Panamericanismo como arma de dominación.

 

Pan-Americanism as a weapon of domination.

Lic. Rachel Lorenzo Llanes

Licenciada en Filosofía Marxista-Leninista. Profesora del Departamento de Historia y Marxismo del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”. rachel.lorenzo0996@gmail.com, 0000-0001-8371-1745

 

Lic. Meikel Lázaro Castrizano Marquetti

Licenciado en Historia. Profesor del Departamento de Historia y Marxismo del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”. meikelcast97@gmail.com, 0000-0002-7907-7152

Recibido: 26 de abril de 2022

Aprobado: 3 de junio de 2022

 

RESUMEN Tras los fallidos intentos por lograr la unidad latinoamericana en el siglo XIX, Estados Unidos comenzó a utilizar la idea de la integración como un medio para lograr sus intereses en América Latina. Bajo esta perspectiva aparece el concepto Panamericanismo en 1889. Desde entonces y hasta la actualidad, constituye una herramienta fundamental en la relación de Estados Unidos y los países latinoamericanos. Bajo la bandera del Panamericanismo se fundó la OEA; organización que utilizan para justificar sus intromisiones en asuntos internos de los países del área. En consecuencia, el Panamericanismo constituye un instrumento de subyugación, estrechamente relacionado con la Doctrina Monroe. El mismo está asociado a móviles colonizadores y/ o expansivos, no solo territorialmente, sino desde el punto de vista ideológico y cultural, todo ello como expresión del marcado nacionalismo y proteccionismo norteamericano. Como contraparte, existen alternativas reales de integración; tal es el caso de organizaciones como el ALBA, entre otras.

Palabras claves: Panamericanismo, integración, OEA, proteccionismo norteamericano

ABSTRACT Following failed attempts to achieve Latin American unity in the nineteenth century, the United States began to use the idea of integration as a means to achieve its interests in Latin America. Under this perspective appears the concept of Pan-Americanism in 1889. Since then and until today, it has been a fundamental tool in the relationship between the United States and Latin American countries. Under the banner of Pan-Americanism, the OAS was founded; organization that they use to justify their interference in the internal affairs of the countries of the area. Consequently, Pan-Americanism constitutes an instrument of subjugation, closely related to the Monroe Doctrine. It is associated with colonizing and or expansive motives, not only territorially, but from the ideological and cultural point of view. All this as an expression of the marked American nationalism and protectionism. As a counterpart, there are real integration alternatives. Such is the case of organizations such as ALBA, among others.

Keywords: Pan-Americanism, integration, OAS, North American protectionism

 

INTRODUCCIÓN

El Panamericanismo es un concepto surgido a finales del siglo XIX con el objetivo de “lograr” la integración americana. La actitud del gobierno norteamericano hacia América Latina durante los siglos XX y XXI demuestra que el Panamericanismo busca proteger sus intereses en la región, en virtud de la legitimación de sus patrones ideológicos y de comportamientos en el rol hegemónico, poniendo de relieve la naturaleza proteccionista de sus políticas.

El tema del presente artículo es el Panamericanismo como instrumento de dominación. Su objetivo fundamental es analizar su concepto en tanto constituye un mecanismo utilizado por el gobierno de Estados Unidos para someter a los países latinoamericanos. En aras de dar cumplimiento a este, se plantean otros objetivos específicos. En primera instancia, explicar los orígenes del concepto y sus móviles. En segundo lugar, argumentar su carácter expansionista y proteccionista. Finalmente, demostrar que existen mecanismos de integración latinoamericana efectivos, como es el caso del ALBA y de otras organizaciones.

La pertinencia del tema viene dada por la necesidad de mostrar que el Panamericanismo constituye un obstáculo para el desarrollo de América Latina. La integración panamericana ha consolidado el liderazgo norteamericano en la región y fomentado la subordinación de los países del área a Estados Unidos. Por tal motivo, se asume que las vías de integración latinoamericanas pueden resultar más efectivas para nuestras naciones.

El marco teórico conceptual manejado por los autores toma como referente principal el concepto Panamericanismo. Se refiere a la unidad americana y su mayor sustento es el factor geográfico. Toma fuerza después que los intentos por lograr la unidad latinoamericana en el siglo XIX fracasaron. Es utilizado por el gobierno de Estados Unidos para legitimar sus intereses y justificar sus intervenciones en los asuntos internos de los países de América Latina.

Asimismo, adquieren una importante connotación las consideraciones en torno al carácter proteccionista y expansionista de las políticas del gobierno norteamericano. Estas se encuentran encaminadas, en primera instancia, a la conservación y/o legitimación de sus intereses sobre la región latinoamericana, para lo cual es esencial que estos últimos asuman como suya la ideología del gigante del norte. De ahí, que su proyección internacional posea una marcada naturaleza expansionista, no solo desde la perspectiva de los territorios físicos, sino, sobre todo desde el punto de vista ideológico.

En este sentido, desempeña un papel fundamental el ejercicio efectivo de la hegemonía norteamericana en América Latina, la cual se manifiesta de forma irrefutable al constituir la potencia con mayor influencia económica, financiera y política en la región, si bien esta se ve hoy amenazada por la fuerza que van ganando en Latinoamérica las inversiones de países como Rusia y China; aspecto que avala la importancia de abordar el tema del Panamericanismo en sus múltiples aristas en la actualidad.

DESARROLLO

Una mirada histórica al Panamericanismo.

La idea de unidad en América Latina estuvo presente durante todo el siglo XIX, aunque nunca llegó a concretarse. Varios líderes de la gesta independentista latinoamericana reconocían la importancia de la unidad para nuestros pueblos luego de que se rompiera el yugo español. Este deseo de lograr la integración de las naciones latinoamericanas se puede observar en la Carta de Jamaica escrita por Simón Bolívar en el año 1815.

Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria (…) Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse (Bolívar, S.).

Luego de la independencia hispanoamericana comenzó el proceso de formación de los Estados Nacionales en América Latina, en el que ocurrieron una serie de contradicciones que generaron la disgregación de sus estados. Surgieron estados como Ecuador, cuyo nombre es el resultado de las discrepancias internas de ese territorio1. Las élites nacionales latinoamericanas impidieron que avanzara la unidad regional.

El intento de unidad latinoamericana de mayor resonancia durante el siglo XIX fue el Congreso de Panamá del año 1826. El mismo tenía el objetivo de formar un ejército que estuviera preparado para repeler un posible intento de reconquista por parte de los españoles, además de apoyar a Cuba y Puerto Rico para que lograran su independencia. Este intento fue un fracaso; no logró sus objetivos porque muchas de las naciones recién creadas no asistieron al Congreso.

En el año 1823, Estados Unidos había plasmado en la Doctrina Monroe su política hacia América Latina: no permitirían la intervención de países europeos en el continente americano. Durante la mayor parte del siglo XIX, este país no era lo suficientemente fuerte para desafiar a las potencias europeas y lograr desempeñar un papel dominante en la región. Para finales de siglo, la nación norteña había experimentado un gran crecimiento económico y tenía el poder necesario para enfrentarse a Inglaterra por la hegemonía en la región.

En el año 1888 aparece por primera vez el término panamericanismo en el periódico norteamericano Evening Post de Nueva York. Al año siguiente, Estados Unidos convoca a los países latinoamericanos a la I Conferencia Panamericana, utilizando la idea de unidad para legitimar sus intereses comerciales. El crecimiento económico e industrial del país norteamericano generó la necesidad de expandir sus mercados y veían a América Latina como el mejor escenario para esto. Sobre esta Conferencia, José Martí expresó que era necesario estar atentos a los intereses que tenían los norteamericanos en el territorio latinoamericano:

Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles: y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo” (Martí. J, p.46,1991).

Además, es contundente cuando expresa:

De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia (Martí. J,p.46,1991).

El objetivo de Estados Unidos en esta conferencia era garantizarse el protagonismo económico en la región. La conferencia fue un fracaso, pero el Panamericanismo continuó evolucionando durante el siglo XX y en el año 1948 nació la Organización de Estados Americanos (OEA). Desde su origen se convirtió en una herramienta para reforzar el liderazgo norteamericano en la región y para justificar sus intervenciones en asuntos internos de países latinoamericanos.

El carácter socialista de la Revolución Cubana provocó que en 1962 nuestra nación fuera expulsada de esta organización, lo que constituye uno de los episodios más lamentables en la historia de América Latina. Los gobiernos latinoamericanos se sometieron a los designios de Washington y apoyaron esta maniobra orquestada desde el norte.

La OEA es una especie de marioneta manejada desde la Casa Blanca. Constituye un elemento fundamental en la consolidación del dominio norteamericano sobre los países latinoamericanos. A inicios de la década del 60 del siglo anterior el gobierno de Estados Unidos realizó una serie de acciones con el objetivo de destruir a la Revolución Cubana. El bloqueo económico y la invasión de Playa Girón indican la hostilidad de la política estadounidense hacia la Isla.

Los ejemplos anteriores demuestran que el Panamericanismo es un pivote en la política norteamericana hacia América Latina, sirve para establecer límites que no pueden sobrepasar los Estados latinoamericanos y refuerza la hegemonía norteamericana en la región. Además, evidencian que la OEA no tiene como objetivo la unidad de nuestros pueblos.

La lucha encarnizada entre Estados Unidos y la URSS durante el periodo de la Guerra Fría provocó que los norteamericanos arreciaran su política y aumentaran los ataques hacia cualquier manifestación que traspasara los marcos establecidos por su hegemonía en Latinoamérica. Se incrementa su injerencia en los asuntos internos de las naciones de la región y embisten contra toda fuerza política que represente un peligro para sus intereses.

En el año 1973, el gobierno norteamericano apoyó el golpe de Estado a Salvador Allende en Chile. Este hecho desmorona la retórica estadounidense que los coloca como los defensores de la democracia. En 1970 el pueblo chileno había elegido a Allende como su presidente, pero en Washington no estaban dispuesto a permitir el ascenso de gobiernos socialistas de forma democrática en América Latina. Por este motivo, desde el inicio de su mandato maniobraron para apartarlo del poder. Luego de la muerte de Allende, se instauró en Chile una cruel dictadura liderada por Augusto Pinochet.

Este régimen dictatorial se caracterizó por las constantes violaciones a los derechos humanos, asesinatos de los opositores y por la aplicación de reformas neoliberales en la economía chilena. A pesar de esto, a Chile nunca le fue impuesto un cruel bloqueo económico, tampoco fue expulsado de la OEA como lo habían hecho con Cuba en 1962. Lo anterior demuestra que a Estados Unidos no le interesa la justicia social que exista en las naciones latinoamericanas y que mediante el Panamericanismo buscan impedir la soberanía de las naciones de la región.

En el siglo XXI siguen existiendo dos elementos fundamentales en la red hegemónica que han tejido los norteamericanos sobre nuestra región: el ataque a gobiernos progresistas y la búsqueda de mecanismos para la ampliación de mercados para sus productos.

Las ansias de expansión económica del gobierno estadounidense constituyeron la génesis de la creación del proyecto conocido como Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En el año 2005 se celebró en Mar del Plata la IV Cumbre de las Américas, en la que varios presidentes de naciones latinoamericanas rechazaron contundentemente el ALCA, dado que no generaría el desarrollo de las economías latinoamericanas y las subyugaría a la del poderoso país del norte. norteamericana. Según Leandro López: “No quedan dudas que el ALCA no es un acuerdo u organismo más, se trata del intento anexionador concebido por el imperialismo estadounidense para terminar de destruir las soberanías nacionales incorporando a las naciones como sus propios territorios”. (López, L., p.5,2005)

Su ataque a los gobiernos progresistas de la región se manifiesta de diversas maneras. El férreo bloqueo económico que mantienen sobre la Isla de Cuba es un claro ejemplo de la política norteamericana hacia los Estados que no siguen el guion establecido desde Washington. Además, la reciente exclusión de la Cumbre de las Américas de países como Cuba, Nicaragua y Venezuela es otra muestra de las decisiones unilaterales de ese gobierno.

La naturaleza expansionista y proteccionista del Panamericanismo. Visiones desde el componente ideológico.

A lo largo de la historia, asuntos concernientes a América Latina han encontrado un espacio dentro de las políticas estadounidenses, lo que durante el gobierno de Donald Trump alcanzó una connotación sin precedentes. No obstante, el interés del gigante del norte hacia la región latinoamericana no es un hecho fortuito; la estabilidad de la economía de los Estados Unidos depende en un grado importante de su relación con el área. De hecho, constituyen el país con mayor cantidad de inversiones en el territorio latinoamericano (Evan, E, 2017). En virtud de ello, la realidad de estos países no puede analizarse al margen de su relación con Estados Unidos y de las implicaciones de las políticas norteamericanas sobre los procesos internos de dichas sociedades, más aún en un mundo globalizado e interconectado de múltiples formas.

Se deriva que para comprender la realidad latinoamericana se precisa comprender, en primera instancia, cómo los procesos internos de estos países se encuentran mediados por su relación con Estados Unidos, de forma que resulta imprescindible analizar los móviles ideológicos de la relación del imperialismo con el resto del continente. Esto es, en virtud de la alzada de gobiernos progresistas y de izquierda en la región, síntoma de que los patrones de desarrollo ultraderechistas neoliberales no se hacen corresponder con nuestra realidad.

La misma no es posible explicarla solamente desde sus raíces u orígenes, ni siquiera desde sus procesos internos. Es necesario atender a su vínculo ineludible con el gigante del norte, que con múltiples medidas y restricciones influye y determina en gran medida el destino de dichos países. Ello responde a móviles expansivos y colonizadores, no solo desde el punto de vista de sus territorios geográficos, sino también desde el ámbito cultural e ideológico.

El estrecho vínculo que existe entre los distintos factores internos y extra hemisféricos, es condición necesaria en un mundo interconectado y globalizado. Sin embargo, conlleva también a efectos negativos, sobre todo en temas concernientes a las finanzas, el comercio y las inversiones. En este sentido, se hace sentir de forma rigurosa la caída de los precios en un mundo donde las políticas del mercado están determinadas por Estados Unidos.

Ahora bien, cómo interviene en este contexto la idea del Panamericanismo. Esta constituye un intento de integración de la América toda, pretexto bajo el que se funda la Organización de Estados Americanos. Sin embargo, vale la interrogante de si existe esta organización como alternativa para viabilizar las relaciones en la región, por qué se han creado otras organizaciones con similar propósito. Por solo citar algunos ejemplos, la CELAC, el ALBA, el CARICOM, entre otras.

Sin duda, estas organizaciones han surgido de la necesidad de una integración real, patrocinada por la comunión de intereses y culturas, dando por sentado que el norte no comparte con el resto de la región ni sus orígenes o raíces, ni su identidad cultural, por lo que la idea del Panamericanismo debe asumirse como un intento más de subvertir la soberanía de los pueblos latinoamericanos, considerados el patio trasero de Estados Unidos.

Durante toda la creación y consolidación del imperio, han buscado fortalecer su desarrollo económico y mantener su estatus de potencia económica ejemplar para el resto del mundo. Vale recordar el criterio de Walter Benjamín que entiende el capitalismo como religión que sacraliza el mercado y las ganancias.

En correspondencia con este propósito, su política se erige sobre la premisa del fortalecimiento de tres pilares esenciales: el económico, el militar y el político, todos transversalizados por el componente ideológico, aspecto en el que la noción del Panamericanismo se desempeña como cortina de humo que intenta legitimar, en pos de la llamada democracia occidental, el modelo de comportamiento norteamericano.

Evidentemente, si en los países de la región se acepta sin mayores resistencias la ideología norteamericana, estos tienen el terreno ganado para la expansión y dominación2, lo que supone que la idea del Panamericanismo entraña una profunda naturaleza expansionista. La misma asume entre sus principales finalidades, la intención de impedir la consolidación de alianzas militares en Latinoamérica, capaces de hacer frente a Estados Unidos, así como a influencias externas que puedan ganar fuerza en la región. Ello se percibe significativamente hoy a través del influjo de China y Rusia en Latinoamérica.

En contraste, en los últimos años el tejido de legitimación de la hegemonía norteamericana sobre la región ha ido entrando en decadencia con la entrada al escenario internacional de líderes de izquierda. Se percibe una tendencia en Latinoamérica a cobrar auge gobiernos antimperialistas que rechazan el modelo democrático neoliberal, poniendo en peligro la hegemonía norteamericana sobre el resto de los pueblos, con lo cual implantan medidas restrictivas y de coacción que aseguren su estabilidad, haciendo resaltar el carácter altamente proteccionista de todas las políticas aplicadas.

Vale destacar que la OEA se hace corresponder plenamente con los móviles antes referidos. Es decir, ya se trate del Panamericanismo como concepto rector de las relaciones americanas, o de la OEA, en tanto organización legitimadora del sistema de relaciones imperantes, no buscan sino colonizar, mediante las formas ideológicas espacios más que geográficos en Latinoamérica. Buscan dominar las mentes para lograr la continua reproducción del sistema, que solo es posible a partir de los patrones de desarrollo consumistas que sostienen la subsistencia del capitalismo como sociedad de consumo.

La otra cara de la moneda. Decadencia del concepto de Panamericanismo

Ciertamente en los últimos años Latinoamérica ha vivido el "despertar de sus pueblos", noción poética que busca reflejar la revitalización de los mecanismos de integración en la región. La cual (la cual), si bien atiende a las particularidades de cada territorio y sus necesidades reales, tiene como factor común el rechazo al modelo democrático y de desarrollo norteamericano. Siguiendo esta línea, se produce la creación de ALBA, alternativa no solo para fortalecer la unidad de los pueblos, sino para potenciar su desarrollo en los tres campos de acción esenciales: lo económico, político y social.

En este sentido, los países miembros han librado una encomiable batalla contra los índices de pobreza, presentando ya resultados significativos. Vale mencionar el ejemplo de Venezuela, cuyo avance ha sido reconocido por Naciones Unidas y la CEPAL (Cobarrubias, F, Martínez, O, Pérez, J, Quirós, J, Bullón, M, Kindelán, Alpízar, G. 2013), si bien estas organizaciones no son favorables a gobiernos progresistas, lo cual le confiere un mérito aún mayor. Asimismo, resulta interesante destacar la caída de la tasa de mortalidad infantil y de desempleados en la región; así como los avances en materia de salud y educación. Otros logros que se adjudican a la creación del ALBA se evidencian en las siguientes cifras:

Todos estos avances sociales se están reflejando en una mejoría importante en la esperanza de vida al nacer en los países del ALBA que encabeza Cuba con una expectativa de vida de 79 años, le sigue el Ecuador, un país en el que sus habitantes aspiran a vivir hasta 75,4 años. Venezuela ha mejorado (...) ahora es de 74,2, en tanto Nicaragua registra avances mostrando una esperanza de vida de 73,8 años (...).

El 93% promedio de la población que vive en países del ALBA cuenta con conexiones eléctricas y el 86% dispone de la infraestructura para recibir servicio de agua potable (Cobarrubias, F, Martínez, O, Pérez, J, Quirós, J, Bullón, M, Kindelán, Alpízar, G. 2013).

No obstante, debe reconocerse que, a pesar de los significativos logros en el área social, aun en materia económica queda bastante por hacer. Ello responde a que se trata de economías tercermundistas y deformadas estructuralmente durante siglos. Sin embargo, algunos elementos son dignos de reconocimiento. Este es el caso del incremento de las exportaciones petroleras (son las principales) y de otras materias primas y recursos que dan testimonio de un intercambio comercial en el área que va en ascenso.

1

Además, ha ganado fuerza la transferencia de tecnología en la región. Este aspecto se ha destacado principalmente en los últimos años de pandemia, produciéndose el intercambio de tecnologías en el área de la medicina para contrarrestar los efectos adversos del virus; aunque también se perciben intercambios en campos como la odontología, la oftalmología, imagenología, fisioterapia, entre otros. Además, durante estos últimos años se han fortalecido las colaboraciones médicas entre países, aspecto en que sin dudas se destaca Cuba con el envío de la brigada Henry Reeve a disímiles territorios del orbe (no solo a Latinoamérica).

Asimismo, aumentan las inversiones interregionales en dos campos fundamentales: el energético y el turismo, aunque no son los únicos ya que también se perciben en el deporte, la cultura, el transporte y la industria, por citar algunos ejemplos. Lo cierto es que queda mucho por hacer en pos de la sostenibilidad, estabilidad y prosperidad de los pueblos latinoamericanos, pero alternativas como esta (el ALBA) son los mecanismos para lograrlo. Es decir, solo mediante estructuras que viabilicen una integración real, que atienda a las particularidades de la región, se podrán desarrollar sus pueblos.

CONCLUSIONES

El presente estudio ha pretendido dejar en evidencia el carácter sustancialmente proteccionista de la proyección de los gobiernos norteamericanos con la región latinoamericana. Con este cometido, se tomó como referencia el concepto Panamericanismo, poniendo de relieve el modo en que este funciona como arma de dominación y de afirmación de la hegemonía estadounidense. En efecto, el Panamericanismo no satisface las intenciones de integración y colaboración de “Las Américas”, premisa bajo la que surge. En cambio, ha funcionado desde sus orígenes como un mecanismo de auto legitimación del sistema e ideología capitalista en la región latinoamericana.

El análisis del concepto y su proyección real dan cuenta irrefutable de que en realidad responde a una naturaleza expansionista y proteccionista. En este sentido, un análisis marxista demuestra que el gobierno norteamericano puede mantener su supremacía en Latinoamérica, solo si sus pueblos asumen como suyos los principios morales y de comportamiento de Estados Unidos, por los que la naturaleza expansiva de sus políticas pretende conquistar más que los territorios, la ideología predominante, ello con el fin de garantizar sus intereses sobre la región, por lo cual se puede afirmar que posee un marcado carácter proteccionista.

No obstante, desde hace años se percibe un despertar de Latinoamérica mediante la entrada a la escena política de gobiernos progresistas y antimperialistas. Hoy, la hegemonía norteamericana en la región se encuentra en una crisis que amenaza su permanencia a largo plazo, lo cual se evidencia mediante la creación de organizaciones para la unidad, integración y colaboración económica, financiera, política y social de Latinoamérica.

notas

1 La nación se nombra así porque la aristocracia de Guayaquil quería impedir que se llamara Quito.

2 Esta idea responde a la concepción gramcsiana donde la hegemonía real se implanta a partir de lograr la dominación cultural e ideológica.

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