EL MUNDO EN QUE VIVIMOS

 

Conflictos sobre los recursos estratégicos. Recuperando la propuesta de la Unión Suramericana de Naciones

Conflicts over strategic resources. Recovering the proposal of the South American Union of Nations

 

Dra. C. Ximena Roncal Vattuone*

Doctora en Ciencias en Economía Política por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Profesora investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la BUAP. Investigadora Nacional por el Consejo de Humanidades, Ciencias y Tecnologías, México (CONAHCyT). elsa.roncal@correo.buap.mx 0000-0002-3409-3837

Oswaldo Sánchez Hernández

Estudiante del último semestre de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. oswaldosanchez.hdz@alumno.buap.mx 0009-0004-0888-1196

*Autor para la correspondencia: elsa.roncal@correo.buap.mx

Cómo citar (APA, séptima edición): Roncal Vattuone, X., & Oswaldo, S. H. (2024). Conflictos sobre los recursos estratégicos. Recuperando la propuesta de la Unión Suramericana de Naciones. Política internacional, VI (Nro. 3), 8-20.

https://doi.org/10.5281/zenodo.12626100

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.12626100

 

RECIBIDO: 14 de mayo de 2024

APROBADO: 20 DE JUNIO DE 2024

publicado: 10 de julio de 2024

 

RESUMEN América Latina y el Caribe son poseedoras de una vasta diversidad de recursos naturales y mineros, reservas de petróleo y agua dulce, y una extensa biodiversidad. Ambas regiones cuentan con las mayores reservas de minerales estratégicos -litio, cobre, grafito, tierras raras, etc.-, las cuales son claves para la transición energética que está en pleno auge. Latinoamérica y el Caribe se consolidan como zonas estratégicas y espacios de conflictos geopolíticos del capitalismo mundial, que considera a la naturaleza una fuente fundamental en su ciclo de reproducción productivista. Abordar la transición energética desde la región implica reflexionar y debatir en propuestas alternativas para hacer transformaciones más profundas sobre el control de los recursos mineros en condiciones soberanas. Con base en un estudio cualitativo descriptivo, se desarrolla una revisión sobre los objetivos planteados por la Unión Suramericana de Naciones en 2012 en torno a los recursos naturales, como ejes dinámicos orientados a la adopción de políticas y planes de cooperación sustentados en las soberanías nacionales que conduzcan al manejo colectivo de los recursos estratégicos para la generación de energía. Estos planteamientos son necesarios para potenciar la posición de la región frente a las tensiones geopolíticas de los países desarrollados y conglomerados internacionales mineros que operan desde sus intereses y bajo una lógica extractivista.

Palabras clave: América Latina y el Caribe; conflictos geopolíticos; minerales estratégicos; transición energética.

 

 

ABSTRACT Latin America and the Caribbean are possessors of a vast diversity of natural and mining resources, oil and fresh water reserves, and extensive biodiversity. Both regions have the largest reserves of strategic minerals -lithium, copper, graphite, rare earths, etc.-, which are key to the energy transition that is in full swing. Latin America and the Caribbean are consolidated as strategic zones and spaces of geopolitical conflicts of global capitalism that considers nature a fundamental source in its productivist reproduction cycle. Addressing the energy transition from the region implies reflecting and debating alternative proposals to make deeper transformations regarding the control of strategic mining resources under sovereign conditions. Based on a qualitative descriptive study, a review is developed on the objectives set by the South American Union of Nations in 2012 regarding natural resources, as dynamic axes oriented to the adoption of policies and cooperation plans based on the national sovereignties that lead to the collective management of strategic resources for energy generation. Approaches that are necessary to enhance the position of the region in the face of the geopolitical tensions of developed countries and international mining conglomerates that operate from their interests and under an extractivist logic.

Keywords: Latin America and the Caribbean; geopolitical conflicts; strategic minerals; energy transition.

 

 

INTRODUCCIÓN

A partir de los requerimientos de la transición energética, la actividad minera se convirtió con más fuerza en la piedra angular para lograr las metas establecidas en la atenuación del cambio climático. Los yacimientos de los recursos estratégicos de América Latina y el Caribe (ALC) “son vistos como simples recursos por el sistema capitalista (…) y su demanda depende fundamentalmente de las presiones del mercado mundial de minerales” (Fernández, 2022, 31).

El carácter estratégico de los recursos mineros se debe al papel clave que tienen en la denominada transición energética propuesta desde el capitalismo global. Los minerales estratégicos tienen un rol fundamental en la matriz energética basada en la utilización de energías limpias y sustentables “a partir del cambio de patrón tecnológico por el uso intensivo de nuevas tecnologías” (Dufour, 2021, 5). Si bien la mitigación del impacto ambiental puede ser positiva, contradictoriamente el incremento de las actividades mineras evidencia impactos económicos, políticos, ambientales y sociales que, en lugar de asegurar la transición energética, agudizan la razón extractiva de los minerales por su valor de cambio.

Por ende, en la transición energética, la región debe adoptar propuestas de soberanía en esta esfera con racionalidades distintas a las ganancias, al despojo y a la apropiación privada de la naturaleza que solo ahonda el deterioro del planeta y profundiza la crisis climática. Pero que además coloca a ALC en el centro de los conflictos geopolíticos ante la acelerada sustitución tecnológica que plantean los actores del capitalismo desarrollado que no desisten en continuar con el crecimiento económico (Olivera, Tornel y Azamar, 2022).

En 2012, el entonces Secretario General de la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), Alí Rodríguez Araque, presentó la propuesta Los recursos naturales como eje dinámico en la estrategia de integración y unidad de nuestros países, con la finalidad de encauzar esfuerzos para el desarrollo de una visión estratégica compartida en relación con los recursos naturales. Si bien la iniciativa se enfoca en los países del Sur, en los tiempos actuales, dadas las características que promueve la transición energética con base en el incremento de la demanda de minerales estratégicos y la reconfiguración de las estructuras geopolíticas para mantener el suministro y la seguridad, América Latina y el Caribe deberá generar condiciones para establecer estrategias y decisiones políticas regionales conjuntas enfocadas al aprovechamiento soberano de estos recursos y al desarrollo científico autónomo, de ahí la importancia en debatir y retomar los principios generales de la propuesta de Rodríguez Araque en UNASUR.

El presente documento se estructura en cinco apartados: en el primero se exponen algunas características de ALC y su vasta riqueza en recursos naturales; en el segundo se hace una revisión conceptual sobre los minerales estratégicos; en el tercero se plantean algunos aspectos en relación con los conflictos de la transición energética; en el cuarto apartado se recupera la propuesta de UNASUR sobre la soberanía de los recursos naturales; y, por último, se presentan las reflexiones finales.

DESARROLLO

Los recursos naturales en América Latina y el Caribe

La región de América Latina y el Caribe (ALC) está conformada por 33 países, cuenta con una superficie de 21 millones de Km2 que representa el 13,6 de la superficie global y una población aproximada de 600 millones de personas, equivalente a 8% de la población en el mundo. La región es una zona estratégica: cuenta con importante dotación de recursos naturales, alberga el 22% de las reservas de hidrocarburos a nivel mundial, un cuarto de las reservas de minerales metálicos, un tercio de la superficie de pesca y de agua dulce, y representa una de las principales regiones de producción de alimentos (CEPAL, 2023).

Solo América del Sur tiene superávit en recursos energéticos y ocupa una posición dominante como detentor de enormes reservas de estos minerales (Mapa 1). “Concentra entre 33% y 63% de las reservas mundiales, respectivamente, de cobre y litio (…) esto supone valiosas oportunidades, pero también importantes desafíos en los aspectos económicos, sociales y ambientales” (Leañez, 2022, 7). La extraordinaria riqueza minera coloca a ALC como principal proveedora de níquel, oro, plata, estaño, plomo y antimonio, por mencionar algunos, a la cual se suman yacimientos de los minerales más preciados para la transición energética: litio, cobre, grafito, tierras raras, etc.

Los países que forman parte del denominado triángulo del litio, con más del 50% de las reservas mundiales de este mineral económicamente rentables son: Bolivia (Salar de Uyuni), Chile (Salar de Atacama), y Argentina (Salar de Hombre Muerto y Salar de Olaroz-Cauchari) (Dufour, 2021). Bolivia, por ejemplo, es el país con las mayores reservas1 de litio del mundo, con 21 millones de toneladas, medidas solo en el 64% del Salar de Uyuni.

 

Mapa 1. Recursos mineros en países seleccionados de América Latina

Después del anuncio en 2018 por parte de la empresa Bacanora Lithium Plc del descubrimiento de un yacimiento de litio en Bacadéhuachi, Sonora, México se constituye también en actor relevante en la geopolítica del litio. A pesar de que hasta la fecha este país no tiene ningún yacimiento de litio en explotación, las posibles reservas existentes podrían llegar a colocar a México en una posición privilegiada en la disponibilidad de este recurso (Roncal y Villegas, 2023).

En cuanto al cobre y sus concentrados, más del 50% de la oferta mundial se encuentra en Chile y Perú (CEPAL, 2024). Distintos organismos internacionales afirman que la producción de ambos países puede abastecer la demanda de cobre en los próximos 12 años. Por su parte, Cuba y Guatemala concentran más del 10% de las reservas de níquel en el mundo.

Brasil es el segundo reservorio a nivel global de tierras raras; estas se estiman en 21 000 millones de toneladas métricas (U.S. Geological Survey, 2022); asimismo, es el principal productor de niobio, satisfaciendo aproximadamente un 80% de la demanda mundial. Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela se encuentran dentro de los principales países megadiversos que contemplan aproximadamente el 24% de las ecorregiones terrestres y el 18% de las ecorregiones marinas, equivalente a un tercio del mundo (CEPAL, 2024).

ALC cuenta con posiciones geopolíticas estratégicas que le otorgan una perspectiva privilegiada para promover políticas que, al mismo tiempo que generen empleos, puedan construir una infraestructura energética baja en carbono. Sin embargo, la lógica financiadora/exportadora de la naturaleza supone riesgos sobre todo en la llamada transición energética propuesta por el capitalismo global con una tendencia a reforzar el neocolonialismo en el aprovechamiento de los recursos naturales en la región.

Los minerales estratégicos

Los recursos estratégicos han variado en función de las necesidades en los distintos momentos históricos de la humanidad, tal es el caso del cobre y el estaño utilizados en las industrias artesanales o la minería del carbón vital en la Primera Guerra Mundial, promotor del crecimiento en ese periodo que más adelante fue desplazado por el petróleo, recurso que no solo transformó la industria automotriz, sino que sirvió de base en las disputas entre Estados Unidos y Europa por el liderazgo mundial (Pastor, 2023).

Los minerales estratégicos están impulsando las llamadas revoluciones tecnológicas, las cuales “se constituyen en el núcleo generador de cambios masivos y fundamentales en el comportamiento de los agentes económicos” (Pérez, 2010, 424), y dan lugar al surgimiento de un nuevo paradigma tecnoeconómico que hoy se encuentra en curso con impacto global. Acosta, Huanacuni y Robles (2016) destacan la relación de los minerales estratégicos con el sector económico, la seguridad y la defensa nacional, así como con las dificultades en su dotación y suministro cuya utilización se da tanto en industrias aeroespaciales, de salud y alimentación como en las energéticas. Los minerales estratégicos son:

[…] aquellos de vital importancia por su valor y demanda. Hay muchas razones que explican por qué un mineral pasa a considerarse estratégico. Entre otras, podemos enumerar las propiedades intrínsecas de su naturaleza de cara a la industrialización, su escasez, la falta de yacimientos, las dificultades de explotación y comercialización, o el alto valor que adquieren en el mercado (Algora, 2021, 47).

Son estratégicos “todos aquellos minerales que son utilizados en la industria por sus particulares propiedades intrínsecas, siendo sus reservas muy codiciadas por los países industrializados (…) [asimismo] traen nuevos desafíos a la seguridad energética” (Zappettini, 2021, 1). Si bien existe diversos minerales que se pueden ubicar como estratégicos, entre los minerales que son necesarios para una gama de tecnologías bajas en carbono se encuentran el litio, el cobre, el grafito y las tierras raras, etc., los cuales son fundamentales en la producción de batería de rendimiento y densidad de energía. Por ejemplo, las redes eléctricas necesitan una gran cantidad de cobre y aluminio, siendo el cobre una piedra angular de la electricidad tecnológica.

Los elementos de las tierras raras son esenciales en la producción de los imanes para las turbinas eólicas y motores eléctricos; mientras que los minerales estratégicos son necesarios para la elaboración de paneles solares, coches eléctricos, turbina eólicas y almacenamiento de energía con cambios potencialmente significativos para el mercado de minerales y metales. Para los países productores, pueden representar una fuente imprescindible de divisas, y, por lo tanto, de vital importancia económica.

Para ALC, la posesión de estos recursos implica convertir al sector energético en el mayor consumidor de estos minerales, en tanto el acoso de los actores transnacionales en busca de mayores beneficios se hace permanente. “El capitalismo enfrenta una crisis aletargada de sobreacumulación y degradación de la naturaleza” (Olivera, Tornel y Azamar, 2022, 16), por lo cual continúa acelerando “la promoción de la economía verde” (Seoane, 2022, 10) y las transiciones energéticas, donde los recursos mineros se constituyen en el foco de la disputa geopolítica.

Como activos estratégicos, tanto la disponibilidad como el suministro de minerales tienen un papel fundamental en el cumplimiento de los objetivos mundiales de mitigación del cambio climático y para los posibles “avances/éxito” que pudiera tener la transición energética. La región, en tanto -abastecedora de recursos primarios estratégicos- es la piedra angular en la agenda de los capitales verdes, que como bien sostiene Seoane (2022), responde al nuevo paradigma neoliberal para abordar el problema ambiental.

La concepción de minerales estratégicos en el siglo XXI tiene una connotación geopolítica y geoestratégica, no solo por su desempeño en la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono, sino porque “a medida que el cambio climático se convierte en una crisis ecológica, la transición de los combustibles fósiles hacia la adopción de energías renovables cobra un papel cada vez más central en la agenda geopolítica internacional” (Olivera, Tornel y Azamar, 2022, 16). La disputa por la apropiación y control de los minerales estratégicos se constituye en la trama del presente siglo. Las principales economías del mundo exigen asegurar tanto la extracción, las cadenas de abastecimiento, como el control e industrialización de estos minerales con una serie de estrategias en función de sus intereses.

Conflictos y transición energética

La Agencia Internacional de Energía (IEA) (2021) asegura que un sistema de energía impulsado por tecnologías limpias tiene diferencias importantes con el sistema que se alimenta por recursos de hidrocarburos tradicionales: la construcción de plantas solares fotovoltaicas, parques eólicos y plantas eléctricas, así como los vehículos eléctricos en general demandan más minerales que sus contrapartes basadas en combustibles fósiles. “La transición energética hacia una matriz baja en carbono y la penetración de las energías renovables y la electromovilidad están basadas en tecnologías intensivas en minerales” (Leañez, 2022, 7), lo cual implica incrementos de la cantidad promedio de minerales necesarios para la generación de energía en más del 50%, en la medida que la participación de las energías renovables también se vean incrementadas.

Mapa 2. Participación en el comercio mundial de minerales y metales.

La transición energética traza nuevas dinámicas en el “imaginario geopolítico moderno sobre la Naturaleza” (Bringel, Lang y Manahan, 2023, 15) y profundiza el enfrentamiento entre Estados Unidos y China en un nuevo contexto de control en las geografías de extracción. El declive relativo de la potencia imperial núcleo del capitalismo global, se ha visto agudizado desde la crisis financiera (2007 y 2009), la pandemia y la postpandemia ocasionada por la COVID-19, cuyas manifestaciones son las elevadas tasas de inflación y el déficit fiscal de su economía. A esto se suma, las presiones en los precios de los alimentos e hidrocarburos en el marco de la guerra entre Rusia y Ucrania, así como las repercusiones del conflicto en Medio Oriente y el genocidio al pueblo de Gaza que puede alterar con mayor fuerza los mercados energéticos y disparar el precio del petróleo.

Si bien a inicios de este siglo el mercado de exportaciones de minerales tenía como principal protagonista a Estados Unidos, desde el 2020 se manifiestan cambios significativos en el patrón comercial que se concentra en China, país que ha diversificado sus exportaciones incorporando conocimiento y tecnología a sus bienes y servicios. El valor de las exportaciones globales de minerales, en ese año, estuvo liderado por exportaciones de Australia, Brasil y Chile hacia China, así como de Canadá a Estados Unidos y Rusia a Reino Unido (Mapa 2). El país asiático es el principal productor de materias primas a nivel global, en las últimas dos décadas los centros de investigación y desarrollo pertenecientes a empresas extranjeras situadas en China se han incrementado de forma exponencial. En tanto, Estados Unidos “produce múltiples recursos tecnológicos necesarios para las industrias modernas” (Olivera, Tornel y Azamar, 2022, 17).

China defiende un nuevo patrón comercial, ya que toda la mirada de comercio mundial de minerales estratégicos está en países asiáticos, situación que, entre otras, ha intensificado su disputa geopolítica con Estados Unidos. Asimismo, “China, Estados Unidos, Japón y otros países trabajan ya con rapidez para garantizar el suministro futuro, diversificar las fuentes de abastecimiento mediante asociaciones con países ricos en recursos y desarrollar sus cadenas de valor internas basadas en materias primas” (Zappettini, 2021, 8).

 

Gráfica 1. Proyección de demanda total de minerales estratégicos a 2050. T/M (millones de toneladas métricas).

De acuerdo con distintas proyecciones de organismos internacionales, la demanda de los minerales estratégicos, en particular litio, grafito y cobalto, tiene una tendencia al alza con estimaciones de su crecimiento de aproximadamente 500% de cara a 2050. En lo que respecta al cobre y aluminio, se estima un crecimiento de un tercio para 2040 y la de níquel, dos tercios (Gráfica 1). La demanda estará dominada por el cobre, el grafito y el níquel, en tanto que el litio experimentará tasas de crecimiento mucho más rápidas. Al comparar con 2018, Zappettini (2021) sostiene que la demanda de tierras raras (neodimio, disprosio…) para turbinas eólicas puede incrementarse entre 11 y 14 veces en 2050.

La riqueza de recursos naturales y energéticos, materias primas, así como sus “mercados” de producción y consumo, y su calificada y “barata” fuerza laboral, consolidan a ALC en un territorio de relevancia geoestratégica para los capitales globales, un espacio en disputa, en el marco de “una nueva forma de colonialismo climático: un proceso que también reafirma la lógica extractivista que domina las estructuras capitalistas contemporáneas” (Olivera, Tornel y Azamar, 2022, 49).

Al igual que los combustibles fósiles fueron determinantes en la geopolítica y los conflictos del siglo XX, en el escenario de las energías renovables del siglo XXI, la pugna mundial por los recursos estratégicos promueven la competencia entre las potencias con impactos en el comercio mundial, en las formas de producción mediante el intercambio desigual y un nuevo ciclo de reprimarización y rentismo económico en función de las transiciones energéticas de países industrializados carentes de estos recursos, bajo el liderazgo de los grandes conglomerados empresariales (CEDLA, 2021).

La región se enfrenta a complejos desafíos para construir consensos y desarrollar escenarios prospectivos que reviertan las condiciones de dependencia de las exportaciones de los recursos en bruto. Por ello, no es suficiente asumir una postura anticapitalista para hacer frente al cambio climático, se requiere generar ciencia e innovación para la producción de bienes con valor agregado, así como establecer debates para el desarrollo de planes compartidos que “vuelva posibles los cambios en la matriz energética” (Fernándes, 2022, 25) sin reproducir la desigualdad social y la dependencia con el exterior.

De ahí la impronta de recuperar el proyecto de articulación de políticas autónomas y soberanas sobre los recursos naturales planteada por la entonces Secretaría Ejecutiva de la Unión de Naciones Suramericana (UNASUR) en el año 2012. A pesar de que la integración regional se encuentra prácticamente estancada, y el contexto en la región enfrenta graves contradicciones, la articulación y cooperación posibilitaría no solo negociar en mejores condiciones, sino que permitiría avanzar en la generación de ciencia e innovación con procesos industriales de carácter soberano y autónomo (Dufour, 2021).

Las ausencias en los horizontes integracionistas no limitan la prevalencia de voces que instan a la implementación de acciones coordinadas/colectivas para hacer frente al cambio/crisis climática. La agenda debe incorporar temas como el impulso al desarrollo científico, tecnológico y de innovación, la soberanía y seguridad energética, y los modos de propiedad para el desarrollo de los recursos estratégicos, etc., incorporando actores que asuman estos desafíos en la nueva dinámica que enfrentan ALC como región y en la reestructura de un poder global que promueve sus propios intereses en el marco del ajedrez multidimensional (Serbin, 2018).

Recuperando la propuesta de la UNASUR

En noviembre del 2012, en el contexto de la celebración de la VI Cumbre de Jefas y Jefes de Estado de UNASUR, se aprobó la elaboración de una estrategia regional orientada al pleno aprovechamiento de los recursos naturales para el desarrollo integral de América del Sur. Al respecto, Ali Rodríguez (2012), entonces secretario general del organismo señalaba lo siguiente:

El éxito de la UNASUR pasa por el diseño y aplicación de una estrategia y un plan que tenga como base de sustentación su principal fortaleza. La principal fortaleza de la región que comprende la UNASUR, radica en la vastedad y variedad de sus recursos naturales, así como de su potencial humano. El óptimo y racional aprovechamiento de tales recursos es el medio más eficaz para superar los altos niveles de pobreza y para crear las bases para superar desigualdades y asimetrías. Una estrategia para el desarrollo integral de la región y su concreción en un plan de mediano y largo plazo pasa por el desarrollo de una política regional de industrialización de las materias primas, de desarrollo tecnológico, de financiamiento con sus respectivos instrumentos, así como por la elaboración de un inventario de los recursos existentes, de un mapa con la ubicación de reservas estimadas y probadas, de las actividades extractivas y de transformación (…) Resulta indispensable un estudio sobre las potencialidades del mercado interno suramericano y del aprovechamiento de posibilidades existentes en otros mercados, comenzando por los países del sur, que sirvan para expandir la cooperación y las relaciones económicas, sociales y culturales, en igualdad de condiciones. La creciente importancia y dinamismo de las economías del sur están impactando profundamente la economía mundial (6).

En la propuesta denominada Los recursos naturales como eje dinámico en la estrategia de integración y unidad de nuestros países se analiza la importancia de la articulación de políticas regionales y el establecimiento de mecanismos de cooperación para aprovechar la explotación de los recursos naturales, los cuales son reconocidos como la principal fortaleza de la región.

La política contempló entre otros aspectos la elaboración de “un estudio comparado sobre las políticas, legislaciones y esquemas contractuales en el otorgamiento de derechos de explotación de recursos naturales en los países suramericanos, así como los puntos de coincidencia que sirvan como un primer paso para la definición de políticas y planes conjuntos” (Rodríguez, 2012, 7).

Estos planteamientos pueden servir de base para que las naciones de ALC interesadas puedan proponer planes de desarrollo en defensa de las soberanías donde la generosidad de la naturaleza esté acompañada de proyectos que atiendan áreas regionales prioritarias (Dufour, 2021), en beneficio de las mayorías. El documento propuesto contiene ocho premisas para el desarrollo de una estrategia para el óptimo y racional aprovechamiento de los recursos naturales con base en la potencialización de los beneficios económicos y sociales compartidos.

La primera premisa afirma que existen condiciones para el establecimiento de políticas comunes de propiedad soberana y permanente sobre los recursos naturales, incluido los minerales estratégicos, tomando como base la Resolución 1803 de las Naciones Unidas. Estas condiciones posibilitan a los Estados también expandir la cooperación y la concertación en las relaciones económicas.

La segunda premisa refiere las posibilidades que tienen las naciones de vislumbrar posiciones comunes, más allá de los regímenes existentes y las diferencias políticas. De allí deriva el despliegue de un plan conjunto no solo para un mejor aprovechamiento de los recursos naturales, sino también para definir medidas que reduzcan “el impacto ambiental y social de las actividades extractivas, de transformación y transporte” (Rodríguez, 2012, 4) y al mismo tiempo se garantice la superación de la pobreza y la estabilidad económica.

La tercera premisa señala que las políticas y las acciones a través de los planes deben contemplar, además de la fase extractiva, el proceso de industrialización de las materias primas. Para hacer viable este punto se requiere la constitución de empresas regionales y considerar la creación de empresas mixtas como desafío apremiante para la transferencia tecnológica y la agregación de valor. La idea central es superar el extractivismo y eliminar el despojo de los medios de vida que aún subsisten en manos de campesinos y comunidades indígenas. Avanzar “conjuntamente en el desarrollo social de la región” (Rodríguez, 2012, 4). Lo anterior implica la generación de marcos normativos acordes con la lógica regional en contra de imposiciones transnacionales de reproducción del orden global.

La cuarta premisa plantea la elaboración de un plan específico para el diseño e implementación de políticas de desarrollo tecnológico, mecanismo fundamental “tanto para minimizar los impactos propios de toda intervención en la naturaleza como para elevar la productividad en las distintas actividades relacionadas con los recursos naturales” (Rodríguez, 2012, 5). El documento hace referencia al desarrollo de planes concretos en función de las condiciones particulares de ALC para lo cual se deben considerar las experiencias existentes sobre ciencia y tecnológica dentro y fuera de la región. Esto implicaría el diseño e instrumentación de políticas de ciencia, tecnología e innovación, así como la generación de centros de investigación comunes como piedra angular, ya que el intercambio para la región es desigual no solo en el ámbito industrial, sino en conocimientos y tecnología (Ramírez, 2018), de ahí la importancia de recuperar los sentidos comunes del conocimiento.

La quinta premisa refiere el diseño de políticas sectoriales sobre el financiamiento (tema sensible) para responder “a las demandas que se derivan de los proyectos extractivos, industriales y tecnológicos” (Rodríguez, 2012, 5). Esta política sectorial debe llevar al desarrollo de un plan estratégico para la vinculación de iniciativas con las realidades y a su vez apoyar al sostenimiento tanto del plan general como del plan de acción. Si bien se hace referencia a la Nueva Arquitectura Financiera Regional, este proyecto se encuentra prácticamente estancado en el ámbito de la integración regional, lo cual implicaría inicialmente que cada Estado pueda financiar los proyectos emanados de las actividades extractivas e insistir en establecer un fondo común y reducir la dependencia con el dólar norteamericano; experiencias al respecto existen en la región y fuera de ella.

La sexta premisa aborda un tema de grandes proporciones, que es la formación de recursos humanos. Este tema es considerado como el punto estratégico en el avance y logro del proyecto. En tal sentido, se propone el diseño e implementación de políticas para “la formación de miles de jóvenes en distintas especialidades, en centros creados para tal fin, adonde se concurra en igualdad de condiciones, independientemente del lugar donde nacieron” (Rodríguez, 2012, 5). Lo anterior implica esfuerzos conjuntos de gran envergadura que hagan posible la formación de un talento humano individual y colectivo potenciado, comprometido, que a través de los conocimientos aporten en la creación de naciones más justas e inclusivas.

La séptima premisa refiere “la elaboración de un mapa regional donde queden georeferenciados los recursos energéticos, minerales fósiles y no fósiles, reservas de agua dulce, bosques, biodiversidad y ecosistemas, potenciales agrícolas, reservas forestales y los recursos existentes en las áreas marítimas exclusivas” (Rodríguez, 2012, 5). El mapa debe proporcionar una mirada que muestre las condiciones objetivas de planificación para la construcción de carreteras, puertos, aeropuertos, vías férreas, etc.; además debe ser actualizado permanentemente, abonando a la integración física de la región.

Finalmente, la octava premisa menciona la importancia de fortalecer, expandir e incrementar las potencialidades del intercambio interno, el mercado compensado y la superación de asimetrías. Para tal fin se considera necesario el análisis de las potencialidades del mercado interno regional. El desarrollo del estudio debe considerar cuatro aspectos: “complementación económica, cooperación, solidaridad y estricto respeto a la soberanía de los Estados miembros” (Rodríguez, 2012, 6).

De transcendental importancia es recordar que los objetivos hacia la descarbonización exacerban la competencia al acceso de minerales estratégicos con rivalidades para su control acorde con los intereses geopolíticos de las grandes potencias económicas (Hidalgo, 2022). En este sentido, la dependencia en las exportaciones de bienes primarios conlleva a vulnerabilidades no solo con relación a las vicisitudes del mercado mundial, sino que conduce a un estrangulamiento tecno-cognitivo.

Si ALC decide no hacer frente a las prácticas hegemónicas de la transición energética, se encontrará condenada al neoextractivismo, eje de la acumulación moderna que conlleva a una “mayor presión sobre los bienes naturales y territorios” (Svampa, 2019, 18) a “costa de altos impactos sociales y ambientales” (Olivera, Tornel y Azamar, 2022, 50). Esta lógica se traduce en el estancamiento de la diversificación de la matriz productiva con exportaciones de baja composición tecnológica que margina “otras formas de creación del valor” (Acosta, 2009, 105). Asimismo, los distintos actores que se incorporan en la cadena de producción de los minerales estratégicos profundizan las estructuras de acumulación.

CONCLUSIONES

Latinoamérica y el Caribe requieren reforzar sus vínculos con un modelo distinto de transición energética sino quieren formar parte del círculo vicioso del capitalismo verde. Las importantes riquezas de minerales estratégicos son la codicia del comando Sur norteamericano que junto a otros países presionan a los gobiernos de la región para su explotación y la instalación sin normativa de las transnacionales mineras que agotan las fuentes de agua dulce y contaminan el ambiente.

Es cierto que hoy la región atraviesa situaciones de divergencias y polarización: con la llegada de Javier Milei a la Argentina, Lacalle Pou a Uruguay y Noboa a Ecuador, se establecen gobiernos favorables al libre comercio, doblegados a los intereses de Washington. Con estos gobiernos, los esfuerzos de poner en marcha instrumentos integracionistas se ha desvanecido. Sin embargo, puede existir todavía una mínima convergencia que posibilite recuperar el sentido de las premisas planteadas por UNASUR, en una dinámica distinta y con otros actores para trazar nuevas relaciones entre naturaleza, sociedad y energía, acompañada de políticas científicas y tecnológicas soberanas.

En tal sentido, la propuesta desde la UNASUR representa una visión fundamental y necesaria para ALC en esta etapa de transición energética que exige en el mediano y largo plazo priorizar una agenda regional orientada a la toma de decisiones autónomas sobre los minerales estratégicos. Para lograr este objetivo, se requiere voluntad política y esfuerzo colectivo.

notas

1 De acuerdo con el Panorama Energético de América Latina y el Caribe (2019) se llaman reservas a “las cantidades totales que disponen los yacimientos de fuentes fósiles y minerales a una fecha dada, dentro del territorio nacional, factibles de explotar al corto, mediano o largo plazo” (34).

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CONFLICTO DE INTERESES

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses relacionados con el artículo.

CONTRIBUCIÓN DE AUTORÍA:

Ximena Roncal Vattuone: Conceptualización, Curación de datos, Análisis formal, Adquisición de fondos, Investigación, Metodología, Administración del proyecto, Recursos, Software, Supervisión, Validación, Visualización, Redacción –borrador original, Redacción – revisión y edición.

Oswaldo Sánchez Hernández: Conceptualización, Curación de datos, Análisis formal, Adquisición de fondos, Investigación, Metodología, Administración del proyecto, Recursos, Software, Supervisión, Validación, Visualización, Redacción – borrador original, Redacción – revisión y edición.

 

AGRADECIMIENTOS

No aplica.

FINANCIACIÓN

No aplica.

PREPRINT

No publicado.

DERECHOS DE AUTOR

Los derechos de autor son mantenidos por los autores, quienes otorgan a la Revista Política Internacional los derechos exclusivos de primera publicación. Los autores podrán establecer acuerdos adicionales para la distribución no exclusiva de la versión del trabajo publicado en esta revista (por ejemplo, publicación en un repositorio institucional, en un sitio web personal, publicación de una traducción o como capítulo de un libro), con el reconocimiento de haber sido publicada primero en esta revista. En cuanto a los derechos de autor, la revista no cobra ningún tipo de cargo por el envío, el procesamiento o la publicación de los artículos.