Raúl Roa: el valor del ejemplo en la creación
de la diplomacia revolucionaria1

 

Raúl Roa: The Value of the Role Model
in the Creation of Revolutionary Diplomacy

Dr. C. Marcelino Fajardo Delgado

Doctor en Ciencias Políticas. Profesor Titular adjunto del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”. La Habana, Cuba. Exdiplomático cubano. rpi@isri.minrex.gob.cu 0000-0002-8237-1547. Fallecido.

 

Recibido: 2 de mayo de 2022

Aprobado: 12 de julio de 2022

 

RESUMEN Se realiza un examen sobre el proceso de creación de la diplomacia revolucionaria cubana, con posterioridad a 1959. Desde una perspectiva amplia se reconocen los momentos fundamentales acaecidos, de manera especial en los comienzos de dicha faena. De igual manera se exponen, de forma somera, los antecedentes a esta etapa a partir de lo que sucedió, en materia diplomática, a lo largo del siglo XX. Se pondera el alcance de las acciones llevadas a cabo en el ámbito de la diplomacia, en el periodo inicial revolucionario, a tenor del resto de las transformaciones que se ejecutaban, en variadas dimensiones, como parte del amplio empeño emancipatorio. El hilo conductor del presente artículo estriba en el papel extraordinario desempeñado por Raúl Roa García, en la creación y fortalecimiento de un sistema integral de trabajo, que garantizara a la revolución abrirse paso en la esfera de las relaciones internacionales.

Palabras claves: ejemplo, transformación revolucionaria, diplomacia, entrega

ABSTRACT The process of creating Cuban revolutionary diplomacy after 1959 is examined in this article. From a broad perspective, the fundamental moments that occurred are recognized, especially at the beginning of said task. In the same way the antecedents to this stage are briefly exposed, from the diplomatic events throughout the 20th century. The scope of the actions carried out in the field of diplomacy in the initial revolutionary period is considered, in accordance with the rest of the transformations that were carried out in various dimensions, as part of the broad emancipatory effort. The guiding theme of this article is based on the extraordinary role played by Raúl Roa, in the creation and strengthening of a comprehensive work system, which would guarantee that the Revolution would make its way into the sphere of international relations.

Keywords: example, revolutionary transformation, diplomacy, dedication

 

 

INTRODUCCIÓN

La diplomacia como actividad humana dirigida al planeamiento y la ejecución de la política exterior de las naciones y al establecimiento y condición de las relaciones internacionales por vías pacíficas, tiene un enfoque clasista porque responde a los intereses de la clase que detenta el poder del Estado. Sin embargo, en muy pocas ocasiones, estos no se corresponden con los de la nación, pues la clase dominante constituye una élite aislada de la mayoría de la población. Tal era el caso de Cuba antes de 1959.

Los códigos de valor, conceptos y categorías del ejercicio de la diplomacia deben conformar el diseño ético que exige la práctica que debe contribuir al mantenimiento de la paz mundial y la defensa de la soberanía e independencia, según los postulados que dieron origen al sistema de Naciones Unidas.

Sin embargo, esa ética profesional es violentada a veces por gobiernos que pretenden imponer sus intereses estratégicos, políticos, económicos o militares. Entonces se pisotean los principios que rigen el derecho internacional refrendado por el sistema de las Naciones Unidas. Tal es el caso evidente de la política exterior del gobierno de los Estados Unidos.

El ejercicio de la diplomacia en Cuba antes de 1959 se caracterizó por la conjunción de estos dos fenómenos, que en la práctica se manifestó en la subordinación de los intereses nacionales a la estrategia política del gobierno de los EE.UU. para el hemisferio occidental y a los intereses económicos y financieros de los monopolios estadounidenses en el archipiélago. Esta irrefutable realidad política y económica reflejó cristalinamente el carácter neocolonial de la república nacida a principios del siglo pasado.

Así las cosas, la institución insignia de la diplomacia de aquella república adoptó diversos nombres, comenzando en 1902 con el de Departamento de Estado; posteriormente se llamó Secretaría de Estado, y finalmente se identificó como Ministerio de Estado. Con un nombre u otro, la función de esa entidad se asemejaba más a un apéndice del Departamento de Estado que a la Cancillería de un país (Leland, s/f). La única ocasión que antes de 1959 podía haber evolucionado hacia una situación radicalmente revolucionaria "se fue a bolina", al decir de Raúl Roa García. El efímero Gobierno de los 100 días, en 1933, expresión singular de las turbulencias revolucionarias que provocaron la caída del dictador Gerardo Machado, no tuvo tiempo ni tampoco posibilidades reales por su composición política para expresarse revolucionariamente en política exterior como lo hizo Antonio Guiteras en el orden interno. Guiteras, en su condición de secretario de Gobernación, llevó a la firma del vacilante Presidente Ramón Grau San Martín los decretos más radicales de ese Gobierno.

De Guiteras dijo Roa que era:

El más completo 'hombre de acción’ […]. Más que palabras, basta y sobra con recordar que vivió y murió en la primera línea de batalla, oponiendo la violencia revolucionaria a la violencia contrarrevolucionaria. Inspiraba pavura a sus enemigos (Roa, 1969: 307).

La real y auténtica diplomacia cubana surgió con el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959 como brazo ejecutor de la política exterior del Estado revolucionario y con los objetivos de defender la soberanía de nuestro país en la arena internacional, denunciar la política agresiva y el criminal bloqueo económico, comercial y financiero que ha impuesto EE.UU. a Cuba, apoyar solidariamente a los pueblos del Tercer Mundo y contribuir a la lucha por la paz y el derecho de los pueblos al ejercicio de su autodeterminación.

Este trabajo intenta revelar una de las aristas más sobresalientes de la fecunda labor educativa de Roa en el Ministerio de Relaciones Exteriores: el valor de su ejemplo.

DESARROLLO

1

 

Desde los primeros días del triunfo revolucionario en enero de 1959, comenzó un dinámico proceso de transformaciones estructurales que modificaron sustancialmente la estratificación clasista de la sociedad cubana a favor de las grandes masas del pueblo trabajador. Recordemos, entre otras cosas, que, el 3 de marzo de 1959 se aprobó la intervención del monopolio norteamericano mal llamado Compañía Cubana de Teléfonos; tres días después se promulgó la ley de la rebaja de los alquileres en un 50%; el 21 de abril se eliminaron las playas privadas y el 19 de mayo2 Fidel firmó la Ley de Reforma Agraria.

Los que tuvimos el privilegio histórico de vivir aquellos inolvidables momentos nunca olvidaremos cómo el alba de cada día nos despertaba con la noticia de que nuevos decretos y leyes se promulgaban por el Gobierno Revolucionario en fiel cumplimiento del programa plasmado en "La historia me absolverá". Grandes movilizaciones de masas tenían lugar en apoyo a Fidel y a la Revolución. A lo largo y ancho del país los cuarteles se convertían en escuelas, las fábricas pasaban a ser dirigidas por los obreros y el latifundio desaparecía de los campos de Cuba para que al fin y definitivamente la tierra fuera propiedad del campesino.

Por su parte, los personeros y criminales de la derrotada dictadura batistiana que se habían refugiado en el territorio estadounidense amparados por el Gobierno de Eisenhower, depositaban en los bancos de ese país los 424 millones de dólares que se habían robado del presupuesto del Estado, para con ellos financiar la creación de las bandas contrarrevolucionarias. Politiqueros y malversadores del antiguo régimen que se habían quedado en Cuba comenzaban a conspirar contra la Revolución. Algunos elementos que habían luchado contra Batista con el objetivo de restaurar la venalidad, corrupción, malversación y entreguismo de los gobiernos auténticos creaban organizaciones contrarrevolucionarias. Todos estos elementos contaron desde sus inicios con el apoyo del gobierno norteamericano para perpetrar actividades de sabotaje y acciones terroristas. Había comenzado una nueva y larga etapa de lucha del pueblo cubano: la de la consolidación del triunfo revolucionario frente a la hostilidad y el bloqueo económico, comercial y financiero del poderoso "gigante de las siete leguas".

En los primeros meses de 1959, el Comandante en Jefe se entrevistó con el Vicepresidente Richard Nixon, en Washington. Nixon, quien había sido uno de los soportes principales del dictador Batista en la Casa Blanca, fue el primer gobernante norteamericano que levantó contra el Jefe de la Revolución una sarta de mentiras y falsas acusaciones con el objetivo de crear una atmósfera política negativa en los EE.UU. contra el Comandante en Jefe y la Revolución.

En su memoria sobre la entrevista, enviada a los jefes de las agencias de inteligencia, Nixon calificó a Fidel como "un hombre influido por el comunismo internacional" (Colectivo de autores, 1987: 24).

Las acciones anticubanas de la Administración Eisenhower adquirieron un sesgo muy agresivo. La Subcomisión de Seguridad Interna del Senado realizaba sesiones y audiencias con los criminales de guerra refugiados en ese país, los traidorzuelos de los primeros momentos y los politiqueros burgueses. Aviones piratas despegaban desde territorio estadounidense para violar el suelo patrio. El 8 de julio, el Congreso de los EE.UU. otorgó al presidente Eisenhower mayores facultades "para eliminar todo tipo de ayuda a los países que confiscaran propiedades norteamericanas sin justa compensación (Colectivo de autores, 1987: 28). La medida iba dirigida directamente a la Revolución Cubana; se iniciaba el largo, injusto y criminal bloqueo económico, financiero y comercial contra nuestro país.

No había tiempo que perder. La Revolución necesitaba un ejército de gladiadores que defendiera las conquistas soberanas del pueblo de Cuba en el ámbito internacional, frente a la campaña divisionista del gobierno estadounidense dirigida a crear las condiciones subjetivas en Naciones Unidas que le permitieran justificar una agresión armada contra Cuba. Por estas razones, las características del servicio exterior y las particularidades del combate diplomático en los foros multilaterales, ese ejército debía ser creado, organizado y dirigido por un revolucionario de excepcionales cualidades; por un cuadro político que reuniera un conjunto de atributos patrióticos, ideológicos, políticos, culturales, éticos y organizativos que le permitieran en corto tiempo poner en disposición combativa a ese nuevo ejército y comenzar a batir al enemigo imperialista en la arena internacional.

La elección no pudo ser mejor. Al llamado del Comandante en Jefe, Raúl Roa García asumió la responsabilidad de ministro de Relaciones Exteriores en junio de 1959, procedente de la misión cubana en la Organización de Estados Americanos (OEA), a cuyo frente se encontraba desde marzo de ese año. En su haber y su corto currículum diplomático ya ostentaba una primera gran victoria. Su primer combate diplomático lo había librado en aquel hostil escenario del "ministerio de colonias" del imperialismo yanqui, el 18 de ese mes, al denunciar la inacción contemplativa de la OEA durante los sangrientos años de crímenes y atropellos que caracterizaron a la dictadura batistiana. Su peculiar estilo oratorio, agudo y afilado, heredado de su entrañable abuelo mambí, el Teniente Coronel Ramón Roa, retumbó en el coto privado de ordeno y mando de los procónsules norteamericanos, cuando manifestó:

[…] quiero aprovechar la memorable ocasión de esta comparecencia —la primera de un representante del Gobierno Revolucionario que rige sus destinos— para exponer con claridad meridiana lo que el pueblo cubano anhela y reclama de una institución que, auspiciada y constituida para sustituir las relaciones de predominio amparada en la interpretación unilateral de la Doctrina Monroe [...], permaneció, sin embargo, oídos sordos y ojos cerrados al más sombrío y magno drama de su historia."

Y sin ambages ni rodeos anunció al cónclave diplomático americano que:

[…] El tiempo nuevo que se inició en Cuba con el año en curso alumbra una nueva etapa en la historia de América y restituye a la dignidad humana valores afrentados en este hemisferio y en otras latitudes (Bello, 1999: 10).

Nunca antes en ese recinto regional se habían escuchado tan justas y críticas valoraciones sobre la inercia de la OEA con relación a los desmanes de los sátrapas y dictadores que campeaban por su respeto, expoliando y avasallando a los pueblos latinoamericanos. Era la primera vez que se denunciaba tan clara y concisamente la complicidad de esa organización con la explotación imperial. Las palabras de Roa en la OEA fueron el preludio de la ofensiva diplomática que durante 45 años ha mantenido el pueblo cubano por la defensa de la soberanía, autodeterminación e independencia de Cuba. La presencia de Roa auguró desde aquel día para el imperialismo yanqui un eterno dolor de cabeza en los debates, réplica y contrarréplica en los foros internacionales. Ese día se inauguró la nueva y definitiva etapa histórica de la diplomacia revolucionaria. Roa con su peculiar estilo de decir las verdades con la velocidad de la centella y el resplandor del relámpago, nos dictó implícitamente su primera lección: la defensa de la verdad es el factor más importante de la credibilidad de un diplomático cubano.

Tres meses después de aquel primer combate comenzó su ardua tarea de construir, con la dedicación y minuciosidad de un escultor, su obra cumbre: el Ministerio de Relaciones Exteriores, la escuela de gladiadores revolucionarios, cuya batalla tendría por escenario la arena internacional. Ante si tenía una inmensa y compleja tarea, la cual enfrentaría con su entusiasmo característico, su inefable capacidad intelectual y su lealtad invulnerable a la Revolución y a Fidel.

En Roa se conjugaron las cualidades personales necesarias que le permitieron cumplir con excelencia la enorme e importantísima misión que le había encomendado el Jefe de la Revolución. Un rasgo distintivo lo acompañó toda su vida: Raúl Roa García fue desde su temprana juventud un hombre de verbo punzante, acción política audaz y firmes convicciones revolucionarias. No tengo dudas de que en esta conjunción singular influyó sustancialmente el legado de su abuelo, el Teniente Coronel mambí Ramón Roa, con quien solo pudo compartir el corto lapso de sus primeros cinco años, pero cuyo recuerdo perduró de tal forma en su memoria que, en prosa amena y con rigor investigativo, trazó el itinerario histórico de su abuelo en el libro Venturas, aventuras y desventuras de un mambí. El propio Roa explica esta evolución al decir que:

Descubrí que era revolucionario el día que me sentí disconforme con el mundo estante y anhelé uno más justo y bello: Mella contribuyó decisivamente y acaso también el sentimiento inconsciente de mi progenie mambí (Roa, 1969: 308).

Apasionado lector de literatura cubana y universal, ensayista por naturaleza, polemista sin par, profesor en las aulas universitarias y educador en los predios del MINREX, Roa nunca dejó de enseñar, formar y forjar generaciones de revolucionarios. Fue un educador por excelencia, cuya labor revolucionaria es un libro abierto para todos nosotros y su vida misma un paradigma.

Con estas cualidades idóneas para asumir la alta responsabilidad otorgada por el Comandante en Jefe, insufló a las nuevas generaciones de diplomáticos cubanos una proyección tercermundista, solidaria e internacionalista en el ejercicio de la diplomacia. Bajo su guía y orientación, interpretando cabalmente el pensamiento estratégico de Fidel, formó a una generación de jóvenes revolucionarios entusiastas y corajudos, cuya inmensa mayoría no tenía el menor conocimiento de los principios del derecho internacional y del arte de la diplomacia. Jóvenes imberbes, barbudos combatientes de las montañas, corajudos luchadores clandestinos, obreros, empleados, negros, blancos, chinos, pueblo en general, devinieron eficientes cuadros de la diplomacia cubana.

Algunos de ellos continúan brindándole importante servicio a la patria en el Ministerio y en el Servicio Exterior, por lo que son acreedores del reconocimiento y felicitación sincera del colectivo del MINREX. Roa nos legó el principio inmarcesible de que el primer deber de un diplomático cubano es defender la Revolución, porque la Revolución es el sostén de la soberanía y la independencia de la nación cubana frente al apetito voraz y depredador del imperialismo yanqui. En una ocasión, en la Asamblea General de Naciones Unidas, no permitió que las ofensas del embajador de Pinochet a nuestro Comandante en Jefe quedaran sin respuesta viril. Y sin reparar en los matones y guardaespaldas que protegían al energúmeno, saltó de su asiento a los pasillos y recordando los combates cuerpo a cuerpo que contra la porra machadista libró junto a Pablo de la Torriente Brau en las calles de La Habana, caminó cual gallardo gladiador de la tribuna a darle cubana bofetada al Pinocho del dictador, a quien solo lo salvó de la bofetada el que los guardias de la ONU lo sacaran del recinto diplomático.

Quizás, al ver retratado el pánico en el rostro del fantoche, recordó aquel día de 1933 cuando se apareció en el Diario de la Marina, "y ante la reacción atónita le descargó una pistola de agua llena de orina" a Raúl Maestri, el primer réprobo de su generación, quien —según narró Roa— "no se murió del susto de chiripa'' (Roa, 1969: 389).

Si destacadísima fue su labor diplomática en la arena internacional, no menos meritoria fue la labor educativa entre nosotros para inculcarnos, como característica esencial del diplomático cubano, la sencillez, la humildad, el antirracismo y el vínculo indisoluble con las masas. En la entrevista concedida a Ambrosio Fornet en octubre de 1968 explicó su origen de la manera siguiente:

Mi verdadera formación me la deparó el uso y abuso con los mataperros de la vecindad, del papalote, la quimbumbia, el patín y la bicicleta. Disolventes magníficos de las ataduras sociales y de los prejuicios raciales […]. La pelota de barrio marca una etapa superior en ese desarrollo: aprendí a raspar magistralmente en la primera base mientras deshojaba a Martí, Heredia y otros muchos (Roa, 1969, p. 287-288).

Y esa memoria de su infancia la materializó muchos años más tarde en el MINREX en sus relaciones fraternales con el colectivo de trabajadores, sin distinción de funcionarios o empleados.

Roa nos legó un verdadero ejemplo de humildad y sencillez, de real vinculación con el pueblo trabajador, convirtiendo en un principio básico del diplomático cubano que la vinculación con el pueblo trabajador es un nutriente ideológico y patriótico que nos fortalece y estimula.

Los fundadores del MINREX lo recuerdan compartiendo las duras labores de los cortes de caña en las Zafras del Pueblo, en el campamento San Isidro de Cayajabos y posteriormente en la finca de café en El Cano y la de "La Pelusa" en El Guatao. Natividad Núñez recordaba que Roa, con su carácter alegre y su voluntad de hierro, cortaba caña como un experimentado machetero, aunque su físico no era propiamente adecuado para aquellas rudas jornadas, y no olvida que nombró a la brigada de mujeres "la brigada de la aurora", porque era la primera que salía para el corte muy temprano en la mañana.

Otra anécdota la tiene Isaac, a quien por su sabiduría popular llamamos "El Papa". En una ocasión, recuerda, un compañero se quejó a Roa de que los macheteros por la noche hacían mucho ruido porque tomaban ron y formaban algarabía. Entonces Roa le preguntó: ¿Cortan o no cortan caña esta gente? y al responderle el quejoso que estos cortaban bastante caña por el día, Roa le dijo a Xiomara Lancís, la Directora Administrativa: ''Auméntales la cuota de ron a estos compañeros, que comienzan de muy temprano, con la fresca, a cortar caña y no paran hasta tumbar el último plantón, y por la noche para refrescar gustan de darse un traguito de ron cubano antes de acostarse".

Leandro Sandrino, apodado cariñosamente "El Ministro" por sus condiciones innatas de dirigente obrero, relata que en una ocasión se había solicitado al MINREX un refuerzo urgente ese día para un corte de caña en la provincia, y Roa, parado en la puerta central del MINREX, persuadía gentilmente a todo el que entraba, ya tuviera actividad diplomática protocolar, informe que presentar o entrevista que realizar, de cuello y corbata, a que se subiera al camión destinado al corte de caña, que estaba parqueado frente a la entrada del MINREX. Y al ver llegar a Leandro, le preguntó, "Óigame Ministro, ¿usted qué tiene que hacer esta mañana?" y al responderle Leandro que tenía algunas tareas en el taller le indicó: "Bueno, Ministro este día es significativo para el corte de caña, pues en vez de un ministro van dos a cortar la caña", y acto seguido lo tomó por el brazo y subieron al camión.

Tinguilito, otro personaje histórico de la Dirección Administrativa, que muy joven comenzó a trabajar en el MINREX en 1959 procedente de los cortes de caña del central azucarero Josefita, en Nueva Paz y Los Palos, recuerda que Roa los deleitaba por las noches con sus tertulias culturales, anécdotas de su niñez contadas con un delicioso humor criollo y los comentarios sobre el campeonato nacional de béisbol.

Lamentablemente, muchas otras anécdotas de numerosos trabajadores y empleados del taller, la piquera y otras áreas administrativas, de origen muy humilde, como Phillips, Gerardo, Paz, El Bala, Mayabeque y Napoleón no las pudimos recoger porque fallecieron hace años. Todos ellos disfrutaron de la estimación y amistad de Raúl Roa García, con quien conversaban a menudo sobre múltiples temas, incluida la situación internacional. Manuel González Bello, periodista, extraordinario compañero y amigo lamentablemente fallecido cuando estaba en la plena madurez y excelencia de su talento, escribió en su libro El Canciller:

Lo significativo es que Roa mantenía una relación similar de cordialidad y afecto con todos, no importaba si se trataba de un jardinero, un especialista o un viceministro. Las anécdotas demostrativas son abundantes. Se afirma que estaba enterado incluso de los problemas personales de su gente. Parece que no había distancias entre el ministro y el compañero (Bello, 1999: 53).

Bastaría para ejemplificar esta extraordinaria cualidad humana de Roa, su relación con dos de los más conocidos compañeros de esos tiempos. Los recuerdos de Mayabeque, aquel amiguito de su infancia, negro y de origen muy pobre, que capitaneaba su equipo de pelota en los placeres enyerbados de la barriada de La Víbora, lo acompañaron durante toda su vida. Después del triunfo de la Revolución lo encontró en la Plaza del Mercado Único, de Cuatro Caminos, ganándose la vida en una venduta de ese lugar, pero en difícil situación económica. Y sin pensarlo dos veces, al mismo tiempo que le daba un calurosísimo apretón entre sus brazos, se lo llevó a trabajar al MINREX de jardinero, donde laboró hasta su deceso.

Su relación con Napoleón tenía la connotación política de haberlo conocido en el Presidio Modelo, en los años 30, cumpliendo una injusta sanción por apoyar en la calle una manifestación progresista a favor de los negros condenados de Scarborough, aunque el Napo, por su desconocimiento del inglés, lo que gritaba frente a los porristas de Machado era que apoyaba a los "negros de carburo", según nos contara con amplitud de detalles Raúl Roa Kourí, su hijo, embajador, compañero y amigo. Napoleón también ingresó en el MINREX como trabajador en los talleres, al llamado de Roa.

Una de las virtudes del Canciller de la Dignidad que casi siempre salía a relucir en las conversaciones entre los trabajadores del MINREX era la sencillez y naturalidad que se evidenciaba en todas las manifestaciones de su conducta social. La Dra. Olga Miranda, quien fuera una de sus más cercanas colaboradoras desde su responsabilidad al frente de la Dirección Jurídica del Ministerio, lo identificaba como “[…] un ser muy sencillo en el sentido más puro de la palabra. Profundamente culto, pero incapaz de humillar con su sabiduría [...]. Incluso era capaz de pasar largas jornada en el campo, aunque no tenía una constitución física para labores pesadas. Pero ahí estaba en el surco, entusiasmando a todos. Y después, en las noches, dedicado a largas tertulias".

Consecuente con su manera de pensar, opuesta a todo tipo de discriminación, se proyectó desde los inicios por la promoción de las mujeres a cargos de dirección en las diversas esferas de trabajo del Ministerio, en etapas tempranas de la Revolución cuando la herencia de machismo pugnaba por hacerse sentir. En ese sentido acuden a nuestra memoria algunas de las muchas destacadas compañeras que ocuparon responsabilidades políticas, administrativas y de protección, como Xiomara Lancís, Marta Jiménez, Ana María González, Dulce Pérez Verde y Dulce Pérez Alonso, Alba Griñán, Olga Miranda, América Castillo, Celia Girona, Mary Flores, Isabel Allende, Lourdes Urrutia, Sonia Díaz. Olga Chamero, Asunción Díaz, María Villar Buceta, Trinidad Carvajal, Angela Grau, Maruja Iglesias, María de los Ángeles Periú, Teresita Averoff y otras, porque la relación es muy extensa.

Un testimonio de la Dra. Olga Miranda señala que: “tenía mucho cuidado en propiciar el desarrollo de las mujeres, y para lograrlo luchó contra criterios adversos". Dulce Pérez Alonso, quien fuera responsable del Apadrinamiento de Escuelas e Internados de Montaña y fundadora del Grupo Patriótico del MINREX, recuerda el viaje que realizó con Roa en los primeros años de la década del sesenta a la Sierra Maestra para asistir a la primera graduación de sexto grado de los niños campesinos, y resalta el orgullo que guarda de ese inolvidable acontecimiento de su vida al compartir con quien es para ella un verdadero ejemplo de revolucionario, dirigente y compañero.

La defensa constituyó también una de las esferas en la que Roa, con su actitud ejemplar, contribuyó a crear una tradición en el MINREX. Cuando Manuel Ferrer, joven revolucionario que había sido combatiente de la clandestinidad a las órdenes de Gerardo Abreu "Fontán”, heroico jefe de las Brigadas Juveniles del Movimiento 26 de Julio, le propuso, a solo unos meses de haberse creado el MINREX, fundar las Milicias Nacionales y darles el nombre de "Fontán", Roa con mucho entusiasmo acogió la propuesta, le indicó consultar a la madre del mártir, y sugirió realizar un gran acto en la Casa de las Américas con todo el colectivo del Ministerio para iniciar las actividades. En esa histórica ocasión dirigió la palabra uniformado de pies a cabeza con boina negra, camisa azul añil, pantalón verde olivo y botas negras, como un miliciano más, "dispuesto a matar al enemigo o a que me maten en la trinchera", palabras que recuerda Ferrer que Roa le dijo cuando él lo quiso exonerar de la guardia de milicias.

Arturo Moisés y José Conde, compañeros y escoltas de Roa durante muchos años, pudieran atestiguar in extenso sobre la constante preocupación de Roa por estar a tiempo en Cuba para cumplir con su guardia de milicias en el pelotón al que pertenecía. Ambos también tienen un largo compendio de experiencias muy ejemplarizantes y educadoras al lado de Roa en el Ministerio y en el Servicio Exterior.

A los que tuvimos el privilegio de compartir con Roa, nos marcó profundamente su vocación formadora y educadora y el talento desplegado para crear la institución insignia de la diplomacia cubana, el MINREX. La fundación de un organismo de importancia capital para el ejercicio de la política exterior del nuevo Estado revolucionario implicaba la creación de nuevas estructuras, sistemas de trabajo, entidades adjuntas y sobre todo la preparación profesional, cultural y ética de las primeras generaciones de diplomáticos cubanos para crear las tradiciones revolucionarias que serían heredadas y enriquecidas posteriormente, tales como las iniciativas de volcar el MINREX a la calle en el 2003, y "Cuba vs Bloqueo" este año, a lo largo y ancho de todo nuestro país, debatiendo con obreros, campesinos, estudiantes y con el pueblo en los barrios el informe que Cuba presentó a la Asamblea General de la ONU sobre "Necesidad de poner fin al criminal bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto al pueblo de Cuba por el imperialismo norteamericano".

Los testimonios de fundadores del MINREX nos dan una medida de la audacia, la valentía y el patriotismo de que hicieron gala nuestros pioneros diplomáticos en aquellos primeros años de la Revolución en el enfrentamiento diplomático contra los representantes del Gobierno de los EE.UU. y de sus aliados de turno. En su labor formadora de los cuadros del MINREX, Roa se guió fundamentalmente por el pensamiento político del Comandante en Jefe, arquitecto de la política exterior revolucionaria, las tradiciones patrióticas de nuestras luchas independentistas, la filosofía marxista leninista y las tendencias más descollantes de la cultura universal.

Fue el máximo impulsor de la creación de la Escuela de Cuadros, Escuela de Mínimo Técnico, Escuela de Superación Obrera, los Centros de Capacitación Profesional, Política y Cultural, el Centro de Práctica Diplomática y Consular, la Revista Política Internacional y el Instituto de Servicio Exterior, posteriormente elevado a la categoría de Instituto Superior de Relaciones Internacionales.

Una de las iniciativas que puso en práctica en aquellos primeros tiempos y que ha resultado de gran utilidad para la labor diplomática fue la elaboración del Prontuario Diplomático, en 1961, cuya redacción estuvo fundamentalmente a cargo de Miguel D'Estéfano, con la colaboración de Roa y Pelegrín Torras. A decir de Roa, con ese sentido del humor que lo caracterizaba, había que crearlo para que los diplomáticos cubanos "a la carrera se vuelvan diplomáticos de carrera y se desarrollen en la carrera". El Prontuario, que recientemente ha sido actualizado, es un obligado instrumento de consulta para todos los funcionarios del MINREX. Generaciones de diplomáticos cubanos elevamos nuestro nivel de profesionalidad por medio del estudio y aplicación de los conocimientos que compila el Prontuario. En su Introducción, Roa señala:

Como indica su título es un resumen que permite tener a mano los requerimientos elementales del oficio […]. Huelga añadir que dichas cuestiones se exponen y aprecian a la luz de los principios del marxismo leninismo y de los fundamentos de la política internacional del Gobierno Revolucionario (Prontuario, 1964).

Los jóvenes revolucionarios que formaron el primer destacamento de diplomáticos cubanos al socaire de la creación del MINREX son portadores de un hermoso anecdotario de sus vivencias con Roa en aquellos primeros tiempos. La compilación y publicación de esa riqueza testimonial está prevista en el MINREX como forma de conservar un rico patrimonio cultural e histórico. De ese prolijo anecdotario de experiencias podemos destacar, a manera de ilustración, las de algunos de aquellos jóvenes que hoy son experimentados diplomáticos.

Eduardo Delgado, procedente de las filas del MINFAR, que en su primera misión al exterior lo acompañó a la VII Reunión de Cancilleres de la OEA en San José, Costa Rica, recuerda que Roa se enfrascó en una peliaguda "bronca" con el Secretario de Estado norteamericano, Christian Herter, puso al desnudo el apoyo de los EE.UU. al dictador Trujillo al declarar que "el verdadero culpable de la existencia de la dictadura trujillista (es) era el padre de la criatura" y citando pasajes bíblicos para denunciar la explotación de los pueblos pobres y oprimidos dijo, al terminar su alocución acusadora y antimperialista: "Que no se tengan dudas, esto no lo dijo Carlos Marx ni Vladimir Lenin, lo dice la Biblia" (Delgado, 1999: 19).

Héctor Rodríguez Llompart en los primeros meses de la Revolución se desempeñaba como Comisionado del Municipio del ultramarino pueblo de Regla, de donde salió en su primera misión para el servicio exterior al reclamo de Roa. Señala que cuando fue su alumno en la Facultad de Ciencias Sociales en la clase de Historia de las Doctrinas Sociales, "por su participación en la lucha antiimperialista, posición vertical contra la dictadura batistiana, elocuencia, carácter extravertido, manejo inigualable del idioma español y figura quijotesca, se ganó rápidamente nuestra simpatía y respeto […]. Con su magisterio supo influir en nuestra formación. Asimismo, los conceptos que tenía sobre la vida y la Revolución calaron hondo en nuestras mentes" (Rodríguez, 1999: 15).

Carlos Martínez Salsamendi refiere que al crear Roa el MINREX se encontró que había diplomáticos que formaban la plantilla del Ministerio de Estado, y que Roa "indicó cuidar los vínculos con estos personeros anteriores, de manera tal de aprender de ellos. Fue una de las primeras cosas que nos advirtió: la necesidad de aprender de aquellos funcionarios que después fueron saliendo naturalmente, se jubilaron y demás (Salsamendi, 1999: 39).

Raúl Roa Kourí, hijo y compañero de Roa en los avatares de la vida diplomática, refiere que su padre escribió en el Mensuario de Arte, Literatura, Historia y Crítica, publicado en la Dirección de Cultura, en 1949, "Como por temperamento soy alérgico a la simulación y a la demagogia, me atuve, desde el principio a lo que debía hacer, dentro de lo que pudiera y con lo que tuviere a mi alcance, previo y riguroso discernimiento y al margen de grupos, capullos y sectarismos (Roa Kourí, 1999: 21).

En el ámbito regional, académicos e intelectuales latinoamericanos también resaltaron destacadas aristas de su personalidad, por ejemplo, su reconocido prestigio de ensayista e historiador. Su conocido libro Historia de las Doctrinas Sociales constituye una importante contribución a la literatura socio-política latinoamericana. Los estudiantes del primer curso del Instituto de Servicio Exterior en 1971 disfrutaron del magisterio de sus clases impartidas con el apoyo bibliográfico de algunas de sus obras. Esa fecunda labor investigadora y literaria que inició en su temprana juventud hizo exclamar a Rómulo Gallegos que “Roa era una de las personalidades más influyentes de este continente”.

La singular capacidad del pueblo cubano para apreciar atinadamente los valores éticos en una persona y otorgarle el justo calificativo que lo perpetúe históricamente se expresó con caracteres indelebles en Raúl Roa García al llamarlo Canciller de la Dignidad, como patriótico reconocimiento a las contundentes victorias morales y políticas que libró en los foros multilaterales contra el Gobierno de los EE.UU. en defensa de la soberanía de nuestro país.

Los cubanos vivimos momentos inolvidables cuando la oratoria de Roa, electrizante como la centella y atronadora como el trueno, sentaba en el banquillo de los acusados al imperialismo yanqui en Nueva York, Ginebra, Costa Rica, Chile, Lusaka, Georgetown y Panamá. Los que peinamos canas y tuvimos la oportunidad de escucharlo y verlo en acción recordamos cómo escrutaba con la mirada el universo total del auditorio al que se dirigía, las curiosas filigranas que describía con sus manos al hablar y la exuberancia de los epítetos con que solía apostrofar a petulantes, fantoches, jactanciosos, lacayos, apóstatas, cipayos y sicofantes del imperio, en polémicas, réplicas y contrarréplicas.

Una de las formas de la conciencia social en la que Roa hizo un gran hincapié en su labor formadora entre nosotros fue la ética. A aquel que se le acercara con chismecitos de pasillo contra sus compañeros o al cobarde que en vez de decir la verdad en su momento se callaba y posteriormente criticaba las decisiones tomadas, los rechazaba de plano. En su actividad cotidiana en el MINREX o cuando se encontraba en el exterior cumpliendo alguna misión no perdía oportunidad para, con su ejemplo como primera lección, legarnos una herencia ético-moral que constituía una fortaleza en nuestro trabajo.

Crítico sistemático del burocratismo, calificó este dañino sistema de conducta como una actitud ante el trabajo en la que el cerebro se sustituía por la mesa y la voluntad por la silla; una concepción mecánica de los problemas donde en vez de pensar y actuar prevalece el estereotipo y la poltronería. Y nos exhortaba a desembarazarnos de la rutina mental, de los conceptos entumecidos, de las ideas muertas.

Al referirse al peligro de contaminación con la mentalidad burguesa, consideraba que el verdadero revolucionario debía esforzarse y tratar cada mañana de yugular las ataduras que dificultan, deforman o extravían el desarrollo de su conciencia y su estilo de vida. Alertaba que la crítica nada tenía que ver con la murmuración, el chisme, el número ocho o la falta de respeto en las relaciones de trabajo. Y subrayaba que sin el empleo efectivo del método crítico y autocrítico era difícil adquirir conciencia de los errores y suprimirlos.

Fiel discípulo de Félix Varela y de José Martí, nos estimulaba a aportar iniciativas propias en el trabajo, a pensar por cuenta propia y a aplicar creativamente el marxismo leninismo. El primer deber de un comunista es pensar con su cabeza, solía decir. La teoría y el método marxista leninista se transforman en dogmas si no hay una cabeza que los interprete y aplique.

Y nos advertía que ni la conciencia política ni la competencia técnica se adquirían sorbiendo el aire, sino mediante el esfuerzo propio, conjugado con la educación y el estudio, el espíritu de sacrifico y la pasión revolucionaria. El diplomático cubano tenía que tener mucha pasión revolucionaria y entre nosotros no tenían cabida los tibios, medio tibios y medio calientes, porque solo la pasión revolucionaria es la verdadera garantía de la superación, la productividad, la calidad del ahorro y la lealtad. En una ocasión en que un compañero le comentó sobre las calumnias y campañas tendenciosas que el enemigo de afuera y de adentro lanzaba contra su persona, Roa le respondió:

"No te preocupes, Gordo. Lo que sí puedes estar seguro es de que a donde vaya la Revolución, me encontrarán siempre en la proa del primer bote y remando pa 'lante (Roa, 1999: 70).

CONCLUSIONES

Finalizo recordando una de las intervenciones de Roa en el MINREX, cuyo contenido tendrá siempre vigencia y actualidad. Esta pieza oratoria y educativa la ofreció el 17 de julio de 1963 en la plenaria del MINREX. Con fragmentos de ella concluyo, con la que deseo rendir mi modesto homenaje y eterno agradecimiento al Canciller de la Dignidad en el 45 Aniversario de la creación de su obra cumbre, por la inefable influencia que ejerció en mi formación profesional y revolucionaria.

Un Ministerio de Relaciones Exteriores de vanguardia supone no solo una organización administrativa, técnica y funcional bien concebida y diseñada. [...]. De poco vale una estructura orgánica bien concebida y diseñada, si no funciona con presteza, eficacia y rendimiento en todos los niveles y en todos los planos y particularmente en su proyección externa, que es la razón misma de la existencia de ese Ministerio […]. Implica que, sus representantes diplomáticos y consulares, soldados de la Revolución, descuellen por su calificación política, competencia técnica, lealtad absoluta, firmeza inquebrantable, conducta austera, y por el diestro manejo de la táctica, el tacto, el contacto. Implica que sus trabajadores sean asiduos, puntuales, estudiosos, conscientes, entusiastas, responsables, ahorrativos, disciplinados y productivos. Implica que existan entre ellos relaciones humanas ejemplares. [...]. Implica que vivan permanentemente movilizados en guerra abierta contra el burocratismo, el ausentismo, la girovagancia y el palique ambulatorio. Implica que se levanten con un quehacer y no se acuesten sin haberlo realizado. Implica que sus Círculos de Estudios, la Escuela de Cuadros y los centros de· capacitación profesional y técnica sean colmenas afanosas y no avisperos de zánganos. Implica que invadan la biblioteca, dominen idiomas y asistan a las conferencias organizadas en beneficio de su desarrollo ideológico, político y cultural. Implica que estén siempre apercibidos a la defensa de la patria con las armas en la mano (Roa, 1963: 34).

notas

1 Publicado en revista Política Internacional (2004). Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, La Habana. Edición Semestral. Edición Especial en saludo al 45 Aniversario del Minrex. No. 4. Julio-Diciembre, pp. 84-99.

2 Comandancia del Ejército Rebelde, en la Sierra Maestra. La firma de la Ley de Reforma Agraria tiene un significado político emancipador. Fue el golpe principal a la estructura económica neocolonial estadounidense en Cuba, al nacionalizar los extensos latifundios de las compañías norteamericanas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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