Intervención de David R. K. Adler, Coordinador General de la Internacional Progresista, en la inauguración del Congreso sobre el Nuevo Orden Económico Internacional, 27 de enero 2023, La Habana, Cuba

Remarks by David R. K. Adler, General Coordinator of the Progressive International, at the inauguration of the Congress on the New International Economic Order, January 27, 2023, Havana, Cuba

Lic. David R. K. Adler

Licenciado en Estudios del Desarrollo en la Universidad de Brown. Becario doctoral, Universidad de Oxford. Coordinador General de la Internacional Progresista. Estados Unidos. david.adler@politics.ox.ac.uk 0000-0002-0279-6984

 

Recibido: 10 de marzo de 2023

Aprobado: 15 de abril de 2023

 

Es un honor para mí dirigirme a Ustedes en esta hermosa ciudad llena de historia, de resistencia y de libertad.

Quienes estamos aquí la mañana de hoy, tenemos el compromiso y la responsabilidad de pensar las finanzas, la economía y la tecnología juntas, y hacerlo desde la izquierda, inspirados en Sukaro, el espíritu de Bandung, y en Tito, y el espíritu de Belgrado, que tantas enseñanzas nos han dejado sobre la posibilidad de un nuevo mundo, distinto al que conocemos y en el que actualmente vivimos.

Estoy aquí para hablar sobre el Derecho al Desarrollo en el contexto del capitalismo global tardío, la crisis climática, la super militarización y la confrontación hegemónica, que debe obligarnos a pensar en conjunto en vías pragmáticas que nos conduzcan a la descolonización, en las soberanías digitales y monetarias, en la geopolítica de los sistemas de pago globales y las posibles formas de estructurar bancos centrales soberanos. Mi visión es aquella de una economía digital democrática, vinculada a una banca central reconfigurada y democratizada que permita a nuestros países el manejo soberano de su propia moneda digital, que permita desconcentrar los recursos financieros y los ponga al servicio del desarrollo de nuestros pueblos; una economía digital que propicie la transferencia de conocimiento y haga posible para todos gestionar y acceder de manera sostenible a medicinas y tecnología, así como también, a recursos naturales, que permitan liberar a nuestro planeta de la tensión destructiva a la que le ha sometido el capitalismo depredador.

El primer y principal deber de los países del Sur Global es reconfigurar un nuevo orden jurídico internacional que permita desmantelar las instituciones coloniales y neocoloniales en las que se sostiene el capital transnacional hegemónico y que han propiciado atroces niveles de desigualdad, producidos por la concentración exacerbada de la riqueza, que han llevado a la apropiación ilegítima de nuestros recursos para el financiamiento exclusivo de sus intereses y que nos están arrastrando inexorablemente a una crisis eco-sistémica sin precedentes en la historia de la humanidad, esto es: la descolonización.

La descolonización es entonces acabar con la dependencia colonial, organizarse a nivel del Sur Global para poner fin simultáneamente con todos los procesos neocoloniales, por ejemplo: terminar los tratados de inversión supuestamente recíprocos que otorgan garantías y facilidades desproporcionadas a las grandes empresas transnacionales, superar la colonización del dinero, de la información, de la tecnología, de los recursos naturales, de la cultura, entre otros.

La descolonización implica una rebelión coordinada contra el sistema monetario jerárquico que otorga liquidez en moneda fuerte, a través de swaps de la Reserva Federal, solamente, y en el mejor de los casos, a las potencias nacionales alineadas, o debería decir mejor, subordinadas con la potencia hegemónica monetaria. Mientras que a las naciones del Sur Global las somete a la rigurosidad de las agencias de calificación crediticia y a impagables esquemas de endeudamiento a través de absurdas políticas de austeridad que golpean inmisericordemente a los ciudadanos del Sur Global, impidiéndoles el goce de los más básicos derechos sociales, económicos y culturales. La descolonización también significa superar los sistemas monetarios coloniales, por ejemplo, en África, el Franco CFA.

La verdadera descolonización supone superar las disputas intrarregionales para construir una unidad regional duradera y una integración soberana entre los pueblos del Sur Global junto con el panafricanismo, el latinoamericanismo, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y el espíritu de Bandung. La descolonización es una acción cultural y una política coordinada para buscar niveles de desarrollo soberano para el real cumplimiento de los derechos económicos y sociales de los pueblos del Sur Global.

La descolonización incluye también contrarrestar el colonialismo tecnológico. El moderno colonialismo digital dictado por unas pocas, pero gigantescas Big Tech amenaza la soberanía digital y el derecho al desarrollo de las naciones del Sur Global. Es importante privilegiar las tecnologías apropiadas y el establecimiento democrático de normas, la soberanía tecnológica, y la creación de nuestros propios centros de datos y de nuestros propios anillos de fibra óptica. Debemos rechazar la super militarización del espacio digital y la vigilancia masiva impuesta por el Norte.

Necesitamos ciencia y tecnología por, para y del Sur Global. El ejemplo de Julian Assange aún nos sobrecoge. Assange realizó la mayor transferencia de tecnología e información al Sur Global y por lo que ha sido acusado y enfrenta un proceso de extradición que, prácticamente, está acabando con su vida. Debemos evitar que el caso Assange se repita. Al mundo le urge un Wikileaks de secretos tecnológicos y la desprivatización de la tecnología. Los secretos comerciales de la tecnología climáticamente eficiente deben declararse inmediatamente abiertos al público y libres de patentes. No podemos esperar a que las licencias de los Acuerdos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio -los llamados ADPIC- resuelvan por sí solo la crisis climática.

En este sentido, la soberanía digital es un concepto clave para los países del Sur Global en la construcción de un nuevo orden económico internacional. Los países del Sur deben asignar todos los recursos disponibles para construir soberanía digital sobre los datos financieros y los datos del dinero. El ejemplo de India es esclarecedor. India emitió obligaciones internas en torno a los datos financieros. Las autoridades indias solicitaron a la compañía de tarjetas de crédito “VISA” que, si querían seguir trabajando en la India, todos los datos de las transacciones financieras de los ciudadanos indios que pagaban con VISA emitidas en la India tenían que estar en las pilas de este país. Por supuesto que esto cambió las reglas de juego porque, de repente, los datos se convierten en un activo de la economía doméstica. Si se usa sabiamente, con la anonimización correcta, la propiedad común y la privacidad por diseño, la data puede aprovecharse para un sistema completo de conocimiento y puede ser utilizada por académicos, sociedad civil, instituciones gubernamentales, el sector privado, etc. y brindar más y mejores servicios para la sociedad. Además, se evita la monopolización de todos estos datos por parte de actores externos a la economía doméstica.

Por su parte China domicilió los datos de su población y procuró la utilización de aplicaciones e interfaces propias. Del mismo modo, al ingresar a la OMC a principios de la década de los 2000, presionó con mucho éxito para retrasar la introducción de tarjetas de crédito extranjeras en sus mercados. Es por eso que China tiene el monopolio de UnionPay, y han sido muy inteligentes con la introducción de ciertos estándares, especialmente dentro de los sistemas bancarios y comerciales. Ahora tienen su propio sistema de tarjetas de crédito que es digitalmente soberano y de propiedad estatal. Este sistema también puede proyectarse internacionalmente. ¿Por qué tan pocos países del mundo se oponen a aceptar Visa y MasterCard como proveedores de pago? ¿Cómo puede no haber alternativas a su monopolio? Por supuesto, puede haberlos, pero tenemos que imaginarlos y construirlos de manera inteligente. Los gobiernos juegan un papel importante aquí. No pueden simplemente privatizar el dinero, deben ejercer políticas proactivas para construir sobre la soberanía digital y la soberanía financiera en la esfera de los pagos. Mi punto: existen alternativas para los monopolios globales, en su mayoría liderados por Estados Unidos, si es que se diseñan sistemas de pago innovadores por fuera de la esfera actual dominante y si es que se utilizan técnicas adecuadas de anonimización de datos.

Para acabar con la dependencia colonial en el ámbito en la economía global, es urgente reemplazar el sistema actual de arbitraje internacional inversionista-Estado, principalmente aquel enmarcado en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI). Es preciso establecer un sistema transparente de solución de controversias que retire a las empresas transnacionales las absurdas y desproporcionadas prerrogativas que se les ha otorgado en el ámbito del Derecho Internacional y que a su respecto establezca responsabilidades relativas al cumplimiento de sus responsabilidades tributarias, laborales, ambientales y especialmente para el caso de violaciones a los derechos humanos ocasionadas por sus actividades. En ese sentido, resulta urgente avanzar en la consagración a nivel internacional de un tratado vinculante que establezca la responsabilidad internacional de las empresas transnacionales. De igual manera es importante aquí, seguir los ejemplos de países del Sur como: Indonesia, India, Sudáfrica, Bolivia y Ecuador, e incluso algunos países europeos, e inmediatamente denunciar los Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) y eliminar el arbitraje entre inversores y Estados de todos los tratados internacionales. No a la privatización de la justicia.

Esto le quitará fuerza al capital transnacional y permitirá a los países del Sur implementar políticas de desarrollo soberanas que se ajusten a sus intereses y necesidades.

Necesitamos superar la colonización del dinero. La naturaleza colonial de la hegemonía del dólar despoja a los países de la formulación de políticas soberanas, cuando los fondos buitre amenazan a un país entero o cuando las sanciones financieras unilaterales destruyen los esfuerzos productivos de naciones enteras. Necesitamos dinero regional y poner a los Derechos Especiales de Giro (SDR) en el centro de un sistema monetario decolonial. Nos urge, desde el progresismo, recuperar los bancos centrales y sus clubes internacionales de la influencia de los banqueros y del capital financiero y entregarlos a quienes se preocupan por el desarrollo soberano de nuestros países.

El grado de extrema concentración y jerarquización de la economía global no tiene solo que ver con la creciente desigualdad en la que vivimos, ni con los ricos que se hacen cada vez más ricos, sino con la dinámica bruta del dinero y del poder en su máxima expresión. La hiperfinancialización de la economía global hace que aquellos en la parte superior de la jerarquía tengan la capacidad no solo de vigilar sino también de monopolizar el sistema financiero desde adentro. En este contexto, la regulación democrática y soberana nacional e internacional de la concentración del dinero y del poder de los capitalistas ha fallado y la mejor demostración de aquello son los capitales offshore.

El análisis económico convencional está sesgado por las viejas métricas mercantilistas de la "riqueza de las naciones" expresadas en las cifras de exportaciones e importaciones y el PIB. La globalización neoliberal hiperfinanciarizada se analiza en términos de jerarquías financieras y tecnológicas, identificando claramente las estructuras de poder en la parte superior y los mecanismos de transmisión de poder a través de estas jerarquías. Desde el progresismo, seguimos priorizando la lucha por la redistribución del dinero (impuestos y gastos) pero evadimos la lucha por el control de la creación de dinero, esto es, en otras palabras: la lucha por la gobernanza del banco central.

En el Sur Global seguimos jugando bajo las reglas impuestos por el capital financiero internacional dominante, entonces no hay forma de ganar esa pelea. Lo que tenemos que hacer es continuar la batalla por las instituciones guardianas de los intereses financieros de los gobiernos del Norte, aquellas que establecen los estándares y las reglas del juego y que definen quién va a mandar en la economía global. Debemos cambiar las leyes, tomar el control de los bancos centrales, asegurarnos de que las personas que trabajan como reguladores financieros sean personas decentes y no corruptas, que no se vendan a la banca privada. Hay que empezar a exigir normas que regulen los conflictos de interés para las personas que están a cargo de estas instituciones.

En este contexto, resulta urgente actualizar el capitalismo colonial bio-ignorante. Y me refiero a “bio” en el sentido más etimológico de “vida”. Para el capital y sus construcciones ideológicas, no existe tal cosa como “la vida”, ya sea humana o la vida de otras especies. En el contexto de la emergencia climática, las fuerzas progresistas seguimos operando dentro de los paradigmas del capitalismo bio-ignorante. Concretamente hablando, no hay ningún esfuerzo por aplicar las reglas de un planeta finito a la economía global. ¿Cómo puede el petrodólar seguir siendo un pilar del sistema monetario en un mundo en emergencia climática? Y en este sentido, la principal institución que tenemos que cambiar es la Contabilidad porque el capital abstracto vive de la Contabilidad y las fuerzas progresistas hemos fallado en cuestionar como esta contabilidad, tanto comercial como macroeconómica, se ha construido. ¿Cómo no incluir el daño a la naturaleza y la destrucción de la vida en la principal institución del capital? No se trata de parchear el PIB para obtener un número de “PIB verde” u obtener los criterios ESG (factores ambientales, sociales y de gobierno que se tienen en cuenta a la hora de invertir en una empresa). Por lo contrario, se trata de que el progresismo cuestione seriamente por qué la contaminación de Chevron de nuestras selvas no aparece automáticamente en los resultados finales y públicos de esta corporación.

La Contabilidad macroeconómica debe abandonar su doctrina patriarcal, colonial, ecocida y capitalista, y priorizar el nexo humano-naturaleza. La extracción de la naturaleza aumenta el PIB, pero la regeneración no. La venta de órganos humanos aumenta el PIB, pero una madre que alimenta a su bebé no. Por eso, desde el progresismo, debemos rechazar al imperialismo económico con bolsas especulativas que fijan los precios de exportación de las materias primas y, por el contrario, nuestra tarea es alentar la creación de clubes de países exportadores desde el Sur Global que gobiernen los precios y establezcan las condiciones del intercambio. El progresismo está llamado a combatir el ecocidio, el genocidio greenwashing y el extractivismo de renovables y promover la inversión en infraestructura para el siglo XXI.

Si un negocio, una corporación solo puede obtener ganancias en base a las reglas de un planeta infinito en recursos, en lugar de en las leyes de la naturaleza, entonces no debería ser un negocio rentable. Es imperativo desprivatizar las normas contables establecidas por el International Accounting Standards Board (IASB) y convertir los estándares existentes en un bien público dirigido por la Organización de las Naciones Unidas. En términos de Contabilidad macroeconómica, abogo por reemplazar el PIB por el Sistema de la ONU de Contabilidad Ambiental-Económica, que, al menos, intenta construir un nexo coherente entre actividad económica humana con dinero y tierra, agua, energía, minerales, biodiversidad, aire/gas y servicios ecosistémicos.

Y ante todo lo planteado, ¿cuáles son concretamente las instituciones que necesitamos crear para construir un nuevo orden internacional soberano, democrático y justo con el Sur Global?

  1. La creación de un club de países deudores: una asociación de naciones endeudadas que se rehúsen a continuar aceptando la austeridad como un castigo colectivo. Esta asociación de países deudores debe coordinar un incumplimiento colectivo de sus bonos para desencadenar una conferencia de deuda global -como la de Londres 1953- y la transformación del sistema monetario internacional con los Derechos Especiales de Giro conectados a dineros regionales. El sistema que resulte de esto debe ser una red de unidades regionales de moneda sintética -además de las nacionales- con sistemas de pago regionales y expansión monetaria endógena coordinada para el desarrollo de los países deudores. En el caso de Suramérica, significa adoptar la propuesta del Presidente Lula da Silva para la creación de un Banco Central Suramericano, con su unidad de cuenta, “el Sur”, un sistema de liquidación intrarregional y un área regional de pagos interbancarios. Esto último, debería estar acompañado por el Banco del Sur, que funcionaría como el motor de financiación de las inversiones para las cinco soberanías regionales: alimentación, energía/infraestructura, salud, conocimiento e industrialización de recursos naturales.
  2. La creación de un club de países de los minerales: una asociación de naciones principalmente africanas y sudamericanas que no solo acuerden fijar las cantidades y los precios de los minerales para mejorar sus términos de intercambio, sino también acuerden un enfoque científico, tecnológico y una agenda de apropiación industrial consciente de la emergencia climática para sus minerales. En síntesis, significa que las empresas transnacionales que ahora están procesando los minerales abandonen sus modelos de negocios coloniales, establezcan industrias de alto valor agregado en países en desarrollo y transfieran sus conocimientos y tecnología a los ingenieros de las comunidades locales. Este sería un comienzo para la conformación de la nueva jerarquía científico-tecnológica de la tercera vía impulsada por el Sur Global.

Para ir concluyendo, debo decir que, lamentablemente, la economía global no está cambiando en términos de lo que se requiere para una transición climática o de la financiarización. No está mutando en términos de la voracidad de las empresas transnacionales o de la velocidad de los avances tecnológicos o de la transformación de la sociedad. Lo que estamos sintiendo -y lo que está cambiando- es el surgimiento de una nueva jerarquía tecnológica liderada por China. Esta jerarquía tecnológica se expresa en la capacidad industrial, el poderío militar, la escala y la demanda especializada de los recursos naturales, y los modelos abstractos de gran tecnología y vigilancia, incluidas las finanzas y los pagos. El nuevo poder jerárquico se consolida y busca ejercer control sobre su oferta en cadenas y canales de distribución, compite con jerarquías establecidas y dirigidas por Estados Unidos. Como la jerarquía liderada por China supera su escala doméstica, la confrontación con Estados Unidos es inevitable. La economía global está determinada por esto.

Hoy por hoy, no vemos una tercera alternativa previsible en términos de jerarquía tecnológica. Estados Unidos continúa estableciendo los estándares para tecnologías militares, que cae en cascada en aplicaciones industriales y comerciales en todo el ámbito de la OTAN, incluyendo a la mayor parte de Europa y sus áreas de influencia. Solamente ciertas potencias de segundo nivel han intentado desarrollar estándares tecnológicos internos o interoperables para sus ejércitos, pero con una capacidad muy limitada para expandirse aún más en la industria o en aplicaciones comerciales. Un gran impulso científico-tecnológico del Sur Global para el avance de su propia jerarquía tecnológica es el camino. Trabajar juntos para construir una verdadera solidaridad internacional hacia un futuro que sea para todas las personas y no unos cuantos privilegiados y privilegiadas.

Mientras el Sur siga poniendo los cadáveres que resulten de la guerra contra las drogas y el Norte ponga las narices; mientras la sede de la Organización de las Naciones Unidas que aglutina a todos las naciones del planeta sigan estando en Nueva York, aunque la mayoría de la población mundial viva en el Sur Global; esta lucha por un mundo más justo, más igualitario e inclusivo continuará, y le corresponde al progresismo liderarla.