notas
Che en el recuerdo de Salvador Vilaseca
Che in the memory of Salvador Vilaseca
M. Sc. Tatiana Martínez Hernández
Máster en Estudios Políticos y Sociales. Profesora Asistente de la Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría” (Cujae), La Habana, Cuba. tatianam@tesla.cujae.edu.cu, tatimarti3219@gmail.com
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Recibido: 19 de diciembre de 2022
Aprobado: 21 de enero de 2023
La vida me puso dos veces al encuentro de este veterano revolucionario. En el primero, quedé en la atención de un subordinado suyo, en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales donde se desempeñaba como Rector, cuando mis intenciones eran estudiar en ese centro. Sin embargo, en la segunda oportunidad me hallé en la sala de su hogar conversando sobre su relación con Ernesto Che Guevara.
Sabía que estaba en presencia de un dirigente estudiantil de fines de la década del 20, luchador contra la tiranía de Gerardo Machado. Tras el triunfo revolucionario de 1959 fue administrador y luego director del Banco Nacional de Cuba, representante diplomático y rector de la Universidad de La Habana y del Instituto Superior de Relaciones Internacionales.
Corrían los años más duros del llamado Período Especial en Cuba y el Dr. Salvador Vilaseca ofrece sus vivencias como maestro de Matemáticas del Che y la situación de aquella época en la Isla con la misma pasión y lucidez de sus años de comprometido revolucionario. Todavía suena en mis recuerdos el sonido de su sillón balanceándose sin cesar durante las horas que duró la entrevista, su hablar pausado, sereno, analítico y crítico. Gracias le doy a la vida por regalarme esta oportunidad.
CUESTIONARIO
Yo conozco al Che en el Cairo, Egipto. Cuando se aprueba la Ley de Reforma Agraria, hay un bagaje internacional de prensa contra la Revolución Cubana y el gobierno decide enviar una misión política-diplomática a visitar Asia y África para divulgar la Revolución. Esta delegación iría presidida por el comandante Ernesto Che Guevara.
En aquella época, al regresar del exilio, yo era representante del Banco Nacional de Cuba en el Banco de Fomento Agrícola y estaba recorriendo las provincias orientales cuando sale la misión, sin poder localizarme. Cuando me informan regreso a La Habana, y de ahí es que salgo detrás de la misión para El Cairo.
Yo conocía al Che como todos los cubanos, pero nunca había tenido la oportunidad de hablar con él, al menos, que yo sepa. Una vez, en el exilio en México, almorcé con Fidel y con los del “Granma”, pero no sé si el Che estaba allí.
Llegué a El Cairo a las 2:30 de la madrugada y me dicen los dos compañeros que me fueron a esperar que el Che había ido el día anterior a buscarme al aeropuerto y que yo había fallado. Y pensé… «comenzamos mal» Cuando nos vemos, él me dice “¿Y a usted qué le pasó que no llegó ayer?” Le respondí que se me había ido el avión por mi culpa, a lo que me contesta “¡Ah bueno!, vamos a desayunar y hablaremos”.
Conversamos de lo que se iba a hacer, porque todavía la misión no había hecho nada esperando por mí, como si fuera yo el más importante, cosa que no es verdad.
Cuando regresábamos del viaje, en Madrid, él me pregunta si yo conocía alguna librería de viejo, le dije que conocía dos, entonces me dice que lo lleve para poder comprar unos libros. Llegamos a la librería, y pidió unos libros sobre la guerra de Cuba por autores españoles.
Allí, él me vio manejar con gran entusiasmo la búsqueda, porque la verdad que a mí siempre me han gustado las librerías de viejos y las frecuentaba mucho. Entonces me llama y dice: “Oye a ti se te fue el avión por estar en una de estas librerías” y le dije que sí. O sea, que él me adivinó lo que me había pasado. Se me pasó el tiempo y se me fue el avión.
Es difícil contestar. Porque las cualidades del Che yo las fui conociendo poco a poco. Durante el viaje, por ejemplo, se pusieron de manifiesto determinadas cualidades, en el Banco otras y durante las clases de Matemáticas, otras cualidades. De manera que las cualidades más importantes… yo diría que su honestidad, su valor personal, indiscutible en todo momento, no solo por el hecho de haber peleado en la guerra, sino por enfrentarse a las cosas mal hechas y denunciarlas públicamente como lo hacía él. Ese es el gran valor personal que le reconozco. Como reconozco un gran valor personal también al haber renunciado a todos sus cargos en Cuba para ir a pelear a otros países. Hay que tener un valor muy grande para hacer esto, más grande que tirar tiros en la Sierra Maestra.
Esas son algunas de las cualidades: claridad, objetividad, humanismo, como trataba a la gente. Él no tenía telaraña en la cabeza, como tenemos muchos cubanos. Generalmente cuando nos presentan a alguien, nada más que de verle la cara ya nos imaginamos como son y nos caen pesados, antipáticos o adorables sin haber hablado con el individuo. Él no. Él le daba un crédito y si el individuo no se comportaba como él esperaba es cuando empezaba a tomar su opinión, antes no. Otra cualidad es su disciplina en todo y así la exigía también de los demás, era el primero en ejercitarla. Nunca mandó a hacer nada que no fuera capaz de hacerlo él.
No sé a ciencia cierta cuál es su mayor virtud y cuál es su mayor defecto. Yo me he devanado los sesos pensando, buscándole defectos al Che. Sabes que no le he podido encontrar. Yo le quiero encontrar defectos porque el Che es humano, tiene que haber tenido algún defecto.
La simpatía que uno siente por él, yo que lo conocí y lo traté, no le encuentro defectos, aunque se lo estoy buscando, para demostrar que es un ser humano, que no es un mito.
¿Por qué me escoge a mí? No sé, nunca me lo dijo. Hicimos el viaje juntos. Allí nos estudiamos uno al otro, porque yo sé que él me estudió a mí como yo a él.
En ese viaje, él cumple 31 y yo 50 años. Dos generaciones muy separadas, mucha diferencia de edad y eso no significó un muro entre nosotros, sino todo lo contrario. Nos caímos bien. Cuando llegamos aquí y nos despedimos en el aeropuerto fue para mi muy triste porque me dije… «más nunca me empato con el Che», con quien había conversado tanto. Ahora llegaba a Cuba y él, que estaba en la dirección de la Revolución, y yo, que no era nadie…
La historia se encargó de darle respuesta a eso…resulta que, durante el viaje, él se entera que yo era profesor de Matemáticas y me pide ayuda para resolver un problema. Yo le digo, “eso es Física, no Matemáticas”. “¿Cómo está usted en Matemáticas?” Y él me responde “Yo, muy mal”. ¿Tú estás dispuesto a ayudarme?”.
Yo pensé que tal vez fue un acto de cortesía por conocer el Che que yo era profesor de Matemáticas. Con lo que le esperaba en Cuba este hombre no podrá estudiar Matemáticas. No podía tener tiempo, me dije.
A los 15 días de estar en Cuba me mandó un recado diciéndome que ya tenía la pizarra, el borrador, y pregunta ¿cuándo empezamos?
Iniciamos las clases a fines de septiembre de 1959. Llegamos del viaje el 8 de septiembre y el 22 o 23 ya estábamos dando clases.
Al principio asistieron el Patojo1 y García Balz pero dejaron de asistir y fue más íntima después con el Che. Cuando quedamos él y yo solos, hubo una compenetración mayor.
Che entra en el Banco el 26 de noviembre de 1959, de inmediato me llama por teléfono y me dice que quiere que yo vaya a trabajar con él al Banco. Yo estaba de administrador del Instituto Cubano de Estabilización Azucarera (ICEA), organismo patronal que yo tenía que disolverlo. Transitaba con miles y millones de pesos. Había que hacerlo con mucho cuidado. Así que preferí ir a trabajar con él. Entonces me dice: “ Vienes de administrador”.
El Banco había sido creado por Carlos Prío, de corte capitalista como son todos los bancos nacionales de América Latina. El administrador era el segundo del banco y yo le cogí miedo. No sabía lo que era un banco, nunca había estado en uno, no poseía cuentas. Así que le dije: “Yo no sé nada de bancos”. Él me respondió: “Yo tampoco, y soy el presidente, pero cuando la Revolución lo asigna a uno en un puesto, no nos queda más remedio que aceptar y ponerse a estudiar y trabajar para desempeñarlo como es debido”. Entonces le digo: “¿cuándo quiere que vaya para allá?” Che me responde que comience el 2 de enero y que, mientras, vaya buscando un sustituto para el ICEA. Yo hablé con Carlos Alfaro para que ocupara ese puesto.
El banco se fundó en 1949, era un organismo serio, y, a pesar de haber tenido un presidente nombrado por Batista (Martínez Sáenz), el batistato no entró en el banco. La gente que estaba en el banco había entrado por oposición y muchos de ellos llevaban 2 o 3 años trabajando.
¿Medidas de tipo revolucionario, dices? La presencia del Che ya era la Revolución en el banco. No quiero decir que se formó un gran revolico, pues el sindicato del banco había sido muy revolucionario contra Batista.
Lo que se hizo a los ocho días fue el control de la divisa, los dólares entraban y salían sin mucho control. Che dictó una serie de medidas para evitar la fuga de divisas en aeropuertos, muelles, aduanas y bancos extranjeros que todavía existían. Estas medidas surtieron efectos y pudimos contar con dólares. Dejó preparado todo para el canje de la moneda antes de ir para el Ministerio de Industrias. El 17 de septiembre de 1960 nacionalizó los tres bancos norteamericanos. El 13 de octubre nacionalizó la banca nacional y extranjera, excepto la de Canadá, que fue en diciembre de 1960.
En el viaje que hizo en el mes de octubre-noviembre de 1960 pasó por Checoslovaquia. Allí ordenó hacer los nuevos billetes. Llevó los proyectos, dibujos y firmó los billetes. Ese fue el secreto que se guardó por muchos años aquí. En agosto de 1960 se produjo el canje de la moneda. Es bueno decir que el Che estuvo 15 meses de presidente del BNC.
Un día (sábado) me dijo que yo convocara a todos los directores y jefes de departamento para una reunión por la mañana. Ese domingo el Che comienza a hablar del trabajo voluntario y de lo que significaba. Habló más de una hora. Invitó para que todos asistiéramos al primer trabajo voluntario que se desarrolló en el país que fue en la carretera que va hacia Rancho Boyeros (La Habana). El trabajo era levantar casitas prefabricadas en un reparto de obreros de la construcción. Fuimos a hacer ese reparto, levantamos paredes que pesaban muchísimo (entre cuatro personas) y cuando fui a levantarme no podía. El Che me dijo: “_Los viejitos no pueden hacer fuerzas”. Luego nos pusimos a sacar clavos. Allí comenzó el TV en Cuba, íbamos todos los domingos a construir ese reparto.
El Che explicó en una reunión las características que tenía el TV, su significado, aclaró que no era para sustituir trabajadores, ni para resolver problemas económicos sino de conciencia. Argumentó su concepto de hombre nuevo y el papel que jugaba en ello el trabajo voluntario. Mientras él estuvo en el Banco todos los domingos asistíamos al TV.
En estos años de Revolución me han invitado a dar charlas en fábricas donde el Che había ido a realizar trabajos voluntarios. Yo preguntaba si había algún trabajador que participó junto al Che en alguno de estos TV y les pedía que narraran sus experiencias. Es algo increíble el recuerdo que tienen los trabajadores de esas fábricas sobre las experiencias con el Che. ¡Allí sí que había que aprovechar el tiempo!
Una de las características que yo le descubrí al Che en el Banco (no se lo pude descubrir en el viaje) era cómo él sabía formar cuadros. Allí había «cuadritos» técnicos bien formados, pero lo que era revolucionariamente, no tanto, y él los formó. Él sabía formar cuadros desde todos los puntos de vista. Generalmente los jefes tienen la mala costumbre de llamar a sus subordinados y le dicen que hay que hacer tal cosa, para lo cual deben hacer esto y esto. El Che decía: “el gobierno quiere hacer tal cosa, mira a ver cómo tú lo puedes hacer”.
Después se reunía y hacía un análisis del camino que uno había escogido y luego, te hacía las críticas. Así es como se forma el cuadro. Él no decía lo que había que hacer sino lo dejaba a uno libre. Le decía lo que había que conseguir, pero no le decía cómo hacerlo para conseguirlo, lo dejaba a la libertad de cada quien. Luego hacía el análisis. Era lo importante y discutía.
Lo que pasa es que el Che de verdad era un comunista y tenía las condiciones del comunista.
Entre los trabajadores y el Che, entre los dirigentes y el Che jamás conocí una distancia. Es más, nadie veía al Che como extranjero, para nosotros era como si fuera cubano.
Él mismo lo decía, que era latinoamericano, que era más que ser argentino; ser latinoamericano. Si hubiera sido un pesado, tal vez hubiéramos sacado su nacionalidad. Para los revolucionarios nunca lo era.
Él podía ser un pesado para los contrarrevolucionarios y para los revolucionarios de mentirita, a los que les decía las verdades, les debía haber caído muy mal. Pero para los revolucionarios de verdad no fue un pesado, por lo tanto, nunca pensamos que era un extranjero. Es más, dentro de la teoría socialista y comunista el internacionalismo proletario es algo verdadero y de gran importancia. Para nosotros el Che era un internacionalista proletario. Nadie se acordaba que el Che era argentino. Yo nunca tuve presente al Che argentino. Para mí era como si fuera cubano y él se sentía cubano, ¿sabes por qué? Porque era latinoamericano e internacionalista, conjuga las dos cosas y verás por qué se sentía cubano. Igual se pudo haber sentido boliviano después.
El Che tuvo una preocupación constante: la juventud. El hombre nuevo es la juventud. Su formación, su educación, el estudio, esas eran las preocupaciones constantes del Che. Tú puedes escoger los discursos del Che, los tantos discursos que realizó y casi no hay discurso que no toque el tema de la educación y del hombre nuevo.
Eso es lo que dificulta más, precisamente, el lograr que la juventud lea los discursos del Che porque no se ha sistematizado su pensamiento, entonces leer los discursos del Che no es fácil, pues como repite mucho cansa al lector y la juventud se cansa rápido de leer.
Habría que sistematizar el pensamiento del Che para que entonces entrara en la cabeza de los jóvenes de una manera distinta al hecho de leer los discursos.
En todos ellos toca el problema de la juventud, de su formación y su educación. Donde quiera que estuviera buscó la manera de contribuir a resolver los problemas de la formación de la juventud. ¿Cuántas escuelas y tipos de escuelas no creó él en el Ministerio de Industrias?
La educación era fundamental para el Che, cada vez que hablaba de la educación socialista agregaba de la cultura general. La educación para él tenía una amplitud muy grande. Era desde la manera de comportarse, la manera de dirigir sus propios estudios. El Che era muy dado a que uno estudiara por sí solo y él era ejemplo de eso.
Era partidario de que no solo se estudiara lo necesario para poder desempeñar el trabajo que tenía, sino cultura general. Educación formal, capacitación del puesto de trabajo, formación cultural, son elementos importantes que puntualiza en cada discurso.
La cultura general debe mejorar mucho. Nuestro mal de males es la falta de educación general, de todo tipo y no hay dudas que nosotros tenemos un bajo nivel cultural. Por otra parte, yo admiro mucho lo que Fidel ha logrado en la medicina y en el desarrollo de la genética y la biotecnología.
Eso no tenía nada de trascendental, nosotros dábamos clases dos veces por semana. Los martes de 8:00 a 9:00 am y los sábados de 8:00 am en adelante, dependía de que él tuviera que salir. Yo recuerdo que a veces me daban las cinco de la tarde dando clases. Aunque generalmente los fines de semana él se iba para Oriente.
Era riguroso en sus horarios de clases. No faltó nunca, solamente cuando estuvo fuera de la ciudad de La Habana y me hacía avisar antes. Fui su profesor desde septiembre de 1959 hasta marzo de 1965, cuando sale definitivamente de Cuba.
En las clases no permitía interrupciones, dábamos clases al lado de su despacho en el Ministerio de Industrias, en un cuarto grande que había allí, (el despacho de él lo han conservado igual que como estaba).
Las clases éramos él y yo solos, nadie podía interrumpirnos. Yo le daba la parte teórica, le demostraba algunos ejercicios y después él hacía muchos porque en Matemáticas se aprende ejercitándola mucho. El que estudia Matemáticas haciendo solo ejercicios, ese no sabe Matemáticas.
Él hizo todos los ejercicios de un texto de la universidad, vigente hasta hace poco. Todos, sin fallar uno, los realizó en la pizarra. Yo los revisaba e indicaba si iba bien. Eran centenares de ejercicios y él los hizo todos. Comencé repasando Álgebra y Trigonometría. Después, empezamos Álgebra superior y Trigonometría superior, luego Geometría analítica, análisis matemático, cálculo diferencial integral, ecuaciones diferenciales.
A mediados del año 1964 yo le dije un día: “_Mire comandante ya le he dado todo lo que sé. No tengo más nada que enseñarle. No sé qué va a hacer”.
“Yo quiero que tú me enseñes Programación Lineal”.
“Yo no le puedo dar Programación Lineal porque yo la he leído, pero no la he dado nunca, le respondí.
De Programación Lineal yo nunca había dado clases, no es un tema propio de la dirección, que yo he llevado en las matemáticas que era más bien sobre ingenierías y ciencias.
Entonces él me dice: “Bueno, ¿y por qué no la estudiamos juntos?”.
“Vamos a estudiarla juntos”, le contesté.
Me trajo un libro mexicano. Todavía lo conservo aquí. Me quedé con él. Hicimos todos los ejercicios del libro, después me trajo un libro americano que me hizo sudar la gota gorda porque eso de estudiarla juntos era pura teoría, sabes. Yo tenía que estudiarla primero para poder enredarme con él cuando la estudiáramos juntos. Si yo no lo hacía así no avanzábamos nada, además yo me desprestigiaba.
Tenía que estudiármela primero bien. Ese libro me dio mucho que hacer. Cuando él desapareció estábamos en la mitad del libro. Pasaron varios meses y yo no sé dónde estaría él en ese momento si estaría por África o en Cuba y él me mandó a pedir, en un recado con Aleida, su esposa, que le mandara cinco libros, uno de los cuales era ese de Programación lineal. Parece que él siguió estudiando por su cuenta.
Era buen alumno. Aunque exigía que le explicara más claro. Era tan inteligente que entendía las explicaciones que yo le daba y repetía y organizaba ejercicios. Él la cogió con traerme problemas a la clase según la materia que fuéramos dando porque yo le incluí temas de economía, ya que sabía que a él le interesaba.
Comenzó a traer problemitas de su industria, en algunos de los cuales, a veces ni yo los entendía, ni él sabía explicármelo. Nos poníamos los dos a ver si podíamos hacer algo y no hacíamos nada. Otras veces, sí resolvimos algunas cosas que tenían solución matemáticamente.
Yo te puedo garantizar que el Che aprendió Matemáticas. Llegó a saber Matemáticas y se defendía muy bien. Para mí es un orgullo haber tenido un alumno como él. Después de haber sido su profesor, no di más clases. Se acabaron los alumnos.
Sí, lo más interesante de las clases no eran las clases, sino lo que venía después, porque siempre nosotros nos quedábamos conversando un ratico. Podían ser cinco, 10 minutos o una hora, dependía que él tuviera el tiempo y que no hubiera algo urgente después de la clase. Si el tema le interesaba, también se quedaba.
Fue en esas conversaciones que yo «gocé» del Che. Es donde yo creo haber entendido el pensamiento del Che. Allí hablábamos mucho. Me explicaba, yo le preguntaba. Me planteaba tesis que luego las veía en sus escritos.
A él le interesaba mucho la historia de Cuba, saber sobre ella. Sabía que yo había participado en la lucha contra Machado. Le expliqué sobre la época del machadato y de la posición de los estudiantes sobre el método de lucha. Se interesó mucho en las formas que utilizaba el Directorio Revolucionario contra la tiranía de Machado.
Él no me veía como su profesor. Era su amigo que lo ayudaba a estudiar Matemáticas.
No. Me llama por teléfono un miércoles y dice que el sábado no puede ir a clases. Ya estábamos estudiando la Programación Lineal. Me dice que no fuera el sábado que él se iría a cortar caña. Yo le dije que pensaba decirle que tampoco podía ir, pues me iba a cortar caña con el Banco.
Cuando aquello estaba yo de presidente del BNC. Le dije que iba a estar en el Central Baraguá, en Ciego de Ávila. “¿Y tú dónde vas a estar?”, le pregunté. Me dice que, en Morón, como siempre. Le dije que tenía intenciones de ir a verlo, si conseguía un vehículo, para conversar un rato. Entonces él me dice: “No vengas que no me vas a ver”.
Esa fue la despedida. Después me di cuenta que esa fue la última vez que hablé con él.
Che es más político que económico: La prueba está en que a veces se hacen cosas que económicamente son un desastre, pero que políticamente valen la pena, son necesarias. El Che ante que todo, fue un político.
Pensaba en economía lo que normalmente pensaba cualquier economista. Cuba, país subdesarrollado, hay que desarrollarlo con el esfuerzo de todos.
La ciencia y la técnica son indispensables para el desarrollo económico de un país. El que crea que un país puede tener desarrollo económico sin ciencia y técnica es un iluso.
El Che siempre decía que debíamos comprar industrias que tuvieran como materia prima productos cubanos, no materia prima importada. Varias veces él habló de eso, cosa que es fundamental.
Si las industrias nuestras trabajaran con productos cubanos habría más industrias trabajando que las que hay. Las que están paradas es porque las materias primas son extranjeras.
En la Rectificación no estoy seguro que se retomó el pensamiento del Che. Hay que rescatarlo. Que cada revolucionario haga lo que planteaba el Che.
Me preocupa que nos acordemos sólo en fechas determinadas como 14 de junio y 8 de octubre y al día siguiente nadie se acuerde. Ocupémonos y preocupémonos por el Che. Que se lean sus discursos, sus textos, que conozcan sus discursos y traten de parecerse a él.
El estudio del pensamiento del Che no está sistematizado, los jóvenes no lo leen, pocos lo conocen.
La oportunidad de conocer al Che deja una huella imborrable en mi vida. Lo que más le agradezco a la Revolución es haber podido conocer a un hombre como el Che. Es el hombre más extraordinario que he conocido en mi vida. Mira, yo soy revolucionario, empecé a hacer revolución en 1927, fui dirigente de la Revolución del 30 y el concepto de revolucionario tiene en el Che un grado mayor, veo un gran revolucionario, capaz de hacer revolución en Cuba y en otros países. Como vemos a Fidel condiciones excepcionales; modestia, humildad, humanismo, honestidad, son características de un gran revolucionario.
Me siento orgulloso de haber tenido su confianza, su amistad.
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1 Julio Roberto Cáceres (El Patojo) amigo guatemalteco incorporado a la revolución cubana, luego de 1959 y que vuelve a su Guatemala para combatir en la guerrilla, en la que muere en 1962.