DIPLOMACIA CUBANA
Carlos Rafael Rodríguez: militante comunista y ejemplar intelectual revolucionario
Carlos Rafael Rodríguez: Communist militant and exemplary revolutionary intellectual.
Dr. C. Hassan Pérez Casabona
Doctor en Ciencias Históricas. Profesor Titular del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana. Académico Concurrente de la Academia de la Historia de Cuba.
hasperezc@cehseu.uh.cu 0000-0002-9388-6634
Recibido: 25 de febrero de 2022
Aprobado: 2 de marzo de 2022
RESUMEN En el artículo se analizan diversos aspectos de la fecunda vida de Carlos Rafael Rodríguez, uno de los intelectuales de mayor ascendencia en el pensamiento marxista latinoamericano, durante la segunda mitad de la pasada centuria. Carlos Rafael, con una hoja brillante de servicios a la causa revolucionaria desde la más temprana juventud, y dirigente destacado de la gesta posterior a 1959, fue una de las mentes más lúcidas a la hora de desentrañar complejos fenómenos políticos y económicos. Portador de una cultura impresionante, algo que tuvieron que reconocer incluso sus más acérrimos enemigos, realizó notable aportes, desde la perspectiva marxista contemporánea, en diversos terrenos como los de las relaciones internacionales, la teoría política y el pensamiento económico. Su impronta fue mucho más allá de nuestras fronteras, impactando particularmente en el seno del Movimiento de Países No Alineados.
Palabras claves: compromiso, intelectual de vanguardia, marxista original, dirigente revolucionario
ABSTRACT The article analyzes various aspects of the fruitful life of Carlos Rafael Rodríguez, one of the intellectuals with the greatest ascendancy in Latin American Marxist thought, during the second half of the last century. Carlos Rafael, with a brilliant record of services to the revolutionary cause from his earliest youth, and an outstanding leader of the post-1959 feat, was one of the most lucid minds when it came to unraveling complex political and economic phenomena. Bearer of an impressive culture, something that even his staunchest enemies had to acknowledge, he made notable contributions, from the contemporary Marxist perspective, in various fields such as international relations, political theory and economic thought. His imprint went far beyond our borders, impacting particularly within the Non-Aligned Movement.
Keywords: commitment, avant-garde intellectual, original Marxist, revolutionary leader
INTRODUCCIÓN
El 23 de mayo del 2021 arribamos al aniversario 109 del natalicio de Carlos Rafael Rodríguez, quien se inició en el movimiento revolucionario en octubre de 1930. A la hora de aproximarnos a la etapa de lucha que tiene lugar a partir de esa década, y que se extiende hasta el triunfo de 1959, el estudio de su trayectoria política, y de su pensamiento, resulta vital para comprender varias de las cuestiones esenciales que marcarían ese periodo tan convulso.
Carlos Rafael, con una sólida formación cultural y teórica, se destacó siempre por la manera original en que analizó, no solo el panorama antillano, sino el concierto internacional, en general, desde un encuadre integral, en el cual cobraban peso aspectos sustantivos, que otros ignoraban.
Sus aportaciones a un marxismo raigal que se levantaba, venciendo innumerables escollos, a contrapelo de las aseveraciones dogmáticas europeas, llegan hasta la actualidad. Su mirada aguda para escrutar las causas del subdesarrollo, y la manera en que debía vertebrarse la lucha revolucionaria, desde la óptica del entramado geopolítico global, no solo se apartó de los lugares comunes y el maniqueísmo sino que es expresión de un sistema de ideas proteico, de enorme significación y vigencia.
DESARROLLO
En las filas del Partido Socialista Popular resultó uno de sus más lúcidos dirigentes. Fue Ministro sin cartera, junto con Juan Marinello, en el gobierno de coalición de 1940. En el segundo semestre de 1958 se incorporó a la lucha guerrillera en la Sierra Maestra.
Fidel Castro, El Comandante en Jefe, inmerso en el fragor de la última etapa de la gesta insurreccional, cuando las tropas rebeldes fueron capaces de derrotar el embate desenfrenado de la ofensiva enemiga, le escribió al prestigioso intelectual:
Sierra Maestra Nov. 2, 58. Estimado Carlos Rafael: […]. Me gustó el trabajo que hiciste sobre el combate del Cerro, lo único que ha obstaculizado su publicación es que yo estoy encargado en estos días de la propaganda, y como aparezco representado elogiosamente (por lo que te doy las gracias) no me parece correcto incluirlo en los programas que estoy confeccionando […]. A mí realmente me impresionó ver estas cosas convertidas en temas literarios y comprendí cuántos asuntos de interés humano pudieran ser recogidos en poesías y obras como esa […]. Saludos a todos ¡Y ahorren víveres, que con el bloqueo va a escasear todo! Recomiendo sembrar hortalizas. Fidel (Castro, 2010: 151-152).
Al comentarle al compañero Fidel el hecho de que los comunistas estuvieron en el gobierno de Batista, el líder de la Revolución Cubana le respondió al reconocido intelectual Ignacio Ramonet:
Esa era la orden emanada de la Internacional, donde no existía una dirección colectiva real. Eran, sin embargo, ya le digo, magnífica gente. Algunos de ellos, como Carlos Rafael Rodríguez —hombre honestísimo, a quien recuerdo con gran cariño y estuvo conmigo en la Sierra Maestra cuando la tiranía lanzó su última ofensiva—, ocuparon cargos de ministros y otras responsabilidades como miembros disciplinados de un partido que estaba compelido casi sin remedio a cumplir las consignas de la Internacional (Castro, 2006: 127).
Un colectivo de prestigiosos investigadores opina, corroborando esta idea, que:
El Partido Comunista, la Confederación Nacional Obrera de Cuba, y las restantes organizaciones vinculadas con el PCC, combatieron al gobierno provisional con todos los medios a su alcance […]. El partido marxista leninista no supo distinguir entre las corrientes políticas antagónicas que pugnaban en el seno de la administración, y la enfrentó como si esta fuese un cuerpo político homogéneo […]. En esta actitud se reflejaban tanto la línea de “clase contra clase” propugnada durante varios años por la Internacional Comunista, como el saldo de experiencias históricas negativas y la falta de visión de algunos dirigentes comunistas cubanos. Carlos Rafael Rodríguez ha apuntado que: «Cuando en 1934 la I. C. (Internacional Comunista) recomendó a los comunistas distinguir entre el “nacional-reformista” Grau San Martín y el “nacional-revolucionario” Guiteras, tenía razón y solo un sectarismo —originado también en la política mantenida por la I. C. hasta poco tiempo antes— había llevado a los comunistas cubanos a no apreciar las evidentes diferencias». Sin una comprensión de la nueva coyuntura creada a partir del 4 de septiembre, el PCC mantuvo su llamado a combatir por la revolución agraria y antiimperialista, y desarrolló acciones que desestabilizaron al nuevo gobierno (Colectivo de autores, 1998: 310-311).
Luego del triunfo de la revolución se desempeñó como miembro de la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y del Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), así como presidente del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). Al constituirse el primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en 1965, integró el mismo formando parte de su Secretariado, responsabilidad que desempeñó hasta 1976. Desde el Primero hasta el Cuarto Congreso del Partido fue elegido miembro del Buró Político.
En el momento de su fallecimiento, el 8 de diciembre de 1997, era, además, vicepresidente del Consejo de Ministros, a cargo de las relaciones exteriores. Ejerció, de igual manera, como representante permanente de nuestro país ante el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y como vicepresidente del Consejo de Estado. Además de las distinciones recibidas en Cuba, fue galardonado en múltiples países. Entre ellas figuran varias de naciones del otrora campo socialista, y otras como el Grado de Comendador de las Artes y las Letras de Francia, y el Premio Especial Raúl Prebish, de la Asociación de Economistas de América Latina y el Caribe.
Carlos Rafael supo combinar, durante sus años como estudiante, el intenso bregar revolucionario con las responsabilidades docentes. Esa destreza en las aulas garantizó que culminara en cuatro cursos los estudios de Derecho y de Ciencias Políticas, Sociales y Económicas. El gigantesco esfuerzo se vio coronado con 30 calificaciones de sobresaliente, de igual cantidad de asignaturas examinadas; 31 premios ordinarios y 4 extraordinarios y la distinción nacional de mejor estudiante de Derecho. Al abordar el talento de este intelectual, Ricardo Alarcón refirió lo siguiente, en su despedida de duelo:
En la Cuba prerrevolucionaria no fueron pocos los reaccionarios que tuvieron que reconocer sus méritos como hombre de cultura. Alguna vez dijeron que un hombre del talento de Carlos hubiera podido ser lo que hubiese querido. Y tenían razón. Carlos Rafael ha sido y es lo que quiso ser: un militante, un comunista, un revolucionario ejemplar (Alarcón, 1997: 3).
En su trabajo «Dialéctica», de marzo-abril de 1943, realizó un análisis sobre diversas distorsiones que sufrió el uso del instrumental marxista en el terreno de la interpretación histórica.
Cierto que muchos «marxistas» —aún en vida de Marx y Engels— pretendieron hacer pasar como marxismo estrechas elucubraciones de esta índole […]. Nada de eso es una aplicación acertada del marxismo y fueron precisamente Marx y Engels los primeros en protestar con firmeza y acritud contra una mecanización tal de su riquísima concepción de la Historia (Rodríguez, 1987: 31-32).
Su mente fogosa evaluó, en el caso cubano, el período previo a la asimilación del marxismo por nuestra historiografía:
Todas estas aportaciones tienen una innegable significación en el esfuerzo por escribir la nueva Historia de Cuba. Pero la mayor parte de ellos, sin embargo, fracasan por falta de un método adecuado y certero de abordar los problemas históricos (Rodríguez, 1987: 27-28).
La capacidad de Carlos Rafael de realizar exámenes integrales de la realidad en la que vivió —no solo de Cuba sino de Latinoamérica y del Tercer Mundo en general, no en balde después de la victoria de 1959 uno de los frentes donde desarrolló mayores aportaciones fue en el de las relaciones internacionales—, impresionaba a sus coetáneos, y continúa concitando en la actualidad la admiración de quienes proseguimos en la lucha.
Considero oportuno traer a colación, apenas como ínfimo botón de muestra de sus numerosas batallas en la arena exterior, dos fragmentos de igual número de intervenciones suyas en foros internacionales. En ambos se nos revela en toda su estatura.
El golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Salvador Allende y la Unidad Popular (según lo ha admitido el propio presidente de Estados Unidos) fue promovido, preparado a la práctica por el imperialismo norteamericano a través de su Agencia Central de Inteligencia. Otra vez la historia misma nos ayudaba a esclarecer así, contra quien debía dirigirse el filo central de nuestra lucha. Cuba se ufana en haber promovido, junto a otros miembros del Buró de Coordinación, la decisión de impedir a los representantes de la Junta fascista ocupar el sitio que en nuestro movimiento solo le corresponde al pueblo chileno (Rodríguez, 1982a: 282).
El segundo de estos fragmentos expone conceptos de absoluta vigencia.
No tiene dudas nuestro país de que la tarea más apremiante y urgente del momento, como lo sostiene en su proyecto de declaración la mayoría de los países aquí presentes, consiste en eliminar la amenaza de una guerra mundial […]. De ahí lo insólito de que persista la carrera armamentista y con ella el incremento de los presupuestos militares. La urgencia del desarme constituye hoy un clamor (Rodríguez, 1982b: 371-372).
En ocasión de pronunciar las palabras de elogio, en el acto oficial de entrega del Título de Doctor Honoris Causa, por la Universidad de La Habana, al presidente de la República Unida de Tanzania, Julios Nyerere, el 30 de septiembre de 1985, ratifica su convicción tercermundista:
Como representante de esos pueblos, como voz de su África y de su Tanzania, honramos hoy a quien, desde la pequeña tribu sanaki en que nació, ascendió a las cimas brumosas del Kilimanjaro para poner allí una antorcha que en los días del porvenir iluminará, como él lo soñara, llevando la esperanza donde hay discordias, amor donde hay odio y dignidad donde antes hubo humillación (Rodríguez, 1996a: 338-339).
Uno de esos ejemplos donde, desde la historia, demuestra un enfoque marxista resultó su intervención en el 110 aniversario del natalicio del Héroe Nacional José Martí. Ante un nutrido grupo de intelectuales afirmó:
La Revolución de Martí tuvo que esperar más de medio siglo para realizarse […]. Tuvo el pueblo a un hombre que no había surgido de la clase obrera, que no había surgido siquiera de la pequeña burguesía, pero que viniendo él de la clase de los terratenientes era capaz de realizar, como Carlos Manuel y los suyos, la hazaña de ponerle fuego a su propia riqueza porque era necesario para lograr la independencia de su pueblo. Tuvo Cuba a Fidel (Rodríguez, 1990: 17).
En otra ocasión volvió a reflexionar sobre el liderazgo del Comandante en Jefe. Esa vez escribió:
Si Martí, en los albores del socialismo, había sido capaz de apreciar la riqueza humana y social de Carlos Marx, para la que estaban aún ciegos tantos dirigentes políticos e intelectuales en los fines del pasado siglo; si Mella comprueba en la jefatura del movimiento estudiantil la necesidad de buscar en el proletariado una base de acción cada vez más sólida; Fidel Castro, hijo de terrateniente, discípulo de los jesuitas, pero imbuido de un sentido de justicia que se expresa ya, como él ha narrado, en la órbita familiar infantil, y crece a medida que la escena se le va agrandando, tenía que descubrir tempranamente el filo revolucionario y el sentido humano y social de la teoría de Marx (Rodríguez, 1979: 108-109).
Luis Toledo Sande, autor, entre otros trabajos de Cesto de llamas, excelente biografía sobre el apóstol expone, como uno de los rasgos esenciales de Carlos Rafael, su profundo conocimiento acerca de nuestro Héroe Nacional:
Entre los textos donde lo trató destacan los reunidos en José Martí, guía y compañero (1979). En la Nota del autor, el agudo ensayista aprobó el título propuesto por los editores: con él se quiso «subrayar las tres características que como hilo conductor de estos análisis hago resaltar en José Martí: la de guía y las de contemporáneo y compañero» (Toledo Sande, 2013: 6-7).
Uno de los casos donde se evidencia su formación marxista es al formular valoraciones acerca de la estructura socioclasista, imperante en la Cuba de la seudorepública.
Con sagacidad devela, en material mimeografiado cuyo propósito era la apoyatura para un cursillo dictado en la Universidad de La Habana en 1966, que luego devino en texto imprescindible a la hora de aproximarse a esa etapa, la esencia de varios de los actores económicos del país:
Cuando se habla en Cuba de una «burguesía nacional», el concepto hay que referirlo no a los criterios de nacionalidad genéricamente hablando, sino a las posiciones derivadas del «interés nacional». Desde ese punto de vista, la burguesía azucarera no puede ser considerada como burguesía nacional, aunque sea burguesía nativa, pues su interés histórico contradecía esencialmente los intereses de la nación y su actividad se contrapuso a estos. En cambio, la burguesía no azucarera pudo haber jugado en la etapa pre socialista un papel histórico progresista que, sin embargo, no logró cumplir ni siquiera tímidamente (Rodríguez, 1979: 42).
Con respecto a la pequeña burguesía urbana son también clarificadoras sus opiniones:
Con cierta ilustración intelectual y ambiciones explicables de progreso, la pequeña burguesía urbana constituye desde los primeros tiempos una zona muy sensible, apta para recibir el fermento de la inquietud revolucionaria cada vez que las situaciones históricas lo propiciaban (Rodríguez, 1979: 43).
Sobre otro de estos capítulos en el pensamiento de Carlos Rafael, meditó la filósofa Olivia Miranda Francisco:
[…] a modo de conclusiones, y retomando la tesis leninista de las dos culturas, Carlos Rafael Rodríguez reafirma que el proletariado cubano, al acceder a la historia de Cuba desde la concepción materialista y dialéctica, estará en condiciones de comprender plenamente la significación que el patriotismo burgués del siglo XIX tiene para el presente, con sus grandes acciones contra el coloniaje (Miranda Francisco, 1997: 78).
Rafael Cervantes Martínez valora ampliamente los aportes del destacado combatiente. En el segundo de una tríada de artículos sobre su impronta, dedicado a su legado en el campo económico, argumenta:
La presentación superficial de su polémica con el Che ha dibujado una imagen deformada de su visión del socialismo, reduciéndola a la mera defensa del cálculo económico experimentado en la URSS, dando lugar a lo que él mismo definió como juicios inexactos […]. Para Carlos Rafael, planificación y revolución son partes inseparables de un mismo proceso (Cervantes Martínez, 2014: 28-29).1
Una idea a destacar es su amplia comprensión del significado de las universidades en las transformaciones históricas ocurridas en diferentes espacios geográficos. Al recibir el grado de «Profesor de Mérito» de su querida Universidad de La Habana, el 27 de mayo de 1983, realizó una de las más completas exposiciones sobre el tema. En aquella ocasión estuvo precedido por las palabras de elogio de la doctora Vicentina Antuña. Desde la convergencia de múltiples emociones confesó:
El título que se me confiere da por supuesto que he sido el Profesor que habría querido ser y que la vida, una y otra vez, con sus exigencias irrenunciables, no permitió cuajar en mí. Sé bien, por ello, que lo que se toma en cuenta con demasía en esta noche no es en modo alguno una ejecutoria profesoral que no me fue posible tener, sino una conducta cívica y humana de la que, desechando pacatas modestias, sí puedo sentirme orgulloso (Rodríguez, 1984: 5).
Al disertar sobre el devenir de las Casas de Altos Estudios, se sumerge en las peculiaridades reflejadas en estos centros en diferentes etapas:
La Universidad liberal se proponía, en un medio altamente selectivo en lo político y en lo económico, al cual no tendrían acceso los hijos de la clase obrera, preparar los nuevos grupos dirigentes que debían encargarse de echar hacia adelante al capitalismo avanzado, que había llegado ya desde los primeros años de este siglo a su etapa imperialista en Estados Unidos y en Europa (Rodríguez, 1984: 19-20).
Una de las cuestiones que no elude es el papel del profesor en la conducción del proceso docente, y en la formación integral de los estudiantes que, llenos de motivaciones, repletan las aulas universitarias. Su vínculo permanente con ambos componentes, el que mantuvo con independencia de las tareas gubernamentales, le permitía trasladar un mensaje que conserva total vigencia en el escenario actual:
Permítaseme sin embargo decir, autorizado por esas convicciones, que aún mantengo, que la exigencia en la educación debe medirse por los resultados en la calidad de graduandos que producen y no por el número de suspensos que el profesor otorga. Aunque la abundancia de los suspensos puede constituir en algunos casos una ejemplaridad necesaria, pienso que el profesor que sistemáticamente presenta como balance de sus exámenes un alto porcentaje de desaprobados tendría que ser sometido de inmediato a escrupuloso análisis, porque casi siempre esa situación se origina menos en la culpa de los estudiantes que en su propia deficiencia profesoral (Rodríguez, 1984: 44-45).
En el caso de sus vínculos con lo más granado del movimiento cultural del país, estos siempre fueron estrechos, considerando que, unido a sus responsabilidades políticas, nunca dejó de ser un intelectual de vanguardia. La intervención que realizó en la sede del Ministerio de Cultura, el 23 de marzo de 1982, en ocasión del trigésimo aniversario del movimiento Nuestro Tiempo, da fe de esa intensa relación:
Y en Nuestro Tiempo surgió el verdadero cine cubano, el que hoy sitúa a la Revolución al más alto nivel de la cinematografía […]. Pero para todo partido revolucionario la organización está inseparablemente unida a la proyección política. Para que Nuestro Tiempo rindiera sus tareas, el Partido organizó, dentro de él, un Buró integrado por compañeros y compañeras de confianza que velaban por incorporar de modo democrático y normal las posiciones del Partido a la actividad del grupo. Me gustaría mencionarlos, como reconocimiento a su devoción y entrega. Fueron ellos Sergio Aguirre, Santiago Álvarez, Marta Arjona, Antonieta Enríquez, Alfredo Guevara y José Massip. Dentro de la Junta Directiva, y en estrecha asociación con Harold Gramatges, que tantas veces nos encontró en citas clandestinas en aquella época, se realizó esta preciosa actividad (Rodríguez, 1982c: 5-6).
Años más tarde, el 28 de febrero de 1996, le envió una nota a la compañera Isabel Monal y unas breves palabras sobre Marx Ahora «la revista que se está preparando y que tiene actualidad». En ellas expresaba:
Los países del Tercer Mundo no pueden decidir ellos solo la pelea; pero pueden garantizar vías que aseguren su propio camino. Los años próximos serán de lucha y los países que —como Cuba— tienen fuerzas para decidir su destino deben prepararse para esa gran batalla. Esta nueva revista nace para recoger esa perspectiva (Rodríguez, 1996b: 11-12).
Monal Rodríguez, a propósito de este hecho, se refiere a la significación de su figura.
Carlos es uno de los grandes marxistas de la región, cuyo pensamiento tenemos que estudiar mucho más […]. Cuando hablé con él le expliqué todas las ideas relacionadas con el proyecto de la revista. Le solicité también algún escrito para ese número […]. Para nosotros esa misiva fue muy importante porque significaba también un apoyo moral, que era lo que más necesitábamos en esos instantes (Monal Rodríguez, 2015).
Otro de los elementos que distinguen su quehacer revolucionario es el desempeño en el ámbito periodístico, frente de vital importancia en la consecución de los objetivos estratégicos vinculados al crecimiento político, ideológico y cultural de las masas trabajadoras. Sobre esta actividad que, con el paso de los años, ha sido menos estudiada que el resto de los campos donde incursionó, uno de los principales exponentes del periodismo revolucionario consideró, que:
La mente y la pluma de alto vuelo de Carlos Rafael Rodríguez no descansaron desde que escribió en el periódico El País, en 1931, su primer artículo, que, en su médula, planteaba la absoluta necesidad de la intervención del Estado en la economía nacional e internacional (Marrero, 2013: 4).
Asimismo, narra un pasaje poco divulgado de la actividad de Carlos, relacionada con la prensa, donde se evidencia su estatura como intelectual revolucionario, a partir de lo preocupado que se mostró el enemigo ante una visita suya a tierras estadounidenses:
Perteneció al Comité Ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa desde el Tercer Congreso de esa organización en Caracas, donde fue elegido Tesorero, y reelegido sucesivamente en Bogotá y Quito. En 1950 viajó a Nueva York para asistir al Cuarto Congreso. Al llegar a esa ciudad fue detenido y, en lugar de ir al Waldorf Astoria, sede de la reunión de la SIP, su alojamiento fue la Isla de Ellis. Por el hecho de ser comunista consideraron «inadmisible» su entrada a Estados Unidos. La guerra fría, entonces, estaba en uno de sus momentos más significativos […]. En su artículo sobre el episodio de Nueva York, Carlos Rafael Rodríguez expresaba que Estados Unidos había tenido que confesar que un periodista no puede entrar en ese país si tiene ideas opuestas a las que prevalecen en el gobierno de Washington. De un golpe se vieron obligados a confesar que la famosa «libertad de información» a que aluden constantemente es pura patraña (Marrero, 2013: 5).
CONCLUSIONES
A propósito de todas las actividades celebradas en ocasión de su centenario —que incluyeron el traslado de sus restos hacia un monumento especialmente construido para depositarlos en el cementerio cienfueguero Tomás Acea—2, varios de sus colaboradores se refirieron a su legado.
Carlos Martínez Salsamendi, quien desde 1973, y durante 20 años, trabajara bajo su dirección, fue uno de ellos. Ante la solicitud de que mencionara algunos de los rasgos sustantivos de la personalidad homenajeada, contestó:
En la memoria del curso 1938-39 de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de La Habana, sobre Carlos Rafael se expresó: «Ancho de cultura y de talento, su ascensión política reportará substanciosas ventajas a nuestro pueblo». Fue una acertada premonición […]. Otra faceta de su personalidad fue su dedicación infatigable al estudio, su rigurosidad en todo lo que escribía y una memoria prodigiosa. Se le puede catalogar como un erudito, en el sentido exacto del término. Poseía una cultura enciclopédica (Martínez Salsamendi, 2013:3).
En el 60 aniversario del MINREX, se convirtió también en una figura recordada con especial cariño. Isabel Allende, destacada diplomática y profesora, expresó sobre él:
Imponía mucho respeto. No puedo decir solo que fue un hombre culto. Hombres cultos llenaron la diplomacia cubana y son una fuente de sapiencia que no hemos aprovechado suficientemente, pero Carlos Rafael fue el culto de los cultos, con una inteligencia y una agudeza tremendas. No tenía el mismo carácter de Roa, pero también era muy auténtico, muy cubano, y sabía hacer chistes. A diferencia de Roa, que hacía los chistes más criollos y que utilizaba más el refranero o inventaba sus propios refranes y palabras, Carlos Rafael le impregnaba un dejo de ironía muy fino a sus chistes. Era un hombre de una agilidad mental extraordinaria, con una gran capacidad para el conocimiento de las relaciones profesionales (Allende, 2019).
Al profundizar en su contribución al diseño de una política exterior como la cubana, afirmó que:
Dominaba mucho los aspectos de las relaciones económicas internacionales y también las políticas. Era una persona capaz de argumentar, discutir con cualquiera, incluido Fidel. Siempre les digo a mis alumnos, los escritos de Carlos Rafael hay que leerlos. Cuando repaso su artículo ‘Los fundamentos estratégicos de la política exterior cubana’, tengo que reconocer que él definió ahí lo que estamos haciendo y lo que tendremos que hacer por mucho tiempo (Allende, 2019).
Carlos Rafael representa, en resumen, una personalidad de enorme importancia para acometer los desafíos venideros. El estudio riguroso de su pensamiento, sin dogmatismo de ninguna clase, tal como hizo a lo largo de su vida, es una tarea impostergable en el propósito de pertrecharnos de un arsenal de ideas de enorme trascendencia.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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1Cervantes Martínez, y el autor de estas líneas, publicamos en el No. 5 de 2013 de la propia revista Verde Olivo, el primero de los trabajos mencionados con el título de «Carlos Rafael: cultura al combate».
2 «La urna con los restos fue colocada en el espacio funerario diseñado por el arquitecto Oscar Rodríguez, de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, tras salvas de fusilería y los acordes de la Banda de Música del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Durante las conclusiones del acto central por el centenario, realizadas posteriormente en el Teatro Tomás Terry, el doctor Eduardo Torres-Cuevas lo calificó como uno de los más potentes cerebros intelectuales del siglo XX cubano, quien aquilató con gran claridad lo que representaba una revolución como la cubana» (Granma, 2013: 2).