EL MUNDO EN QUE VIVIMOS
India, cambios y continuidades en su camino a una potencia global
India, changes and continuities of its path towards a global power
Dra. C. Indira López Argüelles
Doctora en Ciencias Políticas. Licenciada en Relaciones Políticas Internacionales. Abogada, Master en Estudios de Comunidades Europeas. Profesora Asistente del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”. Ministra Consejera, Ministerio de Relaciones Exteriores, La Habana, Cuba. indiralopezarguellez48@gmail.com,
0000-0003-0547-4937
Recibido: 5 DE septiembre DE 2022
Aprobado: 18 DE octubre DE 2022
RESUMEN India ha defendido ante Occidente y la comunidad internacional el principio del no alineamiento como eje cardinal de su proyección exterior, con una agenda soberana y equidistante. Esto ha motivado un renovado interés por el estudio de esta nación y sus postulados de política exterior en el actual contexto geopolítico y geoeconómico. El presente trabajo tiene como objetivo caracterizar los aspectos más significativos de la política de esa nación (2008 a la actualidad), identificar cuáles son los elementos que sustentan la reafirmación de su carácter no alineado, así como aquellos que marcan la continuidad de la política exterior india desde la independencia hasta el presente.
Palabras claves: no alineamiento, Partido del Congreso, Bharatiya Janata Party, reformas, potencia global, proyección
ABSTRACT India has defended before the West and the international community the principle of Non-Alignment as the cardinal axis of its foreign projection, with a sovereign and equidistant agenda. This has motivated a renewed interest in the study of this nation and its foreign policy postulates in the current geopolitical and geoeconomic context. The purpose of this paper is to characterize the most significant aspects of the policy of this nation (2008 to the present), to identify the elements that support the reaffirmation of its non-aligned character, as well as those that mark the continuity of Indian foreign policy from independence to the present.
Keywords: Non-Alignment, Congress Party, Bharatiya Janata party, reforms, global power, foreign policy
INTRODUCCIÓN
El 30 de mayo del 2022 cumplió ocho años en el poder el Premier indio Narendra Modi, quien ha fortalecido la imagen y papel de su partido, el Bharathiya Janata Party, (BJP), impactando la arena política de esa nación con su ideología nacionalista, hindú, sumado a una particular manera de aplicar las medidas socioeconómicas neoliberales que han arrojado importantes desempeños macro, lo cual ha llevado a la India a ser considerada una de las economías emergentes de mayor peso internacional.
Como fuerza política dominante en el espectro parlamentario indio, el BJP y el premier Modi, han logrado activar resortes especiales para que todos contribuyan a una proyección exterior cada vez más dinámica, a tono con la aspiración de convertir a la India en una potencia global.
En medio del debate de los objetivos cumplidos, de las proyecciones tanto internas como externas, es posible encontrar análisis más detallados de cómo se aprecian las asociaciones latinoamericanas en India, tales como en el Diálogo Raisina de Seguridad y en trabajos de los tanques pensantes como Observer Research Foundation. Esto ha motivado una serie de artículos por el grupo de comunicación Indian Economical Global Business donde se profundiza en la importancia de los nexos con América Latina, pero, sobre todo se concluye, al igual que la prensa de izquierda que:
1.- vivimos un mundo de cambio donde países como India requieren de instituciones nuevas y alternativas, así como de un orden que les permita a todos expandir y/o proyectarse de forma más democrática, sin hegemonías y en reglas de igualdad.
2.- para garantizar la seguridad y la paz en un mundo signado por el multipolarismo, deben retomarse y/o revitalizarse los principios rectores de “no alineamiento” y el apego estricto al respeto del derecho internacional.
Este notable acercamiento de India a la región, así como las nuevas lecturas que han realizado del no alineamiento, despierta el interés de aproximarse a la realidad de esa nación, por sus posiciones tercermundistas, y el legado histórico que la llevó a encabezar el proceso de descolonización de muchas naciones (el 15 de agosto del 2022 se conmemoró el 75 aniversario), así como evaluar las nuevas potencialidades que pueden identificarse.
Este trabajo tiene como objetivo caracterizar los aspectos más significativos de la política de esa inmensa nación en el presente, (2008 a la actualidad), identificar cuáles son los elementos que sustentan la reafirmación de su carácter no alineado así como de aquellos que marcan la continuidad de la política exterior india desde la independencia de esta nación.
DESARROLLO
Orígenes y elaboración de los principios de política exterior de la India (1947-1962).
La elaboración de estas ideas se ubica a finales de la II Guerra Mundial en 1947, cuando el Movimiento del Congreso Nacional indio conformaba los programas no solo del enfrentamiento a Gran Bretaña, sino también las posibles alianzas internacionales y las ayudas para materializar la aspiración mayor: la total independencia.
El Movimiento del Congreso, y luego el Congreso Nacional Indio, había estado en la arena política India desde el siglo XIX, y encarnó la tendencia burguesa más amplia; logró congregar, además, las fuerzas más radicales en su entorno. Su visión y enfoque de resistencia pacífica, no violencia, secular y laico, condujo el país a la adopción de su constitución, leyes, a la instalación del aparato institucional en India (Romila Thopar 1977) y a la preparación de los programas de desarrollo tanto de la política interna como exterior.
Por su parte, el Bharatiya Janata Party (BJP), surgido en los años 30 del pasado siglo, con un signo de derecha, fue en sus inicios la expresión política de la ortodoxia hindú, de la aristocracia en aquel entonces; siendo partícipe del movimiento anticolonial. Sus raíces pertenecen al Jang Sangh, y a la Hindú Masabhana, quienes no siempre adoptaron posiciones progresistas ante la metrópolis y el resto de la sociedad, dada sus ansias de restablecer la grandeza de los reinos drávidas, arios y maratíes, siempre encontrados al Islam, pero marcados y divididos por la noción de las castas. El Bharatiya Janata Party representó, en los años cercanos a la independencia, a los sectores contrarios a los grandes cambios de modernización que India experimentó.
Para 1947, el Partido del Congreso (Kochanek S., 1968) presentaba a la nación propuestas radicales, modernizadoras, pero, sobre todo, soluciones ante los graves problemas de la descolonización. Entre sus grandes males se hallaba la falta de consolidación política, de unidad, de balance y de una psicología social única, todo ello condicionado a una doble explotación: al de clase y al de las castas. Una de las primeras acciones de su clase dirigente estuvo encaminada a lograr contener la crisis de gobernabilidad y luego a buscar el consenso interno para proyectarse como nuevo sujeto (Fung T., 2004; López I., 2006) de las relaciones internacionales.
En el crisol de la lucha por la independencia, se conformaron en India los principales valores que luego estuvieron presentes en el establecimiento de su política exterior como Estado nuevo, descolonizado, entre estos: la lucha por la independencia, el anticolonialismo, el antirracismo, el respeto a la autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de los conflictos, en general, y de los internacionales, en particular.
A este ya mencionado consenso nacional (Varma S. P., 1969; Krishna Menon, 1971) y a la heterogeneidad de su dirigencia, debe adicionárseles las particularidades de su economía capitalista dependiente, subdesarrollada y las perspectivas de ayuda exterior, como los principales condicionantes objetivos y subjetivos para la adopción de la postura no alineada como medio pragmático, realista e independiente, que le permitiría no solo desarrollar sus propios objetivos económicos y políticos, sino también utilizarlos al máximo como forma de ampliación de sus relaciones internacionales.
La burguesía nacional líder en el Partido del Congreso Nacional Indio encontró en el “no alineamiento” y sus dos vertientes, tanto política como económica, las herramientas útiles (López I, 1991) para restablecer la unidad territorial, política, económica y conformar de esa forma un nuevo Estado: multinacional, de igual manera pluricultural, soberano e independiente.
Por otra parte, esta burguesía contradictoria, vacilante, pero en aquel entonces, revolucionaria, tuvo que encarar la realidad de un mundo en guerra fría, dividido en dos polos y dos ideologías, ambos ávidos de aliados e irreconciliables con su enemigo, y ambos también poseedores de los recursos económicos necesarios para el desarrollo de este joven Estado.
Si bien en la aprobación de los programas de desarrollo hubo siempre votaciones cerradas o con mayorías políticas (Roy A., 1979), donde la concertación intrapartidista era más que evidente fue en los temas de política exterior; donde el consenso estuvo mejor logrado. De hecho, la mayoría de los debates en el Parlamento donde hubo votaciones casi unánimes y con apoyo de fuerzas ajenas a los partidos se dieron en temas de política exterior (Chakyanarty B. N.,1966; Bettelheim C., 1965; Levkoski A. I.,1961). Las acciones en cada una de las problemáticas de la época, es decir, (Cachemira, Sikkim, Bhutan, Assam, Mizoram) fueron radicalmente aprobadas bajo votación de las dos cámaras y de mayorías aplastantes (Publication Division, MOFA, la India cambiante, 1963).
No debe subestimarse en la formación del consenso nacional para la definición de la política exterior las divergentes influencias externas en cada uno de los segmentos políticos (Sarbadhikari Padit, 1962; Shwan Latif, 1967; Menon K. P. S., 1971; Mansingh S., 1984) o fracciones existentes en el partido del Congreso Nacional indio: un núcleo fuertemente influido por la exmetrópolis, otros por la URSS, otras con cercanía a EE.UU. Por lo tanto, la necesidad de lograr un balance entre los elementos políticos del momento: los tradicionales nexos con la ex metrópoli, la evolución de las relaciones internacionales después de la guerra donde EE.UU. comenzaba a desplazar el poder de antiguas metrópolis, el prestigio logrado en el mundo por las fuerzas progresistas del Socialismo y la subsiguiente repercusión al interior del país de estas ideas. Y los elementos de índole económica.
La esencia de su política exterior (la promoción y defensa de su interés estatal), impuso las maniobras, negociaciones, y el consiguiente comportamiento político indio de solucionar las necesidades primarias (Fung T., 2004) que como Estado emergente precisan su clase dominante y su pueblo:
-En la política interna, el Estado debía dirigir, impulsar y estimular los medios de producción, financieros y científicos, y mediante el control al capital extranjero hacer avanzar el país. El fruto originado fue el modelo de capitalismo de estado (Pavlov V, 1963) cuyos resortes profundizaban el papel del capital extranjero y promovían la iniciativa del privado nacional (Levkoski, A. I.,1961).
-Para el exterior, nacieron así, dos grandes elaboraciones conceptuales: de una parte, la no-alineación, que en ese marco fue una opción que reflejaba el consenso nacional para su proyección internacional y el resultado de la asimilación de fuerzas que ante la coyuntura internacional dictaban diferentes caminos, consecuencia del debate interno con respecto a la vía internacional a seguir y del apoyo a contar. Por otra, la equidistancia, como los politólogos la concibieron en esos años, que no solo implica no entrar en un bloque militar, sino promover, fomentar, mediante nexos amistosos, la posibilidad de obtener los recursos materiales necesarios al progreso de la nueva nación, con igual empatía en ambos polos.
Así nació el “no alineamiento”, que tras largos debates parlamentarios y en los círculos políticos-sociales fue aceptado y extendido a variadas naciones. En torno a estos dos ejes, debe apuntarse que no pocos autores suelen verlos como sinónimos, pero la práctica evidencia que no lo fueron, ya que hubo países no alineados miembros de alianzas militares contrarias a un polo u a otro, y hubo otros países que se enfrentaron a uno de los polos, aun cuando fueron partes del gran grupo de los no alineados. Y esas variaciones son importantes para entender cuán difícil era y es lograr el consenso y más aún las acciones de este amplísimo y diverso grupo de naciones.
Consolidación de la política exterior de la India independiente (1962-1991)
La política exterior de nuevo tipo, desplegada por India, estuvo signada por su activismo en favor de la independencia y el apoyo a los Movimientos de Liberación Nacional.
En las Naciones Unidas, destacaron sus labores en la Comisión Internacional para Indochina, en la de Desarme y así como la de Descolonización, que le dieron un alto prestigio y reconocimiento internacional como para ser considerada una nación líder dentro del naciente Tercer Mundo.
El éxito de la diplomacia india en las causas de los pueblos del Sur y el reconocimiento global de Jawaharlal Nehru y Mahatma Gandhi, principalmente, como líderes del Tercer Mundo, refrendaba el desempeño del Partido del Congreso Nacional Indio al interior del país, y, por ende, sus debilidades y problemáticas externas. También les generaba graves y complejas problemáticas internas: Pakistán y la guerra con China en 1962 fueron los conflictos de mayor costo político.
El Partido del Congreso, desde una política de paz y coexistencia pacífica, no había podido resolver los territorios perdidos, ni avanzar en la solución de los conflictos fronterizos, ni pudo detener una probable agresión china. Por ello y motivados por la correlación de fuerzas a nivel internacional, la derecha india exigió a la entonces Premier, Indira Gandhi, adoptar nuevas posiciones, más determinantes y en particular a “solucionar las pinzas legadas por el poder colonial” (se referían al hecho de estar India encerrada entre dos extremos de Pakistán). Cediendo a los intereses nacionalistas, pero conservando sus principios, los asesores de seguridad concibieron el Plan para alcanzar (Bhaghat Vats, 1977) el poderío regional indisputable (1970-1974).
Resultaba de este capítulo el apoyo indio a los bengalíes musulmanes y el consiguiente nacimiento de Bangladesh; pero contrario a lo esperado por el Janata Dal, el apoyo exterior global para este rediseño no provino de reconfigurar las relaciones con EE.UU. ni con Occidente, como ellos impulsaban, sino con las cláusulas de solidaridad de nuevo tipo que establecía el Acuerdo Indo-soviético, materializándose así un prototipo de nuevos vínculos entre una potencia global y un país no alineado (Afanasiev K., 1979, Krishna Menon,1971).
Es así que entre 1970 y 1982, India logra mediante la ampliación pragmática de su política no alineada, alterar la correlación de fuerzas en su entorno más cercano, e inició un nuevo tipo de comportamiento asertivo proyectándose como una potencia media regional.
Se insiste en el elemento pragmatismo, porque no se puede desconocer el papel determinante del uso de la fuerza para resolver la difícil situación regional que India heredó del colonialismo británico (encerrada entre dos pinzas por un mismo país). A ello además se adiciona la intensidad y carácter de los nexos de nuevo tipo que contrae con EE.UU. (ayuda financiera para lo que se dio en llamar las Revoluciones verde y blanca, es decir nuevas técnicas y semillas para la agricultura y el fomento de la producción lechera) y a la par concertar una alianza estratégica con la URSS (Tratado de Amistad de 1971), que mediante la colaboración e intercambio trajo significativos aumentos de la capacidad militar india, y mayores posibilidades financieras para los megaproyectos que emprendió al interior la dirección india (Siegel Richard, 1968; Bhaghat Vas, 1977) y apoyo internacional diplomático en sus diferendos con China, Pakistán y otros vecinos.
La cúspide de este período lo constituyó, sin lugar a dudas, la Presidencia del Movimiento de Países No Alineados (1983-1988) y sus años posteriores hasta 1991, contexto en el que su diplomacia, con un liderazgo global de nuevo tipo, esboza conceptos como la correlación particular entre el desarme y el Fondo para el Desarrollo del Tercer Mundo (MOFA, 1986, India for a World Free of nuclear weapons). Asimismo, en la articulación entre formación técnica y crecimiento económico, enarbolando un programa de cooperación técnica internacional dentro del marco de la cooperación Sur-Sur (ITEC); y el conjunto de acciones políticas globales, manifiesta en general en la negociación de conflictos, en la mediación política y en el mantenimiento del consenso del Movimiento no alineado (MOFA, 1985). Por otra parte, influyó en la conformación del Océano Indico como Zona de Paz y en el impulso de organizaciones y plataformas de negociación regionales como la Asociación Surasiática para la Cooperación Regional (SAARC), o la Asociación de Integración de la Bahía de Bengala; así como en las nuevas modalidades de intercambio al interior de la Commonwealth, entre otras.
Para la segunda mitad de los años 80, contexto en el que se estaba produciendo un proceso de distensión entre los dos polos en las relaciones internacionales, en el que la India se vio imbuida de esa tendencia e inició intercambios de nuevo tipo con los “tradicionales enemigos”, especialmente con China, dándose pasos significativos para avanzar en las conversaciones, creándose un clima singular en la región.
Sin existir igual distensión que la iniciada entre la URSS y Estados Unidos, entre India y China comenzaron pequeños pero sostenidos intentos de mejoría, que llegaron al nivel de normalización, siendo ese el ejemplo más nítido de cómo entendió la India el proceso de desideologización a nivel regional: las Comisiones conjuntas para delimitar las fronteras, diálogos bilaterales para el desarrollo de los estados del nordeste, los sendos capítulos bilaterales de las respectivas cámaras de comercio, convenios de intercambios culturales, científicos y para temas legales, entre otros múltiples (Josh H. S., 1989; Bajpai U. S, 1988), aunque lamentablemente no sucedió de igual forma con Pakistán.
Para finales de la década del 80, la India comenzaba una transformación importante: la clase dominante había consolidado su poder, estabilizado el país y al haber resuelto los grandes problemas fronterizos, se diseñaron planes de apoyo al sector privado.
Se conformó una estrategia de impulso a la inversión y modernización -Programa de los 10 puntos. (Gandhi I, 1984), que devino plataforma electoral del Congreso- (a través de subsidios, protección y créditos blandos a los empresarios de los sectores definidos como especiales) y se fomentó desde el poder cambios de clase, un proceso de evolución, de burguesía nacional a monopolista y transnacional, fruto de la prosperidad de su economía, la que había recibido los continuos capitales, inversiones y mostraba altos índices macroeconómicos, así como crecientes vínculos con el gran capital extranjero.
Estas condiciones le permitieron entablar relaciones comerciales muy importantes, con el exterior, variadas y de considerable monto con países no solo de la región, sino también de otros continentes, como parte de los nexos de la cooperación Sur-Sur.
Luego de su presidencia no alineada, la clase dirigente india entendió que el momento de proponerse un estadio superior había llegado. Estaban listos para manifestar una actuación política más protagónica, y las iniciativas globales -nunca ausentes de su diplomacia-, se hicieron más comunes. Puede concluirse que la prospectiva estratégica de esos años (1985-1990) contempló niveles y alcances más amplios: el correspondiente con una potencia global emergente.
El gran capital prosperaba, subsidiado y protegido por el Estado, viajaba a otras regiones, invertía y crecía, pero en las ramas que se contemplaban dentro del sistema de planes quinquenales, o de los ejes priorizados.
El retorno de las ganancias, igual estaba sometido a múltiples controles, por no hablar de las importaciones, y todo un grupo de medidas que en última instancia favorecían que el país creciera lentamente, desarrollara programas sociales modestos, pero de grandes extensiones, y mantenía las distancias de clases, en los límites que impedían una explosión o malestar generalizado. Esto requería de condiciones preferenciales en el comercio y en inversiones seleccionadas, muy alejado de los modelos neoliberales que se imponían globalmente.
Comparados con los nuevos países industrializados (NICS), la India parecía que languidecía, se imponían nuevas concepciones del desarrollo. Nace así entre la tecnocracia gubernamental la idea de las reformas indias (Prashad V., 2001), y la reinserción global de sus productos.
El cambio de paradigma en las relaciones internacionales, en la década de los 90 y principios de siglo XXI, de bipolarismo a unilateralismo, la victoria global de las fuerzas neoliberales y neoconservadoras, y la imposición de sus concepciones en la política internacional, impregnaron de gran incertidumbre a las naciones del Tercer Mundo.
Para la India, no solo era la crisis económica de agotamiento de su modelo de capitalismo de Estado, sino también de debilidad y pérdida de un aliado estratégico (URSS), mientras que el nuevo actor político que surgía, Rusia, no daba garantías entonces de retomar todos los compromisos de política exterior.
A esto se le suma que sus rivales fronterizos (China, Pakistán) tenían la máxima atención de EE.UU., quien además concertaba acuerdos globales con Rusia que le ponían límites a los abastecimientos militares, piezas de repuestos, y componentes fundamentales de los sistemas indios de defensa.
Para muchos analistas, en este periodo (1991 al 2004), tuvo lugar para la India un difícil reacomodo internacional, donde prevaleció la idea de declive e inestabilidad, que fueron muy bien utilizados por fuerzas nacionalistas. Estos concibieron y generalizaron entre la mayoría hindú el miedo al islam político, a su crecimiento, y la necesidad de responder, en todos los planos, la ventaja que aparentemente gozaba en el plano internacional Pakistán.
La victoria global norteamericana, el creciente poderío económico chino, la alianza de ambos con un cada vez más activo vecino, Pakistán, fueron elementos condicionantes para que la India no solo se viera imperiosamente obligada a reformular su política exterior (1990-2002), sino también para que el nacionalismo hindú conquistara el imaginario político del pueblo indio.
La reformulación de la política exterior india debía tener en cuenta varios límites: en primer lugar, los aspectos que gozaban de consenso, sistematicidad y que habían arrojado resultados positivos en el tiempo; los posibles nuevos aliados e intereses de estos, tanto hacia la India como hacia sus “enemigos”; y la imperante necesidad de encontrar un equilibrio, propiciar la paz y el desarrollo, en un mundo unipolar.
En la opinión de V. Prasad, 2001, la vulnerabilidad india en los primeros años del nuevo milenio se puso de manifiesto en el menor margen de maniobra y de respuesta ante las presiones norteamericanas que acompañaron a la declaración de guerra contra Iraq. La actitud de la India ante esta guerra supuso un desmarcaje de las tradicionales posturas no alineadas, una oportuna falta de iniciativas dentro del Movimiento, lo cual marcó una aparente ruptura con algunas de las más importantes manifestaciones del no alineamiento, pero no de su interés estatal. Ante estos cambios, algunos autores indios señalan que “el gobierno de Chandra Shekhar había actuado en concordancia con la promoción de su interés nacional.”
En la opinión de algunos analistas políticos, si se estudia el patrón de votación de la India en la Asamblea General de Naciones Unidas durante el período 1991 al 2003, se constata que la política exterior padeció de inestabilidad, votos contradictorios, inacción en algunos temas e incertidumbre en los pronósticos de sus tanques pensantes.
Si bien el Partido del Congreso Nacional Indio convocaba a abolir el llamado socialismo indio, y emprender medidas que empujaran el país a ritmos de crecimiento como los de los vecinos NICS -siendo el expremier del Congreso el padre de estos cambios económicos (sr. Manmohan Singh)-, la impronta del BJP en la arena política generó la percepción generalizada de que ellos eran los autores de la nueva India.
La reforma india: elaboración (1992-2002) y su impacto en la política exterior actual
La clase dirigente, partiendo de los sectores especiales formados durante los años 80, concluyó que la informática, con las producciones de softwares, y la aplicación de estos a toda la vida del país, era el sector principal para distinguir a la industria india a nivel global.
Favoreciendo esta rama, se generaron las líneas estratégicas de las reformas que fueron pasando escalón por escalón: primero, soltando los controles de importación; luego, de los mercados por sectores y eliminando regulaciones productivas; para luego centrarse en las inversiones directas externas y en la formación de empresas multinacionales, basificadas o no en su suelo, hasta llegar a ser de los pioneros del outsourcing.
De esa forma, combinando desregulación de los controles con incentivos tributarios, se fueron modificando los diversos sectores productivos, privilegiando siempre los grupos especiales (monopolios que han crecido junto al poder político, Birla, Tata, son los más conocidos), pero concentrando los subsidios o incentivos en las ramas farmacéutica y la biotecnología indias. De esta forma lograron formar la marca país.
Para valorar los cambios de la proyección exterior india resulta imprescindible abordar las transformaciones cualitativas al interior de su sociedad. Estas se hallan vinculados a las variaciones de la estructura clasista, es decir, a procesos internos que conllevaron a profundas modificaciones en su interior: a la evolución marcadamente diferenciada de su clase dirigente, de los actores políticos internos dominantes.
Este es el rasgo esencial de la política interna india en el siglo XXI, que debido al cambio clasista que ha tenido lugar dentro de su burguesía, y en particular de las capas más altas, los programas políticos, los intereses económicos y los objetivos del país son prácticamente coincidentes entre las dos fuerzas políticas más grandes del país.
Para ambos (el BJP y el Partido del Congreso Nacional I), el gran capital indio tenía amplias demandas: mayor apertura, liberalización de controles, reducción del gasto social, diversificación de las fuentes de materias primas, nuevos mercados, y en particular acceso a mayores financiamientos, lo que impuso la apertura y asociación con emergentes grupos empresariales, de carácter multinacional y otros asociados 100 % al capital extranjero. Y en este sentido, las fuerzas políticas introdujeron las leyes y modificaciones necesarias para estar a tono con la línea neoliberal global.
Desde el 2003 a la fecha, la India parece vivir una alternancia del gran capital, uno con base agrícola y otro asentado en las ciudades. Sin embargo, el ejercicio neoliberal de la política también se manifiesta con un creciente fraccionamiento del poder. Tanto el BJP como el Congreso, son partidos líderes de coaliciones, donde a su interior abundan las organizaciones personalistas, regionales, o basados en castas o etnias.
Otra característica común a ambos es el carácter absolutamente dominante de la relación que entablan los centros de poder con los demás elementos del sistema político, en particular, con otras fuerzas contestatarias, como lo son los partidos de izquierda y sus organizaciones asociadas, en los órganos de base o locales (aldeas, panchayats, distritos), donde se ejerce el control popular, aspecto que ha generado una creciente apatía política en una importante masa juvenil.
Si a ello se adicionan los males de corrupción, nepotismo, robo y acumulación de capital a partir de los fondos del Estado (Leroy A., 2012), es posible entender que el apoyo a las fuerzas políticas se manifiesta en un breve periodo, en las elecciones, donde suelen suceder los cambios, no radicales en su gran mayoría.
Otra coincidencia interna tanto del gobierno del Congreso y -o del BJP- es el combate o la guerra de baja intensidad que sufren desde esos años las antiguas guerrillas naxalitas, las autodenominadas maoístas y cualquier otro remanente de la izquierda que apela al uso de la violencia para llegar al poder.
No obstante, este paralelismo, el BJP y en particular la figura del Premier Modi, se erigen como imbatibles en el panorama político indio, evidenciado en los resultados en las elecciones en las generales del 2008, y en las estaduales (nivel local e intermedio) desde el 2004 a la fecha; así como en las encuestas de los medios de prensa, y redes sociales, en particular las realizadas por el cumplimiento del segundo mandato del Premier.
Por su parte, la coalición que se le opone y lidera el Partido del Congreso, no ha logrado, en ninguna de las elecciones efectuadas, consolidar una unidad de acción ni programática, lo cual la muestra frágil y poco conveniente ante los electores. Si bien esta misma falta de resultados pudiera ser la inspiración para relanzarse, de cara a las venideras elecciones generales es un reto grande, ya que implica una reorganización intrapartidista primero, y de la coalición en general, después.
Uno de los principales elementos del BJP, en su discurso del presente, es que ellos son la voz de muchos indios que no les dejaron opción: era Occidente y ser colonia, o el Partido del Congreso y su “secularización”. Entre sus principales resortes movilizadores están los temas espinosos, esos que se dejaron para después, por lo divisivos y perjudiciales a la unidad de la naciente India: la destrucción de las mezquitas, la construcción de nuevos templos (en lugares de disputa), la revisión de la historia y del papel de los invasores, las campañas para aprobar un solo Código civil; así como los intentos de aprobar y por ley, el otorgamiento de la ciudadanía a los inmigrantes que arriben a India, siempre que no sean musulmanes.
¿Cuál es el mérito mayor del BJP y sus fuerzas de derecha?
Para esta autora, es que el BJP ha aprendido a ser un partido nacional, y prescindiendo de las figuras más activas del escenario político religioso, ha ejercido su programa ideológico y político.
En un segundo lugar, a pesar de haber encontrado al país en un impulso de reformas neoliberales exitosas lideradas por el Congreso, el BJP ha hallado nuevas fuerzas motrices para el cambio y superar lo alcanzado: estas han sido las mujeres y las capas más bajas de los hindúes.
Pese a ser una práctica contraria a la teología hindú, y llenar de laicismo el acceso al banco, a la bolsa, a los bienes, se incorporan nuevas fuerzas, generando así un capital o ahorro interno de dos índices comparados con los años que le antecedieron (CEPAL, 2020). Se coloca prácticamente el 100% de la población activa a generar riquezas. Este ha sido otro de sus hitos en la impronta económica del país; de hecho, el éxito de estas medidas, convirtió al Premier Modi en el líder de la transformación de la India en una de las mayores economías emergentes.
Por otra parte, el saber encontrar espacios para el numeroso “capital colchón indio”, (un capital en categoría de mediano a alto que surgió fruto de la política de capitalismo de Estado) y que hizo resistencia a las reformas económicas al oponerse a las liberalizaciones, a la entrada del capital foráneo. La administración del BJP supo reorientarlo y apoyarlo con subsidios, dirigiéndolo a las relaciones exteriores indias, ya que buena parte del mismo proviene de las empresas que participan en la cooperación Sur-Sur, y otras modalidades de cooperación y colaboración internacional.
Campañas como “India primero”, “Hecho en India”, han sido un verdadero suceso; no solo para el atractivo político del premier Modi, sino también para el crecimiento sistemático de su economía, al involucrar a personas de todas las castas y eliminar elementos extraeconómicos que pudieran desde el pasado aislar a cualquier segmento de la población al proceso productivo, tanto local como a la inserción global.
India en la dinámica geopolítica postpandemia: éxitos y vulnerabilidades
En el Mensaje por el 75 aniversario de la Independencia, el Premier Modi recalcó que su principal legado político es haber producido una política familiar que, respetando el hinduismo y sus sagradas concepciones, lograra disminuir las diferencias de nacimientos entre niños varones y hembras, así como el incremento de la natalidad en todos los estratos sociales. No obstante, en la opinión de la oposición, encabezada por D. Raja, intelectual y Secretario General del Partido Comunista indio, esa misma actitud política va aparejada con los ataques a las minorías, la eliminación de las cuotas discriminatorias positivas hacia los musulmanes, dalits y sikhs, así como el uso exacerbado de la ley contra los actos de sedición e instigación a la violencia, son el resultado de la promoción de la ideología hindutva por encima de otras concepciones seculares, introduciendo, de esa forma, un debate no concluido entre secularismo y nacionalismo que ha trascendido de la prensa y la intelectualidad a la forma de evaluar y participar los ciudadanos en las diversas agrupaciones políticas.
Derivado del aspecto anterior se ubica la afirmación de que bien pronto el número de jóvenes indios será superior a todos los restantes en el planeta, hecho que produce alta satisfacción y alimenta el sentimiento patrio, desplazando a China como el país más poblado del mundo. No obstante R. P. Mohan señala que un lamentable fruto de las políticas neoliberales ha sido el encarecimiento de los centros de estudios, la reducción de facilidades y de subsidios a los pobres y menos favorecidos, con lo cual la India alcanzará el número más alto de NeNeit, es decir, ni estudio, ni empleo ni acceso a tecnología, en un país donde la Internet y los softwares han devenido uno de los principales renglones de inserción a nivel internacional.
Otro elemento que ha marcado la singular actuación del ejecutivo ha sido la capacidad de diseñar prioridades, estrategias nacionales: la más impactante lo constituye la creada frente a los problemas derivados de la pandemia de la COVID-19. Esta enfermedad, que ralentizó las dinámicas de funcionamiento de todas las naciones, en la India hizo sentir con crudeza los efectos neoliberales, al dañar el crecimiento y la euforia de un enriquecimiento infinito. No obstante, la dirigencia del BJP ha concebido nuevas áreas a dinamizar, y en ese sentido la Estrategia de Desarrollo del Cinturón del Nordeste merece particular mención, ya que se busca insertar a toda la línea de estados fronterizos con China al resto de la región de Asia Sur integrada en SAARC y a la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN).
Para el mes de mayo del 2022, la prensa india (The Hindu, Indian Express, Times of India) así como los principales espacios televisivos (24Hours, NDTV) efectuaron significativos debates de cómo sus autoridades pudieron sortear el reto que implicó Ómicron en la sociedad y sus altísimas cifras de contagios.
Sin dudas, aunque no lo exprese así la máxima dirección, al evaluar la combinación de los instrumentos utilizados, se concluye que se rompieron los esquemas y postulados neoliberales, ya que el control actual de la pandemia es fruto de una respuesta coordinada de todos los actores en salud, liderazgo centralizado del gobierno, una sincronizada organización de ciudadanos y sistema sanitario, en campamentos masivos de tratamientos, de chequeos, pesquisas generalizadas, así como la producción y distribución subsidiada y gratis de sus propias vacunas y medicamentos. A pesar de ello, articulistas del The Hindu, o Frontline (medios de izquierda) son fuertes críticos de estos resultados.
Otro elemento a destacar en la ejecutoria del Premier Modi es la rectificación a tiempo. Cada elemento concebido para las reformas neoliberales ha sido aplicado justo en la medida que propicia el cambio y el salto, no solo cuantitativo, sino también cualitativo: modernizar la India y su sociedad, pero, en el momento en que genera contradicciones insuperables, cesa y ya no se aplica más. Esta regla, que se inició con las acciones en Bolsa y luego con el sector inmobiliario, tuvo su mayor aplicación con los intentos de reformar el campo indio. El Premier no dudó en retirar el conjunto de modificaciones previstas para ese sector ante las manifestaciones campesinas de abril del 2020.
Estos aspectos donde hay evaluaciones controversiales de la realidad india, apuntan a sus mayores vulnerabilidades, lo que está motivando revisiones y reflexiones al interior de los partidos nacionales, en las que su izquierda se plantea que para el desarrollo total de la sociedad, habría que volver a los programas centralizados gubernamentales, donde se subsidien aspectos sociales como la educación y la salud y añaden la introducción de la nueva y alta tecnología en los sectores productivos más atrasados.
Otros intelectuales han señalado que, para lograr los objetivos planteados por el ejecutivo de cara al centenario de la independencia de la nación, si de verdad la estrategia es debatida a nivel nacional en enero, tal y como lo anunciaron en la prensa, entonces será inevitable el lanzamiento de programas de subsidios, y algún tipo de organización, casi similar a los abandonados planes quinquenales.
En el plano externo, a pesar del aislamiento que impuso para la India Pokram 2008, esta pudo revertir las sanciones y logró que sus intereses, que ya rebasaban el Océano Índico y la Cuenca del Este, fueran tenidos en cuenta por EE.UU., Japón y Occidente. Se conformó así una rearticulación de sus relaciones económicas con Japón, y el reconocimiento de Estados Unidos, en tanto nueva potencia emergente imprescindible para la contención de China.
En el plano político externo, desde el 2004 a la fecha, la India, ha estrechado las relaciones con EE.UU., tanto en el plano bilateral, donde el componente económico ha sido decisivo, como en el político, donde la asociación de carácter estratégico y en materia de seguridad ha ido creciendo notablemente.
En ese sentido, EE.UU. ha querido adjudicar a la India el papel de rival, contendiente y enemigo de China, a partir también de las diferencias y conflictos que existían entre estos últimos, y en función de esta alianza de seguridad y contención hay todo un programa de desarrollo conjunto de armamentos y tecnologías, así mismo de financiamiento y otras ayudas. Si bien en esencia esta conexión entre ambos está relacionada en tiempo e intensidad con la dinámica de las relaciones entre EE.UU. y China, la diplomacia india ha sabido y logrado mantener abiertos canales de comunicación e intercambios con la parte china, los que en la actualidad se han ido ampliando, en la misma medida que los intereses de Nueva Delhi, como potencia global, se han ido manifestando.
Con relación a Japón, en este último período, los indios han venido insistiendo en encontrar otros elementos en sus intercambios, que sean independientes a los preconcebidos en el año 2006, fecha de inicio de la Look East Policy, donde tiene lugar el fortalecimiento de sus nexos bilaterales, que estaban (al menos en la retórica de sus documentos) condicionados a un rol cada vez más activo de rival o contendiente contra China.
Esta alianza estratégica de seguridad con Japón ha visto convenientemente elevada la retórica, por la parte norteamericana, de la supuesta amenaza china a niveles tan significativos y coligados con el establishment norteamericano, que son inseparables a la definición que ha hecho EE.UU. del área Indo Pacífico como prioritaria para su seguridad nacional.
De esta forma, la India y Japón, junto a Australia y Nueva Zelandia, fueron invitados por EE.UU. a integrar asociaciones como QUAD, que prácticamente reeditan las alianzas de la Guerra Fría, y, de hecho, en estas organizaciones la prioridad la ocupan los temas de seguridad, frontera y otros elementos de conflictos, en vez de la cooperación tecnológica o los intercambios científicos y comerciales, entre ambos.
Algo similar intentó Estados Unidos en el Medio Oriente, donde han auspiciado el I2 U2 (India, Arabia Saudita, Emiratos e Israel) que, en sus acuerdos iniciales, reforzaba la presencia militar estadounidense, apuntando, en gran medida, contra intereses económicos rusos y chinos en el área. Sin embargo, la diplomacia india y saudita, por su parte, han logrado contraer proyectos, donde la cooperación en nuevos sectores ha primado arrojando resultados mutuamente beneficiosos.
En el presente, y haciendo gala de su multiplicidad de roles estratégicos (Thomas R, 1986) la India reafirma, por una parte, el no alineamiento, y por otra al papel de aliado o socio de seguridad para EE.UU., todo lo cual cobra mayor notoriedad, cuando la discursiva y el consenso de la opinión pública en ese tema, la encabeza el BJP, partido que al menos en las opiniones de sus ideólogos (L .K. Advani, 2003, Swami S. Reddy, 2014, Manohar Lal kattar, 2022) nunca coincidió con la visión que se impuso en la mayoría de las fuerzas políticas y en la sociedad india en los momentos iniciales de la República, cuando se conformaba o elaboraba su política exterior, su visión y elementos esenciales.
Ante los retos actuales y en función de alcanzar nuevos derroteros de política, en particular como potencia global, los políticos indios, como su actual Canciller, fomentan el debate al respecto y se refieren al pasado para encontrar las claves de las lecturas presentes. El discurso de que la India, más que una nación es una civilización, y que tiene seguidores en diversas partes del planeta por los que ocuparse y preocuparse, se alza como baluarte para mantener su actitud independiente y voz propia.
Los ideólogos del BJP y los tanques pensantes indios de la política exterior reelaboraron la filosofía del poder (“safronización de la diplomacia india”), donde el principio rector del Gran Bharat no ha cambiado. Las estrategias de comportamiento externo responden a la continuidad del principio rector de salvaguardar el interés estatal y cuya prospectiva en los próximos 50 años fueron readecuados para devenir la potencia del sistema capitalista mundial más importante de Asia.
¿Cuáles retos se avizoran para la nación india en el camino de superpotencia?
Además de las vulnerabilidades internas, asociadas a la calificación y empleo de su mano de obra, debe hacerse hincapié en el hecho de que el capital indio ya desborda su Estado nación y ahora apunta a la civilización o región Asia sur, donde converge con la impronta de nuevos capitales y pugna por su área de influencia.
No menos importante es la ausencia de suficientes recursos energéticos y de materias primas para sus industrias principales, lo cual le impone el acercamiento a otras regiones geográficas como es América Latina.
De igual forma, y a pesar de que la India ha logrado altos niveles de compenetración en ramas de alta tecnología con EE.UU. y otros productores europeos, que la han llevado a ser el centro por excelencia del outsourcing, su alta demanda de alimentos y fertilizantes la mantienen muy conectada con otros mercados, como el ruso. Esta es una de las razones de su postura de “estricta neutralidad” ante el conflicto ruso-ucraniano, y, de hecho, pese a las sanciones y críticas occidentales, la India ha avanzado con Rusia como su principal suministrador de energías.
Es en ese sentido que un grupo importante de intelectuales indios, y la mayoría de sus tanques pensantes, han enfatizado en mantener la necesidad que las acciones dentro de esta organización sean concebidas y ajustadas en función de sus intereses nacionales y trasladarla a la dinámica de negociación-conflicto, pero de sus propios intereses (S. Jaishankar, 2021).
Esta aspiración india entronca con el debate geopolítico surgido en la presente coyuntura internacional, donde se evidencia el declive del imperialismo norteamericano y de otras potencias europeas, el ascenso de China como primera potencia, así como el auge y participación de flamantes actores y economías emergentes . Esta particular situación global motiva varias reflexiones entre los analistas, a partir de que, en las organizaciones financieras o políticas mundiales, la posibilidad de decisión política efectiva no se corresponde con los actuales nacientes sujetos políticos, a lo que se adiciona la voluntad de estas naciones de actuar con independencia, o al menos acorde con sus propios intereses.
En Delhi, un grupo importante de cientistas políticos afirman que los países conocidos como economías emergentes necesitan formar agrupaciones no temporales o sectoriales, que sean, en primer lugar, estables, duraderas y de tipo alternativo. En este particular, América Latina y las organizaciones como UNASUR, o ALBA-TCP, son nombradas como ejemplo.
En ese sentido, América Latina es una opción, necesaria y decisiva donde el capital indio pudiera encontrar inéditos espacios de influencia y desarrollar vínculos imprescindibles para la condición de superpotencia global. Queda por parte de los líderes, capital y empresarios latinoamericanos rediseñar a la par, asociaciones e integraciones que con el principio de ganar-ganar conformen no solo intereses comunes, sino también sectores económicos conjuntos
En este propósito, la India tiene el reto de las propuestas chinas al Tercer Mundo, en particular a América Latina, de superarlas y dejar una impronta de mejor y mayor beneficio, mucho más si se evalúa que las inversiones y comercios de China y Corea del Sur en el continente latinoamericano, son anteriores y en modalidades bien diversas (acuerdos de libre comercio, inversiones en zona franca, y las inversiones directas mixtas y/o mayoritarias).
Aquí es donde la diplomacia india parece estar conformando modalidades particulares basadas en la formación de recursos humanos, cooperación Sur-Sur, créditos para el desarrollo productivo, o de comercio, conformación de noveles asociaciones económicas, diseño de originales proyectos de cooperación internacional y también, por supuesto, la concertación de acuerdos de libre comercio, o de inversiones en zonas francas, con un sello particular para que resulte irrenunciable, privilegiando la creación de nuevos sectores productivos concatenados globalmente.
La búsqueda de asociaciones originales, que reafirmen la multipolaridad, el no alineamiento y la soberanía económica puede ser positivo y favorecer también el crecimiento del empresariado indio; es en este particular donde cabrían varias interrogantes: ¿hasta dónde está dispuesta Delhi y sus capitales a reemplazar la ausencia de iniciativas efectivas de EE.UU. en el área? ¿Estarían en capacidad de retar las propuestas chinas de noveles formas de integración? ¿Estarían dispuestos a reacomodar a economías del área al sistema de los BRICS, y a sus bancos?
¿Y hacia Cuba, el empresariado indio pudiera plantearse también singulares formas de asociación? ¿Una política económica mucho más dinámica y con mayor peso en inversiones y financiamiento? Si bien estas interrogantes ameritarían otro trabajo, el número de capitales indios es lo suficientemente amplio como para poder encontrar importantes actores no asociados a EE.UU. dentro de esa gran nación asiática.
De forma general, para la región latinoamericana un punto de partida pudiera ser lo sugerido por la CEPAL (CEPAL 2020): lograr con estas economías emergentes y con la India, en particular, el reconocimiento de la importancia de las relaciones Sur-Sur; que en la misma medida que se reposicionen globalmente, fortalezcan la cooperación (en áreas como el comercio, la inversión extranjera directa y las finanzas), mejorando la cooperación en materia de innovación y capital humano a fin de diversificar el comercio, agregar mayor valor y aplicar nuevos conocimientos a las exportaciones, ayudando así a crear condiciones más estables para el crecimiento mutuo.
CONCLUSIONES
En nuestra investigación hemos constatado que la lucha por la independencia en la India fue el crisol donde se consolidaron los sentimientos de autodeterminación, soberanía y patriotismo del pueblo indio; los que devinieron en pilares de la política exterior de esa nación en un proceso no exento de contradicciones, pero fundamentalmente lleno de debates en búsqueda del consenso entre las distintas tendencias político e ideológicas, (tanto internas como externas), evidencias fehacientes de la peculiar conciencia hindú, ajena a la violencia, y amante de la negociación y fórmulas consensuadas.
En ese sentido, el principio rector de la política exterior, la defensa de su interés estatal se materializó, al menos en dos grandes estrategias: la no-alineación, como una opción que reflejaba el consenso ya mencionado, pero también la asimilación de fuerzas que ante la coyuntura internacional dictaban diferentes caminos. Por otra, la equidistancia, que no solo implicaba no entrar en un bloque militar, sino promover, fomentar, mediante nexos amistosos, la posibilidad de obtener los recursos materiales necesarios al progreso de la nueva nación, con igual empatía en ambos polos.
La consolidación de su status como potencia media regional, y la pragmática solución a sus principales problemáticas de política exterior, le permitieron desempeñar con máxima eficiencia su liderazgo no alineado y tercermundista, cuya máxima expresión fue la Presidencia del MNOAL, de 1983 a 1988.
Entre 1992 y el 2002 se produjeron cambios en India, a tenor con la imposición global del neoliberalismo. Estos han generado significativas modificaciones en la economía, la política y la sociedad india tales como:
Los cambios clasistas, sustanciales, resultantes de la aplicación de la reforma neoliberal en la India, son las causales esenciales de que la derecha hindú haya accedido al poder y se sostenga, con su lenguaje nacionalista, imbricados en toda la administración pública y se erija como una de las fuerzas de carácter nacional dominante en su coalición de partidos.
La actual dirigencia del BJP y sus ideólogos trazaron una hoja de ruta para convertir a la India en una potencia global, la cual ha comprendido resortes económicos que han impulsado relevantes desempeños económicos, a punto de convertir el país en la quinta economía mundial, y paralelamente, han impulsado un fuerte movimiento ideológico, basado en el antiguo esplendor de su civilización que recrea el consenso interno para proyectarse como la superpotencia global en la que aspiran convertirse.
En ese sentido, tanto los políticos, como su diplomacia e intelectualidad afín, reafirman los pilares de su liderazgo no alineado, como el apego irrestricto a los principios de la autodeterminación, independencia, la soberanía, la equidistancia, valores que les permite encontrar y desplegar nuevas capacidades de negociación y cooperación internacional, así como ampliar sus propios espacios de influencia.
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