Resultados y perspectivas de las reformas en Etiopía (2018-2022)
Results and perspectives of the reforms in Ethiopia (2018-2022)
Lic. Alberto Hernández Suardíaz
Licenciado en Relaciones Internacionales, Ministerio de Relaciones Exteriores, La Habana, Cuba.
ahsuardiaz116@gmail.com, 0009-0008-6251-4863
Recibido: 8 de abril de 2023
Aprobado: 10 de mayo de 2023
RESUMEN La elección en abril de 2018 de Abiy Ahmed como Primer Ministro de Etiopía creó una gran expectativa entre los etíopes y las principales potencias mundiales, por su agenda de profundas reformas económicas, políticas, sociales y de política exterior, un intento por revertir la compleja situación que vivía ese país. Las medidas propuestas, interdependientes, necesitadas de un consenso nacional para avanzar ante las diferencias, buscaban construir una democracia liberal, revitalizar la economía nacional y liderar la integración regional, vía además para ofrecer una nación más estable y segura a los inversionistas extranjeros. La victoria abrumadora del Partido de la Prosperidad en las elecciones generales de 2021 constituyó, por su parte, una oportunidad para mostrar resultados positivos del proceso de reformas. Sin embargo, estas no lograron los resultados propuestos hasta el 2022, con una economía etíope en proceso de desaceleración, agravada por el efecto de la pandemia y las sanciones unilaterales de Estados Unidos y países aliados. Es necesario un proceso de reconciliación nacional que preserve la integridad territorial y la soberanía del país, principalmente por las consecuencias provocadas por el conflicto interno. África necesita una Etiopía fuerte y estable, por su protagonismo político internacional y su liderazgo en el Cuerno Africano. Este trabajo se propone analizar los resultados de las reformas llevadas a cabo por el Primer Ministro Abiy Ahmed en Etiopía entre 2018 y 2022.
Palabras clave: reformas, política exterior, conflicto, liderazgo, economía
ABSTRACT The election in April 2018 of Abiy Ahmed as Prime Minister of Ethiopia created great expectations among Ethiopians and the main world powers, due to his agenda of deep economic, political, social and foreign policy reforms, an attempt to reverse the complex situation that nation lived. The proposed, interdependent measures, which needed a national consensus to move forward in the face of differences, sought to build a liberal democracy, revitalize the national economy and lead regional integration, as well as offering a more stable and secure nation to foreign investors. The overwhelming victory of the Prosperity Party in the 2021 general elections was, for its part, an opportunity to show positive results of the reform process. However, these did not achieve the proposed results until 2022, with an Ethiopian economy in the process of slowing down, aggravated by the effect of the pandemic and the unilateral sanctions of the United States and allied countries. A national reconciliation process is necessary to preserve the territorial integrity and sovereignty of the country, mainly due to the consequences caused by the internal conflict. Africa needs a strong and stable Ethiopia, due to its international political role and its leadership in the Horn of Africa. This paper aims to analyze the results of the reforms carried out by Abiy Ahmed in Ethiopia between 2018 and 2022.
Keywords: reforms, foreign policy, conflict, leadership, economy
INTRODUCCIÓN
Etiopía es un país con una historia milenaria, ubicada en el estratégico Cuerno de África, región que ha estado siempre en el foco de atención de las principales potencias económicas y militares del mundo.
Es el segundo Estado africano más poblado y la economía más grande del este de África. Hasta el 2019, fue el país de más rápido crecimiento económico de ese continente y el mayor contribuyente de personal uniformado a las Fuerzas de Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas.
Etiopía se convirtió en un paradigma de la independencia africana en el siglo XX, por su resistencia ante las invasiones coloniales imperialistas de finales del siglo XIX y durante la II Guerra Mundial, que la llevaron a liderar la formación de la Organización para la Unidad Africana (OUA) y a servir de ejemplo para la mayoría de los movimientos de liberación en el continente. Desde esa época, ese país ha desempeñado un liderazgo político significativo en África, evidenciado, además, en la acogida de las sedes de la OUA y de la actual Unión Africana (UA), así como de la Comisión Económica para África de Naciones Unidas. Hoy en día, Addis Abeba es una de las principales capitales diplomáticas del continente, lo que facilita, a su vez, sus niveles de influencia en África.
La llegada al poder de Abiy Ahmed en abril de 2018 creó una gran expectativa entre los etíopes, fundamentalmente entre los oromos1, etnia de origen del gobernante, así como entre las potencias occidentales. El motivo principal fue su agenda de reformas económicas, políticas, sociales y de política exterior, presentada durante su toma de posesión, en un intento por revertir la tensa situación que vivía Etiopía en aquel año.
Al respecto, es válido señalar que, a finales de mayo de 1991, se hizo con el poder de Etiopía el Frente Revolucionario Democrático del Pueblo Etíope (FRDPE2), coalición que en sus primeros años ganó una importante popularidad, por los resultados económicos mostrados bajo el liderazgo de Meles Zenawi. No obstante, era ampliamente percibido en Etiopía que el FRDPE aplicaba políticas favorables para la población tigriña, uno de los grupos étnicos minoritarios de ese país (Colectivo de Autores, 2019: 3) que representa actualmente solo un 5.7% de la población etíope (CIA, 2022a). Una de ellas fue la imposición de un férreo sistema político-administrativo de carácter étnico-federal, que satisfacía los intereses de los tigriños, en detrimento de las etnias mayoritarias amharas y oromos, así como de la unidad nacional.
El optimismo generado alrededor de la agenda de reformas de Abiy ha ido diluyéndose en el tiempo, principalmente por su poca capacidad para resolver las causas que generaron la crisis política que desembocó en la elección de un nuevo Primer Ministro en 2018. Ante esa situación, este trabajo se propone como objetivo analizar los resultados y perspectivas de las reformas llevadas a cabo por el Primer Ministro Abiy Ahmed en Etiopía entre 2018 y 2022.
DESARROLLO
Tras su elección como nuevo Primer Ministro de Etiopía en abril de 2018, Abiy Ahmed anunció una audaz agenda de reformas, basada fundamentalmente en las históricas peticiones de su base popular: la etnia oromo, grupo poblacional etíope que durante siglos ha sido marginado de la política, la cultura y la economía del país, a pesar de su notoria mayoría y dominio territorial. Entre las medidas anunciadas estuvieron:
Estas medidas se concibieron con un carácter interdependiente y estuvieron centradas en la construcción de una democracia liberal representativa al estilo occidental, la revitalización de la economía nacional y liderar la integración regional, como medio para abrir el país al mundo y ofrecer una nación más estable y segura para los inversionistas extranjeros. Como se puede observar, se trataba de medidas ambiciosas que necesitaban un consenso obligatorio dentro de Etiopía para poder avanzar.
En ese sentido, no pueden obviarse el enraizado etnicismo3 y la división política y social que ha caracterizado a Etiopía a lo largo de su milenaria historia. Asimismo, debe destacarse que tras más de 25 años en el poder y dirigiendo la coalición del FDRPE, el Frente para la Liberación del Pueblo Tigriño (FLPT) dominaba las principales estructuras de gobierno y partidistas, así como las altas esferas del ejército, las fuerzas de seguridad, inteligencia, las instituciones financieras y las mayores empresas estatales y privadas de Etiopía. Para el 2018, los tigriños contaban con el poder político, militar y económico del país, por lo que cualquier cambio que se fuera a implementar debía contar con la anuencia de los líderes del FLPT.
Por tanto, este programa de reformas enfrentó, desde sus orígenes, contradicciones que dificultaron su implementación y resultados.
En los primeros cuatro años de gobierno de Abiy, las reformas aplicadas no influyeron en la disminución de los conflictos étnicos. Junto a estos, las constantes disputas fronterizas entre las regiones estatales, el aumento de los desplazados internos e incluso un conflicto civil en el norte de Etiopía, con implicaciones políticas y étnicas, ilustran los retos de la agenda de reformas en el apartado social.
Uno de los resultados positivos de la reforma de Abiy fue la pronta creación del Ministerio de Paz de Etiopía, una nueva institución gubernamental encargada de atender todo tipo de conflictos internos y promover medidas para atender sus causas. Sin embargo, ese nuevo organismo estatal ha enfrentado la falta de preparación de sus funcionarios y de acciones inmediatas para atender el auge de las disputas étnicas, debido al vasto territorio que ocupa Etiopía, su inmensa población, la carencia de recursos económicos vitales para movilizar ayudas y la burocracia.
La Comisión de Reconciliación Nacional tampoco ha sido capaz de atender las causas que fomentan estos conflictos endógenos, marcados fundamentalmente por las diferencias de derechos de autonomía que brinda la propia Constitución nacional a los más de 80 grupos poblacionales etíopes; la implementación forzada del federalismo étnico como sistema de división político-administrativo del país; el registro obligatorio de los ciudadanos de acuerdo con la etnia de uno de sus progenitores; y el insuficiente diálogo entre el actual gobierno y la élite tigriña marginada del poder.
Igualmente, la filosofía de Medemer4 aplicada por el actual Primer Ministro, como idea de unidad nacional, no fue acogida por la amplia mayoría de los etíopes como un referente para resolver las diferencias étnicas acrecentadas en los últimos 25 años5. El llamado a una sola y unida Etiopía, donde se respeten las costumbres, tradiciones y lenguas de todas las etnias, se enfrenta al creciente interés por la autonomía territorial de los grupos poblacionales etíopes, principalmente de sus élites, lo que amenaza con la Balcanización del país africano.
La desintegración del FDRPE a finales de 2019 por el Primer Ministro, con su automática sustitución por el Partido de la Prosperidad (PP), constituyó una demostración del interés de Abiy Ahmed por promover la unidad nacional y alejarse de las prácticas divisionistas y discriminatorias tigriñas. Con esa decisión, fusionó las fuerzas políticas que formaban la vieja coalición nacional, a excepción del FLPT, organización que rechazó la disposición por ir en contra de sus principios étnico-federalistas y de desarrollo económico. De esa manera, fueron removidos de sus cargos todos los ministros pertenecientes a la organización tigriña. El surgimiento del PP y su establecimiento como partido de gobierno constituyeron las bases fundamentales del posterior estallido del conflicto civil6 en Tigray y el norte del país.
El PP se marcó, como principal objetivo, convertirse en una fuerza política de alcance nacional y no solo regional, como ocurrió con su predecesor, en un intento por acabar con viejos dogmas étnicos y de interés local. Este partido se convirtió en un nuevo y fuerte contendiente político, por su trascendencia e ideas de unidad nacional, de cara a la reforma electoral que se anunció.
No obstante, fue incapaz de atraer a las bases populares partidarias del sistema étnico-federal, la autonomía regional y el separatismo, que habían ayudado al ascenso al poder de Abiy Ahmed. Ejemplo de ello fue el fortalecimiento del Congreso Federal Oromo, que absorbió a buena parte de esos sectores poblacionales y se convirtió en la principal fuerza de oposición entre los miembros de esa etnia.
Otro de los puntos clave de la agenda de reformas del actual Primer Ministro fue la promoción de la democracia liberal representativa en Etiopía, así como la apertura de las elecciones generales a la participación de todas las fuerzas políticas. Este ha sido uno de los programas propuestos que más limitaciones ha enfrentado, debido a la necesidad de crear, preparar y financiar las estructuras electorales nacionales a todos los niveles del país; fomentar las condiciones para que todas las fuerzas políticas interesadas participen en los comicios en igualdad de condiciones; así como educar a la población para que participe activamente en los procesos electorales que se convocan.
Al respecto, destacó la designación de Birtukan Mideksa como presidenta de la Comisión Electoral Nacional de Etiopía (CENE), una de las principales promotoras de la apertura política del país y de las voces más reconocidas de la oposición durante el mandato del FDRPE. Bajo su dirección, se promovió el carácter independiente de ese órgano respecto al Gobierno federal, aunque en varias ocasiones se ha apreciado el consenso entre sus decisiones y las ideas propuestas por el Premier etíope. Ejemplo de ello fueron los aplazamientos de las elecciones nacionales en dos ocasiones y el no reconocimiento de los sufragios regionales realizados sin autorización por el FLPT en el estado regional de Tigray.
No obstante, los comicios nacionales realizados en 2021 lograron la participación de 37.4 millones de votantes, 9300 candidatos pertenecientes a 47 partidos políticos, datos considerados récords para Etiopía (Colectivo de autores, 2021a). Por primera vez, dos fuerzas políticas de oposición obtuvieron asientos en el Parlamento federal, cuando el Partido Ezema y el Movimiento Nacional de Amhara ganaron menos de 10 asientos cada uno (Colectivo de autores, 2021b).
Igualmente, tres miembros de la oposición ocuparon puestos en el gabinete del Primer Ministro, en una clara muestra de la disposición de Abiy por cumplir con su agenda de reformas. Ejemplo de ello fue la designación del líder de Ezema para la importante cartera del Ministerio de Educación, una de las principales apuestas sociales de Abiy Ahmed para lograr el desarrollo nacional y una mayor atracción de capital foráneo7.
La Comisión Electoral Nacional de Etiopía y el Gobierno trabajaron para que todas las fuerzas políticas accedieran en igualdad de condiciones a los comicios generales. No obstante, en el periodo eleccionario, varias fuerzas de oposición denunciaron desventajas respecto al gobernante PP, en relación con los presupuestos de las organizaciones; los tiempos y oportunidades en los medios de comunicación, debido al control estatal de la mayoría y más importantes de ellos tanto a nivel regional como nacional, así como por las supuestas presiones que sufrieron varios líderes políticos de oposición por fuerzas de seguridad.
En cuanto a la economía, Abiy Ahmed se encontró que, si bien se mantuvo el crecimiento económico, este pareció estancarse, a partir del aumento de la deuda externa, la carencia de divisas internacionales y la disminución de las inversiones extranjeras. Para ello, el nuevo gobierno se propuso la descentralización de la economía, la privatización total de varias empresas estatales como los centrales azucareros y la venta de acciones de las principales compañías públicas como Ethiotelecoms (única que ofrece servicios de telecomunicaciones en el país) y Ethiopian Airlines (principal aerolínea del continente) (Mokaddem, 2019: 3).
Como parte del programa nacional de reforma monetaria, el gobierno emitió nuevos billetes, lo que permitió contrarrestar en un inicio a los especuladores y limitar el mercado negro de divisas. Asimismo, fortaleció sus vínculos con el FMI y el Banco Mundial para reformar las instituciones financieras nacionales y favorecer las fluctuaciones diarias de la moneda nacional (EthiopianBirr), lo cual constituyó una decisión arriesgada, que finalmente favoreció la inflación y la rápida devaluación del birr.
Esta reforma económica vio al neoliberalismo como nueva vía para el desarrollo nacional. De esa manera, se abandonó el modelo de desarrollo estatal de la economía, que lideró el exprimer ministro y fundador del FDRPE, Meles Zenawi. Esta decisión encontró divisiones a lo interno del Gobierno y del partido gobernante, al no existir una estrategia que demostrara su viabilidad y resultados superiores a los alcanzados en años anteriores. No obstante, estuvo destinada a atraer más inversiones, fundamentalmente europeas y de Estados Unidos (Mokaddem, 2019: 6).
En cuanto a la deuda, la intención fue la renegociación con los acreedores para retrasar los pagos y la obtención de nuevos créditos de los fondos árabes y de organismos financieros internacionales. Esta política demostró su debilidad durante la pandemia de la COVID-19 y el conflicto civil en el norte del país, tiempo en que la economía fue fuertemente golpeada y se perdieron numerosos fondos de países occidentales, necesarios para suplir los déficits presupuestarios anuales.
De acuerdo con los datos ofrecidos por el Banco Mundial sobre las tasas de crecimiento económico de Etiopía (Banco Mundial, 2022a), la apertura económica y el anuncio de políticas neoliberales solo fueron positivas para Etiopía en el primer año de mandato de Abiy Ahmed. En 2019, año en que todavía no habían sufrido el impacto de la COVID-19 ni del conflicto civil, se observó un crecimiento de 8,4%, 1,6% superior a 2018 aunque 1,2% por debajo de 2017. En 2020 el crecimiento económico fue de 6,1% y 2021 de 5,6%, las tasas más bajas desde 2003, que mostró una desaceleración de la economía de Etiopía, relacionado con los impactos negativos sufridos por la pandemia, el conflicto civil y las medidas coercitivas unilaterales de EE.UU. y la UE por ese conflicto bélico.
El Gobierno etíope constató la necesidad de revisar su reforma económica y crear una estrategia sostenible y menos dependiente de las potencias occidentales, las cuales, por lo general, intentan ganar influencias políticas y militares en el país y en el Cuerno de África, a cambio de determinados favores monetarios y la renegociación de la deuda externa.
Las reformas también estuvieron destinadas a cambiar las estructuras y funcionamiento del ejército, la policía y las fuerzas de seguridad, en un intento de crear fuerzas nacionales, que respondieran al poder federal y no al partido y/o etnia que domine determinada región. En un principio, la medida fue considerada positiva por ser un nuevo llamado a la unidad nacional, que intentaba impedir la discriminación étnica y los conflictos interétnicos armados. No obstante, provocó la exclusión de los jefes militares más experimentados del país, que pertenecían a la etnia tigriña. Con ello, se debilitaron las estructuras y las capacidades defensivas y de inteligencia etíopes, clave en el desarrollo del conflicto civil en el norte del país.
La agenda de reformas de Abiy Ahmed incluyó además la revitalización de la política exterior etíope, enfocada principalmente en el Cuerno de África, mediante la promoción de la paz y del diálogo en esa estratégica región, así como una mayor relación con sus ciudadanos en el exterior, como vía para promover la inversión y la entrada de divisas.
Destacó la firma de la paz con Eritrea, pocos meses después de su llegada al poder, lo que posibilitó que el gobernante etíope recibiera el Premio Nobel de la Paz. El galardón fue un respaldo de imagen para el país y para el propio líder, que trajo consigo además un auge en las relaciones políticas y económicas con Occidente.
Asimismo, resaltó el rol desempeñado por Etiopía en la solución pacífica de la crisis en Sudán entre 2018 y 2019, en los acercamientos entre Eritrea, Djibouti y Somalia, la consolidación de las relaciones con todos los Estados del Cuerno de África y la designación del etíope Workneh Gebeyehu como Secretario General de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD).
Es válido resaltar que la política exterior del gobierno de Abiy se distanció de la de sus predecesores. Este cambio fue trascendental para la defensa de sus intereses nacionales, tras el inicio del conflicto civil en el norte del país, donde ha contado con un apoyo irrestricto de sus vecinos africanos. Estos han respaldado el respeto a la soberanía de Etiopía y su derecho a resolver sus asuntos internos sin injerencia extranjera. Incluso, sobresale que los mandatarios de los países del Cuerno Africano asistieron a la toma de posesión de Abiy Ahmed, tras ganar las elecciones nacionales en 2021, a pesar de los combates en Tigray.
Por tanto, se debe resaltar que la reforma en la política exterior impulsada por Abiy tuvo resultados positivos inmediatos en el corto plazo. No obstante, entre 2020 y 2022 fue insuficiente para resolver de forma pacífica el diferendo fronterizo con Sudán, que estalló tras las acciones desarrolladas por Jartum en el contexto del estallido del conflicto civil en el norte de Etiopía. Durante esos años, se alejaron paulatinamente las posibilidades de diálogo, a partir de la publicación de duras declaraciones políticas y la realización de movimientos militares de envergadura, muchos de los cuales provocaron fuertes combates en las zonas en disputa.
Asimismo, durante el periodo, el primer ministro Abiy Ahmed no pudo resolver las diferencias con Sudán y Egipto por la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GPRE8), a pesar de las constantes negociaciones sobre el llenado y las operaciones de la represa.
Al respecto, un punto positivo fue su enfrentamiento a EE.UU. por la soberanía de Etiopía sobre la presa, lo que marcó un viraje en la política exterior etíope que, hasta esa fecha, había sido muy cercana a Washington. Es válido resaltar que, basados en los principios del derecho internacional público, Addis Abeba tiene el derecho soberano de denunciar la actitud de EE.UU. por no actuar de buena fe en su posición de mediador en las negociaciones tripartitas; defender el principio de igualdad soberana, bajo el cual este país africano debe ser tratado en condición de iguales ante el derecho internacional y no ser denigrado por los intereses estadounidenses.
Cabe destacar que, hasta la fecha, Etiopía ha mantenido su voluntad de cooperar y dialogar en la búsqueda de una solución pacífica de esta controversia internacional y se ha mantenido distante de las posiciones y declaraciones que instan a un conflicto armado9 por el preciado líquido.
El conflicto civil en el norte de Etiopía
Las divergencias con el FLPT constituyeron el principal desafío para la implementación de la agenda de reformas de Abiy Ahmed. Cada una de las medidas tomadas enfrentó la crítica del partido y de los dirigentes tigriños, que vieron en el cambio el fin de su dominio político, militar y económico en Etiopía. Los numerosos intentos del gobierno de Abiy de resolver de manera pacífica y amistosa las diferencias con el FLPT no tuvieron éxito, lo cual puso en riesgo su programa de cambios en el país.
El momento trascendental en este periodo de reformas en Etiopía fue la decisión del FLPT de no aceptar el cambio de fecha de las elecciones nacionales y actuar militarmente contra el Gobierno federal, en un movimiento de secesión, atentando contra la integridad territorial del país. El 4 de noviembre de 2020, el FLPT y sus fuerzas leales atacaron la Base del Comando Norte de las Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía, ubicado en Tigray, lo que desató una fuerte respuesta gubernamental para capturar a los líderes rebeldes tigriños.
Esto provocó el estallido de un conflicto étnico de grandes proporciones en el norte del país, en un intento desesperado del FLPT por derrocar al Primer Ministro. Propició además la entrada de Eritrea en el conflicto, en apoyo de Abiy, tras el bombardeo por los tigriños de Asmara y otros pueblos fronterizos.
EE.UU. y la Unión Europea se posicionaron en contra del gobierno de Abiy Ahmed y promovieron acciones en Naciones Unidas para facilitar intervenciones humanitarias en el norte de Etiopía, bajo el pretexto de ofrecer ayuda internacional para las víctimas.
Ejemplo de ello fue la decisión anunciada por el presidente Joe Biden, en noviembre de 2021, de poner fin a las ventajas comerciales de Etiopía para exportar hacia Estados Unidos, bajo la Ley de Crecimiento y Oportunidades para África (AGOA, por sus siglas en inglés), con el pretexto de la supuesta ocurrencia de violaciones de derechos humanos. Esta medida representó una pérdida de casi 150 millones de USD para la economía etíope, así como un riesgo para la permanencia en el país africano de inversionistas extranjeros (DW, 2021).
Debe destacarse que, en la posición asumida por EE.UU. respecto al Gobierno etíope, influyó la estrecha relación que mantuvieron Washington y Addis Abeba, durante el mandato de Meles Zenawi, momento aprovechado por el FLPT para estrechar sus vínculos políticos con los principales centros de poder estadounidenses. Sobresale, por ejemplo, que en la primera década del siglo XX, Etiopía se convirtió en el principal aliado de EE.UU. en la guerra contra el terrorismo en el Cuerno de África (Schmidt, 2023).
Igualmente fue notable el lobby político realizado por la comunidad tigriña en EE.UU., reconocida por su poderío económico respecto a otros grupos étnicos etíopes asentados en el país norteamericano.
Por su parte, la Unión Europea suspendió sus ayudas presupuestarias al gobierno de Etiopía de alrededor de 88 millones de euros, hasta que se permitiera la entrada de agencias humanitarias europeas a las zonas de conflicto (Reuters, 2021).
Asimismo, Estados Unidos y la Unión Europea presentaron varias iniciativas en organismos multilaterales, para condenar al Gobierno etíope por la situación en las zonas de conflicto.
En julio de 2021, en el Consejo de Derechos Humanos, por iniciativa de estos países, se adoptó una resolución sobre la situación de los derechos humanos en la región de Tigray, que expresó su grave preocupación por los informes de violaciones y abusos graves de los derechos humanos y violaciones del derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los refugiados, presuntamente cometidos por todas las partes en la región de Tigray desde el comienzo del conflicto, el 4 de noviembre de 2020. La resolución fue adoptada por 20 votos a favor, 14 en contra y 13 abstenciones (Human Rights Council, 2021).
Igualmente intentaron que se adoptaran resoluciones con medidas contra Etiopía en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde encontraron la oposición de China y Rusia. No obstante, lograron que dicho órgano pidiera el fin de los combates en Etiopía y el inicio de conversaciones sobre un alto al fuego duradero (Nichols, 2021).
El conflicto en el norte del país dejó cuantiosos estragos, por los daños en los campos, la infraestructura, la muerte de alrededor de quinientas mil (500 000) personas por la guerra y el hambre, más de cinco millones de desplazados internos; 5,2 millones necesitados de asistencia humanitaria, incluidos 3,8 millones sin acceso a la salud (Maina, 2022) (Paz y Seguridad ONU, 2022).
El conflicto civil concluyó con la firma de la paz entre el gobierno y los rebeldes, el 2 de noviembre de 2022, en una nueva muestra de que el Primer Ministro estuvo abierto al diálogo y a la búsqueda de la paz y la estabilidad nacional.
El proyecto de reformas de Abiy Ahmed se estancó ante la difícil situación que enfrentó el país. A la tendencia al estancamiento económico, se sumaron los estragos provocados por dos años de conflicto civil en prácticamente toda la infraestructura del norte del país, el golpe provocado por las medidas coercitivas unilaterales de EE.UU. a las exportaciones etíopes y los recortes de fondos europeos a las ayudas presupuestarias. Esta situación tuvo como contrapartida para Etiopía un mayor acercamiento a China y Rusia, así como a otras economías emergentes interesadas en ganar influencias en África, como Turquía, India y países árabes.
El conflicto civil y su duración de dos años provocó además desconfianzas entre los grupos étnicos, fundamentalmente desde y con los tigriños.
No debe obviarse que la paz en Etiopía significa mayor seguridad y estabilidad en el Cuerno de África. Los problemas de ese país repercutieron de inmediato en la región, fundamentalmente por el elevado número de desplazados, la magnitud de la crisis en Tigray y sus zonas aledañas, el aumento del tráfico de armas en área y el debilitamiento de las fuerzas militares etíopes, claves en la contención del terrorismo que afecta la región. Por tal razón, la comunidad internacional se ha alarmado ante las posibilidades de aumento y descontrol en la zona de ese último flagelo internacional. Asimismo, la actual crisis en el norte de Etiopía pudiera influir en un aumento de la inmigración ilegal a través del Mediterráneo, así como de crímenes transnacionales como la trata de personas.
CONCLUSIONES
La victoria del Partido de la Prosperidad en las elecciones generales nacionales de 2021 es una muestra de que Abiy contó con el respaldo suficiente para continuar con su agenda de reformas, a pesar de mostrar pocos resultados positivos en los primeros cuatro años de gobierno. Ese logro es una oportunidad para avanzar en los cambios propuestos, sabiendo que controlan prácticamente todo el Parlamento y pueden aprobar por mayoría cualquier iniciativa legislativa.
No obstante, se mantuvieron y agudizaron los conflictos étnicos, que tuvieron su mayor expresión con el estallido de los combates en el norte del país, ante los intentos secesionistas del FLPT. La poca capacidad del gobierno de Abiy para encontrar una solución pacífica a esa crisis política, puso en peligro su mandato y la aplicación de su agenda de reformas.
Corresponde al Primer Ministro liderar un proceso de reconciliación nacional. Las reformas deben también influir en el fomento de la confianza entre los grupos étnicos, para que se alejen de la rivalidad y puedan trabajar juntos en el desarrollo de la nación.
En ese sentido, la Comisión de Reconciliación Nacional debe actuar y tomar experiencias de otros países africanos como Sudáfrica y Rwanda, donde los temas sobre el color de la piel y el étnico han sido abordados y, de momento, han ofrecido una solución que parece duradera. Esto debe ir acompañado por resultados positivos inmediatos de la agenda de reformas de Abiy Ahmed, con el fin de favorecer la tranquilidad ciudadana, el orden del país, la estabilidad económica y la confianza en su gestión.
Para ello, es también necesario que las reformas atiendan de manera inmediata y definitiva la raíz de los problemas étnicos en Etiopía, que permitan garantizar la estabilidad, la paz y seguridad de todo el país, como medio fundamental para la atracción de capital foráneo, vital para el relanzamiento económico planificado.
Las nuevas medidas propuestas no resolvieron los problemas económicos fundamentales como la desaceleración de la economía y el sobreendeudamiento. Las políticas neoliberales tomadas no tuvieron el respaldo ni los resultados esperados por Abiy, fundamentalmente por su lenta ejecución, las dudas sobre su aplicación y los efectos de la pandemia de la COVID-19, el conflicto civil en el norte del país y las medidas coercitivas unilaterales aplicadas por Estados Unidos y la Unión Europea contra el gobierno etíope. Igualmente, las privatizaciones propuestas, unidas a los problemas estructurales de un país subdesarrollado, pudieran tener un alto costo social para Etiopía.
Entre los resultados positivos de la agenda de reformas estuvo la celebración de las elecciones generales en la mayor parte del país. Como impulsó el Primer Ministro, estos comicios nacionales contaron con altos niveles de participación popular, pluralidad de fuerzas políticas y el acceso de la oposición a asientos en el Parlamento y puestos en el Gobierno federal.
Asimismo, se logró revitalizar la política exterior etíope, con la firma de la paz con Eritrea, el establecimiento de importantes alianzas con las naciones del Cuerno de África y su participación e influencia en procesos políticos de la región y en IGAD. No obstante, el gobierno de Etiopía no pudo resolver los conflictos con Egipto y Sudán por la Gran Presa del Renacimiento Etíope ni las disputas fronterizas con los sudaneses.
De manera general, las reformas deben ayudar a reconstruir la imagen internacional de Abiy Ahmed en occidente, que fue afectada durante el conflicto civil entre 2020-2022. Esto ayudaría a continuar atrayendo fondos e inversiones y a fomentar alianzas internacionales, necesarias para la implementación inmediata de la agenda del Primer Ministro.
África necesita una Etiopía fuerte, por su protagonismo político internacional, su liderazgo e influencia en el Cuerno Africano, su papel en las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU en el propio continente y en el resto del mundo, así como por ser la sede de la Unión Africana.
notas
1 En Etiopía conviven más de 80 grupos étnicos, donde los oromos son el 35.8% de la población; los amharas el 24.1%, los somalíes el 7.2%, los tigriños el 5.7%, los sidamas el 4.1%, los guragies el 2.6%, los welaitas el 2.3%, los afaríes el 2.2%, mientras el resto de las etnias constituyen el 16% de la población total (CIA, 2022a).
2 El FRDPE fue una coalición partidista fundada en 1990 para aglutinar a las principales fuerzas guerrilleras que enfrentaban al gobierno de Mengistu Hailemariam. Sus cuatro miembros fueron Partido Democrático de Amhara, el Frente para la Liberación del Pueblo Tigriño, el Partido Democrático de Oromo y el Movimiento Democrático del Pueblo de Etiopía del Sur.
3 Etnicismo es la tendencia a valorar las características de una etnia, particularmente en la organización política o social. (Real Academia Española, 2022)
4 Medemer significa para los etíopes acción o proceso de añadir algo a una cosa ya existente. Constituye una vía de promoción comunicacional de las reformas de Abiy. El Medemer, como concepto filosófico, intenta fomentar el diálogo sobre sus pilares: la construcción de una democracia sólida; la vitalidad económica; la promoción de las alianzas público-privadas; y la integración regional y la apertura al mundo (Prime Minister’s Office, 2019).
5 Con la llegada del FDRPE al gobierno de Etiopía en 1991, se promovió el establecimiento del sistema étnico-federal, refrendado en la Constitución de 1995, como división político-administrativa del país. Esta medida favoreció a las etnias más grandes y es la causa principal de los actuales conflictos étnicos, tanto en el interior de las regiones estatales como en sus fronteras.
6 Ver epígrafe El conflicto civil en el norte de Etiopía.
7 En Etiopía, aunque la mayoría de los niños son matriculados en la escuela, muchos no completan su educación: el 85 % supera el quinto grado y el 54 % pasa el octavo grado. Solo el 25% de los niños en edad de asistir a la escuela secundaria están matriculados en ese nivel de enseñanza. (UNICEF, 2018)
8 La GPRE empezó su construcción en 2013, como un proyecto llamado a liderar el desarrollo de Etiopía. Se ubica en el Nilo Azul, a 20km de la frontera con Sudán y tendrá una capacidad de generación eléctrica de 6000 MW.
9 En octubre de 2020, cuando Etiopía decidió no firmar el acuerdo propuesto por EE.UU. en su capacidad de mediador, el entonces presidente Donald Trump, en capacidad de mediador de las negociaciones, dijo: “Es una situación muy peligrosa porque Egipto no va a poder vivir de esa manera. Van a terminar estallando esa represa [...] lo digo alto y claro, estallarán esa represa” (Getachew, 2020).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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