The Centenary of the Communist Party of China in the Light of Marxism-Leninism
Doctor en Ciencias Económicas. Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba. Profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, La Habana.
aisacuevas27@gmail.com 0000-0001-7825-5001
RECIBIDO: 13 DE JUNIO DE 2021 APROBADO: 17 DE JULIO DE 2021
RESUMEN El Partido Comunista de China acaba de cumplir su centenario y en el 2049 la China socialista cumplirá sus cien años de vida. Esta experiencia socialista en una nación del Sur tan importante como el gigante asiático, segunda potencia económica mundial, ha merecido reconocimientos y críticas de la derecha y de la izquierda. El objetivo de este artículo es reflejar desde Cuba lo que se puede aprender de esta experiencia revolucionaria desde una óptica marxista leninista y del Sur.
Palabras clave: una nación, dos sistemas; capitalismo de Estado; socialismo de mercado o con mercado, gobernanza global
ABSTRACT The Chinese Communist Party has just turned its centennial; and in 2049, socialist China will be 100 years old. This socialist experience in a southern nation as important as the Asian Giant, the world's second economic power, has received recognition and criticism from the right and the left. The objective of this article is to reflect a point of view from Cuba about what is to be learned from this experience for the socialist construction considering a Marxist-Leninist and Southern perspective.
Keywords: “one nation, two systems”, state capitalism "Market or market socialism", global governance
INTRODUCCIÓN
La República Popular China ha roto algunos esquemas tradicionales del camino a seguir para construir el socialismo. Y como suele suceder cuando las cosas no salen como las teorías “establecidas” proclaman, la trayectoria histórica del gigante asiático, con éxitos y reveses, ha recibido críticas desde la izquierda y desde la derecha. Y en efecto, el desarrollo económico y social de China ha sido un proceso difícil, que alcanzó avances importantes bajo la dirección de Mao Zedong; y luego en el período de la Revolución Cultural se estancó; pero una vez iniciado el proceso de reformas en 1978, el crecimiento económico ha sido sostenido, con resultados meritorios en todos los ámbitos de la vida, hasta alcanzar el Partido Comunista su centenario en el 2021. Los críticos neoliberales, que ven en la República Popular China una amenaza a la hegemonía de Occidente, atribuyen su éxito económico a que el gigante asiático ha seguido el camino capitalista, “demostrando” con ello la inviabilidad del socialismo; y al mismo tiempo, le atribuyen ser una amenaza a la seguridad del “mundo libre”, sobre todo, de Estados Unidos. Por otra parte, algunos autores de izquierda, como si coincidieran con la derecha, hablan de una desviación del socialismo, al incorporar los métodos capitalistas a una “supuesta” construcción socialista.
Si intentáramos encontrar en la filosofía de Confucio una orientación para dar respuesta a este dilema, tendríamos que acudir a la doctrina del equilibrio, del “justo medio”, de lograr la armonía en medio de una trayectoria llena de contradicciones. Los líderes chinos han proclamado diáfanamente su principio “una nación, dos sistemas”. Es una manera de concebir toda una época muy compleja de transición, en la que hay que aprender a nadar entre dos aguas: el capitalismo y el socialismo.
DESARROLLO
Confirmación del camino socialista en el Centenario del PCCH
Ciertamente, la trayectoria socialista en la República Popular China muestra ejemplos de métodos capitalistas, sobre todo, desde 19781, cuando se iniciaron las reformas y la apertura, y comenzaron a introducirse muchos mecanismos de mercado y se promovió el desarrollo de grandes empresas extranjeras y nacionales altamente competitivas gracias a muy bajos salarios; surgieron también los mayores bancos capitalistas en el territorio de la inmensa nación, así como empresas privadas nacionales en los mercados internacionales y después de algunos años, proliferaron ciudadanos y familias millonarias.
Y, sin embargo, la República Popular China no renunció a mantener colectivizada toda la propiedad de la tierra y del subsuelo, ni dejó a un lado la nacionalización de las infraestructuras del país, ni abandonó el control de las industrias claves del país; por el contrario, mantuvo una rigurosa planificación central; ejerció un control estricto sobre la moneda y sobre todos los grandes bancos e instituciones financieras; vigiló de cerca el comportamiento de todas las empresas nacionales e internacionales; y por si aún no fuera suficiente, el Partido Comunista estuvo siempre al frente de toda la nación y de la sociedad.
1 Desde los años 50, Mao Zedong dejó bien claro, en controversia con el PCUS, que en el caso de China había que contar con todas las formas de propiedad que contribuyeran al tránsito al socialismo.
Fig. 1. Centenario del Partido Comunista de la República Popular China.
Vale la pena acudir a los textos escritos por Lenin durante el último período de actividad política intelectual (septiembre de 1922-marzo de 1923), entre los cuales reviste gran importancia el Informe político al undécimo congreso del partido. En este informe, Lenin argumenta en favor del capitalismo de Estado como instrumento del poder revolucionario:
En cuanto al problema del capitalismo de Estado, creo que en general nuestra prensa y en general nuestro partido cometen el error de caer en el intelectualismo, en el liberalismo. Filosofamos sobre cómo se debe interpretar el capitalismo de Estado que existe bajo el capitalismo. No hay un solo libro en el que se escriba del capitalismo de Estado bajo el comunismo. Ni siquiera a Marx se le ocurrió escribir una sola palabra sobre este tema, y murió sin dejar una cita precisa o indicaciones definitivas. Por eso tenemos que superar la dificultad solos. (…) En esta sociedad el Estado no lo dirige la burguesía, sino el proletariado. No queremos comprender que cuando decimos: “Estado”, este Estado somos nosotros mismos, el proletariado, la vanguardia de la clase obrera. El capitalismo de Estado es un capitalismo que sabremos restringir y al que sabremos poner límites (Lenin, 55-56).
Los dirigentes chinos no niegan la presencia de elementos capitalistas en su economía, pero los consideran uno de los componentes de su sistema económico, cuyos sectores claves están en manos del gobierno; y con ello se garantiza el desarrollo de las fuerzas productivas, basado en diez pilares impuestos por el Estado socialista:
La perennidad de una planificación fuerte y modernizada, que ya no es el sistema rígido y extremadamente centralizado de los primeros tiempos.
Una forma de democracia política, claramente mejorable, pero que hace posible las opciones
colectivas que están en la base de dicha planificación.
La existencia de unos servicios públicos muy amplios que en su mayor parte siguen estando al margen del mercado.
Una propiedad de la tierra y de los recursos naturales que siguen siendo de dominio público.
Unas formas diversificadas de propiedad, adecuadas a la socialización de las fuerzas productivas: empresas públicas, pequeña propiedad privada individual o propiedad socializada. Durante una larga transición socialista se mantiene, incluso se fomenta, la propiedad capitalista a fin de dinamizar el conjunto de la actividad económica y de incitar a las demás formas de propiedades a ser eficaces.
Una política general que consiste en aumentar relativamente más rápidamente las remuneraciones del trabajo respecto a otras fuentes de ingresos.
La voluntad declarada de justicia social promovida por los poderes públicos, según una perspectiva igualitaria frente a una tendencia de varias décadas al empeoramiento de las desigualdades sociales.
Se da prioridad a preservar el medioambiente.
Una concepción de las relaciones económicas entre los Estados basadas en el principio de que todos ganan.
Unas relaciones políticas entre Estados basadas en la búsqueda sistemática de la paz y de unas relaciones más equilibradas entre los pueblos.
En su discurso en el Centenario del PCCH, el presidente Xi Jinping declaró solemnemente que, a través de la ininterrumpida lucha de todo el Partido y el pueblo de todas las etnias del país, se había cumplido el objetivo de lucha fijado para el primer centenario: culminar la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada en el extenso territorio chino, con la cuestión de la pobreza absoluta ya históricamente resuelta, y que se continuará avanzando hacia el objetivo de lucha fijado para el segundo: culminar la construcción integral de un poderoso país socialista moderno.
Fig. 2. Celebración del Centenario del PCCH y de los éxitos del Socialismo.
En la síntesis histórica que realiza el presidente Xi Jiping del PCCH, se destacan los hechos de la Gran Marcha, la Revolución Agraria, la Guerra de Resistencia del Pueblo contra la Agresión Japonesa y la Guerra de Liberación, la victoria contra el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo y la fundación de la República Popular China, cuando al fin el pueblo fue dueño del país, haciendo así realidad la independencia nacional y la liberación popular. Con la victoria de la revolución, se puso definitivamente fin a la historia de la sociedad semicolonial y semifeudal, y se abolieron por completo los tratados desiguales impuestos por las potencias, así como todas las prerrogativas de las que había disfrutado el imperialismo en la milenaria nación asiática.
Y aunque el camino de la construcción socialista no ha sido fácil y ha exigido también la emancipación de la mente en el pueblo, la reforma, la apertura y la modernización socialista han permitido consolidar el socialismo con peculiaridades chinas, y pasar a ocupar el segundo puesto mundial en cuanto a volumen global de la economía, acabando con la insuficiencia de alimento del pueblo y alcanzando un nivel de vida modestamente acomodado en su conjunto; en fin, materializar la gran revitalización de la gran nación.
El presidente Xi Jinping hizo un reconocimiento y homenaje a la lucha unida a lo largo de cien años de los comunistas, del pueblo y la nación; y especialmente de los camaradas Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin Zhou Enlai, Liu Shaoqi, Zhu De, Chen Yun y Hu Jintao. Reafirmó la adhesión del partido al marxismo-leninismo, al pensamiento de Mao Zedong, a la teoría de Deng Xiaoping, al pensamiento sobre el socialismo con peculiaridades chinas de la nueva era; integrar los fundamentos del marxismo con la realidad concreta de China y con su excelente cultura tradicional; observar la época, entenderla y conducirla empleando el marxismo, y seguir desarrollando el marxismo de la China actual y del siglo XXI.
La visión desde Cuba del camino socialista chino
El 6 de julio de 2021, en la Cumbre Mundial de Líderes, en ocasión del centenario del Partido Comunista de China, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, hizo un reconocimiento al papel desempeñado por el partido fundado por Mao Zedong en sus cien años de lucha, gracias a los cuales hoy las fuerzas revolucionarias, progresistas y de izquierda cuentan con una gran nación que ha realizado importantes aportes teóricos y prácticos al marxismo-leninismo, enarbolando la bandera del socialismo, atemperado a sus condiciones histórico–concretas.
Vale la pena destacar estas expresiones del presidente Miguel Díaz-Canel:
Cuando hace cien años se celebró el Congreso fundacional del Partido Comunista de China se iniciaba un capítulo trascendente en la historia contemporánea. Entre sus delegados estaba Mao Zedong, cuyos aportes como líder del Partido a la lucha revolucionaria y a la liberación nacional de aquel país, que era entonces tan grande como populoso y pobre, siempre serán recordados con admiración.
En la actualidad y tras más de cuatro décadas de la Reforma y la Apertura, la República Popular China es reconocida en todo el mundo por su robusta base económica, apoyada en un inmenso mercado interno y en las experiencias atesoradas en su proceso de exploración de la construcción del socialismo con características chinas.
Vemos en la República Popular China a un pueblo unido y laborioso; una memoria histórica, una cultura milenaria; a cuadros con elevada preparación, capacidad y compromiso. Y vemos, sobre todo, a un Partido que se ha enfrentado con firmeza y sabiduría a las más colosales adversidades y que ha sabido poner el desarrollo integral, la institucionalidad, la legalidad y a su población, en el centro de sus preocupaciones y de su labor.
Su efectiva batalla contra la COVID-19 y los visibles resultados en la erradicación de la pobreza extrema, son expresiones recientes y admirables del trabajo en función de las demandas y necesidades del pueblo (Díaz-Canel, 2021).
A continuación, se pueden identificar la coincidencia en los principios humanistas y solidarios de ambas revoluciones, la cubana y la china, especialmente en
la actualidad, cuando tienen que enfrentar al Gobierno de Estados Unidos y sus intereses hegemónicos y de dominación mundial, intentando presentar a la República Popular China como una amenaza a su seguridad, al tiempo que se empeña en denigrar la imagen de su organización partidista; y en el caso de Cuba, arrecia su bloqueo económico y financiero en tiempos de pandemia.
La verdad es bien diferente: en el contexto de la compleja coyuntura internacional de estos tiempos. La República Popular China es un importante elemento de equilibrio, estabilidad y salvaguarda de la paz mundial. No impone un modelo, no adopta medidas coercitivas unilaterales, no aplica leyes extraterritoriales. Defiende el multilateralismo y los principios del Derecho Internacional.
En la batalla contra la pandemia ha dado acceso a sus vacunas a 80 países y a tres organizaciones internacionales; las ha exportado a más de 40 naciones, a la vez que coopera con varias en investigación, desarrollo y producción (Díaz-Canel, 2021).
Díaz-Canel, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República de Cuba, destacó como ambos partidos hermanos manifestaron su solidaridad con otras naciones ante la pandemia. La pequeña Isla no solo garantiza el acceso universal a la salud y a la educación, sino que enfrenta un criminal bloqueo impuesto por el Gobierno de Estados Unidos hace más de 60 años; y a pesar de esa genocida política, Cuba ha logrado sostener la vitalidad de sus principales servicios, atender a toda su población contagiada y sospechosa de la COVID-19, habilitar en tiempo récord más de una veintena de laboratorios de biología molecular, diseñar y elaborar prototipos nacionales de ventiladores pulmonares y kits de diagnóstico, y desarrollar cinco candidatos vacunales, planteándose producir dosis suficientes para inmunizar a toda su población y aportar a otras naciones. Al mismo tiempo, nuestro país brinda una desinteresada y humanista colaboración médica en varias naciones. Tan solo para asistir a esos pueblos en el enfrentamiento a la pandemia, se han enviado 57 brigadas médicas y alrededor de 2 500 profesionales de la Salud a 40 países de diferentes regiones (Díaz-Canel, 2021).
El presidente cubano reiteró el apoyo del Partido Comunista de Cuba al principio de Una Sola China, y de rechazo y condena a la injerencia en sus asuntos internos, al tiempo que agradeció la postura inequívoca de esta gran nación en solidaridad con nuestro pequeño país. Reconoció también los aportes realizados por el presidente Xi Jinping al frente del Comité Central, en su desempeño para lograr un salto cualitativo en la adaptación del socialismo a las particularidades nacionales y de la época.
Xi Jinping: hacia el "Sueño Chino"
El nuevo líder del PCCh no solo apuesta firmemente por la reforma y la apertura, sino que está preparado para dirigir a la nación hacia la realización del "Sueño Chino". Xi, de 68 años, fue elegido durante la primera sesión plenaria del XVIII Comité Central del PCCh, celebrada el 15 de noviembre del 2011 y es el primer máximo líder del Partido nacido después de la fundación de la República Popular China en 1949.
Hoy, Xi encabeza el PCCh, que con sus más de 90 millones de miembros es el partido político más grande del mundo y cuenta ya con 100 años de historia. El PCCh gobierna China, la segunda mayor economía del mundo. El país y el mundo entero tienen la mirada fija en Xi Jinping:
¿Qué hará para liderar el PCCh y conseguir que el Partido sirva mejor al pueblo? ¿Qué hará para dirigir al pueblo hacia la consecución del objetivo de construir un país socialista moderno, próspero, poderoso, democrático, civilizado y armonioso antes del centenario de la fundación de la República Popular China en 2049? ¿Qué hará para llevar al país en una dirección que contribuya a la paz y el desarrollo mundiales? Las revoluciones las hacen los pueblos, siempre y cuando estén bien organizados, con un programa estratégico bien concebido y bajo la dirección de un partido y líderes esclarecidos.
En lo que se refiere al desarrollo económico, Xi se opone a la idea de centrarse ciegamente en el crecimiento y defiende el principio del desarrollo científico, que apuesta por la sostenibilidad en términos de recursos y del medio ambiente. En cuanto al desarrollo político, subraya la idea de que todo el poder pertenece al pueblo y pide una reforma política activa y constante sin alejarse del camino del socialismo con peculiaridades chinas.
También insiste en la importancia de la ley y en la necesidad de ejercer el poder estatal de acuerdo con la Constitución. En términos de desarrollo cultural, Xi enfatiza el desarrollo del talento humano y la promoción del espíritu nacional chino, encarnado en el himno nacional: "Construiremos nuestra nueva Gran Muralla con nuestro cuerpo y nuestra sangre".
Respecto al desarrollo social, propone realizar esfuerzos continuos para proteger y mejorar la vida del pueblo a través del desarrollo económico, conseguir una buena vida mediante el trabajo duro, partiendo siempre de la realidad del país y construir una sociedad armoniosa. En cuanto al progreso ecológico, Xi subraya una estrategia nacional de conservación de recursos y protección medioambiental y un modelo de desarrollo sostenible. Xi ha estado vinculado a las fuerzas armadas desde su juventud.
Tras graduarse de la universidad, trabajó tres años en la Oficina General de la Comisión Militar Central (CMC), una experiencia que profundizó su afecto por el Ejército. En los años siguientes, fue jefe del Partido en subáreas militares mientras ejercía cargos en la organización política y en el gobierno. Su familiaridad con los asuntos militares de base y su apoyo al Ejército le han otorgado una buena reputación. En 2010, Xi pasó a ser vicepresidente de la Comisión Militar Central y fue nombrado presidente de esta comisión durante la primera sesión plenaria del XVIII Comité Central del PCCh.
Por otra parte, Xi conoce de primera mano el trabajo relacionado con Hong Kong, Macao y Taiwán. Sus 17 años en la provincia de Fujian (sureste) le dieron la oportunidad de obtener un profundo entendimiento de Taiwán y de las empresas de la isla. La primera cámara de comercio de Taiwán en la parte continental fue establecida en Xiamen cuando Xi formaba parte del gobierno provincial de Fujian. En aquella época, Xi ayudó a los compatriotas de Taiwán a resolver muchos problemas, por lo que muchos de ellos le ven como un buen amigo.
Como máximo líder encargado de los asuntos de Hong Kong y Macao, Xi ayudó a formular una serie de políticas de gran importancia para la estabilidad y la prosperidad a largo plazo de estas dos regiones. En 2008 y 2009, cuando Hong Kong y Macao se vieron gravemente afectadas por la crisis financiera internacional, Xi visitó ambas regiones para mostrarles su apoyo. En 2008, Xi también recibió el encargo de supervisar los preparativos de los muy esperados Juegos Olímpicos y los posteriores Juegos Paralímpicos, jugando un papel clave en la celebración de estos maravillosos y extraordinarios acontecimientos deportivos.
El concepto de gobernanza económica global del presidente Xi Jinping2
Han sido personalidades chinas quienes han vinculado oficialmente el concepto de gobernanza económica global con el interés de la estabilidad monetaria y financiera internacional, especialmente, el presidente Xi Jinping. El gobernador del Banco Central de China, Zhou Xiaochuan, propuso la creación de una divisa internacional vinculada a una cesta de monedas y no solo al dólar, entre ellas el yuan. Fue así como China anunció la primera iniciativa de reforma del sistema de Bretton Woods desde su creación. En la cumbre del G20 en Pittsburgh (septiembre 2009), Pekín propondría asimismo una actualización de las cuotas de voto en el Banco Mundial y en el FMI.
Desde 2015, China fue reconocida como el tercer accionista en ambas instituciones. En su primera intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015, el presidente Xi Jinping defendió “un nuevo tipo de relaciones internacionales”, que dejaran atrás la confrontación de la guerra fría, y se basaran en el concepto de “una comunidad con un futuro compartido para la humanidad”.
En la primera sesión de estudio de la historia de la República Popular sobre la gobernanza global, días más tarde, Xi Jinping señaló que “es un imperativo reformar los esquemas injustos del sistema de gobernanza global”, por lo que deben establecerse nuevas reglas y mecanismos de cooperación económica y financiera. El presidente exigió una mayor representación en el FMI y en el Banco Mundial para los países en desarrollo.
En 2016, en una segunda sesión de trabajo sobre la gobernanza global del Politburó, Xi Jinping planteó la necesidad de una transformación del equilibrio de poder internacional. La victoria de Donald Trump abrió una nueva oportunidad para China. En un seminario a puerta cerrada celebrado poco después, Xi Jinping precisó: el objetivo de China no es reemplazar el orden existente, sino desempeñar un mayor papel para “orientar” la reforma del sistema internacional.
En junio de 2018, en la conferencia del Partido Comunista sobre política exterior, Xi introdujo un nuevo matiz: China, indicó, debe “liderar de manera proactiva la reforma del sistema de gobernanza global”. Ya no se trata tan sólo de defender la necesidad de “avanzar hacia” o “guiar” la reforma de la gobernanza global, sino de dirigirla.
La política de la administración Trump del abandono del acuerdo de París sobre cambio climático a la denuncia del pacto nuclear con Irán, de su retirada de la UNESCO a su hostilidad hacia la OMC empuja a Pekín a cubrir ese vacío y a impulsar sus esfuerzos dirigidos a adaptar el orden internacional a sus preferencias, lo que pretende hacer con el apoyo de los países en desarrollo.
2 Para ampliar acerca del concepto de gobernanza económica global puede consultarse la tesis de doctorado de Yanaisy Sánchez Rodríguez: “Los megaproyectos geoestratégicos en la Cuenca del Pacífico. Impactos y perspectivas”, de CIEI, Universidad de la Habana, 2017.
El abandono por parte de la Administración Trump de la Organización Mundial de la Salud fue respondido por China con una mayor colaboración con ese organismo.
Hay un contraste evidente entre el tipo de gobernanza global defendido por Estados Unidos (dígase Trump o Biden) y el que defiende China. El primero, se identifica con la “seguridad nacional” de Estados Unidos. El segundo, defiende un orden mundial más justo y equilibrado, para lo cual China debe desempeñar un papel central en la gobernanza global del futuro, como garante del desarrollo de los Estados emergentes, su soberanía nacional, y la defensa de las Naciones Unidas como centro del orden internacional. Beijing mantiene un discurso de apoyo a las relaciones Sur-Sur en la gobernanza global, y al mismo tiempo, en sus relaciones con los países en desarrollo actúa a la manera del Norte: obtiene de dichas naciones recursos energéticos y agrícolas en particular; y aprovecha sus mercados para sus exportaciones industriales.
La crisis financiera global ha redoblado el interés de la República Popular por las relaciones Sur-Sur. El fenómeno especulativo reveló a los dirigentes chinos los riesgos derivados de un exceso de dependencia de los mercados, las finanzas y las tecnologías de Estados Unidos, Europa y Japón. La necesidad de diversificar la estructura de su comercio y de sus inversiones exteriores lleva en consecuencia a reforzar la cooperación económica con las naciones asiáticas, africanas, latinoamericanas y de Oriente Próximo. Facilita la consecución de ese objetivo la capacidad financiera con que cuenta China, así como el hecho de que su modelo desarrollista de más de tres décadas basado en una mano de obra intensiva y en tecnologías medias, se adecúa a las necesidades de industrialización de estos continentes.
Una mayor interdependencia con estas economías maximiza las defensas de China frente a un eventual giro proteccionista de las naciones más desarrolladas. Al alentar a estos Estados a sumarse a su estrategia, China busca por otra parte la promoción de un “nuevo modelo de desarrollo”, distinto de los esquemas neoliberales. Como indicó Xi Jinping en el XIX Congreso del Partido Comunista, el “modelo” chino representa una “nueva opción para otros países que desean acelerar su desarrollo y preservar su independencia”: es el popularmente conocido como “consenso de Beijing”, en contraposición al “consenso de Washington”.
Beijing reafirma el derecho del Estado a mantener el control de la economía como instrumento para la consecución de los intereses nacionales. China defiende un orden internacional que reconoce el papel predominante del Estado, es decir, coincidente, por tanto, con los fines fundamentales descritos por la Carta de las Naciones Unidas: asegurar la soberanía e integridad territorial de sus miembros, debe reforzarse el papel de la ONU como única organización que puede autorizar acciones colectivas contra las amenazas a la paz y la seguridad internacional y reafirmarse el orden basado en los principios de la Carta de las Naciones Unidas, vinculándolo a promover el Derecho Internacional y facilitar la democratización en lugar de la política de poder en las relaciones internacionales.
El presidente Xi Jinping defendió en la Asamblea General de las Naciones Unidas (2015) la idea de que el “Sueño Chino” exigía un entorno internacional pacífico: “No podemos realizar el Sueño Chino sin un entorno internacional pacífico, un orden internacional estable, y la comprensión y apoyo del resto del mundo”. Los líderes chinos aspiran, en primer lugar, a modificar las reglas y procedimientos de las instituciones multilaterales, como el Banco Mundial y el FMI. Fortalecer la gobernanza global requiere, en su opinión, que China promueva “la reforma de un sistema injusto y poco razonable”.
Desde dentro de las organizaciones existentes, se esforzará por “aumentar la representación y la voz de las economías emergentes y de los países en desarrollo”, e “impulsará la igualdad de derechos, oportunidades y normas para todos los países”. La reforma de estas instituciones se traduce en una redistribución de la capacidad de decisión en las mismas, y por tanto en la adquisición de una mayor influencia con respecto a su agenda frente a las reglas y prácticas neoliberales.
Este impulso reformista se concretó en la aprobación del aumento de las cuotas de las economías emergentes en noviembre de 2010. Para Beijing se trata, no obstante, de solo un primer paso para corregir unas estructuras todavía poco representativas. Lo que explica asimismo la creciente importancia del G20 como de los BRICS para China. Ambos son instrumentos desde los que junto a otros países emergentes y en desarrollo puede propiciar una reforma de mayor alcance de las organizaciones de Bretton Woods. En el primero de los grupos mencionados, la República Popular cuenta con un estatus de igualdad con los miembros del G7 en los debates sobre la gobernanza global, lo que le permite asumir un papel de portavoz y defensor de los intereses de los países en desarrollo participantes.
CONCLUSIONES
El estudio teórico de la experiencia socialista china tiene importancia estratégica para las naciones del Sur, por la riqueza de actores en el proceso de construcción socialista y la presencia de los conceptos “una nación, dos sistemas”; capitalismo de Estado; “socialismo de mercado o con mercado” y gobernanza global.
China, junto al resto de las naciones del Sur, como Venezuela y Cuba son calificadas como “una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos”: amenazamos con dejar atrás ese Sur, lleno de bases militares, de propiedades yanquis, de recursos naturales únicos, de plusvalía fácil, de oligarcas cómplices, y de gente que no sabe ser libre. Si el Sur empieza por nacionalizar los recursos naturales; si se atreve a lograr avances científicos, dígase vacunas, si envía médicos por el mundo, son una amenaza para sus empresas transnacionales y compañías farmacéuticas. ¡Les estamos expropiando plusvalía!
En el concepto de gobernanza global chino está implícito el "Sueño Chino", pues sin un entorno internacional pacífico, no se puede construir un socialismo moderno con el apoyo del resto del mundo. De hecho, la gobernanza global en la concepción china implica el apoyo a las relaciones Sur-Sur, lo cual se hace evidente con la Ruta de la Seda.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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García, N. (2012). ASIA-CHINA. Un nuevo líder, o un líder nuevo. El Heraldo. La Habana, 25 de diciembre.
Lenin, V. I (2011). La Última Lucha de Lenin. Discursos y escritos (1922–1923). (pp. 55-56). La Habana: Editorial Ciencias Sociales.
Sánchez, Y. (2017). Los megaproyectos geoestratégicos en la Cuenca del Pacífico. Impactos y perspectivas. (Tesis de doctorado). Centro de Investigaciones de la Economía Internacional (CIEI). Universidad de la Habana.
Xi J. (2021). Texto íntegro: Discurso de Xi Jinping en la ceremonia con motivo del centenario del PCCh. Xinhua Español. Recuperado de http://spanish.xinhuanet. com/2021-07/01/c_1310038399.htm