Terrorismo en época de la COVID-19

Terrorism at the time of the COVID-19

Dr. C. Mario Antonio Padilla Torres

Doctor en Ciencias Filosóficas. Profesor e Investigador Titular. Secretario Académico y Jefe del Proyecto sobre el Terrorismo internacional del Centro de Investigaciones de Política Internacional de la República de Cuba, e-mail: padilla@cipi.cu. ORCID iD: 0000-0003-2561-6509



Recibido: 29 de abril de 2020 Aprobado: 25 de mayo de 2020



RESUMEN Este artículo presenta una valoración resumida de la pandemia del nuevo coronavi- rus. Se precisa que esta no tiene rostro, ni ideología, no diferencia las clases sociales, ni credo, ni sexo, ni raza o etnia; al mismo tiempo se ejemplifican acciones direc- tamente terroristas que ocurren y otras que propician la interpretación de nuevas formas de desarrollar el terrorismo, fundamentalmente por el gobierno de Estados Unidos.

Palabras claves pandemia, terrorismo, bioterrorismo, terrorismo de Estado, infodemia.



ABSTRAC This paper is a brief evaluation about the new coronavirus pandemic, specifying that this pandemic has no face, ideology, it doesn’t make difference among the social classes, belief, sex, race or ethnicity. At the same time we exemplify terrorist actions that occur and other actions that promote the interpretation of other ways to deve- lop terrorism, fundamentally by the government of the United States of America (USA).

Key words Pandemic, terrorism, bioterrorism, terrorism of state, infodemic.




INTRODUCCIÓN

Desde sus inicios el año 2020, de forma inespe- rada, hizo cambiar la vida a todos los países del pla- neta: apareció una pandemia que “detuvo el tiempo”, se perdieron relaciones, se congelaron otras, las economías casi dejaron de funcionar, el caos social llevó, al miedo, al terror, resurgió el egoísmo en algunos escenarios y se desencadenó un pánico que hoy, después de más de cinco meses, no ha cambiado.


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En este difícil contexto las valoraciones de algu- nos académicos se dirimen en buscar y construir culpables, en lugar de evaluar el desarrollo de la pandemia, o el comportamiento de los gobiernos de cada país, o grupo de países, así como de orga- nismos que responden por la salud y de las institu- ciones multilaterales. También es cierto que se ha hecho evidente la incapacidad de los países desa- rrollados para enfrentar una crisis sanitaria univer- sal que se comporta en muchos lugares como una

especie de terrorismo hacia lo interno, obviando las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud.


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Esta pandemia ha penetrado en la consciencia individual y social describiendo un cuadro inverosí-


mil de la sociedad mundial: los pueblos se tornan sombríos y los gobiernos, en la lucha por compren- der lo ocurrido se olvidan de la cooperación, unos por egoísmo, otros por insuficiente preparación para este tipo de fenómeno. Se trata de un pánico indu- cido para generarse desde dentro a la propia pobla- ción, cuestión que ha sido significativa en varios países, ¿estaremos ante una nueva modalidad de terrorismo? En cualquier caso se ha generado un clima de terror que tendrá efectos insospechados.

Disímiles criterios son expuestos por políticos y científicos sobre el nuevo coronavirus, presentando al mundo dos vertientes: la primera, que el nuevo coronavirus se ha desarrollado solo como enferme- dad y la segunda, que ha sido creada en laborato- rios, es difícil definir la verdadera historia, el tiempo futuro lo dirá (Padilla, 2020).

Por otra parte, también hay un cuadro más espe- ranzador. Hay gobiernos que luchan, se organizan o lo intentan. Son pocos, pero se comportan como hermanos, porque esta pandemia no tiene ideolo- gía distinta, posee una sola, el credo de que unidos podemos más ante un problema mundial que afecta a todos los seres humanos.


DESARROLLO

La pandemia COVID-19 y sus nuevas regularidades

Desde que la humanidad existe el hombre se ha enfrentado a grandes pandemias que han amena- zado la seguridad y su supervivencia. Las pande- mias, a través de la historia, provocaron pánico e inseguridad en las personas y Estados que casi han colapsado por los efectos de grandes enfermedades. A la viruela, ocurrida antes de nuestra era, los científicos le atribuyen la mayor cantidad de muer- tes, más de 300 millones, y otro de sus brotes más severos ocurrió en 1520 con 56 millones de muertos. Una de las más famosas fue la peste negra con varios brotes a lo largo de la historia. Se dice por los investigadores que una de las más aterradoras ocurrió en la edad media, donde murieron más de

200 millones de seres humanos entre 1347 y 1351. La gripe española, aparecida en Estados Uni-

dos y después trasladada a Europa, a través de los soldados estadounidenses, ocasionó la defunción entre 40 y 50 millones de personas.

El VIH/sida, descubierto en Estados Unidos, desde 1981 ha ocasionado el deceso de alrededor de 35 millones de personas, problema que en algu-

nos países del mundo están cerca del 50 % de su población.

Hoy enfrentamos la COVID 19, pandemia que abarca 185 países, están infestados hasta el 30 de mayo del 2020: 5 952 145 millones de personas y han muerto 365 535 seres humanos, en solo cinco meses (Universidad Johns Hopkins, 2020). ¿Llega- remos a millones de fallecidos? No lo sabemos, lo que sí está claro que mientras continúe el egoísmo imperial, la falta de unidad de acción y la solidari- dad internacional, el mundo será más desolado y el rumbo hacia la solución más incierto.

El Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) y la Comunidad del Caribe (CARICOM) han hecho un intento por lograr esa unidad y solidaridad y defi- nir acciones prácticas, estos representan a muchos de los países menos desarrollados. Seguir sumando a través de otros organismos multilaterales debe ser la tarea de orden.

Este coronavirus, a diferencia de otras pan- demias, tiene entre sus rasgos distintivos que su brote no está relacionado con guerras o como con- secuencia de ellas, sin embargo, sus resultados sí pondrían al mundo al borde de una confrontación global o regional. Los desastres en los mercados, la inseguridad nacional, regional y mundial, el elevado nivel de desempleo y su despunte devastador en la gobernabilidad y consecuencias geopolíticas, son las diferencias que le distinguen de otras grandes pandemias en la historia (Padilla, 2020).

Existen teorías conspirativas que de una forma u otra reflejan el pensamiento de la comunidad aca- démica y la práctica de los políticos a nivel mun- dial. Una de las teorías que más se está divulgando sobre los posibles motivos de la aparición de esta letal enfermedad es la idea de una guerra biológica que alguna superpotencia mundial como Estados Unidos, China o Rusia, podrían haber desplegado, dadas las posibilidades que tienen para desarro- llarla. En esa narrativa se involucran también algu- nos países de la Unión Europea, con la finalidad de lograr sus objetivos geopolíticos y económicos a escala mundial.

Este tema está ligado a la “infodemia” (Fabelo, 2020). Está demostrado que el exceso de informa- ción tiene siempre una intencionalidad oculta, pro- voca diferentes estados de ánimos, estrés, estados de ansiedad y hasta pánico.

Este fenómeno propició múltiples discursos por los excesos de información, muchas veces tergiver- sadas e influyentes en la psiquis de la gente, sería


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interesante conocer cuántas personas han muerto por suicidios, violencias, femenicidios, cuántos han sufrido el miedo y caído en el pánico.

La psiquis ha sido atiborrada, los procesos cog- nitivos, afectivos y volitivos se han alterado gracias a la infodemia, las personas sufren el terror, por lo que podríamos declarar, dadas las circunstancias presentadas, una infodemia terrorista.

Conscientes de ello la Organización Mundial de la Salud, de conjunto con la Organización Pana- mericana de la Salud, consideró pertinente emitir un documento para poder ayudar a comprender a las personas que tenían la COVID-19, en este se precisa:

Minimice el tiempo que dedica a mirar, leer o escu- char noticias que le causen ansiedad o angustia. Busque información únicamente de fuentes con- fiables y principalmente sobre medidas prácticas que le ayuden a hacer planes de protección para usted y sus seres queridos. Busque actualizacio- nes de la información una o dos veces al día, a horas específicas. El flujo repentino y casi cons- tante de noticias acerca de un brote epidémico

puede hacer que cualquiera se sienta preocu- pado. Infórmese sobre lo que en realidad está sucediendo, no escuche los rumores y la informa- ción errónea. Recopile información a intervalos regulares, del sitio web de la Organización Mun- dial de la Salud, el sitio web de la Organización Panamericana de la Salud y de las plataformas de las autoridades nacionales y locales de salud, a fin de ayudarle a distinguir los hechos de los rumores. Conocer las informaciones fiables pue- den ayudar a minimizar el miedo” (OPS, 2020).

Como se puede apreciar la contraparte de la info- demia, la infovacuna, era necesaria y estos organis- mos han ayudado a sobrepasar el primer impacto sobre la base de una orientación adecuada, con el balance necesario de la realidad de la pandemia y las fuentes consultadas. Desafortunadamente, esto no es suficiente, la avalancha informativa y su gene- ración, a través de las redes, es indetenible.

Esta problemática está muy relacionada con la capacidad de infundir pánico, aprovechando a la propia población para inducirlo desde dentro,

cuestión que ha sido significativa en varios países,

¿Estaremos presentes ante una nueva modalidad de terrorismo? (Padilla, 2020).


El terrorismo durante el desarrollo de la COVID-19

La conceptualización del terrorismo no está acabada por ningún organismo multilateral, ya sea mundial o regional, los académicos y políticos lo ven en su mayoría como un problema muy estrecho, sin tener en cuenta, tanto en uno como en otros, que es un fenómeno transdiciplinario, y en otros casos priman los intereses.

La Resolución No. 51/210, aprobada el 16 de enero de 1997 en la Organización de las Naciones Unidas, fue la más cercana a una conceptualización de ese organismo: “reitera que el terrorismo son los actos criminales encaminados o calculados para provocar un estado de terror en el público general, un grupo de personas o personas particulares para propósitos políticos; es considerado un acto injus- tificable en cualquier circunstancia, cualquiera que sean las consideraciones políticas, filosóficas, racia- les, étnicas, o de cualquier otra naturaleza que pue- dan ser invocadas para justificarlos” (ONU, 1997).

Más adelante las resoluciones siguientes, hasta el 2001, se caracterizaron, primero: prácticamente la mayoría llevan por título “Medidas para prevenir el terrorismo”, sin embargo, la acción de prevenir está en la creación de diferentes instrumentos para evi- tar estas acciones violentas y realizar propuestas de sanciones, las cuales se hacen efectivas contra países de poca influencia en las relaciones interna- cionales y que al mismo tiempo presentan menor poder universal. Segundo, la Resolución No. 1267 del Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas creó una primera herramienta antiterrorista en 1999, que fue el Comité 1267 un órgano del Consejo. Este Comité ejecutaba y verificaba la aplicación de san- ciones, decretadas por esta resolución, pero la limi- tación consistía en que se concentraba a personas y entidades, al Talibán y Al Qaeda, enumeradas en una lista específica.

Después del 11 de septiembre de 2001 las reso- luciones y otros documentos se caracterizan de la siguiente forma:


Cuando hablamos de terrorismo casi siempre nos trasladamos al Medio Oriente o África, pero el país que más cuida a los terroristas es Estados Unidos. Allí radica un imperio que no ha respe- tado la pandemia de la COVID-19, que además de desarrollar un terrorismo de Estado biológico hacia lo interno, defiende terroristas que se encuentran en el país norteño. Algún día se tendrá que ana- lizar con más detalle el terrorismo de Estado que practica el imperialismo norteamericano en nues- tro continente por más de un siglo y en lo particular contra Cuba.

Por otro lado, debemos reflexionar sobre la aten- ción hacia la propia solución interna para enfrentar la pandemia, la supremacía del mercado, por encima de la salud del ser humano, la insuficiencia de mate- riales y posibilidades de ingreso, la privatización de los servicios de la salud, la situación de los ancia- nos. De manera que también entonces estamos en presencia de una forma de autoterrorismo nacional, donde el pánico, el miedo y la desesperación son procesos que se ponen de manifiesto.

En plena pandemia, cómo entender que en Estados Unidos las tiendas de armamentos queda- ron desabastecidas, en contraste con las menores ventas de medicamentos en las farmacias. El aca- paramiento de productos de todo tipo ha sido una práctica sistemática durante la pandemia. Se puede pensar entonces que con el armamento defende- rían sus productos de los miles de hambrientos que cada día florecen en ese país: otro terrorismo doméstico nos enseña esta pandemia, ampa- rado en la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense.

La pandemia mundial ocasionada por la COVID-19 también tiene la atención de organizaciones terroris- tas, comportándose en la información en dos direc- ciones: la doctrinal y la pragmática; la primera está dirigida a explicar sobre la base de la fe el por qué de la pandemia, según la cosmovisión de los libros rectores religiosos, y la segunda cómo proceder en los movimientos hacia donde existe la enfermedad,

en fin, consideran que esta pandemia y su desarro- llo o no, está en manos de Dios.

No debemos ser ingenuos, la amenaza de decla- rados grupos terroristas está latente aunque en un perfil más bajo de ejecución de ese tipo de actos. Por una parte porque los medios están volcados a los temas de la COVID-19 y no reflejan con la misma intensidad y frecuencia las tradicionales manifesta- ciones de este tipo de actos; pero por otra parte se observa un nivel de reorganización de los grupos tradicionales.

El Estado Islámico, en su revista Al Naba (Al Naba, 2020), mencionó un “nuevo virus que pro- paga la muerte y el terror en China”, puntualizando que la epidemia era un “castigo de Dios”, por abusos del gobierno chino cometidos contra las minorías musulmanas y los uigures. En un artículo poste- rior, cuando el coronavirus ya estaba empezando a golpear Europa, el grupo terrorista aconsejó a sus milicianos “sanos no entrar en la tierra de la epi- demia” y a los que estuvieran enfermos a “no salir de ella”. Igualmente, defendía que la “plaga” era un “tormento enviado por Dios”. Y para reforzar este mensaje, publicó incluso una infografía en la que advertía sobre cómo protegerse frente al contagio (Al Naba, 2020).

En este escenario, los grupos terroristas se encuentran estudiando las acciones y los errores en los países de interés, mientras aprenden y se pre- paran. No sabemos si podrán incorporar y desarro- llar la práctica del bioterrorismo, pero ya tienen en sus manos las debilidades ante la pandemia que se desarrolla.

Este grupo ha prestado atención a cómo los paí- ses, por un problema de seguridad nacional, sus efectivos militares son destinados a la vigilancia inte- rior y descuidan las misiones militares fuera del país. Por otra parte, Al Qaeda aprovecha para intentar captar nuevos adeptos para su causa en el “mundo occidental”. “Vuestros gobiernos y ejércitos están indefensos y confundidos” ante este “soldado invisi- ble” obra del “poder de Alá”, subraya el grupo terro- rista, que incide en que la globalización ha traído consigo el que “si alguien estornuda en China, quie- nes están en Nueva York sufren las consecuencias” (Europa Press, 2020). Desde ambas organizaciones terroristas se hace hincapié en rentabilizar “el actual derrotismo de buena parte de la sociedad y aprove- char el abatimiento psicológico” de la gente, incapaz por el momento de encontrar explicaciones a lo ocu-

rrido (Europa Press, 2020).

La probabilidad de que una organización terro- rista logre preparar y ejecutar un ataque bioterro- rista de este tipo, en estos momentos es baja, pero su potencial puede depender de tres elementos pospandémicos: la rapidez de renovación de las organizaciones terroristas, la revitalización de las economías principales del mundo y el alcance de las posibilidades para ejecutar por las organizacio- nes terroristas un golpe bioterrorista en la segunda o tercera ola pospandemia.

El propio Director General de la Organización Mundial de la Salud ha alertado que los países invierten más en proteger la población de los ataques terroristas y no para frenar y eliminar un virus, que muchas veces son más mortales y dañinos desde el punto de vista económico y social. En el caso espe- cífico de este coronavirus su letalidad impresiona como si se tratara de un ataque bioterrorista.

Además de los impactos de la COVID-19, desde su comienzo, de forma unilateral, el presidente de Estados Unidos tomó la decisión de detener el financiamiento a la Organización Mundial de la Salud y, al mismo tiempo, golpea a países en vías de desarrollo con sanciones, por lo que con esos comportamientos egoístas entre los gobiernos se pueden esperar resultados apocalípticos regionales y nacionales, y un cambio brusco de la práctica de las relaciones internacionales. Entonces se podrían unir los efectos del COVID-19 con los resultados de la ejecución del terrorismo de Estado.


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El significado del pánico inducido, desde dentro a la propia población, cuestión que ha sido signifi- cativa en varios países, nos lleva a preguntarnos:

¿Estaremos presenciando una nueva modalidad de terrorismo?

El fenómeno de la “infodemia” constituye un aspecto relevante durante esta pandemia. Está demostrado que el exceso de información provoca diferentes estados de ánimos, estrés, estados de ansiedad y hasta puede suscitar pánico. ¿A dónde nos lleva este fenómeno? La práctica de los excesos informativos de los gobiernos imperiales ha conlle- vado a confundir a sus poblaciones al extremo de encontrar la verdad de lo que sucede.

Cuando el Camino y la Ruta de la Seda se hacía realidad en casi todas las regiones importantes y Europa cada día se unía más a esta estrategia del gigante chino, llegó el nuevo coronavirus a crear un futuro incierto para esa política, cuestión que puede cambiar en dependencia de la decisión que asuma la Unión Europea.

Por otra parte, bajo el silencio de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la indife- rencia de Estados Unidos, las únicas muestras de apoyo para Europa llegan ahora desde Asia, en especial China. Es probable entonces que en el pro- ceso de recuperación, países gravemente afectados ahora como España o Italia podrían convertirse en “puertas” seguras para retomar el circuito comer- cial esencial para la operación más difícil, que será la recuperación de los mercados económicos y de trabajo, independientemente de las posiciones anti- china en este continente.


CONCLUSIONES

La COVID-19 es una pandemia que no ha pre- sentado toda su magnitud, pues se habla con fre- cuencia de mutaciones, de personas asintomáticas que la portan y la trasmiten, más la irresponsabili- dad de algunos gobiernos de imponer el mercado por encima de la salud de las personas y las insufi- ciencias en la organización de los servicios médicos de países altamente desarrollados.

La aparición polémica e ignota de cómo y por qué, no descarta ninguna opción incluyendo la terrorista en su más minucioso y elevado nivel esta- tal. Las teorías de las conspiraciones se mueven en la actualidad aunque no queramos. La vida nos mostrará las verdaderas causas e intenciones, no se debe acusar, pero tampoco se debe desechar, el terrorismo también es un flagelo convertido en “pan- demia” política que no ha terminado y se mantiene en el sistema de relaciones internacionales, desde antes de la aparición COVID-19, llegando a una modalidad de terrorismo de Estado aunque muchos

no lo quieran reconocer. Digamos que el terrorismo se ha naturalizado en muchos casos como polí- tica, si se entiende por él infundir terror, pánico, y los matices en tal sentido son muchos y variados, desde los más elementales hasta los más sutiles.

No es un nuevo concepto inventado sino demos- trado que ha sido más terror y pánico que unidad mundial lo que ha prevalecido en este contexto, evidenciando la incapacidad de gestión de muchas instituciones frente a la crisis sanitaria.

Las organizaciones terroristas están actuando en un bajo perfil, se encuentran en vigilancia, reor- ganización, preparación, captación de nuevos mili- tantes y esperarán quizás el financiamiento de sus acciones por las potencias, convencidas de que la sociedad mundial no se encuentra preparada para enfrentar un ataque bioterrorista de cualquier nivel.

La época de la pospandemia no ha llegado, ¿el mundo será diferente? Hoy se polemiza que el capi- talismo será el mismo, otros piensan diferente, las relaciones internacionales cambiarán, quizás hacia menos globalización, las hegemonías se desplaza- rán, el neoliberalismo tendrá otro rostro o desapare- cerá, pasando, quizás, a darle más valor al Estado o implosionarán algunos sistemas.

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