EL MUNDO EN QUE VIVIMOS

 

El avance de la extrema derecha en la Unión Europea: escenario
y perspectivas para las elecciones europarlamentarias de 2024

The advance of the far right in the European Union: scenario and prospects for the 2024 Europarliamentary elections

Esp. P. Justo Enrique Rodríguez Rodríguez

Licenciado en Relaciones Internacionales. Especialista de Posgrado en Servicio Exterior. Especialista del Ministerio de Relaciones Exteriores, La Habana, Cuba. jerod24601@gmail.com 0009-0008-7010-8793

Cómo citar (APA, séptima edición): Rodríguez Rodríguez, J. E. (2024). El avance de la extrema derecha en la Unión Europea: escenario y perspectivas para las elecciones europarlamentarias de 2024. Política internacional, VI (Nro. 2), 8-18. https://doi.org/10.5281/zenodo.10855197

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.10855197

 

RECIBIDO: 9 de febrero de 2024

APROBADO: 14 de marzo de 2024

 

 

RESUMEN En las últimas dos décadas, se ha observado un fortalecimiento gradual de las corrientes de extrema derecha en la Unión Europea. Este fenómeno se atribuye a las consecuencias del capitalismo neoliberal en las economías europeas, así como a factores políticos, sociales, religiosos e identitarios. El avance de estas fuerzas se refleja en un aumento de su base electoral, una mayor presencia en los parlamentos y la formación de coaliciones de gobierno con partidos de la derecha tradicional. A nivel comunitario, tras las elecciones europeas de 2019, la extrema derecha amplió su representación en el Parlamento Europeo, fortaleciendo su influencia en el balance político de dicho órgano. Esta incidencia se ha manifestado en temas relevantes para sus valores ideológicos y políticos, como la migración, el antifeminismo, los derechos de los colectivos LGTBI y la cuestión climática. Los análisis y proyecciones para las elecciones europarlamentarias de junio de 2024 indican una tendencia al fortalecimiento de esta corriente política. Se espera un crecimiento de los grupos políticos Europeos Conservadores, Reformistas e Identidad y Democracia en el Parlamento Europeo, tras obtener resultados favorables en 18 de los 27 Estados miembros de la UE. Además, se prevé la formación de alianzas temporales entre el Partido Popular Europeo y los grupos políticos de la extrema derecha en la Eurocámara, lo que ampliará la capacidad de la derecha radical, conservadora y euroescéptica para influir en la agenda europea en asuntos migratorios, climáticos y de política exterior.

Palabras claves: Extrema derecha, Parlamento Europeo, migración, cambio climático, elecciones europarlamentarias, Unión Europea.

ABSTRACT The last two decades have witnessed a gradual strengthening of extreme right-wing currents in the European Union. This phenomenon is attributed to the consequences of neoliberal capitalism in European economies, as well as to political, social, religious and identity-based factors. The advance of these forces is reflected in an increase in their electoral base, a greater presence in parliaments and the formation of government coalitions with parties of the traditional right. At the EU level, following the 2019 European elections, the far right expanded its representation in the European Parliament, strengthening its influence on the political balance of that body. This incidence has manifested itself in issues relevant to its ideological and political values, such as migration, anti-feminism, LGTBI rights and the climate issue. Analyses and projections for the June 2024 Europarliamentary elections show a strengthening trend of this political current. The European Conservative and Reformist political groups and Identity and Democracy are projected to grow in the European Parliament, after a favorable electoral result in 18 of the 27 EU Member States. The formation of conjunctural alliances between the European People's Party and the political groups of the extreme right in the European Parliament is predicted, thus increasing the capacity of the radical, conservative and Eurosceptic right to influence the European agenda on migration, climate and foreign policy issues.

Keywords: Far right, European Parliament, migration, climate change, European Parliamentary elections, European Union.

 

 

INTRODUCCIÓN

El fortalecimiento de las corrientes políticas ultraconservadoras y de extrema derecha es un fenómeno en pleno desarrollo, cuyas causas profundas se encuentran en la crisis sistémica del capitalismo y el fracaso de la globalización neoliberal, como modelo de dominación capitalista. El actual estado de crisis capitalista global tiene repercusiones diversas, entre ellas, una precarización del valor del trabajo, el crecimiento de las brechas económicas, la marginalización de diversos sectores sociales y un cuestionamiento a los sistemas políticos y sus representantes.

Esto ha conllevado a la aparición y ascenso de actores políticos ajenos al establishment y con un mayor potencial disruptivo, tanto en el plano interno, como internacional. En ese contexto ha de entenderse el rápido ascenso del nacionalismo y la extrema derecha en Europa y Estados Unidos (Sanahuja, 2017).

Este fenómeno muestra, a nivel global, una tendencia al agravamiento en el corto y mediano plazos. Los escenarios más probables hasta 20271 evidencian una continuidad en el fortalecimiento de las corrientes populistas de derecha y los nacionalismos conservadores, como consecuencia de un orden internacional decadente y de la crisis sistémica del capitalismo (Casals, 2022).

El fortalecimiento de estas corrientes y actores políticos no se limita a los casos emblemáticos de la extrema derecha europea, o de las corrientes ultraconservadoras estadounidenses. Sus manifestaciones son también visibles, en mayor o menor grado, en los sistemas políticos de países de Asia, África y América Latina y el Caribe.

La ocurrencia de fenómenos disruptivos para la política interna o internacional, como el BREXIT, o el asalto al Capitolio de EE.UU. en enero de 2021, demuestra la ampliación de las bases electorales de estas fuerzas ultraconservadoras y del nivel de asimilación de sus mensajes políticos en amplios sectores de la sociedad.

Otra forma de evaluar el progreso de estas fuerzas, y su expansión a diversas partes del planeta en los últimos 10 años, es constatando el arribo de sus representantes al gobierno de países centrales del sistema internacional, como son los casos de Donald Trump en EE.UU., Narendra Modi en la India, Jair Bolsonaro en Brasil y, recientemente, Javier Milei en Argentina.

El presente artículo propone un diagnóstico general del avance de estas fuerzas políticas en la Unión Europea hasta 2024, tanto a escala nacional como comunitaria. Se presenta el impacto del crecimiento de estas fuerzas en las políticas europeas, en particular en las áreas migratoria y climática. Finalmente, se proyecta el desempeño esperado de estas fuerzas en las próximas elecciones europeas, a tener lugar en junio de este año, y su efecto en el balance institucional y político del Parlamento Europeo.

DESARROLLO

1. El avance de la extrema derecha en la Unión Europea hasta 2024

El avance de las corrientes políticas de extrema derecha se manifiesta con particular fuerza en los países de la Unión Europea (UE), donde, además de las tendencias de carácter global anteriormente expuestas, inciden variables endógenas propias del desarrollo histórico del continente europeo y de cada país en particular como, por ejemplo, la cuestión catalana en el ascenso de Vox y su programa ultranacionalista.

En relación con el desarrollo histórico de estas fuerzas en Europa, destaca la periodicidad hecha por el politólogo e historiador alemán Klaus von Beyme, quien identifica tres olas de extrema derecha en Europa desde 1945 hasta el año 2000. Estas son: 1) la “ola nostálgica” que tiene lugar entre 1945 y 1955, con énfasis en Alemania e Italia; 2) la “ola del populismo de derecha”, entre 1955 y 1980; y 3) la “nueva ola conservadora”, de los años 1980 hasta los 2000.

Aunque las características y los periodos temporales exactos de estas oleadas continúan siendo objeto de debate académico, la cronología de Von Beyme es generalmente aceptada como un modelo válido para analizar la evolución de la ultraderecha europea en la segunda mitad del siglo XX (Mudde, 2000).

Sin embargo, para el año 2000, según el criterio de autores como el citado Cas Mudde y Steven Forti, se produce desde entonces una nueva oleada de extrema derecha que se extiende hasta la actualidad.

La que denominan “cuarta oleada” se produce en un diferente y adverso contexto económico, social, migratorio y de seguridad en Europa, que se nutre de la fragilidad de los partidos tradicionales europeos, del cuestionamiento a la Unión Europea, y el impacto de tres fenómenos internacionales que perfilaron los valores ideológicos y programa político de estas agrupaciones de extrema derecha. Estos fueron: los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU. -y los posteriores que afectaron a Europa, particularmente en Madrid, París y Londres-, las consecuencias de la crisis económica y financiera de 2008, y la crisis de los refugiados de 2015.

El rasgo distintivo de la actual oleada es el fortalecimiento de los partidos de “nueva” extrema derecha y su asimilación en los sistemas políticos de la Unión Europea. En este sentido, el tránsito paulatino de esos partidos, del margen al centro de los sistemas políticos, responde a varios factores: 1) el fin del cuestionamiento a su legalidad; 2) el crecimiento significativo del número de partidos, su presencia por países y la representación parlamentaria de esas fuerzas políticas; 3) la prevalencia en el debate político-electoral de sus temáticas priorizadas (migración, identidad, religión, delincuencia y seguridad interior) y 4) su aceptación como socios de coalición, rompiéndose los “cordones sanitarios” que les impedían arribar y conformar gobierno.

A partir del año 2000, por tanto, las fuerzas de extrema derecha se encuentran plenamente insertadas en los sistemas políticos europeos y, al aprovechar condiciones políticas y sociales de crisis, “se han convertido en el más eficiente vehículo de la frustración electoral en la UE en los últimos 15 años (López, 2024)”.

Algunos datos, a nivel nacional y eurocomunitario, permiten argumentar estas afirmaciones. Un estudio realizado por el diario francés “Ouest France”, en noviembre de 2023, muestra que la extrema derecha se fortaleció en las últimas elecciones legislativa en 21 de los 27 Estados miembros de la UE, alcanzando un promedio electoral de un 17,4% (Manson, 2023). Ese mismo estudio refleja además que en más de 10 países, el respaldo electoral superó el 15%, y en algunos alcanzó hasta el 20 o 30%. Esto explica que, en febrero de 2024, de todos los países de la UE, solamente Luxemburgo no cuente con diputados de extrema derecha en su Parlamento.

Asimismo, en más de 10 países de la UE, la extrema derecha constituye la segunda o la tercera fuerza política con mayor representación parlamentaria; tales son los casos de Países Bajos, Francia, Portugal, España, entre otros (Martínez, 2022). En estos países, esos partidos inciden con mayor fuerza en el debate político y en las decisiones gubernamentales desde la oposición, generalmente conduciéndolas hacia posturas más conservadoras.

Por otro lado, se observa también una creciente participación de la extrema derecha en coaliciones de gobierno, lo cual era considerado impensable hace 20 años en la UE. En los últimos cinco años, esa corriente política ha integrado gobierno en más de una quincena de países europeos. A inicios de 2024, estos partidos lideran el gobierno en Italia y Hungría, integran la coalición gubernamental en Finlandia, Eslovaquia, Suecia, y han estado a las puertas de integrar el gobierno en países como España, Austria, entre otros.

A nivel comunitario, es decir en las instituciones de la Unión Europea y su equilibrio político propio, también se ha producido un fortalecimiento de la presencia de las corrientes ultraderechistas, fundamentalmente después de las elecciones europeas de 2019, cuando se produjo un punto de inflexión en la representación de estas fuerzas en el Parlamento Europeo (PE). Los grupos políticos de la extrema derecha en ese órgano eurocomunitario lograron entonces alcanzar la cifra de 135 eurodiputados, distribuidos entre los grupos Identidad y Democracia (ID), con 73 europarlamentarios, y Europeos Conservadores Reformistas (ECR), con 62. Este resultado representó un incremento de un 16% con relación a las elecciones europeas de 2014 (Parlamento Europeo, 2024).

Estas cifras, que corresponden estrictamente a los dos grupos políticos que concentran la mayoría de los partidos de extrema derecha europea, no incluyen a otras fuerzas políticas, como la Unión Cívica Húngara-FIDESZ (13) o Fuerza Italia (6), cuyos eurodiputados integran el Partido Popular Europeo (PPE), representante de la derecha “clásica” europea. De manera tal que la influencia de estas corrientes en la Eurocámara es incluso mayor, y se favorece de alianzas coyunturales con el PPE, cuando los intereses y las posiciones son convergentes.

Igualmente, una mirada a los resultados por Estados miembros de la UE permite corroborar que las fuerzas ultraconservadoras de Italia (33), Polonia (26), Francia (22), Alemania (11) y Bélgica (6), fundamentalmente, replicaron a nivel europeo el auge que experimentaron a escala nacional entre 2014 y 2019 (Parlamento Europeo, 2024).

Por consiguiente, los primeros impactos de la presencia reforzada de la extrema derecha en el Parlamento Europeo tuvieron lugar desde la propia elección de los cargos a las principales instituciones comunitarias. Los eurodiputados de ID y ECR actuaron para intentar bloquear, sin éxito, la elección de David Sasolli como presidente del PE, de Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea y de algunos comisarios europeos.

Un PE más fragmentado que nunca por el ascenso de los sectores nacionalistas euroescépticos y las divisiones entre los grupos mayoritarios (populares y socialdemócratas), se combinaron para imposibilitar la aplicación del principio del candidato líder o “spitzenkandidat”. El no respeto de este principio, en virtud del cual el Presidente de la Comisión debe ser electo entre los partidos mayoritarios en el Parlamento Europeo, impactó sensiblemente en los intentos de democratizar las instituciones europeas y vincular a los electores con las principales figuras de la maquinaria eurocomunitaria.

Con independencia del relevante efecto institucional, desde 2019 hasta la fecha el impacto de una presencia mayor de la extrema derecha se puede constatar además en un relativo endurecimiento de las posiciones de la Unión Europea en temas esenciales, como la migración, las ambiciones climáticas, los derechos de los colectivos LGTBI, la política de ampliación y las proyecciones de seguridad y defensa, por solo mencionar algunos de los más significativos.

A modo de ejemplo, analicemos concisamente los principales impactos del ascenso de la extrema derecha en la UE en la conformación de su política migratoria y climática, especialmente a partir del año 2019.

La cuestión migratoria es un tema fundamental del programa político de los representantes de esta tendencia. El rechazo al inmigrante es la respuesta natural de uno de los rasgos ideológicos fundamentales de estas fuerzas políticas, el nativismo2. La ultraderecha europea actual no defiende el racismo biológico, característico del fascismo o el neofascismo, al contrario, promueve la xenofobia cultural (Olascoaga, 2018). No fundamentan su programa político sobre la superioridad biológica de un grupo humano sobre otro (o de un Estado sobre otro), sino que pretenden recrear un Estado étnica y culturalmente “puro”.

Es por ello que, desde las instituciones europeas, estas fuerzas políticas han presionado para endurecer los términos para el otorgamiento de asilo y para la migración a la Unión Europea. Tras años de negociación, en diciembre de 2023 el Parlamento Europeo y los Estados miembros alcanzaron un nuevo Pacto de Migración y Asilo, en el cual se aceptan varias propuestas históricamente enarboladas por la extrema derecha en esta materia. Entre ellas, un control reforzado de las fronteras exteriores, un mecanismo de deportación rápido si no se cumplen las condiciones de asilo, un sistema de “solidaridad obligatoria” en el cual el Estado receptor podrá negarse a acoger solicitantes de asilo por una compensación monetaria, y la inserción del concepto de “tercer país seguro”, mediante el cual se redirigirán a países no europeos a los solicitantes de asilo.

Al interior de los 27 Estados miembros, este nuevo Pacto ha tenido también sus repercusiones. Ha causado diferencias a lo interno de la coalición de Gobierno en España entre el PSOE y SUMAR, fue utilizado por Emmanuel Macron como respaldo para endurecer su proyecto de ley sobre inmigración3, y ha despertado las críticas de sectores progresistas en Italia, Portugal, Francia y Alemania. En sentido contrario, Giorgia Meloni en Italia y Viktor Orban en Hungría han presentado el Pacto como un logro ante sus socios de coalición gubernamental y sus electores.

En el mismo sentido, en lo que respecta a la agenda climática de la UE, se observa una dinámica similar, aunque no representa la prioridad que tiene la cuestión migratoria para estas corrientes políticas. La notoriedad que han alcanzado los temas climáticos en la Unión Europea, en particular en los electores de las nuevas generaciones y la opinión pública, han forzado a la mayoría de las fuerzas políticas a incluir elementos ecológicos en sus programas. Como refiere Christine Poupin: “sucede que hoy, si uno tiene pretensiones de representar una alternativa de gobierno de turno (en Europa), es imposible posicionarse contra la ecología. Todo discurso político tiene que tener ciertos tintes verdes” (Poupin, 2023).

Es por ello que, con matices según el caso, el discurso abiertamente negacionista que antes caracterizaba a la extrema derecha europea en materia climática se ha ido atenuando. Por ejemplo, es ilustrativo en tal sentido el tránsito del discurso climático negacionista, que caracterizaba al Frente Nacional (FN) de Jean-Marie Le Pen en los 90’, a las posiciones conciliadoras que caracterizan actualmente a Reagrupamiento Nacional (RN) de su hija, Marine Le Pen.

No obstante, a pesar de esa lógica relativamente extendida en la extrema derecha de la Unión Europea, una vez que estas fuerzas alcanzan posiciones de poder, su agenda en materia climática se muestra profundamente conservadora.

Un estudio reciente de la revista Nature reconoce que los partidos de ultraderecha populista en Europa – y no solo en ella- crean una desconfianza en las instituciones ambientales. Este fenómeno se observa principalmente a través de dos vías. El primero es que estas fuerzas tienden a estigmatizar a las instituciones ambientales como “parte de las élites liberales que imponen un tipo de privación a los pueblos” y, en segundo lugar, que los líderes de estas fuerzas alimentan el rechazo del conocimiento científico como núcleo de sus respectivas creencias y narrativas (Krange, Kaltenborn, & Hultman, 2021). Estos rasgos han quedado evidenciados en la proyección de la extrema derecha en relación con las ambiciones climáticas de la UE.

Otro estudio, de la revista científica alemana Adelphi, muestra como estas fuerzas políticas son hostiles a la acción climática de la UE y a la cooperación internacional del bloque en la implementación de acuerdos multilaterales, como el Acuerdo de París. De una muestra de 21 partidos políticos de extrema derecha, 7 se muestran abiertamente negacionistas y rechazan las evidencias científicas, así como la responsabilidad del hombre en el cambio climático. Asimismo, de los 14 restantes, 11 son considerados con posiciones ambiguas e inconsistentes en materia climática (Schaller & Carius, 2019).

Estas posiciones se han reflejado en el patrón de voto de los diputados de estas fuerzas políticas en parlamentos nacionales y de los eurodiputados en el Parlamento Europeo. Por ejemplo, el estudio alemán mencionado, muestra que 2 de cada 3 europarlamentarios de extrema derecha vota consistentemente en contra de propuestas de ley sobre cambio climático o política energética en el Parlamento Europeo (Schaller & Carius, 2019). Es decir que, la mitad de los votos contra resoluciones sobre cambio climático y energía que se presentan en la Eurocámara, provienen del espectro político de la extrema derecha.

Por otra parte, en el plano de la cooperación internacional, el rechazo de la extrema derecha hacia las iniciativas climáticas se inserta en su lógica general de rechazo por el multilateralismo y la cooperación frente a problemas globales. En contra de la ratificación del Acuerdo de París, están registrados los votos en los parlamentos nacionales de partidos como el FPÖ, La Liga, el Partido de los Finlandeses, Reagrupamiento Nacional en Francia, el Partido por la Libertad (PVV) de Países Bajos, entre otros. Algunos de ellos han tenido posiciones tan retrógradas como para calificar de “proyecto comunista” a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC) (Schaller & Carius, 2019).

En resumen, los apuntes y reflexiones hechas previamente en materia migratoria y climática, demuestran que el fortalecimiento de estas fuerzas políticas de la extrema derecha no solo tiene un efecto en el discurso, la imagen y la institucionalidad de la UE, sino también en la fragilización y obstaculización de políticas concretas en temas medulares de la agenda comunitaria.

2. Proyecciones para las elecciones europarlamentarias de 2024

En 2024, las condiciones regionales e internacionales son favorables para que el crecimiento de la extrema derecha europea se acentúe, pudiendo consolidarse aún más su presencia en el PE y una mayor participación en el resto de las instituciones comunitarias.

Los factores que favorecen el ascenso del discurso nacionalista, euroescéptico y ultraconservador de estos partidos se han multiplicado, como resultado del efecto combinado de la pandemia de la Covid-19 y el conflicto militar en Ucrania. Ambos fenómenos han desatado consecuencias globales, y que Europa ha sufrido particularmente, entre las cuales se encuentra la explosión de la deuda pública, la crisis inflacionaria, la interrupción de las cadenas mundiales de suministros energéticos y alimentos, el fortalecimiento del discurso militarista, y la incitación a la rusofobia, entre otros.

El atractivo de estas fuerzas en la Unión Europa se ha visto reforzado, además, por los rápidos cambios sociales, culturales y digitales que caracterizan a los tiempos presentes, así como por una creciente desconfianza hacia las corrientes políticas principales o “mainstream” (Henley, 2023), como se conoce en foros y plataformas juveniles a los políticos y partidos tradicionales de la derecha, centro o izquierda. Esto ha conducido a un aumento sin precedentes de las teorías conspiracionistas y la desconfianza de estos grupos contra los sistemas políticos y los partidos tradicionales.

El apoyo al populismo y a los partidos de derecha radical avanza preocupantemente entre los jóvenes europeos –aunque no solo estos. Politólogos y sociólogos consideran que es un indicativo de la evolución del sistema de valores de las nuevas generaciones, incluso llegando a afirmar que son indicios de un cambio intergeneracional, un punto de inflexión en los valores políticos de las nuevas generaciones (Arroyo Menéndez & Stumpf González, 2020).

A lo anterior se añade, como factor determinante, la crisis de identidad que atraviesan los partidos de la izquierda europea, que han abandonado pilares de sus programas políticos tradicionales como la protección de la clase trabajadora, la defensa ante la erosión de su poder adquisitivo y sus prestaciones sociales, o han pactado con sectores trasnacionales siguiendo las recetas neoliberales de estabilización macroeconómica de la Unión Europea.

Otro fenómeno ha estado profundizándose en los últimos años en Europa, y es el voto de electores de izquierda a partidos de extrema derecha, atraídos por el discurso nacionalista y pseudo-patriótico de estas fuerzas. Este fenómeno es particularmente alarmante entre electores provenientes de partidos comunistas, así como en sectores rurales y obreros, siendo ilustrativos los casos de Francia, Austria y Portugal, entre otros.

Como se ha visto, las condiciones objetivas y subjetivas que favorecen el fortalecimiento de estas fuerzas políticas en la UE se han ampliado en los últimos cinco años. El ascenso de Giorgia Meloni al gobierno de Italia, los resultados electorales de Geert Wilders en Países Bajos, el acelerado avance en la mayoría de países nórdicos, y la progresión continuada en países como España y Portugal, son algunos ejemplos concretos de como el contexto ha sido aprovechado por estas fuerzas.

En este complejo escenario se celebrarán las elecciones al Parlamento Europeo, previstas entre el 6 y el 9 de junio de 2024.

Los primeros sondeos, publicados en diciembre de 2023, indicaban un paulatino crecimiento del interés del electorado europeo en estos comicios, comportándose en torno a un 57%. Esto representa un crecimiento de más de un 6% con relación a la tasa de participación en las elecciones de 2019, que muestra una tendencia al aumento desde 2004 hasta la fecha: 45.47% en 2004, 42.97% en 2009, 42.61% en 2014 y 50.66% en 2019 (Parlamento Europeo, 2024).

Por otra parte, el nivel de interés en las elecciones europeas es notablemente desigual entre los 27 Estados miembros. Por ejemplo, un estudio del sitio European Parliament Eurobarometer muestra como, en diciembre de 2023, el 69% de los electores holandeses estaban interesados en las elecciones europeas, frente a un 28% en República Checa. En líneas generales, los datos no muestran una tendencia consistente o un criterio de comparación similar entre los 27 Estados miembros, pudiendo encontrarse entre los más interesados a países de Europa Occidental y líderes del proyecto de integración, como Alemania (65%), y otros de Europa Oriental y periféricos, como Hungría (63%) o Polonia (68%) (Parlamento Europeo, 2024).

En los últimos meses de 2023 e inicios de 2024, los principales medios de prensa y revistas políticas europeas de los Estados miembros han publicado disímiles estudios preliminares sobre los posibles resultados de las elecciones. En una apretada síntesis4, la mayoría de estos análisis pronostica un giro hacia la derecha en muchos países de la UE, con un particular crecimiento para las fuerzas de extrema derecha y una contracción de la presencia de la centro-izquierda y los ecologistas en el Parlamento Europeo.

Si se consultan también los análisis y previsiones de instituciones eurocomunitarias, la tendencia se reafirma. Un estudio del portal especializado Eumatrix5 confirma la proyección al fortalecimiento de los partidos de extrema derecha: Europeos Conservadores Reformistas (ECR) e Identidad y Democracia (ID), y proyecta una fragilización de los dos partidos tradicionales de la centro-derecha y la centro-izquierda: el Partido Popular Europeo (EPP) y los Socialdemócratas (SD), respectivamente.

Por su parte, el Consejo Europeo de Política Exterior (ECFA, por sus siglas en inglés) pronostica que en 9 Estados miembros (Austria, Bélgica, Francia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia, República Checa y Eslovaquia), los partidos de extrema derecha resultarán los más votados a nivel nacional. En otros 9 Estados miembros (Bulgaria, Estonia, Finlandia, Alemania, Letonia, Portugal, Rumanía, España y Suecia) estas agrupaciones políticas quedarían segundos o terceros dentro de sus países (Cunningham, Hix, Dennison, & Learmonth, 2024).

Se pronostica asimismo que el grupo Identidad y Democracia (ID) alcance la cifra de 98 eurodiputados (40 más con relación a 2019) y se convierta en el tercer grupo político del Parlamento Europeo. Por su parte, se proyecta que el grupo Europeos Conservadores Reformistas (ECR) alcance hasta 85 eurodiputados (18 más con relación a 2019) y se sitúe como cuarto o quinto grupo político en la Eurocámara.

Cabe aclarar que en estas cifras no se considera el posicionamiento que adopte el partido FIDESZ de Hungría, que podría engrosar cualquiera de los dos grupos con al menos 14 eurodiputados. Tampoco queda claro el posicionamiento de Hermanos de Italia, partido líder de la coalición de gobierno en ese país, que puede alistarse con el PPE o con el ECR.

Además del crecimiento que puedan experimentar por sí solos los partidos de la extrema derecha en las elecciones europeas, pudiera darse también la formación de una gran coalición de derecha radical entre los eurodiputados del ala cristiana y conservadora del Partido Popular Europeo (PPE) y los eurodiputados de los mencionados grupos ultraderechistas ECR e ID. Esta alianza no significa otra cosa que la reproducción, a escala comunitaria, de las coaliciones que se han sucedido entre la extrema derecha y la derecha tradicional en los últimos 10 años a nivel nacional. Las tendencias indican que ese escenario es, no solamente posible, sino altamente probable.

No debe obviarse que los principales líderes de la extrema derecha europea parecen haber comprendido que, incluso sin compartir posiciones en diversos temas de la agenda europea e internacional, deben aglutinar fuerzas y superar las divisiones del pasado6.

Desde inicios del 2023, Giorgia Meloni, primera ministra italiana y líder del partido ultraderechista Hermanos de Italia, trabaja con Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo, para la conformación de una amplia alianza entre partidos de la centroderecha, extrema derecha, populistas, conservadores y reformistas europeos, buscando imponer una línea radical (Rodríguez, 2023).

En el mismo sentido, Matteo Salvini, líder de La Liga y socio de la coalición gubernamental italiana, ha avanzado en la formación de alianzas con representantes de estas corrientes políticas, como Viktor Orbán, Marine Le Pen, Geert Wilders, Santiago Abascal, entre otros.

El comportamiento y posibles variaciones de las nuevas coaliciones al interior del Parlamento Europeos son difíciles de proyectar, en tanto los patrones de voto de los grupos políticos pueden variar según el tema en votación. Por ejemplo, los eurodiputados del Partido Popular Europeo –primer grupo político del PE- tienden a votar junto con los grupos de la derecha radical (ECR e ID) en temas sobre agricultura, desarrollo rural, industria y comercio internacional; mientras que, en temas presupuestarios, política monetaria, cultura, educación y otros, generalmente votan con los Socialdemócratas (SD) y con Renew Europe (RE).

En síntesis, de confirmarse la tendencia prevista en los estudios y análisis más recientes, el Parlamento Europeo experimentaría el desbalance más desfavorable hacia la derecha y la extrema derecha en su historia, con consecuencias significativas en la estructura institucional de la Unión Europea y en sus proyecciones de política exterior.

CONCLUSIONES

La Unión Europa atraviesa un periodo de fortalecimiento de las fuerzas políticas de extrema derecha, que han aprovechado un contexto de crisis socioeconómica, las debilidades de los partidos tradicionales europeos, y los fracasos del proyecto de integración europea, para movilizar a sus bases y ampliar su respaldo electoral con el voto de sectores populares descontentos.

A escala nacional, los partidos de extrema derecha se han insertado plenamente en los sistemas políticos de los países miembros de la UE. Esto se evidencia en su crecimiento electoral progresivo desde la década de los 80’, la imposición de sus reivindicaciones en los debates de los procesos electorales, y su aceptación para integrar coaliciones gubernamentales.

A nivel comunitario también se puede constatar el avance de estas fuerzas políticas, en particular después de las elecciones europarlamentarias de 2019, cuando lograron importantes resultados electorales y vieron crecer su participación en el Parlamento Europeo. Los partidos Europeos Conservadores Reformistas (ECR) e Identidad y Democracia (ID) ampliaron su presencia en la Eurocámara, lo cual profundizó el fenómeno de la derechización de las políticas europeas, fundamentalmente en materia migratoria, climática, derechos civiles y sociales, seguridad y defensa, entre otros.

Los factores económicos, políticos, sociales y culturales que favorecen la expansión de las ideas ultraconservadoras en Europa se han acrecentado en el período entre 2019 y 2024, a partir de las repercusiones profundas de la crisis pandémica de la Covid-19 y el estallido del conflicto en Ucrania para el continente europeo. Estas condiciones se han traducido en los últimos cinco años en un respaldo electoral creciente de estas fuerzas, el arribo de una coalición de extrema derecha al gobierno de Italia, las posibilidades de un escenario similar en Países Bajos y el avance generalizado en los países nórdicos, entre otros ejemplos.

En ese escenario, las perspectivas para las próximas elecciones europarlamentarias, en junio de 2024, indican su consolidación. Las proyecciones realizadas hasta la fecha anticipan que los partidos de extrema derecha recibirán apoyos significativos en 18 Estados miembros de la UE, resultando la fuerza política más votada en la mitad de ellos. Estos resultados, aparejados con la proyectada fragilización de los partidos de la izquierda, la centro-izquierda y los ecologistas en el Parlamento Europeo, podrían desequilibrar la balanza de fuerzas en ese órgano hacia la derecha y la extrema derecha.

Este desequilibrio impactaría sensiblemente en la formación de coaliciones al interior del PE y en los patrones de voto de ese órgano, como parte del complejo proceso de toma de decisiones de la UE, incluyendo su proyección externa.

notas

1 Se tomó como base el documento no publicado “Escenarios. Megatendencias, tendencias globales y tendencias principales (2023-2027), que elaboró un equipo de investigadores del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), bajo la autoría principal del Dr. Jorge Casals Llano.

2 El nativismo es “la ideología que sostiene que los Estados deben ser habitados por sus miembros nativos y que los no nativos amenazan la constitución homogénea del Estado nacional” (Mudde, 2021). Constituye la expresión combinada del nacionalismo y la xenofobia, llegando a convertirse en el núcleo central de la ideología de la derecha radical populista en Europa, quienes lo entienden en su sentido antropológico e histórico.

3 Entre estas modificaciones están la inclusión de cuotas migratorias, dificultades para que los hijos de los inmigrantes adquieran la ciudadanía francesa y retrasos en el acceso de los inmigrantes a las prestaciones sociales.

4 Se consultaron más de 20 artículos de opinión y encuestas en español, francés e inglés.

5 Consultar el estudio de EUMATRIX en: https://eumatrix.eu/en/blog/2024-elections-update-150-likely-meps-commission-changes-party-projections

6 A este propósito contribuyó el ideólogo de la “derecha alternativa” estadounidense Steve Bannon, quien fuera además el principal estratega de la campaña electoral de Donald Trump en 2016. Bannon creo una iniciativa conocida como The Movement, cuyos objetivos eran recrear una especia de gran coalición ultraconservadora en Europa en el contexto de las elecciones europarlamentarias de 2019. Aunque su propósito fracasó, logró sentar las bases para una mayor coordinación e intercambio entre las fuerzas de extrema derecha europeas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Arroyo Menéndez, M., & Stumpf González, R. (2020). El avance de la extrema derecha en América Latina y Europa. Política y Sociedad. Vol 57. Núm 3., https://revistas.ucm.es/index.php/POSO/article/view/64864/4564456555189.

Casals, J. (2022). Escenarios globales 2023 - 2027. Tendencias globales y tendencias principales. La Habana.

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CONFLICTO DE INTERESES

El autor declara que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.