EL MUNDO EN QUE VIVIMOS

Las relaciones de China y la India con América Latina y el Caribe

China’s and India’s relations with Latin America and the Caribbean

Dra. C. María Elena Álvarez Acosta

Doctora en Ciencias Históricas. Profesora Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, La Habana alvarez14me@gmail.com, 0000-0001-9425-4316

 

Dra. C. Nidia Alfonso Cuevas

Doctora en Ciencias Económicas. Profesora Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, La Habana nidialfonso1962@gmail.com, 0000-0003-2621-5600

 

 

Recibido: 19 DE mayo DE 2022

Aprobado: 2 DE junio DE 2022

RESUMEN El trabajo aborda las características de las relaciones entre los países de América Latina y el Caribe, India y China. Tiene en cuenta la visión de la cooperación, sobre todo, entre China y Latinoamérica y el Caribe, así como las características de la misma. Se aborda el impacto de dichas relaciones a partir de la adhesión de los países del área en el mega proyecto de la Franja y la Ruta y en el contexto de la pandemia. Asimismo, caracteriza la presencia de la India. Mas allá de la lejanía geográfica, de lo que se trata hoy es de mirar no solo al “Norte” sino también al “Sur” como alternativa a la identificación de necesidades de desarrollo parecidas, aunque con estrategias diferentes.

Palabras claves: Desarrollo, Imperialismo, globalización, cooperación, Franja y Ruta, diplomacia, Covid 19

ABSTRACT This paper addresses the characteristics of the relations between Latin American and Caribbean countries, India and China. It takes into account the vision of cooperation, especially between China and Latin America and the Caribbean, as well as its characteristics. It deals with the impact of these relations from the adhesion of the countries of the area in the mega project of the Belt and Road and in the context of the pandemic. It also characterizes the presence of India. Beyond geographical remoteness, what is at stake today is to look not only to the "North" but also to the "South" as an alternative to the identification of similar development needs, albeit with different strategies.

Keywords: Development, Imperialism, globalization, cooperation, Belt and Road, diplomacy, Covid 19

 

 

INTRODUCCIÓN

El periodo de transición inter sistémico en el siglo XXI ha manifestado esencialmente la puja entre tres poderes: EE.UU., China y Rusia. Esta realidad ha complejizado el contexto internacional y las contradicciones entre esos actores, así como por el establecimiento de sistemas de alianzas en diversas regiones del mundo. En ese contexto el escenario latinoamericano no es una excepción. En este caso, a pesar de la histórica presencia de EE.UU. en su “patio trasero”, allí se han establecido otros actores, fundamentalmente China.

Paralelamente, la situación creada en torno a la guerra en Ucrania ha impactado en las diversas esferas de las relaciones internacionales. Por una parte, se ha evidenciado la presión que ejercen EE.UU. y sus aliados europeos hacia los países del mundo para que se adhieran a la postura Occidental y, por la otra, las consecuencias que han traído las sanciones impuestas a Moscú.

En la práctica, podríamos plantear que el orden internacional parece que se quiebra, que sus contradicciones y lo que podríamos calificar como sus dos bandos, se acentúan.

En el caso latinoamericano y caribeño, destacan dos aspectos esenciales: primero, Washington no ha logrado imponer su agenda hacia Rusia, a pesar de sus presiones y, segundo, las consecuencias de las sanciones impuestas a Moscú han sido funestas para las economías de esos países. Esto, hasta cierto punto, pudiera tener un efecto bumerang para las intenciones estadounidenses, pues los países de lo que EE.UU. considera su patio trasero, pudieran buscar un acercamiento mayor a China para tratar de resolver sus dificultades. Esto se sumaría al mayor acercamiento que ha habido entre América Latina y el Caribe con la República Popular China (RPCH) en el contexto del enfrentamiento a la Covid 19.

En otro sentido, hay que tener en cuenta la “memoria histórica” y la concepción de las relaciones y las características de las mismas entre las partes, o sea: China (e India) y los países de América Latina y el Caribe. Ello permitirá una primera aproximación a una cuestión que incide en las relaciones internacionales y en las pretensiones estadounidense de mantener el orden que considera debe ser el que impere.

A continuación, en una primera parte se presentan las principales concepciones de los países asiáticos en torno a las relaciones con los países latinoamericanos y caribeños. En la segunda, se realiza el análisis a la inversa o sea de América Latina hacia China e India.

DESARROLLO

La memoria histórica

Para los inicios del siglo XX, la aparición y desarrollo del capitalismo en su fase monopolista estaba consolidando cambios trascendentales no solo económicos sino, además, políticos y culturales. Todo ello estableció patrones en las relaciones internacionales sobre todo entre las ex metrópolis y el sistema de naciones que, aunque descolonizadas, siguieron dependientes de las primeras. Si alguna duda quedara de ello, basta solo con identificar el rol de unas y otras en lo que se reconoce como la División Internacional Capitalista del Trabajo (DICT).

El patrón de acumulación asignado a la mayoría de las naciones perdura un siglo después. De hecho, si se analiza con un poco más de detenimiento, es posible concluir que muy pocas naciones han logrado superarlo con verdaderos cambios estructurales.1 En correspondencia, pasada una centuria se sigue reproduciendo el sistema de relaciones sociales de producción capitalistas, afianzado ahora en la Globalización.

En la medida en la que se fueron tejiendo los vínculos entre las naciones a través de los mercados globales y las Empresas Transnacionales (ETN), los gobiernos de las ex metrópolis, devenidas hoy, casi todas, en países desarrollados, se fueron acoplando a los intereses de esos actores globales, configurando su poder político a tales efectos. Se aplicaron nuevos instrumentos de dominación, combinando el “poder duro” y el “poder blando” y aunque las ex colonias disfrutaban y disfrutan de un reconocimiento público como naciones independientes y soberanas, en el fondo son dependientes, de formas más variadas, de lo que lo eran a finales del siglo XIX.

En consonancia con el desarrollo imperialista, el reparto territorial entre las asociaciones capitalistas tiene lugar hoy a través de acuerdos comerciales que en esencia protegen ante todo los intereses de las ETN con la anuencia de los estados firmantes. Se reparten los espacios geográficos que contienen recursos naturales y mercados con potenciales consumidores sobre la base de la DICT.

¿Qué obstáculos internos y externos debe superar una nación subdesarrollada cuando se propone añadir nuevos productos o servicios e insertarlos en el mercado mundial? Los internos van desde los niveles de analfabetismo de su población hasta la dependencia económica y tecnológica de los países desarrollados. Sin embargo, los externos pueden ir desde la imposibilidad de insertarse en una cadena global de valor hasta el boicot económico, el congelamiento de sus activos, hasta las agresiones y presiones políticas de cualquier naturaleza.

Estas reacciones, unidas a la ausencia de plataformas políticas coherentemente encaminadas a superar el subdesarrollo, hacen que no se emprendan estrategias orientadas al desarrollo y a eliminar el circulo vicioso de las dependencias externas. Es entonces que aparecen, sobre todo a partir del inicio del siglo XXI, alianzas entre países que no forman parte del selecto club de países desarrollados.

Se habla de grupos como los BRICS2 y los MIKTA3 por tan solo mencionar algunos. Su objetivo común: insertarse en el mercado mundial bajo sus propias reglas y recursos. Si todos son exitosos o no, no es propósito de este trabajo cuestionarlos sino tan solo mostrar algunas de las alianzas estratégicas que se han creado para enfrentar el binomio Globalización–Regionalismo fuera de las reglas de las ETN.

Tres dimensiones para el análisis.

Las autoras proponen tres ámbitos: histórico-cultural, político y económico. Sin desconocer que pueden existir otras dimensiones importantes, se consideran estas por su influencia directa en las relaciones internacionales que estos actores han establecido tradicionalmente, además de las potenciales que a futuro pueden privilegiar.

Si iniciáramos el análisis desde la historia, lo primero que salta a la vista es que los tres actores a relacionarse poseen tradiciones milenarias que han tratado de ser absorbidas o en otros casos, borradas por la “cultura occidental”, esencialmente en América Latina. En los casos de China e India no se eliminó a la población, ni las culturas milenarias. Mientras en América Latina pudiera reconocerse que en algunos países los vestigios de las culturas originarias casi han desaparecido, no es menos cierto que no pocas de ellas se mantienen, obligando a que la cultura globalizadora se adecúe para obtener alguna presencia.

El desarrollo de la actividad turística como fenómeno global es uno de los mejores exponentes de esa “asimilación” cultural. Ello se evidencia cuando identificamos la Gran Muralla china, el Taj Mahal o las pirámides Chichen Itzá aun sin haber visitado su espacio geográfico. En esa identificación está presente, además, el reconocimiento a la antigüedad de sus culturas.

Sin embargo, resulta oportuno reconocer que no es posible igualarlos por su papel en la formación del sistema capitalista mundial y en la consiguiente estructuración de las relaciones internacionales tal y como las conocemos hoy. Mientras que China se reconoce como un imperio4, su suerte, parecida a la de la India y la de América Latina, igualmente estuvo marcada por las necesidades de otros imperios de la época, tales como el Reino de la Gran Bretaña, Francia, España y Portugal, entre otros.5

Esas diferencias determinaron de manera temprana, las formas de insertarse en los albores del mercado mundial y en los consiguientes roles dentro de la DICT. La expedición a las Américas por Cristóbal Colón estuvo determinada por la necesidad de llegar a la India por rutas marítimas más directas y obtener sedas y especies de manera más expedita. Con esta “casualidad” se abrió una fuente insospechada de materias primas que le dio nuevos aires a la competencia comercial entre las denominadas naciones civilizadas del momento. A la vez, selló el destino de la región latinoamericana y caribeña como proveedora de recursos para lo que Marx denominó años más tarde como la acumulación originaria del capital.

El proceso de descolonización en Asia, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, y los modelos de desarrollo seguidos en estos países, sobre todo los del este, posibilitó, entre otros aspectos, a diferencia de América Latina, el desarrollo de las nuevas economías industrializadas. En ese ámbito, los procesos de Reforma y Apertura en China y el de Renovación en Vietnam, elevaron a un primer plano a ambos países. En la actualidad, el este de Asia es el área más dinámica de la economía mundial, mientras que China e India clasifican como potencias emergentes.

En cuanto a la organización de los sistemas políticos, en la actualidad existen algunas diferencias. China es una república con sistema presidencialista, donde el Partido Comunista desempeña un papel protagónico; la India es una república democrática parlamentaria con 3 partidos que determinan la composición parlamentaria: Partido Bharatiya Janata (BJP) o Partido Popular Indio, Partido del Congreso Nacional Indio (INC) y el Partido del Congreso Todo India Trinamool (AITC). En América Latina y el Caribe predominan las repúblicas democráticas presidencialistas o parlamentarias.

Estos antecedentes básicos permiten entender algunas de las acciones de acercamiento, además de identificar dónde pudieran estar las oportunidades para una posible triangulación encaminada a un propósito común: eliminar asimetrías y con ello, alcanzar la senda del desarrollo desde una alternativa diferente.

Por último, no podemos obviar que China y los países latinoamericanos y caribeños representan juntos una quinta parte de la superficie terrestre del planeta, una tercera parte de la población mundial y una octava parte de la economía global, lo que proporciona enormes ventajas y valiosos recursos para el pleno desarrollo de las relaciones entre China y la región hacia una mayor profundidad (Xi Jinping, 2015).

Las relaciones entre China e India con América Latina y el Caribe han enfrentado algunos desafíos, como la distancia geográfica, las diferencias culturales; en el caso del primero se suma el carácter del sistema político.6 Además debe tenerse en cuenta el recelo de Washington al observar cómo crece el acercamiento, sobre todo, entre Beijing y la región. Un aspecto que destaca es que cada vez más son menos los países que mantienen relaciones con Taiwán.7 Paralelamente se han establecido mecanismos que han sido centro del afianzamiento de las relaciones entre la RPCH y América Latina y el Caribe, como analizaremos posteriormente.

La proyección exterior china presenta peculiaridades que, una y otra vez, son cuestionadas y comparadas con los intereses e intenciones de EE.UU. y otros países occidentales. Más allá de sus criterios diversos, la concepción y puesta en práctica de los vínculos con otras naciones han demostrado su aceptación por parte de las mismas.

Las relaciones entre América Latina y el Caribe y China han ido en aumento, en volumen y han ampliado su espectro. Ello comenzó con la proyección china en el contexto de la Reforma y Apertura debido a las nuevas perspectivas de su política y economía y a sus necesidades y peculiaridades del desarrollo económico. No obstante, hay dos momentos cruciales en las relaciones entre latinoamericanos y caribeños y chinos, ellos son: la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) lanzada por el presidente Xi Jinping en el año 2013 y la pandemia de la Covid, diferentes eventos que, a pesar de las connotaciones trágicas del segundo, no pueden obviarse sus impactos.

Las relaciones entre China y los países de América Latina y el Caribe tienen varias aristas, pero sobresalen la cooperación y la forma en que se han organizado para ese empeño.

1

La cooperación China-América Latina y el Caribe

Foro China - CELAC (FCC)

El 8 de enero de 2015 se celebró la Primera Reunión Ministerial del Foro China-CELAC (FCC). Esta marcó un paso esencial en el aumento de la cooperación entre ambas partes.8 Según Xi Jinping (2015) la nueva estructura de la cooperación incluía:

“la sinceridad y confianza mutua en lo político, la cooperación y ganancia compartida en lo económico-comercial, el aprendizaje recíproco en lo cultural, la estrecha coordinación en el plano internacional y el fomento mutuo entre la cooperación en conjunto y las relaciones bilaterales, promoviendo la cooperación mutuamente beneficiosa en las diversas áreas hacia una mayor profundidad”.

A partir de este momento se estableció la Asociación de Cooperación Integral, la fijación de las áreas prioritarias y medidas concretas de la cooperación en conjunto entre China y la región para el próximo lustro, así como el establecimiento de disposiciones institucionales y reglas de funcionamiento del Foro (Ibidem).

Ya se implementaba el Crédito Especial para la Infraestructura entre Beijing y América Latina y el Caribe, la línea de crédito en condiciones preferenciales y el Fondo de Cooperación China-América Latina y el Caribe. La parte china había comenzado a implementar la oferta de 6000 becas y 6000 plazas de capacitación en el gigante asiático para los países miembros de la CELAC, así como los programas de invitación a 1000 líderes de partidos políticos de la región a visitar dicho país, y el plan de formulación de mil líderes jóvenes de ambas partes. Asimismo, las iniciativas chinas se establecían en el Programa de Asociación Científico-Tecnológico, el Programa de Intercambio entre Científicos Jóvenes y la celebración del Año del Intercambio Cultural en el 2016.

Las propuestas chinas para el posterior desarrollo del FCC fueron:

En el año 2018, la dirección china reafirmaba sus principios en las relaciones bilaterales. La práctica concreta de la diplomacia del Gigante Asiático está orientada por el pensamiento de Xi Jinping que se caracteriza por lo que ellos denominan las tres perseverancias:

Primero, perseverar en el respeto mutuo y los tratos en pie de igualdad, lo cual constituye el carácter fundamental de las relaciones entre China y América Latina y el Caribe. Las dos partes mantienen el respeto recíproco a la elección soberana por los pueblos de su sistema político y su camino de desarrollo, y buscan activamente los puntos convergentes y el máximo divisor común de sus intereses.

Segundo, perseverar en el beneficio mutuo, la ganancia compartida y el desarrollo común, lo cual constituye la característica más destacada de la cooperación entre China y la región latinoamericana y caribeña. Siendo fuertemente complementarias en lo económico, China y esa región son socios de cooperación naturales.

Tercero, perseverar en reciprocar la ayuda sincera y profundizar la confianza mutua, lo cual constituye una manifestación de la amistad entre China y América Latina y el Caribe, considerados íntimos amigos a los dos lados del océano y buenos socios que avanzan juntos (Bentang, 2018).

Beijing plantea la necesidad de la activa participación de las otras organizaciones regionales y organismos multilaterales de América Latina y el Caribe en la cooperación entre su país y la región en su conjunto, así como realizar la meta de que, en los próximos diez años, el intercambio comercial entre ambas partes llegue a los 500 mil millones de dólares y el stock de la inversión directa china en la región, a los 250 mil millones de dólares (Ibidem).

En enero de 2017 se celebró la Segunda Reunión Ministerial del Foro China-CELAC (FCC). El presidente Xi Jinping lanzó la iniciativa de plasmar juntos, entre China y América Latina y el Caribe, el nuevo plan maestro de la construcción conjunta de la Franja y la Ruta, el cual recibió una positiva acogida de los países latinoamericanos y caribeños. En esta reunión también se publicó la ‘Declaración especial sobre la iniciativa de la franja y la ruta’, que simbolizó la extensión formal de esta iniciativa a América Latina y el Caribe. A partir de este momento los vínculos entre ambas partes se fortalecieron.

Segundo Foro de Inversión y Cooperación de Alto Nivel China-América Latina

En el Segundo Foro de Inversión y Cooperación de Alto Nivel China-América Latina, que se realizó en la sede de la CEPAL en Santiago de Chile, el 16 de octubre de 20199, se coincidió en que la extensión de la iniciativa de la Franja y la Ruta hacia América Latina y el Caribe ofrecía grandes oportunidades para la región y podía ser un mecanismo viable para lograr los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Se destacó la creciente cooperación entre China y la región de América Latina y el Caribe, que había llevado a que en 2018 el comercio entre ambas partes superara los 307.000 millones de dólares. El país asiático era el segundo principal socio comercial de América Latina y el Caribe detrás de Estados Unidos, representando en 2017 el 11% de las exportaciones regionales y el 18% de sus importaciones. De hecho, desde 2015 China ya es el principal socio comercial de América del Sur.

Sin embargo, había que mejorar la cooperación. Mario Cimoli, Secretario Ejecutivo Adjunto de la CEPAL planteó: “Desde el punto de vista de América Latina y el Caribe, un desafío fundamental en su relación con China es diversificar sus envíos a ese país, que siguen fuertemente concentrados en unos pocos productos básicos”.

Más adelante en el propio documento se enfatizaba: “Es crucial abordar la importancia de temas donde China y América Latina se encuentran en el contexto global cambiante, oportunidades de negocio e inversión en América Latina, el apalancamiento del financiamiento de infraestructura para el desarrollo, y promover la actualización industrial abordando el cambio climático mediante nuevas tecnologías, industria y modelos” (CEPAL, 2019).

A pesar de que la parte china reconoció el alto nivel de cooperación, con grandes resultados, realizó un llamado a seguir profundizando este intercambio en todos los aspectos. “Estamos en un período ascendente en las relaciones entre China y América Latina. Tenemos que seguir profundizando la cooperación sobre la base del principio de beneficio recíproco y respeto mutuo para lograr el mejor desarrollo” (Ibidem).

Se exhortó a fortalecer la estrategia de cooperación común, con iniciativas como la Franja y la Ruta, en donde los países de América Latina y el Caribe pueden aprovechar las oportunidades de desarrollar sus ventajas invirtiendo en la industria de la energía, obras civiles, agricultura, manufactura, tecnología e informática.

La Tercera Reunión Ministerial del Foro China-CELAC

En esa reunión, celebrada de forma virtual, se acordó un plan de acción conjunto 2022-2024, que incluyó la Cooperación Política y de Seguridad, Cooperación Económica y Pragmática (comercio e inversiones, finanzas, agricultura y alimentos, Innovación de Ciencia y Tecnología, Industria y Tecnología de la Información, Aviación y Aeroespacio, Energías y Recursos, Turismo, Aduanas e Impuestos, Infraestructura en área de la calidad); Cooperación en Materia Social, Cultural y de Pueblo a Pueblo (Salud Pública, Desarrollo Sostenible y Erradicación de la Pobreza, Cultura, Arte y Deporte, Institutos de Educación Superior, Think Tanks y Jóvenes, Medios y Comunicaciones, Intercambios Locales y Comunitarios); Desarrollo Sostenible, Asuntos Internacionales y Cooperación Subregional e Interregional. Posteriormente se establecen algunos aspectos a seguir para su implementación.

Como se puede observar es un plan integral que abarca prácticamente todas las áreas posibles de cooperación, lo que demuestra el aumento de los vínculos de los países de América Latina y el Caribe y China.

Etapa de pandemia

La Covid fue un factor que determinó el deterioro y las dificultades de la economía a nivel mundial. Sin embargo, la relación de China con los países de América Latina y el Caribe se mantuvo, adquirió otras direcciones y amplió su participación, en el marco de las relaciones que ya existían.

Es lo que se ha denominado, por occidente, como la “diplomacia Covid”, las relaciones incluyeron la venta y donación de mascarillas, respiradores, equipos de protección y vacunas para enfrentar la crisis sanitaria. Incluso se llegó a generar acuerdos para coproducir vacunas con varios países. China se convirtió en un actor relevante para Latinoamérica en medio de la crisis sanitaria. Este nuevo tipo de relación le permitirá a Beijing avanzar en el desarrollo biotecnológico en la región.

Se auxiliaron con donaciones a muchos países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, entre otros y se establecieron planes de coproducción de vacunas en Brasil, Perú y Argentina en el período 2022 a 2024. Al mismo tiempo vendió sus vacunas: Sinopharm, Sinovac y CanSino. En correspondencia, la gran mayoría de los países de la región han adquirido dosis de esas vacunas. En Chile, por ejemplo, la compra temprana de los productos chinos le permitió montar la campaña más extensa de inoculación en América Latina.

En lo económico, además, el volumen de comercio bilateral entre China y Latinoamérica continuó aumentando, con proyecciones que apuntaban en el 2021 a alcanzar un nivel récord de US$400.000 millones (Barría, 2021).

Las inversiones comprometidas antes de la pandemia en proyectos de infraestructura y energía mantienen su curso, como también el avance en las negociaciones comerciales tecnológicas (como es el caso de la tecnología 5G en Brasil) y los préstamos que, durante años, China les ha ofrecido a países con muy baja calificación de crédito, como Argentina y Venezuela (Ibidem).

Durante la reunión ministerial del Foro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)-China a comienzos de diciembre del 2021, el viceministro de Relaciones Exteriores Ma Zhaoxu anunció que el volumen comercial entre las partes superó en 2020 los US$300.000 millones. “Y se espera que esta cifra alcance los US$400 mil millones este año”. Según Enrique Dussel “en lo que se refiere a la inversión China en infraestructura, se desarrollaron 24 proyectos en la región por un valor de US$18.000 millones en 2020, a pesar de que estábamos en plena pandemia” (Ibidem).

La India y América Latina y el Caribe

Históricamente, los vínculos de la India con América Latina y el Caribe habían sido cordiales, pero no de gran importancia, sobre todo, en el plano económico. El país asiático se acerca a la región luego de las reformas políticas y económicas llevadas a cabo en la década de 1990.

En ese contexto, aunque sus prioridades parecen concentrarse en Asia Sur y la propia Asia, se ha venido desarrollando un acercamiento a América Latina y el Caribe, sobre todo, en la dimensión comercial, donde se han concentrado los mayores esfuerzos. Sin embargo, no se han reflejado aumentos sustantivos en los valores.

Mientras tanto, la región latinoamericana ha utilizado los procesos de integración regional como medio para vincularse con otros actores internacionales como la India. Por ejemplo, en la Alianza del Pacífico, los miembros latinoamericanos se encontraban entre los principales socios comerciales de la India en la región. De igual modo, el ascenso económico del país asiático y sus objetivos de política exterior han favorecido el aumento de su presencia en América Latina y el Caribe; a ello se suma, la complementariedad de sus economías.

Mientras, América Latina solo recibió un 4% de los capitales indios invertidos en el mundo, entre 2002 y 2010, e India aún no era un destino importante para las exportaciones latinoamericanas: solo recibió el 0,9% de lo exportado entre el 2008 y el 2010. Chile fue el país que envió la parte más elevada de sus exportaciones totales a la India: 2.2% (Asia Pacífico, Observatorio Parlamentario, 2011).

No obstante, se daban pasos para el acercamiento. Desde el año 2000 comenzó a efectuarse el Cónclave Indio-Latinoamericano. Hacia el 2016 se consideraba por parte de los miembros que había ayudado a aumentar el perfil de América Latina y el Caribe (ALC) en la India, pero muchos en ALC anhelan participar en este tipo de plataformas con la India, pero aún no han tenido la oportunidad de hacerlo (Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara, 2016).

En el año 2019, India exportaba hacia América Latina principalmente productos manufacturados industriales con una evidente concentración de destinos: México y Brasil adquirieron el 29% y el 28% de las exportaciones del gigante asiático, respectivamente, seguidos por Colombia y Chile con el 7% y el 6%, en ese orden.

Los productos manufacturados más vendidos hacia la región se concentran en vehículos automotores (19,9%), medicamentos (3,5%), motocicletas (2,1%) hilados de filamentos sintéticos (2,0%), insecticidas (1,4%) y fungicidas (1,1%). También se importan desde la India algunos productos extractivos como aluminio (1,7%) y aceites de petróleo (1,2%) (Garzón, 2019).

En la práctica la presencia india en la región ha comenzado a manifestar una tendencia hacia el aumento.

Relaciones de América Latina con China e India.

El desarrollo capitalista en América Latina llegó de la mano de la inversión de capitales foráneos. Las metrópolis europeas signaron los destinos de la región a partir de su conquista en el siglo XV. El área se convirtió en ejemplo clásico de lo que Marx denominó la acumulación originaria del capital pues de esa fecha tan remota hasta el presente, no ha cesado su saqueo por las grandes potencias de la modernidad.

A partir de la década de los 90 del siglo pasado, América Latina suscribió varios acuerdos comerciales bajo la égida la doctrina económica neoliberal. En correspondencia, la era de los Tratados de Libre Comercio se inicia con el firmado entre Canadá, Estados Unidos y México que entra en vigor en enero de 1994. El “éxito” alcanzado para las ETN fue de tal magnitud que se sucedieron otros tanto subregionales como bilaterales. Cabe destacar que estos compromisos superaban los aspectos puramente comerciales y económicos pues se hicieron acompañar de otros de carácter político tales como las “elecciones democráticas” monitoreadas por supervisores extranjeros como garantía para acceder a créditos financieros.

A tenor de esta supeditación sostenida, y transcurridas más de dos décadas del siglo XXI, se presentan otras oportunidades de inserción internacional para América Latina que no deben ser obviadas. Tal es el caso de China y la India. En ambos casos, la necesidad de recursos naturales, el desarrollo tecnológico y la abundancia de fuerza de trabajo resultan condicionantes que pudieran favorecer las alianzas con la región latinoamericana.

China

La presencia china en América Latina posee larga data. Es común en no pocos países de la región, la existencia de estas comunidades asiáticas perfectamente delimitadas por su cultura y actividades económicas. Sin embargo, estos grupos surgieron y se asentaron de manera espontánea y por intereses individuales.

En la actualidad, para casi todos los países de ALC, China se posiciona como uno de sus tres principales socios comerciales. Es preciso aclarar que esta relevancia no es bilateral toda vez que China no despliega una estrategia homogénea en su proyección exterior hacia la región y, en consecuencia, su relevancia respecto a otras naciones y subregiones, es menor.

El lanzamiento del proyecto de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR; Belt and Road Initiative, BRI, por sus siglas en inglés) creó expectativas en los gobiernos latinoamericanos acerca de su extensión natural hacia el área. No pocos lo han visto como alternativa frente a otros compromisos más condicionantes como los firmados con Estados Unidos y la Unión Europea.

La propuesta china para Latinoamérica y el Caribe puede resultar ventajosa, pero a la vez supone resolver retos que dependerán, en última instancia, de la voluntad política real que desplieguen los gobiernos de la región: la voluntad política deberá superar, además, los periodos presidencialistas y las posibles alternancias de los partidos en el poder.

Existen limitantes objetivas para una relación bilateral entre latinoamericana y China. Si bien es cierto que América Latina es rica en muchos de los recursos naturales que demanda China, descansar los vínculos solo sobre esta base presupone reproducir la regla comercial de las ventajas comparativas. Este principio que justifica el que cada cual siga haciendo lo que sabe hacer, perpetúa la dependencia comercial y tecnológica de América Latina manteniendo a su vez, la deformación estructural de sus economías. China propone al respecto, el concepto de ventajas compartidas en pos de construir relaciones de interdependencia y transitar a mecanismos de concertación, cooperación e integración económica, política y cultural diferentes a los que predominan en la región (Sotes Morales, 2021).

De igual modo, ampliar el comercio bajo otros patrones tecnológicos y comerciales también presupone ampliar y diversificar la infraestructura física que facilite mayor flujo de información y de bienes y servicios. Para ello, América Latina requiere de inversiones direccionadas a estos fines que por lo general no son los que más fondos reciben. En opinión de las autoras, la esfera de la infraestructura del transporte y las comunicaciones pudiera ser una de las actividades económicas que la región pudiera impulsar bajo la égida de la IFR.

Esos posibles obstáculos y diferencias en cuanto a propósitos no han resultado óbice para un aumento progresivo de las relaciones bilaterales aun cuando no todos los países latinoamericanos, intercambian en las mismas proporciones. Los avances que se han alcanzado descansan fundamentalmente en la complementariedad económica que se ha construido a partir del intercambio de los abundantes recursos naturales de América Latina por los recursos financieros y tecnológicos asiáticos (Sotes Morales, 2021).

Mas allá del Foro China- CELAC no se aprecia una ofensiva coherente ni orientada al desarrollo por parte de los países de América Latina. Ello resulta explicable a partir de los compromisos condicionantes de los Tratados de Libre Comercio que en su mayoría han firmado con Estados Unidos (México, Centroamérica, República Dominicana, Colombia y Panamá, entre otros) y la Unión Europea (Centroamérica y el Caribe insular, por citar algunos). No obstante, la ausencia de condicionalidad política para negociar, la posibilidad de contraer compromisos comerciales sin haber establecido relaciones diplomáticas previamente y las facilidades de obtener créditos financieros, pudieran ser importantes estímulos para ampliar y profundizar los vínculos a la luz de las oportunidades que ofrece la IFR.

India

En el caso de la India los vínculos con América Latina y el Caribe aparecen más débiles o menos mediáticos. Las exportaciones fundamentales hacia el país asiático son materias primas, combustibles, bienes intermedios y de consumo, textiles y ropa, vegetales y alimentos, entre otros.

No obstante, en 2016 la CEPAL llamaba a fortalecer los lazos bilaterales de la región con la nación asiática. En el informe Fortaleciendo la relación entre la India y América Latina y el Caribe (CEPAL, 2016) se reconocía de la India la base industrial diversificada, en la que destacaban sectores tales como el petroquímico, farmacéutico, ingeniería, automotriz y textil. En la esfera de los servicios destacaba su base productiva alrededor de las telecomunicaciones, tecnologías de la información, sector financiero y tercerización de servicios.

A diferencia de China, India no cuenta con vínculos históricos pueblo a pueblo más allá de algunas comunidades muy dispersas en algunos países latinoamericanos y caribeños. Esto se corresponde con el hecho de que América Latina es la última región del planeta con la que el gobierno indio ha intensificado su proyección comercial internacional. Hasta el presente los mayores socios comerciales latinoamericanos de la India son Argentina, Brasil y Chile.

Esta diferencia, unida al factor cultural, idiomático y la lejanía geográfica, son retos que debieran ser superados a favor de crear una relación mutuamente ventajosa. Para América Latina, India es un mercado potencial nada despreciable con sus más de 1200 millones de habitantes aun cuando los niveles de ingresos sean bajos en algunos segmentos poblacionales. La experiencia de empresas indias como exportadoras de bienes y servicios pudiera servir de marco referencial para alcanzar incrementos en los niveles de productividad de empresas latinoamericanas y su posible inserción en el mercado internacional.

La cooperación en la industria farmacéutica, automotriz y en la agricultura, por tan solo mencionar algunos sectores productivos, es otra área de posible interés. La automotriz tendría como incentivo adicional para India, la cercanía al mercado de Estados Unidos mientras que la farmacéutica y la agricultura representan actividades en las que ambas partes tienen demandas y competitividad en diversas producciones que pudieran ser complementadas.

Todas estas posibilidades se agregan a la relación actual, en la que América Latina y el Caribe sigue siendo un suministrador de diversas materias primas y la India mantiene una tendencia creciente en la demanda de estos recursos. Sin embargo, aunque este vínculo tributa a la reproducción del actual patrón de acumulación latinoamericano que no es otro que el primario exportador, permitiría la diversificación de los socios comerciales. La ampliación de los relacionamientos económicos siempre permitirá mayores grados de independencia y soberanía aun cuando todas las naciones precisen del comercio con otras para la satisfacción de sus necesidades económicas y sociales.

CONCLUSIONES

La emergencia de bloques como alianzas estratégicas constituye una de las respuestas más comunes a la puja entre tres poderes esenciales: EE.UU., China y Rusia.

La Globalización neoliberal ha consolidado las relaciones de dependencia Norte- Sur mientras que las relaciones Sur-Sur ofrecen alternativas diferentes a la necesidad de desarrollo de los países subdesarrollados.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta puede considerarse como la alternativa china a la Globalización neoliberal.

La IFR puede aportar al desarrollo de la infraestructura del transporte y las comunicaciones en América Latina y el Caribe, así como a otras ramas económicas, también a la salud y el intercambio cultural.

Sin una estrategia de desarrollo coherente y orientada al largo plazo, la inserción de América Latina y el Caribe en la IFR o el incremento de sus relaciones comerciales con la India, reproducirá el patrón primario-exportador que ha predominado en la región.

Las relaciones China–América Latina y el Caribe se han fortalecido a partir del lanzamiento de la IFR primero y de la aparición de la Covid 19.

India y América Latina y el Caribe comparten potencialidades que pudieran complementarse en pos de la ampliación y diversificación de sus socios comerciales.

Notas

1 La excepción sería el caso de China.

2 Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

3 México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía y Australia.

4 Se convirtió en semicolonia.

5 Debe recordarse que América Latina y el Caribe fueron colonizadas mucho antes que China e India, sobre todo de la primera, al tiempo que desde inicios del siglo XIX alcanzaba su independencia, subordinada y dependiente.

6 China plantea que es un país socialista.

7 Uno de los principios para establecer relaciones con la República Popular China es reconocer Una sola China, o sea no reconocimiento a Taiwán. En 2021 en América Latina solo Honduras, Guatemala y Belice reconocían a Taiwán; mientras en el Caribe eran Haití, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y Las Granadinas. Xiomara Castro, elegida presidenta de Honduras, en enero de 2021 se comprometió durante su campaña a romper relaciones con Taiwán a favor de Beijing. Otros países que rompieron relaciones con Taiwán fueron Nicaragua, República Dominicana, Panamá y San Salvador.

8 En reunión entre los líderes latinoamericanos y caribeños y China en Brasilia en el 2014, ambas partes decidieron establecer la Asociación de Cooperación Integral China-América Latina y el Caribe caracterizada por la igualdad, el beneficio recíproco y el desarrollo compartido e instalar oficialmente el FCC, iniciativas que tienen como objetivo el desarrollo, la cooperación y ganancia compartida.

9 El encuentro fue organizado conjuntamente por la CEPAL, CAF - Banco de Desarrollo de América Latina, y el Ministerio de Finanzas de la República Popular China.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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