenes de información de interés militar, compartirla con los usuarios que la necesiten de forma casi instantánea, y neutralizar cualquier posible amenaza con una rapidez y precisión sin precedentes.
Por lo tanto, no es extraño que los sensores CISR4 (sistemas de mando, control, comunicaciones, ordenadores, inteligencia, observación y reconocimiento, o las plataformas (invisibles a los sistemas de detección o dirigidas por control remoto) y las armas (de precisión o inteligentes) sean consideradas como los pilares de esa Revolución.
Los principales elementos funcionales y operativos estipulados en la denominada Tercera Estrategia de Compensación de las Fuerzas Armadas estadounidenses son:
-Establecer en red la conectividad a ordenadores, smartphones, tablets y otros dispositivos electrónicos, con el propósito de mejorar en la forma de concebir, planear y conducir las operaciones permitiendo a cualquier soldado conocer y controlar lo que sucede a su alrededor, bien sea reconociendo el terreno, identificando las amenazas, designando los objetivos o batiendo los blancos en función de su situación, amenaza o disponibilidad.
-Mantener la actualización del funcionamiento del llamado Sistema de Sistemas, que califica como el corazón de la Revolución en los Asuntos Militares; permite acumular una inmensa cantidad de información sobre el área de operaciones, convertirla en inteligencia útil para las fuerzas que operan sobre el terreno y aprovecharla de inmediato para batir al adversario.
-Desarrollar el componente operativo necesario para garantizar la funcionalidad de la Guerra en Red, un nuevo estilo de combatir fundamentado en el empleo de pequeñas fuerzas integradas en red, organizadas en enjambres, distribuidas por el campo de batalla y capaces de batir los objetivos enemigos antes de que estos se percaten de que han sido descubiertos.
-Estimular nuevas formas de actuación (acción conjunto-combinada, operaciones rápidas, decisivas y basadas en efectos, enfoque expedicionario y consolidación de los dominios espacial y cibernético).
-Incrementar la organización y flexibilización de las estructuras de mando e integración de las fuerzas operativas en red y estilos de liderazgo (mando táctico descentralizado y control estratégico directo).
-Aprovechar las Lecciones Aprendidas (Lesson Learned) en Irak y Afganistán, en cuanto a la detección de debilidades en el orden técnico comunicativo ante la lucha en los entornos fundamentalmente irregulares, explotar nuevas formas de combatir y concebir las operaciones conjuntas en las dimensiones terrestre, aérea, naval, espacial y cibernética, identificando al soldado como el eslabón más débil.
-Ampliar la brecha tecnológico-militar con sus potenciales adversarios, reemplazar el tradicional modelo de presencia avanzada y proyección del poder, en funcionamiento desde la Segunda Estrategia de Compensación.
-Velar desde el aparato doctrinal, y a través de los tres componentes de jerarquización, estratégico, operativo y táctico, que los distintos componentes armados tengan el mismo desarrollo con la Tercera Estrategia de Compensación, intentando eliminar el rechazo en la Navy (Marina), temerosa, pues algunos de sus directivos consideraron que la Revolución en los Asuntos Militares podía convertir en obsoleta lo que calificaron como formidable flota aeronaval y antisubmarina.
-Incrementar la capacidad del país para proyectar su poder bélico en entornos A2/AD (acciones de previsión operativas anti-acceso y de negación de área con el objetivo de contrarrestar e impedir acciones militares estadounidenses por parte de los adversarios): reforzar la disuasión convencional e imponer un elevado costo a los potenciales contendientes que pretendan competir con Estados Unidos en materia tecnológica.
-Mantener en el pensamiento estratégico para contrarrestarlo, que los adversarios han estudiado las características de los nuevos estilos estadounidenses de combatir y se han dotado de las tecnologías (sistemas C4ISR para digitalizar la zona de batalla, armamento inteligente para batir con precisión los objetivos enemigos y plataformas invisibles o no-tripuladas para entrar en áreas de riesgo) y capacidades (acción conjunta, Guerra en Red, operaciones especiales o ciberguerra).
-Respetar que la ingeniería e integración de sistemas no solo permite conectar todos los elementos de la Fuerza –soldados, plataformas, sensores o armas– en un Sistema de Sistemas que permite combatir en red; sino que también garantiza la conectividad del ejército estadounidense con otras fuerzas aliadas, la fusión de inteligencia de distinta procedencia o el despliegue de redes dinámicas de mando y control.
-Combinar las capacidades heredadas (los sistemas procedentes de la Guerra Fría o que han entrado en servicio desde entonces) con el desarrollo de nuevos materiales y conceptos operativos que permitan al país combatir en toda la gama de las operaciones en múltiples teatros de operaciones de forma concurrente.
-Reducir la dependencia estadounidense de las bases navales, aéreas y terrestres avanzadas.
-Protegerse de la pérdida o degradación de los satélites.
-Aprovechar la presencia global de sus fuerzas aéreas y navales, la capacidad de respuesta de su aviación y misiles y la eficacia de sus plataformas no-tripuladas, con el empleo de insumos tecnológicos.
-Explotar la capacidad de ataque estratégico de precisión para amenazar cualquier objetivo enemigo dentro o fuera del teatro de operaciones.
-Liderar una nueva carrera de armamentos explotando las áreas tecnológico-militares puntales para Estados Unidos (como drones, Inteligencia Artificial, Ciberespacio, Guerra submarina, Ataque estratégico, Integración de Sistemas) y donde sus adversarios todavía carecen del know-how necesario.
-Valerse de las alianzas con sus socios para posicionarse estratégicamente y compartir costos y responsabilidades en la defensa regional.
¿Qué pudiera estar sucediendo con la Tercera Estrategia de Compensación?
Si bien en múltiples ocasiones ha sido utilizada en similar medida para elogios o criticas sirviendo de plato de mesa a las tradicionales y para nada nobles disputas entre demócratas y republicanos, cierto es que en el propio ámbito militar esta Tercera Estrategia de Compensación al parecer no goza enteramente de un total apoyo, y su real efectividad será nuevamente analizada doctrinalmente en el 2030.
En primer lugar, porque un componente armado importante como es la Marina (Navy por sus siglas en inglés), según la interpretación de los documentos de la citada Estrategia, está llamada ante un conflicto armado a permanecer con sus efectivos de manera física en el teatro de operaciones afectado, y hasta como parte de la posible creación de una Nueva Flota con el empleo del componente tecnológico. Con lo que, al menos aparentemente, se mantendría el concepto de Presencia Avanzada que desde la Segunda Estrategia de Compensación está mencionado como obsoleto, lo cual resulta estratégicamente una contradicción en la previsión de política.
Los directivos de la Navy conocen que si el componente tecnológico falla, de acuerdo con el pensamiento de operatividad de fuerzas combinadas que aparece en las doctrinas, pues el fracaso de las operaciones recaería sobre su componente armado, algo en lo que no están dispuestos a arriesgarse.
En segundo lugar, la Primera y la Segunda Estrategia de Compensación en opinión de expertos, poco aportaron, a no ser por el hecho de dar a conocer elementos o tecnología de punta que, en la mayoría de las ocasiones, sirvió para que los adversarios después de estudiar la información publicada por los Estados Unidos desarrollaran tecnologías similares o superiores.
En tercer lugar, según las estrategias y la cosmovisión del Pentágono, la prosperidad de los aliados estadounidenses en Asia depende de su libertad de acceso al Pacífico y al océano Índico, condición indispensable para importar materias primas (en particular petróleo) y exportar productos manufacturados con toda tranquilidad. Y puede afirmarse que, buena parte del tonelaje mercante pasa en la actualidad por el Mar de China meridional.
¿Cómo pudiera Estados Unidos actuar hacia China con sus componentes y fuerzas ante esos retos y desafíos?
Al intentar dominar las aguas sobre las que China ejerce soberanía o la reclama, Estados Unidos insiste en el latente peligro de una confrontación con Pekín, en la que la nación norteña involucraría a otros países de la región mediante un vasto proyecto geopolítico.
Las Fuerzas Armadas estadounidenses aumentarán su peso institucional, su poder de proyección y de disuasión en el Asia-Pacífico, mediante la presencia de fuerzas navales, en particular con sus portaaviones y flotillas, así como con el componente aéreo a bordo de portaaviones y misiles de última generación.
Los estrategas estadounidenses calcularon que China y otros adversarios potenciales utilizarán medios asimétricos como submarinos, misiles antibuques, ciberguerra, entre otros, para vencer o inmovilizar a las tropas estadounidenses.
En consecuencia, las Fuerzas Armadas estadounidenses invertirán cuanto sea necesario para garantizar su capacidad de acción en el entorno A2/AD. Es decir, la prioridad actual de Estados Unidos continúa siendo la periferia marítima de Asia y por ello, independientemente de quizá lo que pudiera denominarse contradicciones en su accionar en cuanto a lo que aparece regulado en los principales documentos de la Estrategia, defiende fervientemente sus postulados principales.
Pensamiento naval estadounidense en contraposición a China
En la conformación de las políticas para el enfrentamiento estratégico militar con China, el Departamento de Defensa de EE.UU. ha otorgado un rol decisivo al componente naval.
El 17 de diciembre de 2020, la Armada (Navy), el Cuerpo de Marines y la Guardia Costera de Estados Unidos publicaron conjuntamente una nueva Estrategia naval titulada “Advantage at Sea: Prevailing with Integrated All-Domain Naval Power” (Ventaja en el mar: prevalecer con un poder naval integrado en todos los dominios). Esta Estrategia es una continuación de “A Cooperative Strategy for 21st Century Seapower” (Una Estrategia cooperativa para el poder marítimo del siglo XXI), que publicaron en 2007 y en 2015; y que como parte integrante de la Tercera Estrategia de Compensación fue diseñada para guiar a Estados Unidos en el orden marítimo a lo largo del siglo XXI (Till, 2018).
Principales elementos de la nueva Estrategia
-Considera a China (y a Rusia) como Oponentes, contrario a la anterior que comprendía a ambas naciones en condición de Adversarias. Destaca que China y Rusia son las dos mayores amenazas, siendo China la principal preocupación. Enuncia que las capacidades militares de China, en continuo crecimiento, están erosionando la ventaja militar de Estados Unidos a un ritmo asombroso. Por ello, las Fuerzas Navales estadounidenses tomarán medidas para revertir esa tendencia (DoD, 2020).
-Trata de unificar el pensamiento de todas las fuerzas marítimas de los Estados Unidos bajo los siguientes preceptos fundamentales:
1) Ya no tiene Estados Unidos el control de los bienes comunes globales por lo que todas las fuerzas navales estadounidenses deben pasar a la competición con la potencia china, y con la rusa, para luchar por el control del mar y obtener la ventaja.
2) La orientación estratégica de que la Presencia Avanzada puede dar forma a la seguridad regional y prevenir los conflictos ha quedado obsoleta.
-Abarca, fundamentalmente, los siguientes aspectos:
a) Entorno de seguridad marítima de Estados Unidos: resume los retos a los que se enfrenta.
b) Sus objetivos estratégicos: intenta explicar cómo el Poder Naval Integrado en todos los dominios puede hacer frente a esos retos.
c) Enfoque estratégico: describe cómo emplear el poder marítimo a lo largo de todo el espectro de la situación competitiva, incluyendo la competencia diaria, la crisis y el conflicto, con el fin de alcanzar los objetivos nacionales.
d) Planteamiento de la construcción militar y las tácticas de respuesta: presenta explícitamente los principios rectores para la modernización de sus Fuerzas Navales y el desarrollo e integración naval en todos los dominios con el fin de garantizar que Estados Unidos pueda acceder al mar sin obstáculos.
La Estrategia naval propone cinco formas fundamentales de actuación táctico operativa:
1) Explotar e integrar plenamente las ventajas específicas de los tres cuerpos con el fin de crear una Fuerza Naval Integral en todos los dominios.
2) Reforzar las relaciones entre Estados Unidos, sus aliados y socios, con la convicción de que la intercomunicación entre Fuerzas Armadas aliadas es la principal ventaja de Estados Unidos en la carrera estratégica a largo plazo.
3) Adoptar acciones más decididas en la competencia diaria en tiempos de paz para impedir que los competidores estratégicos de Estados Unidos lleven a cabo operaciones militares.
4) Cuando se desate el conflicto armado el objetivo de las Fuerzas Navales de Estados Unidos será el control del mar; derrotar a las fuerzas militares del enemigo y proteger a Estados Unidos mientras defiende a sus aliados.
5) Llevar a cabo una audaz modernización y reforma de una futura Fuerza con el fin de mantener una disuasión creíble; y conservar la ventaja naval de Estados Unidos.
¿Qué análisis pudiera derivarse de las posibles incidencias y repercusiones ante el posible desenlace de un conflicto armado con China?
Las Fuerzas Navales de Estados Unidos refuerzan la necesidad incesante de la lucha por el dominio del mar, con lo cual pudiera inferirse de cierta manera que no han cumplido cabalmente con ese objetivo, y que debido a ello reforzarán su lucha en la “zona gris” (espacio entre la guerra y la paz en el que compiten varios actores), lo que equivaldría a incluir en las operaciones mecanismos que se sitúan por debajo de la intensidad de la guerra con el objetivo de obtener ganancias incrementales.
Entre ellos el empleo de las redes sociales como un armamento eficaz, la infiltración en las cadenas de suministro mundiales, así como la participación activa del aspecto espacial y cibernético en el conflicto armado, con lo que serían consecuentes con los postulados anunciados en la Tercera Estrategia de Compensación en cuanto a que el núcleo fundamental es la competencia naval con China por lo que Estados Unidos está obligado, según reza, a permanecer en alerta máxima las veinte y cuatro horas del día.
En esta ocasión Estados Unidos vuelve a insistir en la rivalidad naval entre grandes potencias y a diferencia de las Estrategias promulgadas en 2007 y 2015, no mencionan la cooperación.
Y ahora, al parecer, no contemplan al menos públicamente como directriz el orden cooperativo, entendido este último tanto como la interrelación de los componentes inter gobiernos en sus maniobras de acción conjunta ante el desenlace de un conflicto militar, así como en el momento actual en el que prima el sentimiento disuasorio.
Mientras no mencionan la cooperación especifican en la Estrategia la necesidad de la libertad de navegación, seguridad portuaria, control de los puntos de estrangulación marítimo y fortalecimiento de las alianzas.
Lo que nos lleva a presuponer al menos en el aspecto teórico la existencia de una contradicción: ¿cómo lograr alianzas si en el orden táctico operativo militar no se logra la cooperación, ni como método clásico comprendido en el arte militar ni como elemento práctico de comunicación político-diplomático-militar en los instantes precisos, al menos, en que la política se está alejando de la disuasión para convertirse en una guerra armada?
Asimismo, apreciamos que ha variado la valoración del Departamento de Defensa acerca de sus fuerzas en comparación con las de China. Actualmente se habla de obtener ventaja en el mar reconociéndose que China ha incrementado su poderío y que, por lo tanto, el accionar estadounidense debe fortalecerse.
No descartamos que con esta Estrategia Estados Unidos busque dar la impresión de debilidad o esté exagerando la amenaza de China para obtener un mayor presupuesto de Defensa Nacional. Si nos atenemos a las funciones de los Servicios de Inteligencia en la conformación de los elementos doctrinales no podemos descartar que esta Estrategia, al igual que otras, pueda tener un componente no público el cual guíe de una forma más precisa el accionar de las Fuerzas Navales. No obstante, no es menester desechar el criterio público acerca de este documento.
Durante una comparecencia en el Congreso en 2019, el entonces Comandante del Mando Indo-Pacífico, el almirante Philip Davidson, pronunció un discurso titulado “Regain the advantage” (Recuperar la ventaja) en el que planteó claramente creer que China estaba ganando ventajas frente a unos Estados Unidos que estaban perdiendo las suyas, lo cual se había convertido, reseñó Davidson, en el consenso de la comunidad estratégica estadounidense.
Si nos atenemos a la práctica histórica de los acontecimientos, las amenazas marítimas son comunes a todos los Estados que hacen uso de un espacio de mar, y estas no han podido, al menos en la mayoría de las ocasiones, ser resueltas por un solo país. Por lo que el principio de Presencia Avanzada ha sido siempre, con el de Cooperación de Fuerzas, un elemento importante en la política de disuasión. Sin embargo, con esta Estrategia los principios claramente establecen de manera directa, centrarse no en la conformación sino en la obtención de la victoria.
Lo anterior lo consideramos como un elemento algo atípico en cuanto a la interpretación del texto de la Estrategia, en lo que se refiere a los elementos doctrinales estadounidenses, que si un gran valor tienen es que son bastante explícitos en los tópicos referidos a planeación estratégica y conformación de misiones y objetivos.
No se menciona tampoco la cuestión, quizá la más importante en la lucha por el poder marítimo, sobre el enfrentamiento simultáneo a dos grandes potencias. El hecho de cómo Estados Unidos para ese enfrentamiento distribuirá sus fuerzas marítimas, y de otros componentes, entre el océano Indico, el océano Atlántico y el Pacifico, es una carencia del documento. Asimismo, no contempla como pudiera Estados Unidos mantener éxitos en caso de que Rusia y China formen una alianza.
Lo anterior también comprende un cambio significativo en cuanto a la forma de contemplar el aspecto combativo desde el orden doctrinal. Desde hace décadas Estados Unidos ha defendido la posibilidad de actuar en tres frentes y de obtener la victoria simultáneamente en dos conflictos y medios de manera lo más inmediata posible; lo cual no se refleja de manera tácita en esta ocasión.
Una nota clave es el irrestricto apego a las últimas Estrategias de Seguridad Nacional y a la de Defensa. No obstante que mantenga la rivalidad estratégica chino-estadounidense consenso al más alto nivel en el aparato de la toma de decisiones político militares estadounidenses, no se avizora, al menos por ahora, la posibilidad de que se realicen ajustes importantes en la Estrategia naval.
Sin embargo, debemos reconocer que antes de que se publicara el documento, ya habían comenzado determinadas iniciativas en las Fuerzas Navales estadounidenses para aplicar la Estrategia. Por ejemplo, la Jefatura de Operaciones Navales propuso la creación de la Primera Flota con el fin de llenar el vacío de fuerzas entre el océano Pacífico y el océano Índico; y las “U.S. Coastal Riverine Forces” (Fuerzas fluviales costeras estadounidenses) cambiaron su nombre por el de “Maritime Expeditionary Security Forces” (Fuerzas expedicionarias marítimas de Seguridad), haciendo hincapié en las operaciones en aguas profundas y de alto nivel, con el fin de satisfacer las necesidades de una guerra entre grandes potencias.
En la Cumbre de Asia Oriental, en el 2021, el presidente Biden se refirió a que el alcance de las capacidades estadounidenses de acción se ha visto limitado por una gran cantidad de variables, entre las que resaltó la alta influencia y capacidad militar de China, en conjunto con la clara evidencia del influjo geográfico chino en la región del Indo-Pacifico, lo cual le proporciona a China ventajas en término de abastecimientos, armas y posicionamiento de fuerzas militares (Sánchez, 2023).
Una contradicción que ha dejado la nueva Estrategia naval proviene de lo expresado en el documento contentivo de la Tercera Estrategia de Compensación, en lo referido a la no correspondencia en cuanto a la importancia por igual de los diferentes componentes armados estadounidenses, ante un conflicto con China.
El almirante Chris Aquilino, jefe del mando del Indo-Pacifico, ha reconocido que el Ejército no ha sido capaz de explicar su importancia en un teatro de operaciones, dominado por un amplio espacio marítimo, lo cual evidentemente pudiera redundar en un decrecimiento del presupuesto asignado a ese órgano.
Desde el 2021 y hasta el 2023 varios líderes militares han rendido testimonio ante el Comité de Servicios Armados del Senado, y coincidieron en que están preparados para competir globalmente y luchar para ganar las guerras de la nación. Sin embargo, en buena medida han creado desconcierto al pretender explicar qué significa para ellos “ganar” (Maqueda, 2021).
Quizá uno de los que más se acercó a una respuesta certera fue el presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor Conjunto, General Mark Milley, quien declaró que una supuesta guerra en el Indo-Pacífico no puede ganarse únicamente con acciones navales o aéreas, y que los resultados decisivos en la guerra se logran en última instancia en tierra.
Esta Estrategia, y lo que de ella se deriva en cuanto a la asignación de medios y recursos, tiene que ver en alguna medida con su forma de aprobación. En opinión de la mayoría de los jefes militares que han testificado ante la Cámara de Representantes y ante el Comité de Servicios Armados del Senado de Estados Unidos, los documentos estratégicos (tal cual es esta) deben ser aprobados a propuesta y revisión en documentos operativos por los diferentes mandos militares, y no directamente, ni por la Presidencia de la Junta de Jefes del Estado Mayor Conjunto, ni por la Oficina del Secretario de Defensa. Por lo que la estructuración y aprobación de la tratada Estrategia naval es otro de los elementos que pueden conllevar al respectivo debate.
Un estudio de 2019 sobre Planificación de Defensa, por la Rand Corporation, concluía que los comandantes desarrollan planes de contingencia para combatir escenarios específicos, y que el Estado Mayor Conjunto se encarga de la planificación estratégica, pero que cuando entra en juego el presupuesto, casi siempre los planificadores estratégicos de Defensa (Estado Mayor Conjunto) no disponen de un modo fiable de estimar o cuantificar exactamente los riesgos.
En las anteriores Estrategias navales, el conflicto se centraba en tres frentes, mediante el accionar de Grupos de Batalla de Portaaviones. Apenas contemplaban limitaciones de mantenimiento y de entrenamiento. Y se partía del supuesto de que todos los medios navales estarían disponibles, siendo necesario para ganar una cantidad determinada de medios con su alta disponibilidad operativa, planteándose por la mayoría de los estrategas la imperiosa existencia de unos 15 portaaviones para que Estados Unidos alcanzase la efectividad necesaria en los diferentes teatros (actualmente se mantienen operativos solamente 11, y otro en espera de incorporación).
En los últimos 20 años el conflicto en Irak y Afganistán dominó las necesidades de proyección de poder de la Armada, poniéndose de manifiesto grietas estructurales en los modelos de generación y empleo de las fuerzas militares estadounidenses.
Algunos medios navales se han desplegado consecutivamente con el mantenimiento truncado, requiriendo que otros medios se desplieguen en su lugar. La Armada ha intentado evitar esa situación, pero esto ha sido infructuoso.
La movilidad inherente a una Armada constituye un elemento disuasorio, pero cuando no se aplica de una manera correcta, puede hacer recordar, tanto a enemigos como a aliados, que la naturaleza no fija de una fuerza móvil acarrea en ocasiones la percepción incorrecta de que existe un resquicio para la agresión, no ocurriendo lo mismo con las tropas terrestres en composición de Presencia de Avanzada. O sea, que en la Estrategia desde el 2020 para acá no se haya corregido esa deficiencia, puede representar un peligro latente para los componentes navales estadounidenses.
¿Qué ha sucedido, consecuencia de la Estrategia naval, con el Cuerpo de Infantería de Marina?
Sin pretender ser absolutos, son casi históricas las disputas entre el Cuerpo de Infantería de Marina y los otros componentes, fundamentalmente con el Ejército, por cuanto el Cuerpo de Marines ha sido acusado de suplantar funciones.
A ello se ha venido sumando en los últimos tiempos el hecho de que un nuevo cambio de paradigma, al menos en algunas de sus estructuras y funciones, no es completamente comprendido, pero desde la más alta Jefatura del Cuerpo han aprobado y están poniendo en práctica como parte de la nueva Estrategia naval el Plan denominado “Force Design 2030” (Diseño de la Fuerza 2030) para orientar la estrategia de ese Cuerpo ante un posible conflicto con China.
Las principales medidas del Plan Force Design 2030 son:
• Recorte de algunos batallones de infantería, de soldados de combate en tierra, y de varios escuadrones de helicópteros.
• Reemplazo de unas tres cuartas partes de baterías de artillería móviles por sistemas de cohetes de largo alcance.
• Eliminación de todos los tanques de apoyo combinado: permanecerá el apoyo de vehículos blindados, pero no de los tradicionales tanques pesados.
• La forma en que se financiarán los nuevos sistemas de armas, comprendidos dentro de recortes presupuestarios.
El armamento nuevo consistirá en sistemas de artillería de cohetes, misiles antibuque que se pueden disparar desde tierra y sistemas aéreos no tripulados de última generación. El objetivo es equipar y entrenar al Cuerpo de Marines para un nuevo tipo de guerra que se ha venido realizando durante enfrentamientos armados en Ucrania, y en entrenamientos en Okinawa, cerca de Taiwán (González, 2024).
Uno de los críticos más renombrados es el exsecretario de la Marina de Estados Unidos, y ex senador por Virginia, Jim Webb, quien sirvió como oficial de la Marina en Vietnam y se postuló para la nominación presidencial demócrata en el 2015. En un artículo publicado en The Wall Street Journal describió el Force Design 2030 como insuficientemente probado e intrínsecamente defectuoso.
¿Por qué ha causado polémica el Plan Force Design 2030?
Puesto en funcionamiento por el Comandante General del Cuerpo de Marines, David Berger en el propio 2020 (como parte integrante de la Estrategia naval), tiene como objetivo preparar a sus combatientes en un hipotético conflicto con China, dejando de lado otros posibles escenarios.
Concibe a los infantes de Marina combatiendo en operaciones diseminadas por cadenas de islas, en composición de unidades pequeñas, pero con un impacto mucho mayor gracias a una variedad de nuevos sistemas de armas. Estando entre lo más impopular del Programa (explicado en la Estrategia naval) la reducción del número de elementos en patrulla, y la no clara interdependencia con otros componentes, en caso que se requiera entrar en combate.
Se trata de cubrir un área más profunda con una combinación precisa de potencia de fuego, similar a la que se está empleando actualmente en Ucrania, pero las grandes extensiones de tierra, en especial de cordilleras, dificulta la cobertura. Para ello, se prevé poner en funcionamiento a la aviación, mediante una combinación de artillería tradicional y misiles, con el objetivo de aumentar la letalidad y el alcance de cobertura de fuego; pero esto aumentaría el riesgo de peligrosidad para los marines.
Según los detractores del Plan, el papel tradicional de los marines en cuanto a ser la primera respuesta militar estadounidense capaz de asumir múltiples desafíos en todo el mundo, podría verse comprometido por el enfoque en China y el Indo-Pacífico.
En opinión de los expertos el transporte anfibio desempeñará un papel clave, pero con los medios anfibios tradicionales en dicho teatro de operaciones, quedarían demasiado vulnerables ante el empleo de un armamento moderno por los adversarios, al que no están acostumbrados.
Será vital, por tanto, la necesidad de embarcaciones más pequeñas y en mayor número para que los integrantes del Cuerpo puedan operar de manera más ágil y dispersa, aunque aun así se mantendría latente, por encima del nivel promedio, el cálculo del índice de peligrosidad.
Se suma a lo anterior que a pesar de que forme parte de la nueva Estrategia naval, la cual está priorizada por el Departamento de Defensa, es probable que no existan los fondos monetarios o la capacidad necesaria en los astilleros. Y los medios más pequeños podrían construirse rápidamente, pero quizá no al ritmo necesario. Se plantea entonces el viejo desafío de hacer coincidir las prioridades estratégicas con los recursos.
Pero, además, todo parece indicar que el conflicto en Ucrania adaptó a los marines en el sentido de que las viejas amenazas pueden reaparecer justo cuando una fuerza trata de enfocarse en una dirección completamente nueva. Y, psicológicamente, ese elemento estimula de forma mucho más apresurada el desgaste de los combatientes.
CONCLUSIONES
Se hace necesario continuar estudiando las manifestaciones, y hasta derivaciones de lo que acontezca en relación con la Tercera Estrategia de Compensación, puesto que al no ser un elemento doctrinal que esté enteramente consolidado, pudiera sufrir variaciones importantes que servirían para analizar y pronosticar el accionar de las Fuerzas Armadas estadounidenses, tanto de manera global como en el especifico teatro de operaciones militares del Indo-Pacífico.
Aunque todo elemento doctrinal de carácter estratégico político militar puede ser polémico teniendo en cuenta que se elabora sobre bases teóricas necesarias de un posterior enriquecimiento práctico, en el caso de la Estrategia naval de Estados Unidos, algunos de sus principales postulados han sido empleados en Ucrania, caracterizado el proceso por la no correspondencia entre las fallas detectadas y su nivel resolutivo para el mejor desempeño de las misiones.
Se cumple así lo expresado en el 2015 por la exsubsecretaria de Defensa Michele Flournoy, acerca de que está completamente viciado el proceso que traduce la estrategia en las fuerzas que necesitan los componentes militares estadounidenses para cumplir con eficacia sus misiones, y que ese proceso se guía mucho más por intereses particulares que por el interés nacional, lo que nos lleva al elemento conclusivo de que el proceso de formulación de políticas militares ante un escenario internacional complejo como el actual carece, por lo menos públicamente, de la energía competitiva en ideas y ansias de innovación necesarias por el Departamento de Defensa de Estados Unidos (Maqueda, 2021).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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CONFLICTO DE INTERESES
El autor declara que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.
AGRADECIMIENTOS
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FINANCIACIÓN
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PREPRINT
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