Vínculos comerciales, financieros y de cooperación entre América Latina y el Caribe y China durante el periodo 2019-2021

Trade, financial and cooperation ties between Latin America and the Caribbean and China during the 2019-2021 period

Dr. C. Mariano Bullón Méndez

Doctor en Ciencias Filosóficas. Investigador Titular. Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), La Habana, Cuba. mbullon87@gmail.com 0000-0002-5438-6258

 

Recibido: 15 de septiembre de 2022

Aprobado: 14 de octubre de 2022

RESUMEN El artículo tiene como propósito realizar un análisis de los principales vínculos entre América Latina y el Caribe y China, centrado en tres sectores: comercio, flujos financieros y cooperación, en el período comprendido de 2019 hasta 2021, abordando además importantes antecedentes de años anteriores, con la novedad de separar estas tres áreas de relacionamiento.

Palabras clave: Iniciativa de una Franja y una Ruta, Comercio América Latina y El Caribe-China, flujos financieros China-América Latina y el Caribe, Cooperación China-América Latina y el Caribe.

 

 

ABSTRACT The purpose of this article is to analyze the main links between Latin America and the Caribbean and China, focusing on three sectors: trade, financial flows and cooperation, in the period from 2019 to 2021, also addressing important antecedents from previous years, with the novelty of separating these three areas of relations.

Keywords: Belt and Road Initiative, Latin American and Caribbean-China Trade, China-Latin American and Caribbean Financial Flows, China-Latin American and Caribbean Cooperation.

 

 

INTRODUCCIÓN

El peso de China como segunda economía mundial por la magnitud de su PIB real (primera por su PIB a poder de paridad adquisitivo, PPA desde 2014) y su creciente papel en los vínculos con la región latinoamericana -tanto en el campo de las inversiones productivas y de proyectos de infraestructura en sectores estratégicos, como en los aspectos comercial, financiero, cultural, político y educativo-, se acrecienta con la extensión de la BRI (Iniciativa de una Franja y una Ruta, en inglés). En particular, en lo que concierne a sus relaciones con algunas de las economías más grandes del cono Sur (Brasil, México, Argentina, Chile, Perú), así como con otras del Caribe insular (República Dominicana, Bahamas, Jamaica, Trinidad y Tobago, Antigua y Barbuda, entre otras) en estos campos, muestra una omnipresencia notable, todo lo cual acentúa la importancia del estudio de los vínculos entre China y las economías de esas regiones, en un contexto donde se asiste a una transición incierta, inestable y compleja hacia un nuevo orden mundial, que será a todas luces multipolar.

“La expansión económica de China, su modernización y su transformación en una economía productora de manufacturas de alto contenido tecnológico, su necesidad de recursos naturales y la disponibilidad de un surplus financiero en base a la acumulación de reservas de divisas, han tenido importantes efectos para América Latina” (Serbin, 2022: 9).

China, segunda economía mundial, con más de 1 400 millones de habitantes, es el mayor consumidor mundial de energía eléctrica, carbón, soja, zinc, cobre y otros minerales estratégicos, y el segundo consumidor de petróleo detrás de EE.UU. Esta condición le ha permitido desarrollar una industria manufacturera de excelencia, con proyección hacia mercados externos en cualquier latitud del planeta, lo que algunos estudiosos han dado en llamar la chinización del mundo, para colocar su amplia gama de bienes manufacturados.

Desde principios del siglo XXI, China se ha establecido como un socio comercial y financiero fundamental de la región de América Latina y el Caribe, en especial a través de acuerdos bilaterales. Chile (2005) firmó un acuerdo de libre comercio (ALC) con Beijing, seguido por Perú (2009) y por Costa Rica (2010), mientras que avanzaban las negociaciones con Panamá (concluyeron en 2018) y Colombia.

El volumen del intercambio comercial entre China y ALC creció desde 2000, con unos 10 mil millones de dólares, a 306 mil millones en 2018, expandiéndose a más de 500 mil millones en 2021. Mientras que ya para 2019, China se había convertido en el principal socio comercial de los países miembros del Mercosur, reemplazando en esa condición a Estados Unidos en Brasil, Chile y Perú. Además, China se convirtió a partir del año 2014 en el cuarto mercado de exportación más grande de México (segunda economía de la región), y en su segundo socio comercial de importación.

De esta manera, la región de América Latina y el Caribe pasa a formar parte de la nueva proyección geopolítica aplicada por China, convirtiéndose aceleradamente en una pieza clave de la nueva globalización en curso propuesta por la superpotencia, caracterizada por el principio de ganar–ganar, propio de su política exterior. Sobre todo, a partir de 2013, año en que se lanza la Iniciativa BRI y en particular desde la propuesta de extenderla a América Latina y el Caribe (2015), calificándola “como una extensión natural de la Ruta Marítima de la Seda”, en 2018 (Ríos, 2019: 16, Bullón, 2021: 2).

La asociación integral entre China y ALC mediante la inclusión en la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda1, incluye todas las dimensiones, en particular los proyectos de infraestructura y las relaciones extraeconómicas, sin excluir el comercio bilateral.

Sin embargo, es notoria la existencia de un grupo de dificultades comunes en muchos casos, tanto de orden objetivo como subjetivo, que obstaculizan la concreción práctica de los vínculos económicos ALC-China, dentro de las que destacan: desconocimiento o insuficiente conocimiento por ambas partes en materia idiomática, cultural, sobre usos y costumbres, formas de negociar y sus distintos tempos, insuficiente voluntad política por parte de los gobiernos de la región de ALC, principales enfoques utilizados por los negociadores que resultan diferentes en Asia y en Latinoamérica, discrepancias entre los objetivos declarados y los no visibles, falta de visión regional estratégica y no dominio total de las dinámicas en sus perspectivas de mediano y corto plazo, sobre todo.

Adicionalmente, en el tratamiento de la temática no se pueden obviar las disputas entre China y Estados Unidos de carácter geopolítico y geoestratégico en la región, algo que ha estado presente como una variable transversal en todo lo que ocurre en materia de vínculos económicos bilaterales y multilaterales.

Según Enrique Dussel Peters, profesor del posgrado en Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coordinador del Centro de Estudios China-México (Cechimex) de la Facultad de Economía de la UNAM y coordinador de la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China (Red ALC-China) “en términos prácticos, el gobierno estadounidense crecientemente ha exigido una relación de ´exclusividad´, es decir, o con Estados Unidos o con China. Desde una perspectiva latinoamericana —y global— el concepto de ´nuevas relaciones triangulares´ entre dos grandes potencias y terceros países pareciera tener sentido en el futuro”2 (Dussel Peters, 2022a: 27).

Con relación al asunto tratado, en la literatura revisada destacan las publicaciones periódicas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sobre la región en temas de economía, comercio, inversiones y Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD).

Habría que considerar también, principalmente, los elementos esenciales que destacan en la revisión realizada de la literatura producida sobre el tema por el Centro de Estudios China–México (Cechimex), a través de sus Cuadernos de Trabajo, libros y otras publicaciones; la Red Académica América Latina y el Caribe y China (Red ALC-China), con su saga de importantes libros, y en menor medida la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES), además de otros importantes centros de pensamiento y de académicos estudiosos del tema (Bullón, 2018: 2-3).

Cabe destacar que, con la finalidad de estudiar estos enfoques temáticos, en la región de ALC han surgido numerosos observatorios y monitoreos de datos económicos, como es el caso de la Red Académica ALC-China y de CEPAL, en paralelo con mecanismos similares en Estados Unidos como el de la Universidad de Boston, entre otros (Serbin, 2022: 33).

En base a esta problemática descrita, el presente trabajo tiene el objetivo de tratar los temas concernientes al comercio entre China y las economías de la región de América Latina y el Caribe, los flujos financieros de procedencia china y los temas de cooperación bilateral, en el período 2019-2021, abordando además importantes antecedentes de años anteriores.

DESARROLLO

Comercio

El comercio es algo transcendente para el buen funcionamiento de las economías, no importa si estas resultan competitivas o complementarias (este último es el caso de los vínculos ALC–China). En el caso de los intercambios entre China y las economías de la región de ALC, se constata que predominan las exportaciones de commodities con destino a Asia, mientras que se importan desde China fundamentalmente productos elaborados y servicios, siendo el balance comercial deficitario en casi la totalidad de los casos.

Mientras tanto, las exportaciones de China se distribuyen geográficamente de la siguiente manera: a Asia va el 50%; a EE.UU. el 20%; a Europa el 19%, y al resto del mundo solo el 11% (incluye ALC), al mismo tiempo que las importaciones lo hacen de esta manera: desde Asia proviene el 57%; desde EE.UU. un 10%; y desde Europa el 18%, mientras que desde el resto del mundo se importa solo el 15% (Reyes, 2018: 124).3

Se evidencia que la región de ALC con una población de alrededor de 630 millones y un PIB de más de 6 billones de dólares, a la que debería corresponder proporcionalmente, tanto por población como por peso de su producto en el PIB planetario, entre el 7,5% y el 8,9% a ella sola, respectivamente, según cálculos del autor, queda por debajo de sus potencialidades reales (Bullón 2018: 7), no obstante, el incremento posterior.

También habría que considerar que China dispone de tratados de libre comercio (TLC’s) solo con algunos importantes países de la región, tales como: Brasil, Chile, Costa Rica y Perú. No así con México (segunda economía de la región).

En ese contexto, el saldo comercial en la balanza de bienes para la región de América Latina y el Caribe resultó de 64 mil millones de dólares en 2020 y la proyección para 2021 es de una reducción hasta 24 mil millones (Cepal, 2021a: 87).

El valor de las exportaciones de bienes para América Latina y el Caribe registró, según CEPAL, un valor de 1 059 370 millones de dólares en 2019, una caída hasta 959 023 millones en 2020, para un totalizar 1 206 072 en 2021.

Mientras tanto, las importaciones registraron, en los mismos periodos de tiempo, los siguientes montos: 1 057 796 millones de dólares, 894 778 millones y 1 181 941 millones, respectivamente (Cepal, 2021a: 92).

La variación proyectada del valor de las exportaciones de bienes con destino a China, en 2021 para las economías de América Latina y el Caribe (en países seleccionados y porcentajes) denotaba las siguientes cifras: ALC en su totalidad un 35 %; mientras que, con relación a los principales socios comerciales, Colombia 52%; Brasil 42%; Argentina 41%; Perú 38%; Chile 22%, mientras México solo crecerá un 18% (Cepal, 2021a: 93).

En el caso de las importaciones, en los mismos términos y periodos, los datos registrados son los siguientes: ALC como región incrementa sus importaciones procedentes de China en un 34%; Chile en un 51%; Argentina 46%; Perú 35%; Brasil 34%; México 29%; mientras que Colombia en solo 28% (Cepal, 2021a: 93).

Entre los 10 principales exportadores mundiales de dispositivos médicos (en porcentajes), en una comparación entre los años 2009 y 2020, aparece China: en 2009 en el quinto lugar (detrás de Estados Unidos, Alemania, Países Bajos y Francia, por ese orden descendente), mientras que en el 2020 se ubica en el primer lugar, seguido de: Estados Unidos, Alemania, Países Bajos e Irlanda (Cepal, 2021a: 110).

En cuanto a la distribución de las importaciones farmacéuticas de América Latina y el Caribe por principales orígenes, 2010-2012 y 2018-20204, en valor, China se ubica en ambos periodos en un cuarto lugar, detrás de Estados Unidos, la propia región y la Unión Europea (Cepal, 2021a: 119).

El intercambio comercial5, además de ser menor con China respecto de otros mercados de origen y destino, se concentra más en los productos para reciclar (sobre todo partes de aparatos eléctricos y residuos de cobre y aluminio), los que conforman la casi totalidad de las importaciones que China recibió desde la región en 2020. La excepción más relevante es el 5% del volumen importado en papel reciclado. Las exportaciones chinas a la región son algo más diversificadas6, aunque a nivel de valor, los productos para reciclar explican el 75% de los envíos.

Sin embargo, en volúmenes, la mitad corresponde a bienes agrícolas para valorizar, donde destacan las tortas de soya. Entre las exportaciones chinas destacan también la ropa usada y los neumáticos usados para aviones y automóviles (Cepal, 2021a: 181).

En el caso de China, el comercio de bienes asociado a la economía circular con América Latina y el Caribe, por categorías, durante 2020 (en porcentajes, por valor y por volumen), reportan las siguientes cifras: las importaciones computan en valor, 99% para reciclar y 1% para valorizar; mientras que en volumen el 93% es para reciclar, el 5 reciclado y el 2% para valorizar. Las exportaciones muestran, por su parte, el siguiente comportamiento: en valor 74% parta reciclar; 18% para valorizar y 8% usados, mientras que en volumen: 51% para valorizar, 36% para reciclar, y 13% usados (Cepal, 2021a: 180).

“En la región de ALC en su totalidad, para China, México es el segundo socio comercial, después de Brasil, y participa solo con el 1,1% del comercio de China en 2016…” (Dussel Peters 2018a: 65), lo cual pudiera resultar relativamente poco para el tamaño de la segunda economía de la región, con 1,15 billones de PIB a 2017 y 129 millones de habitantes7 y dependiente en más de un 70% de su comercio exterior (Bullón, 2018: 16).

A partir de 2021, Estados Unidos y la Unión Europea anunciaron iniciativas orientadas a aumentar su autonomía productiva en industrias estratégicas, para lograr reducir su dependencia de proveedores lejanos —especialmente de China— ante choques externos, a la vez que intentaban frenar el impetuoso reposicionamiento de China en la región de ALC.8

A ello se añade la guerra comercial entre China y los Estados Unidos, que comenzó en 2017, fecha anterior a la pandemia y que se tradujo en sanciones y la imposición de aranceles a una diversidad de bienes provenientes del país asiático. Este escenario ha promovido una reconfiguración de las cadenas de valor y aprovisionamiento para hacerlas más cortas (el llamado nearshoring, menos globalizadas y más regionalizadas), más redundantes (o sea más robustas, es decir, con alternativas en la producción de componentes) y con más controles, así como con un incremento notable del stock de insumos esenciales, lo que tiende a incrementar la demanda y con ello la subida de precios (Cepal, 2022: 19).

Con la nueva Administración Biden en Estados Unidos, a partir de enero de 2021, no ha ocurrido una atenuación de las tensiones comerciales con China. Se mantienen vigentes los aumentos arancelarios que ambos países se impusieron recíprocamente a partir de 2018, “así como las restricciones estadounidenses a la venta de semiconductores y otros componentes a empresas tecnológicas chinas”. Al igual que su predecesor, el actual Gobierno tiene entre las prioridades de su política comercial “abordar las prácticas comerciales coercitivas e injustas de China” (Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos, 2021a) (Cepal, 2021a: 51).

El principal cambio en el escenario actual consiste en que la actual Administración ha buscado alianzas para privilegiar la actuación conjunta con socios como la Unión Europea y el Japón por sobre las medidas de carácter unilateral (Tai, citada en Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos, 2021b) (Cepal 2021a:51).

En perspectiva de mediano y largo plazo, las relaciones comerciales entre China y la región de ALC seguirán incrementándose, en la misma medida que China demande más commodities, y las economías de ALC triangulen y diversifiquen los proveedores bajo el impacto de la COVID 19, aprovechen las fricciones de Estados Unidos con China, y busquen mayor resiliencia ante las coyunturas desfavorables del mercado mundial en cuanto a precios y volúmenes demandados.

Flujos financieros

Para toda economía subdesarrollada, como es el caso de la casi totalidad de las economías en la región de ALC, resulta fundamental el financiamiento externo, que se suele utilizar en la creación de infraestructura productiva, la ampliación y contratación de servicios, la construcción y ampliación de infraestructura vial, comunicacional, portuaria, aeroportuaria, entre otros destinos.

De modo que, como afirma Cepal “…El financiamiento para el desarrollo es clave para apoyar los espacios de política y la inversión. Es necesario ampliar y redistribuir la liquidez desde los países desarrollados hacia los países en desarrollo; fortalecer los bancos de desarrollo; reformar la arquitectura de la deuda internacional; proporcionar a los países un conjunto de instrumentos innovadores destinados a aumentar la capacidad de reembolso de la deuda y evitar el endeudamiento excesivo; e integrar las medidas de liquidez y de reducción de la deuda a una estrategia de resiliencia encaminada a construir un futuro mejor” (Cepal 2022: 4).

La migración provee el envío de dinero a su familia, que reside en su país de origen, lo que se denomina como remesas familiares (habitualmente estas pueden ser en efectivo, en especie o en cheque). Estas pueden llegar a ser muy importantes para el sostén de una familia, aunque pueden generar dependencia económica incluso a nivel local y nacional, como en los países donde representa un alto porcentaje del PIB (V. gr. en la región: El Salvador, México, Guatemala). También simbolizan relaciones sociales y familiares (Gobierno de México, 2021: 93).

Las principales regiones de origen de las remesas en el mundo (2010-2019) son América del Norte (Estados Unidos y Canadá), Península Arábiga y Europa. En el caso de América Latina las remesas se contrajeron en un -0,2% durante 2020 y las proyecciones indican una caída de -8,1% para 2021. Mientras que, según proyecciones, las remesas hacia Asia Oriental y Pacífico totalizarían 126 000 millones de dólares, que incluye a China (26,7%), Asia del Sur 120 mil millones (25,5%) y en el caso de América Latina y el Caribe solamente 88 000 millones (18,8%), siendo los tres principales receptores regionales durante el pasado año de 2021 (Gobierno de México, 2021: 94-95).

La importancia de las remesas es notable a la vez que heterogénea entre los países de la región y se caracterizan por una alta concentración a nivel nacional. Constituyen fuente clave de financiamiento externo y de liquidez en la balanza de pagos, sobre todo para economías pequeñas, incluidas las de Centroamérica y el Caribe. En algunos casos componen más del 10% del PIB.

En el contexto de la COVID 19, las remesas recibidas en los países de ALC crecieron un 8% en 2020, similar al ritmo de 2019, “pese a que se había proyectado una caída cercana al 20% a causa de la crisis”. En el primer trimestre de 2021 aumentaron un 21%, “debido a su fuerte incremento en México y Centroamérica”. En varios países de la región estos ingresos externos contribuyeron a amortiguar la fuerte contracción económica.

Existen varias hipótesis con relación a la resiliencia de las remesas durante la crisis agravada por la pandemia: 1. “los programas de apoyo de los gobiernos también beneficiaron a los migrantes en los países de origen de las remesas”, 2. “los migrantes contaban con mayores ahorros tras las lecciones aprendidas de la crisis financiera mundial de 2008 y 2009”, 3. “se observó la adopción de formas digitales y más económicas como sustituto de los servicios de transferencias presenciales” (Cepal, 2021c: 52).

Las IED han sido relevantes en la región en diferentes campos, tales como: 1. “complemento de la inversión nacional y fuente de nuevos capitales”, 2. “la expansión de actividades exportadoras, para el desarrollo de la industria automotriz”, 3. “telecomunicaciones”, 4. “algunos segmentos de la economía digital”, y 5. “la industria farmacéutica y de los dispositivos médicos” (Cepal 2021b:52), aunque, no existen evidencias que permitan confirmar que en la última década hayan contribuido a cambios significativos en la estructura productiva de la región ni de que hayan catalizado la transformación productiva.

Con el cambio de modelo de desarrollo económico de China desde 2016, centrado más en el consumo interno y los servicios, su capacidad de proyección financiera se redujo a partir de 2018 (Myers & Gallagher, 2018). Esto motivó, que, en 2020, por primera vez desde 2006, China no ofreció nuevos compromisos financieros a los gobiernos de ALC a través de dos de sus principales bancos: China Development Bank (CDB) y el Import-Export Bank of China (EXIM).

Esta situación marcó un viraje de las iniciativas chinas, que ahora priorizan el desarrollo de inversiones como los proyectos de infraestructura y la adquisición de commodities de la región (Ray, Albright & Wang, 2021b). Además, con la pandemia, China envió para principios de 2021, una ayuda sanitaria –entre donativos, créditos y ventas– de doscientos catorce millones de US$ a la región en equipos e insumos (Ray, Albright & Wang, 2021a). (Serbin, 2022: 11).

Sin embargo, proporcionalmente, las salidas de IED desde China han crecido de forma sostenida y notable desde el 5,5% del acervo mundial de IED en el exterior en 2000 hasta el 11,3% en 2019, último año prepandemia. De modo, que China se ha convertido en el tercer origen de IED del mundo después de la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos (Cepal, 2021b: 95).

“A escala regional, …, China ha ido cobrando protagonismo como inversor. Desde 2010 se ha profundizado la presencia de empresas chinas en la región, con diferentes modalidades de participación: fusiones y adquisiciones (modalidad a través de la cual se realizaron las inversiones más grandes), desarrollo de nuevos proyectos, contratos de construcción y concesiones. Estas inversiones tienen ciertas especificidades que en los países de la región se deben considerar para obtener los mayores beneficios” (Cepal, 2021b: 97).

Las fusiones y adquisiciones permiten el acceso a los recursos naturales y mejorar la capacidad tecnológica y los conocimientos de las empresas chinas, muy a tono con la estrategia de desarrollo del sector manufacturero chino, que tiene por objetivo ascender en “la jerarquía tecnológica de las cadenas de valor y que se reduzca la dependencia respecto de las importaciones e inversiones de tecnología extranjera, estrategia que está plasmada en los planes quinquenales y en el plan Made in China 2025”. En ALC se concentró en 2021 el 8,9% del monto total, proporción similar a la correspondiente a los anuncios de proyectos (Cepal, 2021b: 104).

En 2019 se había alcanzado la máxima participación histórica (18%). Sin embargo, en 2020 el peso de la región volvió a caer hasta situarse en un valor mínimo, aunque la naturaleza particular del año por la COVID 19, no permite concluir si representa una disminución significativa del interés de las empresas chinas en la región o si se trata sólo de un período coyuntural atípico de menor dinamismo (Cepal, 2021b: 104), sobre todo como consecuencia del cambio en la estructura de las prioridades.

Mientras que, si se analiza el promedio de las operaciones realizadas, en periodos de cinco años, se observa que la participación promedio máxima de la región también se alcanzó en el período 2010-2014 (15%), si bien, en 2020, a pesar de la grave crisis que hubo en la región debido a la pandemia de COVID-19 y contra toda previsión, la participación de la región de ALC en las fusiones y adquisiciones mundiales de China alcanzó una quinta parte, lo cual resulta relevante a simple vista (Cepal, Inversiones Extranjeras Directas en ALC 2021: 105).

Tabla Nro. 1. Flujos de IED hacia la región de América Latina y el Caribe.

1

En la Tabla Nro. 1 se puede apreciar claramente, en términos relativos, que México concentra, en los últimos tres años, cerca del 30% de todo el flujo correspondiente en los 10 últimos años, mientras que Chile solo recibe 16.89% de la totalidad recibida en el mismo período. El resto de los receptores se mantienen en el entorno del 25%, a tono con la media regional. También es notorio que la primera economía de la región, Brasil, haya recibido en los últimos tres años 191 998 millones, mientras que la segunda, México, absorbe 98 465 millones, cantidades muy superiores a los 22 399 millones recibidos por Argentina, tercera economía de la región. Las causas habría que buscarlas al interior de las economías, a nivel de microeconomía y en el estudio del estado de las relaciones bilaterales entre los gobiernos respectivos.

También las remesas, utilizadas como sustento para los gastos corrientes para una parte importante de la población (en México, principal receptor de remesas en la región, constituye alrededor del 3% del PIB y beneficia al 80% de la población), así como para inversiones, y la contratación de deuda externa, que se ha venido acumulando tradicionalmente, constituyendo una verdadera carga para la mayoría de las economías.

Según CEPAL “las remesas constituyen, sin duda alguna, un factor de equilibrio de la cuenta corriente del sector externo de la subregión9. Asimismo, su contribución a las condiciones de vida de millones de hogares hizo de estos recursos un factor de atenuación importante de los efectos adversos generalizados que sufrieron en 2020 los países de la subregión a causa de la pandemia” (Cepal, 2022: 20).

En el período de 2010 a 2019, los principales países o regiones de origen de las remesas fueron: Estados Unidos, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido y Alemania, en ese orden, quedando ausentes incluso en los top ten tanto China como América Latina y el Caribe.

Durante 2019 los cinco principales países de origen de las remesas fueron: Estados Unidos (24,9%), Arabia Saudita (6,6%), Emiratos Árabes Unidos (5,9%), Reino Unido (4,5%) y Alemania (4,2%). La Región Autónoma Especial (RAE) de Hong Kong aparece en el lugar 12 (2,4%), no así China continental ni tampoco ALC (Gobierno de México, 2021:96).

Durante el período 2010-2020 China se posicionó, invariablemente, en el segundo lugar como país receptor de remesas, solamente por detrás de India (primer lugar absoluto) y seguida por México, Filipinas y Francia.

Durante el año 2020, los principales cinco países receptores de remesas fueron exactamente los mismos anteriores, con los siguientes porcentajes del total mundial: India (11,4%), China (8,9%), México (6,1%), Filipinas (5,0%) y Francia (3,8%) (Gobierno de México, 2021:97).

Un dato curioso es que, por concepto de egresos familiares por remesas, México envió con destino a China10 en el año 2020 un total de 57,8 millones de dólares, el 6,4% de la totalidad de los envíos (tercer lugar, solo detrás de Estados Unidos y Colombia), que se concentran fundamentalmente en los siguientes destinos: Estados Unidos con 410,8 millones (45,7%), Colombia con 119,8 (13,3%) y Honduras y Perú con algo más de 21 millones (2,4% cada uno) (Gobierno de México, 2021: 109).

Las perspectivas en 2021 fueron bastante complejas para el mundo y, en particular para la región de ALC. Según Cepal, “el contexto internacional sugiere que los flujos mundiales de IED tendrán una recuperación lenta y que, […], las operaciones de las transnacionales se orientarán más hacia los países desarrollados y Asia” (Cepal, 2021b: 52).

En un mundo en crisis debido a los impactos producidos por la pandemia, China ha seguido avanzando en su consolidación como potencia económica. El proceso continuo de crecimiento económico y expansión internacional que ha caracterizado a la potencia asiática durante más de cuatro décadas, le ha permitido imponer, “en parte gracias a su escala, sus propios términos y condiciones en el momento de la apertura económica y no ha tenido que ceñirse estrictamente a las condiciones imperantes en las relaciones internacionales. Un ejemplo de esto es la forma en que se ha utilizado la inversión extranjera directa para cerrar la brecha tecnológica” (Cepal, 2021b: 15).

Sin embargo, para América Latina y el Caribe, la importancia relativa de China ha sido mayor, principalmente en lo que respecta a fusiones y adquisiciones. Las estadísticas oficiales de la balanza de pagos de los países de la región demuestran que en los últimos 10 años ha tenido lugar un periodo de gran dinamismo en el que las entradas de IED provenientes de China comenzaron a superar los 1.000 millones de dólares anuales y alcanzaron un máximo cercano a los 3.000 millones de dólares en 2011.

Con este crecimiento registrado en la balanza de pagos de las economías de ALC, China llegó a representar el 1,6% de las entradas de IED de la región en 2018, participación que aún era baja en comparación con la de los orígenes tradicionales, como la Unión Europea (50%) o los Estados Unidos (22%).

Sin embargo, las estadísticas oficiales de la balanza de pagos suelen registrar solamente el capital que entra directamente desde China, por lo que “subestiman la presencia de empresas chinas en la región.” Si se utilizan fuentes complementarias, es posible identificar una mayor participación de las empresas chinas11 (Cepal, 2021b: 16).

De modo que China se ubicó entre los principales inversores de América Latina y el Caribe en la modalidad de fusiones y adquisiciones transfronterizas, lo que le permitió en 2020 posicionarse como el país cuyos acuerdos representaron el mayor monto.

La participación de las empresas chinas en el total de las fusiones y adquisiciones de la región creció notablemente de un 1,7% en el período 2005 y 2009, a un 16,3% en el lapso 2015 y 2019. A diferencia del caso de los anuncios de proyectos, donde el peso de las empresas chinas en el monto total ha sido más estable, sin grandes cambios, habiendo alcanzado un 6,4% entre 2015 y 2019.

En cuanto a los sectores de destino de las inversiones chinas, es posible distinguir una primera fase, que tuvo lugar durante 2000 y hasta inicios de 2010, caracterizándose por inversiones básicamente en hidrocarburos, minería metálica, agricultura y pesca.

En una segunda fase, a partir de 2010, tiene lugar un proceso de diversificación, y “comenzaron a invertir en electricidad, construcción de infraestructura de transporte, principalmente puertos, y, en menor medida, en manufactura, el sector financiero y las tecnologías de la información y las comunicaciones”. En correspondencia con la expansión digital, la inversión de China en los sectores de las telecomunicaciones y la alta tecnología aumentó en los últimos años12, mostrando visiblemente el peso creciente que sus empresas digitales tienen en el mundo (Cepal, 2021b: 16), que van desplazando a Estados Unidos y a Europa.

En el caso de la región de ALC, durante el período comprendido entre 2005 y 2020 “las empresas chinas y de Hong Kong (RAE de China) concretaron 150 fusiones y adquisiciones […], que representaron un total de 83.000 millones de dólares13. Además, se anuncian 652 proyectos de inversión por un monto total estimado de 75.000 millones de dólares. “En ambas modalidades se constató un crecimiento de las operaciones registradas a partir de 2010: el mayor monto anual promedio se observó entre 2010 y 2014 […]. Además, el valor de las inversiones anunciadas fue inferior al de las fusiones y adquisiciones” (Cepal, 2021b: 109).

Este comportamiento llevó a que la participación de las empresas chinas en el monto total de las fusiones y adquisiciones de la región se incrementara significativamente de un 1,7% en el periodo 2005-2009 a un 16,3% en el lapso comprendido entre 2015 y 201914. En el caso de los anuncios de proyectos, en cambio, el peso de las empresas chinas en el monto total ha sido más estable y el máximo se alcanzó entre 2015 y 2019, cuando fue de un 6,4%” (Cepal, 2021b: 107).

Calculado en miles de millones de dólares, las operaciones de fusiones y adquisiciones de China en la región han ido decreciendo en los últimos 10 años. Las cifras arrojan los siguientes montos: algo más de 8 000 promedio anual en el periodo 2010-2014, 6 500 promedio en 2015-2019, mientras que en el año 2020 se registran algo menos de 6 000 miles de millones.

En cuanto a la cantidad de operaciones de fusiones y adquisiciones promedio anuales, en los mismos periodos, las cantidades son las siguientes: 12 proyectos, 10 y 8, respectivamente. En materia de anuncios de proyectos, las cifras muestran una tendencia hacia el incremento, con una desaceleración para 2020: en 2010-2014 (38), en 2015-2019 (67) y en 2020 (46) (Cepal, 2021b:108).

En porcentaje, China tiene un gran peso en estos dos rubros, lo que se grafica de la siguiente manera: durante 2010-2014 el peso de las fusiones y adquisiciones representó un 11,7% del total, mientras que los anuncios de proyectos representaron un 6,2%; en 2015-2019 16,3% y 6,4%, respectivamente, y en 2020 22,9% y 4,7%, respectivamente, lo que demuestra una tendencia notable al alza en fusiones y adquisidores, en tanto al anuncio de proyectos se mantiene una tendencia descendente (Cepal, 2021b: 109).

En cantidad, durante los 15 años comprendidos entre 2005 y 2020 se registraron 26 fusiones y adquisiciones, con un monto “superior a los 1.000 millones de dólares y que representaron el 82% del monto de las operaciones realizadas.” En lo que respecta a los anuncios, en cambio, los megaproyectos han sido menos frecuentes, ya que solo se registran 15 proyectos que superaran o igualaran el monto de 1.000 millones de dólares, representando el 35% del monto acumulado en el período”. (Cepal 2021b: 109).

Los principales sectores receptores de las fusiones y adquisiciones fueron: minería, energía y la infraestructura en transporte, como lo ilustran los siguientes datos: fusiones y adquisiciones (porcentaje del monto total) electricidad, gas y agua (37%); petróleo y gas (28); minería (16); manufactura (9); transporte y almacenamiento (5); agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (3); servicios financieros (1), y otros (1).

Con relación a los anuncios, la realidad es la siguiente: metales (19%); partes y autopartes (18); transporte y almacenamiento (17); telecomunicaciones y sector inmobiliario (7% cada uno); carbón, petróleo y gas (6); alimentos, bebidas y tabaco (5); energías renovables (5); servicios financieros (4); química (3), y otros (9) (Cepal, 2021b: 114).

Además de la IED, la internacionalización de las empresas chinas se basa también en los contratos de proyectos de infraestructura. Los proyectos de infraestructura mediante contratación, se han utilizado fundamentalmente en el marco de la BRI y se amplían de manera creciente como forma de participación de empresas y tecnologías chinas en la región, representando alrededor de 77.000 millones de dólares en el lapso comprendido entre 2005 y 2019.

Con la finalidad de ayudar a concretar estos proyectos, en muchos casos China también provee de financiamiento a algunos gobiernos de la región. De esta forma, entre los años 2005 y 2020, en América Latina y el Caribe se registran casi 100 préstamos con un monto total de alrededor de 137.000 millones de dólares (Cepal, 2021b: 17).

En este contexto, la Cepal ha identificado los principales sectores en los que podrían centrarse los esfuerzos futuros a favor de contribuir a la sostenibilidad: i. Transición hacia energías renovables, ii. Electromovilidad sostenible en las ciudades, iii. Revolución digital inclusiva, iv. Industria manufacturera de la salud, v. Bioeconomía, vi. Economía del cuidado, vii. Economía circular y vii Turismo sostenible (Cepal 2021b: 15), sectores todos en los que China tiene potencialidades aún inexploradas.

Según Cepal, en este escenario en que Estados Unidos y algunas potencias económicas tradicionales de Occidente se disputan áreas estratégicas en el dominio del liderazgo económico con China, para los países de la región de ALC es crítico tener una “mayor comprensión del papel, la visión y la estrategia de ese país a los efectos de adoptar frente a él una postura que les permita establecer una relación de beneficio mutuo”. Hasta este momento, en ALC la dependencia con China no ha contribuido a lograr un desarrollo más inclusivo que reduzca la pobreza y aumente la igualdad (Stallings, 2020) (Cepal, 2021b: 97).

A esto se añade, que los préstamos de China a los países de la región en el período comprendido entre 2005 y 2019, se comportan e la siguiente manera (en porcentaje y miles de millones de dólares): Venezuela 45% y 62 mil millones de dólares; Brasil 22% y 30; Ecuador 13% y 18; Argentina 3% y 17; El Caribe 3% y 5, y 4% y 5 (Cepal, 2021b: 124).

El financiamiento que China otorga, por cualquiera de sus vías, a los países en desarrollo es objeto de un intenso debate y es fuente de controversias: algunos argumentan que la política de préstamos comporta el riesgo de sobre endeudarse, otros subrayan las nuevas oportunidades que estos préstamos proveen. Sin embargo, hasta ahora no se han hecho análisis conclusivos acerca de los efectos que estos contratos pueden tener para los países deudores, debido a que las condiciones de los préstamos en general son confidenciales15 (Cepal, 2021b: 125).

Las fusiones y adquisiciones de China en el caso de los sectores tecnológicos de América Latina y el Caribe son muy escasas16. Entre 2013 y 2019 Bloomberg solo registró 13 transacciones en los sectores de Internet y del software concentrados en Argentina, Brasil y México.

Sin embargo, resulta evidente que las grandes empresas tecnológicas chinas, que han sido clave en la implementación de los proyectos de la BRI Digital, tienen una presencia creciente en las región de ALC, como lo demuestran los datos del Centro Internacional de Política Cibernética del Instituto de Política Estratégica de Australia: 12 de las mayores empresas tecnológicas chinas, incluidas Huawei, China Telecom y ZTE, han comenzado nuevas actividades en 15 países de ALC desde 2015, habiendo invertido en “centros de datos, redes de telecomunicaciones y proyectos de ciudades seguras”.

Como que, a la fecha, 19 países de América Latina y el Caribe han firmado memorandos de entendimiento en el marco de la BRI, es muy probable que se implementen otros proyectos en el contexto de la Ruta de la Seda Digital (Cepal, 2021b:131)

Además de las inversiones, la presencia de las empresas tecnológicas chinas como proveedoras ha aumentado en América Latina y el Caribe, mediante contratos en el sector de la infraestructura digital, en áreas como tecnología 5G o cables submarinos, y también en la contribución a la creación de ciudades inteligentes. Algunas empresas chinas desempeñan un papel creciente de equipamiento de infraestructura digital, tales como la privada Huawei y la estatal ZTE.

“Huawei, a través de su antigua subsidiaria Huawei Marine, participó en la actualización de varios cables submarinos de la región, como el Sistema de Telecomunicaciones por Cable Submarino de Fibra Óptica Lázaro Cárdenas-Santiago, en México, la Red Nacional Submarina Nacional de las Bahamas y el Sistema de Cable Submarino Surinam-Guyana (SG-SCS)10. Además, construyó el sistema de cable submarino South Atlantic Inter Link (SAIL) entre África y América del Sur, la Fibra Óptica Austral y el sistema de cable submarino Strategic Evolution Underwater Link (SEUL) en Belice, y también está conectando mediante un cable de este tipo el estado de Baja California (México), con el resto del país (El Sol de México, 2020)” (Cepal, 2021b: 134).

Cooperación

Al igual que los otros flujos de capital tratados en el epígrafe anterior, la Ayuda Oficial al Desarrollo y la cooperación, son instrumentos necesarios y útiles para avanzar en la solución de los problemas de naturaleza económica, financiera y social en los países de escasos ahorros internos, y con niveles de desarrollo bajo, sean o no de renta media.17

La AOD se suele canalizar a través de gobiernos, organismos regionales e internacionales, organizaciones no gubernamentales (ONGs) y fundaciones, supuestamente no lucrativas, donaciones y mediante condonaciones de deuda, entre otros instrumentos.

En el caso de la cooperación, los recursos financieros, materiales y humanos, se destinan a proyectos predeterminados, cuya ejecución en ocasiones adolece de la desviación de los mismos, condicionamientos políticos, atrasos en la ejecución, cancelaciones, entre otros obstáculos. De todas maneras, constituyen una vía para el ingreso de activos a los países receptores, lo que contribuye a la solución de problemas concretos.

En esta materia, “se ha presentado de manera conjunta China-ALC, bajo el liderazgo de China, y aprobado en el Segundo Foro CELAC–China, en Santiago de Chile 2018, ´El Plan de Acción Conjunto para 2019–2021´ (CELAC 2018), contentivo de 9 rubros de cooperación en diferentes campos” (Dussel Peters, 2018b: 94; Bullón, 2018: 8)

El académico Enrique Dussel Peters, al hacer referencia al mismo señala que: “El presente documento se circunscribe en diversos llamados por el liderazgo en China del Presidente Xi Jinping de lograr y concretar las oportunidades al construir una ‘comunidad con un destino común’ (Xi, 2015) y explícitamente hacia ALC en aras de lograr ‘una asociación estratégica y cooperativa con base en la igualdad, el beneficio mutuo y el desarrollo común… crear una relación en 5 dimensiones caracterizada por la sinceridad y la confianza mutua en el campo político, una cooperación ganar–ganar en el ámbito económico, un proceso de aprendizaje mutuo y de emulación en la esfera cultural, una cercana coordinación en asuntos internacionales, además de la sinergia entre la cooperación de China con la relación en su conjunto y sus relaciones bilaterales con países individuales de la región (Xi, 2014)” (Dussel Peters, 2018b: 94; Bullón, 2018: 8)

En este contexto, los países de la región han empezado a graduarse18 de la cooperación y de la AOD, que suelen presentar trampas recurrentes al desarrollo en los campos productivo, de inclusión social, institucional y medioambiental. Esta situación dificulta el avance en la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Por tanto, “en el nuevo contexto de graduación, es clave que las agencias de cooperación de los países concebidos tradicionalmente como donantes adapten sus estrategias de cooperación de forma de mantener el vínculo y el trabajo con los países recientemente graduados o que están en proceso de graduación para, de esa manera, mantener y profundizar las alianzas y la integración entre todos los países en favor del desarrollo, independientemente de su nivel de ingreso (Cepal, 2021c: 7).

Cepal identifica como una respuesta posible para adecuar la cooperación a las nuevas realidades el enfoque de desarrollo en transición. El término designa al proceso de desarrollo como un “continuo evolutivo”, de modo que a medida que algunos problemas se van solucionando (por ejemplo, la lucha contra el hambre), surgen otros (el creciente rezago tecnológico, la desconfianza en las instituciones, el deterioro ambiental o las dificultades para avanzar hacia Estados de bienestar). “En última instancia, ese proceso evolutivo busca superar la trampa de los países de ingreso medio en la que se encuentran muchos países en desarrollo y, en particular, la mayoría de los países de América Latina y el Caribe” (Cepal, 2021c: 9).

Según Cepal, las cuatro trampas que dificultan el proceso de desarrollo se reducen a alto nivel de fragilidad social, bajo nivel de productividad, institucionalidad pública débil y alto nivel de vulnerabilidad ambiental (Cepal, 2021c: 13).

Las iniciativas de cooperación y respuesta implementadas por las instituciones financieras multilaterales, no han resultado adecuadas a las necesidades de financiamiento de los países de ALC. Según cálculos de Cepal, las líneas de financiamiento otorgadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para combatir los impactos de la pandemia constituyen, en promedio, entre el 23,1% y el 32,3% de las necesidades reales de financiamiento de los países que solicitaron apoyo.

En el caso del financiamiento comprometido por el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con un monto de 8.000 y 7.700 millones de dólares, respectivamente, ha sido inferior al otorgado por la banca de desarrollo subregional —el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y el Banco de Desarrollo del Caribe (CARIBANK) combinados—, la cual se estima en 12.300 millones de dólares (Cepal, 2021c: 56).

Esta situación hace más necesaria la cooperación Sur-Sur, que “es una manifestación de solidaridad entre pueblos y países del Sur —basada en principios como la horizontalidad, el respeto a la soberanía, la complementariedad, el beneficio mutuo, la equidad, la transparencia y la rendición de cuentas— cuyo fin es contribuir al logro de los objetivos de desarrollo. En América Latina y el Caribe, la cooperación Sur-Sur muestra al menos cuatro décadas de progreso” (Cepal, 2021c: 78).

CONCLUSIONES

Resulta importante destacar que en los textos revisados no es frecuente el tratamiento independiente de cada uno de los tres sectores de las relaciones económicas (comercio, flujos financieros y cooperación), que han sido vistos por separado en este trabajo.

Es un dato relevante a destacar la ampliación exponencial del comercio entre la región y China, sobre todo en los últimos años, básicamente caracterizada por el intercambio de materias primas por bienes industriales, con un saldo negativo en los balances para casi todas las economías de América Latina y el Caribe.

En el caso de los flujos financieros, es notable la diversificación de los mismos y su destino prioritario no destinados ya al sector de la mega minería y la agricultura, como era en años previos, sino destinados a la transferencia de tecnologías de punta y en proyectos de infraestructura, si bien se han desacelerado en los últimos tres años por los efectos de la COVID 19.

Mientras tanto, en materia de cooperación, se notan avances en los últimos años, en este caso precisamente asociados al combate de la pandemia desatada a causa de la COVID 19 y sus impactos desproporcionados en la región, que se ha convertido en el epicentro de la misma en cuanto a contagios y por su letalidad, algo que meritaría un estudio independiente al respecto.

En lo concerniente a los principales instrumentos de política económica, comercial y financiera, para la aplicación de los cuales China dispone de un enorme sistema, coherentemente estructurado en un grupo importante de instituciones en la región; cabe destacar que no existe uno similar en casi ningún país de la región de ALC, menos aún en su conjunto, circunstancia que limita su funcionamiento expedito, tanto en el entorno nacional, como a nivel regional y global (Bullón, 2018:6).

De modo que, en la compleja situación actual, China se aparece ofreciendo, sin exigir cambios sustanciales de políticas ni mucho menos ajustes de régimen político, o sea sin condiciones injerencistas previas explícitas, justamente lo que la región de ALC necesita: cooperación en construcción de infraestructura, transferencias tecnológicas y, por su puesto financiación, además de ser un voraz socio comercial como destino de las exportaciones de commodities desde las principales economías de la región.

La región, y cada una de sus economías tienen que ser capaces de saber o aprender a negociar con los chinos y tomar estos ofrecimientos, tratando de que lo que se logre obtener sea en condiciones no desventajosas, para incorporarlos a los proyectos de desarrollo local. (Bullón, 2018: 9).

Obviamente, Estados Unidos como hegemón hace y seguirá haciendo todo lo posible por frenar la omnipresencialidad de China en la región de ALC. Intentará proveer a las principales economías de la región de más inversiones, incrementar su comercio bilateral, pero sobre todo tratará de desacreditar al gigante asiático bajo los criterios de “neo-dependencia”, “dependencia con características chinas” o “sino-dependencia” (Heine, 2021b: 214) en el análisis crítico de estas relaciones, según refiere Serbin en su trabajo ya citado.

La extensión como algo natural de la BRI a la región de ALC, bajo el principio de ganar-ganar, se puede convertir en oportunidad para el desarrollo inclusivo y sostenible, en base a la ampliación del comercio in crescendo con China, así como a través de la recepción de flujos de capital y la ejecución de los proyectos de cooperación en infraestructura, ahora mismo y en el mediano y largo plazo. Para ello la región de ALC tendrá que ser capaz de configurar una posición común en el marco de la CELAC, al margen del mapa político en rápido cambio actual, para enfrentar los choques externos, con la ayuda de China, que se mostrará sin dudas interesada sobremanera, en base a su comunidad de intereses con la región.

Notas

1 Actualmente, 19 países miembros de la región tienen firmados Memorandos de Entendimiento con China y participan formalmente en la BRI, mientras que los países más grandes del área han ofrecido resistencia, por diferentes razones, a la incorporación a la misma, aunque participen en el Banco Asiático de Infraestructura e Inversión (AIIB, según sus siglas en inglés) creado por Beijing. De los 33 países de la región, sólo dos no tienen lazos diplomáticos con China, por mantener vínculos diplomáticos con Taiwán.

2 El tema de las relaciones triangulares entre la región de ALC y las dos potencias, una en declive (Estados Unidos) y la otra en ascenso (China) resulta de notable importancia. Por tal razón, este asunto ameritaría un estudio aparte, no posible ahora por razones de espacio y tiempo, por lo que no se incluye en el objetivo del estudio.

3 Estas proporciones han variado en los últimos cinco años, creciendo notablemente la proporción del (reemplazar por: el) comercio entre China y la región de ALC.

4 No se incluye Panamá.

5 Cepal aclara, que se refiere a los llamados bienes circulares [M.B.].

6 Para ampliar ver: Cepal. Perspectivas del Comercio Internacional 2021, sub-gráficos C y D del gráfico III.13.

7 Al cierre de 2021 el PIB se acercaba a 1,5 billones de dólares y la población rebasaba los 130 millones de habitantes.

8 La Unión Europea tiene actualmente un plan de relanzamiento de las relaciones con ALC, cuyo propósito es contrarrestar el aumento de la presencia de China y Rusia en la región y el retroceso de las relaciones, sobre todo de las económicas y comerciales, entre el bloque y las antiguas colonias.

9 Se refiere a México, Centroamérica y República Dominicana.

10 No se encontraron datos disponibles sobre el flujo total de remesas desde la región de ALC hacia China.

11 A esto se añade que las estadísticas no coinciden, si se comparan las oficiales de ALC y las registradas por China, al margen de la procedencia de terceros países de algunos flujos de difícil registro oficial, lo que hace pensar que las entradas de lo que en el Cechimex el Dr. Dussel Peter llama OFDI (flujos externos de inversión extranjera directa) son mucho mayores en la realidad concreta de la región y de difícil cómputo.

12 Conviene destacar, que la verdadera confrontación entre China y Estados Unidos, en la región de ALC como a escala planetaria, no es precisamente en el campo comercial, sino en el campo de la alta tecnología, esto es: 5G, Inteligencia Artificial (IA), Internet de las cosas (IoT), robótica, automatización, además de en el campo de la defensa.

13 Cepal aclara que se conoce el valor correspondiente al 83% de las operaciones del periodo analizado.

14 Para ampliar, ver el gráfico II.8 (Cepal, fuente de referencia).

15 Para ampliar ver: Cepal, Inversiones Extranjeras Directas en ALC 2021. Recuadro II.1, p. 125.

16 Para ampliar ver: Cepal, Inversiones Extranjeras Directas en ALC 2021. Gráfico II.22.

17 La llamada “trampa de la renta media”, que caracteriza a los países de ingreso medio, consiste en que al llegar a determinado niveles de ingreso per cápita, estos países subdesarrollados dejan de ser beneficiarios de la AOD, según las normativas de los organismos internacionales. No se toma en cuenta en esta descalificación el tema de la desigual distribución de los ingresos y la pobreza multidimensional presentes en estas economías.

18 Según el criterio del Comité de Asistencia para el Desarrollo (CAD) de la OCDE, los países que superan el umbral de renta media definido por el Banco Mundial por un período consecutivo de tres años se “gradúan” y, por ende, dejan de poder optar a fuentes de asistencia oficial para el desarrollo (AOD). La graduación es un proceso mediante el cual un país, en virtud del aumento de su ingreso per cápita u otro tipo de criterios, ya no reúne los requisitos necesarios para recibir AOD (que incluye cooperación técnica, donaciones que no conllevan ni interés ni devolución, y préstamos concesionales, que deben ser reembolsados con un interés inferior al de la banca comercial), ya sea de manera bilateral o a través de un organismo o institución multilateral para el desarrollo. El concepto de graduación y sus efectos se analizan en detalle en el capítulo V. (Cepal. Desarrollo en transición: propuesta de concepto y medición para una cooperación renovada en América Latina y el Caribe, 2021:12)

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Anguiano Roch, E. (2021). Confrontación entre Estados Unidos y la República Popular China. Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Economía. Centro de Estudios China-México. Cuadernos de Trabajo del Cechimex.

Bentang; Z. (2018). La Nueva Era. Las relaciones entre China, AL y el Caribe. Listin diario. Recuperado de: https://listindiario.com/la-republica/2018/09/15/533295/las-relaciones-entre-china-al-y-el-caribe

Bullón, M. (2018). La Iniciativa Una Ruta, Un Camino de China para la región de América Latina y El Caribe (ALC). Retos y oportunidades. Caso México. Trabajo final de investigación como becario de Cechimex. 32 pp.

Bullón, M. (2021). Presencia de China en el Caribe en sectores estratégicos. Estudio de casos. Quinto Seminario Internacional “América Latina y el Caribe y China: condiciones y retos en el siglo XXI”, 14, 15 y 16 de junio de 2021, UNAM, México. 20 pp.

Cepal. (2019). China y América Latina y el Caribe buscan profundizar su cooperación económica y comercial, en medio de incertidumbre global. Recuperado de: https://www.cepal.org/es/noticias/

CEPAL. (2021). Desarrollo en transición: propuesta de concepto y medición para una cooperación renovada en América Latina y el Caribe. Santiago.

CEPAL. (2021). La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe. Santiago.

CEPAL. (2021). Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe. Santiago. Cruz, D. A.

CEPAL. (2022). Una década de acción para un cambio de época. Santiago.

Dussel, E. (2018a). La relación económica México-China: hacia una agenda en el corto, mediano y largo plazo. En: E. Dussel Peters y S. Levy-Dabbah (Coord.). Agendasia, Comexi, Cechimex (2018). Hacia una Agenda Estratégica entre México y China. Sierra Mojada, Lomas de Chapultepec, Ciudad de México, pp. 58-72.

Dussel, E. (2018b). Retos para construir una comunidad con un destino común para América Latina y el Caribe y China. Reforzando y construyendo nuevas instituciones. En: International Conference on the Community of shared future for mankind and China – Latin America Relations. Shanghai Academy Institute of Global Studies, Shanghai University. Center for Latin American Studies, pp. 93-109.

Dussel, E. (2019). China’s Foreign Direct Investment in Latin America and The Caribbean, conditions and challenges. 2019. Edited by Enrique Dussel Peters. Cechimex, UNAM, 2019.

Dussel, E. (2021). Monitor de la infraestructura china en América Latina y el Caribe.

Dussel, E. (2022). The Socioeconomic Latin America and Caribbean-China Relationship. Under Great Power Competition, TBP, Lynne Rienner.

Dussel, E. (2022a). América Latina y el Caribe-China: Más allá de la moda de su análisis socioeconómico. Dossier: the China-Latin America and Caribbean relation. Lasa forum 52:3 25-29. Documento en PDF.

El Sol de México (2020). Huawei instalará fibra óptica submarina en BC. Recuperado de https://www.elsoldemexico.com.mx/finanzas/

Gobierno de México (2021). Anuario de migración y remesas. Gobernación, CONAPO, BBVA. Documento en PDF.

Heine, J. (2021). “Una relación en un punto de inflexión”. En Borquez, A.; López, D. & Muños, F. (eds.) (2021). Relaciones entre Chile y China. Un enfoque integral, RIL Editores, pp. 209-221.

IMF. (2020). World Economic Outlook Update.

Jingsheng, D. (2015). China y el Caribe: acercamientos, desconfianzas y desafíos. Revista Nueva Sociedad, (259). Recuperado de: http://nuso.org/articulo/

Marín, C. (2021). América Latina y el Caribe. Cuadernos de Nuestra América, Nueva Época, (02). CIPI. pp. 190-195.

Myers, M. (2018). “China´s Belt and Road Initiative: What Role for Latin America?” En Journal of Latin American Geography, vol. 17, No. 2, July 2018, pp. 239-243.

Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos. (2021a). Trade Policy Agenda and 2020 Annual Report of the President of the United States on the Trade Agreements Program, Washington, D.C.

Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos. (2021b), “Remarks as prepared for delivery of Ambassador Katherine Tai outlining the Biden-Harris Administration’s ‘new approach to the U.S.-China trade relationship’”. Recuperado de https://ustr.gov/about-us/policy-offices/press-office/press-releases/2021/

Ray, R., Albright, Z. y Wang, K. 2021a. (2020). A Point of Inflection in the China-Latin America Relationship?” Recuperado de: https://www.bu.edu/gdp/2021/02/22/2020-a-point-of-inflection-inthe-china-latin.america-relationship/

Ray, R.; Albright, Z. y Wang, K. (2021b). China-Latin America Economic Bulletin., Global Development Policy Center, Boston University. Recuperado de: www.bu.edu/gdp

Reyes, M. (2018). “La Economía Política Internacional y la geopolítica de la Franja y de la Ruta: escenario general y posibles implicaciones para Sudamérica”. En V. Narvaja, S. & Zhan, Z. (eds.). China, América Latina y la geopolítica de La Nueva Ruta de la Seda, Ediciones de la UNLa/Instituto de Estudios de Latinoamérica y el Caribe de la Universidad del Suroeste de Ciencias y Tecnología (ILACS-SWUST), pp. 333-359.

Ríos, X. (2019). El estado de las relaciones China - América Latina. Documento de Trabajo 1, 2019 (2da. Época).

Ríos, X. (2019). El estado de las relaciones china - América Latina. Documento de Trabajo 1, 2019 (2da. Época).

Serbin, A. (2022). Las relaciones entre China y América Latina: Una revisión de los estudios y tendencias más recientes (2010-2020). CRIES. Enero de 2022.

Stallings, B. (2020). Dependency in the twenty-first century? The political economy of China-Latin America relations, Cambridge University Press.

UNAM. (2021). Cooperación de China en América Latina en infraestructura: discursos, modalidades y conflictos socioambientales. Cuadernos de Trabajo del Cechimex, (2). Facultad de Economía. Centro de Estudios China-México.