DIPLOMACIA CUBANA

 

Acercamiento a las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética en las luchas de liberación nacional y la independencia de los países africanos

An examination of the relations between Cuba and the Soviet Union in the national liberation struggles and independence of African countries

 

M. Sc. Lohania Josefina Aruca Alonso

Licenciada en Historia, Especialista en Urbanismo y Máster en Estudios de América Latina, el Caribe y Cuba. Historiadora, profesora, investigadora, escritora y periodista en prensa impresa y digital. Graduada de Diplomacia en la primera Escuela del Servicio Exterior Manuel Bisbé Alberni del MINREX. Funcionaria del MINREX (1962-1973). Miembro de la Cátedra honorífica “Raúl Roa García” del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) e integrante de su Junta Directiva. Es miembro de la Unión de Historiadores de Cuba y de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

lohaniajosefina.aa@gmail.com. 0009-0008-2574-1602

Cómo citar (APA, séptima edición): Aruca Alonso, L. J. (2024). Acercamiento a las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética en las luchas de liberación nacional y la independencia de los países africanos. Política internacional, VI(Nro. 2), 121-133. https://doi.org/10.5281/zenodo.10858823

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.10858823

 

Recibido: 15 de febrero de 2024

Aprobado: 15 de marzo de 2024

 

RESUMEN La relación entre la Revolución Cubana y la Unión Soviética formó parte importante del nuevo diseño de la política exterior de la República de Cuba desde la década de los años 60. Uno de los aspectos desarrollados, entonces, concierne al apoyo moral y material a los movimientos de liberación nacional de los territorios no autónomos, o coloniales, y a los países recientemente liberados en África. Para ello se coordinaron conceptualizaciones teóricas y posiciones políticas de ambos países, mediante un interesante proceso histórico cuyo análisis se aborda en esta entrevista al ex embajador de Cuba Dr. C. Juan Sánchez Monroe.

Palabras claves: Política exterior, Revolución Cubana, descolonización, África; internacionalismo; internacionalismo proletario.

 

 

ABSTRACT The relationship between the Cuban Revolution and the Soviet Union formed an important part of the new foreign policy design of the Republic of Cuba since the 1960s. One of the aspects developed, then, concerned moral and material support for national liberation movements in non-self-governing or colonial territories and recently liberated countries in Africa. To this end, theoretical conceptualizations and political positions of both countries were coordinated through an interesting historical process, the analysis of which is discussed in this interview with former Cuban ambassador Dr. C. Juan Sánchez Monroe.

Keywords: Foreign policy, Cuban Revolution, decolonisation, Africa; internationalism; proletarian internationalism.

 

 

Presentación de la entrevista y del Dr. Juan Sánchez Monroe

En Cuba, el internacionalismo y la solidaridad con los pueblos que luchan por su independencia y desarrollo, en general, tienen honda raíz en el propio proceso histórico de nuestra lucha anticolonial y por la liberación nacional. Nos recuerdan los eminentes historiadores cubanos Hortensia Pichardo Viñals y Fernando Portuondo del Prado, cómo pensaba al respecto Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, desde antes del inicio de la primera guerra (1868-1878), por nuestra independencia:

Céspedes jamás consideró la revolución de Cuba como un hecho insular, aislado del resto del mundo. Su correspondencia ilustra espléndidamente el sentido que Céspedes tenía de la solidaridad internacional. En ellas, el lector de esta compilación verá cartas a Juárez, a otras personalidades hispanoamericanas, a los fundadores de la república francesa, a los republicanos españoles, hasta el rey de Italia, así como a los norteamericanos progresistas como los senadores Sumner y Banks y supuestamente progresistas como el general Grant y su secretario Seward.

El estadista, profundamente conocedor de la historia que era Céspedes, confiaba más en la fuerza de las ideas de libertad y justicia comunes en todos los pueblos que en las eventuales diferencias políticas que a veces los separan (Portuondo y Pichardo: 1974, T.I, 63).

Larga es la lista de los extranjeros con ideas revolucionarias que pelearon hasta el último momento, en las guerras anticoloniales de Cuba contra la metrópoli española. Por citar justamente al más destacado y de larga trayectoria, mencionaré al Generalísimo, el mayor general en Jefe Máximo Gómez Báez, dominicano-cubano. Pero los hubo de muchas otras nacionalidades: mexicanos, venezolanos, colombianos, peruanos, puertorriqueños, de Europa, hay un polaco inolvidable, y también de Estados Unidos, entre otros. Todos vinieron dispuestos a morir por Cuba.

El internacionalismo cubano del siglo XX en África pagó “una deuda con la Humanidad”, declaró Fidel Castro Ruz, Comandante en Jefe y líder histórico de la Revolución Cubana. Con anterioridad, habían brillado ejemplarmente los que lucharon por solidaridad con la España republicana, y cayeron lejos de su patria. Pablo de la Torriente Brau, siempre fue recordado por su amigo Raúl Roa García, quien en más de una ocasión lo tuvo presente en su obra escrita: “Era el más impetuoso, noble y arrestado mozo de nuestra generación. Entre las páginas removedoras de La Edad de Oro –en las que aprendió a leer – podría escribirse, retrospectivamente, su nombre, como incitación perenne a la vida heroica” (Roa: 2007: Vol. II, 559).

De manera que, esta entrevista relacionada con el apoyo de la Unión Soviética a la contribución de Cuba a las luchas por la liberación nacional y la independencia en África, no podía faltar. Sobre todo, porque establece una pauta dentro de una situación histórica candente en la llamada Guerra Fría, que enmarcó la evolución del pensamiento socialista soviético, en aquellos momentos, sobre conceptos muy importantes, fundamentales, para la Historia mundial o global.

Agradezco en este empeño, al reconocido especialista y profesor titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, Dr. C. Juan Sánchez Monroe (Ovas, Pinar del Río, 1946.12.27), quien, por sus profundos conocimientos y comprobada experticia diplomática, nos ayudó a comprender un tema verdaderamente complejo de las relaciones internacionales. Aunque el Dr. Sánchez nos refiere directamente, más adelante, cuál es su formación y posición académica actual, considero oportuno señalar que es Licenciado en Historia Universal por la Universidad de Lomonosov, Moscú, Máster en Historia de los Pueblos Eslavos y Doctor en Ciencias en Historia de la Diplomacia y las Relaciones Internacionales por la Academia diplomática de Moscú. Actualmente, también ejerce como Profesor académico de la Academia Internacional de la Investigación de las Ciencias y las Artes de Belgrado, Serbia. Es analista internacional.

Entrevista

L.A.A.: ¿Podría hablarnos de su formación como diplomático cubano revolucionario? ¿Cuáles de sus experiencias en el Servicio Exterior, las recuerda como más relevantes en torno a las relaciones de Cuba con los países socialistas de Europa Oriental, en especial con la Unión Soviética?

J.S.M.: Yo empiezo a relacionarme con la Unión Soviética en 1962. Estuve dentro del grupo de 2500 jóvenes que se esperaba fueran los primeros profesores de idioma ruso, que necesitaba el país, y que se mandó a crear por idea de Fidel (Castro Ruz), porque en esos momentos, posiblemente, nadie en Cuba sabía ruso. Sin embargo, toda la técnica y los armamentos que estaban entrando al país eran de la Unión Soviética y sus instrucciones venían en ruso. Transcurría, entonces, el año 1962. Después de la Campaña de Alfabetización -yo fui alfabetizador (Brigada) Conrado Benítez-, Fidel nos dio la opción de pedir una carrera para estudiar, porque nos dijo que la tarea era estudiar. Yo pedí idioma ruso. Fui a la (Escuela de Idiomas) “Máximo Gorki”. Al año y medio, de los 2000 estudiantes que debían graduarse terminamos 32. Ese fue un esfuerzo descomunal. Nosotros estudiamos con profesores que no lo eran, eran jóvenes konsomoles, 3 o 4 años mayores que nosotros, que vinieron de la Unión Soviética sin saber español para enseñarnos ruso. Y con esos muchachos aprendimos nosotros el idioma. Al terminar, al año y medio, más o menos en julio de 1963, se planteó el problema de qué hacer con nosotros. Y tengo entendido que fue una iniciativa de (Nikita) Jrushchov plantearle a Fidel que los muchachos que terminaron pudieran ir a la Unión Soviética a perfeccionar el idioma y a estudiar la historia del idioma en la Universidad Lomonosov, en espera de que los otros pudieran concluir sus estudios para comenzar en Cuba la enseñanza a gran escala del idioma ruso. Los jóvenes que iban a ir a la Unión Soviética, regresarían y serían quienes dirigirían la enseñanza del idioma ruso en Cuba. Por tanto, yo soy fundador de la rusística cubana.

Quiero decirte que este era un problema muy importante, porque en la Crisis de Octubre pasamos muchas situaciones difíciles producto de que las traducciones que se hacían eran inexactas. Y estuvimos al borde de la guerra, no porque los yanquis nos atacaran, sino porque los rusos y los cubanos no nos entendíamos. Porque en la Unión Soviética tampoco había especialistas de Español. Los muchachos que estaban aquí traduciendo eran hijos de españoles que sabían el idioma aprendido en su casa, lo coloquial, pero no estudiado. Por eso, la sutileza, los detalles, las finezas del idioma, se perdían. El estudio del ruso por parte nuestra tenía una gran importancia. Los rusos, desde luego, nos enseñaron muchas cosas, no solo su idioma. La primera vez que yo oí una sinfonía, la oí con mi maestra de ruso que me llevaba a la Biblioteca Nacional “José Martí”, donde había una discoteca para oír música clásica, y así fue como yo aprendí a escuchar a Tchaikovky, entre otros. Por esto la enseñanza de los rusos hacia nosotros yo diría que fue total, no era solo del idioma. Sus costumbres, nos las trasladaron también, en aquella época.

Mientras estudiaba en la Universidad Lomonosov, en Moscú, se produjo una visita de Raúl Castro Ruz a la Unión Soviética, era el año 1964, y él se percató de que en la Embajada de Cuba no había persona alguna que supiera ruso. Ninguno de los diplomáticos nuestros sabía ruso. Entonces, el compañero Raúl da la orden de buscar uno, dos o tres jóvenes que fueran de conducta revolucionaria e incorporarlos a la Embajada a trabajar allí, con el compromiso de que tenían que terminar sus estudios en esas condiciones. No podían dejar de estudiar. En esos momentos yo era el jefe del colectivo de estudiantes de ruso. Ante la solicitud del embajador Dr. Carlos Olivares, le di una relación de jóvenes que, en mi opinión, sabían ruso muy bien, y cumplían los requisitos para trabajar en la Embajada. Pero, al final, me anunció que la decisión había sido que yo era el seleccionado. De esta manera empecé a trabajar en la Embajada de Cuba en Moscú. Sucedieron algunas cosas muy interesantes, que te contaré después por las enseñanzas que aún tienen. Cuando concluí los estudios en la Universidad Lomonosov, vine a Cuba, y fui a la oficina del compañero Raúl Castro, allí me entregaron una carta de Raúl para el compañero (Raúl) Roa (García) en la cual se solicitaba mi ingreso al Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX). Yo vine con la carta y aquí me recibió el entonces viceministro Arnold Rodríguez, y me mandó a ver a la compañera Gladis Veloso (Jefa de Personal) y ella me hizo todas las formalidades del proceso de ingreso. Pasado este trámite regresé a Moscú, ya como funcionario del Servicio Exterior nombrado oficialmente. Ahí comenzó mi vida diplomática.

A lo largo de esa vida, que ya es bastante larga, valga la redundancia, sucedieron muchas cosas. Pero hay un detalle que jamás olvidaré. Era octubre de 1964, cuando ocurrió la destitución de Nikita Jrushchov, en ese día llegaba a Moscú el compañero presidente Dorticós (Dr. Osvaldo Dorticós Torrado). Lógicamente, todos los funcionarios de la Embajada estábamos en el aeropuerto, esperando al Presidente. Por una de esas cosas de los muchachos, yo en realidad lo era, solamente contaba 17 años cumplidos, me pongo a mirar a la pared del aeropuerto y me doy cuenta que en ella estaba la foto de Fidel, y normalmente en este tipo de actividad se ponían la foto del líder soviético y la foto del líder del país que se recibía. Y yo me percato de que no está la foto de Jrushchov. Esto me llama la atención y lo comento con el compañero Eugenio Moreno que era el Primer Secretario de la Embajada, y le digo “Mira, ahí no está Jrushchov”. Moreno se fija, él no lo había visto, y me responde ¡“Ve y díselo al Embajador! Pero corre!”. Yo casi salgo corriendo y él me dijo “¿Qué te pasa Juan?”, “¡Que no está Jrushchov!”. “¿Qué tú dices Juan, vete para tu puesto!”. Y yo regreso a mi puesto, no entendía nada. Cuando regreso me pregunta Moreno “¿Se lo dijiste?”, “Sí”, y “¿Qué te dijo?”, “Que viniera para mi puesto.” Me dice: “Juan, Olivares es ciego, no ve. ¡Ve, y explícale el problema! Habla con él.” Yo fui temblando, porque ya me había mandado para mi lugar. Cuando él me sintió llegar me preguntó algo molesto, “¿Qué te pasa Juan Sánchez?” y le explico “Mire doctor el problema es que en la pared del edificio del aeropuerto está la foto de Fidel sola, ¡no está la de Jrushchov!” y él casi saltó “¿Qué tú dices?”. ¡Ahí me percaté de que yo había hecho un gran “descubrimiento!” Porque la máxima figura política cubana que había allí era Olivares, y si él no había visto aquello, como efectivamente pasaba, porque no veía, aquello era de tremenda importancia porque estaba llegando el Presidente Dorticós. Moraleja: aquello me enseñó la importancia que tienen los detalles en la actividad diplomática. Es muy importante que el diplomático esté atento a lo que debe ser los usos y costumbres de la profesión, porque cuando eso se viola es que detrás hay contenido político que puede ser de muy alto nivel. Ese fue mi primer aprendizaje de la vida diplomática, yo medité mucho sobre esto, al extremo de que hasta el día de hoy recuerdo ese hecho. A veces nosotros, las y los cubanos, somos un poco adictos a ignorar los detalles, y en el trabajo diplomático no se puede ignorar el detalle. No se puede ignorar si alguien pasa por el lado de alguien y no lo saluda. O lo saluda como no debe ser. O se adelanta o atrasa en el saludo, porque todo eso son señales políticas.

Nosotros hemos perdido mucho de nuestros hábitos y costumbres y de qué es la cultura ciudadana y no nos damos cuenta de eso. Yo he planteado en reuniones recientes el hábito que se ha creado, en una buena parte de los funcionarios cubanos, de no responder a quienes le escriben desde el exterior. No se sabe la cantidad de personas que han venido a Cuba con la intención de hacer negocios con nosotros y que se han ido y no han vuelto más nunca, porque sencillamente desde su país le han escrito a la contraparte cubana y esta persona se ha dado el lujo de no responder. Bien porque no tiene orientación, o porque no tiene una decisión. Interrumpen el diálogo por falta de educación, ni siquiera se estila hacer, al menos, un acuse de recibo. Yo sufrí eso como Embajador de Cuba en Serbia, donde había un gobierno que en aquellos momentos estaba muy poco sólido, tenía lugar el proceso de desintegración de Yugoeslavia, pero había un empresariado que estaba ansioso por establecer relaciones comerciales con Cuba. Incluso para traer tecnología, know how propio, porque temían que después que su conflicto terminara iba a entrar la Unión Europea (UE) e iban a perder todo lo que habían logrado con tanto sacrificio, porque iban a ser sustituidos por la tecnología y know how de la U.E. y una de las formas de preservar esa riqueza era trayéndola para Cuba: lo traían, lo aplicaban aquí, donde se podía continuar desarrollando y ellos no lo perdían, porque aquí no llegaría la UE a desplazarlos. Bueno, vinieron aquí muchos empresarios serbios y perdieron su tiempo. Hoy en Serbia hay un gobierno estable, sólido, amigo de Cuba, que quiere desarrollar las relaciones económicas con Cuba, pero no hay empresario que lo siga. Los empresarios serbios no tienen mucho interés en Cuba. Su interés se lo matamos por la falta de educación.

Hay momentos en el trabajo de estos años que fueron harto difíciles para mí. Como tú sabes, yo trabajé todo el tiempo en la Dirección de Países Socialistas, con la característica de que los llamados amigos de la Unión Soviética tenían un sentimiento anti ruso muy fuerte, debido a las condiciones bajos las cuales se desarrollaban las relaciones ruso polacas, ruso checas, etc. Cuando terminó la II Guerra Mundial, los soviéticos fueron recibidos en todas partes como unos verdaderos libertadores, como lo que eran. Pero esa agradable impresión fue estropeada por la forma en que la URSS condujo su política hacia los pueblos de Europa Oriental. Y allí donde había algún resentimiento producto de la historia, como era en el caso del polaco, se revivió el anti sovietismo producto de la política oficial. Este era un anti sovietismo muy solapado, pero muy fuerte. Y en otros países como en Checoeslovaquia donde ese sentimiento no tenía una raíz histórica, nació y se desarrolló fuertemente, sobre todo a partir de 1968 cuando se produce la invasión de las fuerzas militares del Tratado de Varsovia. Así que a mí cuando me designaron para trabajar en Polonia, voy con mi idioma ruso, pero al llegar el compañero Jorge Bolaños, que era el Embajador, me dijo: “Juan Sánchez, aquí en la calle no puedes estar hablando ruso. Y nosotros necesitamos que tú empieces a trabajar aceleradamente, tienes 3 meses para aprender polaco”. “Pero, Embajador ¡3 meses es muy poco tiempo!”, “Sí, yo lo sé. Pero tienes que hacerlo. Es necesario que tú hables y te comuniques en polaco, directamente. Y no puedes hacerlo en ruso.” Yo estaba nombrado como Segundo secretario a cargo de la atención a la prensa. Esa fue una segunda prueba, la de aprender el polaco en tres meses. La enfrenté, tú debes haber oído hablar mucho de Richard Kapuscinski, el periodista que tradujo el Diario del Che del español al polaco. Richard tenía muy buenas relaciones con nuestra Embajada y me dijo mi hija Margosata te va a enseñar al polaco, y ciertamente me lo enseñó, así cumplí con la meta que me impuso Bolaños de aprender el polaco, y comunicarme en ese idioma en 3 meses. No lo sabía aún a la perfección, pero al menos sí lograba la comunicación directa. Esta experiencia creó en mí el hábito de aprender el idioma en cada país en que ejercí funciones diplomáticas, incluido el mongol que ya lo olvidé.

Tenía la intención de aprovechar, después que aprendí polaco, y matricular en alguno de los cursos nocturnos de las universidades de Varsovia, pero entonces recibí la instrucción de pasar a la Embajada de Cuba en Praga. Allá se había creado entonces una situación fea en la misión. Eso fue en 1974 y no voy a entrar en los detalles. Las indicaciones que recibimos de Roa, Carlos Rafael (Rodríguez) y Felipe Torres, fue que el embajador Martín Mora y Juan Sánchez intervinieran la Embajada de Cuba en Praga. Este fue un trabajo bien difícil que, además, no tenía nada que ver con lo que era mi experiencia anterior. Desde luego, tenía la cobertura de Martín Mora que era un extraordinario compañero, magnífico diplomático, un gran embajador y un gran hombre. Y bajo su dirección acometimos ese trabajo. Al concluir, Martín regresó a Cuba, y se decidió que yo permaneciera en Praga, para donde Bolaños había sido designado nuevamente Embajador. Ahí estuve como Primer secretario hasta el año 1977, y en ese lapso me tocó una tarea muy bonita, e interesante.

L.A.A.: El proceso de descolonización se acelera al inicio de la segunda mitad del siglo XX, ¿cuánto se debe a la influencia de la URSS en el escenario político internacional? ¿Cómo explicaría la evolución del concepto de lucha de liberación nacional en la filosofía política soviética?

J.S.M.: Nosotros hemos estado siempre seducidos por las elaboraciones que ha hecho la historiografía occidental, hemos estado atraídos, en alguna medida, también, de las concepciones, no solo de la división de los periodos históricos, sino, igualmente, de las ideas que ellos han elaborado, como decir que la Historia es la historia de las relaciones Este-Oeste, prácticamente después de la I Guerra Mundial. Entonces todo tiene que ver con las relaciones Este-Oeste, si aparece el Tercer Mundo, aparece como un apéndice de algo que están haciendo real o imaginado las grandes potencias. Es decir, no hay una real comprensión de la importancia de los acontecimientos del Tercer Mundo y de la autoctonía de esos acontecimientos. Al inicio del siglo pasado corresponde la etapa cuando se acabaron los territorios por conquistar, por parte de las grandes potencias. Con el reparto que se hizo en la Conferencia (1884-1885) de Berlín ya no quedaban más territorios que pudieran conquistar las potencias colonialistas. Y desde mi punto de vista, es ahí, precisamente en ese momento, donde nace la nueva etapa, el período histórico cuyo fin estamos viviendo hoy.

La lucha que comienzan los pueblos colonizados contra el colonialismo ha tenido una repercusión extraordinaria, que ha sido ocultada todo el tiempo en los manuales de Historia, y en los análisis de la Historia mundial, por los conflictos entre los grandes. La relación Norte–Sur no existe. Nada más que la relación Este-Oeste. Sin embargo, la relación Norte-Sur ha tenido una extraordinaria importancia.

Baste mencionar, nada más, la crisis petrolera del año 1974, cuando la guerra del Yorn Kipur (hebreo, Octubre 1973, Día de la Expiación, del Perdón y del Arrepentimiento para los judíos), que puso en crisis (embargo de petróleo para los países occidentales por parte de Irak, y otros) a los dos sistemas económicos entonces prevalecientes en el Norte: el sistema monopolista capitalista y el sistema planificado soviético. A nadie se le ha ocurrido ver cómo han coincidido en el tiempo esos 3 fenómenos, la guerra de Yorn Kipur que es una guerra entre el Sur y el Norte por la crisis del petróleo, la primera crisis del petróleo, que puso en jaque a la economía mundial completa. Hasta el año 1975 la Unión Soviética iba acortando su distancia del nivel del PIB con EE.UU. En ese año se detuvo.

Pero, es que en 1975 comienza a desarrollarse a gran escala la transnacionalización del capital, y empieza a desarrollarse a gran escala la modernización tecnológica que estamos viviendo hoy. Todo debido a que había la necesidad de reducir el consumo del petróleo. Los soviéticos no lo supieron apreciar, no se dieron cuenta, y a partir de entonces su economía comenzó a declinar en flecha. Occidente no tenía que darse cuenta, porque el capitalismo tiene su propio mecanismo de reflejo, tanto que, el capitalismo que se adapta a cualquier circunstancia, encontró el mecanismo de reflejo y se adaptó a las nuevas circunstancias. Y esa adaptación fue la transnacionalización del capital. Esta última, a su vez, obligó a las economías del Tercer Mundo a moverse en una dinámica diferente, dinámica que tuvo como consecuencia, también, la transnacionalización del capital de esos países. Tenemos las transnacionales de Brasil, las rusas, las chinas, hasta hace poco PDVSA tenía todas las características de una transnacional, que los yanquis casi destruyeron con sus sanciones. Y eso ha dado pie al surgimiento de una nueva relación entre el Norte-Sur. Pero, para que esa nueva relación tuviera lugar, era necesario que el Sur acabara de soltar el lastre del colonialismo.

La primera parte del siglo XX, en el llamado Periodo Entreguerras (1917-1939), el mundo colonizado estaba en un proceso de auto reconocimiento. Pero, después de la II GM, el proceso de liberación en África, en América -no tanto, porque estaba políticamente “independiente”-, pero también ahí y en Asia, con la liberación de colosos como la India, con el triunfo de la Revolución china; después, con el triunfo de la revolución vietnamita. La Revolución Cubana cae ahí, precisamente es ahí donde surge la savia que nutre el desarrollo del internacionalismo cubano. Al encontrarse Cuba identificada con estos procesos de carácter histórico mundial, además, no solo está identificada, sino se siente parte. Y ¡es parte! Por tanto, todo el proceso histórico mundial que viene desde los años [19]60´s es el proceso del fin del sistema capitalista mundial. No es posible la existencia del capitalismo sin el colonialismo. El colonialismo es justamente lo que pare el capitalismo, su primer engendro, y ese es el que le ha estado suministrando sangre todos estos siglos atrás. Bien, en los años (19)60´s eso se termina, y hoy estamos abocados a lo que yo llamo una revolución civilizatoria, que va a cambiar de lugar en la escala de valores universales al Occidente capitalista. Y con él van a cambiar muchas cosas. No solo en la economía, no solo en el sistema de armamento, sino también en el sistema de valores. Este es el momento que estamos viviendo.

No se puede construir o hacer algo en un lugar que esté ocupado por algo. Por tanto, el momento que estamos viviendo es el momento de destrucción de lo que queda de ese sistema capitalista occidental, porque ahí es donde va a surgir la nueva estructura de las relaciones internacionales. Y ya eso lo estamos viendo. Por estas razones, el fin del colonialismo en el mundo ha tenido una trascendencia que pocos observadores, pocos analistas han sido capaces de aquilatar. Porque, además, la Historia se desarrolla lentamente, no son procesos bruscos. Ciertamente, hay saltos en la Historia, pero el salto se produce cuando se ha acumulado ya una cantidad determinada de material evolutivo. Por tanto, el salto se dará cuando ya quede establecida la nueva estructura del sistema internacional. Hasta ahora estamos acumulando material. Pero, todos los días se acumula más.

En el proceso antes mentado, yo diría que África ha jugado el papel central. África ha sido el continente más golpeado, más sufrido, expoliado, explotado. Y el despertar de África es un fenómeno político que el sistema capitalista occidental no puede sobrevivir. Hoy estamos mirando procesos en África que llaman la atención, acusan a los africanos de tener guerras de tribus, de masacrarse los unos a los otros… Los africanos tienen que romper ese traje que le impusieron los occidentales y su civilización. Los africanos tienen su propia civilización, anterior a la de los europeos. Cuando en Europa no había nada, solamente hielo, ya en África había seres humanos con raciocinio. El mundo tiene que volver a esa normalidad. África es un continente con miles de etnias, con algo que llama mucho la atención, y que nos dice mucho de ese continente. Hay etnias que prácticamente ocupan el espacio de una aldea, así son de pequeñitas; sin embargo, no se mezclan con nadie, y no son absorbidas por nadie. Hay pueblos como los bantú, que son una inmensidad de gentes, una cultura gigantesca, y al lado tienen estas otras etnias y aquellos no son capaces de tragárselos. En Europa eso no hubiera sido posible, y, en última instancia, cuando uno analiza la estructura clasista de las sociedades europeas, se da cuenta de que se trata de pueblos que fueron conquistados y que hoy son obreros. Y que parecen franceses, pero cuando tú escarbas, te dicen, “No, no, yo no soy francés, yo soy otra cosa”. Tienen una identidad que ha sido aplastada. Y ese sistema lo han llevado al mundo. Sin embargo, los africanos no han sido así. Yo hablaba el otro día, en una conferencia que impartí en Trinidad y Tobago, sobre el tema del analfabetismo de los africanos. ¿De qué estamos hablando, que no saben inglés? ¿Qué no saben francés? ¿Ese es el analfabetismo? ¿Y qué necesidad tienen ellos de aprender inglés o francés? Bueno, la tienen como la tengo yo, como la tiene otra persona cualquiera. Ellos tienen su idioma y tienen sus formas de comunicación, que no sea como la de los occidentales, está bien, pero es la de ellos. Y esos pueblos han sido capaces de arrastrar su sabiduría y sus aprendizajes por siglos y siglos, y tienen una relación con la naturaleza con un nivel de armonía que no tiene ningún occidental. Si hoy el medioambiente se está destruyendo no es por lo que han hecho los africanos, es por lo que han hecho los “civilizados”, los que supuestamente saben leer y escribir en francés y en inglés. Así es que ellos van a romper el traje ese que les impuso el colonialismo, y se van a poner la ropa a su medida. Pero, esto lleva lucha, batallas, contradicciones, eso no va a ser fácil, pero ellos lo van a lograr. Y si África tiene un futuro promisorio, y yo creo que lo tiene, está dependiendo de que los africanos logren concluir la ruptura del traje que les impuso el colonialismo.

Cuba tiene un papel importantísimo en todo este proceso, y los cubanos no podemos abandonar ese estandarte. Porque, es precisamente también por la relación con África lo que hoy en día ubica a Cuba en la vanguardia de las potencias diplomáticas del mundo. Porque Cuba es una potencia diplomática. En medio de las dificultades que tenemos mucha gente se pregunta qué nos da África, si África no tiene nada. Tampoco, en mi opinión, hemos trabajado la idea de la colaboración económica con África, en serio. Aquí tú hablas con los cubanos y todos están puestos en París, Londres, Nueva York… El otro día leí una noticia que se la enseñé a varios amigos: el descubrimiento de un importante yacimiento de petróleo, que se hizo mediante la colaboración con Australia, pero el dinero para esa prospección lo pusieron los angolanos. Ocurrió aquí, en Cuba, en la plataforma. Sobre esto no hay noticias en la prensa nuestra. Yo lo sé porque los australianos hicieron una declaración e informaron, pero aquí no se ha hablado todavía.

En este proceso que va del siglo XX, en sus inicios, en el que los países colonizados jugaron un papel tan importante, pienso que desgraciadamente el pensamiento teórico soviético al respecto no evolucionó lo suficiente. El pensamiento soviético sobre esos países quedó prácticamente estático, a partir de las conclusiones que hiciera (V. Ilich) Lenin sobre los países coloniales a principios del siglo pasado. Todo el proceso de evolución de esos países, territorios, pueblos, no fue incorporado al pensamiento teórico soviético. Tal y como lo reflejó Lenin en sus trabajos en las teorías soviéticas se hablaba de los países colonizados, de los países coloniales, de los movimientos anticoloniales, y desde luego, hacia esos países coloniales había una actitud, si se quiere, de simpatía, pero no había una actitud de verlos como compañeros de luchas, de verlos como partners en el combate por un mundo mejor y contra el imperialismo. El pensamiento político soviético después de la II GM, sobre todo después de esta, fue un pensamiento muy impregnado de la geopolítica. Recuerdo que en su momento (Josef) Stalin pensó, no lo pensó solamente, llegó a un acuerdo con (Winston) Churchill sobre la división de Europa Oriental. Además, él quiso llegar a un acuerdo con los EE.UU., con (Franklin Delano) Roosevelt, lo que pasa es que después vino (Henry S.) Truman y no pudo avanzar en la idea de respetar el continente latinoamericano a cambio de que EE. UU. le respetara la zona de Europa Oriental. Ya con Jrushchov hubo el intento de firmar un acuerdo de amistad con EE.UU., yo tengo una copia del borrador de ese documento. Lo iba a negociar, que, desde luego, tenía como signo principal este carácter geopolítico.

La Revolución Cubana dio al traste con estas concepciones. En primera, porque fue un fenómeno inesperado para los soviéticos. Y en segunda, porque al frente de ella había un gigante, desde el punto de vista de lo que es la táctica y la estrategia. Este gigante supo aprovechar al máximo las posibilidades de la relación con la Unión Soviética, y supo aprovechar la influencia que la Revolución Cubana había tenido en el pueblo soviético para llevar a los soviéticos a una posición más constructiva desde el punto de vista del apoyo a los movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo.

Como los soviéticos tenían en su arsenal teórico la lucha anticolonial, ellos no concebían la lucha de liberación nacional, que es un fenómeno que surgió mucho después, ellos se habían quedado a principios del siglo XX, con la lucha anticolonial. Las primeras contradicciones por el tema de los movimientos de liberación nacional los rusos las tuvieron con los yugoeslavos, porque Tito consideraba su ejército y su movimiento como un movimiento de liberación nacional, además, no podía ser un movimiento anticolonial porque Yugoeslavia no era una colonia.

El segundo en tener ese enfrentamiento con los soviéticos fue Mao (Zedong), porque él siempre le llamó a su ejército movimiento de liberación nacional. Y eso no encajaba dentro de la teoría soviética de los movimientos anticoloniales. O era un movimiento anticolonial, o era un movimiento obrero, pero eso de movimiento de liberación nacional no lo entendían.

Si la memoria no me falla, la primera vez que yo veo a los soviéticos utilizando el concepto de “movimiento de liberación nacional” fue en la entrevista que tuvo Jrushchov con (John F.) Kennedy, en Viena, en junio de 1961. Ahí, por primera vez, él habla del movimiento de liberación nacional. ¿Por qué? Ah, ¡porque en 1959 triunfó la Revolución en Cuba! Y esta no es un movimiento anticolonial, es un movimiento de liberación nacional. Este fenómeno avanzó, todo el tiempo, como una dicotomía en la política soviética.

Y Cuba no fue una excepción, en la actitud de varios dirigentes soviéticos el problema de Cuba era un problema que le rompía su esquema en la relación con los Estados Unidos. En particular, en el caso de (Andrei) Gromiko, el Ministro de Relaciones Exteriores (1957-1985), para él Cuba era un problema, no era un aliado, ni un socio, era un problema. El Che (Dr. Ernesto Guevara) con una visión de esas increíbles, al calor de la Crisis de Octubre y de la decisión de Jrushchov de pactar con Kennedy la retirada de los cohetes, le dijo al Embajador soviético aquí en La Habana: “Nosotros estamos conscientes de que, para muchos compañeros de la dirección soviética, Cuba es un problema doble: primero, porque es un peso económico y segundo, porque es fuente de conflictos con Estados Unidos”.

La dirección política nuestra siempre estuvo clara de esa realidad y Fidel la manejó con una increíble maestría. Bueno, el especialista de país, de la URSS, en Cuba era Fidel Castro Ruz. Era él, lo llevaba todo él, al dedillo. Ese era un ajedrez que él lo jugaba solo, ¿por qué? Porque era una relación compleja, pero era una relación vital. Entonces, él la manejaba. Y los demás, los que de alguna manera teníamos que ver con el tema, nos pasábamos la vida agudizando el oído, el olfato y la visión, porque ahí no se podía fallar. En lo más mínimo no se podía fallar. Yo varias veces he dicho que nosotros hoy tenemos que profundizar en la herencia que reciben las relaciones cubano-rusas de las relaciones cubano-soviéticas. Ese es un punto en el que los politólogos, los historiadores tenemos que trabajar, porque somos los únicos que podemos alertar a la dirección del Gobierno y del Partido sobre ese tipo de menesteres. Pero la influencia de Cuba hacia la URSS, en la actitud hacia el movimiento de liberación nacional, no se limitó a esto que acabo de decir.

En el año 1963, Fidel hace su primera visita a Moscú, bueno la lógica habría indicado que el primer tema de la entrevista con Jrushchov, hubiera sido tratar los disgustos a causa de la Crisis de Octubre, o del acuerdo soviético-americano para las garantías de Cuba de la no agresión americana. Pero no, no fue ninguno de esos temas, fue el problema de la lucha de liberación nacional. Primer tema. Fidel lo hizo de forma genial, comenzó diciéndole a Jrushchov que él de Moscú pensaba seguir para Argel, donde estaban los luchadores argelinos. Jrushchov se horrorizó, “¿Cómo ir a Argelia? ¡Lo van a matar allá!”, y Fidel le dijo: “Bueno, los revolucionarios siempre estamos en riesgo. Pero los argelinos necesitan el apoyo y la solidaridad internacional, Cuba se los da. Yo voy allá a brindarle la solidaridad del pueblo cubano y de la Revolución Cubana a la Revolución Argelina”. La conversación duró varios minutos, Jrushchov pidiéndole que no fuera y Fidel diciéndole “No, yo tengo que ir allá”. Hasta que Jrushchov le hace una propuesta: “Yo le propongo lo siguiente: le prometo que vamos a ayudar al movimiento de liberación argelino, y Ud. me promete que no va a ir a Argelia”. Y Fidel le respondió lacónicamente, “Trato hecho”. De esa manera, lo que hasta aquel momento había sido declaraciones de simpatía, de lo correcto y lo justo que era la lucha de los pueblos, y demás, a partir de ese momento se transformó en un apoyo concreto, real, material de la Unión Soviética a diferentes movimientos de liberación nacional.

Bien, pero no había forma de que la teoría acabase de asimilar el concepto de movimiento de liberación nacional. Entonces, se acudió al concepto de países de orientación socialista. Países de orientación socialista que se definía solo a partir de la política económica de los países. Es muy difícil decir que Nasser era de orientación socialista, después que había matado a muchos comunistas. Sin embargo, Nasser era partidario de un control fuerte del estado sobre la economía. Ese era el elemento utilizado para decir “Este país es de orientación socialista”. Este tema provocaba dentro de las filas del PCUS, en la alta dirigencia, una discusión muy fuerte porque muchos dirigentes del PCUS eran partidarios de mantener las directrices geopolíticas que había dado Stalin para la política exterior.

En esa visión de ellos no encajaba el apoyo a Cuba, en la misma no encajaba el apoyo a ningún movimiento de liberación nacional, ni ninguna orientación socialista. Ellos eran partidarios de mantener las pautas en la política exterior que había fijado Stalin. Al final, en la destitución de Jrushchov le sacaron todas estas “veleidades”, como les llamaban. Criticaron muy fuertemente sus relaciones con todo el mundo y su actitud de oponerse al Buró Político (BP): cuando Cuba quiso comprarle armas a Polonia y el Buró Político soviético prohibió que nos vendieran las armas, y después, llegó Jrushchov y echó abajo el acuerdo del BP y dijo “Véndale las armas a Cuba”. Lo acusaron por su relación con Cuba por haber puesto a la Unión Soviética en peligro de un conflicto con Estados Unidos. Además, le criticaron las relaciones que tenía con los líderes del Tercer Mundo, con Nasser, Sekou Touré, y con otros líderes que ellos llamaban de orientación socialista. En la amalgama de acusaciones que le hicieron a Jrushchov estos elementos pesaron mucho para su destitución en el año 1964.

Después, asumió el poder en la URSS una mezcla de corrientes dentro del PCUS. Había intereses muy poderosos de carácter económico, como el lobby del gas y del petróleo, que hasta ese momento la Unión Soviética no exportaba. Con Stalin no existía la política de exportación de materias primas, no se podían exportar materias primas. Estaba prohibido por Stalin. Pero bueno, ellos lograron superar esto, y fue precisamente esa nueva política una de las causas de la invasión a Checoeslovaquia. Porque ya se estaba trabajando en el gasoducto que a través de Praga debía suministrarle gas a Alemania Occidental. Está esa corriente, por un lado, están los estalinistas, por otro lado, y ellos de mutuo acuerdo acabaron con la dirección de Jrushchov.

Nosotros la destitución de Jrushchov no la comprendimos, para utilizar alguna palabra, al extremo que los nuevos dirigentes soviéticos no fueron felicitados por el Gobierno cubano. Y ese año hubo una reunión de partidos en Moscú a la que nosotros no fuimos. Hay una etapa de congelamiento en las relaciones nuestras con la URSS, honestamente yo pensé que las relaciones se iban a romper en el año 1968. Pero no, se salvó la relación de aquella profunda crisis, y después de la invasión a Checoeslovaquia, los cambios que se produjeron en la dirección soviética con (Leonid) Brévhnev, como centro principal, facilitaron que hubiera una evolución positiva de la relación, muy marcada, además, por las necesidades geopolíticas, geoestratégicas, que le estaba planteando a la Unión Soviética la política estadounidense, presionando duro a la Unión Soviética, y a nosotros también. Y eso un poco que sirvió de base para el acercamiento. Hay quien especula y dice que el problema era que Cuba no había condenado la invasión a Checoeslovaquia y que eso lo agradecieron los soviéticos. Los soviéticos estuvieron muy disgustados por la posición de Cuba ante la invasión de Checoeslovaquia. Incluso nos entregaron una nota de protesta. De manera que no es esa la razón del mejoramiento de las relaciones. Fue un mejoramiento de verdad acelerado ante los peligros que asechaban tanto a Cuba como a la URSS, de parte de Estados Unidos. Era entonces el año 1968.

Esta etapa de mejoramiento en las relaciones cubano-soviéticas coincide con el proceso prácticamente final de la liberación de los pueblos africanos del colonialismo. Los africanos se fueron liberando paulatinamente, primero lo hicieron los que estaban bajo el dominio de Inglaterra, después los que estaban bajo el dominio de Francia. Quedaron un poco rezagados los que estaban sometidos a los portugueses, sin contar la situación de los que sufrían los sistemas racistas, Sudáfrica y Rodesia. Por tanto, Cuba se “engancha” en este proceso en los años (19)60´s y llega el final a las colonias portuguesas. Es cuando la presencia de Cuba se hace más necesaria. Los soviéticos no tenían muchas relaciones con los movimientos de liberación africanos, por las razones que ya expuse anteriormente. En la práctica el único movimiento, el único Partido Comunista de Sudáfrica con el que tenían una relación histórica fuerte, pero mucho menos con los otros.

En el caso específico de Angola, por ejemplo, la actitud de ellos era de aceptar el movimiento de liberación nacional, pero no tenían una política de fuerte apoyo al MPLA. La razón de que no hubiera esa vinculación, según todas las informaciones, era que Agostinho Neto admiraba mucho a la URSS, pero simpatizaba mucho con el sistema yugoeslavo, y con Tito. Y eso en el caso de la URSS era muy malo, ¡eso no se hace! Entonces, quien logra que los soviéticos tengan una relación diferente con Angola y con el MPLA es Fidel Castro. Lo hace a través de sus acciones; nosotros teníamos una relación muy antigua con el movimiento de liberación nacional de Angola.

En el momento en que se producen las relaciones de independencia de Angola, los angolanos a los únicos que le podían pedir ayuda era a Cuba. Y reaccionamos de inmediato. Esa fue una reacción inconsulta con los soviéticos. No teníamos que hacerlo. Efectivamente, en el año 1976 ya se había controlado la situación en Angola y pensábamos en retirar las tropas. Fue a Angola Raúl Castro y se pasó un tiempo por allá organizando el inicio del regreso de las tropas cubanas. Por tanto, aquello no se les informó a los soviéticos, se les dijo, pero sin consulta previa. Lo que pasa es que la situación cambia a partir de algunos pasos que se dan y complican, consejos mal dados que les dieron los asesores soviéticos. Aquello complicó la situación en Angola, y entonces el proceso de retirada que había comenzado hubo que detenerlo. Y, al contrario, empezar a enviar más hombres. Allí se había hecho, en el momento en que se pensaba en la retirada, un acuerdo con los soviéticos, mediante el cual nos distribuíamos las tareas de ayuda militar a Angola. Quedábamos nosotros y quedaban ellos. Y ellos, en la práctica, asumieron el grueso de lo que era la atención, el entrenamiento y la formación del MPLA. Nosotros por toda una serie de razones nunca quisimos ser un factor importante en la lucha interna, lo nuestro era Sudáfrica y el Congo, si se lanzaba contra las fronteras angolanas. Y es ahí, donde surge sobre ese terreno, unas discrepancias de los mandos nuestros con los mandos soviéticos, que en su asesoramiento a las tropas cometían una serie de errores porque el tipo de guerra que había en Angola era una guerra irregular, no una guerra de posiciones. Entonces, esto causaba errores, no es lo mismo una guerra irregular que una de posiciones. Pero bien ellos reconocieron que Fidel tenía la razón.

Un poco más difícil fue para nosotros una maniobra que aún no se sabe dentro de la URSS quién fue el que la realizó, pero sí hubo la intención de jugar con las aspiraciones de uno de los ministros de Neto, buscando sustituirlo. Nito Alves era el miembro del Buró Político que atendía los Poderes Populares, y, al parecer, alguna fuerza dentro de la URSS trató de manejarlo para oponerlo a Neto. Aquello nos creó una posición difícil, por cuanto nosotros habíamos estado seguros de que la URSS no iba a entrometerse en la situación interna de Angola, que no iba a tratar de dividir las fuerzas internas. Todavía hasta hoy no se sabe quién fue el que metió la mano. Dudo que pueda haber sido mucha gente, es decir pudo haber sido Brézhnev, incluso lo más probable es que no haya sido una acción directa desde ese nivel, porque valoraban mucho los criterios de Cuba en relación con Angola, se les demostró que sabíamos quién era quien en Angola, y que sabíamos cómo atender los problemas en Angola. Por ello, los soviéticos sentían mucho respeto a las posiciones de Cuba en ese terreno. Pero bueno, un país tan grande, con tantos intereses, cualquiera pudo haber sido.

Cuando comienza la participación cubana en Angola, los soviéticos estaban en unas tratativas y negociaciones con Sudáfrica. El problema estaba en que Sudáfrica es uno importante productor de oro, y la URSS también lo era. La Unión Soviética se sentía restringida en materia de divisas y estaba interesada en llegar a acuerdo con Sudáfrica, para entre los dos controlar el mercado del oro. Así, ellos podrían influir en el desarrollo de los precios, aprovechando las posiciones que tenían entonces en el mercado del oro. Esas gestiones pusieron en alerta a los yanquis, que inmediatamente se movieron y le propusieron a los sudafricanos villas y castillas, para que no llegaran a un acuerdo con los soviéticos. Entre otras cosas que le propusieron, estuvo suministrarle información de los satélites para espiar las posiciones de los cubanos y suministrarle ayuda militar a (Jonas) Savimbi. Ambas cosas fueron muy atractivas para los sudafricanos y lógicamente las tratativas que estaban llevando a cabo los soviéticos con los sudafricanos en Ginebra, fueron suspendidas.

Es decir, que la posición nuestra en Angola hizo de la URSS una víctima colateral, pues, los yanquis se montaron en el rastro y le desbarataron la posible operación con los sudafricanos. Estas tratativas de ellos con los sudafricanos los llevaron a no ser muy leales con nosotros en un tema, el del arma nuclear. Quienes se percataron de que los sudafricanos tienen el arma nuclear son los soviéticos. Ellos se lo informan a los americanos, pero no nos informaron a nosotros. Eso se sabe ahora, desde luego, y tiene que ver, en mi opinión con el hecho de que, en cierto sentido, primero nosotros no le habíamos informado acerca de la operación que íbamos a hacer, y segundo, le desbaratamos las negociaciones del oro. Estoy hablando del año 1978, cuando empezaron las negociaciones soviéticas con los sudafricanos sobre el oro, esa historia finalizó en 1982.

L.A.A.: Cuba, la Revolución Cubana, ¿supone en los 60´s un cambio en la concepción soviética en relación a la categoría internacionalismo proletario? ¿Podría explicarnos de qué manera se lleva a cabo esa evolución?

J.S.M.: El concepto de internacionalismo proletario es un principio de solidaridad que los soviéticos extendían a los partidos comunistas. Los movimientos de liberación nacional no entraban en este concepto. Internacionalismo proletario era la ayuda a los partidos comunistas. Casi todos los partidos comunistas recibían determinada cantidad de dinero para sus actividades, eso era el internacionalismo proletario. Pero, los movimientos de liberación nacional no recibían ese tipo de ayuda. En el caso de Angola, los vietnamitas y algunos otros recibían apoyo en armamento, a veces comida, alguna técnica, pero dinero financiamiento solamente a los partidos comunistas. Y eso era así. Se supone que en los países donde había movimientos de liberación nacional, no hay proletarios, no hay clase obrera. Por eso la ayuda material a los movimientos anticolonialistas, ellos podrían ayudar a un muchacho de Zimbabue a estudiar en la Universidad Lomonosov, por ejemplo. Pero ayuda económica no, lo de ellos era simpatía, no había internacionalismo proletario según el concepto manejado. Para Cuba el concepto es internacionalismo, sin apellido. Si le pones el apellido hay que dársela al proletario, no se la puedes dar al campesino. En esos conceptos ellos no evolucionaron mucho, hay un enfoque puramente clasista. Por tanto, debía ser solamente con los partidos comunistas que eran los que aglutinaban a la clase proletaria.

L.A.A.: La victoria en Angola de las fuerzas progresistas cubanas y la derrota de Sudáfrica, a pesar del apoyo de EE.UU., ¿cómo fue evaluada por el gobierno soviético?

J.S.M.: Los soviéticos entendieron este triunfo, como un triunfo cubano angolano. Lógicamente, trataron de arrimarse a la brasa, a ver qué mayor cantidad de calorcito podían obtener. De ahí todas las gestiones que hicieron para participar en las negociaciones tripartitas, con los yanquis y con nosotros. Asistieron como observadores, no como participantes. Yo pienso que ellos no aprovecharon del todo esa relación con los angolanos, ahora sí están interesados. En los (19)90´s lo único que les interesaba era ser socios de Estados Unidos. Hasta que llegó la doctrina Wolfowitz (1992), que reza “Estados Unidos no permitirá que ningún otro país sea tan fuerte como él” (es la única superpotencia que queda en el mundo después del colapso de la Unión Soviética, se trata de la política del unipolarismo), y les dijeron: “Ustedes para dónde van”. Es esta doctrina la que los sienta, entonces. ¡Les hizo virar el carruaje, dando pie a la sociedad estratégica de Rusia con China!

La Habana, 07. 02. 2024

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

F. Portuondo del Prado y H. Pichardo Viñals; 1974, Carlos Manuel de Céspedes Escritos Compilación de Fernando Portuondo del Prado y Hortensia Pichardo Viñals, Tomo I, Centenario, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

Raúl Roa García: 2007, Homenaje en sus textos de fuego, Vol. II, Imagen Contemporánea, La Habana.

 

CONFLICTO DE INTERESES

La autora declara que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.