Contribuciones de Cuba al proceso de descolonización de África 1964-1984. Entrevista al Embajador Dr. Oscar Oramas Oliva

Cuba's contributions to the decolonisation process in Africa 1964-1984. Interview with Ambassador Dr. Oscar Oramas Oliva

M. Sc. Lohania Josefina Aruca Alonso

Licenciada en Historia, Especialista en Urbanismo y Máster en Estudios de América Latina, el Caribe y Cuba. Historiadora, profesora, investigadora, escritora y periodista en prensa impresa y digital. Graduada de Diplomacia en la primera Escuela del Servicio Exterior Manuel Bisbé Alberni del MINREX. Funcionaria del MINREX (1962-1973). Miembro de la Cátedra honorífica “Raúl Roa García” del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) e integrante de su Junta Directiva. Es miembro de la Unión de Historiadores de Cuba y de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

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Cómo citar (APA, séptima edición): Aruca Alonso, L. J. (2024). Contribuciones de Cuba al proceso de descolonización de África 1964-1984. Entrevista al Embajador Dr. Oscar Oramas Oliva. Política Internacional, VI (Nro. 1), 116-131. https://doi.org/10.5281/zenodo.10392225

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.10392225

 

Recibido: 10 de noviembre de 2023

Aprobado: 5 de diciembre de 2023

 

RESUMEN La entrevista con el Embajador Dr. Oscar Oramas Oliva nos presenta un enjundioso panorama de sus actividades en el servicio exterior de Cuba entre 1964-1984, relacionadas directamente con la política revolucionaria de solidaridad y apoyo moral y material a los movimientos de liberación nacional del continente africano y en algunos casos a la defensa de la independencia nacional alcanzada. Tuvo gran importancia a lo largo de esos 20 años la creación y ejecución de principios políticos internacionales novedosos, derivados de la práctica diplomática in situ y el conocimiento profundo adquirido sobre África y sus principales actores políticos, que logró acumular el Dr. Oramas con gran perspicacia, inteligencia y perseverancia. De gran importancia resulta, igualmente, el vínculo directo del joven diplomático con la dirección nacional de la Revolución Cubana, en especial con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, fundamental estratega del pensamiento y la acción internacionalista cubana llevada a cabo con gran eficacia en la epopeya revolucionaria africana, que marcó indeleblemente, hasta hoy, una etapa de la historia internacional y de la diplomacia del siglo XX.

Palabras clave Cuba, África, política exterior cubana, diplomacia cubana; Fidel Castro Ruz liberación nacional

 

 

ABSTRACT The interview with Ambassador Dr. Oscar Oramas Oliva presents a comprehensive overview of his activities in the Cuban Foreign Service between 1964-1984, directly related to the revolutionary policy of solidarity and moral and material support to the national liberation movements of the African continent and in some cases to the defence of the national independence achieved. Of great importance during those 20 years was the creation and implementation of innovative international political principles, derived from diplomatic practice in situ and the profound knowledge acquired about Africa and its main political actors, which Dr. Oramas managed to accumulate with great perspicacity, intelligence and perseverance. Of great importance is also the direct link of the young diplomat with the national leadership of the Cuban Revolution, especially with Commander in Chief Fidel Castro Ruz, historical leader and fundamental strategist of Cuban internationalist thought and action carried out with great effectiveness in the African revolutionary epic, which indelibly marked, until today, a stage of international history and diplomacy in the 20th century

Keywords Cuba, Africa, Cuban foreign policy, Cuban diplomacy, Fidel Castro Ruz, Cuban foreign policy, national liberation

 

 

INTRODUCCIÓN

La historia de la Revolución Cubana, a partir de los primeros días de enero 1959, resume en páginas extraordinarias, llenas de sacrificio, audacia y valentía, su proyección solidaria hacia el mundo exterior, su compromiso, en particular, con la liberación de los pueblos oprimidos, en tenaz lucha contra el imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo en América Latina, el Caribe, África y Asia. África es el continente donde el ser humano ha sido más explotado por las metrópolis colonialistas antiguas y modernas, durante más de 20 siglos, con gran sufrimiento de sus pobladores, debido a la continuidad de la inhumana trata de esclavos y esclavas hacia Europa y América, entre otros destinos, y a la extracción y el robo de sus riquezas. Esto ha puesto un freno constante a la evolución histórica y al desarrollo económico social del continente.

África fue la mayor de las fuentes de migración esclavizada para el poblamiento de la isla de Cuba, dominada por los españoles. El trabajo de los esclavos africanos en las tareas mineras, en las construcciones, la ganadería, entre otras, sustituyó rápidamente al de los pueblos aruacos, pobladores originales, reducidos a un mínimo de sobrevivientes al genocidio, debido al esfuerzo extremo en faenas intensas, poco practicadas por ellos, al hambre, a la violencia excesiva de los malos tratos y por las enfermedades importadas, ante las cuales no eran inmunes. En la práctica, casi desde el mismo inicio de la conquista y colonización de Cuba, en 1511, el esclavo africano negro apareció en el rústico paisaje socio cultural de las primeras villas españolas fundadas en la región oriental de la Isla. Su participación fue esencial en la economía del país colonizado, en la construcción de la sociedad colonial y en la nueva cultura mestiza, que se fue creando a lo largo del tiempo, al calor de los continuos procesos de cruces biológicos y transculturación.

Fueron africanas y africanos negros, o criollos descendientes de aquellos, junto a los campesinos pobres blancos de origen canario, quienes conformaron el grupo mayoritario en los cuerpos de ejércitos libertadores de Cuba, desde el primer levantamiento armado de Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, en su ingenio La Demajagua. Fueron 18 los generales negros que dirigieron campañas y combates decisivos durante las tres guerras por la liberación de Cuba. De modo que, nuestra hermandad con el continente africano tiene una profunda raíz histórica, regada con la sangre, el sudor y las lágrimas de muchas generaciones de africanos y sus descendientes en esta tierra. He aquí una explicación razonable, histórica, ética y revolucionaria, del porqué de la presencia temprana de combatientes cubanos en distintos lugares de África, dando apoyo a las guerras de liberación nacional y a la independencia de los países africanos progresistas.

Esta entrevista con el Embajador Dr. Oscar Oramas Oliva, también aporta una explicación, muy fundamentada, del surgimiento de la política internacionalista cubana hacia África, de sus principales hitos, personalidades, conceptualización y contribuciones de corto y largo alcance. Una conversación amena y fluida con uno de los actores y testigo directo de lo ocurrido entre los años 1964 y 1984, cuando desempeñaba su cargo diplomático en África.

La década de los años 60´s del siglo XX fue especialmente favorecida con la presencia y experiencia de un conocedor extraordinario de la política internacional y creador de la diplomacia revolucionaria, el Dr. Raúl Roa García. Unido íntimamente al pensamiento de Fidel Castro Ruz -entonces primer ministro del Gobierno Revolucionario cubano-, desde su nombramiento en junio de 1959 al frente de lo que él mismo propuso, en diciembre de 1959, denominar Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) de Cuba; Roa formuló y lideró con firmeza las transformaciones que eran necesarias en la estructura del ministerio y del servicio exterior.

Con el fin de propiciar una política internacional innovadora, creativa, abierta a tiempos de cambios universales, Roa se apoyó para su elaboración en la participación de cuadros jóvenes revolucionarios, de sólida disciplina y formación intelectual en constante desarrollo, mezclado todo con una práctica diplomática de altos quilates políticos, éticos y morales que siempre distinguió a las misiones de Cuba en el exterior.

Un ejemplo vivo de esa brillante etapa (1964-1984) de la historia de la diplomacia cubana revolucionaria es el Embajador Oscar Oramas Oliva, quien es igualmente reconocido como prolijo autor de más de 25 libros, entre los que se destacan aquellos que son parte de la historiografía cubana sobre la lucha por la liberación africana y la vida y obra de sus héroes y próceres: Angola: Ha nacido una nueva generación (1978); Las personalidades políticas más descollantes en el proceso de descolonización de África (1990) Tesis doctoral en Ciencias Históricas; Amilcar Cabral, para alem do seu tempo (1998); Doctor Agostinho Neto un hombre excepcional de su tiempo (2022). A Oramas agradecemos la paciencia y confianza demostrada hacia mí, para llevar a cabo la presente entrevista.

ENTREVISTA

L.A.A.: Podría referirnos ¿cómo fue su formación de joven diplomático revolucionario cubano, de especialista en África?

O.O.O: Confieso que cuando empecé a trabajar en África, en mayo de 1964, yo no sabía nada del continente; es decir, yo no había estudiado África. Y mi inicio en esos estudios africanos fue muy interesante. Un buen día, me llama el doctor Eduardo Corona, director de Europa del MINREX, donde yo trabajaba como jefe del Departamento del Mercado Común, y me dice que el Canciller [Raúl Roa García] quería verme. Yo fui a verlo. Y Roa me pregunta si yo conozco África, y le dije: “no Ministro, yo no he estudiado África”. Acto seguido me solicita si yo conozco o no Argelia, y le respondí: “Bueno, Argelia sí. He seguido un poco la lucha del Frente Nacional de Liberación Argelino”. Entonces, me comunica que hay la necesidad de que yo asuma el segundo cargo dentro de la Embajada de Cuba en Argelia, que a la sazón estaba encabezada por el Embajador, comandante Jorge Serguera Riverí. Al yo contestarle positivamente, el Ministro llamó al Che [Ernesto Guevara de la Serna] y le dijo al comandante Guevara que yo aceptaba asumir esa responsabilidad. Me dieron 15 días para trasladarme a Argelia.

En esos 15 días dormí muy poco, porque me puse a leer sobre Argelia. Yo poseía una visión muy general sobre el continente africano. Se la debo a una estrecha amistad con Armando Entralgo (profesor y diplomático cubano, especialista en África); debido a ello nosotros conversábamos mucho. Una vez que concluíamos la jornada laboral, nos íbamos caminando, algunas veces por el Malecón, y hablábamos sobre África. Armando no solamente sabía mucho del tema, sino que era muy apasionado y trataba de inculcar el interés por ese continente entre los demás compañeros de trabajo. Y ese era mi caso.

Cuando llegué a Argelia, debo decir que tuve una suerte extraordinaria porque el comandante Serguera era un hombre muy estudioso, muy culto, leía muchos libros sobre Argelia. No solo leía a los pensadores y dirigentes argelinos, también leía de autores franceses. No había libro que él leyera sobre Argelia que no me indicara, igualmente, yo debía leerlo. Me prestaba sus libros. Así fue como yo empecé a informarme y formarme directamente.

Había arribado en el mes de mayo, pero ya en agosto ocurrió un hecho -un hito en mi existencia como joven diplomático de la Revolución Cubana- fue que el Embajador Serguera me dijo que debíamos hacer un estudio, entonces muy secreto, para proponer un proyecto de política cubana hacia África, que comprendiera al movimiento de liberación nacional. En ese proyecto, encabezado por el Embajador, trabajó, además, el compañero Gabriel Molina, que era el representante de Prensa Latina en Argelia. Él tenía muchos conocimientos sobre Argelia por sus contactos y estudios; pienso que fue vital su participación en ese trabajo. Del mismo modo, fue el del otro compañero que participó activamente en dicho proyecto: Felipe Llaudi, quien era el representante de nuestros Servicios Especiales.

Por otro lado, nosotros contamos, y debo decirlo a esta altura, con una información riquísima de parte de los argelinos, que sí conocían el continente africano; y no solo por esto: allí estaban representados todos los movimientos de liberación nacional del continente, todos tenían oficinas en Argelia. La política argelina en lo fundamental, estaba dirigida al continente africano en aquellos instantes. Eran sus vecinos, eran sus hermanos, muchos de ellos los ayudaron durante el proceso de su propia lucha de liberación nacional. Y subrayo ese elemento de la contribución argelina a nuestros conocimientos sobre África en aquellos momentos, porque fue un hecho primordial para nosotros.

A mí me tocó atender lo concerniente a los movimientos de liberación nacional, para lo cual yo tenía que nutrirme con la información pública, la prensa. En aquella época, yo recuerdo que la prensa francesa Le Monde Diplomatique, Le Monde cotidiano, Afrique-Asie, África Confidencial, La Revue Défense Nacionales y otras revistas francesas eran muy prolijas en la información sobre África y los problemas de ese continente. Pero, además, se me dio instrucciones de conversar como representante de Cuba con los movimientos de liberación nacional, para que me explicaran la historia del movimiento, las proyecciones políticas que ellos tenían, todo lo que se conocía, lo que se decía públicamente, para que yo fuese informado con todos los matices del representante de un movimiento de liberación. Y para mí, aquello fue un ejercicio fabuloso, de mucha trascendencia, porque me dio una visión de conjunto de lo que estaba pasando en el continente, con una tremenda rapidez.

Yo recuerdo que cuando concluimos, cada uno por nuestra parte tuvo que elaborar su documento -como se hacía entonces-, sus ideas, las conclusiones a las cuales había llegado, etc.; y todo eso se lo tributamos al jefe. Este procedimiento, entre otras ventajas, me permitió anudar relaciones con dos personas que fueron esenciales en mi vida diplomática: a) Luis de Almeida, representante del MPLA y. b) Jhonny Makatini, representante del ANC; este último me ayudó mucho durante mi posterior estancia como Embajador de Cuba ante Naciones Unidas.

Al final del proceso de confección del documento, el Embajador me dijo que quería llevarme a Blida, una ciudad histórica que está muy cerca de Argel, para entrevistarnos con un personaje histórico de la diplomacia argelina, un hombre extraordinario, Mohamed Yazid, una de las personalidades históricas de la revolución argelina. Este era un hombre fabuloso, de una cultura fascinante, y de gran conocimiento sobre los seres humanos, los problemas, los matices, de los problemas étnicos, de la real influencia de la cultura francesa, o, de la cultura inglesa, en los países o territorios bajo dominación colonial; aquello fue para mí una verdadera escuela.

Cuando se concluyó la primera versión del documento final, el Embajador me llama y me lo entrega completo, para que yo me lo leyera y le diera mis consideraciones. Yo recuerdo que le dije, “tengo dos observaciones” que para mí eran fundamentales: una, reflejar que la carta de la Organización de la Unidad Africana (OUA) -que había sido creada en 1963, recientemente- postula la necesidad del respeto a las fronteras heredadas de la dominación colonial. Eso tenía que ser para nosotros un principio de nuestra política hacia el continente. El otro elemento que le puntualicé al Embajador, el segundo, era que la OUA había estipulado que no se debía ayudar a los movimientos de oposición a los gobiernos, sino a los movimientos de liberación nacional. Y el Embajador rápidamente me dijo, “eso es formidable, vamos a incluirlo. Pero, hay que aclarar lo siguiente: el movimiento lumumbista stricto sensu es un movimiento de oposición, pero de oposición ante el asesinato de Lumumba, y la OUA ayuda al movimiento lumumbista. Por lo tanto, nosotros tenemos que seguir ese principio”, me dijo. “El otro a incluir es la Unión de Pueblos de Camerún” -que dirigía Félix Moumié, que era uno de los movimientos de pensamiento más marxista dentro del continente africano. “Con esas dos observaciones. Con esas dos excepciones”.

Así, reitero, me inicié yo en el estudio de los problemas africanos. Para un joven cubano, diplomático revolucionario, en ese instante, 1964, fue duro trabajar en un proyecto de política hacia el continente africano, era una política tous azimuts (“en todas las direcciones”, lenguaje militar). Es decir, una política que comprendía no solo a los movimientos de liberación, sino también a todos los países del continente y especialmente a los países progresistas del continente, que para nosotros eran un elemento principal, porque aquellos países, como por ejemplo Guinea Conakry, Tanzania, el Congo, eran los que apoyaban o tenían bases de los movimientos de liberación nacional en su territorio. Esos países eran esenciales para que ellos pudieran luchar por las respectivas independencias. De manera tal que, nosotros percibimos en aquel documento que Cuba tenía que hacer un esfuerzo para apoyar a los movimientos de liberación nacional y, también, a los llamados países progresistas donde estaban albergados estos movimientos.

Por supuesto, ¿qué nos llevó a nosotros a hacer aquello? Yo recuerdo que, cuando discutíamos con el Embajador, él me explicaba que era fundamental para la defensa estratégica de Cuba lo que después el Che llamó “golpear las bases de sustentación del imperialismo”; en la misma medida en que se desgajara el árbol colonial, en esa misma medida la independencia de Cuba estaría más fortalecida. Además, por un principio de nuestra política, desde entonces, de la política exterior cubana… Y aquí voy a abrir un paréntesis: Muy pocos conocen que ya, desde la Sierra Maestra, antes de 1959, la alta dirección de la Revolución Cubana venía pensando en Argelia, y uno de los primeros pasos que se dio después de la victoria en 1959, fue tratar de hacer contacto con el Frente de Liberación Nacional de Argelia. Es decir, la vocación internacionalista de la Revolución Cubana ya estaba germinando, como después se postuló en la I Declaración de La Habana. Indiscutiblemente, este no es un concepto, o, una idea, no es una política que surge en una coyuntura histórica. ¡No! Aquella política surgió como un factor esencial, es la proyección exterior de la Revolución Cubana, y porque la libertad de los otros pueblos fortalece nuestra libertad.

L.A.A.: Como Embajador de larga estancia, alrededor de 20 años en África, ¿cuáles son sus experiencias más importantes, y cuáles de ellas, en su opinión, constituyen contribuciones al proceso de descolonización africano?

O.O.O.: En la I Conferencia Tricontinental, Amílcar Cabral, secretario general del PAIGC (Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde) pronuncia las palabras más profundas de todos los dirigentes africanos sobre el movimiento de liberación nacional, las fuerzas motrices para el movimiento de liberación nacional africano, el papel de la pequeña burguesía en la lucha de liberación nacional en África. Aquellas impresionaron mucho a Fidel. Entonces, se me da instrucciones de mantener a Amílcar en el cuarto del hotel, esperando por Fidel después concluida la Conferencia. A las 2 y tanto de la mañana apareció Fidel. Después de saludar a Amílcar, Fidel le dice: “Amílcar ¿vamos a quedarnos aquí para conversar? No, nos vamos. Vamos para la Sierra del Escambray”. Y yo los acompaño hasta el ascensor; Fidel sale y me dice, “Oye chico qué tú haces parado ahí. Nos estás haciendo esperar, monta aquí, tú tienes que venir con nosotros”. Y nos vamos para Santa Clara, desayunamos y continuamos el viaje a Trinidad. En el Escambray quedó un grupo muy pequeñito: el Comandante (Comandante en Jefe), Amílcar, el comandante (Manuel) Piñeiro, Ulises Estrada y yo, además de la escolta. Y llega un momento en que nos paramos en un lugar, en el monte, y Fidel empieza a explicar las tácticas de la guerra de guerrilla allí en el monte, y de momento le dice a Amílcar, “Amílcar, a ver, cuáles son tus necesidades” y Amílcar empezó con sus peticiones: camiones, armas, azúcar, uniformes, y todas aquellas cosas. Fidel le dice: “bueno vamos a hacer esto…”, ahí fue determinando qué íbamos a hacer en cada caso. De momento se vira para mí y me dice:” Oramas ¿tú estás tomando nota de esto?”. Yo no estaba tomando nota, nadie me había dicho nada, y yo no iba a tomar nota de lo que está diciendo el Comandante en Jefe sin autorización. Entonces, Piñeiro dice “No, no, yo lo voy a ayudar. ¡Toma nota ahí!” y yo empecé a anotar. Amílcar dice: “Bueno Fidel, para cumplimentar todo esto, tenemos que hacerlo a través de la República de Guinea. Además, yo creo que Sekou Touré por su posición ante el movimiento de liberación nacional en general, el papel que él tiene en el continente africano, por toda la historia que él tiene contra el colonialismo es indispensable que tú valores la designación de un Embajador, que atienda a Sekou Touré” Y Fidel le responde, “Bueno, vamos a pensar en eso, en el compañero.” Dice Amílcar: “Yo creo que no hay que pensar mucho, a mí me parece que ese Embajador ya está aquí, con nosotros.” Fidel, señalándome: “¿Oramas?” le responde Amílcar: “Sí, sí, Oramas.”. “Ah, ¡está bien!”, dijo Fidel. Y le dice a Piñeiro “Oramas ¿verdad Piñeiro?”, y este “Sí, ¡Oramas!”. Así llegué yo a esa responsabilidad. ¡Ser Embajador de la Revolución Cubana!

Me fui a Guinea en abril de 1966, y allí estuve 7 años. Siete años que me permitieron contribuir al apoyo a Amílcar, al PAIGC. Debo decir la verdad, en aquellos años Amílcar no solamente era el secretario general de PAIGC, era mi amigo. ¿Por qué digo que era mi amigo? Porque Amílcar venía a mi casa sin llamarme, se aparecía ahí, ¡y con frecuencia me decía: “Vengo para que me des un trago!” Así era. Hablábamos de África, de Guinea, de Sekou Touré, de lo humano y de lo ajeno. De las cosas en que yo no debía meterme allí, porque cuidarme era cuidarse ellos también ¡porque allí había una situación volátil, difícil! Los franceses, desde el mismo día en que Sekou Touré le dijo a De Gaulle: “No, no aceptamos otra cosa que no sea la independencia”, a partir de ese momento ¡todo el tiempo! los franceses estuvieron conspirando contra Sekou Touré. Trataron de invadirlo, de asesinarlo; hicieron de todo los servicios secretos franceses. Entonces, hubo momentos, situaciones muy tensas dentro del país y Amílcar estaba muy vigilante, “Mira esto, esto, esto”. Es decir, siempre pensando que él era el jefe del PAIGC, que yo era el representante de Cuba ante esa organización, el Embajador en Conakry. Es decir, “siempre respetando al otro”. Alertándome para que no cometiera errores.

Creo que una de las cosas que el diplomático cubano tiene que asimilar no solo, sino que tiene que ser parte de su conducta en las relaciones con los dirigentes africanos, es que, por mucha fraternidad que se tenga, siempre son los jefes. Nunca se debe olvidar que el hombre recién salido de un proceso colonial siempre tiene sus particularidades, su sensibilidad. Y eso hay que entenderlo y respetarlo. Con ese propósito, leí un libro titulado ´´Vive le President´´ de Daniel Ewandé, que me ilustró mucho.

Amílcar se daba a respetar, jaraneábamos, pero era ya el Líder, el secretario general del PAIGC y teníamos mucha confianza, tanta confianza como para que me contara sobre asuntos personales, los contactos con los americanos -que nosotros lo sabíamos. Me contaba y daba elementos, había mucha transparencia, mucho cuidado, para protegernos. Y debo decirte que el día que lo asesinan, el 20 de enero de 1973, nosotros estábamos juntos. Estábamos en la residencia del Embajador de Polonia, y quedamos que yo lo transportara junto a su esposa hasta su casa; pero él se quedó conversando con el Embajador soviético, un excelente Embajador que tenía la Unión Soviética allí en esos momentos, Anatoli Ratanov. Y el soviético fue quien lo llevó a la casa.

Yo escribí un libro, mi primer libro, sobre la vida de Amílcar Cabral, porque creo que el pensamiento de Amílcar es de una profundidad y de una diversidad tal, que reclama conocerlo, para poder apreciar de verdad su grandeza. En mi libro se explica por qué es asesinado Amílcar. Porque ese movimiento hizo una política única. ¿A qué me refiero? A que diseñaron una estrategia, junto con un Embajador tanzano que era el presidente del Comité de los 24, del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, Salim Ahmed Salim -muy amigo de Cuba- para proclamar la independencia de Guinea Bissau, señalando que tenía parte de su territorio ocupado por una potencia colonial, que era Portugal. Y eso creó un precedente muy grande, esa fue una de las máximas razones por la cual Amílcar es asesinado. Yo tenía la necesidad de decir esa visión, que se conociera públicamente, quería que el mundo apreciara la grandeza de aquel hombre. El papel de la mujer en la lucha de liberación de Guinea Bissau fue único, las mujeres jugaron un papel extraordinario. Eso lo logró Amílcar Cabral. Fue un hombre de un pensamiento muy refinado, muy profundo, muy adaptado a las condiciones históricas concretas de aquel escenario político.

En Guinea, yo me hice muy amigo de Sekou Touré. Yo iba a ver a Sekou Touré sin pedir entrevista, tocaba y le decía a la guardia: “Yo vengo a ver al Presidente”, me respondía: “Vengo enseguida”. Y llamaban al Jefe de Protocolo, quien decía, “Espérate Óscar, voy a avisar para ver si el Presidente está ocupado”. Enseguida regresaba: “Ven, el Presidente te quiere ver”. Hablábamos mucho, aprendí mucho. Aprendí algo que para mí fue esencial cuando fui Embajador en Angola, y en mi visión de África. Ese continente no tenía, ni tiene condiciones históricas sociales para transitar por los caminos del socialismo. A partir de la organización tribal no se puede hacer el socialismo.

El socialismo es fruto del desarrollo, y toda aquella visión la discutí un día, en una conversación que tuve en Moscú con Ilichov, un viceministro de la URSS, una enciclopedia soviética en los temas de África; él me dijo: “Por eso yo siempre digo que son países de orientación socialista”.

Bien, cada vez que llegaba una delegación africana de interés, Sekou Touré me mandaba a decir con el Jefe de Protocolo: “Aquí está fulano ¿tú lo puedes recibir?”. Yo contestaba, “Sí”. Entonces, yo conversaba con el visitante sobre temas que no tenían en absoluto nada que ver con Guinea, sino con otros países africanos.

Te voy a decir un poco más, el día que yo me fui a despedir de los dirigentes argelinos, cuando me iba para Guinea, yo fui a buscar unas armas que teníamos en Argelia, porque era más fácil enviar las armas para el movimiento revolucionario en América Latina a través de Argelia, que directamente desde Cuba. Y entonces, teníamos las armas allí. Y el Comandante (Comandante en Jefe) le pidió a los argelinos que me entregasen esas armas, él iba a mandar un barco para recogerlas. Efectivamente, aquello fue expedito. (Abdelaziz) Bouteflika, entonces, Ministro de Relaciones Exteriores de Argelia (1963-1979), me dijo: “Te queremos pedir un favor”, “Sí”, “Ya que tú entendiste bien lo que sucedió en Argelia (golpe de Estado en 1965), explícaselo a Sekou Touré. Trata de ver si podemos aunar relaciones de nuevo, porque somos hermanos”. Efectivamente, en un viaje que hice con Sekou (yo viajé varias veces con el Presidente, al interior del país), yo se lo expliqué, la situación de Argelia y las razones por las cuales yo creía que teníamos que estrechar relaciones; me costó un poquito de trabajo. Bueno para eso me habían enviado, para tratar de abrir puertas, que es el trabajo de un diplomático. Le expliqué al Presidente, y él concordó que sí, debía ser así. Se lo transmití a los argelinos y la respuesta fue que (Houari) Boumédiene (Presidente de Argelia, 1965-1978), visitó Conakry. ¿Qué sucedió? Que cuando estaban en el aeropuerto, delante del cuerpo diplomático, Bumédiene le dice a Sekou Touré “Bueno, Oscar viene con nosotros en el viaje al interior”. Yo llegué a tener esa posibilidad, de estar a ese nivel, de conocer a las personas, conversar con ellas, conocer problemas, puntos de vista, etc., etc.

Para mí la estancia en Guinea fue una universidad. Yo leía mucho, siempre leía mucho, pero en aquel período lo hacía con una avidez extraordinaria; sobre África, sobre política internacional, y coincidí con algunos hombres muy capaces, no solamente con Sekou Touré, sino con el Ministro de investigaciones científicas de Guinea, que era de origen beninés, Nene Khaly Condetto Camara, y con muchos otros de profunda cultura y conversábamos mucho. Tuve la suerte de contar con algunos Embajadores brillantes: el Embajador de Polonia, Tadeuz Matisiak, era una lumbrera, y hablábamos mucho sobre el papel de Cuba en el continente africano. Es decir, yo no solamente me dedicaba a estudiar Guinea, sino que iba un poquito más allá, y me interesaba mucho en todos los temas de todo el continente. Además, anudé relaciones con el embajador egipcio Osman Assal, con quien conversaba diariamente.

Imre Martón, un profesor húngaro que todos los años se iba a pasar dos meses en Guinea, muy amigo de Sekou Touré y que devino en un gran amigo mío, un filósofo, fue un hombre importantísimo en mi vida, me condujo a que hiciera el doctorado en Historia, acerca de las personalidades políticas más descollantes en el proceso de descolonización de África. Comencé a trabajar en ese tema desde esa época, después examiné el mínimo y, posteriormente, presenté el examen de tesis en la Academia de Ciencias de Hungría.

Cuando yo pienso en aquella época, creo que yo le dediqué una atención muy especial a los compañeros del Ministerio del Interior y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que estaban en Bissau ayudando al PAIGC. Para mí era una tarea esencial, sin interferir en el trabajo de ellos. Atenderlos desde todos los puntos de vista: discutir políticamente con ellos, facilitarles las cosas; al mismo tiempo, yo me fui nutriendo de todo aquello.

Debo decirte que fue muy reconfortante cuando en 1972 recibí instrucciones de preparar la visita de Fidel a Conakry. Fue un hecho histórico, porque esta fue la primera vez en la historia de Cuba que el Jefe de la Revolución Cubana, o un jefe cubano del máximo nivel, visitaría Conakry. Ya el Che lo había hecho, pero nunca un jefe de Estado cubano, o de Gobierno, había visitado África Subsahariana. Yo debo decirte que la visita del Comandante en Jefe (Fidel) rompió todos los parámetros; lo sorprendió que miles y miles de personas vestidas de blanco, que es tradicional en Guinea, estuvieran en las calles expresando su sentimiento hacia Fidel Castro ¡era genuino! No era una cosa de instrucciones de Sekou Touré, o, del Partido en Guinea, no. Se cultivó un espíritu realmente fraternal, debido a que, en los dos intentos de golpes de Estado, nosotros apoyamos a Sekou Touré. Lo apoyamos, con las armas en la mano. Y eso no se olvida. No hubo lugar, a lo largo de todo aquel periplo, en que las personas no salieran a la calle para tratar de ver a Fidel. Y fue una eclosión. Había que estar allí para entender aquel mundo pobre queriendo darle un reconocimiento a un hombre tan grande como Fidel.

Sekou Touré nunca me quiso decir dónde iba a alojar a Fidel. Hasta me molesté en un momento determinado. Pero, otros compañeros me decían: “Te entendemos, pero ten paciencia”. Y el día que Fidel llegó hubo, como siempre, conversaciones oficiales, actividad artística, etc. Ya en la actividad artística, como a las 11 pm, el comandante Raúl Díaz Argüelles me mandó una notica diciéndome: “Embajador, Sekou le dijo al Comandante que él quiere que lo acompañe a su casa después que termine la actividad, y Fidel quiere que tú vayas con él”. Efectivamente, fuimos con él. Cuando llegamos a la residencia dijo Sekou: “Oscar ponte aquí, al lado mío”. Subimos con Fidel y el Presidente, y Sekou sacó un grupo de llaves de un bolsillo y abrió la puerta de una habitación, y le dijo a Fidel: “Fidel, hay una tradición africana muy preciada, la cama y el cuarto solamente se le da al hermano o al mejor amigo ¡y tú eres eso! Este es mi cuarto, ahora es el tuyo. Yo voy a dormir en otro lugar”. Y me dice a mí: “¡Oscar!”. Como diciéndome, no te lo dije porque era una sorpresa que le tenía guardada al Comandante.

A otro cuarto nos llevaron a Almeida, a Abrantes, y a mí. Estábamos los tres conversando, cuando abren la puerta y entra Fidel vestido con un pantalón blanco y la camisa verde olivo con charreteras. Almeida le dice: “No Fidel, así no” y se echa a reír. Abrantes, también, le dice “Bueno, Comandante, yo creo que así no…” y Fidel se fue. Cerca de las 6 y media de la mañana, casi no dormimos, se abrió la puerta de momento y entró Fidel: “Todavía están durmiendo Uds. ¡levántense!”. Fidel iba totalmente vestido de blanco, Almeida se echa a reír y le dice: “Oye ¡ahora sí estás bien! ¡Ahora sí me gusta cómo estás!” Quiero decirte que cuando aquel pueblo vio a Fidel Castro vestido de blanco ¡aquello causó una conmoción extraordinaria! Creo que fue la primera vez que el Comandante en Jefe no se vistió de verde olivo.

De ahí fuimos a Sierra Leona, una visita muy rápida, horas, porque Sekou Touré estaba muy interesado en que Cuba ayudara a la formación de la milicia de Sierra Leona, para fortalecer a Siaka Stevens, que era su amigo. Tener una frontera segura era fundamental, sobre todo cuando la otra, la de Senegal, era una frontera caliente y volátil por la ayuda que Guinea le daba al PAIGC, y, por otra parte, por la orientación política y las divergencias personales entre Sekou Touré y el presidente Leopoldo Sedar Senghor.

El día que el compañero Fidel se iba, salió la caravana del Palacio y pasamos por un lugar que dividía Conakry en dos partes, donde había un puentecito, se paró la caravana allí, y había un letrero enorme: “Fidel Castro Ruz camino infinito de la Historia”. ¡Es una frase fuerte! Y se bajaron los dos Jefes a cortar la cinta, porque así se llamó, desde ese instante, la carretera desde Conakry hasta el aeropuerto Gbessia. Fidel estaba rojo como un tomate, emocionado con aquel gesto. Ya en el aeropuerto, en los momentos de subir a la escalerilla, Fidel nos saluda al comandante Raúl Díaz Argüelles y a mí, reclamando por qué no habíamos subido al avión, pues nos íbamos con él para Argelia.

¿Y por qué Díaz Arguelles? porque él era el jefe de la X Dirección del MINFAR. Una de las razones por las cuales Fidel va a Conakry es porque Fidel quiere discutir con Sekou y con Amílcar, como lo hizo, fortalecer la lucha contra los portugueses, para acabar de liberar Guinea Bissau, y el encargado de la tarea era el compañero Raúl Díaz Arguelles. Mira, para este hombre que te está hablando, el hecho en sí fue una recompensa moral inmensa. Pero, haber participado en el homenaje que el pueblo argelino y la dirección argelina le hicieron a Fidel Castro el día de su llegada a Argelia, por primera vez ¡no tiene parangón en la historia! Porque aquel pueblo se volcó a las calles a gritar de alegría y Fidel cuando llegó a Palacio estaba colorado, parecía un tomate, y me preguntó: “Tú que estuviste aquí ¿tú habías visto algo así?”, le respondí: “No”. Yo hablé con amigos argelinos que me dijeron que el recibimiento solamente podía compararse con la visita del rey Faisal de Arabia Saudita. “Más nadie ha recibido aquí un homenaje semejante”. El discurso del banquete de ese día estaba preparado, pero no fue el discurso que se pronunció. Fidel llegó a la habitación, mandó a buscar a Osmany Cienfuegos con sus acompañantes, que eran Guerrita (Ángel Guerra), el de Bohemia, y yo, y empezó a leer su discurso y a cambiar cosas. “¿Cómo digo tal cosa? Porque tengo que decir los sentimientos que yo he experimentado a mi llegada aquí, esto es una cosa grandiosa, ¿qué cosa es esto?” Aquel discurso generó tanta energía en el Comandante, tanto interés, fue tan deslumbrante el recibimiento y la estancia allí, y fueron tantas las horas que él y Bumédiene tuvieron para conversar solos, a través de Rafael Hernández (Felo), que era el traductor, se anudó una amistad que duró hasta la muerte de Bumédiene, una amistad sincera. La amistad de dos guerrilleros, que pelearon años con las armas en la mano, de dos hombres de pensamiento, porque ¡cuidado! Bumédiene era un hombre de pensamiento.

Yo te puedo decir que, a lo largo de los años, si tú miras en perspectiva, si tú te pones a analizar aquellos tiempos, la Revolución Argelina se profundizó en su quehacer con Bumédiene en el poder. El de la industrialización del país fue Bumédiene, el de la política exterior brillante, muy unida a la política exterior de la Revolución Cubana, de los No Alineados, el del Nuevo Orden Económico Internacional, ese es Houari Boumédiene.

En Guinea Bissau hicimos todo lo que podíamos haber hecho. Entrenamos a los compañeros de Cabo Verde para poder hacer la lucha en ese territorio, ellos percibieron que no había condiciones para hacerla. Efectivamente, era un lugar desértico y allí no había condiciones para un movimiento guerrillero, cosa que nosotros también percibimos. Y te puedo decir que la muerte de Amílcar Cabral fue un golpe muy duro. La captura del segundo jefe del movimiento, Arístides Pereira, y su liberación, en la cual nosotros tuvimos mucho que ver, porque los soviéticos consultaron con nosotros qué hacer, y les dimos nuestros criterios, y de mutua conformidad se hizo e informamos a Sekou Touré; todo se coordinó perfectamente bien. Todo eso respondía a lo que te dije fueron los principios que nos guiaron a nosotros en esa política exterior. Había que hacer cualquier sacrificio por garantizar la independencia de los países bajo dominación colonial y “golpear las bases de sustentación del imperialismo”, tal y como había dicho el Che en su famoso Mensaje (a la Tricontinental).

L.A.A.: ¿Cómo usted entiende a nivel conceptual, la ayuda de Cuba a los movimientos de liberación nacional africanos en el siglo XX, lo llamaría internacionalismo proletario? ¿Por qué?

O.O.O: Yo quiero hacer otro paréntesis, porque en alguna ocasión lo he dicho a otras personas. La política hacia África fue muy meditada, fue muy reflexionada y todos estos momentos que te estoy describiendo responden a un hilo conductor. Cuando en Cuba se celebró la primera Conferencia Tricontinental, nosotros pensábamos que era impensable intercambiar experiencias con los movimientos de liberación nacional en otras regiones del mundo. Al mismo tiempo, nosotros conocíamos muy bien las particularidades del movimiento independentista en esta región específica del planeta (América Latina), que ya en 1810, 1820, y, posteriormente, 1825, estos países se habían liberado del yugo colonial español y, cayeron en el yugo neocolonial de los Estados Unidos de América. Lo que quiero decir es, que conocíamos las diferencias, pero había un hilo conductor en el proceso, todos teníamos que liberarnos, todos teníamos que compartir, no solamente nuestras experiencias, nuestros saberes, sino la necesidad de unir al Tercer Mundo para poder hacerle frente a los grandes desafíos de aquella época. Entonces, surgió esta cuestión conceptual, de si es internacionalismo proletario o solamente internacionalismo. Si tú te pones a estudiar la literatura nuestra, los discursos de Fidel, los escritos del Che, ellos hacen más énfasis en la solidaridad entre los pueblos. Yo creo que ese concepto, la solidaridad, se adapta más a la situación de nuestros países. Porque ¿dónde estaba el nivel de conciencia de la clase obrera y su peso, en la lucha de liberación nacional de todos esos pueblos? Había el peso del campesinado y de la pequeña burguesía, y eso fue lo que abordó aquí en la Tricontinental el compañero Amílcar Cabral.

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Yo he tenido la suerte, la posibilidad de escribir un libro sobre todos los viajes del Comandante en Jefe al exterior de 1959 a 2006 -ya fue entregado al Centro Fidel Castro- por lo tanto, tuve que leer todos sus discursos en el exterior. Desde el discurso en Caracas (Venezuela), que fue el primer viaje que él hizo, hasta el último discurso en Argentina. ¿De qué habla el Comandante en Jefe? De la solidaridad entre los pueblos. Es un concepto para ayer, para hoy y para mañana, por la necesidad histórica que tenemos de ayudarnos los unos a los otros. El mundo desarrollado tiene que ayudarnos, pero nosotros tenemos que profundizar más en nuestra colaboración entre los países en vías de desarrollo. Tenemos que intercambiar más, unirnos más, trabajar más la ciencia entre nosotros. Es decir, nosotros tenemos que unir las pocas cosas que tenemos para hacerlas grandes, y que sean nuestras ¡del mundo en desarrollo! Yo pienso que no es un juego de palabras, no. El concepto de la solidaridad humana es el fruto de la historia, y de la historia pasada, la presente y la futura. Yo me inclino más, me gusta más, hablo más, y a la luz de haber leído y estudiado a mis jefes, a Fidel, al Che, por eso soy más proclive a la solidaridad entre los pueblos que al internacionalismo proletario.

L.A.A.: ¿Qué otros aspectos de la política cubana hacia África desearía comentar?

O.O.O: El año 1973 fue un hito importante en la política exterior cubana. A mí me comunican que debo ocuparme de la Dirección de África y Medio Oriente en la Cancillería (MINREX). Había otros planes, pero prevaleció esa idea. Yo omití decirte cuando comencé la entrevista, son tantas cosas, que aquel día de abril (1964) que yo estaba en el Despacho con el Canciller Roa, con el Maestro, y me dijo: “A partir de este momento, yo quiero que tú estudies África y que nos ofrezcas tu versión. Entonces, tú tomas la visión francesa, la inglesa, la norteamericana, la soviética y la china, como puntos de referencia, pero, necesitamos una versión tuya, esa es tu tarea”. Nunca más hablamos sobre el tema. Mucho después, cuando Osmany me comunica: “Tú vas como Director de África”, yo le digo: “Me falta algo, tengo que estudiar economía africana”. Y ¿qué hice? Le dije a Osmany: “Yo voy a ir a Mali, donde hay un profesor que está de Director de la Cooperación internacional de Mali, graduado en la Universidad de la Sorbona, es un economista africano fabuloso, Halidou Touré y necesito que él me de clases. Fueron como tres meses, y todos los días yo iba una hora y me sentaba con él, me daba la clase y decía: “Lee tal cosa”, y, al día siguiente, la comentábamos. Es decir, yo tuve un proceso de preparación, bastante fuerte, sobre economía africana y política africana. En ese momento ya conocía a muchas personalidades y funcionarios africanos.

Cuando regreso, conversando con el Canciller Roa y, después con Osmany, yo les dije: “Si Uds. me dan la facultad de yo poder hacer un balance de lo que hemos hecho y de proyectar lo qué debemos hacer, sería muy bueno”. Y los dos estuvieron de acuerdo. Paré el trabajo durante una semana, y nos reunimos en un teatro que tenía Osmany en la OSPAAAL, ahí fuimos a discutir con todos los trabajadores de la Dirección de África y Medio Oriente. “A ver tú, dime…” Y ahí, ahí… Entonces, se unió a nosotros la gente del Partido (PCC) que tenía Osmany trabajando en lo de África y elaboramos un nuevo documento de política hacia ese continente.

Se hizo un plan de becas que es una de las cosas más maravillosas que ha hecho este país, más de 40 000 africanos han sido graduados en nuestras universidades o en los centros superiores. Hoy son ministros, gente que tiene cargos de mucha responsabilidad. Y yo digo que ha sido y es, una de las cosas más hermosas y más efectivas de nuestra política. Fíjate, nosotros les dijimos, “La asignatura de historia debe impartirla sus maestros…” Entonces, los preparamos para que ellos caminaran solos. Y qué felicidad que hoy ocupan cargos de gran importancia en sus respectivos países.

Propusimos y se decidió, porque ya estaba en el tapete, la IV Cumbre del MNOAL (Movimiento de Países No Alineados, IV Conferencia, Argel, 1973), la medida de establecer relaciones diplomáticas con todo el que quisiera crearlas con Cuba, en África. Lo único que no pudimos hacer, y lo lamento profundamente, fue desarrollar fuertes relaciones culturales, costaban muy caro. En este camino de los No Alineados, yo debo decir que la presencia de los países africanos era fundamental en extremo, siempre lo ha sido, y lo será. En toda esa etapa de 1974 en adelante, Cuba abrió sus brazos y empezó a desarrollar las relaciones con el mundo africano, lo cual fue muy importante, no solamente para nosotros, sino importante para la ayuda a los movimientos de liberación nacional.

Después que, en 1974, septiembre, se produce la independencia de Guinea Bissau, y el reconocimiento de esta independencia por parte de Portugal, se abrieron las grandes alamedas de las independencias de todas las colonias portuguesas. El 25 de junio de 1975 se independiza Mozambique; viene después Cabo Verde, y está el caso de Angola. Nosotros desde el MINREX, igual que el PCC, sabíamos que Angola sería un caso particular y altamente complejo, por las riquezas del país, que no es solamente el petróleo; también, la posición geográfica de Angola es muy importante, la presencia de una colonia grande de poblamiento portugués en Angola era algo excepcional. Y sabíamos, teníamos informaciones de todos los apetitos que despertaba Angola en las potencias imperialistas. Por eso, desde el MINREX, muy temprano, en el año 1974 empezamos a estudiar todos los días a Angola.

Teníamos una compañera excepcional, una gran persona que acaba de fallecer, Alicia Céspedes, a quien le dimos la tarea de atender a Angola y de hacer todos los días un parte de la situación allá, y en torno a Angola, con información pública y confidencial. Y ese parte fue muy importante para poder tomar algunas decisiones. Este parte iba a las más altas instancias de la dirección revolucionaria. El peso de esta tarea fue enorme; por lo tanto, el quehacer en relación a África creció mucho en el Ministerio y en el PCC.

Cuando Angola declara su independencia el 11 de noviembre de 1974, ya hay cubanos que están allí, ya se realizó la defensa de Quifangondo, donde las fuerzas cubanas jugaron un papel muy apreciable. Ya nos habíamos comprometido con Neto (Presidente Agostinho Neto), que en varias ocasiones, y por escrito, había solicitado el apoyo nuestro y siempre aquí se fue evaluando, conversando, considerando, intercambiando con otros países cómo era la situación, etc., etc. Y en 1975, se decide que vaya una misión civil a Angola, presidida por el miembro del Secretariado del Comité Central del Partido, Jorge Risquet; yo voy en esa misión civil, y en los primeros días de enero se me instruye que debo solicitar el beneplácito, y una cosa muy curiosa, que poca gente sabe: no teníamos relaciones diplomáticas formales con Angola. Entonces, ¿qué discutimos? hacer las relaciones con carácter retroactivo, y las firmamos, José Eduardo Dos Santos que era el Ministro de Relaciones Exteriores y yo como Embajador. Así firmamos.

Yo te decía que aquel trabajo de ampliación de relaciones con países africanos fue fundamental, sí. Porque era esencial para nosotros y para los angolanos que Angola fuera reconocida por la OUA. Recuerdas que se decía que nosotros éramos un títere de la Unión Soviética, y que estábamos allí en función de la Unión Soviética y de los intereses soviéticos, nada de eso tuvo que ver con la realidad. Yo te puedo garantizar que la decisión de ir a Angola se tomó en el Palacio de la Revolución, por la máxima dirección de la Revolución.

Entonces, la dirección de la Revolución decide que Osmany Cienfuegos presida una delegación para hablar con algunos países sobre el ingreso de Angola en la OUA, para apoyar la lucha de ese hermano pueblo. Esa delegación salió en los primeros días de enero de Angola para el Congo. En el Congo Brazzaville tuvimos una reunión Osmany Cienfuegos, el general Kindelán, y el que habla, con el entonces jefe de la inteligencia de Zaire, para hacerle saber a Mobutu que no podían atacar más a Cabinda y el territorio angolano. Parece que fue tan firme el pronunciamiento que lo entendieron bien y a partir de entonces se abstuvieron de nuevos ataques.

En el Congo se habló con el presidente N´Gouabi, quien a todo lo largo del conflicto nos prestó una ayuda inestimable; en una conversación que sostuvo aquí, con el Comandante en Jefe, desde el aeropuerto hasta la casa de protocolo en el Laguito, arreglaron el apoyo del Congo Brazzaville. Esto fue fundamental en nuestros esfuerzos por ayudar a Angola, tomando en consideración la frontera con Cabinda, los apetitos de algunas personas, y toda esa serie de cosas, petróleo por el medio, todo eso. De manera tal, que Fidel, personalmente, jugó en esto un papel estelar.

Del Congo fuimos a Nigeria. El general Olusegun Obasanjo que era el Presidente, escuchó las explicaciones de Osmany Cienfuegos e inmediatamente dijo que Nigeria estaba en la obligación de ayudar a Cuba y de ayudar a los hermanos angolanos. Fuimos a Zambia. Allí había sus dudas, había cierta animosidad hacia la dirección del MPLA. Había problemas tribales por el medio que los acercaban más a la UNITA, y toda esa serie de cosas. Pero el peso de Cuba, el peso de Fidel, el trabajo que hizo el compañero Osmany, logró que Zambia modificara su posición. Tuvimos dificultad en Uganda, el general Idi Amin Dada era el Presidente en ejercicio de la OUA que presidiría la reunión donde tenían que tomar la decisión de admitir a Angola como miembro. Después, pasando por Kenya, fuimos para Addis Abeba, allí estaban ya Ricardo Alarcón, los compañeros (José Raúl) Viera, José Pérez Novoa, Domingo García, y otros compañeros, y entonces, nos dimos a la tarea de cooperar con los angolanos; nos reuníamos dos veces al día, presididos por José Eduardo y Osmany, a intercambiar informaciones, a intercambiar directrices, qué teníamos que hacer unos y otros. Logramos que el resultado fuera un empate, a 22 países. Días después, se produjo ya el reconocimiento de Angola, ¡qué era esencial! para que Angola fuera, después, reconocida por las Naciones Unidas, era un paso previo.

Naciones Unidas reconoció a Angola, se produjo todo ese proceso de reconocimiento por parte de todos los países africanos, había que tomar en consideración que Zaire tenía una delegación muy activa, en contra; Costa de Marfil, estaba muy vinculado con Jonas Savimbi y a la UNITA. Senegal, país con influencia en África, tenía algunas reticencias, las que, con el tiempo, como todo en la vida, fueron barridas. Pero el hecho de que la OUA reconociera a Angola como estado independiente, miembro de la Organización, fue una acción fundamental. Los angolanos, en aquella época, tenían un cuerpo diplomático muy pequeño, estaban muy concentrados en la lucha armada, tenían pocos cuadros, pero se batieron allí con una brillantez, una firmeza, una efectividad extraordinaria, tenían diplomáticos de la talla de Pablo Jorge, muy conocido en Cuba porque fue miembro de la Tricontinental, y fue Canciller, un brillante Canciller angolano. Tenían a Luis de Almeida, y a otros compañeros que realmente trabajaron como titanes. Yo digo que nuestra contribución a Angola fue fundamental, fue decisiva, como la ha calificado el Presidente de Sudáfrica Nelson Mandela, en su momento, cuando vino a La Habana, y después, allá en su país; como lo han dicho también algunos dirigentes angolanos. Pero la independencia de Angola, es un fenómeno político trascendental, porque ella dio paso a la aplicación de la Resolución 435 (XV), de las Naciones Unidas, y, por lo tanto, a la independencia de Namibia.

La magnitud de esos hechos se aprecia en todo su valor, cuando la asesora de (James) Carter, Nancy Mitchell, en un libro que escribió sobre la política norteamericana hacia África, en aquellos años, dice, asevera y prueba con documentos, que la presencia de las tropas cubanas en Angola los llevó a ellos y a los británicos, a tener que acceder a buscar un acuerdo negociado para la independencia de Zimbabue. Ellos temían que, en ese contexto de empecinamiento de impedir la independencia de Zimbabue, las tropas cubanas intervinieran en dicho escenario. Por lo tanto, esa presencia en Angola originó y aceleró el proceso de independencia de Zimbabue. Y, por supuesto, ese escenario se creó como consecuencia de la derrota militar sufrida por las tropas sudafricanas del apartheid a manos del ejército angolano, del ejército namibio y de las tropas internacionalistas cubanas. En todo ello Fidel, reitero, jugó un papel estelar. No solamente el estadista Fidel Castro ¡sino el estratega Fidel Castro!

L.A.A.: Se revelan años muy difíciles en la situación de Angola al finalizar el período al que nos hemos referido en esta entrevista. ¿Cuál es su evaluación de aquellos momentos, y cuál fue su rol político en particular?

OOO: Yo debo decirte que, en 1984, yo era el Viceministro de Relaciones Exteriores que atendía África y Medio Oriente. Un día estoy despachando con el ministro Isidoro Malmierca, y cuando terminamos el despacho de asuntos africanos, hablamos de un viaje que yo tenía que hacer por Mozambique, Botswana, Zambia, Tanzania y Angola, para auscultar el estado de opinión de esos países, los sentimientos que tenían sobre el proceso en Angola. Parecía como si la correlación de fuerzas internas en Angola se bamboleaba, en aquel instante. Entonces, yo termino mi exordio, y estoy recogiendo mis papeles cuando me dice Malmierca, “¿Dónde tú vas?”, “Bueno Ministro ya yo terminé los puntos que Ud. me dijo, ya discutimos, y tengo una recepción esta noche a tal hora”. Me señaló y dijo: “No, espérate, no te vayas, no te apures. Todavía no hemos terminado” … “Vamos a tomarnos un trago”. Esto era inusual, era la primera vez que Malmierca me hacía esta invitación. Después de servirnos dijo sorpresivamente: “Vamos a brindar por el próximo Embajador de Cuba en las Naciones Unidas”. Y yo le respondí: “No, no, Ministro sustituir yo a Raulito, no hombre, yo no puedo hacer eso. Yo no tengo para eso.” Y me dice, “¿Cómo? El que lo decidió dijo que sí. Ya está decidido. ¿Cómo tú vas a decir que no?” Respondí: “Bueno, si Uds. lo dicen, ¡allá va eso! Con una condición, el viaje por África va… “Sí ¡va!”, respondió el Ministro. Yo agregué: “Eso no quiere decir que yo me alejé del continente africano, ¿verdad?”, dijo: “No. Con los que he conversado me han dicho que justamente por eso es que tú tienes que ir para Naciones Unidas. Por el peso que le dan a África en las relaciones internacionales.” Así fue. En 1984 me nombraron Embajador de Cuba en Naciones Unidas. De manera que, lo que se está diciendo hoy sobre la importancia de África en el escenario internacional, aquel hombre de visión inigualable que se llama Fidel Castro, lo había previsto ya, el peso de África en las relaciones internacionales.

Quiero decirte, ese viaje a África, en 1984, fue muy importante. Yo siempre he creído, estudiando a los clásicos de la diplomacia inglesa, como Harold Nicolson, a los rusos de la época, Georgui Vasilievich Chicherin, siempre he asimilado de manera cardinal que el diplomático tiene que ser muy veraz con su gobierno. Y no importa si tienes que chocar o no, tu tarea y el juramento que tú hiciste es ese, ser leal con tu gobierno y decirle las cosas como son; en el momento adecuado, en el lugar adecuado, pero hay que decirlas. Entonces, yo fui a ese viaje a África, y las conversaciones que hubo fueron muy profundas, muy serias. Yo conocía a todo el mundo, a los ministros de relaciones exteriores, a todos, porque todos los años yo iba a Naciones Unidas; primero, con el Canciller Raúl Roa García y después con el ministro Isidoro Malmierca, nunca dejé de ir, ni un año, en la delegación cubana a las Asambleas Generales de las Naciones Unidas.

Las conclusiones del viaje (a África) arrojaron un pesimismo muy grande, todos se quejaban que los países socialistas no los ayudaban en la medida que tenían que ayudarlos. Había, también, un desconocimiento de la verdadera situación de los países socialistas, todo eso se escribió por mí. Recuerdo que cuando pasé por París, venía de Angola, el Embajador angolano en París me mandó a buscar ¿quién era? Luis de Almeida, para invitarme a comer en su casa, y esas cosas. Hablamos él y yo a calzón quitado. Yo le dije las ideas que yo tenía, y él me respondió: “Son las mismas que yo tengo.” “Tú sabes que algunas veces a los embajadores, no nos hacen caso”. Cuando regresé de Maputo, fui a verlo e intercambiamos opiniones, hasta donde se podía, con mucha transparencia. Mi informe no gustó aquí (en La Habana), y en algunos niveles, dijeron que yo estaba pesimista. Yo nunca he sido pesimista. Realista sí. Empezando porque yo dije, cuando tenía que decirlo, residiendo en Angola, que no se podía hacer el socialismo, porque no existían las condiciones adecuadas para ello: el desarrollo social de aquel país no lo permitía. Si nosotros, que tenemos más desarrollo social, mira lo difícil que nos resulta la construcción del socialismo. Entonces, sentí que había cumplido con honestidad mi deber con África y marché a Nueva York.

Un buen día, Fidel me llama y el Comandante en Jefe me encerró en una habitación un par de días y me dijo: “Hasta que tú no te estudies bien esto, no me vengas a ver. Te van a traer la comida, todo lo que tú quieras está a tu disposición. Pero, te estudias bien la deuda externa. Porque tú vas a ir a ver a Nyerere, y le vas a llevar una carta mía, y le explicarás el plan”. ¡Aquel hombre (Nyerere) lloró! Cuando él se leyó la carta, cuando yo le expliqué la situación y las ideas de Fidel, me dijo: “Qué hombre más grande, ¡qué visión tiene este hombre (Fidel)!”. Aquello fue algo seguido por Fidel en detalle, hasta la distribución del folleto sobre la deuda externa, en las Naciones Unidas.

Pero bueno, pasó el tiempo, y un buen día fue el cumpleaños del Embajador de Costa de Marfil en Naciones Unidas, un gran amigo mío, uno de mis mejores amigos, Amara Essy -era el hijo adoptivo de Félix Houphouët-Boigny- y fuimos a almorzar con un periodista argelino Boubacar Adjali (muy amigo de Raulito Roa, lo conoció en Praga, a donde el periodista fue a estudiar en la escuela de inteligencia). Le llevé dos corbatas de regalo a mi amigo, y cuando se las entrego el argelino señala: “Amara tiene otro regalo para ti, te entregará los dos pilotos cubanos que Savimbi tiene en Jamba”. Precisé con ellos las condiciones y respondieron: ninguna. Por instrucciones de los máximos jefes en La Habana, llevé a cabo las negociaciones y los compañeros pilotos fueron recibidos por Fidel, Raúl, otros dirigentes y sus familiares en el aeropuerto de Rancho Boyeros: procedentes de Abidján los pilotos vinieron en el avión del presidente Boigny. Y, entonces, sí, terminé mi trabajo en África.

L.A.A: ¿Considera a África como el continente del futuro? ¿Por qué?

O.O.O.: Solamente quiero decirte lo siguiente, yo he estudiado África, y la conozco porque he visitado todos los países, inclusive en 1984, por un accidente fui a parar al aeropuerto de Johannesburgo, en plena guerra de Angola, y tuve que comerme los papeles con las instrucciones para que no cayeran en manos del enemigo. Yo creo que África, donde los niveles de subdesarrollo han sido tan profundos, tan marcados, reclama una atención particular. No solamente por la deuda histórica, muy bien reflejada por un político y escritor guyanés, Walter Rodney, en su obra “Cómo Europa Subdesarrolló a África”, un clásico. Él estuvo aquí, se entrenó en Cuba. ¡Su libro es fabuloso! Yo me dediqué a estudiar ese continente, siguiendo las indicaciones de Roa, de mi Maestro. Mis años en África fueron años muy felices, porque bajo las órdenes de Fidel Castro participé en algunas de las páginas históricas más importantes del siglo XX, que es el proceso de descolonización africano. Porque allí llevé la voz de la Revolución Cubana, el aliento, la solidaridad, el amor de Cuba, y de su dirección política y de su pueblo, por los hermanos africanos. Allí aprendí que no hay hermanos mayores, ni menores, hay hermanos nada más. Allí aprendí que el hombre surgió en ese continente, el ser humano, el homo sapiens, el que tenemos hoy, tuvo su origen allí. Y aprendí que los problemas tribales no son un invento, que es algo complejo, que fueron alimentados por los colonizadores, y que, por tanto, existieron y existen, son algo muy complicado, que requiere paciencia, ciencia y acción permanente. Allí comprendí qué cosa es el colonialismo. Porque nosotros, (y nuestras generaciones actuales) vivimos bajo el neo colonialismo. Pero vivir el colonialismo es otra cosa, mucho más humillante, más lacerante. Allí tuve y tengo la más absoluta convicción, por haber vivido y conocido ese continente, que África es futuro. ¿Por qué? No solamente por sus riquezas materiales, sino por el talento ancestral que existe en esa tierra, donde tú tienes un hombre que te habla más idiomas que nosotros, que apenas hablamos bien el español. Porque tienen culturas extraordinarias, muy ricas, que han sufrido la conspiración del silencio durante siglos; pero tú no puedes hablar de la escultura moderna, ni del modernismo de Picasso sin tomar en consideración la influencia de lo africano en las esculturas de Picasso y en su pintura.

África es un continente donde hay más de 18 Premios Nobel, hay una obra teatral extraordinaria que se conoce muy poco en el resto de este mundo. Repito, Fidel, como dijo Raúl, ¡es Fidel! Pero, igualmente, en África Fidel ¡es Fidel!

Fíjate si es así, que, en el año 2004, yo fui a Mali -siendo funcionario de la Secretaría de la lucha contra la desertificación y la sequía de las Naciones Unidas- con el embajador Amara Essy, quien era una personalidad política, no solo por haber sido representante permanente en Naciones Unidas, Ministro de Relaciones Exteriores de Costa de Marfil, por haber desempeñado un gran papel en la Organización de la Unidad Africana (OUA). Nosotros fuimos a Mali a ver al presidente Amadou Toumani Touré, amigo de Amara Essy. Después de abordar el tema que nos llevó a verlo, el presidente Touré nos invitó a presenciar un partido de football, con el equipo de Togo. Amara debía regresar a Abidján y yo fui al juego, en nombre de los dos. Quiero decirte que, cuando Mali empezó a ser derrotado por Togo, se formó un tumulto, un escándalo terrible en el estadio. Tuvimos que permanecer encerrados en un lugar por varias horas, con los ministros que estaban allí, y otras personalidades. Cuando pudimos salir, el funcionario de protocolo que me llevaba le dijo al chofer: “No vamos a seguir la caravana, vamos a tomar un atajo para llegar más rápido a la ciudad”. De pronto, caímos en una emboscada; la gente estaba con palos y piedras y empezaron a darle golpes al carro, y solamente cuando el funcionario de protocolo abrió la ventanilla, con peligro de que lo agredieran, y gritó: “Aquí va un Embajador cubano de Fidel Castro!”, la gente que oyó aquello, empezó a gritar: “Viva Fidel Castro! ¡Viva Fidel Castro!” Y así fue como nos pudimos ir. Esto te da una medida acerca de cuál es la influencia popular de Fidel Castro en África.

22 de octubre de 2023

CONFLICTO DE INTERESES

La autora declara que no existen conflictos de intereses.