INTRODUCCIÓN

La asociación de los BRICS estuvo integrada hasta fines de 2023 por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Estos países emergentes se consideraron en la década del 2000 como las economías en desarrollo más prometedoras del mundo (Al Jazeera, 2023). Como denominador común, estos Estados miembros poseen una gran población, que representa el 41% del total mundial (Center for Strategic and International Studies, 2023) y un extenso territorio, el 29% del total global, según (Center for Strategic and International Studies, 2023), lo que les confiere una dimensión estratégica prácticamente continental y una gran cantidad de recursos naturales. Asimismo, tienen gran atractivo como destino y fuente de inversiones, muestran un alto dinamismo en su Producto Interior Bruto (PIB) y han contribuido de manera muy significativa a los flujos de comercio internacional en los últimos años. Además, las cifras evidencian que, en 2022, representaban un 24% de la producción global (ING, 2023).

Uno de los principales objetivos de esta agrupación, desde su fundación en 2009, es el fortalecimiento de los sistemas de acuerdos multilaterales, tanto entre esos países como con terceros. Esto implica la posibilidad de negociar como bloque y, de esta forma, generar oportunidades y soluciones en el ámbito financiero, económico y político para sus miembros.

A lo largo de los años, el grupo ha adquirido un mayor rol geopolítico y ha perseguido el objetivo de realzar su papel en la distribución del poder global. Entre las aspiraciones de sus miembros resalta establecerse como un contrapeso a Occidente y, sobre todo, al G7.

En este sentido, el bloque ha intentado conformar su propia institucionalidad, alternativa a las tradicionales, lo cual incluye la creación de su propio organismo financiero de desarrollo internacional y ha buscado nuevas opciones de comercio y promoción de monedas locales. Estos esfuerzos se confirmaron durante la XV Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de los BRICS, que tuvo lugar del 22 al 24 de agosto de 2023 en Johannesburgo, Sudáfrica. Los principales ejes de este cónclave fueron la expansión del grupo y la necesidad de acelerar el proceso de desdolarización de la economía mundial.

Uno de los resultados más relevantes de esta cumbre fue la adhesión del Reino de Arabia Saudita (AS), segundo productor de petróleo del mundo y mayor economía de Oriente Medio (Atalayar, 2023) al bloque. Su inclusión, de conjunto con otras cinco naciones, será efectiva desde enero de 2024, y ha suscitado amplios debates en torno a las posibles implicaciones que podría tener en la cuota de poder de la organización.

Esta membresía del reino árabe confirmaría la tendencia de un alejamiento gradual de AS del bloque liderado por Estados Unidos (EEUU). Las relaciones entre ambos países se han deteriorado en la última década, exceptuando un paréntesis durante el mandato de Donald Trump (2016-2020). Este distanciamiento se debe, en gran medida, a la menor dependencia estadounidense al crudo saudita, la ineficacia del acuerdo tácito saudí-estadounidense ‘’seguridad a cambio de energía’’ y las discrepancias entre ambos países, en particular con la presente administración, en temas como los derechos humanos. Además, la creciente convergencia en varias esferas de AS con China y Rusia , así como el reciente restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre AS e Irán, histórico enemigo de EE.UU., bajo los auspicios chinos, han agravado las relaciones entre Riad y Washington.

Es importante tener en cuenta que las acciones del reino wahabita forman parte de la agenda nacional, promovida por el príncipe heredero Mohamed bin Salman, que buscan diversificar las alianzas, elevar el status, la imagen y la influencia del país a nivel regional y global, así como reducir la dependencia económica del petróleo. Sin embargo, esto no representa que AS asumirá a futuro una actitud anti-occidental o confrontacional hacia Estados Unidos, pues aún depende en gran medida de dicha potencia para su seguridad y este último sigue constituyendo un aliado estratégico del reino. No obstante, se evidencia una reconfiguración geopolítica propia de un sistema internacional en transición, donde la membresía de AS en el bloque BRICS tiene consecuencias que merecen ser examinadas.

Por lo tanto, este artículo se traza como objetivo identificar las posibles implicaciones comerciales y financieras de la incorporación de AS a los BRICS.

DESARROLLO

1.1. Objetivos de la XV Cumbre.

Del 22 al 24 de agosto de 2023 se celebró en Johannesburgo, capital industrial de Sudáfrica, la XV Cumbre de Jefes de Estado de los BRICS. Los dos principales temas en la agenda del encuentro fueron la expansión del bloque y la desdolarización de la economía mundial.

En cuanto al primer objetivo, las principales economías emergentes dieron un paso importante para ampliar su alcance e influencia al anunciar la incorporación de seis nuevas naciones al grupo: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), como miembros plenos a partir del 1 de enero del 2024.

La selección de estos nuevos miembros se basó en su importancia regional. Esto, en el caso de AS, Irán y EAU tiene implicaciones geoeconómicas, geoestratégicas y geopolíticas, pues podría conducir a una mayor visibilidad de la región de Oriente Medio y fortalecer las políticas existentes de China e India en esa área.

Asimismo, al seleccionar nuevos integrantes, el bloque consideró el precio de los productos energéticos y cómo estos países pueden reducir su vulnerabilidad en términos del costo del petróleo. Dado que Rusia es, por mucho, el más importante productor y exportador entre los países del BRICS, las nuevas incorporaciones contribuirían a proteger las economías del resto de los miembros de las sanciones unilaterales impuestas por EE.UU.

Precisamente, las sanciones unilaterales, respaldadas por el uso del dólar como un arma en la economía mundial, llevaron al segundo punto de la agenda de los BRICS: la desdolarización.

En este sentido, en los últimos 25 años, la participación en los mercados globales del dólar estadounidense ha disminuido, de más del 70 por ciento a menos del 60 por ciento (Pereira, 2023). En 2001, el 73 por ciento de las reservas mundiales se mantenían en dólares, mientras que, en 2023, esa cifra se redujo al 58 por ciento (Pereira, 2023), a medida que el renminbi y otras monedas no tradicionales ganaron protagonismo. No obstante, en el caso de otros indicadores como el uso del dólar en los mercados de cambio, en la denominación de deudas y en el comercio se ha mantenido relativamente estable.

Esta evolución muestra un cambio gradual hacia la multipolaridad en el sistema monetario internacional, gracias a avances en la ciencia, tecnología y finanzas internacionales. A ello se suman, los cambios en la correlación de fuerzas en las relaciones económicas internacionales y las transformaciones geopolíticas mundiales.

Un punto de inflexión importante en este proceso fue el inicio del conflicto ruso-ucraniano y la respuesta occidental hacia Rusia. Las amplias sanciones impuestas por Washington, la Unión Europea y sus aliados incluyeron una amplia gama de medidas, entre ellas la congelación de las reservas rusas en dólares y la expulsión de los principales bancos rusos del sistema SWIFT (The New York Times , 2022). Esta guerra financiera impulsada por EE.UU. ha llevado a más países del Sur Global a buscar alternativas al dólar y a construir una estructura comercial, productiva y financiera menos dependiente de la mencionada divisa.

Esta coyuntura ha sido aprovechada por los países del BRICS, sobre todo por China, que desde la crisis económica del 2008 comenzó la internacionalización del yuan (Molina Díaz & Regalado Florido, 2021). De esta forma, desde febrero de 2022, China se ha beneficiado enormemente de la aceleración de la desdolarización y una serie de países, incluidos Argentina, Brasil, Rusia y los EAU completaron acuerdos comerciales con China en yuanes, en lugar de dólares estadounidenses.

Finalmente, si bien los BRICS se han consolidado como una fuerza relevante en el ámbito de las relaciones internacionales, sus propósitos de disputar la hegemonía de Occidente y pugnar contra la supremacía del dólar en el Sistema Monetario Internacional son objetivos para alcanzar en el largo plazo, teniendo en cuenta cuán complejo resulta el proceso de transformar la estructura de poder establecida luego del fin de la guerra fría.

1.2 Posible impacto en el ámbito comercial y financiero de la incorporación de AS en los BRICS.

Arabia Saudita, principal potencia regional de Medio Oriente, se ubica en la posición 43 a nivel mundial por el tamaño de su población y ocupa el puesto 17 en la clasificación de economías por el volumen de PIB (González, 2023, 11). Asimismo, lidera la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y se considera el segundo país en la producción mundial de petróleo, solo detrás de EE.UU., y el mayor exportador mundial de crudo (La Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, 2022).

Además, AS constituye una de las principales potencias regionales en Oriente Medio. Como resultado de ello, desempeña un rol central en la estabilidad política, los conflictos y las alianzas dentro del mundo árabe. Ha utilizado su influencia para desempeñar un papel activo en la diplomacia regional, ha sido parte de coaliciones y foros como la Liga Árabe, el CCG y ha buscado liderazgo en asuntos islámicos a través de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI). También, ha intervenido en varios conflictos de Oriente Medio para proteger sus intereses y contrarrestar la influencia de otros actores regionales, brindando apoyo financiero, militar y político a países y grupos aliados.

De igual forma, se considera líder del mundo islámico y protector de los dos lugares más sagrados del islam; La Meca y Medina. Ha sido un importante promotor y exportador del Wahabismo, una interpretación ortodoxa del Islam sunita. De igual forma, ha financiado la construcción de mezquitas, escuelas religiosas (madrasas) y organizaciones islámicas en diferentes países de la región, lo que le ha permitido ejercer una mayor influencia religiosa y cultural.

En cuanto a su relación con China y Rusia, estos países han convergido, en los últimos años, en temas económicos y comerciales, pero también en asuntos vinculados a la geopolítica regional y global. AS y China han incrementado sus vínculos como parte de la “Iniciativa de la Franja y la Seda” y la “Visión 2030”. Dichas estrategias buscan una mayor interacción ente Pekín y Riad, en materia económica y el crecimiento de la cooperación y las inversiones entre ambos Estados. En los últimos diez años, estas naciones han presentado un significativo fortalecimiento que se ha extendido más allá del intercambio de hidrocarburos. El comercio binacional asciende a ‘’80 000 000 000 de USD’’ (Fernández., 2023, 16), donde el gigante asiático se ha convertido en el principal socio comercial del país árabe, consumiendo ‘’el 20% del crudo saudí’’ (Fernández., 2023, 17).

Por su parte, la relación de AS con Rusia ha experimentado una marcada evolución ascendente en los últimos años, pasando de estar principalmente centrada en los asuntos energéticos a abarcar una gama de áreas más amplia. Ejemplo de ello son los sectores de la inversión y el comercio bilateral, donde ambos países han llevado a cabo discusiones y acuerdos en esferas como la agricultura, la tecnología nuclear y la inversión en infraestructuras. Además, se han explorado oportunidades de cooperación en ámbitos como la industria militar y la transferencia de tecnologías.

En lo referente a los asuntos regionales, Arabia Saudita restableció sus relaciones con Irán gracias a la mediación de China, lo que ha abierto nuevas perspectivas de estabilidad y seguridad para el Oriente Medio. De igual forma, AS y Rusia han mantenido consultas y discusiones sobre cuestiones como el conflicto en Siria y la estabilización de la región de Oriente Medio en general. En lo referente a la postura de AS frente a la guerra ruso-ucraniana, Rusia y el reino árabe convergen en una misma línea de ‘’no inmiscuirse en los conflictos del otro’’. Evidencia de lo anterior es la reticencia de AS a posicionarse con Occidente en relación con la operación militar especial de Rusia en Ucrania.

Teniendo en cuenta la descrita influencia política y religiosa de AS y su importancia geopolítica, la entrada de este país en los BRICS ha suscitado amplios debates en cuanto a sus posibles implicaciones en el ámbito financiero y comercial.

En primer lugar, la incorporación de Arabia Saudita , EAU e Irán al grupo remodelaría la geopolítica energética y potencialmente desafiaría la dominación de los mercados petroleros occidentales. En este sentido, las cifras muestran que, antes de la adhesión, los BRICS constituían alrededor del ‘’20% de la producción mundial de petróleo, mientras que después de la expansión englobarían casi el 42%’’ (Global Times, 2023).

Además, dado que los países BRICS representan colectivamente una parte sustancial del consumo mundial de petróleo, la incorporación de AS consolidaría la posición del bloque como un actor importante en el mercado de la energía. Esta asociación estratégica podría conducir a una mayor cooperación energética, empresas conjuntas en exploración y producción de petróleo y el establecimiento de mecanismos de comercio de fuentes alternativas, promoviendo, en última instancia, una mayor seguridad energética y resiliencia para todos los estados miembros.

En segundo lugar, la inclusión de AS podría llevar a este país a adoptar cada vez más divisas alternativas al dólar para el comercio de petróleo, cuestión que ya había considerado anteriormente en el caso del yuan (New Arab, 2023). Esto podría socavar el monopolio del "petrodólar " y la posición del dólar como moneda de reserva global.

En adición, si AS diversificara su comercio de petróleo hacia otras monedas, la demanda global de dólares podría disminuir. Actualmente, muchos países necesitan mantener reservas en dólares para facilitar sus transacciones internacionales, incluyendo la importación de petróleo. Si esta demanda disminuyese, habría menos necesidad de mantener grandes cantidades de esta divisa, lo que podría afectar el valor de la moneda y los flujos de capital hacia Estados Unidos.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que el rial saudita está vinculado al dólar estadounidense (‘’3,75 riales por billete verde desde la década de 1980’’) (Center for Strategic and International Studies, 2023), lo que limitaría la capacidad de Arabia Saudita para realizar cambios significativos en la denominación de divisas para el comercio de petróleo; puesto que un aumento de los ingresos en divisas distintas del dólar podría provocar cambios en la paridad de la moneda saudita.

No obstante, la importancia estratégica de AS reside no solo en su posición como segundo mayor productor de petróleo, sino también en su papel como líder de la OPEP. En este sentido, la inclusión de AS en los BRICS podría inclinar la balanza a favor del bloque dentro de la agrupación, como ya había ocurrido en octubre de 2022, cuando AS favoreció a Rusia al reducir la oferta global de petróleo (González, 2023, 12).

Asimismo, durante años, los estados de la OPEP+ se han quejado de que las sanciones energéticas occidentales a Irán y Venezuela han restringido los flujos de inversión y exportación. Más recientemente, los embargos de la Unión Europea (UE) sobre el petróleo crudo y los productos petrolíferos marítimos rusos y los topes de precios de la UE-G7 han creado un nuevo mecanismo de sanciones que apunta a los ingresos en lugar de a los volúmenes de exportación.

En este sentido, la reciente expansión de los BRICS incluiría tanto a los exportadores de petróleo y gas como a dos de los mayores importadores, China y la India, los cuales se negaron a unirse a la “coalición dirigida por Occidente de límites de precios” dirigida a Rusia. Por lo tanto, la mayoría de los productores y consumidores del grupo tienen un interés compartido en crear mecanismos para comerciar productos básicos fuera del alcance del sector financiero del G7.

Otro beneficio económico que supone la adhesión de AS a los BRICS sería el aumento de las oportunidades de inversión para el bloque. Este ya ha establecido el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), con un capital de ‘’100 mil millones de dólares’’ (ING, 2023) para rivalizar con el Fondo Monetario Internacional. De esta manera, la inclusión de AS agregaría recursos significativos a este esfuerzo. Además, la ubicación estratégica de Arabia Saudita en el Estrecho de Ormuz, una vía marítima crucial para el comercio mundial de petróleo, junto con su crecimiento industrial, podría convertirlo en un atractivo destino para la inversión extranjera dentro del bloque.

Asimismo, la afiliación de AS podría elevar el estatus del NBD en los mercados internacionales de capital y convertirlo en una alternativa viable, junto con el Fondo Asiático de Inversión en Infraestructura, frente a las instituciones lideradas por Occidente, como es el caso del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, o el Banco Asiático de Desarrollo, en el caso de la región asiática.

La inclusión de AS en el NBD también podría asegurar al banco nuevas vías de financiación, en un momento en el que a la organización le resulta difícil movilizar sus propios recursos debido al impacto de las sanciones occidentales a Rusia. En este sentido, la participación del Reino podría cubrir el riesgo geopolítico ruso, mientras aprovecha la creciente influencia económica y financiera de AS.

De igual modo, se debe tener en cuenta que la efectividad de los bancos multilaterales depende de una combinación de altas calificaciones crediticias y bajos costos de financiación, para poder prestar dinero a proyectos de desarrollo con un interés menos costoso. Por lo que la aceptación de un país caracterizado por un balance sólido como AS, podría impulsar la fortaleza financiera general del NBD y al mismo tiempo, mejorar la solvencia del banco en los mercados globales.

Sin embargo, es importante destacar que la posible membresía de Arabia Saudita en los BRICS no representa una ruptura con Occidente, específicamente con Estados Unidos. Ambos países mantienen una alianza estratégica histórica y, aunque las relaciones se han debilitado en los últimos años, comparten intereses económicos, militares y políticos comunes. Por lo tanto, la solicitud de entrada de Arabia Saudita en el bloque BRICS responde, en última instancia, a la necesidad de reconfigurar sus alianzas y cumplir con su agenda nacional en la región del Oriente Medio, en un mundo que tiende hacia la multipolaridad.

CONCLUSIONES

Actualmente, el bloque de los BRICS ha alcanzado un mayor papel geopolítico, al perseguir la ruptura del orden mundial unipolar vigente desde el fin de la Guerra Fría y buscar el fin de la hegemonía de EE.UU. en el escenario internacional. De esta forma, se ha consolidado como un paradigma del Sur Global.

Un hito en la historia de esta organización fue su XV Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno, cuyos principales ejes se centraron en la expansión del grupo y la desdolarización de la economía mundial. La inclusión de Arabia Saudita en el bloque, que busca diversificar sus alianzas y reducir su dependencia del petróleo, podría constituir un paso importante hacia la consecución de estos objetivos.

Con la entrada de AS a la organización se vislumbran implicaciones comerciales y financieras significativas. En primer lugar, es posible que se produzca un reajuste en la geopolítica de la energía, lo que podría desafiar el dominio de los mercados petroleros occidentales y fomentar una mayor cooperación energética en los ámbitos de exploración y producción de petróleo. Esto, a su vez, contribuiría a una mayor seguridad energética para los países miembros de los BRICS. Además, podría alterar el monopolio del petrodólar, permitiendo la aceptación de otras divisas en el comercio del crudo. Esto favorecería una mayor multipolaridad en el Sistema Monetario Internacional y podría afectar la hegemonía del dólar estadounidense.

Asimismo, el liderazgo de Arabia Saudita en la OPEP beneficiaría a los intereses de los países de este bloque dentro de la agrupación y contrarrestaría las sanciones energéticas impuestas por potencias occidentales. También, brindaría nuevas oportunidades de inversión y fortalecería la solvencia y la presencia internacional del Nuevo Banco de Desarrollo, mejorando la posición financiera general del BRICS.

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CONFLICTO DE INTERESES

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.