Epopeya internacionalista cubana en África: una expresión
de solidaridad e internacionalismo

Cuban Internationalist Epic in Africa: An Expression of Solidarity and Internationalism

M. Sc. Pedro Edy Campos Perales

Máster en Ciencias de la Educación Superior. Profesor Auxiliar. Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría” (Cujae), Cuba. ecamposperales1959@gmail.com, 0000-0002-4495-467X

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.8422865

Cómo citar (APA, séptima edición): M. Sc. Pedro Edy Campos Perales. (2023). Epopeya internacionalista cubana en África: una expresión de solidaridad e internacionalismo. Política internacional, V (No. 4/2023), 132–142. https://doi.org/10.5281/zenodo.8422865

 

Recibido: 18 de julio de 2023

Aprobado: 5 de septiembre de 2023

 

RESUMEN EI espíritu solidario e internacionalista de los cubanos es una virtud histórica que parte de su formación como nacionalidad y nación. Su población es un tablero de diferentes procedencias; tal acontecimiento influyó en que el ciudadano cubano alcanzara una visión universal. La conjunción de diferentes etnias, creencias y nacionalidades cimentó las bases de su solidaridad. La colaboración militar desarrollada por Cuba en la República de Angola fue la de mayor envergadura de las múltiples que, en el campo de la defensa, se desarrollaron entre las décadas del 60 hasta iniciado los 90 del siglo pasado y constituye una de las mayores manifestaciones de la política exterior revolucionaria en materia de solidaridad e internacionalismo. Ser internacionalista es parte de la cultura del ciudadano cubano y ha influido en su comportamiento político como actor social.

Palabras claves: solidaridad, internacionalismo, epopeya, legitimidad, participación ciudadana

 

 

ABSTRACT The spirit of solidarity and internationalism of Cubans is a historical virtue that stems from their formation as a nationality and nation. Its population is a melting pot of different origins; such an event influenced the Cuban citizen to reach a universal vision. The conjunction of different ethnicities, beliefs and nationalities cemented the bases of their solidarity. The military collaboration developed by Cuba in the Republic of Angola was the largest of the many that, in the field of defense, were developed between the 1960s and the beginning of the 1990s and constitutes one of the greatest manifestations of the revolutionary foreign policy in terms of solidarity and internationalism. Being internationalist is part of the culture of the Cuban citizen and has influenced his political behavior as a social actor.

Keywords: solidarity, internationalism, epic, legitimacy, civic participation.

 

 

INTRODUCCIÓN

En el desarrollo del presente trabajo se asume la técnica del ensayo argumentativo, donde el lector se va adentrando en el contenido que le proponen a través de interrogantes a manera de hilo conductor. Así, se acerca a la primera pregunta: ¿de dónde parte la vocación de servicio solidario e internacionalista de cubanos y cubanas que llega a formar parte de la idiosincrasia nacional?

EI espíritu internacionalista de los cubanos es una virtud histórica. Aunque la Revolución lo ha defendido y magnificado de acuerdo con los principios del marxismo, su esencia se encontraba muy bien establecida en la conducta y la obra de José Martí. Esa vocación ha sido evidente —y conflictiva— en América Latina, África y Asia (García, 1977: 48-49).

Quien escribe esto es nada menos que Gabriel García Márquez, célebre escritor y Premio Nobel de Literatura nuestro americano, al abordar en 1977 en unos de sus artículos el tema de la colaboración cubana en Angola. Debemos destacar que el internacionalismo tiene en Cuba una larga historia y ha desempeñado un importante rol en el desarrollo de la nacionalidad cubana desde el momento de su gestación hasta nuestros días. Cualquier análisis sobre los factores que han ejercido influencia en la conformación del ideal de solidaridad e internacionalismo del pueblo cubano, tiene que tomar en cuenta elementos de la psicología social vigentes en sus orígenes como nación.

Desde estos preceptos el objetivo de este estudio es fundamentar las claves históricas y epistemológicas que sustentan el internacionalismo formando parte de la política exterior de la Revolución cubana.

El artículo es resultado de una investigación en la cual se empleó como metodología el estudio crítico-comparativo de textos, también denominada metodología documental (Carbajal-Amaya, 2020), que consiste en el uso, de modo crítico y mediante la comparación de criterios, de la información extraída de escritos especializados.

DESARROLLO

La población cubana es el resultado de la simbiosis de un conjunto de diferentes etnias, aunque centrada en dos troncos fundamentales, el español y el africano, ambos, igualmente formados de múltiples procedencias ancestrales; tiene además componentes chinos, franceses, haitianos, mexicanos, árabes y otros muchos. Tal acontecimiento ha influido en que el ciudadano cubano alcanzara una visión universal y no se reduzca al marco estrecho de su archipiélago. Sin lugar a dudas esa feliz unión de hombres de diferentes linajes, latitudes, creencias, color de piel, lenguas y nacionalidades cimentó las bases de la solidaridad de su pueblo.

En tal sentido un hecho interesante es que durante el proceso de independencia de los EE.UU. de Norteamérica los independentistas norteños fueron apoyados desde La Habana, etapa en que la capital cubana se convierte en base logística segura para aprovisionar de armamento y municiones a las tropas del norte. Las damas habaneras de entonces entregaron parte de sus joyas para contribuir a la causa independentista; en total se reunió la cifra nada despreciable de un millón ochocientos mil pesos de ocho reales1, y que hizo posible el pago de atrasos a la marinería francesa del almirante François Joseph Paul (Conde de Grasse) y a las tropas del general George Washington que, gracias a este gesto pudieron iniciar el avance contra las fuerzas del general británico Charles Mann Cornwallis en la región virginiana de Yorktown y obtener así la victoria el 19 de octubre de 1781.

En las tropas españolas que acompañaron a Washington había batallones de criollos (entiéndase cubanos), y por lo menos un batallón estaba integrado por pardos y morenos (mulatos y negros) llegados desde La Habana. Fue la primera vez que los naturales de Cuba salieron de su tierra para pelear por la independencia de otro país. Un papel protagónico tuvo en esa hazaña el venezolano Francisco de Miranda2, quien fuera el encargado de organizar en La Habana la colecta del dinero y los preparativos de la expedición.

Tiempo más tarde, en las guerras de independencia cubana iniciadas en 1868 estuvo presente la enorme y decisiva participación de hombres y mujeres africanos, de Europa, chinos, norteamericanos y llegados de la cercana Latinoamérica y el Caribe, los que integraron las filas del Ejército Libertador, muchos de los cuales alcanzaron grados de oficial y cuyo paradigma es el dominicano, ‘Generalísimo’ Máximo Gómez Báez. Nada menos que 36 combatientes extranjeros ostentaron grados de general de las fuerzas mambisas3.

Desde el siglo XIX las concepciones solidarias e internacionalistas están presentes en el pensamiento político cubano cuya expresión más acabada la encontramos en la obra de José Martí (2015), quien señaló “Patria es humanidad” (t-5:468). Relativo a la Patria y su sentido solidario por naturaleza se pueden citar también que: “Servir a la patria es una mitad del deber; servir a la humanidad es la otra mitad” (t-20:19), y “Nuestra patria es una, empieza en el Río Grande, y va a parar en los montes fangosos de la Patagonia” (t-24:183). Más de esa proyección solidaria aparece en las bases del Partido Revolucionario Cubano, fundado en 1892, donde dejó esclarecido que (Artículo 1°) “El Partido Revolucionario Cubano se constituye para lograr, con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico” (t-1:279).

Otra bien marcada muestra de esa proyección aparece en la carta inconclusa que el Héroe cubano le escribiera a su amigo mexicano Manuel Mercado, de fecha 18 de mayo de 1895, un día antes de producirse su nefasta caída en Dos Ríos, en este singular documento expone el alcance solidario de la lucha que se había reiniciado, al enfatizar que “[...] impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América” (t-20:161).

Ya en la tercera década del siglo XX en plena República, el Partido Comunista de Cuba fundado por Julio Antonio Mella y Carlos Baliño en 1925, continuador del partido organizado por Martí, heredó lo solidario de este. En la sesión constitutiva sus militantes se pronunciaron por fortalecer las ideas internacionalistas, rindieron homenaje a Vladimir I. Lenin, expresaron su solidaridad con la Rusia soviética y se hermanaron con los destacamentos obreros del proletariado mundial.

Años más tarde se volvió a manifestar en forma elocuente el sentido del internacionalismo y de la solidaridad del pueblo cubano, cuando centenares de hombres salieron hacia la Península Ibérica para dar su aporte a la defensa de la República española, cuya figura cimera es el revolucionario Pablo de la Torriente Brau; poeta, escritor y periodista, nacido en Puerto Rico y nacionalizado cubano.

Cubanos en Angola

¿Cómo llegan los primeros cubanos a Angola? ¿A cuántos asciende el número de participantes en esta misión internacionalista? ¿Por cuantos años se extendió la presencia cubana en Angola?

Pues todo parte de las viejas relaciones que el máximo dirigente del Movimiento Para la Liberación de Angola (MPLA), Doctor Antonio Agostinho Neto, mantenía con Cuba desde 1965, etapa en que conociera e intercambiara con el Che Guevara durante una amplia gira diplomática realizada por él a finales de 1964 e inicio de 1965 por el continente africano. Dada la difícil situación existente en Luanda previo a la declaración de independencia, fijada con la metrópolis portuguesa para el 11 de noviembre de 1975, Agostinho Neto envía una carta al Gobierno Revolucionario cubano y a su líder, Fidel Castro, en la que solicitó su apoyo, especialmente instructores y algunas armas para organizar y fortalecer las recién creadas fuerzas armadas (FAPLA) e impedir que se perdieran 14 años de intensa lucha. Ante tan urgente solicitud de un miembro del movimiento revolucionario internacional, la dirección del país accedió a la petición del viejo amigo.

Desde el 21 de agosto de 1975, fecha en que se estableció en Luanda una pequeña Misión militar (MMCA) al mando del comandante Raúl Díaz-Arguelles4, hasta el 25 de marzo de 1991, en que el general Samuel Rodiles Plana, último jefe de la Misión cubana en Angola pusiera pie en la escalerilla del avión de Cubana de Aviación IL-62M que lo regresaba a Cuba, habían pasado algo más de 15 años. Atrás, no quedaba nada material. Se dejaba solo el reconocimiento por el sacrificio de más de 300 000 de los hijos cubanos y la vida de 2016 compatriotas. En recompensa, la estabilidad y consolidación de la soberanía de Angola, la independencia de Namibia y la decisiva contribución a la caída del oprobioso sistema de segregación racial conocido como Apartheid en Sudáfrica.

La misión internacionalista en Angola ha sido la colaboración militar de mayor envergadura y de más tiempo de las que ha afrontado Cuba, y constituye una de las manifestaciones máximas de la política exterior de la Revolución Cubana en materia de solidaridad e internacionalismo. Era la primera vez en la historia que una nación pequeña y del tercer mundo asistía a otra más allá de sus fronteras con tal amplitud.

Para gran parte de los ciudadanos cubanos no les queda dudas de que las misiones internacionalistas de Cuba en África y en especial la desarrollada en Angola constituyó una epopeya, pero, ¿puede realmente considerarse el cumplimiento de esta misión una epopeya?

1

 

En busca de una respuesta que nos acerque al hecho nos auxiliamos de la tercera y cuarta acepciones del Diccionario Manual de la Lengua Española en que define la Epopeya como: “[...] (3) Conjunto de hazañas y hechos memorables de una persona o un pueblo y (4) Actividad que se realiza con mucho esfuerzo y tras vencer numerosas dificultades” (Diccionario, 2009).

Otra publicación nos acerca al término epopeya de la siguiente manera: (1) “conjunto de poemas, que forman parte de la tradición épica de un pueblo”5. También al (2) “conjunto de hazañas y hechos memorables que han llevado a cabo una persona, grupo o nación” y (3) “Además de aquella actividad que un individuo, grupo u organización realizan con muchísimo esfuerzo y en la cual lograron vencer a todas las numerosas dificultades, también se le llama epopeya” (Epopeya, 2018).

Epopeya cubana sí, porque al analizar el anterior referente semántico, se puede considerar que la presencia cubana en Angola constituyó un proceso sociopolítico; por demás de especial connotación, al tener en cuenta su extensión en el tiempo, masiva participación de ciudadanos cubanos, angolanos y de otras naciones, disposición de millonarios recursos en logística y material de guerra y haber generado un amplio debate internacional, mostrando apoyo y defensa de un lado y suscitando crítica y conjura de otro, que fueron manifestadas por líderes políticos de disímiles naciones en diversas tribunas y foros internacionales, además de ser ampliamente abordado por los medios de prensa de todo tipo y por la opinión pública en buena parte del mundo. Hasta aquí algunos criterios que dan el beneficio a esa idea de la epopeya cubana, y que en lo adelante el lector encontrara otros elementos de juicio.

La epopeya: consenso y legitimidad

¿Cuál es el respaldo social a una decisión del Estado cubano de la magnitud de la misión en Angola?, ¿cuál sería la legitimidad que sustentaba ese proceso?, ¿qué, o cuáles hechos propician que tantas personas se involucraran directa e indirectamente en la epopeya?

Para muchos cubanos es bastante común tener conocimiento sobre el surgimiento de Angola como nación y especialmente como país independiente, así como del desarrollo de la misión internacionalista en aquellas tierras. Ahora sí, lo que no es común es encontrar análisis con cierta profundidad sobre el tema, que arroje luz sobre las motivaciones, el desinterés material mostrado por los ciudadanos convertidos en combatientes al participar en misiones y la posición asumida por la dirección del país, o del apoyo irrestricto de la mayoría de los ciudadanos a las decisiones que en este sentido eran tomadas por el Estado cubano.

La respuesta pudiera verse mejor a partir de una mirada a la epopeya cubana desde las ciencias políticas, que a juicio de quien escribe bien puede arrojar claridad a estas interrogantes. Partir del hecho que el autor considera que la epopeya cubana en Angola constituyó un suceso sociopolítico de especial connotación.

Lo social en este proceso debe entenderse a partir de la conciencia, participación, compromiso y libertad de acción de los miembros de la sociedad cubana, actores directos e indirectos en la epopeya y que, con su actuar, junto a las singulares condiciones que se dan en el proceso revolucionario en Cuba; especialmente en esta etapa (1975-1991), relativo a la coincidencia ideopolítica entre masas y élite, es decir entre la sociedad civil cubana6 y la dirigencia política de la nación, sumado a la legitimidad ganada por dichas autoridades ante la ciudadanía, contribuyó a la generación de un clímax político de magnitudes extraordinarias en la sociedad en este período.

El proceso, desde lo externo, encontró el respaldo y reconocimiento de gran parte de la comunidad de países no alineados, del otrora campo socialista de Europa y la URSS y de muchas otras organizaciones del tercer mundo. Incluso, el apoyo y beneplácito de ciudadanos y entes políticos del mundo desarrollado, a la vez que enfrentó peligros y amenazas provenientes de las potencias hegemónicas, especialmente de los EE.UU. Esto último lo corroboran las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro en presencia de Nelson Mandela, refiriéndose a la batalla de Cuito Cuanavale:

En esa acción la Revolución se jugó todo, se jugó su propia existencia, se arriesgó a una batalla en gran escala contra una de las potencias más fuertes de las ubicadas en la zona del Tercer Mundo, [...] incluso corrimos el riesgo de debilitar nuestras defensas, y debilitamos nuestras defensas, [...] Todo nos lo jugamos en aquella acción, y no fue la única vez; creo que nos jugamos mucho, mucho, mucho también, cuando en 1975 enviamos nuestras tropas a raíz de la invasión sudafricana a Angola (Castro. 1991:2-4).

En lo interno la epopeya fue un proceso legitimado a nivel de la sociedad, al ser aceptado por la mayoría de los ciudadanos; los que participaron de forma directa o indirecta en la contienda convirtieron su espíritu soberano en apoyo a la línea política de la Revolución y las organizaciones políticas de la sociedad.

El mayor impacto que tuvo en la ciudadanía está en que, sin desconocer los múltiples antecedentes con que contaba la práctica del internacionalismo en Cuba, esta se convirtió en cultura política7 de hombres y mujeres. Cultura que prevalece en el tiempo y en otro contexto en que se desarrolla la sociedad cubana, cuando las formas de lucha contra el hegemonismo imperialista no son los movimientos de liberación nacionales ni las luchas mediante las armas, sino la “Batalla de ideas”, y que en el plano internacional incluye la visión de readecuación de los métodos de lucha de los pueblos por acceder al poder en las nuevas condiciones, sin recurrir a procedimientos violentos.

Internacionalismo: autenticidad y legitimación

¿Incrementa el compromiso internacionalista de los cubanos tras el triunfo de enero de 1959? Tras el triunfo de una Revolución democrática-popular-agraria y antimperialista que llega al poder conducida por su líder Fidel Castro Ruz y la pujanza de un movimiento cívico-militar encabezado por el Movimiento 26 de Julio (M-26-7), se incrementará la proyección internacionalista del pueblo cubano y se llevará a un nivel más alto la práctica de la solidaridad, incluso como un gesto de reciprocidad a la recibida por parte de hombres y mujeres de otras partes del mundo.

¿Qué explica el gran apoyo y desinterés del ciudadano cubano en la participación de riesgosas misiones?, ¿qué mueve a hombres y mujeres a mantener esa conducta altruista de las misiones?

La historia de la solidaridad del pueblo cubano con los africanos y el resto del mundo es parte esencial de la política exterior de la Revolución Cubana, basada en principios y en una ética que ha caracterizado su actuación desde 1959. Los pasos de Cuba a favor del tercer mundo tienen un nivel oficial, una política de Estado, pero también, y sobre todo, un nivel individual; es decir, convicción y vocación de las personas que del mismo modo tienen un componente cultural y político en la formación y conducta de cada individuo.

Esa nueva cultura política –ya mencionada- alcanzada por los ciudadanos cubanos a partir de los cambios sociales que genera la Revolución, integra el internacionalismo en el comportamiento político de los individuos como actores sociales, que no obstante tener sólidos antecedentes desde la formación de la nacionalidad, comparte o refuerza su origen.

De igual forma, con el proceso que desencadenó el triunfo de 1959, victoria que, según Thalia Fung (2009), es el resultado de:

Un movimiento que se origina en la sociedad civil cubana; pero que no solo es antagónica con el gobierno [de la tiranía], sino que de hecho se opone al Estado y a la propia sociedad civil en la que se ha gestado”. [...] De hecho, el núcleo del nuevo Estado surgido en la zona liberada de la [antigua] provincia de Oriente, restituía a la sociedad aquello que le había sido privada desde el surgimiento del Estado, la participación en las tareas políticas (26-28).

Este sería un segundo punto en la búsqueda de respuestas; el primero son los antecedentes en la formación de la nacionalidad y que fueron expuestos con antelación.

Ya instaurado el nuevo Estado se inician profundos cambios económicos, políticos y especialmente sociales. Desde 1959 hasta finales de los años 70, etapa de fuerte incidencia en el desarrollo de la epopeya cubana en Angola, en la sociedad cubana se está sucediendo un proceso que los investigadores sociales han dado en llamar “proceso de homogeneidad social [tendiente] al cercamiento y liquidación de las diferencias entre clases y grupos sociales, considerado uno de los núcleos centrales de la construcción socialista” (Espina, 2001:18).

El cumplimiento del programa del Moncada desde los primeros años de la Revolución trae un torrente de acontecimientos que se sucedían por instante. Este complejo proceso que ocurre en el país, empezando por el paso del Estado burgués a uno que no lo es, y luego el inicio de la construcción socialista, implicó, entre otras cosas, la apertura a la participación ciudadana y la transformación de la cultura política; ya no un privilegio de pocos, sino la transformación hacia una verdadera cultura política de pueblo, cambiando los códigos fundamentales de la comunicación política; códigos que se continuaron enriqueciendo en el propio proceso revolucionario.

Este Estado de nuevo tipo encuentra una clara legitimación en el comportamiento de la sociedad civil; trabajadores y estudiantes apoyan directamente, incluso con las armas al nuevo Estado a la vez que es el propio gobierno que en completa ‘sintonía’ da las armas a trabajadores y estudiantes para defender su causa, causa de pueblo y gobierno. Es un camino de articulación y respaldo mutuo que enriquece el proceso revolucionario. En este nuevo escenario sociopolítico:

Las masas populares se entregaron a la obra revolucionaria desbordando optimismo y energía creadora; las grandes decisiones nacionales emergían en una democracia directa por consenso cuasi natural, surgían estructuras en las que cristalizaban los canales de participación. La Revolución se legitimaba en su propia obra (Machado, 2004:230).

La solidaridad y el internacionalismo que aparecen vinculado a todo el proceso de emancipación de la nación cubana, resurge como actuación social de los ciudadanos, el que se ha legitimado a través de los años con la participación directa o indirecta, en el frente o en la retaguardia; ya sea un combatiente, un médico, maestro o constructor, en fin, hombres y mujeres como clase social proletaria. En Cuba cuando se habla de internacionalismo se habla de pueblo y quien dice pueblo dice sociedad.

La ayuda de los cubanos al movimiento de liberación nacional en África estuvo sustentada en principios de solidaridad. La asistencia a Angola, como ya conoce el lector, requirió de una gran movilización de recursos humanos y técnico materiales, que pusieron a prueba la organización militar que Cuba como país había adquirido en pocos años de Revolución. Al respecto, el historiador Arnaldo Silva León (2009) afirma que la movilización de las tropas se hizo sobre la base de dos principios inviolables; a saber:

La voluntariedad e integralidad política de los hombres y mujeres que conformaron las unidades. Pero lo más impresionante de esta operación es el sentimiento y la convicción internacionalista del pueblo cubano, nunca antes visto. Ciento de miles de cubanos, en particular jóvenes, se inscribían voluntariamente en los comités militares para expresar su deseo de cumplir cualquier misión que fuese necesario. Cuba vivió en esos años una fiesta de internacionalismo. Para cualquier cubano, haber combatido en Angola o Etiopía se convirtió en orgullo especial, como antes lo había sido el haberlo hecho en el Ejército Libertador o el Ejército Rebelde (151-152).

La política exterior de cualquier nación, especialmente en el caso de Cuba, tiene una relación directa con su política interna, en tanto la primera es la continuación del desarrollo de su proyecto nacional y los valores que esta última legitime.

El internacionalismo desde el Derecho político

¿Las misiones son legítimas desde el derecho? Los problemas de legitimidad y el consenso son dos aspectos que se articulan en el cuerpo categorial del Derecho político, que, puesto en función del estudio del cumplimiento de la Misión internacionalista cubana en África, especialmente en Angola, encuentra respuestas en dos dimensiones; desde lo interno y desde lo externo:

a. Desde lo interno por la participación con cierto grado de masividad en la sociedad, que de forma directa o indirecta estuvo implicada en el proceso, y por otra parte por el apoyo, aprobación o coincidencias de la mayoría de la ciudadanía con la idea de participación. Además, que dicha colaboración se hacía siempre respetando la voluntariedad de los ciudadanos –cuando menos formalmente–; incluso de los miembros activos de las Fuerzas Armadas. Una idea que refuerza esta particularidad está en el propio discurso de Fidel Castro:

Hay una cosa muy importante: todo cubano que va a cumplir una misión internacionalista, va voluntario a cumplir la misión internacionalista; nadie va por obligación a cumplir una misión internacionalista. Y ellos lo estiman como el más alto honor, [...] porque es un valor moral que se ha elevado mucho en nuestro país. Yo no diría que deje de preocuparse una familia, si va como soldado va como maestro, o va como médico o va como ingeniero agrónomo, o va como trabajador de la construcción, o como asesor en deporte, en cualquier actividad, porque tiene riesgos (Miná, 1987:206-209).

b. A lo externo fue un proceso legitimado, al asumir el compromiso con los hermanos angolanos siempre al amparo de la solicitud del país agredido y porque se actuó con el respaldado de la Carta Constitutiva de la ONU, la cual, en su Capítulo VII establece que:

Acción en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión. Artículo 51: Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un Miembro de las Naciones Unidas, hasta tanto que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales. Las medidas tomadas por los Miembros en ejercicio del derecho de legítima defensa serán comunicadas inmediatamente al Consejo de Seguridad, y no afectarán en manera alguna la autoridad y responsabilidad del Consejo conforme a la presente Carta para ejercer en cualquier momento la acción que estime necesaria con el fin de mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales (ONU, 2012).

CONCLUSIONES

A manera de conclusión una última interrogante: ¿algún significado especial del internacionalismo para los cubanos? Una meridianamente clara idea de lo que significa el internacionalismo militante para los cubanos con respecto a la ayuda a los angolanos fueron las tempranas palabras del líder de la Revolución, precisamente expresadas en un país del continente africano, en las que subyacen el sentido del deber y deuda hacia aquel pueblo:

Los cubanos hemos ayudado a nuestros hermanos angolanos, en primer lugar, por un principio revolucionario, porque somos internacionalistas, y, en segundo lugar, porque nuestro pueblo es un pueblo latinoamericano y es un pueblo latinoafricano. Millones de esclavos africanos fueron trasladados a Cuba como esclavos por los colonialistas, una parte importante de la sangre cubana es sangre africana. Y hoy nuestro pueblo es un pueblo revolucionario, un pueblo libre y un pueblo internacionalista capaz de cumplir sus deberes revolucionarios y capaces de cumplir sus deberes con sus hermanos de Angola (Castro, 1976:1-8).

El destacado politólogo italo-norteamericano, Piero Gleijeses, estudioso de la política exterior cubana y autor de una extensa obra donde recoge la actuación de Cuba en África comentó a la prensa que:

Yo no conozco a ningún otro país para el cual el altruismo haya sido un componente tan clave de su política exterior. Yo no conozco a ningún otro país más que Cuba que por tantos años, contra vientos y mareas, haya demostrado tanta generosidad y valentía en su política exterior (Gleijeses, 2006:3).

Para resumir, nada mejor que retomar las palabras del propio Fidel Castro en la intervención realizada ante el Parlamento de Sudáfrica en el año 2000, donde señalaba:

En los centros de enseñanza de Cuba se han graduado 26 294 profesionales y técnicos [...], y se han adiestrado 5 850 de distintos países de África [...]. Un total de 80 524 colaboradores civiles cubanos, de ellos 24 714 médicos, estomatólogos, enfermeras y técnicos de la salud, los que unidos a decenas de miles de profesores, maestros, ingenieros y otros profesionales y trabajadores calificados, han prestado servicios internacionalistas en África; y 381 432 soldados y oficiales han montado guardia o han combatido junto a soldados y oficiales africanos en este continente, por la independencia nacional, o contra la agresión exterior a lo largo de más de 30 años. Una cifra que se eleva a 461 956, en un breve periodo histórico. De las tierras africanas, en las cuales trabajaron y lucharon voluntaria y desinteresadamente, sólo llevaron de regreso a Cuba los restos de sus compañeros caídos y el honor del deber cumplido (Castro, 2000:1-6).

notas

1 Vease: Torres-Cuevas, E. (2018). Cuba y la independencia de Estados Unidos. Una ayuda olvidada. La Habana, Cuba: Editorial. Ciencias Sociales. Pp. 56-57.

2 Sebastián Francisco de Miranda Rodríguez, (Caraca 28/3/1750-San Fernando, Cádiz 14/5/1816). Miranda participó en los tres grandes movimientos históricos y políticos de su tiempo: Guerra de Independencia de los Estados Unidos, Revolución francesa y Guerra de Independencia de Hispanoamérica. Su actuar internacional le valió grados y honores en varias naciones: Coronel del Ejército Español, Coronel del Ejército Ruso, Coronel del Ejército de los Estados Unidos, Comandante en Jefe de los Ejércitos de Bélgica, Mariscal de Francia y Generalísimo y Almirante del Ejército Venezolano.

3 Fuerzas mambisas (Mambises). Según Juan Padrón en “El libro del mambí” (1985), la palabra Mambí es africanoide, concretamente bantú, construida sobre una raíz mbí, que tiene numerosas acepciones despectivas. A mediado del siglo XIX los españoles la usaron en la isla La Española (Haití-Dominicana) para señalar a los naturales que no se sometían a su gobierno. Mambí quería decir insurrecto, bandido, criminal, revoltoso, infame, malo, lo mismo allá por tierras africanas. Los militares españoles que salieron de esta isla hacia Cuba, al bregar con el insurgente cubano lo llamaron también mambises. Esa denominación despectiva pasó a ser apelativo honroso en el contexto de la guerra en Cuba.

4 Raúl Díaz-Argüelles García. Destacado combatiente de la clandestinidad en La Habana durante la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista y luego en la limpia de bandidos en la serranía del Escambray. Cumplió misiones internacionalistas en varias naciones africanas. Fue el primer jefe de la misión militar cubana en Angola (MMCA). El 11 de diciembre de 1975 se produce su caída en combate en el Frente Centro, localidad de Ebo, a 400 km al sur de Luanda. Fue ascendido póstumamente al grado de general de brigada.

5 La humanidad reconoce varias epopeyas famosas que llegan a nuestros días a través de la literatura y la historia, las más conocidas son las griegas ‘La Ilíada y La Odisea’ y romana la ‘Eneida’. Pero también existen otras epopeyas como la persa y árabes recogida en el ‘Libro de los Reyes’, por último las epopeyas indostánicas con dos obras menos conocidas entre el público occidental, ‘El Majábharata y El Ramáyana’.

6 El autor asume la noción de ‘sociedad civil socialista’ sustentada por Jorge L. Acanda (1996), quien parte de que la Revolución Cubana desde sus inicios logró un ‘bloque histórico’ sentando los fundamentos de una sociedad civil más plural, precisamente por ser más inclusiva que la precedente.

[…] por primera vez en nuestra historia, [la revolución] creaba las condiciones para que los obreros, los campesinos, las mujeres, los estudiantes, los artistas, […] se incorporaran a la vida social, en un proceso activo de participación que debía permitirles su autoconstitución como sujetos sociales; es decir, no como simples actores, sino como entes colectivos que mediante la utilización del universo de formas de praxis política que la Revolución les abría. […] una sociedad civil que sea escenario de la acción creadora de los sujetos que la componen. Sujetos de la revolución, sujetos que son congruentes entre sí, y que son capaces de rebasar sus imprescindibles conflictualidades porque son, todos ellos, no meros portadores, sino coautores de un proyecto liberador. […] esta activación de nuestra sociedad civil se ha manifestado en la apropiación -parcial o completa- de espacios y procesos antes exclusivos del Estado–sociedad política. Fue a través de esta nueva sociedad civil como la Revolución logró la obtención de su hegemonía (91-93).

7 El autor parte de reconocer que Cultura Política es una categoría compleja, desde que Gabriel Almond y Sidney Verba publicaron en 1965 ‘The Civic Culture, political attitudes and democracy in live nation. An analytie studie’, ha sido tratada por diversos autores, pero defiende como concepto el aportado por el especialista cubano Carlos Cabrera (2006):

La cultura política constituye una resultante de la interacción sistémica de las determinantes cognoscitiva, informativa, valorativa, y conductual participativa que, conformadas en los procesos de socialización y comunicación políticas, se catalizan a través de comportamientos, creencias, normas, valores, universos simbólicos, pautas culturales, visiones del mundo, hábitos y habilidades políticas, todo los cuales configuran un conjunto de significados compartidos que el sujeto utiliza en la construcción de sus estrategias de acción (276-277).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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CONFLICTO DE INTERESES

El autor declara que no existen conflictos de intereses relacionado con el artículo.